Edición N° 13 - otoño '99
(para el hemisferio sur)

Educación y sociedad

El mundo "patas arriba"

Por:
José Luis Parra



Introducción

El sistema educativo liberal nos vendió la idea de que la escuela (especialmente la educación media o secundaria) era el ámbito propicio para la investigación reflexiva y la iniciación al método científico; que promovía la sed de saber y conocimiento de la realidad.

Sin embargo, la escuela termina siendo todo lo contrario.

Es que la educación no puede ser un compartimiento estanco o una ciencia divorciada de la realidad. Está íntimamente ligada al sistema de relaciones sociales y económicas que interactúan de acuerdo a las formas de producción y actualmente, de relaciones internacionales, que producen cambios y conflictos culturales.

Es una herramienta temible, y como toda herramienta, no es mala o buena por sí misma, sino por el uso que se haga de ella.

En nuestras sociedades subdesarrolladas, los educadores se enfrentan en forma inequívoca a esta realidad, de acuerdo a una definición ideológica de lo que se debe hacer: o "rescatar las raíces culturales y desarrollar aptitudes y acciones tendientes a lograr una transformación superadora, reparadora y participativa de la realidad", o "convertirse en la primera 'institución modeladora' (si la familia no lo hubiera sido) donde se prepara al ser humano para aceptar las condiciones de injusticia como un acto reflejo, desarticulando su personalidad y aislándolo de la recreación de su propia cultura, a través de la destrucción sistemática del pasado histórico de su pueblo".

NOTA: Cabe destacar que a partir de la década del '60 y especialmente a principios de los '70 la relación entre sistema educativo y la realidad social se modificó sustancialmente. La participación estudiantil en las luchas reivindicativas fueron en aumento.
En Argentina, a partir de 1966 (derrocamiento del gobierno constitucional de Arturo Illia), comenzó la depuración dentro de la Universidad, en la que muchos alumnos y docentes se habían comprometido con las luchas populares, conjugando de esa forma "ciencia" con "realidad".
El golpe de gracia a una educación que se insertara en su medio sociopolítico fue el "Proceso militar", instaurado sangrientamente en 1976 (que produjo miles de víctimas, desaparición forzada de personas, torturas y cambio de identidad de niños a través del Terrorismo de Estado).
En toda América se vivieron procesos similares, que fueron sostenidos desde los centros de poder neoliberal, especialmente en la era Reagan-Thatcher, durante la década de los '80.


Objetivos de la "Escuela molde"

Con la intención de formar consumidores de ideas ya digeridas, se levanta la escuela "molde", que impone un "modelo único" de joven ciudadano. La aceptación de una disciplina rígida, del inmovilismo, la rutina, los esquemas repetidos y la jerarquía verticalista, formalizan el "molde".

En cuanto a lo técnico perdagógico, se instituyó desde el siglo pasado el modelo de la división del trabajo, separando esquemáticamente el conocmiento en áreas diferenciadas e imposibles de relacionar. Se parcela el conocimiento en asignaturas (o actualmente áreas), cada cual "la más importante", que se suceden a lo largo del ciclo lectivo para ser cumplidas y aprobadas por los alumnos.

Como buenos "moldes" o "maquinitas", a éstos se los categoriza por su "rendimiento", medidos por una nota o concepto. En el fondo de este sistema positivista, y como ideología de sus sustentación, gobierna la "Historia Oficial", falseando la realidad para hacernos zonzos. Al respecto, Arturo Jauretche decía que: "...el humorismo popular ha acuñado aquello de ¡Mama, haceme grande que zonzo me vengo solo! Pero esto es otra zoncera, poque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes..."

Y como muestra podemos analizar algunas situaciones educativas, de hecho muy conocidas por todos.

Experiencias en el aula

En mi rol de profesor de geografía, comenzaba una clase colocando el planisferio "patas arriba". Inmediatamente surgía el grito y la protesta unánime: "está al revés".

Frente a lo que no era cotidiano o conocido (el mapa "puesto de cabeza") los alumnos (niños o adultos) reaccionaban pidiendo el "orden": "está al revés".

Este simple acto de motivación de la duda y del razonamiento crítico se convertía en realidad en un acto de subversión de los valores tradicionales. A pesar de que en el espacio no hay "arriba" ni "abajo", los alumnos se sentían perdidos con el mapa al revés.

Para resolver este conflicto era necesario indagar a fondo en una problemática que estaba más allá de las posibilidades de la geografía como ciencia. El razonamiento llegaba de la mano de la Historia, a una búsqueda de respuestas de tono sociocultural.

