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Edición N° 51 - primavera 2008

La recuperación y visibilización de las prácticas y pensamiento críticos en el proceso de profesionalización del Trabajo Social. Aportes para la formación profesional

Por:
Bibiana Travi
* (Datos sobre la autora)
Con la colaboración de las Tec. en Minoridad y Flia. Analía García y Liliana Fernández (ponencia en el II Encuentro Argentino y Latinoamericano: "Prácticas sociales y pensamiento crítico"


El tema central de este Encuentro nos incita a reflexionar una vez más sobre la relación entre las prácticas sociales y el pensamiento crítico. Y ello nos parece central ya que últimamente, en las ciencias sociales y en el colectivo profesional en particular, el uso de estos conceptos se ha expandido, vulgarizado y reducido a tal punto que cualquier crítica (en general concebida como descalificación hacia ciertos autores, colegas o como acusación de pertenecer a determinado grupo político) es enarbolada como “pensamiento crítico”, y cualquier práctica que predique (aunque no practique) la participación y la ética es considerada como “transformadora o emancipadora”. Por otra parte, con cierta liviandad y simplista afán clasificador los autores y profesionales son agrupados en “revolucionarios/histórico-críticos o conservadores” con ausencia de categorías teóricas que puedan captar las tensiones, las contradicciones, los matices en sus perspectivas.

Este “dualismo totalizador” en términos de Teresa Matus (2004) y “el no tener una mirada matizada y compleja del pasado, ha posibilitado, entre otras cosas, la permanencia y la aceptación de visiones en cierta forma estigmatizadoras que contribuyen al olvido y desconocimiento …”(Op. Cit).

Por lo tanto nos detendremos brevemente en la conceptualización y sentido de la noción de “pensamiento crítico” retomando el planteo y preocupaciones que desde hace siglos ocupan tanto a filósofos de la ciencia como a cientistas sociales.

Desde su aparición hace más de 2000 años en la Grecia de Aristóteles hasta la actualidad, las nociones de crítico/crítica han ido modificándose. En sus orígenes se trataba de “la disciplina y formación por la cual se llega al discernimiento (krísis) de los buenos autores y los buenos libros”. De manera que un “crítico” era “un distinguidor, un discriminador, un discernidor” Como puede deducirse, “ser crítico” implica entonces ciertas habilidades, entrenamiento, un considerable esfuerzo intelectual y por sobre todas las cosas “un conocimiento amplio y profundo de la historia de los autores, los libros, las copias, las ediciones …” (Leal Carretero, F. 2003).

Se trata de una “capacidad” que requiere de disciplina, formación y por sobre todo humildad y reconocimiento de la propia ignorancia. En tal sentido, a esta primera concepción del término, el autor citado la llamará “crítica como erudición”.

Un segundo sentido puede observarse a través de “los dos grandes usurpadores del término “crítica”: Immanuel Kant y Kart Marx” (medidada por Hegel). (Op. Cit.)

En el primer caso, Kant no sólo pone en tela de juicio el concepto sino que a través de la elaboración de sus tres «Críticas» y obras fundamentales-, cuestiona la noción misma de razón, “con la finalidad de determinar cuáles son sus posibilidades y sus límites” (Morató). Lo que se propondrá es “la gran tarea de encontrar y establecer los límites del aparato cognitivo humano con la que Bacon y Descartes inauguraron la filosofia europea- y a la que Kant bautizó como crítica (…) y que da origen a la crítica como CIENCIA” (Leal Carretero, F. 2003).

Será Marx posteriormente el que sintetizará la noción “clásica” y la kantiana “erudita”, es decir la síntesis entre erudición y ciencia.

De manera que podría afirmarse que un profesional/intelectual crítico es aquel que:

  • Estudia pormenorizadamente las obras centrales de su disciplina;

  • las ubica en un contexto socio-económico, histórico, político, cultural, intelectual, académico;

  • Se esfuerza en comprender su significado en cuanto contenido y relevancia en el momento histórico de su surgimiento;

  • Identifica y analiza los problemas teóricos e interrogantes que le dieron origen;

  • Sabe formula preguntas, interrogantes y problemas porque “todo conocimiento es una respuesta a una pregunta” (Bachelard, G.2003)

  • Desentraña la lógica y argumentos del autor, desde su propio sistema categorial, sus valores, principios, teorías;

  • Indaga respecto de su historia personal, su trayectoria profesional, sus posicionamientos filosóficos y políticos, los autores que lo influenciaron o experiencias que marcaron su vida.

