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Edición N° 48 - verano 2008

Homenaje a Seno Cornely

Reforzando la familia y la comunidad como base para una sociedad justa y pacífica

Por:
Seno Cornely
* (Datos sobre el autor)


Este artículo fue publicado originalmente por la revista SERVICIO SOCIAL: TRIBUNA LIBRE, en su Nº 4 de agosto de 1987. Su versión original es reproducida en homenaje al autor recientemente fallecido.

La XXIII Conferencia Internacional de Bienestar Social tuvo lugar en Tokio del 1 al 5 de septiembre de 1986 y asistieron cerca de 3000 expertos de 108 países. La temática central fue “La familia y la comunidad”. Su eje vertebral fueron tres conferencias magistrales. La tercera de éstas, bajo el título arriba indicado, le cupo al Dr. Seno A. Cornely. Además de la publicación oficial en inglés, francés, castellano y japonés por el Consejo Internacional de Bienestar Social, esta conferencia fue editada por el Proyecto Internacional sobre Familia y Comunidad, de la Iglesia Anglicana, en Australia, y distribuida a toda su vasta red de contactos.

1. Introducción

1.1 Por el hecho de vivir en un país sometido al capitalismo periférico dependiente, en el llamado Tercer Mundo, voy a intentar aportar algunos puntos de vista bastante comunes en esta categoría que abarca actualmente 4/5 partes de la especie humana. Séame igualmente permitido validar mi experiencia práctica más intensa en América Latina, integrante de esta parte de la humanidad.

Los Análisis que traigo y las proposiciones que presento no son sólo mías. Resultan en su parte más sustantiva, del reciente Seminario Latinoamericano sobre Familia y Comunidad, realizado en Porto Alegre, Brasil, del 11 al 15 de mayo de 1986, y del cual participaron 1170 especialistas de 17 países del continente. Me siento pues, de cierta forma como un vocero del colectivo profesional de mi continente. Esto imprime mayor legitimidad a mis posiciones al mismo tiempo que aumenta fuertemente mi responsabilidad.

1.2. Al propugnar por una sociedad justa y pacífica ya se parte de la premisa de que la actual no lo es. Y no lo es exactamente, porque con el progreso de la economía y el desarrollo de la tecnología, algunas personas, grupos o países se han apropiado de los medios de producción para dominar a los otros. Estos tienen que vender en el mercado, a precios generalmente viles, su fuerza de trabajo, su inteligencia, su dignidad, sus materias primas y su soberanía nacional.

Con eso se generan y profundizan relaciones de dominación y dependencia a todos los niveles, desde el interior de la familia hasta el orden internacional. La no distribución equitativa del producto social genera una economía inhumana, con los superricos despilfarrando, en un consumismo desenfrenado, lo que falta para saciar el hambre de mayorías cada vez más crecientes. Siendo injusta esta situación, provoca la revuelta, el odio, la ira, el conflicto, la violencia, la guerra.

Si las contradicciones oriundas de un modo de producción fundamentado en el lucro como objetivo principal existen en todos los países capitalistas, sus manifestaciones son mucho más flagrantes, con resultados mucho más crueles, en los países del Tercer Mundo –América Latina entre ellos- sometidos a un capitalismo periférico y dependiente.

En este continente, por ejemplo, bajo el sofisma de un discurso sobre inversiones extranjeras para el desarrollo, el capitalismo oligopólico monopoliza los sectores de punta (industria química, farmacéutica, metal-mecánica, de energía, de informática, etc) y así domina toda la economía nacional.

Cuenta para esto con la anuencia de sectores de las burguesías nacionales, que sobreponen sus intereses de case a los países imperialistas efectivamente nos exportan más que capital y tecnología, sus problemas (industrias polucionadoras, tecnologías obsoletas, maquinarias ultrapesadas; sus estoques de armas, U$S 870 mil millones en el 85 y 30% para el Tercer Mundo; crisis con las clases trabajadoras, etc). Además nos compran materias primas a precios cada vez más bajos, estableciendo un creciente deterioro en las relaciones de cambio.

Por otro lado, los bancos nos sofocan con los extorsivos costos de nuestras deudas externas, contraídas muchas veces por gobiernos ilegítimos sustentados por las potencias imperiales y cuyos prestamos poco o nada han beneficiado a nuestros pueblos, de los cuales hoy se pretende exigir que paguen lo que absolutamente no pueden.

