Edición N° 17 - otoño 2000
(para el hemisferio sur)

EL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO
Apoyo social, producción de saber y posibilidad de construcción – reconstrucción del tejido social

Por:
Javier Duque Daza


III
LA CONSTRUCCION-RECONSTRUCCION DEL TEJIDO SOCIAL.
Las pretensiones de apoyo social y de producción de saber socialmente relevante como inherente al quehacer del trabajador social comunitario se enmarcan dentro de una tercera posibilidad que, de cierta forma, , constituye un macro-intencionalidad: La cohesión social, vista no desde la perspectiva teórica funcionalista en el sentido de orientar la acción, los proyectos, las actividades a suplir los desajustes sociales, persiguiendo adaptar, ajustar, acoplar, corregir e integrar al hombre a su medio, sino en el sentido de desarrollar lazos vinculantes entre los individuos , tendientes a construir-consolidar comunidades de nuevo tipo.
En aras a construir esta comunidad, no desde una mirada romántica, anacrónica, de retorno a las comunidades naturales mediadas por relaciones adscriptivas y la desaparición del individuo subsumido por el grupo, sino desde el desarrollo de un "yo colectivo" potenciador-cohesionador en torno a intereses comunes, planteamos cuatro ámbitos en los cuales el trabajador social comunitario, como agente propulsor puede "ejercer" de activador-mediador-acompañante:
  1. el desarrollo de relaciones de cooperación y solidaridad, de redes sociales de apoyo;
  2. potenciar la organización de las comunidades;
  3. propiciar la creación de espacios y actividades referidas a procesos de educación;
  4. fortalecimiento y mayor organicidad de la sociedad civil.
  • Desarrollo de relaciones de cooperación y solidaridad

Dentro de las comunidades de interés la cooperación constituye una premisa del comportamiento de los sujetos que interactúan para el logro de objetivos comunes. La comunicación, la interacción y la integración, constituyen dispositivos tendientes a desarrollar relaciones de cooperación, y entorno a éstos el trabajador social comunitario deviene en posibilitador-propiciador de su concreción. Su acción adquiere relevancia en la medida en que pueda crearlos y/o activarlos, permitiendo que las comunidades, de las cuales entran a hacer parte los individuos, se conviertan en "terrenos compartidos" cuyos intereses comunes se efectivizan en acciones colectivas.

La cooperación aquí aludida, más que de tipo tradicional (regida por normas sociales heredadas, con carácter adscriptivo) o contractual (referida a transacciones de beneficio mutuo y regida por horizontes de costo/beneficio) o dirigida ( como la que se presenta al interior de instituciones o en grupos como efecto del obedecimiento) señaladas por Sorokim
40, constituye un tipo de cooperación que representa "la esencia de las relaciones dentro de la familia, la comunidad, el equipo y otras formas asociacionales" que presupone elementos, interés compartido, relaciones entre iguales y consciencia de la potencialidad de grupo. Este tipo de cooperación permite consolidar organizaciones comunales, de unidades residenciales, veredales, barriales, empresas comunitarias y solidarias, cooperativas, y además, en términos de la sociedad global, asumir posiciones de cooperación social.

Las relaciones de cooperación presuponen la existencia, de solidaridad mediante las cuales se expresa:
  1. La unión o vinculación entre dos o más personas y
  2. la responsabilidad recíproca individual y personalizada respecto a cada uno y todos en conjunto 41
.
Las comunidades no logran su concreción real sin la presencia de lazos de solidaridad, de responsabilidad común. No se trata de un tipo de solidaridad filantrópica, de beneficencia o caridad, lo cual caracterizó en sus inicios al trabajo comunitario, por el contrario, la solidaridad se convierte "en virtud social y en deber social por excelencia, adquiriendo un carácter necesario, superando el subjetivismo y la voluntariedad o arbitrariedad que muestra la caridad"
42.
La solidaridad se asume con un deber social ante las tendencias individualistas contemporáneas, lo cual no significa estar planteando el retorno a las comunidades naturales, ni tampoco la "colectivización" en contra del individuo, Se plantea un tipo de solidaridad sin "sacrificar" al individuo, por el contrario, "rescatándolo" . "La solidaridad como planteamiento moderno parte de la afirmación de la autonomía del individuo. La comunitariedad no puede afirmarse al precio de la autonomía del individuo, sino a partir de ella y con base en ella"
43, por ello la autonomía constituye la premisa, un aspecto crucial de los actos solidarios y de cooperación, sólo sujetos libres en uso de su razón plena pueden interactuar con propósitos y metas comunes.
  • Organización de las comunidades
Dentro de las comunidades encontramos diversos grados y niveles de organización que permiten planear y alcanzar propósitos comunes, estos, sin embargo, no existen de manera espontánea, (con excepción de casos coyunturales que producen ciertas manifestaciones de solidaridad espontánea y temporal, "solidaridad de emergencia", debido a desastres naturales o a ciertos hechos sociales muy vulnerables), por el contrario, se manifiestan como un producto de iniciativas conjuntas que en ocasiones requieren del agente propulsor que puede dinamizarlos-activarlos o, en algunos casos, crearlos.
El carácter de inorganizados o semiorganizados de muchos grupos se convierte en un obstáculo para la realización de iniciativas y proyectos, por ello la necesidad de organización que permita racionalizar recursos, tiempo, planear actividades e implementar modelos de acción. Frente al hecho del paso de un grupo inorganizado o semiorganizado a otro organizado surgen las consideraciones a cerca del porqué y el cómo se presentan.
Respecto al porqué, una consideración está expresada por la necesidad de superación o resolución de conflictos que impiden asumir tareas conjuntas, pues éstos pueden conducir a la desaparición del grupo o a una constante situación de choque, y la otra esta referida a que sin organización es difícil o imposible planear y alcanzar logros colectivos, la organización de un grupo es condición indispensable de su supervivencia y durabilidad. La organización, sin embargo, no garantiza que los conflictos desaparezcan, pero si posibilita su manejo, mantener la señalada tensión entre lo individual y lo colectivo, e incluso entre intereses de subgrupos. En este manejo el liderazgo de ciertos integrantes de las colectividades juega un rol importante, para ello es necesario detectarlo, incentivarlo y encausarlo hacia la construcción colectiva y democrática, legitimándolo mediante el cumplimiento de responsabilidades adquiridas.

