Edición N° 9 - agosto 1995
(invierno para el hemisferio sur)

Escenarlos urbanos:
Una perspectiva sobre Tandil

Por:
Analía Labanca
*
(Datos sobre la autora)

Aproximación teórica

Desde la perspectiva del trabajo social, hablar del fenómeno urbano y de diferentes formas de aproximación a éste aparece como relevante ya que muchas veces los trabajadores sociales se ven vinculados a movimientos populares o a gestiones profesionales relacionados con los espacios urbanos con diferentes ejes de intervención:
La tenencia de tierras, el saneamiento urbano, la extensión de servicios, apoyo a autoconstructores, etc..

Para hablar del tema de los espacios urbanos, es necesaria una somera revisión sobre el tema del poder y sobre los discursos de la sociedad tal como son entendidos desde el punto de vista de Michel Foucault. El poder como red que produce y se reproduce.
Se afirma así que la sociedad es hablante y que habla, transmite sus discursos, en diferentes manifestaciones. Una de esas manífestaciones es la arquitectura y el urbanismo. La regulación del habitat condiciona los espacios y disciplina la vida.

Las grandes construcciones vinculadas a lo público, a la vida política, a la religión o al conocimiento -monumentos, centros de convenciones, catedrales e iglesias, universidades, etc.- constituyen una demostración de poder y disciplinan la circulación ordenando la vida cotidiaria, haciendo especial referencia aquí al ordenamiento, en la circulación y los espacios. Foucault afirma que el poder es un ejercicio, "un conjunto de acciones sobre otras acciones" (Foucault, M.: 1990, 103).
En este sentido, las construcciones, la distribución espacial de una ciudad ejerce una acción sobre la vida de sus pobladores condicionándola e instalando en la esfera del sentido común una idea del espacio cargada de sentido.

Por otro lado, también Foucault afirmó que hay poder cuando hay posibilidad de resistencia. Los ciudadanos re formulan cotidiariamente las ciudades: autoconstruyen, circulan, pintan graffittis, cercan barrios buscando segundad, nombran espacios. La ciudad es un paisaje vivo.

La ciudad constituye un espacio en recreación permanente. No es un escenario estático sino contruido y marcado por sus mismos actores, entendiendo los escenarios urbanos como "lugares de construcción de lo simbólico y puesta en escena de la ritualidad ciudadana, producción y recreación de una cultura en la que participan los grupos y los individuos mediante su actividad de selección y reconocimiento" (Silva, A.: 1992, 26).

La construcción del territorio, del escenario en el que se desarrolla la vida diaria, significa la apropiación del mismo por el uso, por el ejercicio cotidiano donde los pobladores se reconocen a través de códigos comunes. El territorio es el espacio vivido y marcado. En un barrio, en una viIla, en una fábrica o una ciudad chica, el extranjero se delata por desconocer codigos de autoreconocimiento.

Se define territorio en este caso, con una connotación semejante a Iugar antropológico, definido como espacio con tres rasgos comunes: identificatorios, relacionales e históricos. Son los lugares propios, los lugares con pasado. "El lugar antropológico es al mismo tiempo principio de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa" (Augé, M.. 1993: 58).
Las tesis de los autores que trabajan espacios urbanos, pasan en general por plantear el repensar la ciudad desde la circuIación y la construcción simbólica. Armando Silva habla de revisar "el uso e interiorización de los espacios y sus respectivas vivencias, por parte de los ciudadanos dentro de su intercomunicación social" (Silva, A.: 1992,15); Martín Barbero propone "pensar la ciudad y sus culturas desde la comunicación, entendida como nuevos modos de 'estar juntos'" (Barbero, M.: 1994:35).

Marc Augé, desde los rituales y los «no lugares", entendidos éstos como espacios del anonimato, sin pasado y sin interacción entre los actores (Augé, M.: 1994: entrevista Página 12, 25/09), la antítesis del lugar antropológico.
Sus ejemplos son los aeropuertos, las estaciones de subte, los supermercados donde se puede pasar horas sin hablar con nadie. La comunicación se da por imágenes: información en carteles o a través de los envases en el caso de los supermercados. Desaparece aquí otro tipo de vínculo que es el de vendedor-comprador, que sí es típico de almacenes o tiendas pequeñas.

En general, el eje pasa por revisar Ia ciudad como espacio de comunicación entre pobladores, dando esa interacción comunicacional un sentido a los espacios urbanos, aunque la cuestión sea, como plantea Augé, la "anticomunicación" en la interacción.

