Edición N° 13 - otoño '99
(para el hemisferio sur)

El género policial: una lectura, un historial, un método

Por:
Rubén Flores
*
(Datos sobre el autor)


Nosotros, al leer una novela policial, somos una invención de Edgard Allan Poe

J.L.B.

Poco importa que mi obra sea leída ahora o por la posteridad. Puedo esperar muy bien un siglo para encontrar algunos lectores, puesto que Dios mismo ha aguardado un observador durante seis mil años. Triunfo. He robado el secreto de oro de los egipcios.

E.A.P.



"Hablar del relato policial es hablar de Edgard Allan Poe, que inventó el género". Así prácticamente comienza una de sus charlas Jorge Luis Borges, a propósito del cuento policial. Y fiel a los tiempos, nada hay como apelar a uno de nuestros íconos, invocado para las más insólitas causas y tan poco leído. No escapo, verán ustedes, a ser uno más que se repite, ¿qué otro destino nos cabe, sino ser aquel soñante soñado por otro, al que las llamas no tocan? Y vuelvo la atención a mi primer párrafo, para que observen ya allí, por lo menos una afirmación que se realiza y alguna variación calificante de lo policial: relato, género, cuento.

La afirmación:

Coincido con Borges en que el cuento policial tiene acta de nacimiento: uno de los días de abril de1841, la Grahamïs Magazine publicó el relato que Poe escribió: "Los crímenes de la calle Morgue", presentación del detective Chevallier Auguste Dupin, personaje inspirado en el primer detective de la vida real, Francois Eugene Vidocq, jefe del Departamento de Investigación Criminal de París; inaugurando la serie que se continúa, en su producción, con "El misterio de Marie Roget" (1842-1843) y "La carta robada" (1844). Acto inaugural en que define un campo -con sus reglas de juego- al que validarán luego aquellos que serán sus lectores -quienes comienzan a interpretarlo-.

Porque en este caso la modalidad de escritura del texto inventa un lector -cómplice- que sorprendido por la lógica razonante que regula al mismo, siga las pistas que su intuición señale, descarte los datos que la evidencia parece señalar y no obstante ello, se sorprenda al final con "no lo había pensado".

En una de la charlas dadas en la Universidad de Belgrano (16 de junio de 1978), Borges nos propone un ejercicio de imaginación: ponernos en la piel de los lectores del primer cuento policial. Nos va guiando en su relato (de otro relato) hacia la convicción de que "no estaban educados como nosotros", respecto lo esperado en un texto de este género ("no eran una invención de Poe como lo somos nosotros"). Cuestión por demás interesante, por cuanto este efecto de invención supone un tiempo apress coup para ser efectivo, podemos pensar que la existencia de estos lectores es la que necesariamente da cuenta de una invención (La invención, así concebida, tiene un estatuto que la equipara al acto). Nosotros aquí, hoy, damos testimonio de esta afectación a la lengua, en la medida que utilizamos categorías, formas propias del campo mismo, para referirnos e interpretarlo.

Descubrimos una especificidad "no sólo por su contenido (temático) y por su estilo (...) sino, ante todo, por su composición o estructuración. Los tres momentos mencionados -el contenido temático, el estilo y la composición- están vinculados indisolublemente en la totalidad del enunciado" y se determinan, de un modo semejante, por la relativa estabilidad del género discursivo. Existe un claro vínculo entre el estilo y el género, entre éste y determinadas unidades temáticas, determinados desarrollos composicionales y determinados tipos de estructuración de una totalidad, como así mismo el tipo de relación que se establece entre el hablante y otros participantes de la comunicación discursiva (los oyentes o lectores, los compañeros, el discurso ajeno, etc).

No obstante... (la conjetura)

La conjetura que guía este trabajo consiste en afirmar que Poe inventa el cuento policial, como una manera de mostrarnos la aplicabilidad -en el campo ficcional de la literatura- de un método de razonamiento distinto al razonamiento deductivo o inductivo. Método hipotético-conjetural, que llama ratiocinatión, enfatizando el proceso de razonamiento, y que luego buscará sistematizar Charles S. Peirce, del que la abducción, retroducción, hipótesis, presunción o argumento originario -cualquiera de los nombres que recibe el concepto- constituye su eje central. El cuento policial se afirma como la aplicación literal de un método y un texto ejemplar en la intención del autor -atento a un paradigma científico- literario al cual adscribe-.

Conforme la teorización que Poe hace respecto de la composición del cuento corto (es el primer teórico moderno del género -diferente del relato popular y tradicional- al decir de Cortázar), se plantea como una consecuencia necesaria, por las características del objeto que pretende presentar -el método de conocimiento conjetural-, la invención de un nuevo género y la creación de un sujeto ficcional que encarne a lo que él entiende por analista: el detective.

¿Un efecto...?

Centraré mi análisis fundamentalmente en el primer cuento escrito por Poe: "Los crímenes de la calle Morge".

Imaginemos el horror, el efecto sorpresa que produce el descubrir que no es humano el autor del crimen, conforme lo parecía indicar el sentido común; contradice la lógica aparente, lo esperado. El cuento que inaugura la cadena, no obstante, no sólo es irrupción de lo siniestro, lo otro, -presente ya en la escritura fantástica de Poe- sino que en la presentación en escena (muestra a la vista de todos), de un crimen monstruoso (cuerpos "horriblemente mutilados"), feroz, absurdo (no se llevaron dinero ni joyas) y al que "hasta ahora, no se ha encontrado la más ligera pista que lo aclare", coloca allí, a los ojos, el enigma como entidad central a la cual interpelar, conforme al paradigma que se ofrece como modelo.

"Me parece que si este misterio se considera como insoluble es por la misma razón que debería hacerlo fácil de resolver; quiero decir, a causa del carácter desorbitado de sus circunstancias"

¿Y cuál es el caracter "desorbitado" del enigma -en el que por lo mismo debe estar su posibilidad de resolución-? Nos lo indica renglones más abajo: Aparentes falta de motivo, imposibilidad de reconocer el idioma de las voces oídas en la disputa, no encontrarse ningún medio de salir del cuarto (inaugurando la serie de "cuartos cerrados")

"Pero es precisamente por estas desviaciones del plano de lo corriente por donde la razón encuentra su camino, si es posible, en busca de la verdad."

