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Edición N° 22 - invierno 2001

El Servicio Social,disciplina de una profesión:
hacia una identidad y una pertenencia.

Por:
Dra. Cármen Prizzon
*
(Datos sobre la autora)

Esta disertación fue presentada en el Congreso:
"Un nuovo interesse sociologico per la persona", Pontignano-Siena, Maggio.

Traducción del italiano: Gisela Giamberardino (corresponsal de Margen en Italia).


La intención del presente trabajo es la de dar luz a algunos aspectos de la relación entre identidad profesional y servicio social.
Se considera por ello oportuno partir de colocar al servicio social, en el ámbito del trabajo social, entre las profesiones de ayuda, junto a las cuales interpreta los cambios del sistema de seguridad social.
En particular a través del análisis de la relación entre identidad y servicio social, se pone el objetivo de comprender en qué modo los temas conectados a ella, en especial la complejidad y la pertenencia, puedan ligarse a la demanda cognoscitiva y de intervención profesional, a fin de contribuir a la reflexión sobre las competencias y los niveles de elaboración adquiridos por el servicio social al confrontarse con la comunidad, entendida ya sea como comunidad de ciudadanos, que como comunidad profesional.

Entre los efectos más relevantes de las grandes transformaciones estructurales acaecidas en los últimos años en el sistema de estudios universitarios, se considera necesario relevar las nuevas finalidades atribuidas a ellos, con la consecuente demanda de formaciones inéditas o reformuladas en modo mas articulado y diferenciado, y la creciente atención a las peculiaridades, sobre todo en orden a la aplicación de los conocimientos a la realidad social y a la necesidad de conectar en modo coherente y significativo los procesos de aprendizaje de los diversos saberes y la utilización práctica de los mismos.
No por casualidad, de hecho, se piensa una formación universitaria que busca preparar un graduado capaz de entrar en un mundo profesional móvil, en el cual no sólo se requiere saber adaptar el propio conocimiento a una realidad en cambio, sino también saber elaborar un sistema de competencias adecuadas para producir líneas de desarrollo sostenibles y utilizables.

Las innovaciones de orden cultural, la variedad y la diferenciación de los perfiles profesionales introducidos de la reforma, de los cambios sociales y de las direcciones de política social, han provocado cambios de significado en los conceptos y en las categorías de la “ayuda a las personas”, no siempre explicitados, con la consecuente superposición de planos de conocimiento y contenidos viejos y nuevos.
Las disciplinas cercanas a las ciencias sociales han evidenciado desde los orígenes una diferencación constante no sólo en los campos de aplicación, sino también en las reelaboraciones teóricas.
Históricamente, las bases científicas del trabajo social estuvieron cracterizadas por la falta de certeza, o al menos registraron continuos ajustes. De esta particularidad han derivado una estructuración y un refuerzo de los propios paradigmas interpretativos y contemporáneamente una ampliación de la propia área de intervención; pero ello ha comportado tambión un evidenciar, en modo gradual y porgresivo, de la propia pertenencia a la dimensión de la realidad social y a su devenir.

Las necesidades sociales han aumentado de manera significativa, más por el aspecto cualitativo que cuantitativo, de las relaciones humanas comprometidas. Las instituciones públicas están llamadas a ampliar los propios confines (límites) de interevención, acción para la cual no disponen ni de recursos humanos, ni tanto menos de aquellos económicos necesarios y/o suficientes para afrontar las demandas.
La importante crisis atravesada por todos los países de la comunidad económica europea en relación a los sistemas de protección social, ha producido cambios en el modo de elaborar y proyectar la intervención social.
En particular, se ha reforzado la idea de que las políticas de elaboración y actuación de los derechos sociales deben ser pensados, definidos y actuados sobre todo como expresión de todos los grupos sociales interesados por el bienestar de la comunidad en la que viven.
En particular la expectativa de la comunidad en relación a las intervenciones adecuadas de parte del estado social debe entenderse, de acuerdo con Piga 1 “no tanto como distribución de beneficios privados a las personas, sino sobre todo como construcción de utilidad comunitaria y como elaboración de ventajas complesivas que estimulen los contextos locales y sus recursos de pertenencia, en un diseño mas amplio de elaboración del desarrollo. En un modo competente, para que las intervenciones sociales estén acompañadas de teorizaciones adecuadas y metodologías con autoridad, que den realce a la profesión.

