Jesús Martín-Barbero, en el reportaje trabajado, hace una
fuerte separación entre las
culturas populares y la cultura
letrada, que hemos oportunamente registrado.
En América Latina este enfrentamiento tiene sus características propias y
también sus propias interpretaciones y construcciones teóricas. El
largo proceso histórico de
disciplinamiento fue efectivamente precedido por el
descubrimiento y la conquista.
¿Qué ocurrió con la cultura en Latinoamérica? Trataremos de descifrar cómo
nació la cultura que hoy llamamos latinoamericana, y
cuánto y de qué modo actuó
sobre ella la Modernidad. En esta cultura y esta cultura, en definitiva es la
que circula o
no por la institución escolar latinoamericana.
Los cruces
¿Qué impacto
tuvo/tiene la Modernidad en América Latina? Néstor García
Canclini nos ofrece algunas pistas que tienen
que ver con su interrogante inicial: ¿Cuáles son
las estrategias para entrar
y salir de la modernidad?
En primer lugar. es necesario observar cómo en América han existido sucesivos
cruces socioculturales que
ayudaron a configurar lo que
hoy denominamos cultura
latinoamericana.
Cruces socioculturales que pueden ser
desglosados en cruces étnicos, religiosos, materiales,
simbólicos, geográficos, etc.
En general, en los procesos
de cruzamiento se dieron
procesos de oposición o de
paulatina integración; en
términos antropológicos,
procesos de aculturación, de
transculturación, de desculturación, que en ciertos momentos significaron acentuar las similitudes y atenuar las diferencias, y en
otros, al contrario.
Rara vez
la cultura latinoamericana
se constituyó por procesos
de sustitución o superpoblación; uno de los ejemplos de
este proceso es el modo de
actuar del positivismo en Argentina respecto del supuesto de bivertebración cultural, que coincidió con la
constitución del sistema no
sólo educativo sino jurídico-
político y económico argentino. Para nosotros este proceso tiene relevancia, pero lo
trataremos en la Unidad temática siguiente.
En principio, podemos
distinguir una visión dura
de una visión blanda de este
primer impacto del encuentro entre la cultura india y la
cultura europea. En la visión dura podemos situar al
primer obispo de Chiapas,
Fray Bartolomé de las Casas, a Todorov y al filósofo
de la liberación Enrique Dussel (argentino). Esta posición ha sido explicada en
el apunte sobre Modernidad.
En ella se pone énfasis en el
proceso de conquista a través de la fuerza violenta y
de dominaclón a través de
estrategias políticas, eróticas
y pedagógicas.
En la visión blanda podemos ubicar a quienes consideran que el cruce cultural
indio/europeo tuvo como eje
principal a la evangelización.
En este sentido, podríamos
hablar del paradigma guadalupano. En efecto, la aparición en el cerro Tepeyac
(México) de Nuestra Señora
de Guadalupe, patrona de
América, marca un proceso
de síntesis cultural cuyo eje
es de tipo religioso, pero no
ya vinculado a la idea de
cristiandad predominante en
el Medioevo (donde la fe se
confunde con la cultura), sino vinculado quizás a las
nuevas ideas sobre la evangelización que suponen que
la fe se "encarna" en una o
cualquier cultura, sin destruirla.
Desde esta posición
suelen distinguirse dos procesos: el de dominación, vinculado a lo político y económico y el de mestizaje, vinculado a lo cultural y religioso. Quizás el hombre que da
origen a esta doble dimensión interpretativa de la conquista es Don Juan de Zumárraga, obispo de México
al momento de la aparición
de la Guadalupana. (Sobre
la apariciõn de la Virgen de
Guadalupe, ver anexo).