La elucidación del enigma propuesto por el autor establece un corte epistemológico; formula y aplica un nuevo tipo de resolución, que postula como válido en general -excediendo el cuento y el género-, para ser ejemplo de aplicación ficcional. No en vano se habla de "casos policiales" con toda su evocación de historiales clínicos.

Borges señala acertadamente que se creó un tipo especial de lector, y justo es detenernos en las implicancias de su observación. Un lector "lleno de sospechas", "que lee con incredulidad, con suspicacias", que se aviene a mediocreerle a quien relata, que sabe que debe estar allí, en lo que el relato presenta, lo que resuelva el misterio, el crimen, lo aberrante a la razón, lo infame o siniestro.

Un lector -nosotros-, a quien la trama misma se ofrece como enigma, cuarto cerrado a recorrer en una sola vez, laberinto en el que a la par que avanzamos inexorables al encuentro del misterio, debemos -si en verdad jugamos el juego- rastrear las señales que el Minotauro nos deja- y el autor nos escamotea, percatarnos de sus marcas invisibles al ojo común (ojo de lince, ser el detective), para analizarlas, esto es, descubrir cómo piensa la presa, mejor aún: ser la presa; adivinar, intuir, apostar a la agudeza más que a la atención o la concentración puesto que "donde los movimientos son únicos y tienen muy poca variación, las probabilidades de inadvertencia son mínimas, y como la simple atención queda relativamente desocupada, es la agudeza la que da la ventaja a los contendientes". Una lectura-combate, esfuerzo por desentrañar, antes que nos lo cuente el protagonista, cuál es la verdad, qué se oculta, cuál era el misterio. Y las claves tienen que estar en el relato mismo que se va desenrollando -hilo de Ariadna-.

Queremos ser tan hábiles como el héroe, gritar también: "­elemental, Watson!" -como nunca lo escribió Doyle- y no soportar la burla socarrona de Holmes. Atentos como un adulto frente a un acto de prestidigitación, buscando descubrir el truco, el engaño que debe estar allí, a la vista del público, que no sabe dónde ver, que capturado por el espectáculo que se le ofrece, no lee el detalle, no advierte lo obvio, no se percata de lo que se oculta. El placer esá allí: en lo que sabemos se nos oculta en el acto que se nos presenta; donde la pregunta no es tanto ¿cómo lo hizo? -que remitiría al mago-ejecutante- sino ¿qué ocurrió en lo que vi, que no pude verlo? Y como los niños -gozosos en la repetición- pedimos: una vez más, otra, que continúe, no el mago, sino el engaño.

Vemos crearse entonces un lector doble del propio detective imaginado, espejo del mismo Dupin-Poe. Atrapado por la propuesta de juego, identificado a un héroe bastante extraño y un estilo de resolver las cosas, a un método, a un modelo razonante, presente dentro de un relato nuevo, con características propias. Un lector fruto de un acto de escritura y de una concepción de construcción del conocimiento, imaginado como "analista que se complace en desenredar las cosas", que "encuentra placer" en desentrañar "los enigmas, los acertijos, los jeroglíficos", que lee "de lado, de soslayo".

En este sentido el texto se propone para "educarnos" (estimo, reitero, que esta es intención del autor). Un cuento, no un tratado -como bien dice Poe en el relato- que se ofrece como ejemplo. Más aún, ¿por qué no pensar todos su escritos como ejemplos, lecciones; recorridos por una intención ejemplar: buscando educarnos a través del mismo? Leída así su producción ¿no vemos allí sus convicciones? Su concepción rigurosa de cuento, la lógica de la creación, la fantasía y su papel, su preocupación por los efectos negativos de la Revolución Industrial (lo que da cuenta de su posición ambivalente frente a la ciencia positivista de la época), su ironía respecto de la filosofía deductiva y el método inductivo, contraponiendo la vía intuitiva como una forma de acceso al conocimiento? ¿No es posible escuchar su intención?

Nos introduce en la eficacia de un método, de la mano de un personaje que construye: y que debemos rastrear en su forma de aplicarlo, a lo largo de los tres relatos . Por allí comienza Poe, así comienza: con una poesía que pareciera ser condición mental de toda conjetura:

¿Qué canción cantaban las sirenas o qué nombre adoptó Aquiles cuando se ocultaba entre las mujeres? Estas son, desde luego, cuestiones arduas, pero que no exceden a las posibilidades de toda conjetura.

Sir Thomas Browne

Y reivindicando un abordaje del problema, del enigma: un punto de vista analítico: Las condiciones mentales, consideradas desde un punto de vista analítico, resultan, en sí mismas, difíciles de analizar. Las apreciamos únicamente por sus efectos. (...) La facultad de resolución es vigorizada muy posiblemente por el estudio matemático, especialmente (...) el análisis.

Como para que no queden dudas de la posición de Poe, comparemos este inicio del juego con lo que Dupin dice en la "Carta robada" frente a los razonamientos del Prefecto, fiel exponente de "los métodos policiales ordinarios", quien se burla del Ministro al que considera un loco:

(Prefecto) "(...) el ministro es un loco, porque ha conseguido reputación de poeta (...) todos los locos son poetas.
(Nosotros) -¿ Pero se trata en realidad de un poeta? -pregunté-. Sé que son dos hermanos y que ambos han logrado destacarse en literatura. El ministro, según creo, ha escrito un libro muy docto sobre el Cálculo diferencial e Integral. Es un matemático y no un poeta.
(Dupin) - Se equivoca usted; lo conozco muy bien y es ambas cosas. Como poeta y matemático ha debido de razonar con exactitud; como simple matemático no hubiera razonado en absoluto, y habría quedado así a merced del Prefecto.

Sin embargo, lectores del trazo que otro concibió, algo no nos es dado. El autor, cual el mago, no nos presenta las pistas como a Dupin; nos veda -intencionalmente- el orden de los indicios, nos los entrega, a condición de que lleguemos al final de la trama. Poe, arma un relato, con una lógica interna que enseña, que mantiene nuestra atención flotando entre líneas, donde es necesario esconder para poder sorprender (acto de magia), pero en el que la promesa es que nos ser todo revelado por el héroe, junto con su proceso razonante (si es que nos atrevemos a seguirlo), cuando el misterio sea resuelto, cuando deje de ser relato de lo que ocurre, para ser caso, historial.