Tales consideraciones presuponen, necesariamente, una ampliación de los partners comprometidos en la ideación de proyectos y actuación de las intervenciones sociales, buscando nuevas áreas de colaboración y de cooperación, pero también una ampliación y profundización de las teorizaciones que guían las acciones profesionales.
Se presenta entonces la exigencia de buscar y construir un nuevo diálogo entre las instancias públicas, privadas y del tercer sector, que trascienda las organizaciones en sentido estricto, para tomar en exámen las conexiones entre las organizaciones y su ambiente externo.
Pero se concretiza también la necesidad de comprender cómo las raíces de la accion social se desarrollan en ese determinado contexto local, de conectar la intervención al contexto, y mas aún, al mismo tiempo se presenta la exigencia de buscar nuevos instrumentos conceptuales para individualizar las “otras” redes con las cuales llevar adelante un proceso de transformación desde recursos tradicionales a recursos de solidaridad.

Las consideraciones hasta aquí efectuadas parecen conducir a dos órdenes de reflexión para las profesiones de ayuda:

  • El primero se refiere a la exigencia de una elevada profesionalidad, con un adecuado cuerpo teórico de referencia, como soporte.

  • El segundo se refiere a la exigencia de favorecer un conjunto de respuestas, a las necesidades expresas, que tengan carácter de proceso, capaces de comprender en su unidad, las diversas dimensiones que componen la realidad humana y social.

Sólo una lectura compartida entre operadores competentes en su especificidad, puede garantizar la activación de un proceso de ayuda respetuoso de la individualidad y subjetividad del usuario. Sólo la conciencia que la comunidad científica y profesional hayan madurado una reflexión propia en el análisis de la relación entre la dimensión macro y micro de la sociedad y respecto a ésta, hayan recompuesto un método, una profesionalidad de las competencias, podrá permitir la construcción de un acompañamiento competente.
Como inherente a este objetivo, parece importante destacar el hoy más actual que nunca argumento que propone el grupo de SPE 2, cuyo documento porgramático afirma la importancia de ofrecer “modelos teóricos y acercamientos metodológicos adecuados, y de concentrar los esfuerzos de investigación, sobre puntos claves de los procesos de transformación en acto, ademas de asegurar la oportuna difusión de los resultados de la investigación misma, para formar una opinión publica conciente.

  1. El tema de la identidad en relación a la disciplina del servicio social

    Se considera que las profesiones de ayuda lleven adelante la propia intervención, a través de una continua y multiforme conexión entre las instituciones proyectándose en una producción de sentido acerca de la lectura, la relevación, y la interpretación de necesidades hacia las cuales están llamadas a individualizar respuestas.
    El trabajo social expresado en las profesiones de ayuda, parece consistir, cada vez más, en la gestión (gerenciamiento) de la complejidad 3, elemento del cual se teoriza una continua expansión paralela al desarrollo de la sociedad, no como consecuencia de este último, sino como elemento estructural del proceso mismo.
    “En efecto-sostiene Morin-hay una complejidad cuando son inseparables los diferentes componentes que constituyen un todo (como aquella económica, aquella política, sociológica, psicológica, afectiva, mitológica) y cuando hay un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre las partes y el todo y entre el todo y las partes”. 4

    La gestión de sistemas complejos requiere un elevado nivel de profesionalidad, un adecuado manejo de instrumentos profesionales y la utilización de diversas claves de lectura de la realidad social.

