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Edición electrónica

Edición N° 29 - otoño 2003

La renovación del Servicio Social en el siglo XXI

Por:
José Luis Zamora
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(Datos sobre el autor)


INTRODUCCION GENERAL

Una lectura de los caóticos hechos sociales acontecidos desde el reciente traspaso de siglo, sacude la vieja estructura de las ciencias sociales y destaca la cronicidad de algunos problemas sociales similares a los que otrora dieran origen al servicio social, más otros singulares al actual momento histórico del Género Humano. Por ello, el Siglo XXI reclama y exige a las ciencias que revean sus teorías y prácticas, a la luz del estado de la humanidad. Luego de mas de cien años de existencia (1893 -Anna L.Dawes – EE.UU.), el servicio social no escapa a ésta demanda y es más, ella se puede presentar como la oportunidad histórica para renovarse como disciplina científica, expresar y difundir sus nuevas teorías e interactuar de manera más efectiva con la comunidad.

Por este motivo consideramos que es tiempo más que apropiado para evaluar la contribución de nuestra profesión a la sociedad. Replantearnos con objetividad, su estructura tradicional y sus concepciones teórico-prácticas, a la luz de los resultados concretos obtenidos.
En Argentina en 1930 se inaugura la primera escuela de servicio social en Buenos Aires, y su objetivo era “ proporcionar enseñanza técnica y administrativa a los jóvenes que aspiren a ocupar puestos en obras de asistencia y previsión social. Dar a las enfermeras, visitadoras y empleadas en obras sociales, una educación que complemente la ya recibida... Ofrecer a todos un Centro de Estudios Práctico de la Realidad Argentina en materia de Asistencia y Solidaridad Social”.
Desde entonces han pasado setenta y tres años, y... ¿en qué situación esta el servicio social argentino? o ¿cuáles son sus aportes y contribuciones a la sociedad argentina?, son preguntas que en principio quedarán abiertas y latentes porque, no son motivo principal ni directo del presente trabajo, sino que son algunas de las cuestiones que motivan al presente trabajo.

En esta ocasión nos estamos proponiendo un análisis más contemporáneo y a partir de un hecho histórico importante para la profesión, porque en octubre del año 1986, se sancionó con fuerza de ley nacional, en la la Capital Federal, la Ley Nº 23.377, que rige el ejercicio de la profesión del servicio social o trabajo social.
Luego en 1988 se logra su reglamentación por Decreto del Poder Ejecutivo Nº1568. Lo grave de esta situación es que; ni en la literatura contemporánea, ni en los eventos auspiciados por las universidades y.., ni en los discursos de las “personalidades del T.S o S.S. argentino” figura su atención y tratamiento. Lo que nos da la impresión, que para muchos colegas “la ley es un caso superado” que quedó en archivo luego de su sanción.

Para avanzar con responsabilidad en este tema, necesitamos resolver primero algunos asuntos básicos.

Las Ciencias Sociales y el Servicio Social:

Para explorar, describir, explicar y conocer nuestro mundo requerimos precisión y claridad, orden y consistencia, lógica y sistema, es decir, requerimos de la ciencia. Adquieren caracterización genérica de sociales, todas aquellas ciencias que de una u otra manera tienen por objeto de estudio el sistema social y sus componentes. ¿El servicio social es una ciencia?
Si bien es abundante la literatura donde se discute todavía sobre la legitimidad científica del servicio social, en nuestro país y a nivel universitario, su escuela integra las facultades de ciencias sociales, y estoy convencido que es porque reune todos los requisitos formales para serlo, salvo sus recursos humanos que no proceden acordes a su status científico.

