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Edición N° 32 - verano 2004

Cuidadores de ancianos: un espacio vacío

Por:
María Belén Berruti
*
(Datos sobre la autora)


Resumen

El presente trabajo analiza el concepto de cuidador de ancianos contrastándolo con la práctica concreta de cuidados. Intenta describir y explicar el modo en que los cuidadores formales conciben la práctica de cuidado a ancianos dependientes internados, caracterizando sus principales problemas y consecuencias para su propia salud.

A través de la metodología cualitativa se pretende comprender la perspectiva del cuidador directo, entiendo que la internación geriátrica de larga estadía (ILE) es un diálogo en el que participan diversos actores.

De acuerdo a los resultados de la investigación psicosocial que se viene realizando en la ciudad de Mar del Plata, y a la extensa bibliografía sobre la ILE , en dicha perspectiva se destaca el deterioro que sufren las personas que realizan la tarea de cuidador redundando en la baja calidad del servicio que prestan.

Introducción

El aumento de la población anciana en el país y en la ciudad de Mar del Plata, como enclave geróntico, ha originado el incremento de la internación geriátrica y sus problemas derivados. La crisis socioeconómica a su vez trae aparejado el colapso de los servicios estatales para la atención de esta problemática.

Según datos del ultimo censo, el 13.4 % de nuestra población es mayor de 60 años, siendo el 30 % de esta franja comprendido por personas con mas de 75 años. En la ciudad de Mar del Plata un 16% de la población es mayor de sesenta años. El 44% de aumento de este grupo en la década del ’80, se explica por la migración constante de jubilados hacia nuestra ciudad, que comparten expectativas de bienestar y ocio recreativo respecto de la tan mentada imagen de ciudad feliz. (de los Reyes, Roose, Berruti, Buzeki, 1999)

Como contrapartida dramática de tales expectativas, Mar del Plata, presenta un crecimiento de la institucionalización de ancianos debido a la alta incidencia de demencias y de diferentes grados de deterioro físico y cognitivo en la franja que va de los 65 años en adelante.

El análisis de entrevistas a cuidadores de ancianos y del registro de observaciones participantes tanto en el Hogar Municipal de Ancianos de la ciudad de Mar del Plata como en diversos geriátricos privados de la ciudad, nos permite acercarnos a la realidad de la ILE y a sus diferentes problemáticas. En el presente articulo analizaremos las dificultades de la práctica concreta del cuidador directo de ancianos y los discursos que contribuyen a su construcción.

El concepto de cuidador de ancianos

La ILE constituye un proceso en cuya construcción participan diversos actores sociales. En este dialogo de perspectivas encontramos a los ancianos internados, sus familiares (cuidadores familiares que constituyen el apoyo informal), los profesionales y cuidadores del ámbito del geriátrico, los directivos y encargados de las instituciones de internación geriátrica (quienes conforman el aspecto formal de los cuidados) y por ultimo las personas que trabajan científica o técnicamente sobre la problemática, tengan menor o mayor injerencia sobre ella.

Con el término cuidador se alude a aquella persona que asiste o cuida a otra afectada de cualquier tipo de discapacidad, minusvalía o incapacidad que le dificulta o impide el desarrollo normal de sus actividades vitales o de sus relaciones sociales (Flórez Lozano et al, 1997)

El tema de los cuidadores de ancianos surge en la Asamblea Mundial por el Envejecimiento, llevada a cabo en Viena en el año 1982. Los cuidadores de ancianos serian personas que realizan los llamados heterocuidados. Es decir, que el cuidador de ancianos cuida la salud de otro, otro que es en este caso un viejo.

Hugo Valderrama, geriatra y creador del Movimiento de Formación de Cuidadores de Ancianos de la República Argentina, comenta que el que cuida no se agota por cuidar , sino por dejar de ser el, por no tener mas tiempo para si. Utiliza el termino cuidador para referirse específicamente a las personas que realizan tareas de apoyo al personal de enfermería y a equipos gerontológicos de trabajo. (Valderrama, 1999) En el desarrollo teórico que realiza, adelanta el tema del desgaste o sobrecarga que sufre todo cuidador por el acto mismo de cuidar.

