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Edición electrónica

Edición N° 30 - invierno 2003

Universidad Nacional de Entre Ríos
Facultad de Trabajo Social
Secretaría de Capacitación y Posgrado. Cuerpo de Graduados.

Seminario de Posgrado:
LA INTERVENCIÓN EN LO SOCIAL
Docente:
Prof. Alfredo J.M. Carballeda

Imágenes desde la trinchera

Por:
Lic. Leticia Beltramino
*
(Datos sobre la autora)


Santa Fe, noviembre de 2002.

El diccionario dice que crisis es riesgo, dificultad, peligro, alarma, miseria, desequilibrio, depresión...Si bien los argentinos decíamos que estábamos acostumbrados a vivir “de crisis en crisis”, sin dudas lo que comenzamos a transitar durante los últimos días del año 2001 es “la crisis”.

Se habla, simultáneamente, de distintas fallas: “de las instituciones que hacen funcionar el vínculo social y la solidaridad (crisis del Estado), de las formas de relación entre la económica y la sociedad (crisis del trabajo) y de los modos de constitución de las identidades individuales y colectivas (crisis del sujeto)” 1 .
La crisis es, por estos días, el pincel que retrata la triste postal argentina.

Es cierto que la encrucijada en la que hoy nos encontramos no data de hace un año sino que se trata de una crisis estructural, producto de errores y omisiones pasadas que no es posible superar con medidas correctivas. Los medios de comunicación parecen descubrir recién ahora, cual revelación divina, que en nuestro país a niños que se mueren de hambre. Las noticias de los diarios tienden a escandalizar y, desde ese lugar, pueden servir como herramienta de presión para que se intervenga de manera paliativa –al menos- en la situación, pero en general no se llama a reflexionar acerca de que el problema no es coyuntural sino que es consecuencia de decisiones políticas y de estructuras socio-económicas injustas.

El Trabajo Social, en tanto presupone la existencia de un espacio específico de intervención: el espacio social, no puede desvincularse de las manifestaciones de la cuestión social, las que constituyen obstáculos a los que los sujetos se enfrentan en el momento de satisfacer sus necesidades. La intervención de Trabajo Social es una construcción socio-histórica “desde la perspectiva de diferentes actores, donde se genera un vínculo que permite acceder al mundo de la vida y reconstruir cualitativamente la necesidad, recreando desde allí la orientación de la acción” 2 .

El objeto de estas páginas es analizar las perspectivas de intervención profesional presentes en el marco de la crisis actual, a partir del caso del Servicio Social del Hospital de Niños “Dr. Orlando Alassia” de Santa Fe 3 : ¿qué funciones se asumen y adjudican?, ¿cuáles son los imaginarios que se producen y reproducen sobre Trabajo Social en la institución? ¿qué sujeto construye la práctica profesional? ¿cuál es el horizonte de intervención?

Intentaré trabajar sobre la interpretación de “lo obvio”, de lo cotidiano, con el propósito de que sea un aporte para la construcción de intervenciones cada vez más expertas y eficaces que posibiliten actuar en las “grietas” que se van abriendo en esta crisis.

El diccionario también dice que crisis significa cambio, arranque, transformación...

La cuestión social.

La cuestión social se expresa con mayor claridad en el marco de constitución del sistema capitalista y se entiende como la expresión de la relación contradictoria entre capital/trabajo, en la que se ponen en juego los distintos modos de organización económica, social, política y cultural de una sociedad en un momento determinado.

Desde hace más de 20 años asistimos a la concreción del viejo proyecto liberal que proclamaba que el desarrollo social debía ser regido por las leyes del mercado. El Estado se “achica” a su más mínima expresión cumpliendo con dos roles: el de reprimir y el de administrar.

El discurso liberal se fundamenta en la idea de que el mercado será responsable de la salida de la crisis del Estado. Las políticas de privatización, descentralización, desregulación, reforma administrativa, reducción del gasto público, regionalización instituidas en la década del ’90, son expresiones claras de la retirada de la intervención estatal para mantener el pleno empleo. Así, los problemas generados en los últimos años, retratan la “cuestión social contemporánea”: precariedad laboral, desocupación, vulnerabilidad, empobrecimiento, exclusión.

