Edición N° 18 - invierno 2000
(para el hemisferio sur)

¿Por qué la Drogadicción?

Por:
Alfredo Juan Manuel Carballeda
*
(Datos sobre el autor)


Una sencilla y breve mirada hacia la historia nos muestra que nunca antes, civilización alguna fuera de Occidente llegó a tener dificultades como la drogadicción, la violencia doméstica, la violencia urbana y posiblemente la brecha de desigualdades sociales que hoy tenemos, construyéndose en definitiva, un malestar que nos atraviesa a todos. La falta de sentidos, la pérdida de noción de totalidad, la sensación de no pretenencia a un todo integrado, conformarían la escenografía donde se expresan muchos de los padecimientos actuales, porque las drogas se conocen desde los inicios de la historia, pero es justamente en esta civilización donde aparece el fenómeno de las adicciones.

Infinidad de yamanes, brujos, curanderos, etc., conocían diferentes sustancias, especialmente alucinógenas. Pero no se tienen datos de la existencia de drogadictos y mucho menos de dispositivos legales y asistenciales, como los que con una tenue y contradictoria base construyó esta civilización.

Una de las características que surgen de los antiguos es el sentido ritual del uso de las sustancias. Esa ritualidad no se refería sólo a lo que denominamos "tóxicos" o "drogas", sino que la misma formaba parte de la vida cotidiana de muchas de las culturas consideradas "atrasadas", "bárbaras" o "salvajes" desde la mirada occidental .

En los últimos años, muchas pautas cargadas de ritualidad, que marcaban la vida cotidiana, se fueron perdiendo, como: la vida en el barrio, las relaciones de ayuda mutua, las reciprocidades e intercambios entre amigos, compañeros de trabajo, de estudio, etc. Estas pérdidas, producto de un mundo cada vez más competitivo, complejo e indidividualista, no implicarían sólo un cambio en las costumbres, sino un fuerte retroceso en la construcción y existencia de instancias de socialización y contención, resonando escencialmente en tanto constitución de identidades colectivas. De ahí que la identidad del trabajador, por ejemplo, se fue desfigurando, sin que se conformara otra que ocupara su lugar. En el mundo del trabajo, la empresa no puede dar identidad social ....¿Quién va a sentirse socio de una organización que constantemente amenaza con echarlo, hacerlo trabajar más horas , para cada vez pagarle menos y en peores condiciones?. (Lo Vuolo, Rubén).
¿No estaría ocurriendo lo mismo con la identidad del estudiante, la del profesional, etc?
Al contrario, las identidades que se contruyen en estas épocas se refieren, en general, a la inserción en el mercado y a las posibilidades y perspectivas que éste configura diariamente, siendo su común denominador la rapidez, lo efímero, como infinidades de destellos que iluminan tenuemente la noche de la soledad.

Uno de los sentidos de la ritualidad, es la afirmación y construcción de la identidad. En la actualidad, las identidades se están construyendo a través de objetos, de consumos diversos, de inserciones en el mercado, a través de "marcas" de ropas, autos, etc. Todos estos "bienes" y "cosas", son más seguros y cargados de certeza que la propia cultura o los otros, ya que es la civilización la que les otorga el sentido, su funcionalidad, sus atributos. O ¿ acaso no se les da "vida " a las drogas, cuando se afirma que estas <producen> , <construyen>, <elaboran> ; adictos, personalidades adictivas, problemas familiares, etc.

Los últimos veinte años, mostraron autoritariamente que el único juego posible es el de la competencia, muchas veces en forma de "guerra" de todos contra todos en la búsqueda de la adquisición de más y nuevos objetos, y seguridades pasajeras; cuya presencia brinda cierto nivel de satisfacción que, se diluye rápidamente, y se caracteriza por lo efímero. De ahí la necesidad de más objetos , más consumo, más momentos "pequeños" de felicidad dentro de una civilización que se autodenomina "libre". Así se pierde del "misterio" que caracteriza a las cosas, se cree que estas son "atrapadas", cuando en realidad se escapan mucho antes de lo esperado.

Esta noción de libertad se origina en los inicios de la modernidad, cuando Occidente separó en forma taxativa al sujeto del objeto, es decir nos separaron de nosotros mismos, de la cultura, de la identidad. Produciéndose en definitiva un distanciamiento del mundo, cuyo resultado es la soledad.

Así comenzó lentamente un parcelamiento de lo cotidiano que se expresa con claridad en diferentes esferas. Un ejemplo bastante sencillo de esa atomización se da en el campo de las profesiones, donde se multiplican permanentemente las especialidades, mostrando que no estamos en el mundo sino frente a él, donde los diferentes condicionamientos nos llevan a desprendernos de lo que nos atraviesa y nos construye, es decir, de nuestra propia historia como sujetos. Existen una serie de nuevas formas de soportar la carga de lo individual, de la incertidumbre de las elecciones individuales; "Todas las nuevas formas de hacerse cargo del individuo a las que por su lado nos invita la televisión, con sus "reality shows y sus programas de confidencias, participan del mismo objetivo: calmar a los individuos con al instauración del espectáculo de su soledad como motivo paradójico de tranquilidad, ya que cada uno puede encontrar en la manifestación de un desamparo idéntico al suyo el signo de un cierto consuelo" (Fitussi/ Rosanvallon). ¿Las drogas no estarían, también, ocupando ese lugar?

