Logo de Margen   Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales
Edición electrónica

Edición N° 29 - otoño 2003

"Entre Soles y Estrellas"

Por:
Soledad Estebanez, Mercedes Cristófol y Carlos Grittini
*
(Datos sobre los autores)


El presente trabajo fue realizado en ocasión de las IX Jornadas de Residentes de Salud Mental del Area Metropolitana. Septiembre de 2002

“...Lo más sorprendente es que lo hacían de la manera más humilde,como si no estuvieran haciendo nada, como si no estuvieran transformando el mundo a través del poder purificador del fuego, como si no supieran que los alimentos que ellas preparaban y que nosotros comíamos permanecían dentro de nuestros cuerpos por muchas horas, alterando químicamente nuestro organismo, nutriéndonos el alma, el espíritu, dándonos identidad, lengua, patria.”

Laura Esquivel.
“Intimas suculencias”



Este trabajo tiene como objetivo el presentar una experiencia de intervención interdisciplinaria llevada a cabo por tres psicólogas, dos médicos y dos trabajadores sociales, en atención primaria de la salud, basada en la prevención y promoción de salud mental. Dicha experiencia se está desarrollando actualmente a partir de un abordaje grupal con las madres de los niños concurrentes a un “merendero” que surge en el barrio de Boedo.

Este espacio se genera a partir de la percepción del C.G.P N° 6 de las nuevas demandas de la población que van surgiendo en los últimos meses. Dicho merendero funciona en las instalaciones del buffet del Club Social y Deportivo “Estrella de Boedo”.

Desde el equipo se fue pensando desde las primeras reuniones acerca de la pertinencia de la demanda, por parte del CGP, de nuestra intervencion en este proyecto. Las preguntas giraban en torno a Que haríamos allí? Cuál sería nuestro lugar? Cuál el trabajo a realizar? Qué interés habría en la población, mas allá de la apreciación por parte del CGP de lo beneficioso de nuestra participación?

MARCO CONTEXTUAL

La caída acelerada hacia situaciones de exclusión que está ocurriendo actualmente, se relaciona con la falta de pertenencia a una red relacional sólida (fragmentación de lazos sociales, debilitamiento de las identidades colectivas), como así también a la sub-desocupación crecientes. Estos factores harían pensar en un virtual impacto en el padecimiento subjetivo de la población y un posible deterioro de las redes clásicas de contención social y reacomodación a las nuevas condiciones.

Plantea E. Galende: “...los problemas de la integración social, la participación de los individuos en la vida comunitaria, y en los intercambios económicos y simbólicos, fueron vislumbrados como los valores determinantes en la producción de salud mental, tanto en las personas singulares, como en los grupos comunitarios. Hoy estamos suficientemente advertidos de que determinadas condiciones de vida aumentan la vulnerabilidad de las personas, tanto físicas como mentales y sociales(...) y es sobre esas condiciones que la participación comunitaria resulta esencial, ya que se trata en definitiva de potenciar las capacidades de las personas para enfrentar estas condiciones y actuar sobre ellas.” 1

La pregunta que guÍa el trabajo gira en torno a cómo se alteró la vida cotidiana a partir del impacto de la crisis, que está pasando con los niños, con las familias en estas condiciones?

PRIMER MOMENTO GRUPAL

Luego de una serie de reuniones del equipo durante las cuales fue posible pensar, hipotetizar acerca del contexto en el cual tendríamos que intervenir, decidimos que era tiempo de aproximarnos al lugar.

El grupo está conformado por aproximadamente catorce mujeres, algunas de las cuales pertenecen al plan “Jefes y jefas de hogar desocupados”, brindando como contraprestación al mismo su colaboración en la preparación de la merienda.
El resto se encuentran formando parte de un proyecto de microemprendimientos productivos (taller de costura, confección de artículos de limpieza). Así mismo, estas mujeres conjuntamente apuntan a una organización grupal más sólida, bajo la forma de “Casa Social”. Para ello cuentan con una coordinación externa, la psicológa del CGP, quien nos convoca para trabajar en este proyecto.

