Los
inicios de la Intervención en lo Social llevan, en si mismos
una serie de interrogantes.¿ Qué fue lo que motivó
el desarrollo de estas nuevas estrategias.?;¿cómo se
constituyeron en discursos portadores de verdad?; ¿
porqué las prácticas médicas tendrán un
papel tan importante?; ¿dónde se dan los puntos de
encuentro entre prácticas aparentemente tan diferenciadas como
la medicina, la guerra, la filantropía o la evangelización?;
¿ donde se hace transversal el discurso político en
este juego? Y por último ¿cuáles son las
inscripciones jurídicas en toda esta cuestión?
En
Buenos Aires, el surgimiento de la Hermandad de la Santa Caridad
muestra la aparición de una primera forma organizativa, que
intervendrá en lo social . Pero, la vía de entrada,
curiosamente, no se relaciona con las formas típicas de la
Filantropía, sino que tiene una estrecha relación con
la muerte.
La
Hermandad, aparece como la primera Institución vinculada con
lo que hoy denominaríamos Acción Social: Las
intenciones de la misma se relacionaban con intentar resolver el
problema de los cadáveres que quedaban sin sepultura...Y
a todo esto, se agregaba el problema del entierro. Si se era hombre
de posibles, no faltaba el sitio en alguna de las
principales iglesias, cuyos pisos llegaron a tener mas lápidas
que embaldosado. Si no se era tan importante , estaba el camposanto,
al lado del templo. Pero el pobrerío, los indios, los
mestizos, los negros, los ajusticiados y los forasteros,¿dónde
iban a parar?...Nace así la idea de la Hermandad de la Santa
Caridad de nuestro Señor Jesucristo....(Luqui
Lagleyze, J. P; 59) .
Ocurría
que Buenos Aires vivía bajo constantes epidemias que generaban
índices de mortalidad significativamente altos, se utilizaban
fosas abiertas, huecos en pleno centro de la Ciudad como el Hueco
de las Animas, en la esquina de de las calles denominadas
hoy Rivadavia y Defensa, frente a Plaza Mayor, hoy, Plaza de Mayo.
En otros casos , los cadáveres eran depositados bajo las
arcadas del Cabildo y puestos en exibición , por si alguien
los reclamaba, a su lado se colocaba un platillo para que se
aportasen limosnas para pagar el entierro. Los ajusticiados eran
dejados pendientes de la horca, hasta que alguien los retiraba. Los
entierros eran costosos y tenían un arancel eclesiástico:
Entierro mayor 30$, entierro menor ; 18$; de negro o de indio 2$;
de siete años para abajo 11$ de pobre de solemnidad o conocido
pobre , si es español y menor si es indio o mestizo 2$.(
AGN. Citado por Luquy Lagleyze,J)
La
complicación creciente de estas cuestiones, motivaron quejas y
solicitudes a la Corona Española. En 1760; Francisco Alvarez
Campana, eleva una nota significativa: ....en la Catedral no
quieren darle sepultura, y pretenden que se les pague el entierro con
el producto de las limosnas que se recogen...Han dilatado por muchos
días el dar sepultura a los cuerpos, por esperar que se junte
la limosna correspondiente para la satisfacción de sus
derechos parroquiales, dando lugar a que los coman los cerdos y otros
animales , por tenerlos arrojados en lugares muy inmundos...(Citado
por Luqui Lagleyze, J. P; 60).
Las
complicaciones hacen que el 29 de Abril de 1760 se expida una Real
Cédula, en la cual el Rey rogaba y se encargaba al Obispo
reprender en forma severa a esos sacerdotes que cobraban por dar
sepultura y dar fin cuanto antes al problema.
En
aquellos años, Juan Guillermo González de Aragón,
nacido en Cádiz, fundará la Hermandad de la Santa
Caridad. Este contrajo matrimonio con Lucía de la Caridad
Islas y Alva en Santiago del Estero. Al enviudar se traslada a
Buenos Aires , donde vive diferentes epidemias y toma contacto con
los problemas anteriormente mencionados. Allí realiza una
serie de reuniones con vecinos con la idea de fundar una hermandad
que se encargue de dar sepultura a aquellos que no tienen recursos,
de manera similar a unas Instituciones que existían en Cádiz
y Sevilla. Luego de una serie de trámites, autorizaciones y
búsqueda de apoyos se fundará la Hermandad de la Santa
Caridad en 1727, siendo luego su principal impulsor José
Gonzalez y Aragón , hijo de Juan.
Por otra , parte, estas primeras intervenciones muestran también
el inicio de formas organizativas por fuera de los canales formales,
como el Cabildo, la Iglesia ,etc.
