La educación
víctima de cinco trampas
Ricardo
Petrella *
La formación continua debe servir
fundamentalmente para que los recursos humanos sean útiles y
rentables .
El universo de la educación y de la
formación [1] ha
cambiado profundamente en los últimos quince años en todos los
países llamados desarrollados.
Entre las principales fuentes de cambios
mencionamos los avances tecnológicos en los campos de la automoción,
de la información y de las comunicaciones, que han trastornado el
mundo del trabajo y la manera de producir riqueza y, por lo tanto,
la formación y el aprendizaje. Una orientación política se convirtió
en predominante a principios del los 80, a saber, la privatización
de todo lo que es público, comprendiendo el campo de la educación,
la emergencia y la aceleración -a partir de los 70- de procesos de
mundialización, particularmente movimientos de capital, flujos
comerciales, mercados, estructuras de producción y de empresas. La
explosión de un modo de vida centrado en el consumo de masas y la
comercialización de toda expresión humana y social, sin dejar a un
lado la educación y, en fin, la afirmación y la divulgación –a
partir de los 90- de la tesis sobre el nacimiento de una nueva
sociedad (la sociedad del conocimiento) considerada como el nuevo
paradigma del desarrollo de sociedades y de creación de riqueza,
integran el paradigma –también nuevo, data de los 60 y 70- de la
sociedad de la información.
Entre todos los efectos más visibles
podemos evaluar de forma rigurosa las consecuencias sociales; cinco
merecen una atención particular. Se trata de trampas a las que están
confrontadas no solo el mundo educativo sino también el conjunto de
actores de nuestra sociedad.
Estas son:
- La educación por el recurso humano.
Tomándola no como educación por y para el ser humano sino en
términos de comercio, o cómo la educación ha sido sumisa ante la
lógica de la economía capitalista de mercado.
- La educación como instrumento de
supervivencia en la era de la competitividad mundial, o cómo ha
sido trasformada en un lugar donde se aprende una cultura de
guerra (ha triunfado por encima de las otras y en su lugar) más
que una cultura de vida (para vivir junto con los otros con
intereses comunes).
- La educación al servicio de la
tecnología.
- Por qué la tecnocracia se está
apoderando del poder de dar sentido y dirección al conocimiento
y a la educación en la igualdad y la equidad.
- Cómo en la sociedad del conocimiento
(que considera este sobre todo como la fuente principal de
creación de la riqueza en la actual sociedad capitalista de
mercado mundial), el sistema educativo es utilizado como medio
de legitimación de nuevas formas de estratificación y de
división social.
Liberarse de estas trampas constituye una
tarea de vital importancia, y es posible. Todo comenzó –historia de
la primera trampa- no hace mucho a causa de la aceptación y
generalización de la idea del recurso humano.
La educación por el recurso humano,
tomando el lugar de la educación por y para la persona
humana.
Bajo la influencia de los sistemas de
valor definidos y promovidos por las escuelas de dirección, eje de
los imperativos de la producción y de la hazaña competitiva
predicados por sus comandatarios (las empresas) el trabajo humano ha
sido reducido a un recurso. Presentado como un progreso (¿no nos
reafirma del todo que el trabajo humano sea la principal fuente de
la que dispone una empresa, un país?), esta reducción ha tenido dos
efectos principales.
En primer lugar, como recurso, el trabajo
humano ha dejado de ser un sujeto social. Es organizado por la
empresa (la DRH, Dirección de Recursos Humanos) y por la sociedad,
con el objetivo prioritario de extraer de los recursos humanos
disponibles la contribución más elevada posible, al menor coste, de
la productividad y de la competitividad de la empresa y del
país.
Segundo efecto: desposeído de su
significado como sujeto social y, por lo tanto, fuera de su contexto
público, social y cultural múltiple, el trabajo humano se ha
convertido en un objeto. Como cualquier otro recurso material e
inmaterial, el recurso humano es una mercancía económica que debe de
estar disponible libremente para todos, siendo los únicos límites a
su acceso y a las formas más libres de su explotación de naturaleza
financiera (costes). Tras un testimonio digno de mención, una
persona escuchó en Bruselas, a finales de noviembre del 99, al
responsable de una oficina de trabajo temporal responder al
teléfono:" lo siento, Señora, pero hoy no dispongo de la mercancía
que me pide!".
El recurso humano no tiene voz social, no
tiene representación social. No hay, por otra parte, sindicatos de
recursos humanos. No tiene, como tal, derechos cívicos, políticos,
sociales, culturales. Es un medio en el que el valor de uso y cambio
monetario están determinados por el balance de la empresa. El
recurso humano está organizado, administrado, valorado, desplazado,
reciclado, abandonado en función de su utilidad para la
empresa.
No se tiene ningún derecho en el trabajo.
Sus derechos de existencia y de mejora dependen de su resultado, de
su rentabilidad. Debe demostrar que es necesario, sustituyendo el
principio del derecho al trabajo por el principio del deber de
demostrar su necesidad. Es lo que los nuevos progresistas llaman una
política social activa de trabajo. O es principalmente con relación
a esta nueva obligación de empleo que, según nuestros actuales
dirigentes, la educación debe jugar su papel más importante: debe
estar presente durante toda la vida (económica) de un recurso humano
pues cuanto más se aceleran los cambios tecnológicos mayor es la
duración de la vida del saber y se reducen las competencias
adquiridas y los recursos humanos se vuelven rápidamente obsoletos,
no rentables, no empleables. [2]
La formación continua debe de servir
fundamentalmente para mantener útiles y rentables los recursos
humanos del país.