En un principio, la demanda de este grupo en relación a la salud estaba orientada hacia un equipo imaginarizado por ellas como asistencial. Pudimos escuchar y orientar en los casos en que considerábamos necesario, (iniciación de un tratamiento;por ej.), corriéndonos del lugar en que éramos ubicados, aunque resultaba algo incómodo por nuestra ignorancia respecto de qué iríamos a hacer concretamente allí.

Un tema de gran interés para ellas y que se repetirá en futuras reuniones de manera insistente, es la preocupación por los hijos adolescentes, por la falta que perciben en ellos de intereses vocacionales, entre otras cuestiones.

Luego, las inquietudes se fueron desplazando hacia la realización de un grupo de autoayuda, pedido ambivalente, ya que la mayoría prefirió reunirse para no hablar de los problemas.

Comienzan a hablar sobre lo bien que les hace contar con el grupo de madres del merendero y aparece como un tema que luego será uno de los principales puntos a trabajar con ellas, el de la falta de un espacio físico para hacer sus actividades.

En las reuniones semanales que se vienen llevando a cabo con este grupo, van surgiendo algunas temáticas de importancia en las cuales es posible detenerse a reflexionar, aunque aún no haya finalizado la tarea.

LA MATERNIDAD Y SUS SIGNIFICACIONES:

Una cuestión que reviste particular significatividad es la “problemática de la maternidad”. En ocasión de aplicar la técnica lúdica llamada “presentación mentirosa” en la cual todos debíamos presentarnos a partir de un personaje inventado, muchas de ellas se presentaron como solteras, casadas sin hijos o con uno o dos hijos. Tambien se presentan como profesionales y/o estudiantes de las carreras que les hubiese gustado seguir.

Pensamos en la importancia del haber instaurado este espacio de ficción en tanto les permitió conectarse con aspectos de su personalidad distintos a los implicados en el ser madres. Así como a nosotros nos llevó a reflexionar acerca de las dificultades que en su cotidianeidad les acarrea el hecho de tener muchos hijos. Aún así, en otros momentos observamos que el grupo reflexiona sobre la maternidad y sus significaciones, connotándola positivamente; esto se traduce en frases como “madre no es la que pare, sino la que cria”, “para mí lo principal de venir acá son mis hijos”.

Encontramos como paradojal el hecho de que en este espacio grupal constituído en torno a la preparación de la merienda, rol definido como típicamente femenino, surjan temáticas relacionadas con sus deseos y expectativas como mujeres, que tuvieron que relegar por ser madres. Cabe señalar que una de ellas se refiere al merendero como “espacio sin hijos” y una de las primeras demandas que proponen para debatir es “cómo éramos y qué deseábamos antes de ser madres”.

Afirma una participante: “Extraño el merendero los fines de semana, porque es un espacio que demuestra que podemos hace algo màs que lavar, planchar y cocinar”.

LA CUESTIÓN DE GÉNERO

A partir de las crónicas de las reuniones pueden desprenderse otras cuestiones susceptibles de ser analizadas teóricamente. En primer lugar, la participación en el merendero surge como estrategia de supervivencia para la satisfacción de las necesidades básicas. Según Aquín y Gattino tales estrategias se enmarcan en el fenómeno de “feminización de la pobreza”, el cual pone en evidencia “las determinaciones sociales de la asimetría de género, acarreando la percepción de que es la mujer la que más trabaja” 2.

Estas autoras sostienen que si bien sigue siendo la mujer el blanco de las exigencias en la división sexual del trabajo en el ámbito doméstico, la necesidad de “salir” al ámbito público ha producido diversos cambios en la dinámica familiar, devolviendo al interior del primero otra imagen de género. Estas modificaciones van pautando nuevas maneras de vincularse.