Según datos oficiales, la mitad de los argentinos son pobres. El 21,5 % de la población activa no tiene empleo y el resto tiene dificultades para mantenerlo. De los 12,5 millones de niños y adolescentes, 8.600.000 son pobres, de los cuales 4.138.000 pertenecen a familias indigentes, o sea que no acceden a la alimentación básica. En Argentina, para el INDEC, son pobres las familias de 4 integrantes que ganan menos de $626 y son indigentes los que ganan menos de $266 4 . De estos números se desprende que las ideas de equidad o justicia social no tienen ningún lugar dentro del planteo neoliberal.

Durante el Estado Social estos valores, aparentemente, se encontraban a la orden del día en los proyectos políticos a través de la propuesta de Keynes de aumento de la demanda efectiva, pleno empleo, desarrollo de políticas sociales universales, crecimiento de los servicios públicos, protección de los derechos sociales. Pero este modelo de industrialismo sustitutivo, de Estado interventor, entra en crisis en la década del ’70 por la manifestación de cambios económicos, políticos, sociales y culturales enmarcados dentro de la crisis mundial que planteó la búsqueda de una reestructuración de los Estados nacionales. Las recurrentes crisis de legitimidad, dadas por los sucesivos golpes militares, las prácticas clientelares, la ineficiencia y alto costo atribuidos a este modelo son algunos de los factores internos que acompañaron la caída del Estado Social.

Se comienza, entonces, a reeditar el viejo modelo liberal orientado a la desregulación global de la economía y del mercado de trabajo y a una redefinición de las políticas públicas, siendo revisada la función redistributiva y paliativa del Estado.

Es decir, se diluye la idea de Estado Social y con ella se desintegran los principios de la solidaridad (obras sociales, jubilaciones) y fracasa la concepción de los derechos sociales a través de los cuales se pueda dar respuesta a la situación de los desafiliados 5 . Hoy, el Estado, es una “máquina de indemnizar” 6 a partir de subsidios, planes de empleo, cajas de alimentos que son disputados en la “carrera de la pobreza” en donde, generalmente, gana el que tiene “más” necesidades básicas insatisfechas y, muchas veces, el clientelismo partidario y gremial son los caminos más cortos y seguros para llegar a la meta. Se trata de políticas sociales residuales y disminuidas que no llegan a todos los que las necesitan ni en proporción, extensión y calidad apropiadas.

La salud pública forma parte del conjunto de medidas que el Estado debe poner en práctica con el fin de estructurar la sociedad de forma más justa y, de ese modo, tender a aliviar y mejorar la situación de los económicamente más vulnerables. Hoy, mientras la Constitución Nacional parece resignar su título de ley suprema para convertirse en un catálogo de derechos, el derecho a la salud carece de valor: el hospital público, con su presupuesto devaluado en pesos, tiene que atender a más gente que quedó sin cobertura de obra social y comprar medicamentos e insumos que, cuando se consiguen, cotizan en dólares. Así pues, se escucha a diario que “las instituciones están en crisis” o “las instituciones están enfermas”. Se puede decir que el trabajo en el Hospital Alassia está atravesado por un doble padecimiento de la enfermedad: la de los pequeños pacientes y la sociopolítica.

Esto se vincula con la idea de que “las instituciones clásicas del Estado y las prácticas que en ella se desenvuelven podrían estar inscriptas en una crisis de ‘representación’ y de ‘legitimidad’” 7 . La misma tiene que ver con la incapacidad de abordar los problemas sociales actuales (VIH, desempleo, drogadicción), no solo por la falta de recursos económicos sino también por la dificultad de dar cuenta de ellos desde miradas y lecturas complejas.

De esta forma ante el precario presupuesto con el que cuenta el Hospital, el Servicio Social debe focalizar la atención, generalmente, en familias de escasos ingresos económicos (no superan los $400) y sin cobertura de obra social 8 .

Son madres y padres desocupados o subocupados que se encuentran sin la protección que suponía pertenecer a la “clase trabajadora”. Siguiendo el planteo de Robert Castel, la cuestión social contemporánea se define a partir del derrumbe salarial. El mismo debe ser interpretado desde la idea de que si el trabajo es más que el trabajo, el no trabajo es más que el desempleo; por lo que nos enfrentaríamos no sólo a una mutación de nuestra relación con el trabajo sino también de nuestra relación con el mundo. El autor explica en su libro -“La metamorfosis de la cuestión social”- que una característica menos espectacular pero más importante es la precarización laboral: contratos por tiempo determinado, trabajo de jornada parcial, provisional, son algunas de las formas particulares de empleo por las que transitan la mayoría de los sujetos nutriendo una zona de vulnerabilidad social de la que será muy fácil caer en el desempleo y la desafiliación.