En tal sentido, opino que el científico merece tal denominación no sólo porque conoce los principios y leyes de la ciencia, sino por su actitud lógica, que le lleva a comportarse de una manera racional y sistemática. En otras palabras, no es sólo el campo de estudio sino la actitud y la conducta, las que definen al ser científico.
La sociedad argentina le ha designado al servicio social un objeto de estudio y un propósito social que requieren una formación y actuación científica, cuestión que no todas nuestras universidades lo tienen asimilado, aún. Creo yo, que esto se debe a que todavía esta fortalecida en sus estamentos directivos una concepción tradicional muy arraigada e intransigente que ofrece resistencia a cualquier innovación que se presente, coartando las iniciativas con las cuales disienten y obstaculizando su tratamiento – Me pregunto, dicha actitud les brindará algún tipo de satisfacción cuando la evaluación social que se hace de la profesión no alcanza los altos promedios?.

Entonces, éste es el punto de análisis que vamos a realizar y compartir con el grupo de colegas interesados y fundamentalmente, con el grupo de estudiantes que han elegido ésta profesión. – Cuál será el principal propósito de este trabajo?

Responder:

  • a la demanda que plantea el nuevo milenio.

  • a la demanda instituida por la sociedad, desde 1986.

  • a la demanda implícita en la esencia del servicio social.

La Demanda Instituida por la Sociedad desde 1986.

El tratamiento de este asunto nos posibilitará abarcar y dar respuesta integral a las tres cuestiones planteadas. Tomaremos como fuente, marco teórico y legal para el procedimiento analítico, al artículo 2º) de la Ley Profesional Nº 23.377/86. Justificamos su empleo, porque la ley es el instrumento por el cual se manifiesta y expresa una sociedad. Y porque sólo la ley, como en este caso, define a la profesión, determina sus alcances y por ende, también es quien pone límites a su ejercicio. Pero fundamentalmente, porque esta ley expresa la demanda que la sociedad argentina le plantea a nuestro servicio social, distinguiéndolo así, en un marco contextual regional autóctono, de cualquier otra concepción foránea.

- ¿A qué considera la sociedad argentina, ejercicio del servicio social?

Para la sociedad, el ejecicio profesional del servicio social o trabajo social, es la actividad esencialmente educativa, de carácter promocional, preventivo y asistencial, destinada a la atención de situaciones de carencia, desorganización o desintegración social, que presentan personas, grupos y comunidades, así como la de aquellas situaciones cuyos involucrados requieran sólo asesoramiento o estimulación para lograr un uso más racional de sus recursos potenciales. Y complementando a la actividad esencial, tambien le reconoce, aquellas de supervisión, asesoramiento, investigación, planificación y programación en materia de su específica competencia.
La sociedad también determina que; la actividad profesional en sí (libre ejercicio profesional) o en el marco de servicios institucionales y programas integrados de desarrollo social, debe tender al logro, en los aspectos que le competen, de una mejor calidad de vida de la población, contribuyendo a afianzar en la sociedad un proceso socio-educativo.

De ésta primera lectura surgen varias determinaciones que es necesario destacar e interpretar en favor de consensuar una nueva concepción del servicio social a partir de la definición que hace la sociedad de nuestra profesión, por la cual la distingue de cualquier otra profesión o actividad. A continuación haremos una breve revisión sobre esos determinantes, a los cuales clasificamos en:

  • Objeto de estudio e intervención profesional.

  • La función y el rol profesional.

  • El propósito social.

Objeto de Estudio e Intervención Profesional.

El hombre, componente del sistema social humano, convive en un contexto de fenómenos socioculturales que tienen lugar en la sociedad.
Muchos de éstos fenómenos resultan adversos y perjudiciales para el equilibrado funcionamiento social. Del dinámico y complejo esquema de situaciones sociales que constituyen esos fenómenos y que la sociedad argentina considera problemáticas, ésta ha seleccionado como objeto de atención (estudio e intervención) de los profesionales de servicio social a: “las situaciones de carencia, desorganización o desintegración social, que presentan las personas, los grupos o las comunidades, así como aquellas situaciones cuyos involucrados requieran sólo asesoramiento o estimulación para lograr un uso más racional de sus recursos potenciales.”