Produce un efecto de ida y vuelta sobre el propio desarrollo lineal del texto. La comprensión final, fruto del "armado" de las diferentes piezas sueltas elucidadas, (cada una resuelta por separado), y "rellenamientos" de las lagunas (lo que no está dicho hasta el momento en el relato, "se pone" allí, rellenando ese faltante); ilumina retrospectivamente todo el cuento constituy‚ndolo, mediante este movimiento, una vez leído, en caso (inclusive de consulta).

Relato, género, cuento, novela:

" A diferencia de la historia de otros géneros literarios, la del género policial no ofrece ningún misterio. Un astrólogo podría establecer el horóscopo, ya que sabemos exactamente el día en que este género fue inventado. Se trata de uno de los días del año 1841 y su inventor fue, como es notorio, aquel prodigioso escritor que se llamó Edgard Allan Poe". (J.L.B.)

Por qué género nuevo:

Los crímenes de La rue Morgue, constituyen sin ninguna duda (y la conjunción astral se encarga claramente de demostrarlo), el comienzo de una forma particular de relato: "los denominó Poe, "cuentos donde se razona" (esto es, no tanto el tema de la razón, sino el cómo) y podríamos agregar que no de cualquier forma, sino manifestando a través de la escritura, la utilización de cierto método, cierto "estilo" de razonamiento.

El que -originalmente- sería sostenido -encarnado- por un protagonista: el detective y "su fiel compañero": el otro, con quien dialoga y fundamentalmente, a quien deslumbra gracias a sus adivinaciones, hipótesis, conjeturas, razonamientos, información particular (selectiva), y atipicidad.

Este último rasgo, lo que Borges señala como "extranjero", y constituye cierto carácter de extraño, que encarna el que razona: el joven caballero Dupin , ilustre y pobre, residente en Francia; Sherlock Holmes, un científico insensible, violinista aficionado, cocainómano, diestro en el arte de transformarse al punto de no ser reconocido por nadie; el padre Brown, un sacerdote que resuelve el misterio y culmina confesando al criminal; Isidro Parodi (Parodia) un preso que resuelve los enigmas desde el encierro de su celda; todos ellos, por citar sólo unos pocos, encarnan personajes raros, marginales, con cierto malestar, escépticos o irónicos, extranjeros respecto del común, habitantes de los márgenes.

Escriben Borges y Bioy: "El género policial es una de las pocas invenciones literarias de nuestro tiempo. La distracción suele confundirlo con un género menos riguroso y menos lúcido: el de las aventuras (...). Todo en ellas debe profetizar el desenlace; pero esas múltiples y continuas profecías tienen que ser, como las de los antiguos oráculos, secretas; sólo deben comprenderse a la luz de la revelación final". Exige esto, en cuanto a su construcción literaria, una lógica intrínseca de armado: de atrás hacia adelante. El autor sabe cómo se resuelve el misterio -en este sentido no hay enigma para él- diríamos que la clave está en escamotear un desenlace mediante la presentación de verdaderos jeroglíficos indiciales, los que deberán ser resueltos por el detective.

El lector es atrapado por la habilidad de éste, pero en verdad confunde el ingenio de aquél, con el del autor. Dice Poe en una carta a Philips Pendleton Cooke en 1846 : "Estos relatos de raciocinio deben en gran parte su popularidad al hecho de ser novedosos. No quiero decir que no sean ingeniosos -pero la gente los considera más ingeniosos de lo que realmente son- debido a su método y su aire de método. En Los crímenes de la calle Morgue, por ejemplo, ¿de qué vale el ingenio de desenmarañar una red que usted (el autor) ha tejido con la expresa intención de desenmarañar? El lector se ve forzado a confundir el ingenio del supositicio Dupin con la del escritor del relato".

No obstante tomar el mismo Poe sus cuentos de razonamiento como un simple juego de ingenio, restando el valor literario que los mismos poseen, la trilogía marcó un antes y un después. Como acto inaugural, no fue sin consecuencias. De allí en más, algo distinto, con características propias, irrumpió en el campo de la literatura, en este sentido hizo estilo, estilo detectivesco.

El acta, entonces, tiene forma de cuento, donde como bien explicita Poe: "En el cuento corto(...) el autor es capaz de llevar a cabo su intención, sea cual fuere esta. Durante la hora de lectura, la mente del lector está bajo el control del escritor.(...) una vez concebido el efecto único o singular, inventará tales incidentes, siendo entonces cuando los combinará de la mejor forma posible para lograr el efecto pretendido". El relato debe ser lo suficientemente corto y atrapante, como para no permitir que el lector deje de leer, como sí puede hacerlo en una novela. Y en el género que nos ocupa, este es el marco apropiado para dar a conocer una forma de razonar, un estilo de conocimiento.

"...en un relato titulado "Los crímenes de la calle Morgue" (...) traté de poner de manifiesto algunas notables características de la mentalidad de mi amigo..."

El método:

1.- Una episteme:

En cierta tribu de filósofos, que se jacta de no apoyarse sino en hechos positivos, está muy en boga mofarse de toda especulación y tildarla de obra conjetural. "De pronto me preguntó repentinamente si había observado algo peculiar en la escena del atroz crimen. Había algo en su modo de intensificar la palabra peculiar, que sin saber porqué me estremecí". La pregunta nos sorprende interrogándonos, nos estremece, ­somos a quién habla Dupin! ¿Qué es lo peculiar que deberíamos observar? ¿Hay algo más que un nuevo estilo, una nueva forma de construir un relato en particular?

Entendemos que sí. Poe tiene detrás de sí una clara concepción filosófico-epistemológica. Tratar de acercarnos a ella, para luego buscar su aplicación en el relato policial, puede resultar de interés.

Así como encontramos un marco teórico muy sólido, que sostiene su producción como poeta y narrador, encontramos también una particular forma, "un estilo" para capturar la realidad, una forma de construir conocimiento, la que se manifiesta en distintos textos de su producción.

