SUMARIO Nº1
FMI: historia de una entrega
7 piezas sueltas del rompecabezas mundial. EZLN
Tangos que fueron prohibidos por las Dictaduras Militares en Argentina
ENTREVISTA A NORMAN MAILER: "En EE.UU. se vive un clima pretotalitario"
"La inseguridad la sufren los pobres". Entrevista a Christopher E. Stone
Fin de siglo, crisis y salud mental en "nuestra América"
Citas de Groucho Marx
Estados Unidos, hoy
El sometimiento enferma.
Poesía
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Estados Unidos, hoy

Por Xavier Mas de Xaxàs
masdexaxas@cs.com

El espectador de la realidad estadounidense se ha pasado los últimos años viendo el avance imparable de la tecnología y las ciencias médicas, la resistencia de la corrupción empresarial y política, el auge y la caída de la nueva economía, la preponderancia de Dios y los "mass media", la evasión de Hollywood, la divertida ligereza de la cultura popular y el despertar, a raíz de los atentados del 11 de septiembre, de un gigante militar, que llevaba diez años aletargado.

El 11-S ha convertido a Estados Unidos en una potencia arrogante, que seguirá ampliando su dominio sobre el resto del mundo durante el futuro previsible. Por primera vez desde la caída del muro y el colapso del imperio soviético, Estados Unidos tiene la oportunidad y la motivación para cambiar el mundo. No hay duda de que lo hará, aumentando su poderío militar y tecnológico, y, por tanto, la expansión de sus ideales y mercados.

Sun-Tzu decía que la posición estratégica más fuerte es la que no tiene forma, la que está en todas partes y, por tanto, no puede ser atacada. Así es Estados Unidos una república y un imperio que es el primero en la historia de la humanidad que lo llena todo y no está compensado por ningún otro.

No tiene fecha de caducidad, a pesar de que se parece mucho a cualquier otro. Está dominado por una aristocracia y una burocracia muy sólidas, vinculado directamente a Dios y engrasado por el poder monetario y la lealtad a unos valores -la democracia y la libertad- que son, bajo su punto de vista, los más humanistas que hay. Estos valores, sin embargo, y ésta puede ser una de las grandes ironías de la historia, reducirán el poder de Estados Unidos a medida que vayan expandiéndose. Cuanto más comercio y más democracia haya en el mundo, más posibilidades tendrán países como China e India de convertirse en democracias abiertas y, por tanto, de retar, algún día, la supremacía americana.

Dios es estadounidense desde que la Declaración de Independencia se llenó de referencias a Él y la Biblia. El fiscal general John Ashcroft dice que "en América no tenemos rey, tenemos a Jesús" y el presidente Bush asegura que el personaje filosófico que más ha influido en su vida es Jesús.

Amenazando la esfera de lo sagrado está una ciencia que está haciendo a las máquinas humanas y los hombres, máquinas. Una familia se ha inyectado un mini chip en el brazo para controlar parte de sus funciones. Hay chips orgánicos, formados por células y no por silicio.

Los laboratorios americanos fabrican el futuro. El genoma humano, recientemente completado en una de estas instalaciones ultramodernas, permitirá fabricar medicamentos a medida de cada paciente. Nuestros hijos vivirán cien años sin problemas gracias, también, a la clonación terapéutica.

La ciencia ha entrado en el patio particular de Dios y evoluciona mucho más rápido que la moral.

Los ricos de todo el mundo acudirán a Estados Unidos en busca de la fuente de la vida. Las diferencias sociales, que en los países en vías de desarrollo ya son muy injustas, aún lo serán más.

El ideal de una vida perfecta está en la raíz del sueño americano. La realidad, sin embargo, siempre se presenta mucho más desarrapada. Los americanos viven, así, entre el idealismo de las columnas griegas del Tribunal Supremo y la horterada de las columnas griegas del Ceasar's Palace de Las Vegas. De la espiritual funcionalidad del mobiliario Shaker a la reputación exagerada de George O'Keeffe. Mucho más importante que sus flores lo son, para la pintura, las abstracciones de Agnes Martin. Martin, sin embargo, está muriéndose, sola y de espaldas a todo, en un geriátrico de Taos, en el norte de Nuevo México, mientras la industria cultural promociona a Jeff Koons, el artista que cuenta con un equipo de 40 personas para que le pinten los cuadros.

Vuelve el humo del tabaco, el "glamour" del hombre Marlboro. El look del "enfant térrible". Rock, neohippies, raperos y pinchadiscos consagrados en compositores estrella de la mejor música discotequera. La noche se carga de piercing y tatuajes, y Nancy Rubins, una artista de Pasadena, explica que es el arte de la detrucción y el dolor. Hay que hacerse daño para sentirse vivo. Violencia hedonista, "made in USA", lanzada a la invasión de otras culturas.

