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Poesía
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La entrevista: Christopher E. Stone

"La inseguridad la sufren los pobres"

El especialista norteamericano en seguridad no cree que bajar la edad de imputabilidad ayude a combatir la delincuencia

Christopher Stone, director ejecutivo del Vera Institute of Justice de Nueva York, dedicado a promover reformas policiales y judiciales en todo el mundo, no cree en la supuesta dicotomía entre la mano dura y el garantismo. Durante un fugaz paso por la Argentina, Stone concedió una entrevista exclusiva a La Nación para hablar de una "tercera vía", la de una policía más eficiente en su lucha con la delincuencia, pero a la vez más integrada a la sociedad que debe proteger.
"Nuestra idea es juntar a las organizaciones dedicadas a combatir la delincuencia con las dedicadas al tema de abuso policial, para trazar estrategias compartidas", señaló el experto.
Stone llegó al país, el viernes último, para participar de una reunión de 16 instituciones y organismos interesados en donar fondos para mejorar los servicios de justicia y seguridad en América Latina, incluyendo las Naciones Unidas, el Banco Mundial, la Fundación Ford y diversas instituciones europeas y norteamericanas, con la coordinación del Vera Institute y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
El Vera Institute, con sede en Nueva York, trabaja con el Departamento de Policía de esa ciudad por medio de programas de monitoreo de comisarías. Colaboró con los gobiernos de Sudáfrica, Rusia y Haití, y actualmente lleva adelante en diversas ciudades de Estados Unidos un programa que ofrece alternativas para tratar y castigar la delincuencia juvenil. Más cerca de la Argentina, el Vera Institute está colaborando con el gobierno de Chile en la implementación de una reforma penal que apunta a hacer más ágil y efectiva la administración de justicia.
-¿Se puede combatir la delincuencia con una policía garantista?
-Es el desafío que enfrentan todas las policías del mundo. Es más fácil dirigir una policía de mano dura, que no respeta los derechos de la gente, o una policía muy respetuosa que no hace nada para bajar el índice de delincuencia. Si la gente tiene que elegir entre su seguridad y sus derechos de ciudadano, por supuesto que elige la seguridad. Pero es una falsa opción porque si pudiera elegir una policía eficiente que además es democrática y respetuosa, seguro que elegiría eso. Hay mucha evidencia de que esta tercera vía es posible y, cuando se hace bien, la gente se identifica con este tipo de policía. En todo el mundo se está desterrando la idea de que la policía es el hijo postizo de las fuerzas armadas, para dar paso a la idea de la policía como un servicio público similar a la educación, la salud o la vivienda. Hay toda una generación de jefes policiales con esta idea que se está abriendo camino, y nosotros los apoyamos.
-¿Qué lecciones aprendió de la reforma policial en Nueva York?
-Que es fundamental el rol del comisario. Hemos visto que los policías que tratan bien a las víctimas también tratan bien a los sospechosos, y los que tratan mal a las víctimas tratan mal a los sospechosos. En todas las policías hay personas corruptas y violentas y otras honestas y eficientes. La clave está en la cultura de cada comisaría: algunas alientan a los corruptos y aíslan a los honestos, y otros hacen todo lo contrario. Hemos visto que policías con problemas, que trabajaban en una comisaría problemática, mejoran rápidamente cuando pasan a trabajar en una comisaría que funciona bien. En la última década, en la ciudad de Nueva York se redujo drásticamente la cantidad de casos de gatillo fácil, al mismo tiempo que creció mucho la cantidad de detenciones, lo cual demuestra que se puede ser más eficiente sin ser más violento. Pero quiero aclarar que en Estados Unidos también hay muchos problemas con la policía. Yo no creo que sea posible trasladar un modelo de reforma de un país a otro. Cada país debe diseñar sus propios programas de acuerdo con su idiosincrasia y sus necesidades.
-En la Argentina, la idea de monitorear comisarías le puede dar miedo a mucha gente.