  • Valora la inteligencia, los avances o aportes al campo disciplinar aunque no acuerde con ellos;

  • Analiza y compara sus ideas con otras interpretaciones;

  • Frente a los determinismos economicistas o ideológicos, propone la práctica de la mediación conceptual;

  • Fundamenta sus opiniones a partir del análisis y estudio riguroso de las obras;

  • No confunde la teoría con la ideología;

  • No repite lo que otros autores escriben sin constratar sus argumentos;

  • No cae en reduccionismos;

  • No da de respuestas mecánicas;

  • No se basa en “opiniones”, obstáculo epistemológico por excelencia, sino en fundamentos (“El espíritu científico nos impide tener opinión sobre cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no podemos formular claramente” (Bachelard, G.2003);

  • Frente a los posicionamientos dogmáticos, propone un enfoque problematizador, complejo y abierto a los cuestionamientos en lugar de aferrarse a las respuestas prefabricadas.

¿Que implicancias tiene esta concepción en la formación de los futuros TS y en la práctica docente?. ¿Cómo es posible la formación de profesionales críticos cuándo por diversas y múltiples razones 1, el “estudio de autores” (sean o no de la disciplina) con frecuencia es reemplazado por la rápida lectura de fotocopias que “hablan” de ellos?, o cuándo se confunde la crítica vulgar y la repetición de “frases hechas”, con el lento y complejo proceso reflexivo /cognitivo de gestar una opinión fundada.

¿Cómo consolidar un rol docente que contribuya a la conformación de “sujetos epistémicos”, que posibilite en términos de Wlosko, M. (2002) 2 el tránsito desde “el Sujeto de las respuestas al Sujeto de las preguntas” y el pasaje del “Sujeto de la opinión al Sujeto de la argumentación fundada”? 3

La segunda cuestión hace referencia a las “prácticas sociales” y dada la amplitud del tema sólo haremos mención a un tipo particular, a las prácticas profesionales críticas, concebidas desde una perspectiva según la cual, atentas a las necesidades concretas de la población, orientan su intervención hacia procesos de emancipación social y a la construcción de una sociedad democrática, igualitaria y participativa.

Retomaremos entonces los interrogantes planteados al inicio y presentaremos algunos hallazgos/resultados de investigaciones realizadas en los últimos años sobre el tema.

Conocer ¿cuál fue el origen de las “prácticas profesionales críticas”?, ¿qué rupturas produjeron respecto de la caridad y la beneficencia? 4 ¿Qué principios y valores las orientaron?, ¿qué teorías las sustentaban?, ¿cuáles eran sus objetivos?, etc., fue (y sigue siendo) parte de un largo proceso de investigación.

Para dar respuesta a estos interrogantes, nos abocamos al estudio profundo de las grandes transformaciones de la sociedad norteamericana entre fines del siglo XIX y principios del XX, (a nivel socio-económico, político, cultural) 5 y del surgimiento y desarrollo del Movimiento Reformista.

Por otra parte, la estrategia teórico-metodológica privilegiada fue la reconstrucción biográfica y de las trayectorias profesionales, académicas y políticas de las/os principales referentes del Trabajo Social.

Para ello se diseñaron una serie de matrices e instrumentos para la recopilación y análisis de la información que permitieron “indagar e interpelar” a estas/os autores/as - protagonistas a partir de sus escritos, obras y documentos de la época. Se trató en todo momento de reconstruir, desde una perspectiva hermenéutica y genealógica, los principios, metodologías y fundamentos de su “su actuar y su pensar” desde su propio sistema categorial, para luego dar lugar al análisis crítico de los mismos.

Ya hemos reconstruido la “vida y obra” de mas de cincuenta “pioneras/os y precursores” del Trabajo Social “crítico”, en su inmensa mayoría mujeres. Entre ellas podemos citar además de Mary Richmond y Jane Addams a Edith y Grace Abott (1876-1957 y 1878-1939), Hellen Bosanquet (1860-1926), Julia Clifford Lathrop (1858-1942), Margaret F. Byington (1857-1952), Mary Parquet Follet (1968-1933), Josephine Shaw Lowel (1843-1905), Charlotte Towle (1896-1966), Virginia Robinson (1883-1977), Jessie Taft (1882-1960).

¿Por qué las incluimos en lo que consideramos el “Trabajo Social crítico”?. ¿Qué tuvieron en común estas mujeres?

