Edición N° 18 - invierno 2000
(para el hemisferio sur)

POSITIVISMO E INFANCIA
Impacto y persistencia política

Por:
Lic. María Felicitas Elías


Reflexiones finales

Cuatro años después de los resultados de la investigación realizada por José INGENIEROS entre los canillitas, el Dr. Luis AGOTE, - médico y diputado -31- por Partido Conservador- presentó el Proyecto de Tutela del Estado o Ley de Patronato del Estado. En su redacción contó con la cooperación del Director de la Cárcel de Encausados y ex Director del Asilo de la Reforma - Dr. DUFFY- y el Diputado LEGUIZAMON. Basaba sus proposiciones en las observaciones y trabajos de Carlos de ARENAZA y juristas como SENET y BULLRICH y GACHE, estudiosos de la temática de la "niñez abandonada".

El despacho original, con un profuso y detallado articulado, trabaja en diferentes sentidos algunos directamente vinculados entre sí, otros anticipándose a males mayores. El primero que enunciamos está dirigido a dirimir el ejercicio de la patria potestad en caso de viudez de la mujer y hace referencia a las capacidades y derechos de éstas al contraer nuevas nupcias. También incluye aspectos vinculados a la administración de bienes de la sociedad conyugal y de huérfanos. Una segunda vertiente, delimita el sector de la niñez-adolescencia que será objeto de cuidado y protección por parte del Estado. Tras formular la prohibición de trabajar para algunos, detalla posibilidades de inserción laboral de otros

Podemos decir entonces con relación a nuestra indagación que instalado el nuevo orden que evitaría las crisis económicas y políticas de la sociedad agroexportadora e incipientemente industrial, quedó proclamada una nueva ley y una nueva moral, asociada al progreso civilizatorio y la constitución de la argentinidad.
El Estado democrático asumió funciones reguladoras.
También de poblamiento de la Nación y tutela, fundadas en estudios científicos de la niñez-adolescencia y la raza argentina pero en ningún momento se planteó al crecimiento económico y el desarrollo capitalista como fuente de conflictos y carencias por las que atravesaba la familia argentina y la migrante.

En el país - a 100 años de su independencia- la clase dirigente opulenta coexistía con la oligarquía que repartía su tiempo entre París y Palermo, en tanto que un proletariado incipiente poblaba las grandes ciudades.
Los primeros, exportadores de trigo y vacas - propietarios de la pampa húmeda - vieron la gran extensión territorial como un obstáculo y en virtud de este presupuesto legislaron. Los segundos, una y otra vez fueron objeto de estudio.
Considerados responsables-productores de males sociales, cobayos de políticas de corte disciplinador que facilitaran la obtención de fuerza de trabajo útil a los requerimientos de la época.

Si bien reconocemos la asincronía del pensamiento positivista en la Argentina, acordamos con SOLER en que "el positivismo argentino posee una gran significación sociopolítica en la medida en que representa el resultado filosófico de un largo desarrollo ideológico indisolublemente ligado al pensamiento que ha servido de base al liberalismo democrático en vías de institucionalizarse.
El cientificismo se presentó, pues, como un arma poderosa contra las fuerzas sociales y políticas enemigas del laicismo, del liberalismo y de la "descolonización" de la nación argentina. Por otra parte, el positivismo jugó el papel de una "superestructura" conceptual que confirió a las ciencias particulares un alcance filosófico. En el caso concreto de las ciencias del hombre y de su cultura, el positivismo se encuentra en la base de su florecimiento"
(1968:64).

Creemos que el positivismo en Argentina supuso aquello que es objetivo, real, natural. De avanzada en lo social y político; fue concebido en función del progreso social. Progreso que no tuvo ninguna necesidad de lo metafísico. La vertiente spenceriana en sus aspectos referidos a la aplicación del método científico natural a lo social, planteó la inexistencia de diferencias entre el estudio de la sociedad y la naturaleza: La evolución era el campo que unificaba ambos aspectos. Y en todo caso, esta fue la precondición de su aplicación. El principio de la supervivencia de los más aptos, fue trasladado al campo social.

El programa positivista, abrió el camino para acuñar - a posteriori- el uso indiferenciado de instrumentos de política social y política penal, estableciéndose así una fuerte penalización de aspectos sociales y una socialización de aspectos penales. Ello con el auxilio de prácticas diagnósticas de neto corte instrumental, claramente visibles en estudios realizados por Ingenieros, Bunge, Agote y más tarde C. Arenaza entre otros, que permitieron dar "el dato" fundamento de modelos internativos y diferentes medidas orientadas al control social de multitudes. Fue ejercido primordialmente sobre hijos de inmigrantes y trabajadores.

Mirando el Pasado. Hablando del Presente
El discurso protector asistencialista dio cuenta de la construcción de la categoría "menor-niño abandonado y delincuente" que en todo caso y al igual que la propuesta spenceriana, resultó una visión atemporal legitimada en un efecto moralizador de carácter abstracto y por sobre todo, sumamente arbitraria. El método: la observación, el análisis de los datos obtenidos sin sujeción al contexto: la familia, la historia, la sociedad en proceso de crecimiento y transformación.

Creemos que tanto la actual vigencia de la Ley de Patronato del Estado (no derogada a nivel nacional) pese al sinnúmero de proyectos legislativos presentados (aún sin tratamiento) luego de la ratificación de la Convención de Derechos de Niños y Adolescentes, sumado a prácticas desarrolladas por órganos técnicos y jurisdiccionales, permite suponer que el sector sigue aún cautivo y resulta sospechoso de males sociales.

Así también la reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia -32-, respecto de los juicios por apropiación de niños durante la dictadura, tramitados por ante la Cámara Federal porteña y Bahía Blanca, parecieran revelar, no sólo el incumplimiento de acuerdos internacionales sino reiterar nuevamente la condición de botín de guerra que cierta infancia padece.

Buenos Aires, 24 de julio de 2000

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