    Cabe preguntarse entonces, si el paradigma teórico de la identidad, entendida en este contexto como identidad colectiva en relación a la dimensión profesional, pueda-a traves de las categorías de complejidad y pertenencia-favorecer una reflexión en mérito a la doble exigencia, madurada desde el servicio social:

    • la necesidad de poseer un cuerpo teórico adecuado, un campo cognitivo específico;
    • la necesidad de componer una intervención adecuada en relación a los puntos de mayor fragilidad presentes en la dimensión social.

    Esto significa partir del presupuesto que el servicio social no exista sólo como dimensión profesional, sino que tenga también un estado incipiente como disciplina, con una propia autonomía teórica y que se manifiesta sobre la intervención social.
    Pero al sostener esta afirmación, no se puede no evidenciar los multiples puntos en común que el servicio social tiene con otras disciplinas, campos semánticos contiguos, sino comunes para ciertos aspectos, de frente a una cierta diferenciación dentro de sus propios confines.
    Como sostenía Elisa Bianchi al definir el servicio social: “una disciplina de síntesis que, para conocer e interpretar la realidad de las personas, de los contextos sociales, de las relaciones recíprocas y para intervenir sobre ellas, se relaciona con diversas disciplinas, con diversas metodologías, con diferentes lenguajes, con diversas corrientes de pensamiento al interno de ellas.”5

    Pero como el problema de la multidisciplinariedad no puede ser reducido a una simple combinación entre disciplinas, deviene necesario profundizar la reflexión sobre la propia especificidad epistemológica, a través de una relación dialéctica con las otras disciplinas, cambiando de lugar la confrontación desde el terreno de los intereses hacia aquel de las competencias.
    Se piensa que los actuales cambios registrados en la realidad social puedan producir, en un futuro próximo, una demanda cada vez más amplia de perfiles profesionales capaces de interaccionar entre diversas disciplinas y con diversos perfiles, llevando la confrontación hacia un terreno de competición solidaria.
    Ello sugiere para la disciplina del servicio social, por un lado, la oportunidad de pensar en una diferenciación mayor, de proyectar y buscar sinergías entre modelos diversos; mientras por el otro evidencia la necesidad de crear un mayor anclaje de la reflexión teórica en una dimensión autónoma, que busque en la confrontación aquellas compatibilidades y convergencias que puedan subsistir en el campo de las ciencias sociales.

    Sobre este tema Folgheraiter afirma: cada profesión, debe tener…..,una ciencia propia, y bien diferenciada que le haga de soporte. Debe poder demostrar que dispone de una propia matriz para la elaboración y el desarrollo del conocimiento, de un propio código de selección/lectura, de la realidad” 6.
    Parece entonces poder afirmar, en acuerdo con este autor, la necesidad de que los conocimientos racionales requeridos para una acción profesional competente, deban estar estrechamente conectados a un núcleo central que le contradistinga la identidad.

    Pero no siempre la ciencia de referencia dispone de un cuerpo teórico sistemático, es así como la conciencia de la identidad del trabajo social pertenece a aquellos que lo practican y en menor medida a quien hace referencia a él, desde el exterior. 7
    Para contrarrestar, parece importante que exista un área de reflexión específica, peculiar, destinada a conocer y comprender qué cosa le compete hacer a esta profesión, a elevar el grado de claridad epistemológica, a hacer que la cultura teórica se consolide objetivamente y se difunda sobre un plano de conciencia entre sus miembros.