Podríamos sintetizarlo en unas palabras, la pasión por un oficio a partir de su firme convicción sobre el aporte que el Trabajo Social podía realizar para construir una sociedad más justa, más libre, más democrática. Se trató de mujeres que desafiando el único y “natural” destino de ser “madres y esposas”, irrumpieron en la vida pública, ocuparon espacios de enorme relevancia en la política y en el mundo académico y se enrolaron, como diría el colega español Miguel Miranda, en todas las luchas “políticamente incorrectas”: el sufragismo, el abolicionismo, el antiemperialismo, el pacifismo, la lucha contra la discriminación, la corrupción, el trabajo infantil, la explotación laboral, entre muchas otras. Casi ninguna se casará. Muchas de ellas consolidarán parejas duraderas con sus compañeras de lucha.

Todas ellas tuvieron un papel central en una nueva manera de concebir los problemas sociales, la pobreza y sus formas de abordaje, oponiendo tajantemente el conocimiento científico frente al voluntarismo filantrópico. Asimismo fueron autoras y protagonistas en la formulación de leyes y políticas sociales que contribuyeron sustancialmente al mejoramiento de la calidad de vida de la población en el campo de los derechos de las mujeres y los niños, de la justicia de menores, las condiciones laborales, la situación de los inmigrantes.

Asimismo la mayoría se destaca por haber obtenido una formación académica del más alto nivel (doctorados y masters) y a ocupar cargos de alto nivel jerárquico en universidades y otras instituciones educativas de nivel superior.

Su accionar fue central en la creación de las primeras escuelas de Trabajo Social y de su inserción y vínculo con las universidades.

¿Saben nuestros estudiantes que Edhit Abott, obtuvo su grado doctoral en economía en la Universidad de Chicago en 1905, fue directora del Departamento de Investigación de la Escuela de Chicago donde promovió la fusión de la escuela de Ciencias Políticas y Filantropía de Chicago y que en 1924 fue designada como la primera mujer Decana de la Chicago School of Civics and Philantropy en los EEUU cargo en el que permaneció hasta 1942.? ¿Y que su hermana Grace se doctoró en ciencias políticas en 1909 en la misma universidad? ¿Tuvieron acceso a sus investigaciones y escritos sobre el trabajo infantil y la inmigración y la situación de las mujeres trabajadoras? ¿Saben que fueron protagonistas en la elaboración de leyes de protección social y que tuvieron un papel central en plantear “la importancia y la necesidad esencial de una administración para el bienestar público; el requerimiento de un sistema de bienestar social más humano; la responsabilidad del Estado respecto a los problemas sociales; y los aspectos sociales de la legislación” (Travi, B y equipo:2008).

¿Conocen las investigaciones y propuestas para el trabajo social con familias elaboradas por Jessie Taft o Virginia Robinson, ambas doctoras de la Universidad de Chicago, militantes feministas e impulsoras del pensamiento de Otto Rank en EEUU? ¿Qué obras leyeron de Virgina Satir? ¿Sabrán que son tomadas como autoras de referencia por psicólogos y psiquiatras de enorme relevancia?

Y de Charlotte Towle ¿que podríamos decir? Por ejemplo que fue un referente central en el campo de la salud mental y en la formación profesional en la universidad de Chicago. Fue nombrada Doctor Honoris Causa en Leyes, por la Universidad de Cleveland. En dicha mención se expresa: “Charlotte Towle, trabajadora social, líder, erudita, la suya es una profesión que avanza, en la cual el conocimiento de disciplinas nuevas que van apareciendo, deben incorporarse al difícil arte práctico. Usted ha contribuido como erudita de aportaciones con un alto don de intelectualidad, como una experta de habilidades inusuales, como una profesora capaz de inspirar a los estudiantes. Porque ha destacado con un trabajo excepcional a sus compañeros, porque ha engrandecido nuestra profesión de la enseñanza, porque a través de su esfuerzo el Trabajo Social es capaz de hacer frente más hábilmente a los problemas y a las enfermedades de nuestra sociedad, nosotros debemos honrarle”.

A pesar de su reconocimiento, y debido a la agudeza de su pensamiento crítico, su obra más importante ““Common human needs”, escrita para el Departamento de Asistencia Pública de la Seguridad Social de EEUU, fue eliminada de los inventarios y cesó su impresión por ser considerada como “socialista”.

Para concluir, ¿conocerán la apasionante vida de Jane Addams, que junto a Emily Balch obtuvieron el Premio Nobel de la Paz por su militancia pacifista y su labor en la Liga internacional de mujeres por la Paz?

¿Tendrán conocimiento de la experiencia de la Hull House de Chicago, fuente y origen del trabajo social comunitario, de los estudios de caso y métodos etnográficos, centro de investigación y producción teórica que aún hoy es objeto de admiración, estudio, y análisis por cientistas sociales de diversas disciplinas?