Este verdadero paradigma al modo de lo enunciado por Carlo Ginzburg (si bien merece discutirse si constituye un "enfoque semiótico, un paradigma o un modelo basado en la interpretación de unos indicios", claramente presente como tal en la década 1870-1880, vinculado al modelo de la semiótica mdica o sintomatología, o, un paradigma epistemológico distinto, al que podríamos llamar intuitivo-conjetural de Poe, vinculado éste a un modelo poético- matemático, con la clara resonancia a Kepler y Galileo que puede escucharse en esta afirmación), Ginzburg conjetura, reitero, "sus raíces, sin embargo, eran mucho más antiguas", respecto del paradigma semiótico-médico.

Edgard Allan Poe plantea lo mismo, también sostiene que su método es más antiguo. En su ensayo póstumo "Eureka o ensayo sobre el Universo", se aboca a intentar dar cuenta, de forma conjetural, respecto de "la tarea de hablar del universo físico, metafísico y matemático -material y espiritual- de su esencia, de su origen, de su creación, de su condición presente y de su destino", guiado por una fuerza que lo direcciona, fuerza que escapa a la razón, una idea dominante; vemos desplegarse aquí claramente, su condición de intuitivo-racionalista y su misticismo espiritualista, presente en otros momentos de su obra.

Realiza allí un cuestionamiento a los métodos empíricos de validación tan caros a la época, descree del valor de la demostración, podemos leer que "afirmen lo que quieran los matemáticos, la cosa que se llama demostración no existe, en este mundo cuando menos, sino la idea dominante que con todas mis fuerzas, en el transcurso de esta obra trataré de insinuar"

¿Y qué orientar una idea dominante, sostenida, desarrollándose a lo largo de toda una formulación, de una explicitación, de una certeza fruto de una conjetura?

2.-No es cuestión de demostrar, sino de especular sobre la verdad:

En el texto citado Poe juega a contraponer "dos caminos transitables que condujesen a la verdad". Y se burla de la "filosofía deductiva o a priori" encarnada en Aristóteles (el carnero lo llamará ) y del "método inductivo o a posteriori" sostenido por Bacon (el chanchito). Plantea entonces un camino distinto, "la gran avenida ... de la "Consistencia". Kepler y Laplace "se consagran a la especulación y a la teoría"... "piensan especulativa y teóricamente; y sus teorías van, sencillamente, tamizándose, clarificándose, depurándose poco a poco de toda la paja y materias extrañas que perjudican a su cohesión, hasta que aparece al fin, en su solidez y pureza, la perfecta "consistencia", (...) una absoluta e incontestable verdad".

Sostiene allí que Kepler "adivinó; o mejor dicho las imaginó" a estas leyes, guiado no por la inducción o la deducción que nada podrían probar entonces, sino por la intuición.

Se traza un plan de acción guiado por una incomprensible certeza intuitiva que deber de ir despej ndose paso a paso. "La claridad , la inteligibilidad, (serán) uno de los caracteres esenciales de un plan general". Habrá que "reiterar en el pormenor", guiados no por una idea sino por "un esfuerzo hacia una idea", la dirección hacia "una palabra", "el pensamiento de un pensamiento". Habrá que formular distintas proposiciones, avanzar en ellas. "No se trata de establecer un parangón entre dos hipótesis, entre dos argumentos, sobre cuya respectiva validez esté llamada a decidir la razón; se trata de dos conceptos, directamente contradictorios, los dos de una imposibilidad reconocida, y de los cuales el uno, según nos dicen, puede sin embargo aceptarse por la inteligencia, en razón de la mayor imposibilidad que impide aceptar el segundo. La alternativa no radica entre dos dificultades; supone simplemente, que elegimos entre dos imposibilidades. Sólo que la primera admite grados, mientras la segunda no..." Sostendrá que "la intuición es la convicción nacida de ciertas inducciones o deducciones, cuyo desarrollo fue lo bastante secreto para pasar inadvertido a nuestra conciencia, eludir nuestára razón o desafiar nuestáro poder expresivo".

"Tales ideas, tales concepciones-pensamientos monstruosos, que ya no son pensamientos, ensueños del alma mas bien que razonamientos o consideraciones de la inteligencia- tales ideas, repito, son las únicas que podemos crear en nosotros al empeñarnos en aprehender..."

Más adelante escribe "pero ya hice notar en otro artículo (el pie de página nos indica que se refiere a cuento El doble asesinato de la calle Morgue) que si la razón, persiguiendo lo verdadero puede encontrar su camino" es gracias a las dificultades, a la particularidad que permite "dar un salto hasta el secreto". Se siente el secreto, está aquí cerca, "entonces me digo: detrás de esta imposibilidad aparente ha de encontrarse lo que busco (...) cuando esta dificultad se resuelva, encontraremos implícita en el procedimiento de solución, la clave del secreto que investigamos".

Ensayo pleno de sugerencias -como él sostiene- de afirmaciones sorprendentes (el universo se expande por ejemplo, fruto de algo similar al Big Bang), donde interrogándose por "el comienzo de las cosas" luego de reconocer a la voluntad de Dios como causa primera de la creación del universo, dice que "la acción primitiva (...) debe de haber sido independiente de todo lo que la gente llama principio (...) porque la creación de la molécula material absoluta ha de ser considerada como una concepción más bien que como una acción". Busca afanosamente hacer pie en la lógica para sus afirmaciones sosteniendo que sólo ésta guía a la verdad "en toda ciencia, salvo en la Lógica, un axioma es una proposición que proclama ciertas relaciones concretas que parecen demasiado evidentes para ser discutidas "(...) lo que hoy es evidente puede no serlo mañana, "vemos pues que el principio axiomático es susceptible de variación" y los axiomas y verdades que de ellos se derivan también. Ninguna idea axiomática entonces, es base segura, postular el principio lógico o la suposición para el inicio de una formulación.

3.- El método detectivesco:

El cuento Los crímenes de la calle Morgue se ofrece como un verdadero manual de procedimientos para un detective que se precie, un compendio del método detectivesco y la investigación conjetural. Podemos dividir en tres partes o exposiciones al cuento. Una primera donde presenta las características del análisis y del analista, una segunda parte donde ofrece un ejemplo de análisis en un marco no policíaco (adivinación del pensamiento) y un tercer momento en que resuelve los crímenes.