En el transcurso de los encuentros se observan cuestiones relativas a la estigmatización social que gira en torno a la concurrencia al merendero. Podría pensarse: Qué implica para una mamá asistir o llevar a los hijos a otro lugar, otro escenario que no es el del propio hogar, para ir a merendar? Estas familias que en lineas generales viven en hoteles o en recintos pequeños, que vivencia de hogar están teniendo? Sienten que lo tienen?
¿Cuál es la Casa de estos niños y de estas mamás? Que representa para ellas participar en una Casa social?
¿Qué distancia existe, qué apertura inaugura pasar de tener un lugar al cual ir a merendar (con el marco horario que bordea a la merienda) a tener un espacio al cual concurrir que se llame Casa Social? ¿Cómo es visto este grupo de mujeres por los socios del club?

Las propias mujeres perciben este hecho como vergonzozo y relacionado con la “culpa” personal. Esto puede verse en frases como “los dejaba a los chicos y me iba rápido, porque me daba vergüenza tener que venir acá por un vaso de leche que tendría que dárselo yo y no lo puedo hacer” En términos de Aguiar la “privatización de la culpa social es una de las inducciones provenientes de los estamentos de poder para ejercer el control social” 3.

Desde el equipo de trabajo se busca generar reuniones donde estas cuestiones puedan ser reflexionadas grupalmente, desculpabilizando y atribuyendo a la problemática un carácter macrosocial.

EL PROYECTO “CASA SOCIAL”

Durante esta primera etapa, el eje principal de nuestra tarea se aboca a acompañar al grupo en el proceso de construcción material y simbólica de la Casa Social. Proceso que las involucra y las convoca para realizar actividades donde asumen un rol diferente con mayor protagonismo social. Tuvo importancia en el poder apropiarse de este espacio el percibir que sus hijos expresaban gran entusiasmo en concurrir al merendero, en donde además de tomar la merienda pueden participar de actividades deportivas y recreativas. Varias madres afirman que sus hijos antes de asistir al merendero no tenían trato con otros chicos por las características de sus viviendas y porque muchos de ellos suelen quedarse al cuidado de hermanos mayores (que también son niños) en horarios en que sus mamás salen a trabajar. 4.

Por otro lado, al empezar a reunirse ellas mismas observan significativas modificaciones. “Yo no tengo amigas y me di cuenta que para mí también es una necesidad venir y compartir; me doy cuenta que no es algo mío sino a todas nosotras nos están ocurriendo cosas parecidas”. Así el grupo se va constituyendo en un espacio de socialización y reflexión de las vivencias cotidianas.

Otro indicador de la pertenencia grupal es que comienzan a participar en actividades de acción social en el barrio, encargándose de organizar y distribuir alimentos, participando en actividades en IMPA (fábrica cerrada convertida en Cooperativa) como así también, la discusión de cuestiones estructurales hasta el momento vividas como individuales, son claro indicador de este proceso.

El constituirse bajo un proyecto de “Casa Social” (autodenominándose “Sol de Boedo”) implica una diferencia cualitativa con un posicionamiento como grupo de madres. Supone ubicarse de manera diferente dentro de la red social en la que se incluyen, ampliando su campo de acción (no limitado a la maternidad).

METODOLOGÍA DE TRABAJO-UNA POSICIÓN DIFERENTE PARA ALGUNOS:

Respecto a la metodología de trabajo puede enfatizarse la intención en cada encuentro de generar un espacio horizontal donde la comunicación fluya en forma circular y no se centralice en uno de los miembros. Los coordinadores, si bien planifican las actividades a partir de las demandas del grupo, en las reuniones se ubican como un miembro más participando en las dinámicas. De acuerdo con esto, una de las demandas fue hablar acerca de “cómo manejar a los hijos adolescentes” y se recurrió a un intercambio de experiencias a fin de que sean ellas mismas quienes se escuchen sus opiniones y discutan sobre el tema. El rol de la coordinación fue ordenar la comunicación , sin realizar aseveraciones.