La
motivación principal de las primeras actividades, no se
relaciona con una idea básicamente filantrópica sino,
pareciera mas bien, con resolver un problema que molestaba
a los habitantes de la ciudad y hacía que esta fuera casi
inhabitable. La visibilidad de la muerte, implica una dificultad,
pero, esencialmente una sensación de desorden, en
tiempos que se aproximaban rápidamente a la llegada de la
Ilustración. Esa visibilidad, mostraba descarnadamente la vida
social de Buenos Aires. Una ciudad que en poco tiempo será una
de las puertas de la modernidad en América.
Desde
la Hermandad, en todo su desarrollo histórico, las
intervenciones en lo social serán cada vez mas abarcativas,
pero, lentamente se irán corriendo hacia la medicina
especialmente a la asistencia médica de los pobres.
La
Acción de la Hermandad se encontrará, rápida e
inevitablemente con la Filantropía, en términos de
tomar contacto con la vida de los otros, ordenar su cotidianeidad,
vigilar su salud, el estado de la vivienda, detectar anormalidades,
etc.
En
definitiva, de la preocupación por los cuerpos de los muertos
se pasará a intervenir sobre los cuerpos de los vivos. De esta
manera, Filantropía y prácticas de salud, formarán
parte de lo que Foucault denomina la <<política del
cuerpo>>, desde la perspectiva de un gran fantasma
denominado <<cuerpo social>>, que se habría
conformado por la sumatoria universal de las voluntades expresadas
en el contrato societario.
Pero,
lo que motiva las intervenciones, es ese desorden de los
cuerpos; cuerpos abandonados, mutilados, muertos, que están
a la vista de la ciudad. No son cuerpos que tienen el heroismo de la
batalla, muchos de ellos provienen de la vergüenza del patíbulo
o de la indigencia. No se trata , de lo que queda luego de un campo
de guerra, o tal vez sí, cuerpos producto de una nueva forma
de la guerra se se entromete en la filigrana de la paz, cuerpos, que
hoy llamaríamos de la exclusión, y en definitiva se
trata de no verlos, de ocultarlos. No son cuerpos que fueron
mutilados por las armas de la lucha, solamente un tenebroso
espectáculo de cuerpos abandonados, que no pueden ser
enterrados por falta de dinero, que sigilosamente son quitados de los
patíbulos, que juntando limosnas son enterrados. Es el
desorden de los cuerpos abandonados, una de las causas de la
aparición de la intervención en lo social en el Río
de la Plata.
Mas
tarde esos cuerpos tendrán camposantos especiales y años
después en las epidemias serán disecados y estudiados,
ahora por razones médicas y de salubridad.
El
espanto de los vivos, no logra hacer actuar al Gobierno, ni siquiera
a la Iglesia, es la Hermandad de la Santa Caridad, continuando
experiencias de Cadiz y de Sevilla, la que llevará adelante la
misión de dar un lugar a aquellos que murieron y fueron
abandonados, el espacio, el lugar final del entierro, será
también diferenciado; como lo había sido durante la
vida.
Guerra, Presidio,
Hospitales y Prácticas de Salud
Pero, también
desde lo que hoy denominaríamos el campo de la salud,
surgen intervenciones que lentamente se deslizarán en toda la
sociedad. Desde la medicina se impondrá el orden a los
cuerpos. Aunque, la obtención de este orden,
transita por diferentes caminos y bifurcaciones, que también
en el Río de la Plata, culminarán en formas de
disciplinamiento. Pareciera que la medicina , se nos presenta como la
introductora, como el nexo y hasta la explicación, de la vida
metódica que tanto preocupará a Max Weber. La
salud o la enfermedad , serán el punto de encuentro de una
serie de senderos , caminos y trayectorias que servirán para
entrelazar palabras y verdades construidas a través de
discursos.
El inicio de las
prácticas hospitalarias en la Argentina, da cuenta de esas
cuestiones. Se nos presenta, a simple vista, como una historia de
desórdenes, desencuentros y conflictos, que van desde la
existencia del primer Hospital, su transformación en Beaterio,
y su nueva conformación como institución de salud . En
esa última etapa con una importante carga de discursos acerca
de sus sentidos, algunos de ellos provienen de la entrada a la
modernidad, otros, tienen rasgos religiosos, los últimos,
por lo menos en este momento, ya van a tener una fuerte connotación
sanitaria. Pero, en esta historia de casi ciento cincuenta años,
se conformarán los primeros sentidos de las prácticas
desde las instituciones que intervienen en lo social y no solo de
aquellas que se relacionan con la salud.
En este encuentro de
bifurcaciones, intersticios y espacios, lo que predomina es una cada
vez más fuerte coherencia en el discurso. Este despaciosamente
se va a dirigir a los cuerpos, ahora de los vivos.