    Como contribución a ello, la reflexión elaborada de la Sociologia de las profesiones, en su evolución histórica, subraya la importancia de esta dimensión teórica, como primera entre los requisitos necesarios para definir un status profesional. 8.
    En particular el esquema de análisis propuesto por Prandstraller a través de los parámetros de inclusión-exclusión entre las profesiones, parece resaltar la necesidad de disponer de un paradigma cognitivo como soporte de un saber experiencial.
    En tal sentido debe leerse el requisito de poseer “un skill profesional fundado sobre campos teóricos definidos (…)formando un sistema coherente del cual la forma profesional trae su identidad cognitiva, con bases y soportes en una formación sufiecientemente identificable”. 9

    En relación en cuanto hasta aquí se ha sotenido, se podría deducir cómo el saber profesional tenga la necesidad de identificarse con un paradigma cognitivo de confines definidos y permanente en el tiempo, para lograr coherencia, pertenencia y reconociemiento.
    Ello permite llevar adelante un proceso de identificación respecto a un saber compartido y al mismo tiempo favorece un proceso de diferenciación de los otros componentes cognitivos y comportamentales . Pero, ¿cuáles se consideran que puedan ser los nodos centrales que componen el campo cognitivo del servicio social que permitan el desarrollo de una identidad disciplinar y profesional mayoritariamente legitimada?

  2. De la claridad del objeto al desarrollo de la pertenencia.

    El requisito de definición de un más riguroso status epistemológico, que legitime mayormente el rol disciplinar, parece pertenecer no sólo a la disciplina del servicio social, sino también a aquellas contiguas, afines, con las cuales condivide un campo semántico y un acercamiento interdisciplinar en la individuación de las claves de lectura y de los esquemas interpretativos de referencia.
    La necesidad de tomar al individuo en su globalidad a través de un tratamiento multidisciplinar y multidimensional, parece confirmada también, por la última definición de Servicio Social elaborada y compartida por la Federación Internacional de Servicio Social (IFSW; Montreal, Julio, 2000) y que sustituye la precedente, delineada en 1982 10.
    En ella, de hecho, se delinea un rol profesional ligado a una acción promocional que tiende hacia el cambio, una capacidad de resolver los nodos problemáticos creados en las relaciones humanas y la posibildad de desarrollar y favorecer en la población las condiciones de bienestar.
    A través de la utilización de teorías de las ciencias sociales, el servicio social profesional interviene en aquellas situaciones en que la población interacciona reciprocamente con su proprio ambiente. Los principios ligados a los derechos humanos y a la justicia social representan el fundamento de la acción profesional.

    La historia del servicio social, sea en la óptica profesional que en aquella disciplinar, parece haberse desarrollado al interior de dos paradigmas de referencia: por una parte el trabajo en favor de la promoción de las personas, en la búsqueda de formas de solidaridad activa, concibiendo el “care” como la capacidad de tener en cuenta las necesidades de las personas y de su contexto de referencia; por otro lado se revela la insistencia en promover políticas sociales y animación de la participación entendidas como utilidad comunitaria, como elaboración de ventajas complesivas capaces de incidir sobre los contextos locales y sobre los recursos de pertenencia.

    En el proceso de ayuda, la intervención del servicio social está dirigida a una dimensión específica de la necesidad, aquella de la autonomía y responsabilidad, y a un específico aspecto de la respuestas, aquel de la globalidad capaz de leer esas dimensiones y activarlas. Compartiendo la atención que muchos autores ponen en el objeto del servicio social, definiendolo como: la relacion entre la persona, su autodeterminación y un sujeto que está dentro de una comunidad 11, se considera oportuno subrayar cómo emerge la triple focalización- hacia el individuo, la organización y la comunidad- como característica fundante del hacer profesional, y de los orientamientos teóricos y deontológicos de referencia.
    Su acción, de hecho, se despliega en el prevenir y resolver situaciones de necesidad, en un sistema de welfare dentro de un contexto comunitario 12
    En tal acción se considera que haya una responsabilidad directa del profesional en correspondencia con una diversa relación entre individuo y ambiente, en la cual se evidencia una óptica unitaria de cada situación humana y la perspectiva de la complejidad como contexto social de referencia.