Las frases "Bajé de Córdoba a Buenos Aires" o "perdí mi norte"; la posición panóptica de Europa en el planisferio; el estudio de Europa como si se tratara de un verdadero continente; etc... señalan usos y costumbres que sin duda no existen por casualidad y que, en definitiva estructuran el estatus colonial de Latinoamérica.

La educación tradicional entonces no brindaba el método para aproximarnos al comienzo de esa búsqueda. Más aún, se constituía en una muralla de prejucios potenciados al infinito y enmascarados en el cumplimiento de programas y actividades imposibles de dejar de lado, cuyo fin, de acuerdo a los lineamientos oficiales, era el de "generar una buena preparación en el joven..."

La tierra es plana

Tan grave se presentaba el problema del "planisferio al revés", que la experiencia en el aula demostró que para muchísimos alumnos la tierra es plana.

Si pedimos que cierren los ojos e imagine la Tierra, en realidad le estamos pidiendo que dibuje en su mente algo que ya conoce. Y lo que conoce es básicamente un planisferio, el elemento más utilizado para el dictado de las cátedras en el sistema escolar.

Una pequeña trampa ratificaba lo antedicho. Utilizando el planisferio, se les pedía a los alumnos que señalaran la ruta más corta para ir de Argentina a Australia. La gran mayoría señalaba la ruta oceánica (ya fuera por al Atlántico como por el Pacífico). La ruta transpolar era totalmente desconocida y por supuesto, imposible de imaginar siquiera. La deformación del planisferio no permitía a los alumnos "ver" la esfericidad terrestre.

¿Se anima a dibujar?

¿Podemos nosotros dibujar un planisferio tomando arbitrariamente como centro a otro punto? Sí. Hagásmolo con centro en el polo sur. Si sabemos que la Tierra es casi una esfera, esta representación plana habrá de deformarla. En el planisferio que conocemos, los Polos, que en realidad son puntos, se deforman hasta estirarse en líneas rectas. En el nuevo planisferio -el nuestro- si tomamos como centro el polo Sur, desarrollaremos el hemisferio sur casi sin deformaciones. Pero el norte comenzará a estirarse y será abarcado completamente por el Polo Norte, que en el colmo de la deformación pasó a convertirse en un amplio círculo.

Planisferio con el polo sur como centro

Primera conclusión

Para concluir esta primera aproximación al tema geográfico, no pretendemos en este trabajo sugerir cambios en los convencionalismos, sino inducir al juego de "armado de nuestras propias representaciones cartogárficas" (geopóliticas), dinamizando la investigación y el pensamiento crítico. En realidad, estamos hablando de ubicarnos en el tiempo y en el espacio (o tiempo-espacio), como única forma de tomar contacto con la realidad a fin de poder transformarla creativamente.

¿Se equivoca la escuela?

Desde hace mucho tiempo, se pueden escuchar voces de queja y preocupación en todos los rincones de nuestra América. En especial, desde los ámbitos donde se "produce" educación y cambios en los sistemas, se debate entre los siguientes conceptos:

  • La escuela no está cumpliendo con su función, que es la de preparar a los jóvenes para la vida laboral.

  • La falla es que se proponen metas inalcanzables. La escuela debería aportar una formación general, ante todo humanista, aquello que llamamos "cultura general".
¿Se trata de una verdadera preocupación o una vuelta más de rosca al "sofisma" positivista"?

Bombardeo de errores

Mientras los medios masivos de comunicación nos bombardean con la información más sofisticada del "Primer Mundo", las escuelas bombardean a los jóvenes con la información del "Tercer Mundo".

¿Puede considerarse esto un error? Deberíamos descartar los preconceptos. Al decir de Darcy Ribeiro, en nuestros países subdesarrollados debemos poner todo en tela de juicio. Todo debe ser puesto en duda. Casi al final del siglo de la energía nuclear, y dominados por la filosofía de la teoría de la relatividad, aún debemos sufrir en las escuelas los esquemas inmovilistas y lineales de las leyes de Newton.

De ninguna manera esto es casual. La filosofía positivista marca el signo dominante en nuestros sistemas escolares. Por un lado el "control social" y por otro lado la "igualación" e "inmovilismo" de los alumnos dentro de un proyecto de "moldeo" de la conducta sirven a la inserción, adaptación y aceptación del sistema social.

Esta situación es agravada por la violenta separación entre nuestra realidad y nuestros conocimientos. A la pérdida de nuestras raíces culturales y la imposibilidad de echar raíces propias, debemos agregarle la incapacidad de utilizar la ciencia para desarrollar un sistema que permita mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos. Y lo que es peor, se nos hace ver en medios como la TV todo lo que podría hacer la tecnología, haciéndonos vivir en un mundo falso, abriendo una brecha violenta entre pensamiento y acción. ¿Y qué es esto sino "estar locos"?