Estos
discursos dejan marcas en los cuerpos, y fundamentalmente aparecen
como generadores de verdad.... En una sociedad
como la del siglo XVII, el cuerpo del rey no era una metáfora,
sino una realidad política: su presencia física era
necesaria para el funcionamiento de la monarquía...(Foucault,
M. P: 103)
Los primeros datos acerca
de la existencia de un Hospital en Buenos Aires, muestran en
principio una disputa política, o por lo menos la expresan.
Desde la necesidad del Hospital se litiga con España, se le
elevan cartas al Rey. Pero; ¿ es ese conflicto lo que marca
los inicios?, o, ¿ ese conflicto político está
encubriendo lo que ocurre en estas tierras hacia dentro?. Así,
la necesidad del Hospital para Buenos Aires, puede ser entendida como
una señal hacia la propia población, hacia un terreno
de batalla que va mas allá de las Cortes Españolas, un
campo de litigio que nos habla de las desigualdades sociales y la
guerra intestina de esta colonia. No se trata de pensar en una guerra
civil, estas cuestiones se presentarán mas tarde, con las
luchas por la indepedencia, el conflicto entre unitarios y federales,
la conquista del desierto y una interminable saga de conflictos que
aparecen y reaparecen en la historia de la Argentina.
Las prácticas de
la salud, tal vez nos hablen de otra cosa, de otros campos de
batalla, de persecuciones mas silenciosas, sutiles, que ni siquiera
podríamos definitivamente presentarlas como tales. Se trata de
pensar la existencia de la guerra en términos de poder, de
cómo la guerra continúa en el terreno ya conquistado,
en el terreno de la paz. Una guerra, que intentará no solo
derrotar al enemigo , sino desarmarlo, incluirlo, quizás, en
los nuevos ideales de la Ilustración y de Modernidad.
Si
tomamos a Carl Von Clausewitz, podríamos entender que , en
principio, la guerra es un acto de fuerza, pero desde la perspectiva
moderna, la guerra no es un fin , es un medio para, lograr un
objetivo : imponer una voluntad política al enemigo, pero,
desde el punto de vista del origen de la cuestión social, lo
que nos resuena como interesante en el discurso de Clausewitz es el
propósito de la guerra, y este se relaciona con
desarmar al enemigo , por esta razón ,el
resultado de la guerra nunca es absoluto, la guerra continúa
en la paz, cuando los otros son derrotados, el sentido de la acción
se dirige ahora a romper su contrato.
Por
otra parte, el ingreso a la modernidad encierra una entrada a la
medicalización ...No hay cuerpo de la República.
Por el contrario, es el cuerpo de la sociedad el que se convierte, a
lo largo del siglo XIX, en el nuevo principio. A este cuerpo se le
protegerá de una manera casi médica: en lugar de los
rituales mediante los cuales se restauraba la integridad del cuerpo
del monarca, se van a aplicar recetas terapéuticas tales como
la eliminación de los enfermos, el control de los contagiosos,
la exclusión de los delincuentes....( Foucault, M.
P(103)
Se
tienen noticias de la existencia de un Hospital Militar en Buenos
Aires, por lo menos a partir de 1642, las mismas se relacionan
especialmente con su deterioro, refacción y reconstrucción.
El Hospital San Martín, según los
documentos de la época era considerado un depósito de
soldados o presidio para los desasistidos que mueren mas por
la necesidad que por el rigor del accidente .
También
según trabajos de Penna y Madero (ver bibliografía), se
observa que el Hospital, no era reconocido por la población
como un lugar de atención, las curaciones y las atenciones de
la enfermedad eran escencialmente domiciliarias. En pocas palabras el
Hospital estaba destinado a la Guarnición Militar de Buenos
Aires y al Presidio. Pero, los inicios de esta institución se
relacionan con una estrategia militar, pobre si se quiere, ya que la
Corona destinaba muy pocos recursos para mantenimiento de soldados y
aún menos para el Hospital. En aquellos tiempos se estima que
la población de Buenos Aires no llegaba a mas de 2000
personas, en algunos años, las defunciones superaban a los
nacimientos, pero en poco tiempo y debido al crecimiento del comercio
y el contrabando, la población crecerá en forma
relevante.
En
1663, José Martinez Salazar, Maestre de Campo, con una larga
experiencia militar de mas de cuarenta años, llega a Buenos
Aires con la idea de reforzar las defensas y disminuir el
contrabando. Aumentó a 300 el número de soldados de la
Guarnición y propuso algunas reformas en la defensa. El mismo;
escribió a las Cortes acerca de la necesidad de fundar un
Hospital que sirviese a toda la población.