    En tal sentido, la interpretación correcta de servicios sociales, no se refiere tanto a intervenciones para responder a patologías sociales en acto, cuanto, más bien, a la formulación de elementos constructivos en una sociedad compleja. El punto de observación del servicio social, permite poner en evidencia cómo la mayor dificultad que encuentran las personas que se dirigen a los servicios, la mayoría de las veces, esté representada por la necesidad de componer respuestas en modo global a las necesidades relevadas.
    Para que pueda configurarse este espacio de recomposición, se considera necesario que existan particulares competencias sea de parte de los asistentes sociales que de parte de los usuarios, a los cuales viene reconocida la capacidad de sentirse responsables, ayudándoles además a ejercitar tal responsabilidad.
    A la atención que se da, al hecho problemático presentado por el usuario -sea éste individuo, familia o comunidad- es necesario ofrecer prestaciones válidas para sostener su crecimiento y su autonomía.

    La noción de complejidad incorpora la exigencia de desarrollar un pensamiento y un tratamiento multidimensional a la relación de ayuda, con el fin de favorecer la comprensión de los múltiples aspectos de los cuales la realidad misma está compuesta, aspectos que es necesario distinguir, y, al mismo tiempo hacerlos comunicantes “Complejidad es sinónimo de irreductibilidad a un único criterio de indágine cognoscitiva y de intervención práctica, dado que una exploración de un sistema complejo llama en causa y moviliza, la comprensión de una globalidad de puntos de vista, de perspectivas explicativas, cada una idónea para dar cuenta de aspectos particulares” 13

    La noción de unidad, como condición intrínseca de sujetos, se traduce, entonces, en la posibilidad de reconocer a la persona la potencialidad de desarrollar autonomía y responsabilidad, la capacidad de devenir un “sujeto” de la propia vida 14.
    De frente a una exigencia cognoscitiva e interpretativa expresada por la disciplina del servicio social, los esquemas teóricos generales a los que se considera poder hacer referencia, pasan a ser aquellos ineherentes al hombre, y a su pertenencia a un contexto específico, a un sistema social.
    Como evidencia, Dal Pra Ponticelli afirma que el objeto de conocimiento y de intervención del servicio social está representado por el hombre y por su contexto de pertenencia, respecto a los cuales son requeridas capacidades cognitivas y competencias, a fin de poder tomar sea los aspectos de complejidad que los de unicidad existentes en cada situación social 14

    A través de tal impostación, el ser humano se configura como un sujeto a respetar y promover, titular de capacidades, de responsabilidades, de necesidades, de una autonomía que se debe estimular, un sujeto en grado de sostener una relación de ayuda, una colaboración, un partenership con una finalidad a desarrollar.
    Se delinea así, la necesidad de pensar una relación profesional capaz de facilitar las relaciones y promover una red de recursos comunitarios, o para decirlo en palabras de Donati: la capacidad de proponerse como “guia relacional”

    Unitariedad y complejidad parecen ser entonces, los elementos que mayormente caracterizan el objeto del servicio social, el mínimo comun denominador, respecto al cual las diversas teorizaciones disciplinares, deben partir y dirigirse.
    Los acercamientos teóricos al interno de estos paradigmas, pueden representar aquel campo cognitivo del cual la forma profesional trae su identidad cognitiva, los valores y orientamentos culturales comunes, de los que descienden el significado y las líneas guías de las acciones y los comportamientos profesionales, considerandose que ellos puedan favorecer la consolidación de una pertenencia disciplinar y profesional.


NOTAS

1 Piga.M.M. “Le teorie del terzo settore per l’imprenditorialità solidale”, in Merler A., Dentro il terzo settore. Alcuni perché dell’impresa sociale. Angeli, Milano, 2000, p. 5

2 SPE, Sociologia per la Persona.Documento Programmatico, in: “Studi di Sociologia”, n°3, 1997, pp.3-10.

3 Sobre este argumento se vea: Complesità sociale e indentità.problemi di teoria e di ricerca empirica, Angeli, Milano,1985; Cesareo.V, La società flessibile, Angeli, Milano,1985.

