SUMARIO Nº1
FMI: historia de una entrega
7 piezas sueltas del rompecabezas mundial. EZLN
Tangos que fueron prohibidos por las Dictaduras Militares en Argentina
ENTREVISTA A NORMAN MAILER: "En EE.UU. se vive un clima pretotalitario"
"La inseguridad la sufren los pobres". Entrevista a Christopher E. Stone
Fin de siglo, crisis y salud mental en "nuestra América"
Citas de Groucho Marx
Estados Unidos, hoy
El sometimiento enferma.
Poesía
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Este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo

Julio Cortázar escribió poesías que fueron reunidas por él mismo a su modo, con su inconfundible estilo. Armó un libro que se llama "Salvo el crepúsculo", en el que escribe "me apenaría que a pesar de todas las libertades que me tomo, esto tomara un aire de antología: nunca quise mariposas clavadas en un cartón; busco una ecología poética, atisbarme y a veces reconocerme desde mundos diferentes, desde cosas que sólo los poemas no habían olvidado y me guardaban como viejas fotografías fieles".

Cortázar se lamentaba de la "pretendida poesía seria", que espanta al lector y que provoca hasta rechazo.
Tardío, como somos los argentinos para reconocer a nuestros compatriotas valiosos, llegó el homenaje.
Instituciones, intendencias, ministerios y demás anexos -como era de esperar- planificaron sendos recordatorios al cumplirse los diez años de su muerte en 1994.
Y luego....

Ofrecemos este espacio a la poesía, sobre lo que se podría decir como Basho: "este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo".

Recobramos al Cortázar poeta, menos conocido, casi como inédito, pero con la misma sensibilidad desbordante de sus novelas y cuentos.
¿Cómo se definía Cortázar poeta a sí mismo?
Se comparó una vez con Keats y con T.S. Elliot, escritores ingleses, y dijo: "los tres hablamos a nuestra manera de una mujer querida, salvo que ellos lo hacen para llamarla y yo porque ya se ha ido".


Milonga
Julio Cortázar
El Tata Cedrón cantó
esta milonga
con música
de Eduardo Cantón

Extraño la Cruz del Sur
cuando la sed me hace alzar la cabeza
para beber tu vino negro medianoche.
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones
donde el perfume de la yerba tiembla en la piel del aire.
Comprender que eso está siempre allá
como un bolsillo donde a cada rato
la mano busca una moneda el cortapluma el peine
la mano infatigable de una oscura memoria
que recuenta sus muertos.
La Cruz del Sur el mate amargo.
Y las voces de amigos
usándose con otros.

Cuando escribí este poema todavía me quedaban amigos en mi tierra; después los mataron o se perdieron en un silencio burocrático o jubilatorio, se fueron silenciosos a vivir al Canadá o a Suecia o están desaparecidos y sus nombres son apenas nombres en la interminable lista. Los dos últimos versos del poema están limados por el presente: ya ni siquiera puedo imaginar las voces de esos amigos hablando con otras gentes. Ojalá fuera así. ¿Pero de qué estarán hablando si hablan?


Para leer en forma interrogativa

Julio Cortázar

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

Ganancias y pérdidas

Julio Cortázar

Vuelvo a mentir con gracia,
me inclino respetuoso ante el espejo
que refleja mi cuello y mi corbata.
Creo que soy ese señor que sale
todos los días a las nueve.
Los dioses están muertos uno a uno en largas filas
de papel y cartón.
No extraño nada, ni siquiera a ti
te extraño. Siento un hueco, pero es fácil
un tambor: piel a los dos lados.
A veces vuelves en la tarde, cuando leo
cosas que tranquilizan: boletines,
el dólar y la libra, los debates
de Naciones Unidas. Me parece
que tu mano me peina. ¡No te extraño!
Sólo cosas menudas de repente me faltan
y quisiera buscarlas: el contento,
y la sonrisa, ese animalito furtivo
que ya no vive entre mis labios.


La camarada

Julio Cortázar

Otro tango de
Cantón y el Tata.

Claro que sos mi camarada
porque sos más, sos siempre más.
Hay la ruta en común, el horizonte
dibujado con lápiz de esperanza,
hay la amargura del fracaso
a la hora en que los hornos no se encienden
y hay que pelear de nuevo el carbón del mañana.

Claro que sos mi camarada
porque sos la que dice no, te equivocaste,
o dice sí, está bien, vayamos.
Y porque en vos se siente que esa palabra es una
lenta, feliz, necesaria palabra:
hay cama en camarada,
y en camarada hay rada,
tu perfume en mis brazos,
tu barca anclada al lado de la mía.



Pieza de tango

José Luis Parra

Tuvo una mañana feliz...
lavó la ropa, fregó cantando,
se olvidó de sus penas.
Sintió al hijo en la pieza,
estaría durmiendo ahora.
Volvió a canturrear
pensando en los mates
que tomaría con él.
Lavó y lavó, se reflejó
en la ropa blanca
y cuando fue a la cocina
se acordó de su hijo
que no estaba durmiendo,
que no estaba en la pieza,
que se lo habían llevado.
Se sentó y lloró,
tomando mate,
sola...


A Severino Di Giovanni

El anarquista

José Luis Parra

Cayó la frase
como una guillotina
amputándole al cielo
la claridad del día.
Se hizo noche,
se puso oscuro,
se hizo noche
su rostro duro.
Noche negra
de negros augurios
vigilia larga
pensamientos turbios.
Cayó la frase
de muerte, temible,
sacudió con golpe
de fuerza terrible.
Lo encontró de pie,
casi listo,
preparado en sus ideas.

Lo fusilaron allí mismo,
ahogando su grito de guerra:
¡Viva la Anarquía!