De esta manera y a partir de 1986, la sociedad ha delimitado un campo de acción profesional y desde aquel instante pasa a ser responsabilidad del colectivo profesional (de todos y de cada uno) diseñar y construir un cuerpo metodológico que entienda y atienda las peculiaridades de la demanda social expresada y no de cualquier otra.

La Función y el Rol Profesional.

Definimos por función: la capacidad de acción o acción propia, en este caso, de una profesión y en tal sentido nos remitimos a la lectura del Art. 2) de la ley de marras, para interpretar cuál es la función asignada por la sociedad al servicio social.

De nuestro análisis se desprende que la función es socioeducativa, porque el servicio social es una “actividad esencialmente educativa” que debe contribuir a afianzar en la sociedad un proceso socio-educativo. Para distinguir la función educativa del servicio social de aquella otra función reconocida a la pedagogía, la nuestra tiene carácter promocional, preventivo y asistencial en relación directa al objeto de estudio e intervención, que son en orden de relevancia, las situaciones de carencia, desorganización o desintegración social. Por lo tanto podemos inferir de lo que se desprende de la ley, que el rol asignado al profesional de servicio social es el de Socioeducador y no otro.

Reflexión sobre los alcances de la función profesional.

La sociedad entiende que las personas, principales componentes del sistema social humano, al carecer de conocimiento e instrucción sociocultural (desconocer la concepción del sistema social humano, su funcionamiento integral, ignorar sus requerimientos esenciales y por tal motivo convertirse en los vehículos conductores de la entropía social) adquieren comportamientos y prácticas sociales adversas y perjudiciales que atentan contra el equilibrio social (promueven situaciones de desorganización o desintegración social). Por esta razón le asigna al servicio social, en primer orden, la atención de las situaciones de carencia. Por lo cual para entendimiento de este servidor, se trata entonces de “carencia sociocultural” y no otro tipo o cualquier tipo de carencia. De esta manera se observa una relación contributiva directa entre la función socioeducativa y la carencia sociocultural.

Otra cuestión relevante es advertir el efecto cascada que se produce a partir de la carencia sociocultural, por ello, en segundo orden de atención, la sociedad le presenta las situaciones de desorganización social, como consecuencia directa de quienes han adquirido hábitos negentrópicos y a su paso van generando alteraciones al orden establecido.
Hacemos una breve aclaración respecto al “orden establecido”; nos referimos al orden cósmico y no al establecido por factores de poder y para beneficio de unos pocos. En esta instancia, adquiere mayor complejidad la función educativa porque debe ser asistencial y preventiva para impedir la desintegración del sistema.

Finalmente y en tercer orden de atención, le son asignadas las situaciones de desintegración social, es decir, cuando se cumple la acción finalista de la entropía social y los sistemas se disuelven. En este punto es elemental aclarar lo siguiente; un sistema social (pareja, familia, empresa, comunidad, etc.) se desintegra sólo cuando su núcleo magnético sinérgico se ha debilitado totalmente porque sus componentes han dejado de contribuir con su energía personal; por desinterés, pérdida de la motivación o por la intensidad de la discordia interna que supera amplia e intransigentemente a la concordia entre sus componentes. En estos casos extremos es cuando la función socioeducativa requiere la integralidad de sus caracteres (prevención, asistencia, promoción) en función de restablecer el equilibrio personal, convivencial y social.

Características del Rol Profesional.

Luego de este breve análisis sobre la función principal de los graduados en servicio social, podemos concluir, que el rol de socioeducadores es operacionalmente; el de “decodificadores del hecho cultural”, el “terapéutico” (del gr. Therapeuein, servir, asistir) y el “catalítico”, en cuanto se debe ejercer ciertas acciones negentrópicas sobre la composición disfuncional de otros sistemas sin sufrir (ellos mismos) modificación o alteración.