En el pedido que le
eleva al Rey, Martinez Salazar, ponía énfasis en la
cuestión de la asistencia hospitalaria, reclamando enfermeros
y cirujanos, pero también Hermanos de Anton Martín o
San Juan de Dios, estos debían prestar asistencia espiritual a
los enfermos, y administrar el Hospital. El pedido no obtiene una
respuesta inmediata, en 1665 el Consejo de su Majestad contesta que,
existían inconvenientes en en la construcción y en la
entrega a los Hermanos de las congregaciones citadas. Ante esta
respuesta, Martinez Salazar insiste en el pedido de una orden
religiosa o una hermandad de regulares para que se haga cargo del
Hospital, ya no pide médicos, sino solo clérigos. En
esa época se consideraba que las congregaciones religiosas
eran las que tenían mayor experiencia en lo que hoy
denominaríamos administración hospitalaria. Las
gestiones de Martinez Salazar fracasaron.
En
1689 Juan Herrera y Soto Mayor, gobernador interino de Buenos Aires,
propone otra salida, la misma consistía en que las rentas del
hospital pasen a dos curas doctrineros de indios...No
sirviendo para otra cosa el hospital se aplique el noveno y medio a
dos curas doctrineros de indios...que de hospital, aquel
establecimiento sólo tiene el nombre y goza de la renta que
producen sus aposentos que tiene y que se compone en que viven
ordinariamente soldados y alguna gente pobre de ella por su
estipendio, además de dos salas de oficinas grandes que en
tiempo de navíos sirven de almacenes...(A.G.de
Indias, citado por Luqui Lagleyze,J P:43)
Esta
solicitud tampoco tiene curso y en 1692 un nuevo Gobernador Agustín
de Robles, sin autorización superior decide con el apoyo del
Cabildo y del Obispo transformar al Hospital en Beaterio o Casa de
Recogimiento: ...Es su sentir que aún en caso de que
la situación de dicho Hospital estubiera corriente era del
mayor servicio de Dios, y bien de esta república y provincia
el que se deduxan á Casa de Recogimiento que va á
cuidar los cuerpos á reparar las almas y separarlas de las
ordinarias a la que la frágil naturaleza las inclina: en cuya
consideración y que á más de treinta años,
que el parage de dicho hospital no ha servido de otro ministerio sino
de vivienda a diferentes personas que le asisten para alquilar, y
otras de valde para que del todo no se vengan abajo sus edificios;
podrá dicho Cabildo llevar adelante á que parece su
piadosa atención se enderexa que por este gobierno demás
quedará todas las asistencias que convengan para que cuanto
antes se principie y execute....( Biblioteca nacional,
Manuscrito 36 y 37).
En
poco tiempo el viejo Hospital ya constituido en Beaterio, se
transformará en un lugar de recogimiento de numerosas
doncellas pobres, niñas faltas de padres y parientes que no
pudieran mantenerse en sus casas sin mucho y conocido riesgo de su
honestidad (Luqui LagleyzeP: 45). Todo esto bajo la
administración de una mujer anciana y virtuosa.
En
1699, el Obispo de Buenos aires reiterando el pedido o autorización
al Rey escribe...La casa de estas doncellas recogidas
necesita de poca renta para conservarse, porque ellas mismas, con su
trabajo, ganan lo que ha de menester para comer y vestir
honestamente. Además , la ciudad se obliga a dar a esta casa
la carne necesaria y no habrá vecino que no la socorra con
abundancia de trigo, legumbres y demás sustento como se ve lo
hacen de ordinario las comunidades religiosas, porque ellos son
liberales y la tierra lo produce todo con gran abundancia...(Luqui
Lagleyze P: 67)
Los
acontecimientos políticos que transcurren en Europa durante
los inicios del siglo XVIII, se relacionaban con las guerras de
sucesión en el trono español y el asenso de los
Borbones al mismo. Estos, tratarán de generar una serie de
reformas administrativas para consolidar sus dominios en las
colonias. Dentro de esas prioridades estaba la militar. Es así
que ante el temor de ataques Holandeses o Ingleses y la probabilidad
de incursiones de los Portugueses, fue designado en el Río de
la Plata un nuevo Gobernador; Alonso Juan de Valdez Inclán.
Este fortaleció la guarnición militar de Buenos Aires,
llevándola a 850 hombres, e inmediatamente planteó la
necesidad de recuperar el hospital para fines militares.
Esta vez, la
repuesta fue rápida, el Rey ordenó restituir las cosas
a su primitivo estado, reestablecer el hospital y que el gobernador,
el Obispo y el Cabildo, proveyeran de refugio a las doncellas, para
establecer una nueva casa de recogimiento. Esta última recién
se concretará en 1755 a través de la Hermandad de la
Santa Caridad, produciendo un entrecruzamiento entre lo militar , lo
laico y lo religioso.
La designación de Alonso Juan de Valdez Inclan, coincidió
con el Reinado de Felipe V, su declaración de guerra a Gran
Bretaña y el inicio de la dinastía borbónica en
España. Este organizó una serie de expediciones
militares constituyendo un ejército de milicias de
aproximadamente 4000 hombres, que entre otras accciones logró
la recuperación de la Colonia del Sacramento en 1705.