Ahora bien, aunque las familias que llegan al Servicio Social comparten la experiencia, casi idéntica, de ser excluidos del mercado laboral y, paradójicamente, incluidos en programas de asistencia, no es posible encontrar categorías que definan de manera homogénea a la población con la que se trabaja. Esto tiene relación con las ideas que introducen Rosanvallon y Fitoussi al decir que “la exclusión es el resultado de un proceso, no un estado social dado” 9 y que la estadística tradicional, concebida en otro contexto socio-histórico, “se revela inepta para describir este nuevo universo social” 10 que no se representa más con la imagen de la sociedad de clases, compartimentada, jerarquizada, de movimientos lentos. De acuerdo con este planteo lo que habría que comprender “ya no son únicamente identidades colectivas relativamente estables, sino también trayectorias individuales y sus variaciones en el tiempo” 11 .

Nos encontramos así con trayectorias singulares reflejadas en configuraciones familiares heterogéneas: familias con más de 7 hijos, familias “tipo” (4 personas); otras con madres a cargo del ingreso económico del hogar (matrifocalismo), o abuelos, o tíos. Se trata de padres analfabetos pero también con estudios terciarios. Son changarines, empleados estatales, privados o cuentan con planes “Jefas y Jefes de Hogar”. Sus hijos van a la escuela, muchos son “repetidores”, otros abandonan para hacer changas y “ayudar en casa”. Son familias de la zona rural, de ciudades pequeñas del norte santafesino y de la capital de la provincia. El acceso a los servicios básicos de luz eléctrica, agua potable y cloaca es diferente. La construcción de las viviendas es de ladrillo, con techo de zinc, baño interno y varios dormitorios pero también las hay de chapa, barro, lona, con letrinas instaladas en el exterior y un dormitorio que debe ser compartido por toda la familia.

Estamos frente a una constitución de la familia atravesada por nuevas cuestiones de orden social, económico, político, generándose una crisis del modelo de familia “moderna”. Esta “sufre una serie de modificaciones que son producto de la crisis socioeconómica y de la asunción de nuevos papeles por parte de la mujer y los niños en la sociedad. Pero al interior de la familia se reproduce la crisis societal en términos de sus expresiones si se quiere sintomáticas, conflictos graves, situaciones de violencia, desmembramiento de vínculos, situaciones de abandono, maltrato, etc” 12 .

A las poblaciones que fueron objeto de la asistencia estatal durante años, siendo habitual su tránsito por los Servicios Sociales, se suman las historias familiares que no estuvieron ligadas a la carencia de recursos económicos, pero que están marcadas por el doble desenganche laboral y relacional que las conduce a situaciones de caída. Se trata de un mayor deterioro de los denominados “pobres estructurales” y la emergencia de los “nuevos pobres” generándose así las nuevas formas de pobreza.

Considero que cada vez se está más cerca del planteo de Agnes Heller cuando caracterizaba a las sociedades medievales y decía que, en aquellos tiempos, los sujetos nacían con un fardo de necesidades del que no podían desprenderse y al que estaban predestinados. La autora explicaba que con la modernidad eso se rompe dado que los sujetos nacen desnudos de necesidades preestablecidas. El deterioro socioeconómico actual parece trasladar, en la máquina del tiempo, a grandes grupos poblacionales.

Si bien las cuestiones analizadas hasta aquí se muestran como dificultades, también constituyen posibles vías de intervención en lo social. La cual deberá estar signada por abordajes singulares y heterogéneos desde la perspectiva de las trayectorias individuales.

El Servicio Social en el Hospital de Niños.
Los imaginarios.

El Hospital Alassia es una institución atravesada por la complejidad social y, al mismo tiempo, es un micro-reflejo de los modos de hacer y pensar que se reproducen a nivel macro. En esta organización conviven diferentes grupos, compuestos por personas que producen, reproducen, crean y circulan, portando intereses y puntos de vista distintos, a veces, hasta contrapuestos. Foucault dirá que en las instituciones, donde se establecen relaciones entre sujetos, lo que se pone en juego son relaciones de poder.