Verifícase, de otra parte, un dislocamiento del eje del poder político real de los países del Tercer Mundo para la banca y las empresas trasnacionales. Las grandes decisiones sobre América Latina son tomadas hoy día en Wall Street, en Londres o en Tokio. La mayoría de nuestros gobiernos, aún dos de características demócrata liberales, son un poco más que títeres sustentados y manipulados por los intereses internacionales.

Internamente hay una furiosa competencia por la acumulación capitalista a favor de minorías, generalmente asociadas con grupos extranjeros. Mientras tanto se verifican desequilibrios crecientes entre los sectores productivos, con predominio cíclico de unos sobre otros.

La penetración de la gran empresa moderna en el campo ocasiona la ruptura de la estructura agraria y expulsa de sus hogares millones de campesinos, que se instalan en las periferias urbanas. Aunque la urbanización sea un hecho universal en el siglo que estamos terminando, hay que hacer la distinción de este fenómeno en los países ricos y en los del Tercer Mundo: en los primeros, el hombre sale del campo para trabajar en una ciudad donde encuentra empleo, infraestructura urbana y los equipamientos comunitarios indispensables, mientras que en los países del Tercer Mundo es expulsado del campo y migra para la ciudad como única alternativa. Pero se encuentra sin preparación para conseguir un trabajo en un mercado altamente competitivo y acaba radicándose en las periferias urbanas, sin ninguna infraestructura y poquísimos equipamientos.

Con una economía estacionada o en recesión no consigue empleo en el mercado de trabajo central y tiene que buscar estrategias de sobrevivencia a través de actividades llamadas del sector informal. A este tema volveré más tarde.

En algunos países del Tercer Mundo no se trata de responder a los problemas de minorías problematizadas. Al contrario, los problemas son masivos. Las inmensas mayorías de la población son excluídas y subyugadas por un sistema inhumano. El problema no reside en ellas, sino en el sistema que las hace sus víctimas.

El desempleo, directo o disfrazado, es ampliado por los altísimos porcentajes de las víctimas de sueldos mínimos bajísimos (el sueldo mínimo en Brasil es de 40 dólares mensuales y más de una tercera parte de los trabajadores no lo alcanzan..). Esto produce la pobreza masiva con la cruda realidad del hambre y la desnutrición, la mortalidad infantil y las bajas espectativas de vida. Las conductas antisociales, con sus formas más agudas en la violencia, el robo y la delincuencia adulta e infantil, son cada vez más numerosas, con su antípoda – y muchas veces su causa- en la violencia y la represión institucionalizada.

1.3. Esta situación apocalíptica nos hace preguntar si es posible construir una sociedad justa y pacífica en este sistema, y en su fase más cruel y salvaje, que se verifica en los países dependientes. ¡ Se puede honestamente hablar de construirla dentro de los parámetros de la sociedad de clases? ¡ Cómo se podrá exigir de gobiernos, en gran parte títeres de las superpotencias, que inviertan en políticas socieales a favor de las familias y comunidades, si sabemos que estas políticas sólo serán aprobadas si colaboran para la optimización de la acumulación capitalista, esto es: a mediano plazo, para ampliar la explotación de las mayorías?

Además, la historia reciente de la mayor parte de los países tercermundistas ha demostrado que el desarrollo social siempre ha sido suproducto del económico, y la falsa dicotomía que entre ellos se estableció tiene este propósito.

En las épocas de crisis económicas, cuando más necesidades sufren las capas populares, sus grandes víctimas, es cuando justamente se reducen sus inversiones sociales.

Los niveles de pauperización masiva son crecientes, con todo el cortejo de problemas sociales que producen. América Latina, por ejemplo, a pesar del discurso eufórico de muchos de sus gobiernos y a pesar de la verdadera invasión de agencias asistenciales o “desarrollistas” de los países ricos, vió crecer sus niveles de pobreza crítica de 90 millones en 1970 a 130 millones en 1980, eso es 44% en sólo 10 años. (Carlye G. De Macedo, director de la OPS, en Cero Hora de 11/6/86). Eso significa concretamente que 1/3 de nuestra población sobrevive por debajo de los niveles mínimos de subsistencia.

1.4. Pero cabe preguntar si es suficiente proponer e implantar mejores niveles de bienestar y calidad de vida para la construcción de una sociedad justa y pacífica.