Por otra parte, es necesario diferenciar entre los cuidadores a los directos de los indirectos.
Los primeros serian quienes tienen una relación mas próxima con los ancianos, entre ellos podemos mencionar a los profesionales, mucamas, encargados o directivos de geriátricos y a los familiares y amigos del anciano. Entre los segundos, incluimos a un tipo de cuidador no contemplado en la bibliografía como categoría diferenciada, y que comprendería a los servicios sociales estatales encargados de la atención sanitaria, los organismos de gobierno con poder legislativo y de control de instituciones relacionadas con la tercera edad, y las organizaciones no gubernamentales como expresión organizativa de la comunidad para la atención de sus integrantes más necesitados. (de los Reyes, Roose, Berruti, Buzeki, 1999)

Si bien en nuestra investigación utilizamos el término cuidador para referirnos a toda persona responsable del bienestar del anciano, comenzando por el Estado y terminando por quienes lo asisten directamente, en este trabajo, hablaremos de cuidador para referirnos exclusivamente a los cuidadores directos que trabajan dentro de la institución. Esta conceptualización incluye a toda persona que realiza una tarea para contribuir a la calidad de vida del anciano en el contexto de la ILE.

Hablaríamos entonces de cuidadores que constituyen además , el personal de una organización. Cuestión que a diferencia de lo que ocurre con los familiares, complejiza la situación , ya que como se observa en las entrevistas, el cuidador directo no solo es responsable del bienestar del anciano ante el anciano mismo, sino también ante las autoridades del establecimiento y los familiares.

Vemos como, el concepto mismo de cuidador se va deconstruyendo y reconstruyendo en el seno del discurso científico para diluirse en la práctica concreta de cuidados en donde alcanza una dimensión mucho mas compleja aun.

La práctica de cuidado

La práctica de cuidado implica un proceso interpersonal que se constituye a partir de una asimetría . La asimetría básica se define entre un sujeto que es capaz de decidir con mayor libertad que el otro. Cuidar de otro, es una acción que intenta reconstruir la autonomía del sujeto vulnerable. Para ello es necesario informar, dar la mayor cantidad de conocimiento para que la persona y/ o su entorno puedan decidir a lo largo de este proceso. Cuidar de alguien es en definitiva, ayudarle a ser, en su singularidad y especificidad (Torralba i Roselló, 1998).

De acuerdo al análisis de las entrevistas, es posible afirmar que el cuidador establece un fuerte compromiso emocional para sostener su tarea, pero este compromiso muchas veces se transforma en una relación defensiva que termina por entorpecerla. La tarea ya no es vivida con satisfacción sino que se transforma en una carga deteriorante para la persona que la realiza y por lo tanto, para la persona a quien va dirigida.

Para desarrollar correctamente su trabajo, el cuidador requiere no solo capacitación especifica, sino también reflexión y contención, espacios para permitirle recurrir a una creatividad saludable, para convertir las dificultades en habilidades para resolver problemas. (Bertone, 1999) Existen dos elementos en juego en el trabajo del cuidador, por una parte los conocimientos técnicos y por la otra los aspectos relacionales. La calidad del trabajo implica una adecuada integración entre ambos. Una integración del saber teórico y racional sobre la vejez con las emociones que se movilizan en el trabajo concreto con viejos.( Cifuentes Cáceres, R., Merchan Maroto, E., Suarez Gayo, F. 1992)

Si la problemática que vive el cuidador en su trabajo no encuentra una adecuada canalización, no solo redunda como dijimos, en el deterioro de los cuidados al anciano sino en el deterioro de su propia identidad como cuidador, que debe ser capaz primero del autocuidado. El cuidador se convierte en una persona que no puede cuidarse a si misma.

Es así como son frecuentes situaciones, citadas en numerosos estudios, tales como el ausentismo por depresión y otras patologías de corte medico o psiquiátrico. Se ha comprobado que el 70% de los cuidadores en instituciones gerontológicas tienen una caída de su sistema inmunológico. (Hitzig,1993, Cifuentes Cáceres, R., Merchan Maroto, E., Suarez Gayo, F. 1992)

El cuidador directo y sobre todo el personal auxiliar, que realiza labores primarias de higiene y alimentación, termina siendo el sector fundamental y también el mas vulnerable de la institución. En parte por la insuficiente formación , en parte por la relación de asimetría con el resto del personal y sobre todo por las diferentes problemáticas que resultan del contacto directo con el anciano.(Fishman, Waitz, Slutzky, Zaidemberg y Vinocur,2001) Las problemáticas detectadas en las observaciones y entrevistas , se refieren a la dificultad de trabajar con personas que muchas veces se encuentran en condiciones miserables, personas con carencias afectivas , dolencias somáticas y psíquicas que las llevan muchas veces a la queja indiscriminada o a la indiferencia psicótica, personas que de acuerdo a la construcción social de la vejez, están esperando la muerte, y la mayoría de las veces, efectivamente muriendo en la institución.