Toma la primera parte o prefacio -no de un tratado, sino de una narración peculiar- para explicarnos -vía las opocisiones entre desarrollos cercanos- qué es analizar; diferenciándolo del cálculo: el cual lo remite a operaciones inductivas y deductivas -como las necesarias para el juego del ajedrez. El análisis en cambio, excede los límites de la mera "aplicación de las reglas" o la "simple ingeniosidad".

¿Pero cúal es el rasgo distintivo en la oposición análisis - ingenio? Introduce párrafos más adelante otra vinculación entonces: ingenio y fantasía versus imaginación y análisis ("De hecho, se observar que lo ingenioso es siempre fantástico, y el imaginativo no es otra cosa que analítico"). Nos obliga a transitar por sus ensayos. En "Fantasía e imaginación", comienza estableciendo la clara oposición entre "la fantasía (que) combina ...y la imaginación (que) crea".

Inmediatamente -fiel a su modo de argumentar-, concluye que ambas "crean casi nada", por cuanto "toda nueva concepción son simples combinaciones". Notemos la apelación explicativa al modelo químico, el que se hace explícito en su corto ensayo "Imaginación", dice: "Pero lo que con frecuencia sucede análogamente en la química física se da con la misma facilidad en la química inteligente, y ahí la mezcla de dos elementos da como resultado algo que no posee las cualidades de ellos o incluso nada de las cualidades de ambos. Así (en este aspecto, podemos enfatizar) la gama de la imaginación resulta ilimitada". Resulta interesante el rumbo que toma el contraste en el texto anterior, puesto que afirma para la imaginación que: "se emplea con fines (más) elevados"; para inmediatamente relativizar la afirmación: "la experiencia prueba que tal distinción es insatisfactoria".

Notamos su estilo, yendo y viniendo por la argumentación, trabajando sobre los matices, para señalar la distinción, el rasgo. "Lo que conocemos y sentimos como fantasía ser solo fantasía, cualquiera sea el tema al cual se aplique (...) Ningún tema podría elevarlo al plano de lo ideal"; guardando este lugar o "sitial" para lo imaginativo, la "verdadera idea", frente a la falsa. Apela al término: "místico", "en el sentido de Augustus Schlegel y de la gran mayoría de los críticos alemanes", designando una "corriente sugestiva" que subyace por debajo del texto, latente, "expresión mística o secundaria", "que posee la fuerza del acompañamiento en la música". De lograr escuchar este acompañamiento sugerente y dejarse embargar por la música, se trata entonces.

Entrega una larga lista de cualidades: cualidad de la observación, (saber qué se debe mirar guiado por la idea dominante o intuición que conduce el proceso de ver) y retención de observado ("Observar atentamente es recordar distintamente); mente abierta a cualquier información, o deducción externa a la propia, lee los rostros y sus cambios imperceptibles, lo que le permite "adivinar" estados anímicos y procesos mentales; lee gestos y tropiezos, sutilezas e insignificancias evidentes, "a los ojos": como la carta expuesta por el Ministro en "La carta robada", ("La verdad no está siempre en un pozo", afirma, debemos mirar de costado, por el rabillo). "Poe, el semiótico, recorre la gama de posibilidades: inferencias, razonamiento inverso, signos visuales, sensoriales, y acústicos, lectura de las expresiones y los gestos".

Iniciado el relato de que acontece con el detective Dupin, (segundo momento), nos presenta un personaje, a quien el narrador conoce en una oscura librería, buscando ambos "el mismo raro y notable libro", quien compartiendo una caminata por las calles de París, en un estado anímico y mental particular, (subrayo esto, y podemos suponer que ambos, "tomados del brazo", buscaban "los estímulos mentales que la observación podía proporcionarles"), caminando así, sorprende a su amigo leyéndole el pensamiento, pudiendo reproducir la cadena de asociaciones que lo llevan a culminar pensando en una persona. " -Dime por Dios - exclamé- el método". Lo que no aclara en la explicación que nos brinda, es que sabe el buey con que ara, puede ponerse en el lugar del otro, se identifica de tal modo a él, su semejante, como para conjeturar el rumbo de su pensamiento a partir de los indicios observable y audibles que le da. Como en el caso del Ministro y la carta robada, puede resolver la cuestión a partir de identificarse al oponente y pensar como él. Tenemos entonces: un estado anímico y mental en el que se da el proceso de raciocinio conforme lo entiende Dupin; un conocimiento, general y particular, información de quién es el otro -se quedaban hasta altas horas de la noche discutiendo y charlando, un vínculo los unía- ; hasta que algo, un hecho observable dispara el proceso, un hecho que no es cualquiera, un recorte conforme la mirada particular del detective y la intención, el estado anímico, venteando el lugar hasta encontrar lo que se busca -que no se sabe qué es- (no se qué busco, hasta que no lo encuentre, no podré saber que estáaba buscando, podría ser la frase que exprese el estado).

La secuencia en el cuento es la siguiente: salen por la noche, -como los animales de caza- buscando "los estímulos mentales que la tranquila observación" podía darles, vienen, tranquilos, pero buscando algo que permita poner a prueba el método, (es probable que de esto hayan estado charlando entre otras cosas, o mejor aún, que ni haga falta charlarlo).

Primero entonces, un estado anímico y una experiencia acumulada previa al hecho que deber aparecer ("yo no busco, encuentro"). "Además, parecía sentir un vivo deleite" en el ejercicio de la habilidad analítica, ganado por el placer: "sus ojos estaban vacios y carentes de expresión, mientras su voz, por lo general de tenor, se elevaba..."

Aparece la circunstancia, que antecede el hecho observado: un frutero choca al narrador empujándolo contra un montón de adoquines, ¿y porqué es importante? "Tú clavaste la mirada en el suelo, contemplando con expresión de enfado todos los hoyos y surcos del pavimento...; por ese detalle deduje que continuabas pensando en las piedras". Ese detalle, que él deduce a partir de un "hecho observado", había piedras por que estaban reparando la calle cuando chocó con el frutero y se dobló el pié, ese detalle, resignifica -para la mente de Dupin- lo anterior, indicándole que allí hay un caso, algo para leer; ­ya conjetura!