El rol le exige al graduado, aptitudes que orienten la acción social para diferir los efectos caóticos de la entropía social (que afectan inexorablemente al sistema social humano) en los diferentes grados en que esta se presenta sobre la vitalidad de los sistemas. La única manera de controlar la gradualidad entrópica es ir adquiriendo y con regular constancia, contribuyendo con medidas de orden o “medidas negentrópicas”; que son aquellas acciones antónimas a las entrópicas, tendientes a restablecer el orden social y la organización en los sistemas humanos.

Interesante punto para evaluar si la formación universitaria que estamos brindando o recibiendo responde a este perfil profesional o ¿todavía impera implícito el objetivo de 1930?

Propósito Social de la Profesión.

Tenemos que tener presente dos aspectos; el primero indica que el propósito social surge de una necesidad que la sociedad pretende dar solución con la creación de una disciplina o profesión, es decir; toda profesión debe contribuir al equilibrio social. Y el segundo, que todo propósito social (abstracto) requiere de medidas de orden (acciones negentrópicas concretas).

El sistema social humano que la sociedad es, requiere mantener estable su equilibrio. Son diversos los factores naturales y artificiales que intervienen en su dinámica procesal y que juegan un papel preponderante en la cuestión. Las situaciones de carencia, desorganización o desintegración social comprometen seriamente el equilibrio social. Por lo tanto hay que instruir, enseñar y capacitar (medidas de orden) a los componentes del sistema para que contribuyan a disminuir toda situación entrópica. En este sentido, la aptitud sociocultural contribuye a afianzar en la sociedad ese proceso socio-educativo que le garantiza estabilidad.

Es por ello que la ley establece como Propósito Social del ejercicio del servicio social, tender, en los aspectos que le competen, al logro de una mejor calidad de vida de la población.

La calidad de vida trata de las condiciones en que se desenvuelve la existencia del hombre actual y de la suma de proyectos socioevolutivos que procuran la promoción humana. El término “calidad de vida” denota una dimensión múltiple de variables en equilibrio que, en su conjunto hacen al bienestar básico del ser humano. El aspecto que nos compete a los asistentes sociales es contribuir a afianzar en la sociedad un proceso socio-educativo que efectivamente promocione su calidad de vida.

Desde nuestra cosmovisión sociocultural, tres variables negentrópicas y sus antónimos entrópicos, determinan los diferentes grados con que se puede medir la calida de vida de una sociedad:

Variables Negentrópicas  Variables Entrópicas
Conocimiento sociocultural (+Cs)« ------- » (-Is) Ignorancia sociocultural
Prudencia personal (+Pp) « ------- » (-Ip) Imprudencia personal
Responsabilidad Social (+Rs)« ------- » (-Ir) Irresponsabilidad Social

Absolutamente toda actividad humana requiere “conocimiento” y si se trata de actividades sociales, o sea, que implican la interacción interpersonal e interdependencia, requiere un conocimiento sociocultural, como así tambien el empleo prudente y responsable del mismo, porque las consecuencias de los actos sociales afectan al sistema y a su entorno.

La verificación de impacto del grado de estas variables en un sistema social humano, comprueban la diferencia entre civilización y barbarie, es decir, entre una comunidad instruida y organizada, de otra carente y desorganizada.

La (-Is)(-Ip)(-Ir) son propiedades naturales del animal humano inmaduro o inculto (periódo de la infancia). En la medida en que el individuo crece y se desarrolla en ámbitos sociocultores, estos estados propios de la inmadurez debieran ir siendo superados. Cuando no sucede así, nos encontramos casos de “mala práxis social” protagonizados por ciudadanos (jóvenes-adultos) insertos en diferentes planos del sistema social, ocupando posiciones directivas o ejecutivas varias, que socioculturalmente operan como conductores entrópicos, es decir, generadores de alteraciones y disfunciones sociales.

El término madurez social implica poseer la visión y comprensión integral y totalizadora del sistema social del cual se es parte y valorar la contribución personal, o sea, tener conciencia social. A ella se llega a través del desarrollo de la aptitud sociocultural. La madurez o evolución social humana es un requisito esencial para convivir en una comunidad civilizada. En este sentido afirmamos que, de la estabilidad o inestabilidad del sistema social, todos y cada uno de sus constituyentes somos CO-RESPONSABLES.

