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Edición N° 22 - invierno 2001

La práctica profesional y los procesos de ciudadanización: repensando los momentos fundantes del Trabajo Social

Por:
María Inés Peralta
*
(Datos sobre la autora)


Presentación

En este escrito se pretende realizar una mirada crítica sobre la práctica profesional- entendiendo por crítica la reconstrucción de la génesis del fenómeno que se pretende criticar.
Para ello, me ubico en un momento histórico fundante del surgimiento de la pobreza como problema social y como “cuestión social”, el de la Modernidad.
En ese contexto, me interesa analizar las prácticas sociales que se constituyen en antecedentes de la del trabajador social y los rasgos que han quedado sedimentados, incorporados, institucionalizados, marcando fuertemente hasta hoy, la relación con el sujeto destinatario de nuestro trabajo.

Pretende ser un aporte al Trabajo Social, en tanto a través de un mejor conocimiento de nosotros mismos como profesión, en su historia, en su génesis, podamos tomar decisiones, desechar prejuicios, recuperar saberes, con mayor autonomía.
Autonomía que debemos asumir en un doble desafío, uno condición del otro. El desafío de posicionarnos - en tanto profesión y profesionales- como sujetos políticos y con autonomía intelectual, por un lado. El de jugar un papel en los procesos de ciudadanización de los sectores excluídos, desde una profundo cambio en el sentido de la relación social que tejemos con los sujetos de nuestra intervención, por el otro.

Ambos desafíos son centrales en momentos de refundación como los que estamos transitando.

¿Desde dónde miro esta práctica? ... Desde nuestra posición de sujetos en la misma. ... Desde el impacto en los otros y en nosotros que esta práctica tiene. ... Desde la convicción acerca de que conocernos mejor como profesión, en su historia, en su génesis, nos permite tomar decisiones, desechar prejuicios, recuperar saberes, con mayor autonomía.

El trabajo de indagación y analítico que presento se ha basado en los siguientes APORTES TEÓRICOS, que me permiten cruzar las categorías de espacio y tiempo, centrales para quien concibe la profesión como una construcción histórico- social.

Por un lado, el análisis institucional, permite pensar las profesiones como instituciones en tanto formaciones socioculturales que surge en los distintos contextos y que van generando modelos de funcionamiento, “tipificando recíprocamente acciones, habitualizadas por cierto tipo de actores” ( Berger y Luckamn). A partir de aquí, la institución y sus normativas aparecen marcando las prácticas de los sujetos.
Desde esta perspectiva teórica, dar cuenta del proceso de historización de la institución, nos permite recuperar tanto las condiciones estructurales- materiales; las dimensiones subjetivas, lo simbólico y lo imaginario; y el complejo proceso de tensiones entre lo instituído y lo instituyente.

En segundo lugar, desde los autores que fundamentan la importancia del sujeto y lo subjetivo en la explicación de lo social, Baczko ( 1991, pag.13) dice que La imaginación está en el poder desde siempre.(...) En contraposición a una visión “realista” que querría “ separar en la trama de la historia, en las acciones y comportamientos de los agentes sociales, lo “verdadero” y lo “real” de lo “ilusorio” y quimérico”. ... Buscaban los agentes sociales más allá de los imaginarios, desnudos, por así decirlo, desvestidos de sus máscaras, ropas, sueños, representaciones, etc.... ahora bien, la gestión cientificista no podía encontrar a esos agentes sociales, de modo que los construía.”

Finalmente, desde un enfoque sociológico, las categorías analíticas de Bourdieu, permiten encarar el estudio de las profesiones como un campo, con posiciones y tomas de posición en la lucha y disputa de los capitales que se juegan en el campo; disposiciones que se constituyen y se vuelven actuantes en los distintos momentos de la lucha.

En particular, para el análisis del campo intelectual, Bourdieu (Campo de Poder y Campo Intelectual”, 1983, pags. 20,21,22), para el análisis de los hechos intelectuales y artísticos,tres momentos necesarios y estrechamente relacionados, que captan igual número de niveles de la realidad social símilmente conectados.
En primer lugar, un análisis de la posición de los intelectuales en la clase dirigente ( respecto de ella cuando no pertenece a la clase dominante ni por origen ni por condición).