Observa signos exteriores y deduce de su propia hipótesis provisional, lo que puede estar pensando, y los observables parecen corroborarlo.

Mueve los labios, el rostro expresa emoción, piensa, murmura una palabra: estereotomía. (El diccionario nos indica: Del griego stereós, sólido, puro, y tomé, talla, sección. Arte de cortar maderas y piedras.) Y saca de la galera proyectiva, "sabía que no podías decir estereotomía sin pensar en los tomos y las teorías de Epicureo" -de las que habían estado hablando

- (si yo lo pensé, él lo pensó). Construye una cadena asociativa "necesaria", separando la palabra y vinculando tomía con tomos, las teorías de Epicuro y la constelación de Orión, construcción confirmada porque miró hacia lo alto "y al hacerlo me aseguré de que había seguido tus pasos correctamente". Construcción más audaz aún: el autor satírico cita un verso en latín para burlarse de Chantilly, verso al que habían aludido al hablar del cambio de la letra U por la O. "Era evidente que no dejarías de relacionar las ideas de Orión y Chantilly (...) me di cuenta porque te vi erguirte".

Presenta aquí un ejemplo donde lo vemos aplicando el método a un caso de adivinación de pensamiento (adivinación analítica por oposición a la adivinación inspirada). No está todavía totalmente logrado por cuanto no hay crimen para resolver, por lo que pasemos al tercer acto.

Antes de entrar a la escena del crimen da unas vueltas alrededor de la casa, "minuciosamente"; no sabe qué busca, (no tiene porqué encontrar nada -lo cual también puede ser indicio de algo, algo sospechosamente limpio por ejemplo-) pero debe merodear, ventear la zona, ponerse en situación de caza, recorrer el territorio... Pero ¿constituye éste un primer momento en el razonamiento conjetural, un tiempo de merodeo por el problema, juguetear sin ningún rumbo, pero guiados por la intención de encontrar algo, que habrá que reconocer -descubrir- como una pista? La respuesta es sí, pero a condición de algo más.

Dupín se acerca al lugar del crimen, a la escena, guiado por un interrogante, que no termina de formularse en palabras. Tiene un problema que no puede expresar todavía. "Algo" le llama la atención, lo pone en situación de alerta, "le hace levantar las orejas de lince" y comenzar a caminar venteando. Una intuición lo despierta del sopor felino y lo pone en movimiento. Algo "en si mismo suficiente para engendrar la sospecha que pueda dirigirnos para todo ulterior avance en la investáigación del misterio".

Deducciones legítimas las llama. Sospecha, intuición, algo que hace tope o que no cierra, que necesita pensarse viendo la escena, pero que ya está allí. Y estáo comienza a direccionar. Hace poner en movimiento al analista, al detective Dupin, o al felino silvestáre.

Pero no puede formularlo como una proposición. No puede decir todavía qué piensa. No tiene estáatuto de hipótesis provisoria, de conjetura, pero parece adecuado. Una idea que se le ocurre (extraña, podemos suponer, nueva, loca, ridícula tal vez si la escuch semos; pero adecuada...). "He querido decir que las deducciones son las únicas adecuadas, y que la sospecha es el resultado inevitable que se origina de ellas. No obstante, en qué consiste tal sospecha no lo diré todavía. Solamente quiero que tengas en cuenta que para mí tiene fuerza suficiente como para dar una forma definida..., una determinada tendencia a mis investáigaciones en aquella habitación".

Además podemos suponer a Dupin interesado. Quiere ir. Se invita a la escena del crimen. Lo guía el deseo y la sospecha. Lo impulsa el deseo y lo guía la sospecha. Así lo encontramos merodeando la manzana donde está enclavado el edificio; en el cuarto piso ocurrió el crimen.

No nos lo dice el autor ni Dupín, pero ya vio y encontró algo que no sabe para qué le servirá pero le llamó la atención: una cinta grasienta que recogió al pié de la barra del pararrayos. Luego cobrará forma todo esto, luego serán hechos indiciales -en una lectura histórica, y luego que hayamos interpretado-; signos -en el campo de la semiótica, creado el campo en el que éstos deberán leerse-. Por ahora una cinta grasienta (como la que podría usar un marinero francés para atar su coleta; al pie de una barra que asciende desde la tierra hasta el techo del edificio).

Entrar al cuarto herméticamente cerrado y escrudiñar todo, incluso los cuerpos, (allí debe notar las marcas, la posición de la mano para estrangular, la fuerza). Además el mechón de pelo tostado, idéntico al animal descripto por Cuvier. Entonces si las voces, (ahora sí). Le pregunta si observó algo peculiar al narrador. El sí.

Lo que direccionó y luego ordena toda la información obtenida, y sostiene la construcción razonante que ya tiene y no se atreve a formular en voz alta, es lo que no está presente en el diálogo: la falta de significado de la voz que dialoga con el francés, no es reconocida por los hombres, ¿cómo dialoga entonces?, las voces de un francés y de un extranjero, que ninguno de los testigos -extranjeros también- puede reconocer, le otorga el caracter de extranjeridad a la lengua, a los chillidos del mono.

Este es el horror que todos niegan. Lo olvidado (¿reprimido?) por cada uno de los testigos entrevistados, aflora allí como terror a ingresar al cuarto, a la escena siniestra de este díalogo imposible. Dupin lee, aguza las orejas. Allí estuvo siempre la sospecha. La intuición señaló el rumbo. La orejas se alzaron para escuchar lo que no fue dicho: el grito no es humano. Nadie observa lo que él escucha. Nadie se hace problema, problematiza este pequeño dato, incongruencia que está a la vista de todos, al oído del que pueda "alzar las orejas". Entonces la voz no es humana. Luego un animal. Luego buscar información respecto de los monos y algún circo y tender la trampa (trampa que se tiende, razonando como lo haría el otro: "seguramente él razonará así").

¿Y el misterio de la salida? Un mono no se evapora, la chimenea se angosta -imposible por allí-, necesariamente es por la ventana cerrada, clavada. No importa el clavo, es por allí, la consistencia del proceso razonante, lo lleva. Y el clavo no es tal -se encuentra partido, más no a la vista- ni lo hermético del enigma.