Si dudas podríamos continuar, pero no se trata aquí de presentar una tediosa enumeración de datos biográficos, sino sólo de aportar algunos ejemplos que permitan poner de manifiesto, darle visibilidad al pensamiento y prácticas transformadoras que, sin estar exentas de críticas o cuestionamientos, forman parte de nuestras mejores tradiciones y acervo de conocimientos y que lamentablemente son sistemáticamente son negadas o tergiversadas en gran parte de las Unidades Académicas.

El ocultamiento, la negación o tergiversación de nuestro pasado, no sólo incide negativamente en la posibilidad de consolidar una identidad profesional que “asume la responsabiliad de la herencia” (Matus, T. 2004) y desde allí se proyecta al futuro, sino que produciría lo que Boaventura de Sousa Santos denomina (aunque refiriéndose a otro tipo de saberes) como “epsitemicidio” disciplinar por parte del paradigma dominante.

De manera que a partir de nuestra perspectiva, en la formación de profesionales e intelectuales críticos debemos mantener una permanente “vigilancia” frente a la “opinión”, a la repetición de consignas, a la crítica superflua e ideologizada de autores sin fundamento ni conocimiento profundo.

BIBILOGRAFIA

AAVV (2004): Los pioneros del Trabajo Social, una apuesta por descubrirlos. Exposición Bibliográfica. Escuela Universitaria de Trabajo Social, Universidad de Huelva, España

AYLWIN, N. – FORTTES, A. MATTUS, T. (2004): La reinvención de la memoria. Indagación sobre el proceso de profesionalización del trabajo Social chileno 1925-1965. Pontificia Universidad Católica de Chile, Fac. de Ciencias Sociales, Escuela de Trabajo Social.

CORTÉS MORATÓ, J. y MARTÍNEZ RIU, A. (1996): Diccionario de filosofía. En CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. España.

de SOUSA SANTOS, B. (2006): Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social. (Encuentros en Buenos Aires). CLACSO Agosto. 2006. ISBN 987-1183-57-7

DI CARLO, E. (2001): La Comprensión como Fundamento del Servicio Social. Idem.

KANT, I. (1977): Crítica de la razón práctica. Editorial Losada, Buenos Aires. Cuarta edición.

LEAL CARRETERO, F. (2003): ¿Qué es crítico? Apuntes para la historia de un término. En: Rev. Mexicana de Investigaciones Educativas. Enero-abril, vol. 8, núm 17, pp245-261.

MIRANDA ARANDA, Miguel (2004): De la caridad a la Ciencia .Pragmatismo, interaccionismo simbólico y Trabajo Social. Zaragoza, España: Zaragoza, España.

TRAVI, B. y equipo (2007): El proceso de profesionalización, el movimiento de reforma social y sus principales protagonistas (EEUU1878-1922). Dir. Travi, B. Dto. de Cs. Sociales, UNLu, Luján. ISSN 0329-6512.

TRAVI, B. (2006): La dimensión Técnico-Instrumental en Trabajo Social. Reflexiones y propuestas acerca de la entrevista, la observación, el registro y el informe social. Espacio Edit. Bs. As.

TRAVI, B. (2004): ¿Qué y cómo se “enseña” y qué y cómo se “aprende” en las Prácticas de Formación Profesional? Reflexiones a partir de la experiencia en la Carrera de Trabajo Social de la UNLu”. Encuentro AAFATS, 29 de Septiembre al 1º de Octubre. Universidad Nacional de Luján.

NOTAS

1 Que van desde la masividad y la falta de recursos docentes, al escaso nivel de lectura de los estudiantes, los problemas económicos para acceder a lo textos completos, las deficiencias en los planes de estudio, la deficitaria formación docente, etc.

2 Para mayor información ver TRAVI, B. (2003): Elementos para el análisis del contexto de surgimiento del Trabajo Social en EEUU y del aporte de primeros desarrollos científicos de la disciplina. Paraná, Entre Ríos, Argentina: Ponencia en las “Segundas Jornadas de Investigación”. Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos, 16 al 18 de octubre.


3 WLOSKO, M. (2002): De la subjetividad práctico-profesional a la conformación de un sujeto epistémico. En. Rev. Litorales. Año 1, Nº 1. (citado en Travi, B: 2004).

4 Este tema se encuentra desarrollado en Travi, B (2006).

5 Idem Travi, B. (2003) y (2007).



* Datos sobre la autora:
* Bibiana Travi
Prof. Mg. Carrera de Trabajo Social – Universidad Nacional de Luján, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

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