¿Qué significa para nosotros, para cada uno de nosotros bienestar? ¿Calidad de vida?.

Si los ubicamos sólo en la familia y en la comunidad, sin cambios estructurales en las sociedad es nacionales y en las relaciones internacionales, cabe la hipótesis de un equívoco básico, de que estamos trabajando sobre un falso problema, de que nos estamos alienando. Podríamos estar utilizando maniobras desviacionistas, cortinas de humo, para encubrir la realidad de la situación. Tales actitudes pueden ser altamente funcionales para los países ricos, que así nos transfieren la culpa por la explotación que ejercen, y que producen nuestro malestar y nuestra mala calidad de vida, dándonos la impresión de que tenemos que mejorar nuestras relaciones intra-familiares y nuestra comunidad local. Con eso se podrá mantener intocada la explotación.

Pero, aunque puedan atenuar la apariencia de dominación, de poco valdrán para una efectiva construcción de una sociedad justa; ésta sólo se podrá construir con el cambio radical del orden económico mundial. Por lo tanto se trata de una tarea eminentemente política.

  1. CARACTERIZACION DE LA FAMILIA Y LA COMUNIDAD.

Después de presentar someramente el molde más amplio en el cual se encuadra mi pensamiento, cabría situar las realidades de familia y comunidad en las capas populares, que son el objeto y deben ser el sujeto del bienestar social. Nuevamente, me valdré del conocimiento más directo de esta realidad en América Latina, algunas veces similar a la de otros contextos subdesarrollados.

2.1. El conglomerado humano básico que convencionalmente llamamos “familia”, pareciera ser bastante distindo en las clases populares del Tercer Mundo del modelo que los “mass media” de los países imperiales nos intentan presentar como familia normal, respetable.

La primera característica es la aguda lucha por la sobrevivencia. Para tanto, todos los miembros de la familia tratan de aportar, el hombre con su sueldo mínimo o algún recurso de actividades informales; la mujer como aseadora, lavandera, cocinera en alguna cada burguesa, antes que tenga la tercera jornada de trabajo en la familia; los hijos de ambos sexos, desde tierna edad y con perjuicios acentuados de su infancia y de su escolarización: el caso del niño trabajador.

Como aún así las bajísimas remuneraciones muchas veces no les alcanzan para sobrevivir dependen de los mecanismos asistenciales del Estado o de particulares, predominantemente entidades religiosas Algunos estudios en pueblos jóvenes de Perú o en favelas brasileñas, demuestran que del 80 al 90 % de las familias reciben o alguna vez recibieron, auxilios filantrópicos para su mera sobrevivencia. Véase bien que no es para una vida digna y plena, sino sólo para sobrevivir...

En segundo término, esta preocupación neurotizante condiciona fuertemente las relaciones intra-familiares. Son comunes el alcoholismo, la violencia y otras formas de neurosis en la familia, cuyas relaciones son altamente isatisfactorias. Como hecho sintomático baste citar que algunos estudios hechos entre mujeres faveladas demuestran que más del 60% de las que tenían 2 o más hijos nunca habían experimentado el placer del orgasmo.

La tercera característica es que esta familia es muy dinámica, cae su estabilidad y ella se hace muy móvil. Los cambios en su estructura son permanentes. Se cambia incluso de compañero (a) sin el formalismo contractual del divorcio. Altos porcentuales de familias son uniparentales, pero con compañeros visitantes, cabiendo normalmente la responsabilidad mayor a la mujer. Parecen conferir mucho más importancia a las funciones relacionales que a las legales.

El cuarto elemento resulta de esta situación y lleva a considerar que la función socializadora escapa cada vez más de la familia y pasa a ser desempeñada por la calle donde trabajan los niños. Estos hijos moldean su proyecto de vida y su matriz conductual más en la calle que en la familia. De otro lado, su trabajo, les confiere cierto grado de autonomía y de liberación de la tutela paterna. Con eso, encuentran en la calle sus modelos, dislocando la figura ideal paterna o materna.

Otra característica pareciera ser que la familia asume, per se, un papel de estrategia de sobrevivencia. En este sentido, ella sobrepasa su carácter nuclear y vuelve a asumir una base más clánica. Pero ese clan no se restringe a la consanguineidad, asumiéndo un límite geográfico y una solidaridad comunal, de todos los individuos que se ayudan mutuamente como única forma de sobrevivir. Allí se mezclan las funciones de la familia y la comunidad local.