En cuanto al cómo, es decir, a la forma mediante la cual un grupo de individuos interactuantes adquiere la condición de grupo organizado, Sorokim propone cuatro formas con sus implicaciones para el mismo grupo:
  1. de manera intencionada y premeditada por parte de todos los individuos interactuantes, con una serie común de valores, se juntan premeditadamente conviniendo en crear un grupo organizado para la realización de tales o cuales valores comunes,
  2. de manera fortuita o espontánea, proceso de cristalizcaión natural", de tanteos y errores por parte de todos los involucrados, que puede terminar consolidándose o difuminándose;
  3. intencional por parte de algunos y contrariada por parte de los demás, lo cual supene la coersión e imposición, aunque también la posibilidad de persuadir a los oponentes de los beneficios de la organización;
  4. contrariada por la totalidad de las partes e impuesta por una persona de dentro o de fuera, realmente no representa organización, ni grupos, sino el ejercicio de una forma de poder arbitraria.

Dentro de las tres primeras formas es importante la acción del trabajador social comunitario, bajo la premisa que son siempre los mismos actores los que beben controlar el proceso. En este sentido adquiere mucha importancia la participación de los sujetos interactuantes, pues se propicia una participación real, en la cual las personas tienne posibilidades de deliberar, decidir e incidir en la toma de decisiones y en la forma como se realizarán las acciones de interés colectivo.
Si la participación tiene como motivación fundamental un mayor control sobre la propia vida, sin ella cualquier proceso organizacional aparece como impositivo: "En la medida en que participar supone el poder de influir decisiones que afectan mi propia vida, el deseo de participar supone mi voluntad de ejercer mayor control sobre procesos que afectan el entorno en el cual busco satisfacer necesidades, desarrollar capacidades y actualizar potencialidades.
  • Procesos de educación comunitaria

Los procesos de socialización, entendidos como "la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad o un sector de él"
44, no constituyen simple procesos de aprendizaje de roles (a manera de espejos en los cuales el individuo se ve repetido, y se repite) ni de aculturación, en el sentido de adaptación a parámetros impuestos, ni tampoco el control de instintos e impulsos. Se asume más como un proceso activo de internalización-externalización de formas de pensar, sentir y actuar, en el que el individuo afronta activamente (con capacidad y posibilidad de repensar y reconstruir lo aprehendido) estos contenidos de la cultura.

Estos procesos de socilaización, mediante el cual "los individuos asumen el mundo en el que ya viven otros", no se presentan de manera mecánica, no implican la continuidad durante toda la vida de aquello que es aprehendido, las formas de pensar, sentir y actuar aprehendidas durante la biografía de cada individuo o quedan enraizadas por siempre, de manera inmodificable (por más que existan algunos aspectos más "férreos" que otros, que perviven de manera consciente o inconsciente en el individuo y que afloran situacionalmente), en este sentido las tendencias hacia el individualismo posesivo, propia de las sociedades urbanas contemporáneas, son susceptibles de ser replanteadas hacia nuevas formas de reagrupamiento consciente y racional,
La posibilidad de cambios, de formación de nuevos valores, de nuevas formas de actuar, está siempre presente, la acción del trabajador social comunitario, mediante el apoyo social a través de procesos de educación, deviene en generadora de replanteamientos tendientes a la socialidad, a la cooperación, a la organización, al aprendizaje crítico de saberes, a la discusión y cuestionamiento de las estructuras sociales establecidas, lo cual no implica una posición iluminista de la acción de éste, que entraría a "enseñar" como actuar, que pensar e incluso como sentir, desde posiciones en las cuales "los ilustrados, poseedores de un saber reservado a unos pocos" enseñan y los iletrados, (marginados o no) aprenden y encuentran "sálidas" a sus problemas. Tampoco nos referimos al proceso de "concientización" orientado fundamentalmente al proselitismo en donde se identifican educación (popular) con organización política
45, los procesos educativos formales e informales se asumen como prácticas que permitan crear espacios de argumentación, cada vez más cualificados conducentes a la apropiación de conocimientos, de técnicas, de habilidades y destrezas, a la construcción de normas de convivencia decididamente democráticas, al desarrollo de la autonomía, de la autoestima y de una conciencia crítica que permita constituirse en interlocutores frente al estado, los gobernantes, las instituciones y las diversas instancias decisorias de la sociedad. 46