El relato todo se ofrece como modelo literario y ejemplo de razonamiento, construcción del camino -especulativo- de acceso a la verdad. En ello reside el grato placer que nos promueve su lectura, en su doble esencia: poesía y razonamiento.

Una intención guiaba a Poe: conjeturar. Explicar que se puede conocer lo que parece misterioso, imposible, irracional -para los racionales de siempre- que la poesía marca el rumbo del análisis riguroso, sin concesiones, con la intuición como norte a la verdad.

De hecho lo cita en el cuento al hablar de la policía de París, tan alabada por su sagacidad, es astuta, pero nada más. (...)Vidoc, por ejemplo, era un buen adivinador y hombre perseverante, pero como no había educado el razonamiento, se equivocaba continuamente (...) miraba el objeto demasiado cerca.

Podríamos pensar en incluir dentro del género de relato detectivesco a otros cuentos que escribió Poe, en los que vemos utilizar el mismo "estilo" razonante (ratiocination) en la solución de un crimen o de un misterio. Forzando aún más la clasificación, podemos encontrar cómo se vale de este proceso de razonamiento, para evaluar y resolver distintas situaciones de peligro algún personaje, por ejemplo en "Un descenso a Maelström" el narrador utiliza el ratiocination para salvarse "analizando las diversas formas físicas de los objetos que flotaban" dentro de un enorme remolino en el que se encontraba atrapado (Ver el excelente artículo de Nancy Harrowitz : El modelo policíaco: Charles S. Peirce y Edgard A. Poe, sobre todo El raciocinio y Poe).

No obstante ello, solo estos tres cuentos citados presentan la forma clásica del género: un detective por fuera de la fuerza policíaca que resuelve el caso gracias a su particular "método".

Respecto de la posibilidad de encontrar la aplicación de este método razonante en otros textos escritos con anterioridad, consultar el desarrollo realizado por Carlo Ginszburg en Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicios y método científico, donde rastrea antecedentes en la Biblia, el Zadig de Voltaire, etc.

Ver en M. Bajtín "El problema de los géneros discursivos" en estética de la creación verbal 1982.

Ver ensayos de E. A. Poe, principalmente "La filosofía de la composición", donde plantea que es necesario tener presente el efecto esperado, la impresión que se pretende obtener, para mejor elegir el tono, la combinación de sucesos, que ayuden en la producción del efecto. En este sentido postula el desarrollo de un plan de acción de la obra. "Un hábil artista literario ha construido un relato". Si es prudente, no habrá elaborado sus pensamientos para ubicar los incidentes, sino que, después de concebir cuidadosamente cierto efecto único y singular, inventará los incidentes, combinándolos de la manera que mejor lo ayuden a lograr el efecto preconcebido. Si su primera frase no tiende ya a la producción de dicho efecto, quiere decir que ha fracasado en el primer paso. No debería haber una sola palabra en toda la composición cuya tendencia, directa o indirecta, no se aplicara al diseño preestablecido". Este modelo guiará también su intención de presentar y aplicar su estilo razonante (ratiocination) inventando el género policial, logrando con ello el "efecto preconcebido", según la hipótesis.

Consultar "Del cuento breve y sus alrededores" de Julio Cortazar. "Estoy hablando del cuento contemporáneo, digamos el que nace con Edgard Allan Poe, y que se propone como una máquina infalible destinada a cumplir su misión narrativa con la máxima economía de medios (...)".

O la referencia que realiza en "Confieso que he vivido y otras entrevistas". "Poe me enseñó lo que es una gran literatura y lo que es el cuento"

Recordar que el autor de los crímenes es un simio. En otro lugar del presente trabajo se abordan otras hipótesis ligadas al horror. Es de notar que lo verdaderamente enigmático y siniestro de estos horrorosos crímenes, es esta voz chillona, que nadie -no obstante sus diferentes nacionalidades- puede reconocer como lengua materna o ajena, por contraste con la voz áspera del francés. Nuevamente se presenta el dueto, el confronte de opuestos, conforme al estilo razonante y argumentativo de Poe y su forma de trabajar el texto. Chillidos - palabras, hombre - bestia, nativo (es un francés) - extranjero (es un simio), significado - puro grito, la razón - lo otro.

La serie de misterios (tanto para este cuento, como tomando al mismo en cuanto el que inicia la cadena), se inaugura con una voz, un chillido, que nadie apunta como puro grito o ruido, sino que señalan -al desconocer su filiación-su adscripción a la lengua. Ruido, sonido -nadie se atreve a entrar dentro del cuarto- pero no cabe duda que humana, para estos hombres que aguardan fuera con temor. Extraño diálogo al que asistimos, entre una voz grave que repetía sacré, diable y una vez mon Dieu y un chillido.

Hago mía la afirmación de José Luis Rodriguez García en su libro "Verdad y escritura", donde a propósito de la forma en que E. A. Poe trabaja en sus textos el espacio y lo arquitectónico, dice: "La presentación escénica de los relatos poeanos diseña geografías confusas, sombrías, intranquilízadoras: preparan, en efecto, esa "atracción al abismo" que Baudelaire subrayara como significativa de su obra. (...) Pues bien, el escenario es un síntoma en su literatura". En este sentido, define un espacio cerrado donde se jugará el juego interpretativo. Donde -como en el síntoma- se muestra velando, se oculta mostrándose allí.

Se introduce aquí una cuestión cara al modelo de razonamiento propuesto: la cuestión de la verdad. Notemos que no habla Poe de verosimilitud o verificación. El método se postula como herramienta para el acceso a la verdad.

Leer al respecto el interesante trabajo de María Luisa Rosenblat "Lo fantástico y detectivesco". Para el tema en cuestión ver el Capítulo 1 de la segunda sección: "La génesis del relato detectivesco"


Por qué género nuevo:

­ Oh Ciencia! Tú eres la verdadera hija del Tiempo,
Alterando todas las cosas con tus ojos fríos.
¿Por qué no respetas el corazón del poeta?
       E.A.Poe "A la Ciencia"

Consultar artículo "Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicios y método científico" en "El signo de los tres" de Umberto Eco y Thomas A. Sebeok (Eds.) 1989.