Así, el sistema educativo ha sido
reorientado y dirigido a la formación de recursos humanos al
servicio del objetivo de la competencia más elevada de las empresas
del país. Se habla aún de seres humanos a nivel de educación
primaria y secundaria obligatoria. Cuando nos encontramos en la
enseñanza profesional o la enseñanza superior y universitaria, no
pensamos más que en términos de recursos.
Del no comerciante al comerciante, o cómo
la educación es cada vez más sumisa a la lógica de la economía
capitalista de mercado. A partir del momento en que la educación
debe servir, sobre todo, para formar recursos humanos cualificados y
flexibles de los que necesitan las empresas, la lógica mercantil y
financiera del capital privado no ha tardado en imponerse, cada vez
más directa, en la definición de la finalidad y las prioridades de
la educación. El fenómeno ha tocado también los EEUU, donde si bien
la privatización del sistema educativo se ha desarrollado y admitido
desde hace decenios, la definición de finalidades y de prioridades
de la educación ha permanecido, a pesar de todo en la cultura de
clases dirigentes, hasta finales de los 70, parte integrante de la
res publica, un asunto de la colectividad. Desde entonces
este no es ya el caso. Con el impulso de conceptos "reaganianos" y
la explosión de la informática y multimedia, la educación es en lo
sucesivo un mercado, y no sólo en lo concerniente a la educación en
escuelas de empresariales.[3]
En EEUU y en Canadá (excepto parte de
Québec) no se habla más que de mercado de la educación, negocio de
la educación, de mercado de productos y de servicios pedagógicos, de
empresas educativas, de mercado de profesores y alumnos. No es por
casualidad que el primer Mercado Mundial de la Educación (World
Education Market) se haya celebrado del 23 al 27 de mayo de este año
en América del Norte, en Vancouver, Canadá, no lejos por otra parte
de Seattle.
Como es ahora el caso de la mayor parte
de manifestaciones sobre la educación, este primer Mercado ha estado
dominado por los multimedia. Los multimedia han invadido el mundo de
la educación y el conjunto de actividades de toda la educación. Esta
invasión tiene efectos mistificadores: cada vez son más numerosos
los y las que creen que la educación se ha transformado
fundamentalmente en un negocio multimedia. El Mercado Mundial de la
Educación [4] ha hecho
resurgir la existencia de un largo consenso entre todos los actores
públicos y privados presentes; la mercantilización de la educación
no se pone en duda. Desde entonces, la pregunta principal que se
hacen es saber quién va a vender qué en el mercado mundial regido
por tales reglas.
Quienes comienzan a destacar son editores
de productos multimedia, creadores y proveedores de servicios en
cadena o de la tele-enseñanza, operadores de telecomunicaciones, de
empresas de informática. Fusiones, absorciones, alianzas se suceden
a un ritmo frenético estos últimos años. El Olimpo de los dioses que
va dominar el mercado mundial de la educación dentro de 3 a 5 años
está compuesto, por el momento, de nombres conocidos y nuevos entre
los que nos encontramos a Microsoft, AOL- Time Warner, MCI-World
Com,Vra Com-CBS, Vivendi Universal, Bertelsman, Sun-Microsystem.
Entre ellos alcanzan un millar de filiales especializadas en
servicios on-line, prensa, educación, ocio, etc.
Mucho personal docente universitario y
responsables de universidades se asociarán a la obra de estos
dioses. Sostenidos por los poderes públicos nacionales –siempre
convencidos de que su papel primordial es crear el ambiente más
favorable posible a la competencia de empresas en su país- las
empresas dirigirán la danza.
Ellas lo hacen ya en lo que respecta al
qué; muchas de ellas tienen un catálogo de programas clave de
propuestas para la formación. Las universidades virtuales se
multiplican como champiñones a través de las fronteras
internacionales. A iniciativa de Glenn Jones, fundador de la
Universidad de la Web (o Jones University), fue creada en 1998 la
Global Alliance for Transnational Education gracias a la
financiación de IBM, Coca-Cola, y Sun Microsystems. Su objetivo es
definir los estándares educativos internacionales. El principio de
Glenn Jones es sencillo: nuestra idea, dice, consiste en crear una
educación de mucha calidad sobre el lienzo, independientemente del
lugar, sacar beneficio y pagar los impuestos [5].
Según un estudio de la banca empresarial
americana Meryll Lynch, el número de jóvenes que cursarán estudios
superiores en el mundo se elevará a 160 millones en el año 2025.
Actualmente son 84 millones, de los cuales 40 millones son
supervisados por docentes "on-line", lo que es ya considerable.
Podemos imaginar el mercado que podrá representar en el año 2025 la
educación "on-line" en los estudios superiores. El estudio de Meryll
Lynch [6] predice
que en los próximos 5 años, las universidades virtuales reunirán
millones de estudiantes de todas las partes del mundo accediendo a
los mismos estudios, a los mismos profesores, a los mismos
títulos.
Los empresarios no tardarán en
interesarse por este mercado. ¿Veremos fondos de pensiones coreanos
y japoneses financiar cursos virtuales de chino para todos aquellos
que en el mundo quieran aprender chino?. Así lo cree Datamonitor
(una sociedad de estudios norteamericana): cerca de un millón de
preguntas sobre un conocimiento particular serán objeto de
transacción financiera en 2003 [7]. El
escenario que parece tener todo a favor en América del norte,
incluso con los condicionantes actuales de la presidencia de EEUU
(en particular de George W. Bush), es el de un sistema de educación
organizado sobre las individualidad gracias a lo que será Internet
en algunos años: a distancia (en casa, en la oficina, en las
fábricas), versátil en el tiempo, durante toda la vida, a la carta
(en cuanto a contenidos). Las prioridades ofrece animan cada vez más
a nuestros países a que se inscriban en estas posiciones: la buena
educación consiste en favorecer la formación en los campos
tecno-científicos y "de mando" (informática, física, biotecnología,
matemáticas, negocios, finanzas, idiomas, marketing).