En toda organización hay espacios “formales” y otros no “tan formales” que expresan lo que la institución debe ser, lo que se espera que sea, y lo que está siendo, otorgándole un significado social.

En el caso del Servicio Social, lo “formal” estaría dado por el organigrama que describe el lugar que ocupa el mismo en la jerarquía institucional, la programación interna que establece los roles y funciones instituidos, los horarios de atención, los cuadernos, legajos, informes y demás instrumentos donde son registrados los datos de los pacientes, etc.

El espacio simbólico se constituye a partir de todo aquello que trasciende lo obvio institucional pero que también incide en la perspectiva de Trabajo Social que se asuma. Me refiero tanto al lugar físico que ocupa el Servicio como a los rumores, ideas y valoraciones que circulan al interior del Hospital. Aquí un componente esencial es el imaginario que reproducen los distintos actores institucionales acerca de la intervención del Servicio Social en el Hospital de Niños. Es decir, desde este Servicio se crea un conjunto de imágenes y representaciones (generalmente inconscientes) que se interponen en las relaciones entre éste y los demás grupos y sujetos de la organización. A partir del imaginario que circule se establecerá lo que el grupo tiene permitido y lo que está prohibido, lo que es legítimo y lo ilegítimo, lo que debe y lo que no debe hacer.

Las representaciones que los “otros” tienen acerca de Trabajo Social en esta institución se vinculan con la forma en que se legitima el espacio profesional. Es decir, ¿para qué creen que está el Servicio Social?, ¿qué demandan?, ¿qué imaginario reproducen acerca de la profesión?. Observemos las siguientes situaciones:

Situación 1: Un integrante del Consejo de Administración del hospital se refirió a las trabajadoras sociales como “visitadoras sociales” y dijo: “...uds. tienen que investigar, investigar si la gente tiene o no obra social, si es cierto que ganan lo que declaran en el informe socio-económico. Esa es su función.”

En primer lugar, utiliza una de las más primitivas denominaciones de la profesión: “visitadoras sociales”. No es extraño encontrarse hoy en día con una gama diversa de nombres con los que se bautiza a Trabajo Social. Sin dudas las huellas que la historia va dejando es lo que nos da identidad, y esta es una profesión con apenas un siglo de existencia, por lo que esas huellas además de ser “frescas” han perpetuado algunas cuestiones: “la neutralidad del espacio de intervención (...), el objetivo marcado de tutelar e individualizar a la población asistida, la feminización de la profesión, que responde a una proyección de lo privado al espacio público (...)” 13 . Pero también es cierto que, en los últimos años, se ha avanzado significativamente en la consolidación de Trabajo Social como disciplina a partir de la construcción de su espacio en el campo de las Ciencias Sociales, de la posibilidad de generar discursos propios y una intervención profesional fundada. Si bien se trata de “pequeñas conquistas” el desafío seguirá siendo el de asumir el ejercicio del poder en vías de legitimar nuestro saber.

En segundo lugar, nos adjudica una función absolutamente tecnocrática cuando afirma que lo que deben hacer los trabajadores sociales del Hospital es, básicamente, confeccionar “informes socio-económicos” que, puestos como medios de espionaje estatal, forman parte del conjunto de respuestas mecánicas generadas para el abordaje de las demandas que llegan al Servicio. Así, la intervención de Trabajo Social se reduciría a “investigar” la situación socio-económica de las familias de los pacientes, entendiendo por investigación al procesamiento de datos y elaboración de informes. En realidad, esto no sería investigar sino completar un multiple choise que, perfectamente, podría ser elaborado por una computadora que reemplace la tarea del profesional. Al vincularlo con lo anterior vemos que históricamente se situó a la intervención en una posición binaria entre el hacer y el conocer, restringiéndola a un hacer reflexivo. Desde esta lógica (positivista)se prioriza el método como estandarización de respuestas y no como una construcción singular.