De todos modos, podemos hablar a partir de estos
hechos según tres conceptos:
- Mestizaje: que indica
el proceso de sucesivas mezclas raciales, en especial las
mezclas entre europeos e indias en Latinoamérica; también, en ciertos sentidos, entre formas culturales de ambos. La Iglesia latinoamericana prefiere este término
para designar el que llama la
"matriz cultural latinoamericana" (véase Documento de
Puebla, 1979);
- Sincretismo: que indica la serie de fusiones simbólicas y religiosas vividas
por los pueblos latinoamericanos, en general de la mano de procesos generales de
mestizaje;
- Heterogeneidad: que
indicaría, como el término
de por sí lo dice, la multiplicidad de orígenes; en sentido
amplio, el término también
habla de los cruces multitemporales, determinados
por la historia; García Canclini pone énfasis, para entender este concepto, en la
oposiciõn tradición/modernización y expresa que en
Amércia Latina nunca hubo sustituciones, sino siempre entrecruzamientos que denomina heterogeneidad multitemporal.
Canclini en culturas híbridas preriere introducir el
término hibridación para
designar las diversas mezclas interculturales en Latinoamérica. Más aún, podríamos entender la identidad
de Latinoamérica en función
de sus hibridaciones. Creemos nosotros que, paradójicamente, para comprender
la identidad latinoamericana, debemos hacerlo por el
Camino de las diferencias y
no de las similitudes.
El mito de la pulcritud
En el texto ya trabajado de Rodolfo Kusch,
"Introducción a América" de su América
profunda, el autor propone una
dualidad en la comprensión de Latinoamérica. Distingue hedor y pulcritud.
Para él no tenemos formas de pensamiento para comprender América, sólo
podemos aproximarnos; porque en Latinoamérica habría
un divorclo entre el sujeto
pensante y el sujeto cultural: uno es europeo y el otro
latinoamericano. Esta dualidad implica un doble modo
de situarse en América, dos
modos de transitar por América: lo deseable y lo indeseable. Este conflicto, observa Kusch en sus obras, se
da en la cotidianidàd latinoamericana. En ella hay
una presión de lo "bárbaro"
que "está nomás" y otra de
la "sociedad de consumo":
un patio de objetos que seduce permanentemente.
De este modo, podemos
distinguir el estar nomás o
mero estar propio del hedor,
y el deber ser alguien propio
de la pulcritud. Esto ha sido
explicado en el apunte sobre
Modernidad.
Lo cierto es que preexiste en la historia cultural latinoamericana un mito. el mito de la pulcritud, según el
cual la "civilización"y el progreso (la pulcritud) debe remediar [o excluir) ei hedor.
Desde aquí se juzga a América: la pulcritud restituye el
ser a lo que está nomás.
Necesitamos tener en
cuenta dos ejes para comprender América en profundidad:
- los productos culturales o "patio de los objetos"
- el sujeto cultural o
constructor creativo.
Sólo desde esta distinción podremos acercarnos a
entender la totalidad americana.
Kusch propone esta visión dura, que alcanza incluso al punto de explicar
que el impulso "civilizatorio"
en América siempre necesitó
mutar o cambiar el ethos
popular. Mutación del ethos
popular que movió a todos
los proyectos político-culturales latinoamerlcanos, in-
cluso al proyecto de Paulo
Freire, como veremos más
adelante en la unidad 4.
Para Kusch, la concientización
de Freire no es más que la
mutación del ethos popular
que permite la Inclusión del
campesino-indígena a la dinámica capitalista de lo urbano.
Esta dualidad marca los
ejes culturales que comprenden el "saber sistematizado"
en la educación escolar latinoamericana. Lo que la escuela deberá transmitir es la
pulcritud, no sólo saberes
modernos (científicos, tecnológicos, etc.) sino también
pautas de vida, conductas,
valores de la cultura occidental "pulcra". De allí la
doble función de la escuela:
transmitir productos culturales y moralizar, normalizar
o disciplinar a los diferentes.
Para Renato Ortiz, han
existido o existen tres modelos de política cultural en
América Latina, que no son ajenos a la
función de la educación escolar. Nosotros agregaremos
un cuarto modelo: el iluminista.
