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Edición N° 24 - verano 2002

INSEGURIDAD Y VIOLENCIA

Ponencia en el Panel sobre Inseguridad en los Asentamientos de la Práctica Pre-Profesional de los alumnos de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos – 18 de Octubre de 2000.

Por:
Dra Prof. Silvia De Riso
*
(Datos sobre la autora)


Me gustaría enmarcar mi participación en esta mesa como contribución a los dispositivos que promuevan afianzamientos simbólicos de seguridad apuntando a la recuperación de la vivencia de posibilidad que da la protección próxima, los espacios compartidos, los instrumentos cognitivos y de acción, que tienen lugar como apoyaturas y acompañamientos ciertos.

Seguridad vinculada a la apertura en contraposición a encierro, muros, rejas. Apertura no de carácter ingenuo, irresponsable, temerario o provocador, sino de construcción participativa, real, con profundización democrática en la convicción de que toda prevención de riesgos se funda en la solidaridad.

¿De dónde partimos? Dice Eric Hobsbawn, notable historiador, en un artículo titulado “La amenaza está adentro”: La lógica de una economía global, transfiere la producción de los paises de salarios altos a aquellos con salarios bajos, de la industria organizada a la industria sin sindicatos. Es una economía edificada sobre la base de la inseguridad humana –inseguridad que también genera- y el debilitamiento de los gobiernos para contrarrestarla mediante la seguridad social. Las políticas neoliberales que están en boga producen un incremento asombroso en la brecha entre ricos y pobres1

De allí que pensamos que la violencia en los espacios de la cotidianeidad, la de las relaciones callejeras, institucionales, o entre países, no guarda, aunque tenga sí conexiones complejas, relaciones de exterioridad, sino que se encarna en la subjetividad y en la vida cotidiana que según Agnes Heller es la “verdadera esencia de la sustancia social”.

Hablamos de sujeto entendiendo con Toni Negri a un “ser común y potente que se forma en el proceso histórico, ser común puesto que está compuesto de las necesidades comunes de la producción y la reproducción de la vida. Ser potente puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el excedente de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la potencia de la reapropiación de la vida.”2

Entonces, ¿de qué violencias hablamos? De aquellas diferentes fuerzas destructivas que afectan tanto al que la ejerce como a quien la padece. Aquella que es diferente a la agresividad definida como capacidad de oposición al medio, sea natural o humano, para resolver la subsistencia, afrontar los riesgos o construir los cambios.

Ese carácter de imposición forzada sobre otros, a veces sobre sí mismo, que conlleva la violencia, aparece hoy como impregnación difusa e inorgánica en los diferentes aspectos de la vida y en el conjunto de la trama social. Viene fundamentalmente del miedo en el plano afectivo y de la desigualdad del poder en el plano social. Miedo a no ser amado, temor de perder el poder, de no tener, de no poder pertenecer o estar, de no poder hacer, de no ser...aquel temible terror a la inexistencia.

La violencia es entonces un fenómeno tanto social como psicológico; se sitúa para cada grupo social en lo que está prohibido y fuera de la norma, la cual ha perdido la fuerza de referente en medio de una crisis social profunda y sostenida que ahoga también desde las instituciones más significativas como la justicia, el sistema republicano de gobierno, la salud y la educación indefensas. Es decir, aquella violentación ejercida por un grupo, un Estado o una institución que toma decisiones y define acciones unilateralmente en beneficio de un subgrupo social. Violenta desde la corrupción, desde la impunidad y desde los contrastes de la desigualdad.

Pero me interesa particularmente intentar transmitir alguno de los efectos de este orden social y su inscripción en la subjetividad individual. Un sujeto atemorizado y aislado por los efectos de la fragmentación, ante este profundo riesgo existencial, puede encontrar en la identificación con ese orden, alguna apoyatura que le permita negar su angustia, impotencia y vivencia de soledad. La carencia sostenida e incrementada, agudiza la rivalidad entre pares, que a la vez es fomentada e incentivada de diversas formas, tienden a deteriorarse las tramas relacionales.

También es posible, al ser negado o menoscabado el sujeto en su función esencial de productor, que el impacto en la subjetividad se exprese en alguna de las múltiples formas depresivas con autoculpabilización, pérdida de la autoestima, desconfianza, cosificación del otro y de sí. En otros, un aislamiento creciente, sentimientos de vacío, futilidad, encierro en los pensamientos propios, hacen crecer la ansiedad y la confusión, perturban sus relaciones, prevaleciendo en ellas la intolerancia, la insatisfacción, el rechazo a las diferencias. Obstaculizaron el proceso de identificación madura, o sea, el encuentro con el otro en su condición de diferente y semejante.