En segundo lugar, un análisis de las relaciones objetivas que los grupos en competencia por la obtención de la legitimidad intelectual y artístico ocupan en un momento dado en la estructura del campo intelectual.

Para poder pasar al tercer y último pasaje, es decir, construir el habitus como sistema de disposiciones socialmente constituídas que, en cuanto estructuras estructuradas y estructurantes, son el principio generador y unificador del conjunto de las prácticas y de las ideologías características de un grupo de agentes.”

Podemos afirmar sin lugar a dudas que el trabajo social es una profesión. Pero desde las categorías y concepciones teóricas en las que me sustento, esta afirmación abre una serie de INTERROGANTES, que me propongo responder con este trabajo.

¿Cuál ha sido el proceso de constitución de las profesiones? ¿Qué diferencia la práctica profesional de otras prácticas sociales? ¿Qué rasgos están habitualizados hoy en la práctica profesional cotidiana del Trabajo Social? ¿Qué relación tienen con los significados y configuraciones de la “cuestión social” a lo largo de la historia?

Comenzando por algunas precisiones acerca de QUE ES UNA PROFESION, si vamos al significado etimológico nos encontramos con que Profesar es ejercer una ciencia, oficio, habilidad; enseñar una facultad o arte; obligarse para siempre en una orden religiosa; creer, confesar.
Recién cuando llegamos al término Profesional o Profesionalismo, se le agrega la idea de lucro.
Nos encontramos entonces con un concepto que se refiere al hacer /acción sobre un objeto/problema a partir de que se conoce, se sabe, se cultiva, se siente, se lo domina. También está presente en el concepto la idea de creencia /fe y la de lucro.

El objetotiene unaexistencia concreta; la formade su expresión real es significada como un problema, ya que alguien se pregunta por él y por lo tanto hay alguna respuesta posible. Si así no lo fuera no estaríamos frente a un problema, sino frente a un misterio, a una incógnita, etc. ...

En la medida en que se van formulando estas preguntas y se van encontrando las respuestas y se formulan nuevas preguntas.... la demanda social en permanente movimiento...

Según Estruch y Guell, profesión es ” aquella ocupación (no manual) que exige una prologanda preparación y una competencia en un campo específico, queda sancionada por un título y es considerada como exclusiva del cuerpo profesional”.

De esta definición se derivan los siguientes elementos esenciales: habilidad fundada sobre conocimientos teóricos que requieren una preparación sistemática y superación de pruebas de aptitud; respeto por un código de ética profesional; la constitución de un ente colectivo organizado; el reconocimiento de la utilidad social del servicio prestado por el profesional (demanda social)

Preguntándonos acerca del PORQUE DE LAS PROFESIONES... ¿Qué hace que una sociedad sostenga un conjunto de sujetos que ejercen, enseñan, creen y conocen sobre algo? ¿Qué hace que estos sujetos tengan tal nivel de legitimidad que obtengan una retribución por ese ejercicio? ¿Qué hace que para contar con ellos se inviertan recursos en su formación?
Que exista una demanda social; que aquello sobre lo cual la profesión sabe, ejerce y actúa sea considerado un problema y que se considere que es posible una respuesta.

García Salord, la define demanda social como “una representación de la dinámica económica, política y social“. Una vez configurado un campo de problemas, el incesante ir y venir de preguntas y respuestas sobre el mismo marcan y configuran esta demanda.

Cada sociedad se organiza de un modo particular para producir y reproducirse; y de acuerdo a las tendencias del desarrollo de la sociedad en su conjunto se estructura un campo de problemas que potencialmente requieren de la intervención de un tipo de especialistas.

Puede ser que la demanda esté en estado potencial, en tanto que el problema existe (hay alguienes que se están preguntando por él) pero puede que:

  • no esté configurada la organización institucional para su tratamiento,

  • que no exista la voluntad política de atenderlo o de atenderlo en determinados términos de definición del problema-

  • que el colectivo profesional no reconozca dichos problemas como potables para la atención profesional.”

Esta posibilidad de estado potencial de la demanda, nos muestra claramente que no se puede analizar la demanda social como algo que está o no está; no se puede describir como una situación estática, sino como un momentodel movimiento de tensiones, luchas y juego entre los actores sociales y sus representacionesen el marco de un modo particular de organización de la sociedad.

