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Edición electrónica

Edición N° 33 - otoño 2004

SOCIATRIA

Terapia Social y Salud

Por:
José Luis Zamora
* (Datos sobre el autor)


Muchas veces he sido consultado desde la interdisciplina que me rodea en el ámbito académico universitario, por profesionales provenientes de distintas ciencias, sobre el para qué de la Terapia Social.

La generalidad indica que: el término “terapia” es relacionado mental y directamente con “enfermedad”, por tanto, una persona que hace terapia es una persona enferma, “es un paciente”. El tipo de enfermedad que padece definirá la modalidad terapéutica que le será aplicada; de ahí que existan las quimioterapias, psicoterapias, rayoterapias, floresterapias, etc. Pero otra connotación del término terapia lo relaciona directamente con lo que significa, que es “tratamiento” como acción y efecto de tratar. En nuestro caso específico, en “terapia social” lo empleamos para definir al conjunto de medios que se emplean para restablecer una situación social alterada en su orden natural.

Siendo efectivamente el ámbito de la salud, donde más se emplea este término y por tanto, al ser anexado a lo social y aplicado por el servicio social, pareciera que la cuestión necesita aclaraciones y explicaciones que de manera muy gustosa, suelo dar, porque es así como vamos asentando nuestra base en un territorio plagado de intereses sectoriales con muy poco espacio reservado para la interdisciplina y mucho menos lugar, para la transdisciplina. Quiero decir, que no es sencillo navegar por estas aguas, donde siempre imperó tradicionalmente la medicina, luego la psiquiatría y por último, la psicología.

La Constitución de la OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Nuestra activa intervención, desde el servicio social, refiere a las cuestiones interpersonales y transpersonales, y no intraindividuales. Mientras las ciencias que atienden lo físico y lo mental asisten a entidades individuales, el servicio social asiste a entidades sociales. De esta manera ya estamos marcando una gran diferencia entre los campos de acción profesional. Nos resta poder definir el aspecto social de la salud para que exista claridad y comprensión entre las áreas que integran el concepto global de salud y para que finalmente, en la interdisciplina el servicio social sea considerado como lo que es y no como lo que cada uno cree que es – ¿se entiende la diferencia?.


Me ocupo de dejar bien aclarado, cada vez que puedo; que el bienestar físico, mental y social es completo y en esa totalidad, cada uno de los aspectos que presenta son equitativos, en orden de importancia. Lo que quiere decir que el bienestar físico no es más importante que los otros estados, por la simple razón de que estamos hablando del estado en que un ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones. Y en este sentido, cualquier alteración social o enfermedad orgánica afecta y tiene repercusiones en la totalidad a la que el hombre pertenece, más allá de su propio individualismo. Si se trata de una enfermedad de origen congénito afectará su ambiente social y si el origen es una alteración social, también repercutirá en el estado de bienestar físico o mental.


Lo que cuesta entender a las ciencias médicas, inclusive a quienes practican la psicología, es que en el estado social, el individuo humano es parte integrante de una unidad social, más compleja que el simple cuerpo humano. Es comprensible que por su formación académica limitada a lo biológico, estas disciplinas se encuentren con un umbral difícil de trascender, pero no por ello se debe subestimar los aportes científicos que tratan de una dimensión superior cualitativamente a la naturaleza humana y que corresponde a la naturaleza social.

El estado de naturaleza social está compuesto de unidades sociales de diversos grados de complejidad estructural y funcional. Cada unidad opera como una entidad, cuyos miembros son personas que conviven entre otras personas, que tienen a su vez, diversas funciones, en distintas unidades sociales. Así, para la ciencia del servicio social en general y de la sociatría en particular; la familia es una entidad natural de origen social y emocionalmente significativa para las personas que la integran. Las situaciones adversas que sufra cualquiera de sus miembros, además de las repercusiones orgánicas a nivel individual, conllevará otras de grado social que afectarán de manera directa en la familia y en otras unidades sociales constitutivas.

Claro está, que así como la familia, otras entidades de igual significación afectiva como pueden ser los amigos y otras de significación económica, como el grupo laboral, son partícipes del grado de influencia social que deben ser tenidos en cuenta a la hora de referirnos al aspecto social de la salud.

Entonces, si el aspecto físico y mental de la salud se corresponden con el estado de bienestar psico-somático del individuo, la salud social referirá a la mejor calidad de vida de la Unidad Social que éste integra, conforme a las pautas naturales que imperan en su ecosistema social.

Las Unidades Sociales se consolidan en función de los propósitos sociales y carecen de salud social, cuando por diversas causas y/o motivos, presentan en su dinámica grados de alteración o disfunción, que se manifiestan operacional y escaladamente; en la discordia, el conflicto, la anomia, luego la desorganización del núcleo, posteriormente la disociación de algunos de sus miembros y finalmente la desintegración social de la Unidad.

Desde la Sociatría me resulta mucho más práctico y claro referirme a este tema en la mesa interdisciplinaria, porque me brinda todos los fundamentos necesarios para dejar bien sentado que el servicio social cumple todos los requisitos como ciencia para intervenir y tratar las cuestiones de índole social que inciden en el estado de completo bienestar de una persona.

Y hago observar, en toda oportunidad que dispongo, la necesidad de que profesionales de la salud física y los de la salud mental, incorporen a su rutina la derivación al servicio social, de los casos que atienden, a fin de que también sea debidamente tratada la salud social.

Esta misma observación hago hoy, por este medio, a todos los colegas de trabajo social o servicio social de habla hispana. Tenemos que habituarnos, desde nuestro rol en las instituciones públicas y privadas, a confiar en la derivación a otro colega que esté ejerciendo de manera autónoma el trabajo social, de todos aquellos casos donde se vea afectada la salud social.

Muchas enfermedades físicas y mentales pueden ser evitadas, atenuadas o menos sufribles, si una Unidad Social cuenta con la asistencia, orientación y capacitación social adecuada. Es el trabajo social la disciplina que debe responsabilizarse de la Salud Social. Para ello debe adoptar protagonismo en la materia, claro, que no es simple cuestión de quererlo, ni tampoco de improvisación profesional. Se trata de prepararse apropiadamente para ejercer con idoneidad y responsabilidad este; su rol de Terapeuta Social.

Desde nuestra Cátedra de Sociatría, espacio académico que nos fue confiado por la ON¨G “HACER”, convocamos a los colegas de trabajo social para su capacitación como Socioterapéutas, de manera que el Siglo XXI sea la oportunidad para cristalizar un cambio de actitud a favor del Trabajo Social Autónomo.



* Datos sobre el autor:
* Lic. José Luis Zamora
Lic. en Servicio Social (UMSA)
Fundador del Enfoque Sociátrico de Servicio Social
e-mail: catedrasociatria@yahoo.com.ar

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