Ginzburg plantea allí una forma de lectura, desciframiento, que "especula", proviene del arte de leer los indicios por los cazadores, donde huellas, ramas, excrementos y restos insignificantes, más la sabiduría de la experiencia respecto de esa presa y sus costumbres permiten dar significado, calcular o presuponer un recorrido, descifrar signos que permitan luego conjeturar una posible acción.

Continúa -intrépido en su propia especulación- afirmando que sólo cabe la lectura ( y luego tal vez el relato a la luz del fuego, armando la historia de una cacería concluida). "Estos hechos eran ordenados por el observador en una secuencia narrativa (...). Tal vez la noción misma de narración opuesta al conjuro, al exorcismo o a la invocación, se originó en realidad en una sociedad de cazadores, a partir de la interpretación de huellas. Obviamente esto es una especulación, pero se ve reforzada por la manera con que incluso hoy el lenguaje de desciframiento de huellas se basa en figuras retóricas -la parte por el todo, el efecto por la causa- que lo vinculan al polo narrativo de la metonimia (como lo definió en un conocido ensayo Jacobson, en Jacobson y Halle 1959: 55-87), excluyendo rigurosamente la metáfora".

Respecto de la confrontación entre dos modelos indiciarios que Carlo Guinzbug establece respecto de los orígenes del paradigma, estimo que el "ratiocination" de Poe, se encuentra más cerca del "modelo implícito en los textos adivinatorios de Mesopotamia, que datan como mínimo del III milenio a. C. (Bottéro 1974). (...) la adivinación apuntaba hacia el futuro, mientras que el desciframiento de los cazadores apuntaba a el pasado real.

Por lo que al afirmar que no, podemos interrogarnos ¿qué hace esa acotación allí? ¿Pensó en hacer un tratado? Ver referencia a "la adivinación del pensamiento" y "la expresión de las emociones" en artículo Tratamiento psíquico (tratamiento del alma) de Sigmund Freud, (1890) más vinculado a la mirada médico-semiológica, conforme la hipótesis de Carlo Guinzbug. "La relación entre lo corporal y lo anímico (en el animal tanto como en el hombre) es de acción recíproca; (...) En los últimos quince años se fue modificando poco a poco esa orientación unilateral de la medicina hacia lo corporal." (Nos sitúa en 1875, recordar la década de 1870-1880 en que sitúa Guinzburg el pleno auge del paradigma indiciario como teorizado, en distintos campos, por representantes de la medicina.) "El cambio se originó directamente en la práctica médica. (...) Acerca de la influencia de lo anímico, desde siempre se supieron muchas cosas que sólo ahora se han puesto bajo la luz correcta. El más cotidiano y corriente ejemplo de influencia anímica sobre el cuerpo que cualquiera puede observar, es la llamada "expresión de las emociones". (...) Los afectos en sentido estricto se singularizan por una relación muy particular con los procesos corporales; pero, en rigor, todos los estados anímicos, aún los que solemos considerar "procesos de pensamiento", son en cierta medida "afectivos", y de ninguno están ausentes las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar procesos físicos. Aun la tranquila actividad de pensar en "representaciones" provoca excitaciones (...) y así se explican muchos fenómenos llamativos, y hasta los supuestamente sobrenaturales. Por ejemplo, la llamada "adivinación del pensamiento".

El modelo policíaco: Charles S. Peirse y Edgard A. Poe, de Nancy Harrowitz

Podríamos intentar fantasear de qué libro se trata. Por otro lado, indica que comparten el narrador-nosotros y Dupin-Poe una misma lectura, un mismo interés.

Notar cierto carácter feminizante de la voz del narrador en la descripción de la relación entre ambos amigos a lo inicios del relato en sí de los crímenes. El relator "se interesa", nota su "candor" francés, se "maravilla", " y sobre todo, "sentí que mi alma se enardecía con el violento ardor y la viva frescura de su imaginación", al punto de que "supuse que la amistad con tal persona podría ser para mi un tesoro de inapreciable valor, y con este sentimiento me confié francamente a él". Pareciera -podemos especular- hacer referencia a su condición homosexual. "Por fin quedó concertado que viviríamos juntos..."

Charles S. Peirce dice a propósito de la abducción: "...una conclusión retroductiva solo está jutificada si explica un hecho observado. Una explicación es un silogismo cuya premisa mayor, o regla, es una ley o regla conocida de la naturaleza u otra verdad general; la premisa menor, o caso, es la hipótesis o conclusión retroductiva, y la conclusión o resultado, es el hecho observado (o establecido de otra manera). (1989).

Una corroboración, no tiene el estatuto de verificación de hipótesis, por cuanto se permanece en el plano de hipótesis conjetural. Tal confirmación, sólo permite continuar el proceso de razonamiento, confiriéndole cada vez más "consistencia", o coherencia interna.

Se me escapa la vinculación entre tomo y Epicuro, si queda más clara la linea asociativa entre Epicuro y Orión-Urión y "la diminuta figura de un hombre" (que debía calzar el "coturno" para elevarse). Hay referencias mordaces a las palabras dichas a Chantilly, Epicuro y Urión. Ver referencia en artículo citado de C. Ginzburg en II. 1. Resulta interesante la cita de S. Freud en "Psicopatología de la vida cotidiana", en el cap. 9 "Actos sintomáticos y casuales", donde nos ilustra, a propósito de los actos casuales, sobre su carácter de actos sintomáticos, pues expresan algo que ni el mismo actor sospecha que exista en ellos (...) desempeñan el papel de síntomas. Vemos su carácter significativo, regidos por pensamientos inconcientes que los determinan. La pérdida de objetos, como el encuentro aparentemente fortuito de los mismos, son tipificados como claros actos sintomáticos. Refiere a propósito de encontrar objetos que "Es muy interesante, en el trabajo de Otto Rank (La pérdida de objetos como acto sintomático), su afirmación de que no sólo el perder objetos aparece determinado, sino también el encontrarlos. (...) Es claro que en los casos de pérdidas se conoce el objeto y por el contrario, en los de hallazgos es aquél el que tiene que ser buscado. (...) Podemos afirmar, fundándonos en análisis de otros casos semejantes, que la disposición a buscar inconciente puede conducirnos hasta un resultado positivo mucho antes que una atención concientemente dirigida"



* Datos sobre el autor:
* Rubén Flores
Psicólogo, Psicoanalista, Docente

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