Adentrándome en el análisis del PROCESO DE CONSTITUCIÓN de las prácticas profesionales, me interesa contextualizar el momento histórico los rasgos y representaciones que rodearon a las mismas.

Esto nos remite a la Modernidad, porque es el momento fundante (de las profesiones y de lo social como problema, como cuestión ) y como toda fundación, es posteriormente resignificada, incorpora elementos distintos, hasta opuestos, etc. pero vuelve a aparecer, a expresarse.

Estruch y Guell, ubican al surgimiento de las profesiones como uno de los hechos más importantes que afectan a la sociedad del SIGLO XX. Puntualizan que los rasgos que caracterizarían al sujeto que encarna la profesión y al ideal profesional están relacionados con la noción de servicio e interés por la comunidad, al juicio profesionalbasado en conocimientos específicos, a la creencia en la libertad profesional, laautonomía en el trabajo y autocontrol.

¿En qué contexto se construyeron estos rasgos de identidad, estos mandatos sociales? Saber, conocimiento, razón, dominio sobre un objeto, nos remiten a la Modernidad.

“En la sociedad preindustrial, el status más elevado lo tenían quienes no se dedicaban a ocupaciones con un valor directo en el mercado para obtener ingresos económicos. ”El intelectual/profesional de este período es un ” individuo que no trabaja para ser pagado sino que es pagado para que pueda trabajar, lo que da origen a la creencia en el principio del trabajo profesional como afición más que como medio de vida y en la superioridad del principio de servicio” ( Estruch y Guell). Esto encaja con la imagen del altruísmo caballeresco contrapuesto al mundo de los negocios y los intereses materiales.

Uno de los primeros significados de la palabra profesión coincide con el de profesar en una orden religiosa, o sea implica una práctica apoyada en nociones mágicas, en la fe, en las creencias, en los misterios.
A partir del Renacimiento, en la medida en que se desarrolla la producción libre para el mercado, el artista / intelectual no depende más de las corporaciones ni del mecenas y el interés se desplaza desde la obra del artista/ intelectual a su persona y a su poder creativo, se realza el individuo y su capital basado en el conocimiento y dominio.

La lógica del mercado y del modo de producción capitalista modifica las reglas del juego. En el marco de una sociedad capitalista, industrial, urbana, la racionalización y división del trabajo genera posibilidades y demandas que progresivamente van cubriendo los distintos grupos ocupacionales.

En el marco de este proceso histórico, cada grupo ocupacional, dedicado a un conjunto de problemas particulares, sienten la necesidad de demostrar que su labor no puede ser ejercida por cualquiera. Surge la necesidad de la distinción.... Surge la necesidad de diferenciarse de otros grupos, de otras prácticas...

¿Cuál es el rasgo más importante que marca la diferencia?
Ya no es una cuestión de fe (práctica religiosa); de creencia (práctica política); de voluntad ( voluntariado ). Es una práctica fundada en un saber sobre algo que permite dominarlo, malearlo, modificarlo. Se constituye un campo profesional. Se instituyó una profesión.

A partir de aquí nos encontramos con sujetos portadores de un capital de conocimientos que otros no tienen y necesitan... el mercado está para el intercambio... el individuo y su poder creativo se cotizan en el mercado... si instala la idea de lucro, pero al lado de la de servicio e interés por la comunidad.

Esta tensión lucro/servicio a la comunidad, tendrá un desarrollo distinto según el saber y el hacer que se porta. Si está ligado a las necesidades existenciales de otros seres humanos tendrá un desarrollo conflictivo para quien ejerce la profesión.
Si está ligado a la producción, se definirá por el eje del lucro.

Este proceso común a todas las profesiones, tienen contenidos particulares cuando nos adentramos en cada una de ellas.

El Trabajo Social interviene en el campo de problemas sociales que se estructuran en el desarrollo del modo de producción capitalista, y que encuentra su especificidad en la intermediación entre recursos y satisfactores que se movilizan y ponen en juego en situaciones particulares y concretas.
Esta intermediación no es una y única, sino que va adquiriendo distintas significaciones a medida que se resignifica en los distintos momentos históricos “ la cuestión social”.

En el caso del Trabajo Social, la “cuestión social” es parte constitutiva. Por esta razón no podemos historizar nuestra profesión sin hacerlo de la mano de la historización de la cuestión social.