Una sexta característica sitúa la función netamente política de la familia popular, como variable intermedia en los procesos de cambio. Si, de una parte, ella sufre directamente el impacto de los cambios sociales, de otra se convierte en matriz generadora o entrabadora de estos cambios. Ya se ha afirmado que, mientras la familia siga siendo autoritaria, sometida al imperio machista del pater familias, el autoritarismo seguirá en todo el tejido social. Si la familia no se democratiza, no se construirá la democracia societal, y seguiremos con dictaduras políticas, ya sean explícitas o disfrazadas.

2.2. También la noción de comunidad ultrapasa el modelo de los países ricos, basado en solidaridad, cohesión social y sentido de pertenencia, para asumir su función esencial de estrategia de sobrevivencia. La gente se une y así cobra fuerza para sobrevivir.

Es el caso de los comedores populares, de las miniunidades de producción, de los sistemas de ayuda mutua, de los sistemas de salud popular, etc.

Pero como la realidad social es dialéctica, en este proceso las capas populares desarrollan su conciencia crítica, se preguntan por qué ellos tienen que gastar su energía para hacer trabajos comunales, se sienten superexplotados en su tiempo libre. Pasan a descubrir su poder, pues saben que son la mayoría. Pasan a movilizarse, a organizarse, a politizarse y a presionar al poder político (estado) y a el poder económico (capital).

Y se desarrollan proyectos de autogestión local, como un tipo de poder comunal para luchar contra el centralismo autoritario, contra los grandes proyectos que optimizan la acumulación capitalista y la concentración del poder.

Esta comunión de intereses concretos se constituye muchas veces en la única forma de sobrevivencia de las capas populares y su potencial político es ineludible y entonces pasan a cobrar importancia los movimientos sociales urbanos y rurales, de enorme potencial transformador, así como las redes informales (sector informal de la economía, redes de vecinos, familia extensa, a la cual ya me referí anteriormente y que pasa a confundirse con comunidad).

Importa pues, politizar también el tema comunidad.

  1. IDENTIFICACION DE POLITICAS Y METOSOS A CORTO Y LARGO PLAZO PARA REFORZAR LA FAMILIA Y LA COMUNIDAD.

En primer lugar parece importante que las políticas y los métodos de reforzamiento de la familia y la comunidad sean diseñados con la participación de los usuarios, esto es: de las familias y sus organizaciones. De otra parte, deben modificarse junto con las situaciones cambiantes, no siendo, por lo tanto, suficiente institucionalizarlas de forma rígida. La misma metodología debe ser flexible y adaptada a cada momento histórico concreto.

También es importante que, en los momentos de crisis económicas más agudas, se garanticen políticas sociales más eficaces y de mayor volumen de recursos exactamente, para compensar las necesidades populares más intensas.

    1. A corto plazo.

El riesgo principal de medidas a corto plazo en los países subdesarrollados es que las mismas vengan a perpetuarse, ya sea por la ley de la inercia que hace que, atendida la emergencia, se olvide la acción más profunda, ya sea porque tienen un efecto desmovilizador de la presión popular. Aquí se la entiende en su exacta dimensión, esto es, como medidas a corto plazo, pero inscriptas en políticas de mediano y largo plazo. O sea, no se la divide en compartimentos separados, pues no hay autonomía de las medidas a corto plazo: ellas son destinadas a apagar el fuego, pero hay que insertarlas en políticas que remuevan las causas del incendio.

La gran mayoría de estas medidas pueden ser de iniciativa local, ya sea comunitaria, de grupos voluntarios o de gobiernos municipales. Muchas se fundamentan en la inversión-trabajo y no demandan altos recursos financieros. Se rescatan los ideales schumpetereanos de “small is beatiful”, sin muchas preocupaciones, con altos estudios de factibilidad económica de estos proyectos. Su función pedagógica y su potencial de movilización son considerados más importantes.

Hecha esta observación aclaratoria, pienso útil enunciar algunas medidas que se vienen tomando en las clases populares de los países subdesarrollados, objetivando la sobrevivencia y el reforzamiento de la familia y la comunidad. Voy a dividirlas por sectores para facilitar la exposición, pero las mismas están, obviamente, interconectadas entre sí.