-Por supuesto. En muchas partes del mundo sucede eso. Lo importante es no focalizarse en casos individuales. Nosotros trabajamos con lo que llamamos "señales de alerta". Por ejemplo, si en una comisaría notamos que hay muchos casos de detenciones por "obstruir el trabajo de la policía", pero pocas detenciones por otra cosa, puede haber un problema de abuso de autoridad. Hay policías que responden muy rápido al llamado de sus superiores, pero no se apuran cuando los llama un civil. Medimos cosas como la cantidad de patrulleros chocados, cantidad de quejas de ciudadanos y analizamos la calidad de las pruebas recolectadas para cada caso, y vamos identificando a los policías con problemas. También trabajamos con un sistema de recompensas para las comisarías que funcionan bien y castigos para las que lo hacen mal, combinando controles internos de fiscales y supervisores policiales con los controles externos de organizaciones vecinales y barriales.
-¿Existe una relación entre violencia, pobreza y desigualdad?
-Hay mucha evidencia al respecto. En todo el mundo, la mayor violencia ocurre en los bolsones de pobreza, sobre todo si conviven con vecinos muy ricos. Por eso no sorprende que la mayoría de los delincuentes sean gente pobre y la mayoría de las víctimas del delito también. Justamente es en los barrios pobres donde más se escucha el reclamo de mayor seguridad. Mucha gente en esos barrios da prioridad a ese reclamo por encima incluso de los reclamos económicos.
-En la Argentina se está discutiendo bajar la edad de imputabilidad de los delincuentes juveniles de 16 a 14 años. ¿Qué opina al respecto?
-No hay ninguna evidencia de que esto sirva para combatir la delincuencia juvenil. Salvo raras excepciones, los chicos de 14 o 15 años reciben penas leves, ya sea por un juez de mayores o un juez menores. Lo que sí importa es el trato que reciben los menores en el sistema judicial. Generalmente los delincuentes juveniles son devueltos a sus casas, donde la familia muchas veces no está en condiciones de guiarlos por el buen camino, o se los manda a reformatorios donde entran en contacto con otros delincuentes. Nosotros desarrollamos un programa piloto que estamos probando con muy buenos resultados en ciudades pequeñas y medianas en los Estados Unidos. Consiste en mandar a los delincuentes juveniles a pasar entre seis meses y un año con familias adoptivas especializadas en el tratamiento de jóvenes con problemas, lo que llamamos "hogares terapéuticos". En estos casos, lo importante es que haya un solo delincuente juvenil en cada "hogar terapéutico". Parece un programa caro, pero si se limita a menos de un año, es más barato que construir cárceles y pagar el sueldo de los guardianes. Otro programa que utilizamos es el de retornar al joven a su casa, a cambio de que toda la familia se someta a supervisión judicial y que toda la familia trabaje con el supervisor encargado del caso, en vez de encarar el tema como un problema individual del joven delincuente. También ha dado muy buenos resultados.
-¿Qué posibilidades hay de que el Vera Institute asesore a la Argentina en programas de reforma policial o delincuencia juvenil?
-Nosotros vamos adonde nos invitan. En los últimos cinco años hemos mantenido conversaciones con varios gobiernos argentinos, pero hasta ahora no hemos podido concretar nada. Esta reunión con organizaciones donantes se planeó hace dos años y no está relacionada con la ola de violencia actual o los acontecimientos de los últimos seis meses. Pero no tengo dudas de que esta reunión se hizo acá porque hay muchos argentinos, en el gobierno, en la policía y en organizaciones civiles, que quieren ver una fuerza más eficiente, pero también más democrática, integrada a la comunidad.
Por Santiago O'Donnell
De la Redacción de LA NACION

Perfil de Stone

  • Christopher E. Stone dirige el Vera Institute desde 1994. Con la dirección de Stone, el Vera lanzó programas de monitoreo policial y relaciones entre la policía y la comunidad.
  • 1997, el Vera abrió una oficina en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y en 2000 inauguró otra filial en Moscú.
  • 1988, Stone fue director de la oficina que el instituto posee en Londres.
  • Antes de unirse al Vera, Stone trabajó en el Servicio de Defensa del Vecindario de Harlem y el Centro de Sentencias Alternativas y Empleo de Nueva York.
  • graduado de Harvard, del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge y de la Yale University Law School.
  • Practicó la profesión de abogado en Washington D.C.