Al respecto, el análisis socio histórico de la Cuestión Social que hace Rosanvallon en “ El Estado en Francia, de 1789 a nuestros días” y Castel en “ La Metamorfosis de la Cuestión Social” han sido las fuentes de información para esta indagación e intento de reconstrucción histórica del Trabajo Social; y los momentos de análisis propuestos por Bourdieu, la estructura conceptual que me ha permitido ordenar la información.

Con respecto a la posición del grupo intelectual/profesional/ocupacional en relación a la clase dirigente (o respecto de ella cuando no pertenece a la clase dominante ni por origen ni por condición), se puede afirmar la existencia de una relación de subordinación con respecto a las clases dominantes:

  • por abordar e intervenir en la resolución de un problema generado en modelo de organización dominante.

  • modelo sustentado por las clases dirigentes que reconocen los efectos del modelo pero que son sus gestores.

  • son estas clases las que reconocen el peligro desintegrador de las consecuencias del modelo, por lo que buscan soluciones en el marco del modelo.

Con respecto a las relaciones entre los grupos en competencia dentro de la estructura del campo intelectual, la hipótesis aquí también se liga a una posición de subordinación:

  • en el marco de los involucrados en la cuestión social, el Trabajo Social se ubica en un lugar de subordinación en tanto se trata de hacer, de “poner el cuerpo”, de “tocar la miseria”, para poner en marcha las estrategias diseñadas porotros, también ligados a la cuestión social pero mucho más cerca de las clases dirigentes. ( Socios, miembros de las Organizaciones de la Caridad, funcionarios, intelectuales, burguesía ilustrada.)

Finalmente y desde mi mayor interés, ¿Cuáles son los rasgos profesionales habitualizados, presentes hoy en la práctica profesional del trabajo social, y que tienen origen en momentos fundantes de la trayectoria de la “cuestión social” y de la trayectoria de las profesiones?
Los rasgos habitualizados que he ido detectando, más significativos en tanto están presentes hoy tienen que ver con un aspecto definitorio de nuestra profesión cual es la relación con el sujeto destinatario de nuestra intervención;relación que hay que mirarla como práctica y como discurso.

....La asistencia a la pobreza en la Edad Media, (antecedente de la modernidad) se delimita en la intersección de dos ejes: la relación de proximidad que debe existir entre el beneficiario del socorro y la instancia que lo dispensa( parroquia---parroquiano: del lugar); y el criterio de ineptitud para el trabajo(ser merecedor o no ), lo que significa que son objeto de la ayuda quienes no pueden resolver sus propias necesidades porque son incapaces de trabajar.

Estos dos ejes son definidos y valorados de distinto modo en distintos momentos, pero ambos son siempre considerados en las distintas estrategias de atención de la pobreza. Por ej. Castel plantea una evolución en las leyes de pobres inglesas, que en el curso del siglo XVI, parte de la condena al mendigo, que será azotado y perseguido, pero se eleva a la ambición de hacerse cargo del conjunto de sus indigentes, incluso de los válidos. También en Francia en el mismo siglo, se verifica la importancia asignada al domicilio: “los que son arrestados a menos de media legua de su domicilio no son considerados mendigos de profesión, sino miembros de la comunidad y dignos de socorro.”

... en el marco de la Modernidad Liberal... en el siglo XVIII encontramos dos mundos que se oponen: los partidarios del progreso y los defensores de privilegios arcaicos. Pero se incorpora un tercer actor que no encontraba lugar en esta oposición: la masa que constituía la base de la pirámide social y que vivían de su trabajo.
¿Cómo se concebía el trabajo que definía la condición popular en oposición a las situaciones privilegiadas?

Si bien se reconocía el valor económico del trabajo (desde la iglesia del siglo XII), estaba inscrita en un complejo indisociablemente religioso, moral, social y económico) que definía la condición popular en su oposición las situaciones privilegiadas.
El trabajo era la suerte de los pobres, era necesidad económica y una obligación moral para quienes no tenían nada: el antídoto a la ociosidad, el correctivo de los vicios del pueblo; estaba rodeado de la idea de disciplina, de necesidad de disciplinamiento.

