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Edición N° 25 - otoño 2002

Una evidencia: " la castración"

Por:
Lic. Karina Somoza
*
(Datos sobre la autora)


Como neuróticos que presumiblemente somos, pasamos la vida utilizando diferentes artimañas para velar la castración del Otro. Pero que nos sucede cuando esta se nos impone “presentificada” en un sin techo?

A veces nos angustia, otras nos shockea, muchas veces la negamos, no queremos saber nada de eso o con eso. “ no quiere ser alojado” ... no hay nada por hacer acá ... pero, ¿no hay nada por hacer?

¿Se trataría de una elección de vida?, de una circunstancia?, de un predisponente?, quizá de un determinismo social? O tal vez psíquico?

¿Qué lugar para la cura y la reincersiòn en ese caso?

El hombre que vive desde hace mucho tiempo en situación de calle, lo que comúnmente llamamos un crónico, ¿elige cortar sus vínculos afectivos y sociales, para vivir por fuera del sistema?

Desde el plano consciente, preconciente, sería posible pensar en dicha posibilidad, y en algunos casos hasta entendible, pero como bien sabemos estamos determinados por el sistema inconsciente y actuamos de una manera, sin saber porque lo hacemos, repetimos historias que van en contra de nuestro propio bienestar y si bien estos sujetos pretenden escapar del sistema no pueden hacerlo de su inconsciente.

El sujeto se estructura como tal, a partir de Otro, que lo asiste, que responde en mayor o menor medida a su llamado ( alimentos, salud, cuidados, aseo etc. ), dada la indefensión e inmadurez con la que cuenta al nacer, lo que genera un absoluto estado de dependencia.

El deseo de este Otro, organiza el mundo de los objetos humanos en tanto objetos de competencia y rivalidad, la rivalidad que establece con sus semejantes genera una agresión mortífera para la cual es necesaria la intervención de un tercero que introduzca un orden simbólico, una ley.

Considerando que esta respuesta nunca es la adecuada del todo, es como se constituye el psiquismo humano. Ahora pensemos que sucedería si además de no ser adecuada, quizá no exista respuesta o de existir sería a total destiempo?

¿Cómo se constituiría dicho psiquismo con estas faltas y que efectos produciría a posteriori?

Ya habíamos hablado de competencia – rivalidad – agresividad, se instaura un nuevo término que tiene que ver con la hostilidad un afecto del que habla Freud. Marcas, signos que se inscriben a fuego en el inconsciente. Esta frustración vivenciada por el sujeto lo remite a una agresión competitiva produciendo cierta tensión que se descarga en angustia, siendo la reacción típica ante la falta. Dicha falta se transforma en pérdida, pérdida que debe ser “rellenada”, para ello el sujeto busca distintos objetos que resultan inadecuados para su necesidad.

Como hipótesis podemos pensar que algunos objetos utilizados pueden ser alcohol – drogas, cuyo efecto sería el de una satisfacción sustitutiva y el propósito evitar el dolor o la angustia, generando cierto placer en el goce autoèrotico que desencadena.

Cabe mencionar que algunas veces, el alcohol se convierte en “casi” una necesidad de supervivencia, cuando las condiciones climáticas son adversas (bajas temperaturas) y muchas veces los efectos que produce la ingesta de alcohol y o drogas pueden ser confundidos con cuadros psiquiátricos.

A modo de hipótesis podemos suponer que la intoxicación por la ingesta de alcohol expresa la angustia que al ser suprimida (no ligada) la sustituye el objeto droga. De esta manera elude el dolor producido por la angustia que invade e irrumpe. De este modo se produce un borramiento del sujeto quedando éste sustituido por el acto adictivo.

Retomando la situación traumática establecida, esta se irá repitiendo como modelo a las posteriores situaciones que al sujeto se le presenten, revivenciando dichos episodios que provoca displacer en un sistema, pero placer para el otro en forma simultánea ( conciente – inconsciente).

Esto es posible dado que los procesos psíquicos inconscientes son atemporales. Por lo tanto vemos a un sujeto ligado – sujetado – a ciertos episodios repetitivos que “ no quiere “ abandonar aunque no tenga que ver con su bienestar, sino todo lo contrario.

Hay una pulsiòn que insiste en encontrar “al objeto” y se repite en el intento la misma situación traumática obligando al aparato psíquico a un trabajo constante y desadaptativo.

La compulsión a la repetición evoca deseos inconscientes y experiencias vividas en el pasado que no provocaron placer, tratándose de una satisfacción que va más allá del Principio de Placer (ganancia de la enfermedad, beneficio primario del síntoma), siendo este el mayor obstáculo para el cambio, no pudiendo ser ligado, consiste en un real que vuelve siempre al mismo lugar, donde se busca un “imposible” de encontrar (imposible por estructura).

La pregunta consiste en ¿Es factible modificar algo de esto?

Considero que sólo es posible acotar “un poco” este goce auto erótico, produciendo una apertura al deseo, que no es poco, y en eso consistiría el éxito de nuestro trabajo. Crearle, “construirle”, dado que antes no existía la necesidad de realizar otra cosa diferente. Producir una pregunta en el sujeto por su padecimiento, puede ser un objetivo demasiado ambicioso, pero el desafío puede consistir en desculpabilizar al sujeto con respecto a su situación .

Muchas veces nos decimos ¿algo habrá hecho, para encontrarse hoy en esta situación? Y conducirlo por la vía de la “responsabilidad” con respecto a su vida, creándole un compromiso y a la vez brindándole herramientas para que pueda revertir su presente. (a través de contención, acompañamiento, orientación), optimizando los recursos “humanos “, materiales e institucionales, en contra posición a hacer asistencialismo, que sería brindarle un nuevo objeto descartable para su necesidad, que siempre es otra.

Para ello es necesario implicarse en cada caso a abordar, lo que conlleva un desafío extra y permanente. Sería enfrentarse a cada paso con la castración del Otro y la propia “ no se puede responder a todas las demandas” y no todos están dispuestos a aceptar nuestra propuesta.

Retomando la pregunta del inicio. Un sin techo, ¿elige voluntariamente ser un sin techo?

Por lo trabajado hasta aquí, considero que existen ciertos predisponentes psíquicos que sobredeterminan una elección (no tan voluntaria) y un marco social que atraviesa al sujeto en cuestión, donde influyen factores tales como la marginalidad y la vulnerabilidad en la que se encuentra. Cabe señalar que siempre consiste en la evaluación del caso por caso. Allí es donde cobra mayor importancia el rol del psicólogo.

En un comienzo consideraba que mi función podría desempeñarla con igual idoneidad cualquier persona que contara con un mínimo de sensibilidad y criterio de la realidad. A lo largo de mi recorrido por el BAP, y pensándome como trabajadora de la salud mental entiendo que no es así.

La intervención y participación del Psicólogo en cada caso a abordar consiste en utilizar el conjunto de herramientas, conceptos teóricos y técnicos propios que hacen que dicha intervención sea diferente.

Mis expectativas al iniciar la carrera, consistían en ayudar a la gente desde una mirada altruista y egocéntrica, pensada donde la gente venga a mi encuentro en busca de ayuda.

La realidad hoy es diferente, cambió el medio, soy yo quien sale a la calle en busca, ya no de un paciente sino de una persona que necesita ayuda, el objetivo podría ser alcanzado, consiste en un desafío que se impone a diario.



* Datos sobre la autora:
* Lic. Karina Somoza

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