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Edición N° 23 - primavera 2001

Editorial

El Horror y la Verdad

...."La doctrina fundamental de la política posmoderna es que no hay ningún acontecimiento, que "nada ocurre realmente", que el acontecimiento -verdad es un cortocircuito pasajero, ilusorio, una identificación falsa que será dispersada un poco antes o después"....

Slavoj Zizek


El 11 de septiembre de 2001 el mundo fue testigo del horror.

Mientras tanto, otras muertes espantosas se multiplicaban en el planeta. Por ejemplo, también ese mismo día, 35.615 niños murieron de hambre.
De ellos poco se habló, alguna cadena de correos electrónicos hizo mención al tema.
Pero el escenario donde esas terribles muertes ocurrían era el acostumbrado y quizás apropiado para las formas perversas de la comunicación y de la lógica del mercado donde una muerte por hambre es "razonable" en un país o región "inviables" acosados por deudas externas que jamás se pagarán.
Situaciones que en definitiva sirven para mantener relaciones de dominación que llevan a la masacre de poblaciones y a una lenta extinción del futuro de cada pueblo, en la perspectiva de obtener hasta la "última gota" de tasa de ganancia posible .

No se trata de hacer una competencia alrededor de cuáles imágenes o hechos pueden ser más terribles, sí, de intentar reflexionar acerca de que posiblemente la mirada del mundo "libre y civilizado" está más en el escenario donde ocurren los hechos que en los hechos en sí mismos.
O, en definitiva, que unas vidas pueden valer más que otras en el marco de la civilización autodenominada igualitaria.

Las imágenes de Nueva York "bombardeada" cabían en mil cintas de ciencia ficción, pero nunca dentro de la realidad.
Esto era posible sólo en el cinematógrafo, hasta que un héroe liberaba a la ciudad de los "malos" y evitaba segundos antes el desarrollo de la catástrofe.

Cabe preguntarse si luego de estos sucesos, donde tal vez las propias circunstancias hicieron que la historia deje de ser un escenario de película, para plantearnos que el futuro existe fuera de los guiones cinematográficos.
En otras palabras, interrogarnos acerca de si nuevamente los pueblos podrán exhibir los argumentos de la Historia o, más sencillamente, si esa Historia que se escribe diariamente ahora será visible y no oscurecida por la pantalla de cine.

La respuesta quizás esté ahora por lo menos condicionada con una dirección, antes vaga y perdida, dicha desde voces quebradas, apagadas, silenciosas o reprimidas; simplemente en que: el futuro de la humanidad pasa por redistribuir la riqueza.
Si no, no hay futuro.

La única razón lógica de las muertes sin sentido, de los cadáveres mutilados en el Primer o Tercer Mundo está en la desigualdad, en mecanismos de inequidad que han traspasado la frontera de lo humano.

Esto sea tal vez el acontecimiento que se produce luego del horror, donde desde las propias imágenes televisivas que nos mostraron hace diez años la Guerra del Golfo en forma de video juego, hoy entrelazan por primera vez "acontecimiento y verdad".

En otras palabras, acaso estemos saliendo de la "pasividad" de la lenta agonía desesperanzada y del bostezo de un mundo signado por la falta de acontecimientos, donde los hechos comienzan de nuevo a visualizarse, a ser vistos, a articularse dentro de la realidad.

Pero, de nuevo, tristemente, es la imagen del horror la que interpela a esta civilización. Esperemos que esta vez la respuesta no se presente, nuevamente, en términos de lucha del "bien contra el mal".

El director



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