...El proceso de industrialización engendró un monstruo, el pauperismo. ( primera mitad del siglo XIX)
Se concebía como un fenómeno nuevo, una condición moderna de la gente del pueblo, ya no relacionada con la pobreza integrada ni con la primitiva indigencia.

El pauperismo fue una inmensadecepción, que sancionaba el fracaso del optimismo liberal a la manera del siglo XVIII.
A partir de la década de 1820, se desarrrollan numerosas investigaciones sobre los modos de vida populares, sacudidos o destruidos por la industrialización, estos conocimientos constituyeron el núcleo original de las ciencias sociales.

Coexistía una concienciade que la miseria nueva era un fenómeno de masas, un efecto de la industrialización, irreductible a una suma de debilidades individuales, con laconvicción y la creencia en tratar esa miseria mediante técnicas que derivaban de la moral institucionalizada.

Así, el liberalismo inventó una política social sin Estado. Distinto a la caridad, porque no estaba Dios en el centro, estaba el Hombre; pero sí recogía y se apoyaba en antecedentes de ese modo de hacer las cosas (frente a la crisis surge lo nuevo de las cenizas de lo viejo).

El patronato, filantrópico o patronal, no sólo impuso modos de dependencia personal, también representaba un plan de gobernabilidad política, que apuntaba a estructurar el mundo del trabajo a partir de un sistema de obligaciones morales.
Estas estrategias debían recrear redes de interdependencia entre superiores y inferiores que suponían la adhesión de aquellos a quienes se moralizaba, debía por lo tanto perpetuar la situación de minoridad social de los sometidos.

En palabras del Barón de Gerando, en 1829, citado por Castel, “La pobreza es a la riqueza, lo que la infancia a la edad madura “. De esta afirmación, surge una pregunta ineludible: ¿porqué seríamos las mujeres las llamadas a las tareas que tienen por destinatarios a los pobres?

Estas estrategias de moralizaciónconstituían un estilo que operaba en distintos niveles: la asistencia a los indigentes mediante técnicas que anticipaban el trabajo social profesional; el desarrollo de instituciones de ahorro y previsión voluntaria que generaron los primeros frutos de una sociedad aseguradora (Mutuales, Seguro Social); la institución del patrocinio patronal, garante a la vez de la organización racional del trabajo y de la paz social. ( Seguridad Social ligada a la situación laboral y a las corporaciones).

La primera de estas estrategias, tenía como protagonista al “visitador de pobres”. Su tarea explícita (Baron de Gerando, citado por Castel) lo no era dispensar socorro a los indigentes ya que” la distribución de bienes materiales a los pobres era considerado peligrosa a menos que se controlara estrictamente el empleo que harían de tales recurso ya que la caridad ciega mantiene al asistido en su condición y multiplica el número de menesterosos.
Por el contrario “un plan de socorro comienza por el examen minucioso de las necesidades, su clasificación (permanentes, provisorias, o debidas a la mala constitución moral y la imprevisión de los indigentes), a cada una corresponde su propio remedio”.
Especialmente había que condicionar el otorgamiento del socorro a la buena conducta de beneficiario.

En síntesis, evaluación de necesidades, control del empleo del socorro, intercambio personalizado con el cliente.

¿Qué estaba implícito en esta tarea? ¿ Qué vínculo se generaba?
El servicio acordado debía ser una herramienta de rehabilitación moral; instituir una relación permanente entre los protagonistas del intercambio. La relaciónde ayuda, desigual,ubicaba al benefactor como modelo de socialización. El vínculo moral era un lazo social: se suprimía la indignidad del miserable, y se lo volvía a incluir en el universo de los valores comunes.

Sólo había malos pobres porque había malos ricos. Se llama a los ricos a una tutela libre, a elección, pero real y activa. La virtud de los ricos debía actuar como un aglutinante social que reafiliara a estos nuevos bárbaros, que eran los indigentes de los tiempos modernos, desmoralizados por sus condiciones de existencia.
En síntesis: apostar a los sentimientos, esperar la gratitud a cambio de las buenas obras, disolver la diferencia de roles y los conflictos de interés en una dependencia personalizada.