  1. Sector de alimentación

  • Proyectos comunitarios de cría de pequeños animales comestibles (pollos, conejos, etc)

  • Proyectos comunitarios de apicultura.

  • Proyectos comunitarios de huertas y frutales.

  • Proyectos comunitarios de piscicultura y ranicultura.

  • Educación nutricional y culinaria.

  • Comedores populares.

  1. Sector de salud.

  • Enseñanza de hábitos de higiene.

  • Idem, de nociones de puericultura.

  • Proyectos de salud popular, incluyendo la utilización de hierbas medicinales.

  • Atención prenatal y primera infancia, incluyendo ofrecimiento de alimentación infantil.

c) Sector educación

  • Proyectos sencillos de capacitación para el trabajo particularmente de los jóvenes.

  • Educación cooperativista.

  • Educación para el ejercicio del liderazgo.

  1. Sector económico

  • Mini unidades de producción autogestionarias.

  • Desarrollo de la artesanía popular.

  • Sistemas de comercialización de los porductos populares, cooperativas de consumo.

  • Desarrollo de actividades del sector informal.

  1. Sector vivienda.

  • Impulso a los proyectos de ayuda mutua en autoconstrucción, con materiales más económicos, producidos a nivel local.

  • Facilitar terrenos a las clases populares.

  • Facilitar infraestructura y equipamientos comunitarios.

  • Facilitar la casa para la familia (n de piezas, respeto cultural del uso, etc)

  1. Sector recreación

  • Facilitar espacios públicos para la recreación autogestionada por la comunidad, de preferencia por grupos etáreos.

  1. Para grupos especiales

  • Niños:

Guarderías populares

Hogares vecinales o sustitutos

Miniparques

  • Ancianos:

Mentalización sobre la importancia de la familia para el viejo y del viejo para la familia.

Hallazgo de papeles que el anciano pueda desarrollar, incluso de aporte económico para la familia.

Utilización del tiempo y la experiencia del viejo en servicios comunitarios.

  • Mujeres:

Proyectos de trabajos rentables a ser ejecutados en la casa.

Divulgación de sus derechos en la familia.

Proyectos comunitarios que la capaciten a conocer su cuerpo, su sexualidad, sus potencialidades sociales.

3.2. A mediano y largo plazo.

Deben ser concentrados todos los esfuerzos para el desarrollo social, buscando la construcción de un orden social justo, con humanización de la economía y la tecnología, con socialización de la información y la decisión y participación popular en la planificación y la administración.

Para esto son indispensables en cada país, políticas estatales que “garanticen la optimización de los servicios básicos” :

  1. Políticas de desarrollo que propendan por una economía estable, con generación creciente de empleo.

  2. Políticas de vivienda, que contemplen criterios de racionalización y fomento a un crédito accesible a los sectores mayoritarios.

  3. Políticas de producción de alimentos y distribución apropiada que garanticen realmente la satisfacción de esta necesidad básica a las amplias mayorías.

  4. Políticas de salud que replanteen este concepto. Es imprescindible aportar a la construcción de una noción más integral de la misma, vinculadas a un estado que depende directamente de las condiciones objetivas de existencia y al rescate del saber popular tradicional, sumado creativamente al acceso del conocimiento de los avances científicos.

  5. Políticas de educación que propugnen por el desarrollo de una conciencia crítica del individuo y su familia frente a su realidad nacional y propicien actitudes de cambio.

  6. Revisión de los códigos de familia, en muchos casos anacrónicos, a fin de garantizar la defensa del derecho al desarrollo integral, al fomento de la libertad de todos y cada uno de los miembros de la familia, en especial de los segmentos más postergados socialmente. Como es el caso de la mujer y el niño.

  7. Políticas de población que propicien la participación activa, conciente y crítica de los ciudadanos y de la familia como institución.

  8. Políticas específicas de familia que contemplen programas de prevención de la salud mental, integrados a todos los ámbitos del accionar social, que propicien la creación de espacios de reflexión crítica sobre las relaciones sociales a todo nivel y en especial, sobre la función socializadora de la familia.

Cabría solo añadir que, en lo que se refiere a los códigos de familia, se debería tener cuidado especial en “normalizar” la protección de las familias uniparentales y a las de compañeros no fijos.