Tratar de definir una unidad o eje de análisis para investigar lo urbano aparece como necesidad metodológica.
Las teorías "generalistas" que hacen eje en la planificación urbana no dan cuenta de un fenómeno tan amplio justamente por tener las ciudades una dinámica que trasciende la planificación y lo urbano en tanto fenómeno matenal, entrando a jugar contenidos simbólicos, representaciones y usos del espacio qne tienen que ver con la apropiación que del mismo hacen quienes la habitan y construyen.

La cuestión en América Latina ha pasado por la instauracion de un modelo urbano decidido y planificado a partir del orden moderno: una ciudad con una plaza como símbolo y residencia del poder político y económico asentado a su alrededor, situada en el centro de la ciudad, con fábricas como sede del trabajo; y en sucesivos círculos concéntricos, unos consumidores de clase media, unos barrios populares y un círculo más externo de "marginalidad aceptable" que se incorporará a medida que el progreso permita el asalaramiento masivo de la mano de obra.

En definitiva, "la metrópolis clásica era aquella con centralidad en la producción y en ]a fábrica, y por lo tanto en el trabajo y las clases" ( Lienur, P.: 1991, 106).

En Ias grandes metrópolis, este esquema se ha quebrado. Ha variado la estrategia del capital, prima el consumo y han perdido vigencia las formas políticas históricas.
Heterogeneidad cultural producto de migraciones del campo a la ciudad (Lima, Bogotá), o por migraciones internacionales (Nueva York es la ciudad donde más dominicanos viven luego de Santo Domingo), la ciudad se vuelve caótica. Los desempleados Ilegan al centro a vender mercancías variadas, la clase alta primero y ahora la clase media pone cercas en sus barrios y complejos habitacionales en busca de seguridad, el centro de consumo ya no es el centro de la ciudad sino los grandes shoppings, escenarios preparados para cumplir el ritual del consumo.

La idea de ciudad blanca, la ciudad moderna donde existían guetos de pobreza en un todo limpio y regulado, ha variado su constitución hacia la situación contraria: en un mar de pobreza que constituyen los centros y amplios sectores de las grandes capitales (Tegucigalpa, Managua, Quito) se enclavan los guetos de la riqueza. Edificios de blindex, hoteles y urbanizaciones cercados y con vigilancia (Lienur, P.: 1991, 109).

Esto atiende también al fenómeno de fragmentación social que Maffesoli señala como un cambio estructural que va de la sociedad de masas a la sociedad de tribus (citado por Barbero, M.: 1994, 38).

Plantean estos autores que: "la crisis de las instituciones que confrguraron la ligazón de Ia sociedad -tanto en la producción como en la representación- hace emerger un nuevo tipo de tejido social cuyos aglutinantes no son ni un territorio fijo ni un consenso racional y duradero. Lo que convoca a las tribus urbanas es más del orden del género y Ia edad, de los repertorios estéticos y los gustos sexuales, de los estilos de vida y las vivencias religiosas. (...) Creadoras de sus propias matrices comunicacionales, las tribus urbanas marcan de forma identitaria tanto las temporalidades (sus ritmos de agregación, sus cadencias de encuentro) como los trayectos que demarcan sus espacios" (op. cit.).

Pensando en Tandil
En una ciudad como Tandil, prevalece el esquema de la ciudad moderna, v sobre él se asientan los espacios de circulación y se marcan los territorios. Se tomará aquí como central la recreación del esquema moderno y las construcciones simbólicas en base a éste, siendoTandil un claro ejemplo de reproducción de estas metrópolis modernas de orígen europeo que conserva aún este orden.

La plaza central, la Municipalidad, la Escuela Nro. 1, el Consejo Escolar, la Iglesia Matriz, la Universidad, los bancos y los hoteles. Un bar, el Ideal, históricarnente sede de transacciones con fuerte circulación de capital, actualmente un poco desplazado hacia otro bar (el Golden), siempre en el centro) y muy cerca de los bancos.

En la periferia, las fábricas y los barrios obreros, en algunos de los cuales se repite este esquema de centralidad. El esquema de círculos concéntricos se mantiene en la extensión de los servicios y en el precio de la tierra.
En este marco material se desarrolla la vida diaria y se marcan los terriorios propios, grupales y sectoriales. Se establecen Iímites y bordes a través del uso social de los espacios.