Más allá de la línea (la escuela virtual,
las universidades virtuales de Internet) que está tomando la
mercantilización del saber, la mercantilización de la enseñanza
superior y universitaria sobre una base enteramente privada
(alejándose, por tanto, del sector público o para-público hacia una
cultura mercantil y empresarial) se ve también desarrollada
considerablemente por la creación, hasta hoy, de más de 1070
universidades empresariales en todo el mundo, de toda naturaleza y
calidad. Estas universidades son frecuentadas por decenas de miles
de estudiantes interesados no en obtener títulos, sino en recibir
información por alguien directamente ligado a la empresa que podrá
ser su empleadora.
En cuanto a las reglas, no habrá que
asombrarse de asistir en los próximos años a un fuerte crecimiento y
aceleración de los movimientos de liberación y de descomposición de
los mercados nacionales de educación. El fracaso de las
negociaciones del milenio de la OMC en Seattle en diciembre de 1999
impidió, momentáneamente, que las reglas de la OMC se aplicaran
también a la educación. Figuraban efectivamente en la lista de
servicios previstos en el orden del día de Seattle según el acuerdo
firmado en diciembre de 1994 en Marrakech (el AGCS, acuerdo general
sobre el comercio de servicios, GATS en inglés) [8]. No hay
garantía de que cuando se retomen las negociaciones en la OMC con
respecto a servicios, liberalización y reglamentación en el ámbito
de la educación, no se vuelva a aquel orden del día. Las
organizaciones sindicales (particularmente la internacional de
educación) y las ONGs deben de redoblar sus esfuerzos para impedir
que esto se realice.
[9]
Lo que está en juego es de envergadura,
por ello cada vez son más los responsables políticos de países
desarrollados que están preparados, directa o indirectamente, a
aceptar que el mercado mundial decida finalidades y modalidades de
organización y funcionamiento de la educación. [10]
Si la tendencia continúa, no estará lejos
el día en que, en Europa también, los estamentos educativos se
conviertan en empresas (algunas aún tienen características públicas
o para-públicas, pero con fuerte participación de capital privado) y
se comporten como cualquier otra empresa mercantil o financiera.
¿Quién sobrevivirá entonces?, como reconoce un director de escuela
australiano citado en Le Monde el 26 de mayo del año 2000: "nosotros
somos truchas de agua dulce enfrentados a tiburones en el marco del
mercado mundial de la educación".
Estas tendencias encuentran un terreno
particularmente fértil en el marco de la tercera
trampa.
La educación como instrumento de
supervivencia a la era de la competencia mundial, o cómo ha sido
transformada en un lugar donde se aprende una cultura de guerra (a
conseguir más que los demás y en su lugar) más que una cultura de
vida (a vivir junto con los demás en la integridad
general).
Cuanto más competitiva sea la empresa, la
economía se apoyará más sobre el plan de empleo y en todo caso sus
trabajadores (directivos, empleados, obreros) tendrán la oportunidad
de conservar su empleo. También continuará el bienestar económico y
social general. Esta tesis, gracias a los cantos de la
mundialización capitalista competitiva, será parcialmente
confirmada, según ellos, por las estadísticas de paro, que mostrarán
que este afecta más al recurso humano poco o nada cualificado y que
la posibilidad de encontrar (o reencontrar) un trabajo remunerado
será más elevado para las personas con un nivel de cualificación más
alto.
La realidad ofrece también otras
situaciones. Cuanto más necesidad tiene la empresa de personal
cualificado para ser competitiva más es conducida a reducir la
cantidad de personal no cualificado (creando a su vez un conflicto
de intereses entre personal cualificado y no cualificado). Pero
también de personal cualificado, entre otros por el reemplazamiento
de personal mayor cualificado por jóvenes también cualificados, como
fue el caso que hizo escuela en 1994 de la prejubilación de miles de
ingenieros y directivos de la IBM con más de 50 años (creando así un
conflicto de interés entre categorías de edades).
En otro, se irá a otros países en
búsqueda de personal cualificado (pero también no cualificado) en
función de su coste inferior y de legislaciones laborales nacionales
más favorables para la empresa (creando un conflicto de interés
entre trabajadores de países diferentes). Cuanto más se inscriben
los poderes públicos en la lógica de la sumisión y el imperativo de
la competitividad mayor es la libertad de elección de las empresas
del modo en que ellos entienden la gestión de sus recursos humanos:
donde el abandono sistemático de contratos de trabajo de larga
duración (y un conjunto significativo de derechos individuales y
colectivos para el trabajador) a favor de la generalización de
contratos de trabajo a corto plazo, de tiempo indefinido, tiempo
variable y en los que las garantías sociales son en gran medida
dejadas más y más a cargo a los trabajadores mismos. Esto favorece y
excita la competencia entre trabajadores por la lucha al acceso al
empleo dentro de una lógica individualista.
Una cultura de lucha como esta se
manifiesta en la enseñanza secundaria para afirmarse, firmemente, a
nivel universitario. Conseguir logros superiores a los de los
compañeros (obtener mejores notas) estando entre los primeros,
constituye una mayor garantía de supervivencia. Las empresas
alardean claramente de su política de reservar para los mejores los
empleos limitados que pueden ofrecer a los jóvenes
diplomados.