4 Morin.E. La testa ben fatta.Riforma dell’insegnamento e riforma del pensiero, Cortina, Milano, 2000, p.6.

5 Bianchi E., De Sandre I., Solidarietà e soggetti: servizio sociale e teorie di riferimento, Fondazione Zancan, Padova, 2000, p.9.

6 Folgheraiter F., Teoria e metodologia del servizio sociale.La prospettiva di rete., Angeli, Milano, 1998, p. 170.

7 Rei.D., Servizi sociali e politiche pubbliche. NIS, Roma, 1994, pag.165.

8 Sobre este argumento se vea la contribucion de Villa F., Il lavoro sociale come professione, en “Studi di Sociologia”n°3, 1987, pp.322-348.

9 Prandstraller G.P.,,le nuove professioni nel terziario, F.Angeli, Milano, 1994, pags 95-96

10 “ The social work profession promotes social change, problem solving in human relationships and the empowerment and liberation of people to enhance wellbeing. Utilising theories of human behaviour and social system, social works intervenes at the points where the people interact with their environments. Principles of human rights and social justice are fundamental to socail works” Issue nà 5, marzo, 2001), (www.eassw.org)

11 Definicion compartida ahora por la mayor parte de los autores, es oportuno recordar, aquella elaborada por Elisa Bianchi: “Segun la impostacion del servicio social, el asistente social no es solo erogador de prestaciones de rutina, ni solo coordinador de recursos diversos, peor establece una relacion promocional colaborando con la lectura de necesidades y la organizacion de oferta de servicios.Uno de los objetivos que se pone el trabajo social profesional es, aquel de ayudar no solo a la solucion de problemas, sino mas bien, al uso y a la promocion-activacion de recursos personales, familiares, ambientales, institucionales.” Actas de la jornada de Estudio: Scelte e strategie familiari per fronteggiare i bisogni, en “SI, Rivista di Studi Sociali del Veneto”, Supp. N° 13, pp. 28-34

12 Veanse, las contribuciones de Girorio,G., Serra R. La solecitudine per gli altri; ISIG, Gorizia, 1997; Donati P., Folgheraiter F., Gli operatori sociale nel welfare mix.privatizzazione, pluralizzazionedei soggeti erogatori, managerialismo: el futuro del servizio sociale?, Erickson, Trento, 1999; Bianchi E., De Sandre I., Solidarietà e soggeti: servizio sociale e teorie di riferimento, Fondazione Zancan, Padova, 2000; Dal Pra Ponticelli M., Quali prospettive per il servizio sociale degli anni 2000? Riflessioni ed ipotesi di fronte alla legge quadro di riforma dell’ Assistenza, en “Rassegna di Servizio Sociale”, n° 4, 2000, pp. 4-13.

13 De marchi F., Ellena A., Cattarinussi B., voz: Complessità, en: Nuovo dizionario di Sociologia , Paoline, Milano, 1987, pp.421-426.

14 De Sandre I., “Soggeti, solidarietà, professioni:stereotipi e contenuti” in Bianchi E., De sandre I., op.cit., pp17-50

15 Dal Pra Ponticelli, “I soggetti in alcune teorie del servizio sociale:attualità di un dibattito” en Ibidem, pp.51-70, se vean tambien , contribuciones de la misma en AA.VV., Servizio sociale, sociologia, psicologia.Ripresa di un dibattito teorico, Fondazione Zanacan, Padova, 1983, AA.VV., Il lavoro sociale preofessionale tra soggetti e istituzioni. Dialogo tra servizio sociale, sociologia e psicologia, Fondazione Zancan, padova, 1988.



* Datos sobre la autora:
* Dra. Cármen Prizzon
Asistente Social, Docente de la Laurea in Servizio Sociale, Università degli Studi di Trieste. Doctora en Sociología, Teoria y Metodologia del Sevicio Social.

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