El territorio se marca a través del rito. En sociedades primitivas, el rito permitía darle un tratamiento particular a la alteridad, al contacto de unos con otros con un sentido particular, y en eso reside la sacralidad del rito. Marc Augé señala que el hombre contemporáneo realiza rituales de sentido débil, sólo poseen regularidad, pero están desprovistos de sacralidad.
Sin embargo, la repetición del encuentro en una esquina, un baldío o una discoteca, reviste a la comunión cotidiana de una cierta sacralidad identificatoria. "Hay una parte importante de la humanidad que tiene en los calendarios deportivos, en sus temporadas, tiempos rituales" señala Augé en una entrevista de Página 12.
En Tandil, el campeonato de fútbol urbano no parece significativo, o en todo caso lo es para la tribu conformada por hinchas de los diferentes clubes; pero el calendario de la Liga Agraria de Fútbol tiene la trascendencia del rito sacralizado.
Es un lugar común de encuentro entre los equipos y las barras de las diferentes estaciones del campo (La Pastora, De la Canal, El Solcito, localizadas a 30, 40 km de la ciudad), así como de la gente que viviendo en los barrios periféricos de la ciudad, habiéndose urbanizado, conserva a través de estos encuentros su vínculo con sus orígenes del campo (pobladores de los barrios Villa Gaucho, Villa Aguirre y El Tropezón especialmente).

El encuentro trasciende lo deportivo y en las fiestas posteriores a los encuentros se comparten problemas, se conoce a nuevos vecinos, se cumplen rituales de seducción.
Muchas veces estos encuentros son realizados en las canchas de las escuelas de campo, organizando la cooperadora de la institución el encuentro posterior, las "kermeses", con el objetivo de recaudar fondos.

La circulación y marca del territorio ha variado en Tandil de unos años a ahora. No hace demasiado tiempo, toda la población circulaba por el centro. Actualmente hay diferentes circuitos que ratifican la demarcación clasista.
La clase media y alta sigue mazclándose en el centro, particularmente los días dedicados al consumo: sábados en la mañana. La clase baja/sectores obreros cumplen sus rituales de consumo en Villa Italia, en sus propios barrios (por la reactualización de las cuentas en las despensas de barrio "con la libreta") o con un circuito marcado (determinados mercados donde obtener mejor precio en las compras grandes).

El paradigma de la ciudad parece haber variado del espacio de encuentro, al paradigma del flujo, La ciudad es circulación y en ella "las gentes también trazan sus circuitos, que atraviesan la ciudad sólo obligados por las rutas del tráfico, y la bordean cuando pueden también en un uso funcional" (Barbero, M: 1994, 38).

Así, en Tandil todos los colectivos urbanos pasan por el centro, pero los pobladores de los barrios pocas veces hacen uso del espacio del centro.
Más bien se trasladan de un barrio a otro, permaneciendo en lo que sí son sus territorios marcados, territorio con pasado y constructor de la propia identidad.
No obstante la centralidad política y administrativa obliga a "ir al centro": los reclamos en la Municipalidad o en Bienestar Social hacen que los pobladores de los barrios mas pobres deban Ilegar periódicamente al centro institucional. Los rituales de seducción en nuestra ciudad tienen las características antes mencionadas: un circuito, una temporalidad y un reconocerse como sector.
Como desde hace generaciones, este ritual se practica en Tandil con un sesgo de clase. Los jóvenes adolescentes de clase alta, media y media alta lo cumplen en el centro, particularmente los domingos luego de la misa de las 19:00.
Se concurre a misa y luego se circula por el centro, reuniéndose en un café, a veces en las esquinas. Es en el centro, especialmente los domingos y entre jóvenes de clase media/media alta.

Los jóvenes de los barrios populares circulan por Quintana, la calle principal de Villa Italia los sábados, antes del baile del Club Unión y Progreso. Otro sector -de mayor edad- se encuentra en los bailes de Moreno y Arena o concurre a la plaza del centro desde donde parten colectivos gratuitos hacia los bailes de campo.

También típico de Tandil, una particularidad de sus flujos de circulación, es la "vuelta al Dique". Los domingos en la tarde, siempre en auto y algunos realizando caminatas, la gente concurre al circuito que bordea el Lago del Fuerte.
Se instala a tomar mate dentro de los autos estacionados al borde del camino y en una práctica bastante peculiar, "se ve pasar a sí misma".
La intención parece ser, justamente, que la gente vea circular a la gente.