Si esta es la idea de Trabajo Social que circula en el Hospital, cuál será la concepción de sujeto que se reproduce: ¿la de un ciudadano con derechos o la de un “poseedor de rasgos típicos 14 ”? Susana Malacalza da pistas para pensar por donde pasa la construcción del sujeto actual: “...más allá de la relación económica que degrada las condiciones de vida, es necesario tomar en cuenta los efectos de las organizaciones; las instituciones van dejando de lado la idea del hombre entero y lo impacta y lo interpela desde la segmentación (...) mientras que la realidad cotidiana lo sumerge en un aislamiento cada vez mayor” 15 . Me parece interesante comprender este planteo desde la idea de que las relaciones de poder atraviesan todo el tejido social y, por lo tanto, están presentes en la intervención de Trabajo Social. La manera en que cada profesional signifique la relación que establece con el sujeto determinará la dirección de su intervención: favoreciendo una relación de poder definida desde la dominación y el control o, construida desde acciones alternativas que produzcan en los sujetos el fortalecimiento de su identidad, autovaloración, protagonismo y solidaridad.

Situación 2: Otro miembro del Consejo, sin ser trabajador social, quiso involucrarse (sin éxito alguno) en la decisión acerca de la organización de la práctica de las alumnas de 2do. año de la Escuela de Servicio Social de Santa Fe. Planteó que las alumnas estuviesen en el hospital trabajando de voluntarias en la sala de juegos y completando planillas administrativas que nada tenían que ver con el rol del trabajador social en la institución.

Nos encontramos aquí con una concepción de Trabajo Social relacionada con la vieja herencia asistencialista que orientó a la profesión en función de valores y normas desarticuladas de una perspectiva teórica-metodológica vinculándola con la caridad cristiana y el voluntarismo. Se trata de una perspectiva arraigada sólidamente a la historia de la profesión desde sus orígenes, cuando “la intervención social tenía por objeto reparar las fracturas sociales (...) pero sin alterar en profundidad la lógica de fondo que las generaba” 16 . A partir del surgimiento del Estado como regulador de las relaciones sociales, en el marco del modelo capitalista, se van generando crisis y conflictos que dan lugar a que surjan diferente disciplinas sociales, “que recortan parcelas de la realidad como objetos de estudio, justificando el orden social vigente, suministrando informaciones claves para la dominación y/o control de lo diferente y/o desviado” 17 . Si bien continúa siendo muy fuerte la identificación de Trabajo Social con las funciones de tutela y administración de recursos ligadas, a su vez, a la caridad y la filantropía, desde hace unos años ha comenzado a cuestionarse. Aparece así otra perspectiva que propone asumir la intervención desde un compromiso ético que recupere los valores históricos de la profesión, como la defensa de la dignidad humana y la construcción de lazos solidarios, acompañándolos de configuraciones teóricas sólidas para realizar lecturas complejas de lo social.

Situación 3: En la programación elaborada por el Servicio Social se plantea como reflexión final que “los condicionamientos que se detectan para el cumplimiento en tiempo y forma de las tareas del Servicio Social son (...) la excesiva e inadecuada demanda de los distintos servicios del hospital (...) quienes al no tener una real comprensión del Trabajo Social (...)”.

Esta última observación podría aportar a la comprensión de las anteriores. Los interrogantes que surgen son: ¿por qué no se sabe qué es el Trabajo Social? ¿quiénes son responsables de transmitirlo? ¿de qué manera?. Una de las trabajadoras sociales del Servicio reflexiona: “...por ahí todavía no conocen bien cuáles son nuestras funciones, pero saben que estamos...”. Si no se conocen cuáles son las funciones: ¿ a quiénes ven los otros?, ¿quiénes son esos que “están”?

Sin duda la reproducción de estos imaginarios vulneran el espacio profesional construido en el Hospital de Niños, pero la legitimación de este espacio no depende sólo de las representaciones que los “otros” tengan de Trabajo Social sino también, y sobre todo, del trabajo cotidiano del Servicio Social que avance hacia ese horizonte. Debemos responsabilizarnos de la modificación de discursos y prácticas que definen quiénes somos y, en consecuencia, los espacios de poder que construimos al interior de las instituciones.

La intervención profesional

La intervención en Trabajo Social es un proceso histórico-social generado a partir de la relación sujeto-necesidad, mediada por una metodología y categorías de análisis que permiten su elaboración intelectual 18 . La intervención parte de un acto, la demanda, y se funda en ese movimiento entre teoría y empiria en función de producir modificaciones.