El primer modelo es el
romántico, que supone una
visión que se queda con lo
folklórico. lo ya-sido, la tradición, lo patrimonial. Prefiere lo empírico a lo intelectual, lo particular y diferente
a lo cosmopolita, lo que altera y sorprende la armonía
social a la racionalidad del
pensamiento occidental.
Los
románticos terminan hipostasiando la cultura popular,
considerándola como algo
separado y la esencia de la
identidad.
El segundo modelo es el
iluminista, que supone una
visión opuesta, que se queda
con lo nuevo, las luces de la
razón, la cultura occidental.
Prefiere lo intelectual, lo planetario, lo similar, lo "racional", y actúa con lo diferente
según diversos grados de
violencia.
El tercer modelo es el de
la reproducción social, que
sólo advierte los procesos
culturales y educativos co-
mo reproducción de las estructuras socioeconómicas
capitalistas. Explica la distribución desigual de capital
cultural en términos de reproducción lo que hace que
entienda que lo popular es
sólo dominado, subalterno
de lo dominante.
El cuarto modelo es el
gramsciano, menos determinista, que reconoce un
poder de resistencia en lo popular. El pueblo usa y refuncionaliza los bienes culturales y en ello presenta un
efectiva contradicclón a lo
hegemónico. La cultura popular se modifica permanentemente en los procesos de
resignificación al apropiarse
de bienes culturales.
De las culturas orales a la hegemonia visual
Waiter J. Ong, en Oralidad y escritura, describe
las psicodinámicas de la
oralidad en el capítulo tercero. Veremos estas características en el comienzo de un
cuento de la escritora chilena Isabel Allende, para su
mejor comprensión.
"El nombre que me dio
mi padre es Walimai, que en
la lengua de nuestros hermanos del norte quiere decir
viento. Puedo contártelo,
porque ahora eres como mi
propia hija y tienes mi permiso para nombrarme, aunque sólo cuando estamos en familia. Se debe tener mucho cuidado con los nombres de las personas y de los
seres queridos porque al
pronunciarlos se toca su corazón y entramos dentro de
su fuerza vital. Así nos saludamos como parientes de
sangre. No entiendo la facilidad de los extranjeros para
llamarse unos a otros sin
asomo de temor, lo cual no
sólo es una falta de respeto,
tambiên puede ocasionar
graves peligros. He notado
que esas personas hablan
con la mayor liviandad, sin
tener en cuenta que hablar
es también ser. El gesto y la
palabra son el pensamiento
del hombre. No se debe hablar en vano, eso le he enseñado a mis hijos, pero mis
consejos no siempre se escuchan. Antiguamente los tabúes
y las
tradiciones
eran respetados.
Mis abuelos
y los abuelos
de mis abuelos
recibieron de
sus abuelos los
conocimientos necesarios. Nada
cambiaba para ellos.
Un hombre con buena memoria podía recordar cada una de las
enseñanzas recibidas y
así sabía cómo actuar en
todo momento. Pero luego
vinieron los extranjeros hablando contra la sabiduría
de los ancianos y empujándonos fuera de nuestra tierra. Nos internamos cada
vez más adentro de la selva,
pero ellos siempre nos alcanzan... ("Walimai". en
Cuentos de Eva Luna, de
Isabel Allende).
Ong explica que para
las personas letradas, alfabetizadas, es difícil imaginar
una cultura oral primaria,
sin ningún tipo de escritura.
Uno de los rasgos fundamentales de la cultura oral
es la necesidad de un interlocutor; en el cuento, relatado en segunda persona del
singular: "puedo contártelo...", aparece claramente
esta característica. El relato
tiene sentido por el interlocutor del protagonista. El interlocutor es, en el contexto,
quien suple la falta de texto;
o al revés, el texto elimina la
necesidad del interlocutor
para saber.