De lo interpretado hasta aquí, para nuestra sociedad, entonces -¿Cuál es la materia de específica competencia del servicio social?

Según nuestro entendimiento, no es una materia simple sino triversal; por un lado la detección del grupo de fenómenos socioculturales que inciden en la creación de situaciones de carencia, desorganización o desintegracion social y afectan al sistema social humano. En segundo orden, la captación de esos fenómenos, su decodificación y codificación apropiada para poder ser transmitidos (exploración, descripción y explicación) y en tercer lugar la aplicación de las medidas de orden que permitan el restablecimiento social y promocione una mayor calidad de vida de la población.

En procura de simplificarlo, diremos que nos compete atender la problemática sociocultural y el restablecimiento social a través de una terapéutica socioeducativa.

CONSIDERACION Y CONCLUSION.

Por lo precedentemente tratado, analizado y expuesto, considero que la vigencia del servicio social consuetudinario (el que mayoritariamente se viene ejerciendo) esta en riesgo, que su actualización y adecuación a la realidad le requieren mayor acción e interacción académica en función de lo que la Sociedad Argentina le demanda. Actuar por debajo o desconociendo las exigencias que le impone la sociedad desmerece al servicio social en todos los planos de su existencia; como ciencia, como profesión y como alternativa terapéutica. Son muchos los colegas que todavía no se han apropiado del espacio cedido o conferido por la sociedad para desarrollar plenamente su ejercicio profesional.

Si hacemos un breve autoanálisis, la obra clásica de Mary Richmond “Social Diagnosis” en 1917, fue el primer intento por posicionar a la profesión en un status científico y a posteriori, no hubo continuidad en el nivel requerido, los nuevos aportes fueron tan escasos y otros sin relevancia que los resultados son evidentes. Podría concluir, que en lo que va de la historia de la humanidad y de la ciencia, los computos evidencian mayor tiempo de ausencia y silencio profesional que el de alguna contribución específica. Es como que el trabajo social posee demasiada vida intrauterina, y ya fuera hora de romper el huevo de concepciones tradicionales infructíferas, tomar respetuosa distancia del patrocinio eclesiático y la tutela institucional, refundando una profesión más sólida e independiente.

Desde la SOCIATRIA estamos abocados, hace mas o menos una década en interactuar con la comunidad, como “un nuevo enfoque del servicio social”. Enfoque que obviamente responde a una nueva concepción, según hemos tenido oportunidad hoy de compartir. La empresa es desafiante porque incluye desactivar paulatinamente las denominaciones de “trabajo social o servicio social” de “trabajador social o asistente social”, las cuales consideramos incoherentes e incompatibles con una disciplina científica y status universitario.

Independientemente de que estamos convencidos, que se trata de “denominaciones impersonales”; trabajador social son todos aquellos que realizan una actividad con sentido social. Ej, un médico, un barrendero municipal, el policia, el colectivero y tantos otros. La nuestra es la única profesión que puede ser denominada “de una manera o de otra”, y como “todo tiene que ver con todo”, así nos va en la carrera profesional. Nuestro nuevo enfoque pretende la denominacion de “sociátras”, porque la sociatría estudia y trata las alteraciones y disfunciones que afectan al sistema social humano (situaciones de carencia, desorganización o desintegración social).
Creemos que el nuevo milenio es una buena oportunidad para lograrlo! Contamos con gente, tiempo y mucha pasión!

Si estas interesado en integrar este nuevo “Movimiento Profesional Siglo XXI”, capacitarte en sociatría, realizar una lectura diferente de la realidad y tener vivencias profesionales verdaderamente enriquecedoras para crear nuestra propia teoría de las cosas y actuar en consecuencia, te invito a conectarte con nuestro equipo:



* Datos sobre el autor:
* José Luis Zamora
Licenciado en Servicio Social (UMSA)
Especialista en Sociatría

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