Partiendo de una práctica de EEUU y del
Reino Unido hemos cogido la costumbre de clasificar las mejores 10,
50, 100 instituciones de educación. Conocemos la clasificación
–incluso internacional- de las mejores universidades, de las mejores
facultades [11] de todo
el mundo. Los responsables de las universidades, los profesores, los
poderes públicos, los estudiantes, los padres, los sindicatos han
aceptado esta cultura. La educación se presenta en lo sucesivo como
el lugar donde se matricula en la lógica de la competencia para
ganar.
Por lo que a algunos respecta, el sistema
educativo se puede comparar a una escuela de formación de futuros
gladiadores destinados a luchar para sobrevivir en la arena del
mercado mundial para interés y placer de los poderosos del
mundo.
A pesar de los esfuerzos de buena parte
de los educadores, el sistema educativo está a su vez dirigido a
favorecer la función de selección de los mejores más que la función
de valorar las capacidades específicas de todos los alumnos. Los
responsables de los centros reconocen la existencia y la importancia
de esta trampa.
La situación es –dicen- lamentable, pero
ninguno de ellos puede hacer nada en contra de la realidad, porque
quieren asegurar en su centro rentas adecuadas (siendo atractivo
para los alumnos que puedan pagar sumas consistentes y para los
patrocinadores privados). Cada centro debe ostentar los resultados
más altos y permanecer en cabeza de la clasificación.
En este contexto, quien merece ser
admitido en el plan de conocimientos y de competencias, está
inevitablemente determinado, en gran parte, por la innovación
tecnológica (por tanto, por las empresas punteras, el capital de
alta tecnología) y por el mercado (por lo tanto, por los centros
líderes del sector). Los capitales circulan por el mundo en búsqueda
de la mayor rentabilidad.
Esto nos lleva a la cuarta
trampa
La educación al servicio de la
tecnología. Porqué la tecnocracia se ha apoderado de poder dar
sentido al conocimiento y a la educación.
La subordinación de la educación a la
tecnología es hoy día evidente. Ello se desprende principalmente del
hecho de que nuestros dirigentes (creyendo, a partir de los 70, que
la tecnología es el principal generador de cambios en la sociedad)
han impuesto la tesis de la primacía y de la urgencia de adaptación
a las nuevas tecnologías, y sobretodo a cambios unidos a las nuevas
tecnologías de la automoción, de la información y de la
comunicación.
Durante los 90, el credo de la adaptación
a las masas biotecnológicas se coloca en la misma perspectiva.
Cualquiera que sea el ámbito de desarrollo de aplicación y de
difusión de nuevas tecnologías (energía, comunicación, salud,
trabajo, educación, transporte, alimentación, cultura...) nuestros
dirigentes han sido literalmente poseídos y obnubilados por la
tecnología. Todos los cambios económicos y sociales unidos a las
nuevas tecnologías han sido considerados y defendidos como
inevitables, irresistibles pues la innovación tecnológica será, por
sí y sobre todo, fuente de progreso del hombre y de la sociedad. Es
así que en estos últimos meses hemos escuchado otra vez reafirmar, a
propósito de las OGM y de la clonación de células embrionarias, por
los dirigentes en el poder la tesis de que nadie, de ningún país, se
puede resistir al progreso. [12]
El imperativo tecnológico (que dice que
todo lo técnicamente posible debe hacerse) está en la base del
retorno a la fuerza, en los años 80 y 90, del poder de la
tecnocracia. Esta tecnocracia está compuesta hoy en día
principalmente por tres grandes grupos sociales:
- el mundo del negocio financiero e
industrial, que gracias a las patentes y a los derechos de
propiedad intelectual que las patentes pretenden adquirir, están
a punto de volverse los propietarios de la tecno-ciencia mundial
y de apropiarse de una parte considerable y creciente de
recursos materiales e inmateriales del planeta;
- el mundo de las grandes estructuras
burocráticas, económicas y militares, del poder público (nos
referimos, hoy sobre todo por una parte, a la superpotencia de
EEUU y, lejos de ella, a los grandes países occidentales. Por
otra parte, a las burocracias internacionales de organizaciones
como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, cuyo poder queda, sin
embargo, bajo la hipoteca del poder de EEUU);
- el mundo de la inteligencia
(científicos, expertos representantes del mundo los "media" y de
la cultura) cada vez más unidos y aliados, durante estos últimos
20 años, al mundo de los negocios y a las grandes estructuras
del poder público.
Estos tres grupos comparten y divulgan
–con éxito, siendo poderosos- la tesis sobre la adaptación como vía
real al aumento, al desarrollo y al bienestar económico y social
general. Para ellos, la mundialización actual, la liberación de
intercambios, la desregularización de la economía, la privatización,
la competencia, son los hijos del progreso tecnológico. Oponerse es
insensato. Es por eso que a sus ojos, el papel de la educación tiene
una importancia vital, consistente en dar a las nuevas generaciones
la capacidad de entender los cambios en curso y las herramientas
para adaptarse de manera que se vuelvan cualificadas para seguirlas
mejor, incluso dominarlas.
La trampa es muy fuerte: la tecnocracia
ha conseguido hacer creer, no solamente que la persona humana, el
trabajo, la educación, la vida en sociedad no pueden más que
adaptarse al progreso de la tecnología, sino que esta adaptación es
la vía de la salud, porque el progreso de la tecnología no hace más
que acentuar y acelerar los procesos de cambio de las sociedades,
volviendo la mundialización aún más irresistible, y por ello
incrementando inevitablemente la competencia para
alcanzarla.