Se hace visible entonces la fragilización yoica consecuente a las vivencias de inseguridad e incertidumbre, a la realización de esfuerzos y sobreesfuerzos crecientes para el trámite de la vida cotidiana que a veces conllevan el riesgo del fenómeno de sobreadapatación, “adecuación” que no parte desde un yo fortalecido, que permite una relación crítica con la experiencia, sino desde el acatamiento o identificación con los valores del agresor; dando lugar a una falsa identidad que requiere de una subjetividad enajenada de sus propias necesidades, sentimientos,proyectos, ideales, historia y vínculos, priorizando aquello que apariencialmente le da significatividad y existencia.

Toda esta descripción va como idea para reflexionar con ustedes sobre la necesaria consideración de los autocuidados respecto a la integridad psíquica, física y social. En este, nuestro medio, parece menos probable por la raíz vocacional, la posibilidad de la pérdida de la inquietud por el otro o por lo menos, si aparece, es con menos intensidad, pero sí decía proponerle estar atentos con ustedes mismos, dado el objeto particular de su estudio y prácticas, y la emergencia constante de problemáticas altamente movilizantes y difíciles. Con nosotros entonces, estar atentos a:


  • Definir que es posible hacer los límites entre los que se sitúa la intervención y a veces el duelo de la intervención ideal. Límites que pueden provenir del profesional, del aprendiz, del equipo, de la institución y/o del plano personal. También a veces reconocer los límites del rol profesional, la insuficiencia de medios o de disponibilidad de los otros necesarios. Considerarse como uno de los recursos, no el todo. En este sentido, generar y propiciar la trama, abrir la escucha, y habilitar la palabra. Hacer ciertos los lazos con los más próximos y con otros tal vez menos conocidos y lejanos. No es necesario que sea con todos, alcanza empezar con algunos.


  • Desde el punto de vista de las estrategias de prevención, contribuir a generar:

    • Fortalecimiento de la confianza en sí mismo, que se logra siempre con otros y aumentando el acuerdo consigo mismo.

    • Reforzamiento de las solidaridades de grupo dirigidas hacia la reflexión y acciones concertadas, considerándolo el ámbito privilegiado para la elaboración de las ansiedades persecutorias y de pérdida.

    • Profundización del conocimiento de las leyes que rigen los fenómenos con que trabajamos.

    • Afianzamiento y legitimación de sus propios proyectos y el hacer por ellos.

    • Consolidación y sostenimiento a nivel afectivo.

    • Distinción y explicitación consecuentes de los sentimientos; sean estos: de enojo, de pena, de dolor, de satisfacción, de complacencia, de agradecimiento o de simpatía.

    • Ejercicio de la tolerancia a las divergencias o diferencias, ejercicio de la tolerancia a la espera, a la ambivalencia, a la confusión.

    • En suma: consideración de sí y de los otros, para lo cual, este ámbito educativo nos convoca e interpela para hacerlo más saludable.




BIBLIOGRAFÍA:


  • GALENDE, Emiliano. De un horizonte incierto. Paidós, 1997


  • STOLKINER, Alicia. Ponencia “¿Cuáles son las posibilidades de construcción de ciudadanía en la actualidad y qué transformaciones se producen en la vida cotidiana?”. Mesa redonda Séptimo Congreso Latinoamericano de medicina social.


  • QUIROGA, Ana. Conferencia “Subjetividad y procesos sociales” Jornadas de Alcoholismo. San Luis, agosto de 1997.


  • DE LA ALDEA, Elena, ROUSSEAU, Cecile. “Violencia y salud mental. Intervención y prevención. Canadá, octubre, 1994


NOTAS

1 HOBSBAWN, Eric, citado por GALENDE, Emiliano en: De un horizonte incierto. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1997

2 NEGRI, Toni,. Fin de Siglo. Editorial Paidós. Barcelona, 1992 citado por STOLKINER, Alicia en su ponencia “¿Cuáles son las posibilidades de construcción de la ciudadanía en la actualidad y qué transformaciones se producen en la vida cotidiana?”. Séptimo Congreso latinoamericano de medicina social. Buenos Aires, marzo de 1997



* Datos sobre la autora:
* Dra Prof. Silvia De Riso
Titular de la Cátedra Salud Mental IV Carrera Licenciatura en Trabajo Social FTS - UNER

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