Muchos pacientes atendidos en los consultorios externos, en la guardia o en los servicios de internación, llegan al Servicio Social buscando satisfacer diversas necesidades. Las mismas varían entre la gestión de medicamentos, materiales descartables, estudios médicos, pasajes, leche, hasta intervenciones vinculadas con las problemáticas de maltrato y adolescencia. La intervención profesional está centralizada en la demanda coyuntural (de las familias de los pacientes, de otros profesionales, de los administrativos, de otras instituciones). Rosanvallon y Fitoussi explican que hoy la preocupación central es la cuestión social, esa es la urgencia. La encrucijada en la que nos encontramos exige que actuemos ya y, los trabajadores sociales somos uno de los primeros en correr tras la urgencia todo el tiempo.

En el Servicio Social se demanda la gestión de recursos, tales como medicamentos, pasajes, ropa, y también la intervención coyuntural en una situación de maltrato o en otra que involucre problemas relacionados con la adolescencia.

Se realizan seguimientos de las situaciones singulares, coordinando intra y extramuros las intervenciones, pero siempre es la demanda coyuntural el punto de partida de la intervención. Esa es la función prescripta. “Redactar legajos de los pacientes”, “orientar en trámites...”, “certificados de escasos recursos...”, “informes sociales para las diversas solicitudes médicas...y con destino a otras instituciones...”; son algunas de las tareas establecidas en el documento de programación del Servicio.

Lo que se dice es tan importante como lo que no se dice. En el escrito mencionado no se habla de la necesidad de generar propuestas vinculadas con el desarrollo de una actitud investigativa: entendida como un proceso de abstracción de los datos de campo, un movimiento crítico del cuestionamiento a lo dado, de búsqueda de nuevas categorías de análisis, un complemento fundamental para la intervención.

El trabajo en los Comité de Maltrato Infantil, Adolescencia y Cuidados Paliativos se percibe como un espacio “oxigenante”, que permite pensar en otras cuestiones que la tarea diaria “impide”. Allí es posible profundizar en las situaciones singulares, trabajar con otras disciplinas, “darle otros tiempos” a la intervención. Sin embargo, no existe un espacio instituido destinado a pensar, desde la abstracción teórica, el trabajo cotidiano de los trabajadores sociales. “No hay tiempo” se repite a diario, y la demanda coyuntural sigue siendo la gran protagonista en la intervención profesional.

Pienso que es legítimo cuando se dice que “no hay tiempo”, yo agregaría “no hay suficientes trabajadores sociales en la institución” para abordar las diferentes situaciones que se presentan a diario. Pero estos condicionantes no pueden ser justificativos permanentes de la imposibilidad de generar estrategias de intervención distintas, que permitan construir espacios individuales y grupales de interpretación y análisis. Malacalza dice que Trabajo Social debe potenciarse, entre otras cosas, a través de “mantener y ampliar el espíritu crítico, la búsqueda incesante, la inconformidad permanente, la creatividad transgresora, de manera de superar la rigidez institucional que encasilla el quehacer profesional poniendo obstáculos a los esfuerzos de una mayor profesionalización” 19 .

Una de las profesionales plantea como horizonte “... ir más allá de lo administrativo... ojalá yo pueda lograr el trabajo extramuros, hacer visitas, y no guiarme sólo por los legajos e informes de colegas.” No hay aquí un corrimiento de lo instituido, ya que al plantear el tema de las visitas domiciliarias se continua centralizando la mirada en el hacer, pero considero que lo que se dice es fundamental: el trabajo de campo es uno de los pilares esenciales para construir con expertez y eficacia la intervención profesional. Los autores Varela y Álvarez Uría se refieren a este tema al plantear que “los servicios sociales burocratizados no son ya un instrumento eficaz para luchar contra la desigualdad” 20 y, que “muchos trabajadores hacen explícita la insatisfacción que les produce dedicarse exclusivamente a trámites burocráticos, a arreglar los papeles de la gente, a realizar un trabajo de ‘parcheo’ porque ‘dentro de una serie de problemas de fondo no se tiende a asumir cuáles son las causas’” 21 .

La perspectiva que predomina es la de la intervención mecánica (demanda-recurso), desde donde se define a Trabajo Social como una profesión limitada a un “saber hacer”. Esto se relaciona con el enfoque pragmático que ha recorrido históricamente a la profesión y que, en el Servicio Social del Hospital, se manifiesta en la generación de intervenciones paliativas sobre las demandas sociales. Creo que el desarrollo de una labor profesional firme en su intervención y resolutiva en las decisiones está ligada a la producción de conocimientos propios, a la posibilidad de argumentar, cuestionar y conceptualizar ese “hacer”.