En las políticas específicas de familia, se deberá tratar de rescatar el trabajo doméstico como forma de protección a la mujer, así como eliminar progresivamente, a través de mejores sueldos a los adultos, el ignominioso trabajo infantil. Una legislación especialísima deberá proteger las familias de baja renta (desempleados, padres y madres enfermos, agricultores sin tierra, emigrantes, presidiarios, etc.).

Cabría igualmente exigir la democratización de la recreación, del deporte y de la cultura, a través de ofrecimiento, por parte del estado, de un amplio abanico de alternativas recreativas, deportivas y culturales a las poblaciones desposeídas. De otra parte, es importante que el estado rescate las formas concretas de cultura popular con todo lo que ella tiene de auténtico y creativo.

4. LA POLITIZACION DEL TEMA FAMILIA Y COMUNIDAD.

Quiero terminar esta charla concluyendo que la temática de familia y comunidad es necesariamente política, así como políticas son las medidas y los métodos que se van a adoptar para enfrentar sus problemáticas. Intenté demostrar como, en el Tercer Mundo y particularmente en América Latina, los problemas enfrentados por la familia son los problemas del subdesarrollo, de la dominación de los países ricos, del modo de producción adoptado.

Hay diariamente, en millones de hogares pobres, una terrible violación de los derechos humanos fundamentales, el derecho a la alimentación, a la habitación, al trabajo, a la vida. Esta violación, por masiva, es aún más cruel que la de los derechos individuales. La violencia intrafamiliar es pésima, pero la violencia del sistema contra millones de familias, condenándolas a la muerte lenta por el hambre, a la dignidad por la falta de libertad, al deterioro espiritual por falta de respeto al ser humano, es mucho más terrible.

Por eso urge una acción política colectiva, que parta de proyectos locales, comunitarios, de discusión de la problemática y de sus causas inmediatas y mediatas, al desarrollo de una conciencia crítica colectiva, a la organización y movilización popular.

Son proyectos populares de “organizaciones familiares, de organizaciones de madres” 1, capaces de ocupar su espacio político y de enfrentamiento con el estado.

Cuanto más politizada sea la familia, más fuerza tendrá para cambiar el sistema que la oprime. Por eso las organizaciones populares deben conquistar el espacio partidario e insertar en las propuestas de los partidos, especialmente de aquellos de vanguardia, las demandas familiares.

Esta politización va a rescatar los movimientos sociales, ya sean los de “protesta, de propuesta o de gestión” 2 y utilizarlos como palanca para la atención, por parte de los gobiernos de las exigencias de la familia.

Además la politización penetrará también el ámbito interno de la estructura familiar, en el sentido de democratizar las relaciones. Como ya he dicho antes, estoy plenamente convencido que la democracia societal real no se implantará mientras tengamos el conglomerado familiar con relaciones verticales y autoritarias.

Pero la politización del tema no se restringe dentro de sí mismo, ni tampoco se agota a nivel de cada país singular. Como se vio, el fenómeno familia se inserta y se articula, de forma dinámica, con la sociedad nacional y el sistema internacional.

Por eso entiendo que será ilusorio intentar reforzar, a fondo, la familia y la comunidad si no se trata de introducir cambios radicales en el orden económico mundial.

Y por allí va el esfuerzo de Naciones Unidas, sus agencias especializadas y muchas ONG.

Es obvio que esta politización del tema exige cambios en la formación y la actualización de los profesionales que manejan la asesoría a la familia. No es mi propósito tratar este asunto acá, pero cabría señalar que parece ultrapasado el profesional neutro, fríamente científico, olímpicamente distante de los conflictos que se traban en la arena política.

Sólo con relaciones justas y equitativas en el orden internacional se podrá construir una sociedad justa y pacífica, que ofrezca las bases para una familia y una comunidad realmente humanas.

NOTAS

1 Atilano, María Uriarte y Bravo, Lautaro Prado “ La familia y la comunidad latinoamericana”. Seminario Latinoamericano cobre familia y comunidad, Porto Alegre, mayo de 1986.

2 Aguiar, César. “La familia y la comunidad: acción de los organismos oficiales y privados y de los movimientos populares. Seminario Latinoamericano cobre familia y comunidad, Porto Alegre, mayo de 1986.



* Datos sobre el autor:
* Seno Cornely
(Trabajador Social) Profesor, planificacion social, Brasil

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