Los
nuevos tiempos, que corrían en el Río de la Plata, se
relacionaban fuermente con dos cuestiones importantes, en principio
la militarización de la ciudad de Buenos Aires y
el intento de lucha para frenar el contrabando.
Estos cambios traerán
un crecimiento de la ciudad, como así también la
acumulación de capital a través del comercio y el
contrabando , ya que este nunca fue derrotado por los españoles.
Además existían otros factores que harían al
crecimiento económico de Buenos Aires como, la producción
de cueros y cebo, sumada al tratado de asiento de negros,
firmado con Inglaterra, que permitía introducir mercados de
esclavos en los puertos de las Indias Occidentales. Así, los
ingleses poseían su propio mercado de esclavos en el Puerto de
Buenos Aires.
El
Hospital volvió a ser militarizado, pero tenía serios
inconvenientes económicos para su funcionamiento. En 1738,
impulsado por gestiones anteriores del Gobernador Bruno de Zabala
(1717-1724), se puso en marcha un impuesto sobre cada botija de
aguardiente, con los fines de obtener recursos económicos
para sustentar el hospital. Pero, es desde la gobernación de
Bruno de Zabala, donde comienzan las gestiones para que una
hermandad hospitalaria, la de los Betlhemitas se hiciera cargo del
hospital.
Con la llegada de los Bethlemitas, el Hospital San Martín se
transformará y cambiará de nombre.
Por otra parte, la conformación de milicias, espacialmente
constituidas por criollos y mestizos, trajo cierta sensación
de unidad de estos territorios y la muestra que podían ser
defendidos sin el apoyo de la Corona Española
Desde mediados del siglo XVIII, se produce un fuerte crecimiento en la
población de Buenos Aires que pasa de 6000 habitantes en 1700
a 20.000 en 1765. El importante crecimiento de la población ,
implica una serie de nuevas cuestiones dentro de la misma ciudad,
pero estas van acompañadas por otros cambios que se relacionan
con la emergencia del pensamiento de la Ilustración y las
primeras tendencias de la modernización en el Río
de la Plata.
Por otra parte, continúan multiplicándose las epidemias. A
su vez, existe un fuerte incremento de la natalidad, en un contexto
de fuertes cambios en la sociedad porteña.
El
1° de marzo de 1726, el Alférez Real propuso en el
Cabildo que se le solicitara a los religiosos Bethlemitas que se
hagan cargo del Hospital. De esta forma, el Cabildo solicitó
al Rey formalmente este pedido para que.. en este mismo
hospital, iglesia , sitios y edificios con las rentas de su fundación
del noveno y medio diezmos y un peso de cada botija de aguardiente de
las que entrasen de las Provincias de Cuyo, se pudiesen curar a los
mas pobres en aquella ciudad , y para que estuvieran mas asistidos,
se permitiese se condujesen de Potosí cuatro o cinco
religiosos fundadores del Instituto de Nuestra Señora de
Bethlem, cuyo ejercicio es curar enfermos con botica y obreros ,
médicos...(Penna .J P:14)
Cinco
años mas tarde el pedido fue nuevamente elevado ante la falta
de respuestas desde España.
En
una Real cedula de 1741, la respuesta del monarca implica una
aceptación de la propuesta, pero restringe la actividad de los
Bethlemitas al hospital...He resuelto ordenaros y mandaros
(como lo hago) que me informeís en primera ocasión, de
cuanto se os ofrezca en el asumto, y que será útil
combeniente se encargue el zitado hospital a los Religiosos de
instituto de Nra.señora de Belén, no para que se erija
en combento, sino para que aistan en el ospital a los enfermos, y
siéndolo, expreséis el número de Religiosos que
podrán pedirse a Potosí, a este fin....(Real
Cédula del 28 de Enero de 1741)
Estas
cuestiones muestran la preocupación de la Corona en tanto el
crecimiento del poder político de las congregaciones
religiosas en América, de ahí que se restringe el
accionar de los Bethlemitas a prestar servicios en el hospital. De
todas maneras, las tramitaciones son lentas e implican nuevas cartas,
documentos y solicitudes. Así, en 1745, a través del
Cosejo de Indias, el Rey envía otra Real Cédula
aceptando definitivamente el traspaso a los Bethlemitas. En 1748, el
Gobernador Andonaegui puso en marcha la entrega a la congregación.
De esta forma , el primer hospital de Buenos Aires se va a erigir en
tanto una foórmula de administración mixta, por un lado
el propio Cabildo de Buenos Aires y por el otro a los Bethlemitas. A
partir de ese traspaso el Hospital comenzó a llamarse como de
Bethlemitas o de Santa Catalina.