Desde el inicio, el nombre adquiere un valor inusitado, incluso puede ser pronunciado "en familia"; la familiaridad en la transmisión
oral así como el valor del
nombre son otros rasgos importantes. Ai pronunciar el
nombre "se toca (el) corazón (...) entramos dentro
de (la) fuerza vital". El
nombre, unido al ser, corresponde al ethos personal, al núcleo más "interior" de la
persona, a su fuerza vital;
pero además confiere un poder al ser pronunciado. La
"facilidad" al pronunciar el
nombre o la "liviandad" en
el habla en general es propia
de los extranjeros, sabedores
de cosas leidas, pero ignorantes de la fuerza vital de
las palabras.
Es claro, a las
palabras decimos por experiencia, "se las lleva el viento"; las palabras -dice Ong- además de no tener
presencia visual, son sonidos que pueden ser evocados, pero no hay manera de
detener físicamente el sonido; la palabra dicha se pierde en el espacio y el tiempo;
la palabra, en cuanto sonido, es aire, es ruai, es atman, es pneuma, palabras
que significan todas ellas aire y a la vez espíritu o alma
para los hebreos, los hindúes y los griegos, respectivamente. Incluso el término
psiquis proviene de otro anterior: metámpsixis, que en
griego significaría algo así
como lo que se produce a
través del frío que conlleva
lo aireado.
Todos ellos (esos
términos) principios de vida,
fuerzas vitales... y sin embargo se las lleva el viento,
su libertad no puede ser
apresada con la liviandad
del decir o la escritura. Incluso tratar el nombre con
esa facilidad o hablar con liviandad, "puede ocasionar
graves peligros" porque tiene esto relación con lo descomunal, con lo cósmico, con fuerzas naturales (o sobrenaturales) que no pueden
ser controladas por el hombre.
Más allá de los procedimientos y las psicodinámicas, "hablar es también
ser"; tan opuesto al sello definitivo explicitado por Agnes
Heller cuando habla de occidente.
Heller dice que ese
sello distintivo de la modernidad occidental es la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace con los
otros, entre lo que se piensa
de sí mismo y lo que realmente se es en la práctica.
Para Walimai, para la oralidad en general, hay una profunda compenetración (más que coherencia) entre hablar
y ser, rota -quizás- por el
impacto de la modernidad.
"El gesto y la palabra son el pensamiento del hombre", donde el pensamiento
está estrechamente vinculado a la comunicación. La
mediación del gesto y la palabra es casi inmediata,
aproxima, da cuenta de lo
agonístico, de lo situacional,
del ethos; con la escritura
como mediación, el texto
aleja, enfría, no permite la
comunicación directa con el
otro, sino con un pensamiento desvinculado del ser,
del ethos, del dicente.
La
palabra de la escritura, sin
gesto, es sólo palabra en el
sentido de una tecnología,
no ya en un sentido vital.
La palabra escrita es una hechura que queda ahí y se lee
desde la solitariedad; está
más vinculada a la permanencia, es lo dicho que queda ahí escrito y no el decir
propio del pronunciar, del
ex-presar el ser. La tecnología escritural, más bien, apresa la palabra, y por tanto
el ser.
El saber de la oralidad
es acumulativo y vinculado
a la tradición. El papel de
los abuelos que transmiten
"los conocimientos necesarios", indica por un lado el
valor de la experiencia acumulada por generaciones, y
por otro lado el carácter más
bien empírico del saber: saber para vivir, para satisfacer necesidades vitales. Para
esto, del otro lado. es necesario "un hombre con buena memoria", que se ve fortalecida por el ritmo en la
respiración y los gestos, a
veces por la danza, por la redundancia que refuerza.