Cien años después, nos encontramos con el siguiente discurso de apertura del ciclo lectivo, en 1930, en la Escuela de Servicio Social “ Maidagán de Ugarte” en Chile, “el objetivo es formar visitadoras sociales que cuiden no sólo el aspecto material de los asistidos sino también sus almas... se concibe al trabajo social como una vocación, más que una simple profesión, para lo cual son tan necesarios los aspectos técnicos como el amor que se da...; se apunta a formar visitadoras que donde vayan lleven paz, alegría, den seguridad y confianza, inclinando su corazón hacia todos los que necesiten ser ayudados y reclamen una mano que los guíe;... ellas han de ser las más alegres, las más amplias y comprensivas, las más amables y las más inteligentes de todas las mujeres que se dedican al trabajo; han de ser sanas de alma y cuerpo puesto que deben comunicar esta salud y esta fuerza a quienes nunca la tuvieron o a los que están privados de ellas por las vicisitudes de la vida" (Citado en Manrique Castro, 1982)

Pero esta estrategia no era suficiente ante la magnitud de los problemas planteados por el pauperismo.... se desarrollan las otras dos estrategias nombradas.
Ahora bien, todas ellas, si bien en el marco de la modernidad, de los valores de la libertad, del individuo, de la razón, del progreso, etc. se esforzaban en sostener un modelo de relación tutelar evocativo de lo que Marx y Engels llamaban “el mundo encantado de las relaciones feudales”
La tutela y el patronazgo ... la palabra patrón se aplicaba a los jefes que aseguraran a sus subordinados paz y seguridad. Cuando este papel ya no se cumple, el patrón cae en la categoría de amo.


Rosanvallon, en su obra citada, confirma un determinado modo de construírse y concebirse la idea de igualdad y derechos de un grupo particular: los pobres.

Durante dos siglos se construye la idea de derecho a la asistencia ante una situación particular. En efecto, el derecho a la asistencia se concreta ante la comprobación de acreencia que por ser tal, alguien tienen que analizar, caracterizar, clasificar y a partir de allí dictaminar y otorgar. No es un derecho universal, no es un derecho que me iguala a otros, si no que me diferencia de otros.

Si ubicamos esta construcción social en el marco de un ideario que da estatuto de individuo (sujeto de la Modernidad) a aquel que es autónomo y libre, dueño de sus actos y del fruto de su trabajo; y esto es justamente lo que no se verifica en las situaciones particulares que dan origen al derecho a la asistencia que gozan los pobres. Entonces, este lugar -el de pobre- ha estado marcado por el fracaso y por la carencia, por la no realización del individuo desde esta concepción de sujeto propio de la modernidad.

Estas representaciones tienen un impacto directo en la identidad que construye aquel que trabaja con los pobres. La imagen que se recoge de aquel con el que se trabaja devuelve una imagen de sí mismo: el trabajo social y su propia imagen de profesión pobre, inválida, carente, que tiene que acreditar para estar, que no tiene un rango de igualdad con otras disciplinas.

Por otra parte, el pobre ha estado ubicado - a la hora de hacerse acreedor de un derecho- en una relación que requiere que otro mire, evalúe y decida acerca de la ayuda, apoyo, derecho que se merece, o sea en una relación intrínsecamente asimétrica.

Aquí me parece importante ubicar el tema del clientelismo, como una relación particular entre quien se hace acreedor del derecho de asistencia y el que evalúa y decide acerca de ese derecho. Este carácter del vínculo que, por supuesto no es exclusivo del Trabajo Social, también está presente en nosotros y coexiste con el discurso del protagonismo.

La génesis del lazo clientelar es un “ lazo de amor que se transforma en lazo de dominación y este lazo de amor y amistad es perpetuado como un imaginario” (Auyero, 1996).

Después de este recorrido, a modo de cierre, me parecen significativas algunas afirmaciones y nuevos interrogantes.

En la relación descripta, ambos actores (trabajadores sociales, usuarios) incorporan  una historia, un juego, una estrategia.
...Sobre estas prácticas, significados, símbolos e imaginarios se constituyó nuestro trabajo social...
...Claro
que después hubo otros momentos, con otras prácticas, significados, símbolos e imaginarios ... Estuvo  y está  este siglo XX , estuvieron los 70 y lo 80... ..

Pero
... ¿Esta novela es pasado archivado? ¿No la vemos presentizada en muchos aspectos de nuestra relación con el sistema cliente, marginales, marginados, dominados, explotados, usuarios, excluídos?