De
esta forma, el Hospital de Buenos Aires pasaba a manos de una
Congregación religiosa, pero, no pierde el sentido de su
origen vinculado con lo militar y con los postulados de los
Bethlemitas.
Estos
nacen en Guatemala y se expanden en América Central , el
sentido de su intervención se trasluce a través de
documentos de la época; con respecto al trato que debía
darse a los enfermos se planteaba modalidades de intervención
singulares,...el Hermano Mayor elija a un hermano humilde,
paciente y modesto, y dotado de grande caridad y no pequeña
prudencia para que pueda proteger, consolar, aconsejar y corregir, a
los pobres fastidiados de las enfermedades para que este sea
enfermero cuyo oficio sea gobernar la enfermería al cual los
demás hermanos deban obedecer en las cosas tocantes a dicho
oficio, para que más cómodamente puedan estar servidos
los pobres... (Luqui Lagleyze,J 65).
Los
aborígenes y los negros eran puestos en enfermerías
separadas, existían ademas una serie de normas que se
vinculaban con los procedimientos a aplicar dentro del hospital,
estos implicaban formas de registro de los pacientes, cuestiones
relacionadas con la limpieza y el funcionamiento de la farmacia.
La
relación de los hermanos de la congregación con los
enfermos implicaban cierta idea de reeeducación...
Procurará desterrar de allí las blasfemias y otros
vicios, y si acaso reconociere que algún convalesciente es
malo y extraviado, lo corregirá modestamente una y ora vez,
amonestándolo que si no se enmienda, dará parte de ello
al hermano Mayor, el cual despedirá con blandura y cortesía
al dicho pobre, porque no contagia a los demás en la peste de
sus vicios...(Luqui Lagleyze, J P: 67)
La
historia de esta primera institución hospitalaria en Buenos
Aires, nos muestra una serie de cuestiones, en principio su
surgimiento como hospital militar y presidio, luego se transforma en
casa de Recogimiento o Beaterio, y al fin en un Hospital administrado
por una congregación religiosa. Pero , en sus prácticas, sus reglamentos, sus formas de intervención es posible
visualizar la construcción de una modalidad de atención
que implica el entrecruzamiento de diferentes órdenes , que
van a desembocar en lo que podríamos denominar prácticas
modernas de intervención.
Así,
la preocupación por los pobres o los pacientes, se corre de la
idea de generar cuidados o dar albergue a un aprendizaje del orden y
de la disciplina. Estas últimas cuestiones son canalizadas a
través de las normas y reglamentos de los Bethlemitas, que
venían a Buenos Aires con una práctica concreta en este
campo en Centro América.
Del
desorden de los muertos al orden de los vivos: La Hermandad de La
Santa Caridad
La
Hermandad de la Santa Caridad, que ya fue mencionada mas arriba,
comenzó sus actividades a fin de sepultar los cadáveres
de los pobres, durante la peste de 1727. Don Juan Alonso González
y otros vecinos, se presentaron al Obispo y al Gobernador Bruno M.
Zabala, solicitando las correspondientes licencias para formar una
hermandad de caridad cuyo instituto sea enterrar los cadáveres
de los pobres y de los ajusticiados, practicando a la vez actividades
de filantropía. Como la Hermandad no tenía Capellán,
al enviudar Juan Alonso González, recibió las sagradas
ordenes con esa finalidad. Este había viajado a Santiago del
Estero, donde consiguió maderas y miel de los panales de las
abejas salvajes para construir velas.
Con esos materiales, construyó
la Capilla en Buenos Aires. Años mas tarde en 1738, mudaron la
primera Capilla y construyeron una nueva de 22 varas con su
sacristía, allí se celebraban actos religiosos y se
reunía la Hermandad donde hoy está situada la Iglesia
de San Miguel entre las calles Bartolomé Mitre y Esmeralda.
Además
la Hermandad, construyó una Sala para albergar a 10 enfermos
pobres, allí se fundaría en algunos años
el primer Hospital de Mujeres en 1774. Pero la Hermandad debía
decidir el destino de ese hospital en tanto las enfermedades que se
tratasen o las características de su población.
En
un documento de la Hermandad de 1743, surge la decisión de
Organizar el Hospital y las carácterísticas de
éste...En la Ciudad de Santísima Trinidad
Puerto de Santa María de los Buenos Aires, en seis días
del mes de Agosto de mil setecientos cuarenta y tres años.