Es extraño en nuestros días escuchar por
parte de un directivo occidental que la tecnología deba adaptarse a
las exigencias de la persona y sobretodo a las necesidades de miles
de seres que incluso hoy, y desde cierto punto de vista cada vez
más, son admitidos al acceso a bienes y servicios vitales de base
(agua, alimento, alojamiento, salud, educación...). Cuando hablan de
ello predominan dos situaciones: o bien hablan para reafirmar la
tesis de que, si lo quieren hacer real, la solución a los problemas
de la exclusión al derecho a la vida de miles de seres humanos pasa,
precisamente, por la tecnología en el marco de la economía libre
capitalista de mercado; o bien parece que su acción a favor de la
adaptación de la tecnología a las necesidades de estos seres humanos
debe implicar una bajada de ganancias en capital para los poseedores
del capital y/o una disminución de la competencia empresarial en el
país. Entran y salen a conveniencia, para no encontrarse en una
posición políticamente incorrecta.
Nunca antes la lógica de la oferta
tecnológica había influido así directamente sobre el plano cultural,
sobre la demanda social.
Hoy en día es la herramienta quien
determina de qué hay necesidad. La herramienta –principalmente el
capital financiero- define y mide el valor, y en nuestro caso, el
papel y la utilidad de la educación.
La quinta y última trampa, usando la
misma lógica:
De la igualdad a la equidad, o cómo en la
sociedad del conocimiento cuando se considera este como la fuente
principal de creación de riqueza en la sociedad capitalista de
mercado mundial, el sistema educativo es utilizado como medio de
legitimación de nuevas formas de estratificación y de divisiones
sociales.
La economía y la sociedad del
conocimiento son los últimos conceptos utilizados, junto a los de la
economía y sociedad de la información, para afirmar que las
economías y las sociedades de los países que se dicen desarrollados
han pasado de la era industrial, fundada sobre todo sobre las
fuentes materiales y capitalistas físicas (tierra, energía, acero,
hormigón, ferrocarriles) a la era del conocimiento, fundado
principalmente sobre las fuentes y los capitales inmateriales
(saber, información, comunicación, logística). Podemos y debemos
hablar de la nueva sociedad del conocimiento, puesto que el
conocimiento será el recurso fundamental de la nueva economía (new
economy) que nacerá con la revolución de los multimedia numéricos y
las redes y sus derivados, el comercio, el transporte y la educación
virtuales.
La empresa virtual, el trabajador
virtual. En suma, estaríamos en plena construcción de la sociedad
virtual.
Según un documento del gobierno
británico, la economía fundada sobre el conocimiento (the Knowledege
Driven Economy) representa un fenómeno todavía más general que la
desindustrialización, la globalización, la era de la información, la
economía numérica o desmaterializada. Engloba la explosión y la
utilización del conocimiento en todas las actividades de producción
y de servicio [13]. La
Comisión de la Unión Europea no ha esperado al Reino Unido para
celebrar la sociedad del conocimiento y hacer, desde principios de
los 90, de la construcción de semejante sociedad el objetivo a largo
plazo principal de la Unión [14]. Desde
el momento en que el conocimiento es visto y tratado como un
capital, fuente principal de creación de riqueza de las sociedades
actuales, la identificación entre sociedad capitalista de mercado,
sociedad del conocimiento y nueva economía (la economía virtual) es
lógicamente inevitable y empíricamente justificada [15].
Las consecuencias están a la vista. Así,
por ejemplo, se entiende por qué la empresa está hoy día considerada
como el sujeto y el lugar principal para la promoción, organización,
valorización y difusión del conocimiento que cuenta para la economía
desarrollada. En la cultura dominante, la política pública de la
ciencia y de la "Investigación y Desarrollo Tecnológico" no será más
que una política al servicio de la nueva economía y de la nueva
sociedad del conocimiento. Promover la difusión de un espíritu
empresarial y de creación de empresas en un ambiente científico, en
las universidades; hacer de la Investigación y Desarrollo bases
sólidas para las nuevas empresas industriales, comerciales y de
servicios; difundir el espíritu de apropiación privada del
conocimiento por medio de una política de promoción y de protección
de patentes; Re-dinamizar, lo llaman, el sistema educativo para
transformarlo en terreno abonado para la formación de jóvenes
generaciones que construyan la sociedad del conocimiento; Estas son
las pautas principales que orientan la política pública de la
ciencia, de la educación en EEUU, Canadá y Europa
Occidental.
En teoría, nada problemático hay en ello,
salvando el hecho de que tal fórmula es expresada y aplicada dentro
de un contexto marcado por la aparición y el reforzamiento en el
mundo de una nueva división social entre cualificados (los que
tienen acceso al conocimiento válido) y no cualificados (los que son
excluidos de ese acceso o no pueden mantenerlo). Esta división
refuerza y agrava las divisiones ya existentes, debido entre otras,
a las desigualdades de acceso a la alfabetización de base. Puede
ser, en sus orígenes, una división social irreversible a escala
humana (varias generaciones) en lo que concierne al ciudadano, por
estar fundada en la desigualdad –individual o de grupo- del acceso a
la posibilidad de pensar, a aprehender y comprender el mundo y de la
capacidad de lograr cierta tranquilidad respecto al futuro personal
y colectivo.