Como es de esperar , la percepción subjetiva de la tarea varia de un cuidador a otro, mientras algunos la asumen como insatisfactoria, aludiendo a cuestiones como la imposibilidad de empatizar con el anciano cuando tiene incontinencias o agrede constantemente. Otros dicen disfrutarla, haciendo hincapié en la ternura que les despierta el desvalimiento afectivo o físico del anciano y la satisfacción que logran al poder repararlo. Sin embargo, en estos casos, se asume la necesidad de canalizar el monto de ansiedad, muchas veces excesivo, que dicha satisfacción conlleva.

En este contexto, no son improbables los sentimientos de culpa por sentir rechazo, por intentar evadir la situación o la angustia por la excesiva involucración y consiguiente perdida de distancia. Al respecto se ha observado que existen dos tipos de conductas en relación a los ancianos: el pegoteamiento, en donde se trata al paciente como a una figura parental o el alejamiento y la evitación que da por resultado una atención efímera.(Osman, 1993)

Otro aspecto que hace a la construcción social del cuidador y de su práctica, y que alimenta los frecuentes sentimientos de culpa en los cuidadores es la referida a las creencias de sentido común respecto del cuidado de ancianos. Se considera que esta es una tarea que debe salir del corazón, que es innata y condicionada por la buena voluntad, por lo tanto no retribuida, en donde el sujeto de la acción puede hacer de alguna manera, lo que siente.(Bertone, 1999)

En este sentido, cabe destacar que el perfil de empleado valorado por propietarios y directores de geriátricos, se centra mas en determinadas características de personalidad que en la formación académica especializada. De acuerdo a las entrevistas realizadas a directivos, propietarios y encargados de geriátricos, el aspecto central que tienen en cuenta a la hora de contratar personal es la actitud hacia el anciano, menospreciando el nivel de capacitación. Se considera que en el mejor de los casos, lo que se necesita aprender se aprende en el ejercicio mismo de la tarea. Se alude al amor por los ancianos, el carisma , los dones especiales, etc. como aspectos claves en la tarea de cuidado y al adiestramiento del personal en el inicio de su actividad en la institución como una de las características que hacen a la carrera del cuidador. (Berruti, Buzeki, 2002)


Por otra parte, vemos como el cuidador directo es objeto de los mismos prejuicios que sufre el anciano internado. Nos referimos al trato conmiserativo, infantilizante y muchas veces de desprecio. Al respecto son particularmente elocuentes las formas que directivos, propietarios y encargados utilizan para referirse a ellas, ya que los cuidadores en su mayoría son mujeres. Entre estas formas son recurrentes términos como mamitas, chicas, diminutivos de nombres propios, etc. Si por un lado se dice valorarlas mucho por sus características personales, tales como la paciencia, la dedicación, etc., por el otro son objeto de explotación en tanto reciben exiguas remuneraciones o son objeto de desprecio por no tener la calificación que por otra parte no pareciera ser importante a la hora de contratarlas.

Un ultimo aspecto resaltado en las entrevistas a cuidadores directos se refiere a los motivos por los cuales la persona desarrolla esta actividad. La gerontología es en muchos casos un área residual donde terminan trabajando aquellos que no consiguen trabajo y no una orientación primaria (Muchinick, 1984) Aquí es posible observar como los intereses económicos superan a los vocacionales
(Berruti, Buzeki, 2002)

Ya sea en ámbitos públicos o privados, pero sobre todo en los primeros, a lo largo de los relatos, se destaca como el trabajo con ancianos comenzó a ser interesante en la medida en que se pagaba mas que otros trabajos realizados anteriormente. Asimismo, lo vocacional aparece resaltado en las motivaciones tanto de los cuidadores directos como de directivos y encargados. Entre las motivaciones que los primeros señalan a la hora de explicar por que se dedican a esta actividad, es posible observar la presencia de actitudes anticipatorias y reparatorias. Las primeras aluden a la necesidad de ser cuidado en la vejez del mismo modo en que uno ha cuidado al anciano, y las reparatorias al hecho de cuidar al anciano por lo que no se ha cuidado a otros. (Muchinick, 1984) Es así como muchos entrevistados recuerdan haber cuidado a sus familiares, o mencionan repetidamente la enfermedad de algún anciano de la familia.