La geografía de la alienación

Algunos mapas utilizados en el estudio de la geografía pueden servirnos para ubicar en el mundo las zonas de la alienación cultural.

Partimos de la premisa de que los europeos conquistaron el mundo, desarrollando su sistema colonial. Sin respetar características étnicas, lingüísticas o culturales, dibujaron los límites de los países apropiándose de la realidad a través del manejo de las "representaciones" propias de sus necesidades coloniales.

En una primera instancia, estas representaciones debían servir para consumr la acción de la dominación; y luego, ser útiles como justificación de esa injusticia.

Las distorsiones cartográficas

Veamos otro ejemplo, en un planisferio mudo que se puede comprar en cualquier librería y es utilizado diariamente para "trabajar" en las escuelas.

Planisferio mudo

Nos dice la "ciencia" que se "enseña" en las escuelas en forma memorística que: el Ecuador es un círculo imaginario que divide la Tierra en dos partes iguales o hemisferios; el norte y el sur.

Me atreví a remarcar la línea del Ecuador o de 0° de Latitud, para que se viera mejor que en este planisferio no se respeta lo que dice la ciencia.

Sabemos que esta representación plana de nuestro planeta deforma la realidad, y que se utiliza convencionalmente. Sabemos que la principal deformación se verifica en las zonas polares, ya que los polos son en realidad puntos y no líneas rectas. Pero lo que no nos dicen es por qué se dibuja más grande el hemisferio norte.

Que Europa esté en el centro de esta representación es comprensible desde que fueron ellos los conquistadores del mundo y lo dibujaron a partir de ellos mismos. ¿Cómo no recordar a los romanos? Baste el ejemplo del Mediterráneo, llamdo por ellos Mare Nostrum, es decir "mar nuestro".

Que el hemisferio norte esté dibujado más grande y por arriba del hemisferio sur señala claramente una situación de supremacía, en la que los de "abajo" debemos sentirnos inferiores e incapaces de revertir tal situación.

Un nuevo planisferio

Difícilmente se les explique a los jóvenes este problema de las deformaciones y los convencionalismos usados en Cartografía. Hay de hecho, una obligación prioritaria en las escuelas de ajustarse a programas de estudio y plazos sumamente rígidos y estructurados. Por esta razón, terminamos por pensar que la realidad es tal como se nos presenta y que la Tierra no es un astro con forma casi esférica que continuamente está en movimiento en el espacio, en el que no hay arriba ni abajo (o mejor dicho, ¿arriba o abajo en relación a qué?).
La vemos cotidianamente como una figura plana, chata e inmóvil, en la que el Norte está "arriba" del Sur.

Para que se vea otra posible realidad, quizás más favorable para nosotros, tomemos como guía al anterior planisferio. Usando las mismas dimensiones podemos "cambiar" de lugar los hemisferios y trasladar nuestro continente a una posición central. Cartográficamente es tan correcto éste como el anterior.

¿Se anima a dibujar?

Con algo de paciencia podemos jugar a armar nuestras propias representaciones. La finalidad es la de no seguir creyendo las zonceras que nos inculcaron. En nuestro hemisferio sur, nuestra guía es el sur. Por ello, el Sur debería estar para nosotros, arriba.


Otra zoncera complementaria

Para finalizar, existen algunas otras zonceras del mismo carácter, que comprimen nuestros cerebros de tal manera, que nos resulta luego muy difícil, sino imposible y más sin ayuda, llegar a un verdadero cuadro de situación sobre lo que es y lo que debería ser.

Perdí mi norte.

Frase que hace alusión a la pérdida de rumbo, a no saber cómo seguir... Evidentemente, si consideramos que el planeta se "rige" por las leyes de la naturaleza, entonces deberíamos considerar que así como existe un Polo Norte Magnético, con una polaridad que atrae a una aguja imantada de signo o polaridad contraria, debe existir la contraparte en el otro hemisferio. Se trata del Polo Sur Magnético, que atrae -créase o no- a la otra polaridad de la misma aguja imantada. Las brújulas en el hemisferio nos remiten al Polo Sur magnético. Por otro lado, la guía estelar ha sido y será la constelación de la Cruz del Sur, que nos indica aproximadamente cómo ubicar al polo sur. Por ello, deberíamos dejar de usar esas frases inapropiadas. ¿Cómo sería decir?: estoy desorientado, perdí mi sur...

Ruego al lector que sea tan amable de terminar esta nota.
La tarea para el hogar es: hacer un ejercicio de memoria e imaginación y agregar aquellos otros "errores" o zonceras educativas que recuerde. Si las remite a esta dirección, seguramente tendrán un lugar para su publicación.



* Datos sobre el autor:
* José Luis Parra
Profesor de Historia y Geografía

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