La trampa con que la sociedad del
conocimiento está contribuyendo mucho a enfermar a la educación
consiste en hacer de la educación el instrumento de legitimación de
la nueva división social. El mecanismo de la trampa opera en tres
etapas:
Primero el cuadro de referencia. Por
todas partes, se dice y se repite que la apuesta principal es la del
dominio y la comercialización de la inteligencia, que el poder
recaerá en aquellos y aquellas que tengan la maestría o incluso el
monopolio del conocimiento. De ahí, explican, la importancia
adquirida por el saber. De ahí las estrategias de las ciudades de
mantener, gracias a la calidad de sus universidades y escuelas de
formación, la mejores cabezas pensantes capaces de atraer a las
nuevas e-empresas. De ahí también las políticas de inmigración
favorables para los extranjeros en posesión de altos niveles de
cualificación profesional, pero cerradas a los que no la tienen. De
ahí las políticas dedicadas al desarrollo de tecnópolis, de ciudades
de las ciencias, en la misma línea de quienes animan políticas de
formación cada vez mas selectivas y orientadas hacia espacios
elitistas, deshilando los lazos con la masa de la
población.
Segundo, la fórmula
política general. El mercado es el dispositivo óptimo de regulación
porque, se afirma, lleva a cabo la verdadera justicia social por la
igualdad. Contrariamente a la injusticia que sería perpetrada por el
Estado de Bienestar (a causa de su política distributiva que
penaliza la iniciativa individual), la sociedad de mercado es justa,
se sostiene, porque da a cada uno la posibilidad de entrar en
competencia, da a todos la oportunidad de hacerse cargo, de asegurar
su bienestar por su propia iniciativa y creatividad. La sociedad de
mercado valora la responsabilidad individual. [16]
Por último, la fórmula
política específica a la educación. Desde el principio de equidad,
un estado (la sociedad políticamente organizada) es justo si crea
las condiciones favorables para permitir a todo ciudadano la
libertad de acceso a la igualdad de oportunidades desde el
principio, y de acceso al sistema educativo desde la educación
infantil y siempre a lo largo de la vida. Más allá de esta formación
al Estado no debe intervenir.
Si el Estado mantiene la máxima libertad
de acceso al mercado y un entorno favorable a la libertad de
emprender, no intervendrá en corregir las desigualdades económicas y
sociales resultantes de las desigualdades entre personas, grupos
sociales, países, considerados como naturales, objetivos,
inevitables. Tanto más si estas desigualdades están unidas a
desigualdades en los conocimientos y cualificaciones adquiridas,
certificadas por el sistema educativo. En estas condiciones no es
ética, política ni socialmente justo luchar contra las desigualdades
asociadas a los niveles de cualificación, de competencia y de
rendimientos [17].
De ahí la tesis actualmente aceptada que
defiende que habrá desigualdades sociales y económicas que serán
legítimas y aceptables por derivar de méritos y esfuerzos
individuales verificados, valorados y cuantificados por el éxito
escolar. Volvemos a la exaltación exacerbada de la función selectiva
del sistema educativo, a su sumisión a las leyes y fuerzas llamadas
naturales del mercado.
La mistificación y la perversidad de esta
trampa son muy evidentes porque es necesario hacer de ello una gran
exhibición. Esto nos muestra cómo, en nombre del principio de
igualdad, dejamos de lado los recursos humanos que no son, o
dejancesan de ser, eficaces con respecto a las necesidades de nuevas
empresas virtuales, y que no se saben desplazarse con rapidez por
las superautopistas de la información navegando por la Red.
Demuestra igualmente que se están construyendo nuevos muros
infranqueables, donde el principal material es el conocimiento,
entre los recursos humanos nobles (organizados en los gremios
profesionales planetarios de tipo corporativo) y los recursos
humanos del pueblo, nuevo proletariado de capital
mundial.
¿Cómo liberarse de las trampas? ¿Qué
hacer?
No será la elección hecha en Lisboa en
marzo del 2000 por los jefes de estado y de gobierno de los cinco
países de la Unión Europea la que libere a los europeos de las cinco
trampas.
La elección de Lisboa –traducida en un
plan de acción por el Consejo Europeo de Feira en junio del 2000-
consiste en afirmar que la gran prioridad de los 15 próximos años
para los europeos es la construcción de la Europa virtual, con el
objetivo de convertirse en 2015 en la nueva economía, la economía
virtual más competitiva del mundo. Con este fin, el objetivo
primordial es dar a todo europeo, desde las escuelas maternales y
primarias, el acceso a la alfabetización numérica con el fin de que
estos europeos se conviertan en recursos humanos altamente
cualificados y competentes, capaces de competir con éxito, sobre
todo con los recursos humanos norteamericanos que habrían tomado -en
la nueva economía- una formidable ventaja sobre las europeas,
calculada en una decena de años [18]. El
acceso para todos a la era de Internet en las escuelas así como la
promoción de espacios públicos numéricos europeos ofrecen un
pasaporte para Internet y la multimedia. Estas son también las
prioridades del nuevo plan de acción gubernamental para la sociedad
de la información (PAGSI) presentado en julio del 2000 por Lionel
Jospin. Este plan entra perfectamente en la lógica de la elección
hecha en Lisboa. Todos los demás países definieron y lanzaron planes
análogos.
El consenso en muy grande entre los
dirigentes europeos. Esto deja al ciudadano un poco perplejo, porque
si es indiscutible que el retraso de Europa frente a EEUU en la
nueva economía es importante y que la distancia se ensancha día a
día, esto no quiere decir que la estrategia adecuada consista en
desarrollar una política de innovación tecnológica y una política de
educación inspiradas por los mismos principios y las mismas
elecciones que son en su origen dos trampas aquí
denunciadas.