De esta forma, obligados a elegir, no quedan otras opciones, obligación no es precisamente sinónimo de libertad."La elección es un imperativo innoble. Cualquier fiolosofía que atribuye al hombre el ejercicio de su voluntad no puede mas que sumirle en la desesperación" (Baudrillar) Además, las diferentes elecciones sobre todo en la incertidumbre de esta época, son fuertemente marcadas por el azar. En otras palabras, ya no es seguro que "elijamos bien" una carrera o un trabajo, ya que una infinidad de factores externos convertirá al éxito o al fracaso en un producto fuertemente relacionado con lo aleatorio y casual. Además, en esta eleción sin tregua, el resultado es la soledad y el error, que ocupa el lugar "del mal". "Los hombres fueron imaginados libres para que pudieran ser juzgados y castigados, para que pudieran se culpables"(F. Nietzche)

A su vez, el presente nos muestra una fuerte fragmentación de la sociedad, con la sensación de que cada vez nos sentimos más separados del "todo" social. La pérdida de sensación de totalidad es uno de los malestares más significativos de esta etapa de la historia de Occidente. El mundo se nos presenta dividido, escindido, con falta de sentidos, fuera de los objetos y de las luchas dentro de los mercados cotidianos en las que se participa, muchas veces sin darse cuenta.

Las drogas y el relevante lugar que ocupan son un verdadero fenómeno de esta civilización, ¿no será que las sustancias nos prometen "al igual que los objetos", una efímera reconstitución de ese "todo" que se perdió?. En definitiva, ¿las drogas no se han convertido en un objeto de consumo más?
Sabemos que el resultado es temporario, engañoso y cada vez más efímero, luego puede venir el desierto de la desolación, donde los oasis o los espejismos son nuevos objetos o sustancias que en definitiva nos prometen una artificial vuelta a la "totalidad" perdida.

Tal vez, nuestra ventaja es que estamos en América, donde las tensiones de los últimos quinientos años se relacionan con la recuperación de una integración perdida. Quizás tengamos mucho que aprender de nuestros orígenes y en la mezcla de quienes llegaron después, <<los pobres de Europa>> que trajeron también una historia de ideales vinculados con recuperar una totalidad perdida a fuerza de injusticias y desarrollos de diferentes "revoluciones" capitalistas.

En definitiva, la drogadicción aparece ligada a estos fenómenos, que muchas veces se presentan como de muy difícil acceso o abordaje.

Aún así es posible desarrollar acciones de prevención y tratamiento, pero en este contexto pueden ser útiles en la medida que se direccionen en función de intentar amalgamar aquello que la propia civilización fragmentó, buscando nuevos sentidos, en lo micro social, en lo cotidiano y en la cultura. Para orientarse hacia el reestablecimiento de lazos sociales perdidos, con la perspectiva de contribuir a resolver una cuestión mayor: la resolución de la problemática de la integración.

Muchos campos del saber que surgieron a fines del siglo XIX se propusieron ese horizonte. De ahí que el desafío de la intervención en este tipo de cuestiones, como "la drogadicción", que es en definitiva una especie de síntesis, de concentración de lo que ocurre en toda la sociedad.

La resolución del malestar va mucho mas allá de los expertos, se necesita de todos, de diferentes actores.

Una serie de acontecimientos, en definitiva, nos separó del mundo, la cuestión sería intentar volver a él, sin juzgarlo, sin legislar acerca de lo que nos rodea, así el error se diluye, si error es sinónimo de lo que no debería ser.

Pero si en principio intentamos reconocer el origen de los problemas, es posible que sepamos con más claridad qué hacer, de ahí que se haga necesario interrogarnos acerca del por qué de la drogadicción. Tal vez preguntándonos en principio si la drogadicción es una elección, o en definitiva un producto de la época que vivimos.

Bibliografía:

Fitoussi, Jean P/ Rosanvanllon, Pierre. La Nueva Era de las desigualdades.Edit. Manantial. Bs. As. 1997.

Lo Vuolo, Rubén. No pidamos al mercado lo que no puede dar. Art. Diario Clarín.19/5/00

Simonasi, Silvana. La Libertad de Elegir. En Dosier de Filosofía. . Junio de 1998.



* Datos sobre el autor:
* Alfredo Juan Manuel Carballeda
Trabajador Social. Docente Universitario Universidad Nacional de La Plata. Universidad Nacional de Entre Ríos. Universidad de Buenos Aires. Investigador

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