Estando los hermanos de la Santa Hermandad.... que componen la mesa
de la Hermandad, juntos y congregados como lo han de uso y
costumbre, a toque de campana y con citación....y que en ella
asimismo se haya de deliberar la calidad de enfermos que se ha de
admitir; porque como dispone la regla ha de ser una de tres
especies; incurables; mujeres y de todas las enfermedades...; fue
acordada que en conformidad de ella se votase por la calidad de
enfermos que se deba admitir. Y allándose discordes por las
razones que cada uno en su dictamen halló congruentes porque
de ellas resultaba el haber admitir de las tres especies de enfermos,
siendo contrario a lo que dispone la regla...se pasó a votar
por voto secreto, y habiendo salido en igualdad siendo la mitad a
favor de los incurables y los demás a favor de todas las
enfermedades se procedió a sortear una de las dos calidades
por dos cedulitas que se pusieron en una canastilla y llamando a un
niño de la calle después de bien dadas vueltas, se
mandó sacar una de ellas de mano del referido niño, en
el que salió de todas las enfermedades, con lo
cual quedó decidido.... (Libro20, folio 98 AGN)
El
pasaje de lo ritual desde las prácticas medievales, hacia
prácticas modernas, puede apreciarse en este documento, en
principio es necesario dar una tipología<clasificación>
al Hospital, pero la forma en que esta se decide se vincula con la
providencia ante el empate en la votación de los cofrades de
la Hermandad. De alguna manera, este documento muestra lo que está
ocurriendo en Buenos Aires, donde aún conviven diferentes
formas de entender el mundo, pero éstas en poco tiempo se
entrecruzarán, y habrá trasmisiones de una modalidad
hacia la otra, que se conjugarán en una modernización
de la atención de la salud.
Esta modernización ya
muestra su presencia a través de su afán
clasificatorio, su necesidad de ordenar lo mórbido
<enfermedad>, ya que el tema del entierro de los pobres, tarde
o temprano iba a resolverse.
Se
trataba de comenzar a ordenar a los que cayeron en la enfermedad, tal
vez por su condición de pobres y como tales serán
atendidos. En este aspecto las contradicciones pueden ser
interesantes. Por un lado los Bethlemitas, ya habían
incorporado esta modalidad de organización
hospitalaria, siendo una congregación religiosa. A su
vez, la Hermandad de la Santa Caridad, se nos presenta como
predominantemente laica, hasta en sus reglamentaciones, y toma de
decisiones, pero aún, si se quiere, embebida en lo antiguo en
otra forma de ritualización, que recuerda a formas
premodernas.
Por
otra parte en su historia, la Hermandad, sufrió embates
políticos especialmente desde el Clero, dado que éste
logra una disposición que prohibía los entierros
gratuitos. Así, en 1741 el Obispo José de Peralta
ordena suspender los entierros que realizaba la Hermandad.
Sin
esta función que se relacionaba con sus primeros objetivos, la
Hermandad sufre un período de ocaso y el Capellán Juan
Alonso González, fue enviado a la Ciudad de Córdoba ,
también por orden del Obispo. Antes estas circunstancias, su
hijo que había estudiado en el Seminario de Chile es convocado
a Buenos Aires para que continúe con las acciones de la
Hermandad.
Recién
en 1754, la Hermandad es reconocida confiriéndose legalidad a
sus estatutos, allí se le devuelven las prerrogativas que le
permitían volver a realizar entierros en forma gratuita., de
los difuntos sin recursos y de los ajusticiados, junto a la Iglesia
de San Miguel. En ese año es electo Hermano Mayor, Francisco
Alvarez Campana.
En 1703, habían sido donados veintidós mil pesos para
la creación de un Convento para Huérfanas, luego de la
reconversión del Beaterio nuevamente en el Hospital San
Martín. Álvarez Campana, presentó en 1757 un
proyecto al Cabildo para que ese dinero fuese utilizado en el
establecimiento de una recova para venta de comestibles. Su producto
se destinaría , un tercio para el Cabildo y el resto para
ensanchar el Colegio de Huérfanas, establecer un Hospital de
Incurables y una Casa de Niños Expósitos. El Colegio de
Huérfanas, fue establecido por la Hermandad en 1755, este
obtuvo el consentimiento del Obispo y del Gobernador Andonaegui.
Álvarez Campana, pedía el reconocimiento como patrono
y fundador de dicho colegio. Estas cuestiones en poco tiempo serán
terreno de conflicto político ya que se generará una
disputa entre Álvarez Campana y el Obispo, en tanto si la
Institución era laica o no.
El
Colegio de Huérfanas era bastante heterogéneo en cuanto
a sus pupilas, funcionando como institución correctiva, por
ejemplo; si una mujer tenía dificultades con su marido podía
ser internada en el Colegio, o si una niña quería
casarse contraviniendo las ideas de sus padres, también podía
ingresar al Colegio.
Pero
el ingreso al Colegio llevaba cierta ritualidad; se les cortaba el
pelo, y eran vestidas con una túnica azul y una toca amarilla.