Los dirigentes europeos dan la impresión
de tener una corta memoria. ¿Habrán olvidado que el resultado
principal de la estrategia común europea y de las diferentes
estrategias nacionales (llevadas a cabo a partir de principios de
los 80) a favor del desarrollo de la sociedad de información con el
fin de reducir el atraso de la competitividad con EEUU y Japón, fue
la desaparición de la industria informática europea, con alguna rara
excepción, y el reforzamiento de la supremacía de EEUU?, ¿Dónde
están los Philips, Bull, Jcl, Olivetti? ¿Hemos olvidado que Philips
fue a principios de los 80 la mayor empresa informática europea y
que hoy está ausente del mercado? ¿Hemos olvidado que el patrón de
la Olivetti de la época, quien no hacía más que impedir la prioridad
absoluta de la creación de la sociedad de la información para la
competitividad, contribuyó sobre todo a hacer desaparecer sus
empresas?
¿Aún no se comprende, después de 20 años
de política puesta al servicio de la competitividad, que mientras se
descanse en la lógica de la primacía de la oferta tecnológica
competitiva a merced del mercado, no hay nada más que unos pocos
ganadores en todos los aspectos, incluido el de la
educación?.
Por lo demás, ¿por qué nuestros
dirigentes no prestan atención al hecho de que a pesar de que los
EEUU sigan siendo después de los 80 el país más desarrollado del
mundo en las tecnologías de la información y de las comunicaciones,
las multimedia, Internet, etc., el nivel de instrucción general de
la población de EEUU es el más deplorable entre los países llamados
desarrollados?
Según un estudio de la OCDE, el
porcentaje de jóvenes que obtuvieron en los años 50 un diploma en
enseñanza secundaria era de alrededor del 80%, entre los más
elevados del mundo. En los años 80 bajó entre el 60 y el 70%. En
1996 se supera por poco el 40%. Sin embargo, según este estudio el
gasto por estudiante en los EEUU queda entre el más elevado en todos
los sectores de la educación. La explicación está en que los
estudiantes deben pagar cada vez más cara su educación [19].
¿Por qué cierran los ojos ante las
grandes desigualdades sociales que caracterizan actualmente el
acceso a la educación superior en el Reino Unido, donde 90 de cada
100 liceos públicos que hacen pagar cantidades indecentes no educan
más que al 7% de la población inscrita en las grammar
schools? [20].
Tales situaciones ¿no les deberían
incitar a una mayor reflexión y prudencia respecto a la prioridad
que toman para atrapar a EEUU al nivel de la economía virtual? ¿No
deberían aprender la lección y orientarse hacia otra política de
educación?
¿Qué otra política de
educación?
Los trabajos realizados por la UNESCO
contienen muy buenas ideas e interesantes pistas para la acción
[21]. Estos
trabajos sufren, sin embargo, una pobreza genética (lo mismo que los
trabajos hechos por la Comisión de Comunidades Europeas en los años
90) por razones comprensibles: ninguno de ellos pone en duda los
principios iniciales y las elecciones culturales prioritarias
(productividad, recursos humanos, rendimiento, competitividad,
excelencia) que impregnan hoy las políticas de innovación y de
educación.
Evidentemente, las proposiciones
inspiradas en principios alternativos tienen muy pocas posibilidades
de ser tomadas en consideración. Su rechazo es lo más probable. Sin
embargo, no es porque sean políticamente incorrectos que no sean
pertinentes, justificados o válidos. Soñamos, en particular, con la
campaña lanzada por OXFAM Internacional y la Internacional de la
Educación en marzo de 1999 por una educación pública de calidad para
todos [22].
Pienso, por mi parte, que el punto de
partida para otra educación es el de entregar al sistema educativo
el objetivo prioritario de aprender a saber a saludar al
otro.
Saludar al otro significa que el sistema
educativo se da a sí mismo como función original la de hacer enseñar
a todo ciudadano a reconocer la existencia del otro, y reconocer la
existencia del otro es importante para el yo y para el nosotros.
Esto es, en efecto, enseñar a considerar que la sociedad tiene la
función y la responsabilidad colectiva de promover y garantizar el
vivir conmigo, con nosotros y con el otro.
Saludar al otro es, en consecuencia,
aprender la importancia del cambio (en la historia de las sociedades
humanas) por tensiones creadoras y conflictivas entre la unidad y la
multiplicidad, la universalidad y la especificidad, la globalidad y
la localidad.
Saludar al otro es también aprender la
democracia y a vivirla. Esto comporta la asociación y la
participación de todos los miembros de una comunidad humana (de la
comunidad local a la comunidad mundial) en las actividades de
información, de formación, de debate, de concierto, de decisión, de
evaluación. La democracia se aprende también en la escuela, en la
universidad, en los talleres de formación, porque no puede fundarse
sobre las desigualdades entre ciudadanos en su participación en los
asuntos de la ciudad, las cuales serán justificadas por su nivel
educativo y el grado de sus competencias y cualificaciones. No sabrá
tener ciudadanos de 1ª, 2ª y 3ª clase, en función del nivel de
instrucción. ¡Esto hará volver a las sociedades de finales del siglo
XIX!
Saludar al otro es aprender la
solidaridad, la capacidad de reconocer el valor de toda contribución
–también aunque sea poco cualificada con respecto a criterios de
productividad y rentabilidad- de todo ser humano para vivir juntos.
Se funda sobre el respeto al otro y de múltiples formas y contenidos
de la creatividad personal y colectiva.
Quien participa de este principio general
de la política de la educación centrada en el desarrollo, la
garantía y la participación de bienes comunes que son los
conocimientos y el saber, puede y debe contribuir de manera decisiva
al movimiento en favor de un desarrollo mundial solidario sobre el
plano económico, eficaz sobre el plano social y democrático sobre el
plano político.
Lejos de ser un arma al servicio de la
conquista de mercados por la eliminación de competidores, la
educación debe de ser un medio eficaz al servicio de la creación de
la riqueza común mundial.