Los objetivos implícitos de las reuniones apuntan a que puedan, a partir de compartir problemáticas comunes, armar sus propios códigos culturales, significar conjuntamente la percepción de sus problemas y eventuales soluciones, sin imponer nuestros juicios valorativos.

CONFLICTO Y TRANSFORMACION:

“Los grupos no son islas, esto es, tienen siempre una inscripción institucional, sea dicha inscripción real o imaginaria (...) El llamado contexto, sea institucional y/o social, es en rigor, texto del grupo. No hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que son parte del propio texto grupal. Son por ende fundante de cada grupo” 5

Consideramos que, si bien el bufette del club es el único espacio al momento viable para la instalación del merendero, esta inclusión de un grupo social determinado dentro del espacio de otra agrupación, no es sin consecuencias.
Las inferencias acerca de los conflictos que pudieran generarse entre los dos sectores, finalmente fueron relatados por los integrantes: malestar en la gente del bufette por la presencia de ellas allí, espacio de apoyo escolar para los niños amenazado dado que la maestra es una mamá del club, que al enterarse que se conformarán como Casa Social comienza a retirar su colaboración.

Pensamos que la inclusión del merendero (con todo lo que abarca: madres, niños, adolescentes, equipo de profesionales que trabaja con ellos) dentro de un club barrial, estaría generando fenómenos de exclusión y rechazo por parte de la comunidad del club, que reproduciría aunque de un modo diferente, la ruptura de lazos sociales que se pretende recomponer.
Por lo tanto, pensamos, que, si bien esto último es uno de los objetivos de nuestra intervención, no obstante, se presenta como un posible y futuro quehacer, la inclusión del resto de la población del club en nuestro trabajo. Se trataría de darles un lugar, sondeando qué es lo que piensan ellos del merendero (además de lo que representa para las mamás y los niños), en qué cambia para ellos que se constituyan como Casa Social, etc. Temas que de no tratarse hacen de este encuentro una lucha por el territorio. Madres entrelazadas que vuelven a soltarse del escenario social más amplio.

Tomando estas apreciaciones, cabe destacar algunas cuestiones relativas a las disputas de poder en las que se lleva a cabo la experiencia. Este grupo de mujeres funciona dentro del Club Social y Deportivo (“Estrella de Boedo”), y en los encuentros comienza a percibirse cierto malestar en relación a su inclusión en este espacio, al aparecer el potencial reivindicativo de esta organización grupal (el grupo de la Casa Social se autodenomina, no ingenuamente como “Sol de Boedo”). Este malestar se revive en cada reunión cuando se vuelve a hacer necesario encontrar “el lugar” para reunirse.

Esto fue considerado desde este equipo como un indicador de la necesidad de trabajar en la construcción colectiva de los lazos sociales desde una perspectiva de poder, y no simplemente de “inclusión” que resulta ficticia si no se trabaja en la legitimación y búsqueda de un posicionamiento diferente.

EN ESTOS TIEMPOS... ALGUNA CONCLUSIÓN

¿Por qué incluir la experiencia de un grupo de mujeres que trabaja en un merendero en el marco de prevenciòn en salud mental? Consideramos a la salud como un proceso històrico social en donde juega un papel determinante la capacidad de la comunidad de organizarse para obtener mejores niveles de calidad de vida. También consideramos que esta organizaciòn necesariamente implica conflicto y transformaciòn. El grupo del merendero implica un grupo de madres que se organizan en torno a otras tareas y proyectos tendientes a fortalecer lazos solidarios disminuyendo el padecimiento subjetivo que el modelo acarrea y posiciona al grupo como actor social.

Para poder comprender este proceso requerimos incluir la perspectiva de poder y atravesamiento institucional que constituye toda experiencia de trabajo grupal.

O sea, que pensamos que toda experiencia grupal de prevención en salud mental implica realizar acciones grupales que fomenten la solidaridad y establecimiento de vínculos sociales considerando las relaciones de poder que atraviezan a las instituciones y a la sociedad misma.