Siguiendo las manifestaciones explícitas de los entrevistados, se acuerda en forma de declaración sin compromiso, en definir al cuidado como una forma de vinculación que consiste sobre todo en escuchar, requiere de conocimientos científicos tanto como de actitudes y valores que privilegien el mejoramiento de la vida y el despliegue de las potencialidades mas allá de las incapacidades. Sin embargo, en la práctica, y de acuerdo al registro de observaciones, el cuidado aparece como una modalidad automática referida más a cuestiones básicas de higiene y alimentación para el anciano internado, sin incluir el resto de las necesidades tanto del anciano como del cuidador. Resulta al menos inquietante, escuchar a personas tan castigadas por los avatares de la institución, hablando de los cuidados especiales que requiere un anciano dependiente.


Conclusiones

El presente trabajo intentó describir y explicar el modo en que los cuidadores formales construyen su práctica de cuidado y como estas los construyen a si mismos como objetos de deterioro mas que de preservación. La práctica del cuidado de ancianos, se construye a partir de diferentes discursos, desde el científico hasta el de sentido común, vehiculizados tanto por los diferentes cuidadores directos e indirectos.

Desde el sentido común se define al cuidador como la persona capaz de dar amor gratuitamente, abnegadamente. Desde el discurso científico el cuidador es la persona con conocimientos y actitudes específicos para llevar a cabo la tarea de rehabilitar y preservar. En la práctica cotidiana, el cuidador es la mayoría de las veces, una mujer. Una mayor proporción de mujeres que trabaja por una escasa remuneración, que realiza una tarea que muchas veces las satisface, pero que por sobre todo las pone en contacto directo con el sufrimiento de un viejo.

Lo que es puesto como ideal para el cuidado de ancianos tiene su contrapartida en el descuido del cuidador. La práctica con ancianos requiere no solo un especial bagaje de conocimientos y recursos emocionales, sino también una serie de espacios de psicoprofilaxis, de contención y recreación para quienes los asisten. Espacios que no existen actualmente en ninguno de los geriátricos observados de la ciudad y que son ampliamente reclamados, incluso por muchos directores y encargados de las instituciones.

Si el verdadero objetivo de la ILE es lograr una adecuada atención de la ancianidad dependiente , requiere en principio preservar la salud del cuidador mismo, mejorando de ese modo, la calidad del servicio que pretende brindar.

Bibliografía:

  • Berruti, M.B. y Buzeki, M.: Cuidadores formales en la institucionalizacion de larga estadía. Revista Perspectiva. Departamento de Trabajo social de la Universidad Cardenal Raúl Silva Hensijuez. Santiago de Chile, mayo de 2002.

  • Bertone, Marcela: El Equipo transdisciplinario, un recurso en la institución geriátrica. Revista de la Asociación Argentina de Establecimientos Geriátricos, Año 9 N`35, Buenos Aires, 1999.

  • de los Reyes, Roose, Berruti y Buzeki: Ancianidad en instituciones de larga estadía: responsabilidades y solidaridad. Jornadas Argentinas y latinoamericanas de Bioética, Asociación Argentina de Bioética, Mar del Plata. 1999

  • Cifuentes Cáceres, R., Merchán Maroto, E., Suárez Gayo, F.: La calidad asistencial y los recursos humanos en las residencias de ancianos. Revista Española de Geriatría y Gerontología, N` 27, Supl.1, 1992.

  • Flórez Lozano et al : Psicopatología de los cuidadores habituales de ancianos. Revista Departamento de Medicina. Universidad de Oviedo, Barcelona,1997

  • Hitzig, J.: Institucionalización y calidad de vida. Cuadernos de Gerontología, Asociación Gerontología de Buenos Aires, Año 6, N` 11, 1993.

  • Muchinick E. :Hacia una nueva imagen de la vejez. Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1984

  • Oddone M.J.: El Tercer Sector y la Tercera Edad, Conjuntos: Sociedad Civil en Argentina. Consejo Asesor de la Sociedad Civil. Banco Interamericano de Desarrollo en Argentina, Buenos Aires, Edilab Editora, 1998

  • Osman, A.: La institucionalización y sus costos. Cuadernos de Gerontología, Asociación Gerontología de Buenos Aires, Año 6, N` 11, 1993.

  • Taylor y Bogdan, Taylor S.y Bogdan R. : Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Buenos Aires, Paidós, 1986.

  • Torralba i Roselló F.: Antropología del cuidar, Fundación Mapfre Medicina, España 1998

  • Valderrama Hugo : Conferencia I Congreso de la Asociación Argentina de Establecimientos Geriátricos en Revista de la Asociación Argentina de Establecimientos Geriátricos, Año 9 N`35, Buenos Aires, 1999.


* Datos sobre la autora:
* María Belén Berruti
Docente; investigadora en el Grupo Psicologia Social para la Prevencion en Salud, Universidad Nacional Mar del Plata.

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