Se presentan dos expresiones que tienen que ver con la construcción del imaginario social acerca de la profesión y que determinan la perspectiva de intervención propuesta:

  1. “...nosotros trabajamos con lo anecdótico...”

  2. “...cuando intervenimos se comparte la idea de tomar cada situación (por la que atraviesan las familias de los pacientes) como si nos pasara con nuestros hijos...”

Como decía antes, esta perspectiva está fuertemente arraigada al pragmatismo desde donde sólo se necesita describir el problema para comprenderlo y actuar sobre él. Una buena relación profesional empática, la experiencia anterior o el sentido común serían suficientes para intervenir profesionalmente.

Surge, entonces, el siguiente interrogante: ¿qué nos diferencia a los trabajadores sociales de una persona con capacidad de relato y buena voluntad?, ¿se precisa ser trabajador social para decir que una persona que gana $ 150 mensuales, tiene 8 hijos y no cuenta con cobertura de obra social necesita que el Estado compre la medicación para un miembro de su familia? Si se precisa, porque lo anecdótico no es lo que define a la profesión. Creo que la intervención debe ser orientada en función de valores éticos pero siempre articulados a la construcción de lecturas complejas de lo social a partir de la abstracción de los datos mediante herramientas teóricas, epistemológicas y metodológicas.

Es necesario superar la faz “mecanicista” de la intervención, buscando instituir el ejercicio de una actitud investigativa que brinde nuevas herramientas teóricas que complejicen las distintas propuestas de intervención; y den “más oxígeno”. El desafío seguirá siendo el de construir una intervención que no esté únicamente ligada al “hacer”, lo que es reducirla a la asignación mecánica de recursos; es reducir al sujeto de derecho a un “demandante”; es reducir al trabajador social a un “procesador de información” e “intermediario” entre sujeto y “decisor”, que se vale de instrumentos como el informe social a través de una rutina institucional. Además, el horizonte de intervención estaría determinado por el compromiso en la reconstrucción del lazo social desde el abordaje de las trayectorias singulares. Una posible vía de entrada pasaría por la cuestión de la identidad y la integración, entendidas como la articulación entre el pasado y el proyecto futuro y, como la construcción de la memoria colectiva y de un destino compartido. Quizá sea aquí por donde pase la “pequeña revolución” de los trabajadores sociales.

Bibliografía consultada.

  1. ARIAS, Roxana; COMAS, Corina: La clínica de lo social, en revista Margen Nº 25, Bs. As., otoño de 2002.

  2. AUGÉ, Marc. Los no lugares. Ed. Anagrama. 1993.

  3. CARBALLEDA, Alfredo. Algunas consideraciones sobre el registro dentro del campo del Trabajo Social.

  4. CARBALLEDA, Alfredo. Bobbio, las promesas no cumplidas, el “ideal ajustado de democracia” y la cuestión política. Apuntes de cátedra. Margen digital.

  5. CARBALLEDA, Alfredo. El Estado y el fin de siglo. Art. Revista Utopías. UNER. Paraná. 1997.

  6. CARBALLEDA, Alfredo. La familia en los albores del nuevo milienio. Reflexiones interdisciplinarias: un aporte al Trabajo Social. Cap. 2: Las políticas sociales y la esfera de la familia, crisis de legitimidad y representación. Ed. Espacio. Bs. As.

  7. DE JONG, Eloisa. Especificidad y objeto de intervención. Art. Revista Utopías. UNER. Paraná. 1995.

  8. FOUCAULT, Michel. Sujeto y Poder. Margen. Apuntes de cátedra.

  9. GARCÍA DELGADO, Daniel. Estado y Sociedad. Cap. I y II. Ed. Tesis Norma. Bs. As. 1994.

  10. GHEENO, Jean M. El fin de la democracia. Cap. I y II.

  11. LIPOVESKY, Gilles. El crepúsculo del deber. Ed. Anagrama. Barcelona. 1994.

  12. MALACALZA, Susana: Un tema para el Trabajo Social: La identidad del sujeto. Algunas aproximaciones. En revista Margen Nº 7/8. Abril 1995.