Analizamos esta experiencia considerándola en términos de estrategias de construcción colectiva de nuevas formas de horizontalidad, en un contexto de deliberado desmembramiento social.

Por lo tanto no se tratarìa de una experiencia que busque se limite a “incluir” a un grupo de “excluidos”. La estrategia de trabajo tiene fundamentalmente una intencionalidad de transformación, en estos tiempos en que lo instituyente pareciera poder estar abriéndose un camino.

Tiempos en los que proliferan las instituciones que agrupan a las personas con diversos fines: brindarles alimentos, trocar bienes y servicios, iniciar microemprendimientos, todas salidas posibles y suplentes de otro derecho no garantizado, el derecho al trabajo. Tiempos en que las fábricas se cierran pero tambien se toman y se transforman: son cooperativas. Lugares a los cuales la gente del barrio acude en busca de alimentos, ropa, a participar de un trueque, actividades recreativas, etc.

Considerar tal inclusión institucional implica no perder de vista la responsabilidad del Estado como garante fundamental de los derechos humanos. En esta situación en particular, es el CGP quien está promoviendo la incusión de este grupo en dicha red. Surge entonces, el interrogarnos acerca de la legitimidad de tal inclusión. No desconocemos que toda experiencia de trabajo grupal comunitario puede tener un doble carácter, ya sea encarada desde una perspectiva de promoción y de reconocimiento del derecho a la salud (desde una concepción integral), o desde otra, de mero asistencialismo.

Retomando la Estrategia de APS, con su promesa incumplida de “Salud para todos en el año 2000”, se puede inferir que dicha estrategia no logró sus objetivos porque no consideró a la salud como un proceso social en el cual los actores comunitarios son protagonistas.

Quizás de esto se trate repensar la APS: en relación a las intervenciones comunitarias, implica estar en momentos donde no todo es enfermedad todavía, estar en lugares en los que uno no imaginaría.

NOTAS

1 Galende, E. Citado por Moise, C. “Prevención y Psicoanálisis”.

2 Aquín, N. y Gattino, S. “Las familias de la nueva pobreza.Una lectura posible desde el Trabajo Social”. Ed. Espacio.

3 Aguiar, E. “La desocupación : algunas reflexiones sobres sus repercusiones psicosociales”.

4 Esto permite inferir que el merendero estaría ofertando no solo un lugar al cual ir a alimentarse (de hecho un sujeto se constituye en un más allá de la satisfacción de las necesidades biológicas), sino también un escenario de infancia, espacio en el que se merienda, se juega con otros niños, actividades éstas por si mismas, potenciadoras de salud.

5 Fernández, A.M. y Del Cueto, A. “El Dispositivo grupal”.

BIBLIOGRAFIA CON SULTADA

  • Aguiar, E. “La desocupación: algunas reflexiones sobres sus repercusiones psicosociales”.

  • Aquín, N. y Gattino, S. “Las familias de la nueva pobreza.Una lectura posible desde el Trabajo Social”. Ed. Espacio.

  • Carballeda, A. “La Intervención en lo Social”. Ed. Paidós. Bs. As., 2002.

  • Castel, R. “La Metamorfosis de la Cuestión Social”. Ed. Paidós. Bs. As., 1996.

  • Fernández, A.M. y Del Cueto, A. “El Dispositivo grupal”.

  • Moise, C. “Prevención y Psicoanálisis”.


* Datos sobre los autores:
* Soledad Estebanez
Licenciada en Psicología y residente de tercer año en el Hospital General de Niños "Dr. Ricardo Gutierrez".
* Mercedes Cristófol y Carlos Grittini
Licenciados en Trabajo Social y residentes de primer año en el Hospital de Emergencias Psiquiátricas "Torcuato de Alvear".

Volver al inicio de la Nota


Volver al sumario Volver a la portada para suscriptores