Aplicada a toda Europa, esta otra
política no dará prioridad a la formación de matemáticos e
informáticos en estos centros de búsquedas industriales y militares
ricamente equipados, para los que inventan las herramientas que
permitan a los europeos conquistar cuotas de mercado en detrimento
de americanos o de japoneses. Dará prioridad a la formación de una
generación de ciudadanos y de equipos multidisciplinarios con
competencias y cualificaciones, permitiéndoles trabajar no solamente
para empresas privadas, sino igualmente para nuevas empresas del
siglo XXI, las de la economía social, la economía solidaria, la
economía local, la economía cooperativa, la economía
distributiva.
Aspirará a promover en todo el territorio
europeo y no solamente en los polos de excelencia o los tecnopolos
el desarrollo y multiplicación de lugares, redes, instituciones y
organizaciones de creatividad local capaces de idear soluciones
adaptadas a los problemas y a los riesgos científicos de diferentes
comunidades y regiones de Europa. Esto dará, en fin, una importancia
primordial a la cooperación con otras comunidades, regiones y
pueblos del mundo para impedir, entre otros, la apropiación privada
de conocimientos y asegurar por el contrario su reparto a escala
mundial.
* Catedrático en la
Université Catholique de Louvain y consejero de la Comisión Europea
de Ciencia y Política Tecnológica.
Notas
[1] Salvo explicación concreta,
utilizaremos el término "educación" para indicar las dos
–educación y formación- siendo conscientes del hecho de que su
gran similitud no significa su total
equivalencia.
[2] Es hora de que se elabore una crítica
rigurosa de concepto y de práctica del "recurso humano",
empezando por promover una campaña de sensibilización
internacional para el abandono puro y simple de este término en
el lenguaje de nuestras sociedades, que se dicen fundadas sobre
los Derechos Humanos.
[3] Para una crítica de esta evolución,
Gèrard de Sèlys, "L´école grand marché de 21e siècle", Le Monde
Diplomatique, Junio 1998.
[4] Ver los artículos que Le Monde del 26
y 30 de mayo de 2000 dedicó a "El Mercado Mundial de la
Educación".
[5] "Learning in cyberspace", Financial
Times, 8 de marzo de 1998. Respecto a la educación y multimedia,
un punto de vista europeo, cercano también a la visión americana
se encuentra en la Mesa Redonda de Empresarios Europeos.
Invertir en el conocimiento. La integración de la tecnología en
la educación europea, Bruselas, febrero de
1997.
[6] Merrill Lynch, The knowledge
Web. People power fuel of a new era, 23 de mayo de
2000.
[7] Citado por Enguérard Renault, "En
Internet, todo se compra, todo se vende, hasta el saber". Le
Monde 2-3 de julio de 2000.
[8] Ver WTO, Educational Services,
Background note by the Secretarial Council for Trade in
Services, Ginebra, 23 de septiembre de 1998.
[9] A este respecto, la Internacional de
la Educación (Bruselas) y la Internacional de los Servicios
Públicos (París) publicaron en 1999 un excelente documento: Los
riesgos de una educación pública.
[10] En el proceso de privatización de la
educación, un libro fundamental es el de Gérard de Sélys y Nico
Hirtt, Resistir a la privatización de la enseñanza, EPO,
Bruselas 1998.
[11] Encontramos un análisis de esta
tendencia ya en "The folly of the Ivy", The Times, Higher
Education Supplement, 6 de noviembre de 1996.
[12] Es el caso, en particular, del
gobierno británico, favorable no sólo a las patentes privadas de
organismos vivos, sino también a la clonación de células
embrionarias humanas con fines terapéuticos.
[13] The Government Competitiveness White
Paper, Our Competitive Future. Building the Knowledge Driven
Economy, DTI, London, Diciembre 1998.
[14] Comisión Europea, Enseñar y
Aprender. Sobre la Sociedad Cognitiva, Luxemburgo
1995.
[15] Lo que hizo Lester C. Thurow,
antiguo consejero económico del presidente Clinton en su obra
Building Wealth: The New Rules for Individuals, Companies and
Nations in a Knowledge-Based Economy, Harper Collins, New York
1999.
[16] Estas son las tesis de lo que se
llama nuevo "liberalismo social". El teórico de 3ª vía, gracias
a Tony Blair, figura entre los padres fundadores. Anthony
Giddens, Modernity and Self-Identity, Polity Press, Cambridge
1991.
[17] El Nuevo "liberalismo social" está
fundado sobre una nueva teoría de la justicia social centrada en
la equidad, de la cual el principal abogado es John Rawls,
Teoría de la Justicia, traducción al francés, Editions du Seuil,
Paris 1971. Ver también uno de los discípulos de Rawls, Jean
Pierre Dupuys, Liberalismo y Justicia Social, Pluriel, Hachette,
Paris 1992.
[18] Ver Consejo de la Unión Europea. Una
sociedad de la información para todos. Plan de Acción, Bruselas,
junio de 2000.
[19] OCDE, Education at a Glance: OCDE
indicators 1998, París 1998.
[20] Ver "The Folly of the Ivy", Times.
Higher Education Supplement. Op. cit.
[21] En particular La educación, un
tesoro escondido adentro, informe para la UNESCO de la Comisión
Internacional sobre la Educación para el siglo XXI (presidida
por Jacques Delors), UNESCO, Paris 1996; y UNESCO, Educación
para todos. Logrando el Objetivo, París, 1996.
[22] El informe de Kevin Watkins, La
Educación para todos: Rompamos el Círculo de la Pobreza, OXFAM
International, Londres 1999.
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