  13. ROSANVALLON, Pierre; FITOUSSI, Jean Paul: La nueva era de las desigualdades. Ed. Manantial. 1997.

  14. ROZAS PAGAZA, Margarita: La intervención profesional en relación con la cuestión social. El caso del trabajo social. Ed. Espacio. Bs. As., octubre de 2001.

  15. VARELA, Julia; ALVAREZ URIA, Fernando: Genealogía y sociología. Cap VII. En torno a la crisis de los modelos de intervención social. Ed. El cielo por asalto. 1997.

NOTAS

1 ROSANVALLON, Pierre; FITOUSSI, Jean Paul: La nueva era de las desigualdades. Ed. Manantial. 1997. Pág. 36.

2 ARIAS, Roxana; COMAS, Corina: La clínica de lo social, en revista Margen Nº 25, Bs. As., otoño de 2002. Pág. 4.

3 En esta institución realicé una concurrencia durante los meses de mayo a noviembre de 2002.

4 Datos extraídos de las cifras del Indec publicas por Clarín en mayo de 2002. A diferencia de este planteo, la CTA explica que una familia tipo (4 integrantes) necesita para vivir $1370 mensuales.

5 Robert Castel propone el término “desafiliación” para comprender el “doble desenganche”, dado por la ausencia de trabajo y el aislamiento relacional, por el que transitan cada vez más personas. Explica que prefiere hablar de desafiliación más que de exclusión para explicar que el sujeto se ha desligado pero sigue bajo la dependencia del centro. Para el autor no hay nadie que esté fuera de la sociedad, sino que lo que existen son posiciones distintas respecto del centro.

6 ROSANVALLON, Pierre: En el libro de ROZAS PAGAZA, Margarita: La intervención profesional en relación con la cuestión social. El caso del trabajo social. Ed. Espacio. Bs. As., octubre de 2001. Pág. 226

7 CARBALLEDA, Alfredo: La familia en los albores del nuevo milienio. Reflexiones interdisciplinarias: un aporte al Trabajo Social. Cap. 2: Las políticas sociales y la esfera de la familia, crisis de legitimidad y representación. Ed. Espacio. Bs. As. Pág. 51.

8 De acuerdo al criterio establecido por el Consejo de Administración para la autorización de la compra de los diferentes insumos.

9 ROSANVALLON-FITOUSSI. 1997. Op. Cit. Pág. 27.

10 ROSANVALLON-FITOUSSI. 1997. Op. cit. Pág. 30.

11 ROSANVALLON-FITOUSSI. 1997. Op. cit. Pág. 31.

12 CARBALLEDA. Op. cit. Pág. 67.

13 VARELA, Julia; ALVAREZ URIA, Fernando: Genealogía y sociología. Cap VII. En torno a la crisis de los modelos de intervención social. Ed. El cielo por asalto. 1997. Pág. 174.

14 Tipo: familia sin obra social y con escasos ingresos económicos.

15 MALACALZA, Susana: Un tema para el Trabajo Social: La identidad del sujeto. Algunas aproximaciones. En revista Margen Nº 7/8. Abril 1995. Pág. 3

16 VARELA- ALVAREZ URIA 1997. Op. Cit. Pág. 170.

17 MELANO, Ma. Cristina. La insoportable levedad de las fronterizaciones. En Revista de Trabajo Social Nº 64. Sgo. de Chile. 1994

18 ROZAS PAGAZA, Margarita: Una perspectiva teórica-metodológica de la intervención en Trabajo Social. Ed. Espacio. Bs. As. 1998. Pág. 60-61.

19 MALACALZA. 1995. Op. Cit. Pág.4

20 VARELA- ALVAREZ URIA 1997. Op. Cit. Pág.183.

21 VARELA- ALVAREZ URIA 1997. Op. Cit. Pág.183



* Datos sobre la autora:
* Lic. Leticia Beltramino
Lic. en la Facultad de T. S. de la Uner.
TS (ad-honorem) en el Servicio Social del Hospital de Niņos de Santa Fe en 2002
Suplencia (de Trabajo Social) en la Escuela Especial para Formación Laboral N? 2111 de Santa Fe (2003)
TS en el Centro de Salud del Barrio San Agustín (de Santa Fe) interviniendo desde la Antención Primaria luego de la catástrofe que padeciķ la ciudad.

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