Ahí están las armas, que sirven para domesticar el entorno, para hacer hombre al hombre. Gracias a Bush lo texanos pueden llevar armas camufladas dentro de sus americanas. Sociedad de pistoleros y pacifistas. Dualidad provocada por la implacable agresión protectora del Estado, que mata a sus ciudadanos para salvar la vida de la mayoría. Lo hace con cortesía, hasta el mismo momento de la ejecución.

Dos millones de presos. Cárceles gestionadas por empresas privadas. Muchos delincuentes viven en estas cárceles sin haber salido nunca de los guetos de pobreza, donde es imposible romper el círculo que lleva de la falta de dinero, a la falta de educación y, de ahí, a la violencia. Hay más armerías y licorerías en los barrios pobres que en los ricos.

La guerra de verdad se libra en las calles de la grandes ciudades. Luego está, sin embargo, la guerra de simulacro, la que venden Hollywood, los "mass media" y, ocasionalmente, el Pentágono, siempre dispuesto a explotar el mito del granjero guerrero. Estados Unidos es un país de campesinos dispuestos a luchar contra quien sea para defender sus tierras.

Es lo que hacía Luke Skywalker antes de conocer el poder "la fuerza". Luke es la encarnación del bien absoluto, como Spiderman, Superman y Batman. Son personajes justicieros, que se enfrentan al mal, aún con la opinión pública en contra. Son guerreros que combaten con una extraordinaria carga espiritual en defensa del modelo de vida americana, que es la mejor vida que el mundo puede ofrecer. Así lo piensan la gran mayoría de americanos.

La arrogancia del poder absoluto. No hay quien pare al imperio. Luke Skywalker: dueño y señor de la galaxia. España, América Latina y los otros aliados no tienen más remedio que hacer lo que dice Washington. Y Washington hace lo que dice el americano medio. La Casa Blanca no dicta la política de EE.UU. Es el ciudadano de a pie quien lo hace. Los presidentes no dan un paso sin consultar el oráculo de las encuestas, sin analizar bien las consecuencias electorales de sus actos. No hay nada más importante que mantener el poder a toda costa. Bill Clinton no tuvo relaciones sexuales "con esa mujer" y el Congreso republicano encendió la hoguera del "impeachment", en la que, accidentalmente, murieron abrasados un par de líderes parlamentarios.

De la bochornosa tanga de una becaria atrevida, a la dramática decisión de atacar Irak. Así es la vida en el despacho Oval: inabarcable.

Ningún presidente atacaría Irak si no supiera que, con ello, controla un buen puñado de votos judíos y ultraconservadores. No lo haría si tres de cada cuatro ciudadanos no pensara que es necesario extirpar el cáncer iraquí. Así funciona la lógica del americano medio: identifica el problema y lo soluciona. De esta forma Europa, por ejemplo, se liberó del nazismo y, luego, del comunismo.

Estados Unidos gana siempre. ¿Quién se acuerda de Vietnam? Cada noche los americanos tienen la oportunidad meterse en la cama viendo algún programa de televisión que les reafirma que viven en el país de las maravillas. Tan maravillosa es América que hasta los escándalos más espeluznantes se ventilan delante de las cámaras para que "nunca más vuelvan a suceder".

Los medios de comunicación elaboran esta información feliz, que se mira el ombligo y busca, por encima de todo, la autosatisfacción.

>Las televisiones
Viendo un telediario local desde la cama, repleto de crímenes y tragedias, uno no pueden pensar en otra cosa que en la suerte que tiene de vivir protegido por un estado dispuesto a matar por él.

Las televisiones emiten 24 horas de noticias. Todo cabe, sobretodo si es en directo. Así se forja la imagen de América, con frases cortas y planos rápidos. Es el espejo en el que se mira el mundo, sin entender casi nada de lo que ve.

Así es la corriente de la historia cotemporánea americana en la que me he estado bañando desde hace seis años. Como dirían por aquí, "it's been a hell of a ride". No hay mayor placer para un corresponsal que hablar de tu a tu con la historia, sabiendo que eres el primero en hacerlo y que, por tanto, tienes la oportunidad de contar lo que nadie sabe.

Ha sido un privilegio haber sido testigo de una actualidad que, sin duda, condicionará el curso del nuevo siglo. La misma fortuna he tenido con ustedes. Sus frecuentes comentarios me han ayudado a romper la ignorancia y la soledad de no saber para quién escribes. Este es mi punto final. El diario de Washington tendrá otro corresponsal dentro de pocas semanas.

Gracias por haber estado ahí, confiando en la credibilidad de una información escrita para satisfacer sus ganas de saber.