Esta memoria es para saber
"cómo actuar en todo momento", es decir, está en
función de un saber situacional, un saber desenvolverse en función de la experiencia. Esta experiencia expresada muchas veces en refranes o proverbios es el núcleo de la sabiduría (la hokmá para los hebreos).
oido |
vista |
registra la interioridad y exterioridad |
registra sólo la exterioridad |
la voz proviene del interior |
la vista se adapta a la luz
exterior |
el oído une, envuelve al oyente |
la vista aisla, divide, sitúa
al observador fuera de lo que mira |
es multidireccional |
tiene sólo una dirección a la
vez |
es un sentido unificador |
es un sentido divisorio
|
el ideal: la armonía |
el ideal: la claridad y la distinción |
|
El recuerdo de Walimai
dice: "Nada cambiaba para
ellos". La cultura oral primaria tiende a ser homeostática, contribuye al equilibrio sociocultural, a la armonía con el medio; las tradiciones orales no son sólo
curiosidades ociosas sobre el
pasado, sino que reflejan los
valores culturales del presente y tienden a atenuar el
conflicto de la vida cotidiana.
"Pero luego vinieron
los extranjeros...." El cuento da cuenta de la lucha de
las culturas orales por su
preservación, una lucha
muy concreta contra "extranjeros". Una lucha violenta donde "siempre nos alcanzan"; en general, el saber unido al poder en los extranjeros, marca una superioridad de fuerzas que hace
que en lo concreto y en lo
simbólico la cultura oral se
vea sometida, aunque se internen "cada vez más adentro de la selva".
En realidad, la modernización, el paso a la hegemonía escritural,
es visto como proceso de dominación con dos posibles
consecuencias: que las culturas orales sean alcanzadas
en el mestizaje, la alfabetización, la heterogeneidad, que
generalmente implica una
posición desventajosa que
los sitúa en lugares de dominados en las nuevas estructuras socioeconómicas; y la
otra consecuencia: que las
culturas orales queden cada
vez más dentro de la selva,
excluídas, desterradas ("fuera de nuestra tierra"), carentes de posibilidades en la
lucha por vivir.
Podemos establecer algunas dlferencias entre el oído (sentido propio de la cultura oral) y la vista, dominante en la lógica escritural
(de allí que hablemos de una
hegemonía visual).
Como vemos, las diferencias son notables. La vista propone como ideal algo
que Descartes pretendió como criterio de conocimiento
verdadero: lo claro y distinto. De este modo se constituye una hegemonía visual
que dominará no sólo el conocimiento válido, sino también el proceso científico.
|
2
estructuración de la
percepción |
|
3
evolución en el
imaginario colectivo,
las creencias, expectativas, acciones | |
|
La alfabetización
La principal función de
la escolarización en la Modernidad ha sido la alfabetización de los pueblos. Si hay
una causalidad recíproca
entre tres elementos, a saber:
El camblo en 1. repercute en 2.; la co-evolución
de los procesos 1. y 2. impacta en 3. Los modos de
comunicación tienen un
efecto estructurador/desestructurador sobre la conciencia.
La alfabetización, desde
este marco, más que una
técnica para situarnos en el
mercado de trabajo respondiendo a una dinámica industrial-capitalista, y para
poder participar de la lógica
occidental; más que eso, la
alfabetización sirve para lograr la reestructuración de
la conciencia. Esto lo
muestra Ong en el capítulo
IV de su obra.
Esa reestructuración se
da de un modo drástico e
irreversible. Aunque abre
nuevas sendas al conocimiento, cierra otras definitivamente. Esto es, en esencia, la mutación del ethos
popular.
La alfabetización, emparentada con la lógica escritural y masificada con el
complejo imprenta/escuela,
provoca procesos de los que
nunca se vuelve:
- estructuración de la experiencia
- generación de sistemas de valores
- adscripción a ciertos estilos estéticos
- adhesión a la civilización occidental
Este proceso es el que
asume, en la Modernidad, la
escuela como institución
socializadora.
Bibliografía utilizada
- Allende, Isabel. Cuentos de Eva Luna.
- CELAM. Documento de puebla.
- García Canclini, Néstor. Culturas híbridas.
- Kusch, Rodolfo. América Profunda.
- Kusch, Rodolfo. Geocultura del hombre americano.
- Ong, Walter. Moralidad y escritura.
- Ortiz, Renato. Cultura popular: románticos y folkloristas.
- Piscitelli, Alejandro. Oralidad, distinción y disciplinamiento.