En este cierre, rescato las palabras de Nora Aquín acerca de que posicionarnos como “intervención fundada” implica, además de hacer y saber lo que hacemos, saber lo que pensamos. Y yo le agregaría que también “ saber porqué pensamos lo que pensamos”.

Porque es condición para la autonomía, y ésta es necesaria para posicionarnos como disciplina científica, como profesión y como sujetos políticos. Posicionamiento que se juega:

...ante acontecimientos con mayor o menor presencia pública... como colectivo profesional sentando posiciones frente a situaciones que nos afectan como sociedad .... ...en el ejercicio cotidiano de nuestro trabajo, en los micro espacios donde sí diseñamos nuestras estrategias de intervención profesional( teóricas, metodológicas y políticas)

Finalmente, después de este rápido recorrido, se me abren algunas preguntas...

¿ Porqué nos resulta difícil construir Teoría sobre la Intervención ?

Constatamos que hemos avanzado en la lectura sobre el objeto, sobre los sujetos, en la revalorizar la investigación, pero a la hora de profundizar en la intervención, en los “ procesos mediadores” encontramos dificultades...

¿ Subyace algo allí que entra en tensión profunda con nuestros discursos?

¿ Está implícito algo que no queremos ver?

¿ Profundizar en esto nos implicaría una tensión mayor con el grupo de poder con el que siempre estamos en relación?

¿ La posición de dependencia de un “otro” que define y diseña las estrategias, es condición para no pensar/ pensarnos?

Aquí vuelvo al tema de la autonomía... que permite pensar y diseñar nuestras propias estrategias en el marco del espacio de tensiones y lucha que es la vida.

Para cerrar y reabrir... Sí, sí, por más lastimado y jodido que uno esté, siempre puede uno encontrar contemporáneos en cualquier lugar del tiempo y compatriotas en cualquier lugar del mundo. Y cada vez que eso ocurre, y mientras eso dura, uno tiene la suerte de sentir que es algo menos que la infinita soledad del universo: algo más que una ridícula mota de polvo, algo más que un fugaz momentito”. Eduardo Galeano.

Bibliografía

  • - Berger y Luckman; “La construcción social de la Realidad ”.

  • Blaczko, B.; “Los Imaginarios Sociales”, Edit. Nueva Visión, Bs. As., 1991.

  • Bourdieu, P.; “Campo del Poder y Campo Intelectual”, Ediciones Folios, Bs. As., 1983

  • García Salord, S.; “La especificidad del Trabajo Social”, Edit. Humanitas, Bs. As. 1991.

  • Estruch y Guell; “Sociología de las profesiones : las asistentes sociales “.

  • Castel, R.; “La metamorfosis de la Cuestión Social”, Editorial Paidos, Bs. As. 1997.

  • Rosanvallon, P; “El Estado en Francia. De 1789 a nuestros días”.( mimeo)

  • Manrique Castro; “De apóstoles a agentes de cambio“, Celats., Perú, 1982.

  • Galeano, Eduardo; “El libro de los abrazos”, Siglo XXI. , 3º edición, Bs. As., 1993.



* Datos sobre la autora:
* María Inés Peralta
Licenciada en Trabajo Social. Universidad Nacional de Córdoba
Profesora Adjunta por Concurso Cátedra Trabajo Social I”B”. Escuela de Trabajo Social- U.N.C. y Jefa de Trabajos Prácticos por concurso Cátedra Trabajo Social e Instituciones.
Coordinadora General de Servicio a la Acción Popular ( ONG).
Desde 1992, miembro de equipos de investigación que vienen trabajando sobre el fenómeno de la exclusión social. Actualmente codirectora del Proyecto de Investigación “ Derechos y Exclusión: un estudio de caso en niños y mujeres de un barrio periférico urbano de la ciudad de Córdoba “.
Coautora de los libros “Nuevos Sujetos Sociales: Identidad y Cultura”, Espacio Editorial, Bs. As. 1996; “Niñez y Derechos: formación de promotores de Derechos de la Niñez y Adolescencia, una propuesta teórico-metodológica”, Espacio Editorial, Bs. As., 2000 y de numerosas cartillas educativas sobre la temática de Infancia y Derechos.

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