El crecimienco poblacional de Tandil no se ha correspondido en la extensión del centro. "El centro" sigue siendo el sector de Ias calles Rodríguez, Pinto, 9 de Julio y San Martín (la vuelta del perro), eventualmente extendida a la calle Mitre. El embotellamiento que esto produce en el tránsito ha hecho que la Municipalidad intente una especie de descentralización impidiendo girar a la izquierda en el microcentro, con resultados relativos en cuanto al ordenamiento de la circulación automotor.

El concepto de tribu urbana hace pensar en esta ciudad en los grupos de jóvenes, especialmente adolescentes de las diferentes escuelas y colegios secundarios, si bien no es privativo de ellos. Podemos encontrar varias tribus, pero se tomará coma ejemplo aquí a los jóvenes que forman agrupaciones con diferentes nombres y se comunican a través de los graffiti.
Así "Los Calenchu" amenazan a "Los Nuñez", los seguidores de Los Redonditos de Ricota insultan a Fito Páez y los Grasas de la ENET Nro 1 se identifican y enorguIlecen con el nombre que en principio los desprestigiaba, dejándose mensajes en las paredes de la ciudad. Esto comenzó hace años con los bailes de los egresados de 5to. año de la escuela secundaria, tomando ahora una mayor trascendencia dado que los jóvenes mantienen su identidad grupal durante mucho tiempo, es decir, trasciende la cuestión del egreso de la secundaria.

También son reconocibles las tribus agrupadas por afinidades estéticas, como el cine club o los numerosos grupos de teatro independiente.

Otras miradas
La necesidad de repensar la ciudad desde un plano más amplio, que trascienda la idea de la planificación incorporando otros componentes, aparece indispensable para las ciencias sociales en general y para el Trabajo Social en particular dada su intervención cotidiana en el escenario urbano.

Algunas variables tratadas por diversos autores contribuyen a la ampliación de los ejes tradicionales de investigación. Para Lucio Kowarick, la vivienda resultaría un eje fundamental por sus componentes materiales y simbólicos. La vivienda propia implica un imaginario social determinado de autorrealización, de reafirmación social, de sueño concretado; y es a la vez el espacio básico de la reproducción.

En términos económicos, la mercancía habitacion, "hecha por el tortuoso y sacrificado proceso autoconstructivo, es el unico bien material cuyo precio aumenta a medida que es consumido: ya sea a través del trabajo realizado en las constantes ampliaciones y mejorías, o sea por la vía de las bienhechurías urbanas que, bien o mal, con el tiempo, acaban alcanzando este o aquel nucleamiento" (Kowarick, L.: 1991, 89 ).

Los paisajes urbanos se transforman constantemente por la acción de los autoconstructores. Teolinda Bolívar, investigadora venezolana, toma y amplía el mismo eje de investigación: el proceso de producción del medio ambiente construído urbano, la morfología del hábitat donde se involucra lo material y lo simbólico, las historias familiares y los medios económicos.
La familia "transforma, en el tiempo y en el espacio, una vivienda precaria en una casa, de acuerdo a las oportunidades, astucias, aspiraciones, representaciones, símbolos" (Bolívar, T.: 1989, 191).
Buscando recursos circula por diferentes espacios y hasta recicla deshechos de otras zonas de la ciudad.

La propuesta de centrar la investigación en la vivienda y su proceso de producción es aún mas interesante en tanto se la vincule con lo comunitario: la vivienda-comunidad. La gestión particular se entrecruza con la gestión general de la ciudad.

El producido vivienda es gestión urbana en tanto se requieren servicios urbanos, o lo que Henri Coing Ilama "medios de consumo colectivos" (Coing H:1989, 221). Rastreando, analizando, sistematizando la historia de la gestión de los servicios urbanos y la desigualdad en el acceso a ellos, se arriba al análisis de una gran variedad de procesos y de reIaciones sociales.

A partir de estos ejes, teniendo en cuenta las cargas de sentido antes expuestas, con una mirada dinámica, es posible construir una forma de aproximación sistemática al fenómeno de lo urbano.

Todas estas son posibilidades de estudio y de recreación de lo conceptual a partir de nuevas miradas sobre la ciudad que se habita y donde se realizan diferentes prácticas sociales.

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  • WORTMAN, Ana: "Viejas y nuevas identidades de los jóvenes de sectores populares urbanos " En rev. Nueva Sociedad N. 114. Caracas, Venezuela. 1991.


* Datos sobre la autora:
* Analía Labanca
Master en Trabajo Social. Docente universitaria

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