En el proceso de la "educación comunitaria" se ha enfatizado en la presencia de tres momentos, orientados hacia "la comprensión por parte de la comunidad de sus posibilidades en la solución de problemas y necesidades; la participación en la toma de decisiones de los asuntos que atañen directamente a la comunidad; y la formación y la consolidación, en fin de una conciencia comunitaria. Proceso que busca como resultado el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades y de sus integrantes; considerados individualmente"
47:
  1. la educación fundamental, en el sentido planteado desde la década del cincuenta por las Naciones Unidas, aunque sin restríngirla solo a la educación de adultos, orientada hacia la organización y la participación a partir del conocimiento de su realidades inmediatas y mediatas,
  2. La organización de la comunidad a partir de diversas formas de agrupación -formales e informales- que se van estructurando y mediante las cuales se ariculan diversos proyectos colectivos;
  3. Desarrollo de la comunidad, que representa la materialización de los diferentes proyectos 48

En torno a los procesos de educación en el ámbito de las comunidades, se corre el riesgo, por un lado, de hipervalorarlos considerando que constituye una panacea en la solución a muchos de los problemas en que elas se hacen presentes, creándose una especie de fetichización de éstos, cuando en realidad constituyen sólo una de las dimensiones necesarias para poder llegar a mayores niveles de autorrealización individual y colectiva. En este sentido, deviene en ideológico el manejo de una visión de la realidad social de los países "subdesarrollados" atribuyendo su situación "a la falta de educación y capacitación de sus habitantes", y con ello justificando la implementación de campañas, programas, políticas orientadas a "la erradicación del analfabetismo", a la formación técnica, a la educación y capacitación de adultos, etc, dándose un ocultamiento y desconocimiento de factores causales estructurales e históricos de ésta realidad. Por otro lado, en muchos casos las prácticas sociales se asimilan a programs de extensión-educación institucional y gubernamental, los cuales, en la mayoría de los casos, no pasan de ser actividades esporádicas, poco estructuradas y con muy bajos presupuestos. En otros casos los procesos de "educacuón comunitaria" constituyen en realidad prácticas de proselitismo político o religioso, medios de adoctrinamiento acompañados de prácticas filantrópicas, de asistencialismo o, incluso, de mesianismos "revolucionarios" orientados a supuestos procesos de "emancipación social".

Las acciones orientadas al manejo de la tensión entre lo individual y lo colectivo, las prácticas sociales, el desarrollo de la cooperación en las interacciones entre los individuos, las organizaciones de las comunidades y los procesos educativos tienden todos hacia el fortalecimiento de la sociedad civil que en nuestro contexto se carcateriza por ser poco organica. El trabajador comunitario en su quehacer puede contribuir con el fortalecimiento de la sociedad civil.
En la medida en que las comunidades se consoliden y se asuman como grupos cohesionados, organizados y puedan ubicarse como interlocutores frete al Estado con capacidad de exigencia. De igual forma, en tanto las acciones educativas permitan difundir y lograr que las comunidades se apropien de los mecanismos de participación establecidos por mandato constitucional y en los desarrolos legislativos recientes, se posibilita una mayor concreción en la capacidad de exigencia de los grupos y orgnizaciones frente al Estado y las diversas instancias gubernamentales
49.

Frente a las las acciones orientadas al fortalecimiento de la sociedad civil la perspectiva comunitarista desde la cual "esta es interpretada en función del surgiminento de formas renovadoras de acción colectiva que incorpora nuevos puntos de vista e intereses. En lugar de identificar la sociedad civil con la sociedad de mercado"
50, adquiere relevancia. Las acciones colectivas se ubican como factor posible de cambio ante las estructuras políticas, económicas y sociales que en nuestras sociedades latinoamericanas han producido exclusión, desigualdad y altos niveles de pobreza. La intencionalidad es la de "crear una asociacionismo cívico y construir un espacio público, hostóricamente precario en toda América Latina".


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