Las internas eran como religiosas, sin salidas. No debían ser
vistas, a tal punto que en el coro del Colegio, una celosía
las tapaba para que no fuesen vistas en las ceremonias.
Por
otra parte , el Colegio funcionaba como una especie de fábrica,
que generaba ingresos para la Hermandad, elaboraban postres y masas,
cosían realizando unas mallas bordadas de oro y blanco con
flores artificiales. Tejían medias, fabricaban guantes y
lavaban cosas finas.
A
su vez el Colegio funcionaba como un lugar para concertar
matrimonios. Cuando un artesano, o persona sin trato, quería
cambiar de estado, le bastaba pedir esposa al Padre González
Islas. El virtuoso Capellán hacía llegar a su cuarto a
varias huérfanas, y después de elegir a una de ellas,
permitía al pretendiente ver a la novia mientras que se
arreglaba lo indispensable para un desposorio, que el mismo Padre
González Islas consagraba sin dilaciones.
El
número de internas se incrementaba día atrás
día, esto hizo necesario que el edificio se expandiera.
Para
su funcionamiento el Colegio de Huérfanas tenía dos
administraciones , Campana como Hermano Mayor y González
Islas como Capellán, esto continuó hasta el año
1766.
En
ese año Álvarez Campana fue arrestado, por orden del
Rey , ya que se lo acusó de enriquecimiento, a partir de que
se sospechaba que se quedaba con los fondos de las huérfanas
y hacía poner las propiedades de éstas a su nombre.
A
su vez, existía una escuela externa donde concurrían
las hijas de las familias mas adineradas de Buenos Aires.
En
1768, el Gobernador Bucarelli, construyó un Hospital para
Mujeres, con capacidad de 13 camas para que las huérfanas
ejercitasen la caridad de cuidar a otras tantas
enfermas. El Cabildo en una reunión del 8 de
noviembre de 1775, expresa su visión del Colegio de
Huérfanas:...Que el buen exemplo de las
huerfanas y arreglado método que siguen en punto de religion ,
costumbres, y enseñanza es notorio:que su exemplo es
consiguiente: y que los establecimientos de escuela publica, y Sala
para colejialas. Son constantes, y arreglados con el metodo mas
veneficio y acomodado al objecto de sus aplicaciones que Son las
mismas que la pregunta refiere- Que lejos de ocurrir quejas a los
Tribunales de Justizia contra esta Casa. Sus huerfanas o Colejialas:
no se oyen otras voses que las correspondientes a las buenas
costumbres, paz y Doctrina, con que se crian en este recojimiento:
assi las Niñas y Pobres como las que sin embargo de los
Posibles de sus padres entran a él por las repetidas
proporciones de adquirir virtudes que continuamente Se les
franquean(Acta del Cabildo de Buenos Aires del 8 de
Noviembre de 1775.AGN- Acuerdo del Extinguido Cabildo de Buenos Aires
Serie 3, Tomo V, LibroXXIX)
En
1771, Álvarez Campana fue puesto en libertad, por disposición
de Vértiz, quien en poco tiempo será Virrey en el
Virreinato del Río de la Plata. Estas controversias
enfrentaron al Virrey con el capellán González Islas,
en varias oportunidades. Por ejemplo, al continuar las epidemias, el
Capellán González Islas, atribuía las mismas a
la inauguración de un Teatro bajo su administración.
En
defitiva, en los inicios de las prácticas de intervención
en el campo de la salud se produce el primer entrecruzamiento entre
diferentes discursos: el militar, el religioso y el médico.
El
sentido moderno de las prácticas y la visión de la
sociedad implicaba nuevas formas de disciplinamiento, el Colegio de
Huérfanas, se presenta de esta forma como un antecedente
interesante de la Sociedad de Beneficencia. Por otra parte, los
inicios de la Intervención en lo Social en el Río de
la Plata, tienen una fuerte impronta laica, donde el discurso
religioso, intenta acomodarse a esta nueva visión de mundo,
que coincide con los postulados de la Ilustración. El Colegio
de Huérfanas como dispositivo, intervenía en toda la
sociedad, ya que se elevaba como una Institución correctiva
donde en principio cualquier mujer podía ser internada. A su
vez, la incorporación de la vida metódica , racional y
ritualizada recuerda a las de las fábricas textiles francesas
del siglo XIX que incorporaban solo mujeres. También, el
experimento aleccionador se lleva adelante dentro de éste
género, pero va mas allá. Las internas no sólo
son depositadas dentro del Colegio, sino que en poco tiempo serán
agentes de intervención en cuestiones filantrópicas,
que se inician a través del campo de la salud, en este caso es
en el Hospital de Mujeres, donde las internas comienzan a ejercitar
la Filantropía.
Estos
discursos serán fundamentalmente generadores de verdad,
aunque ésta pueda ser rápidamente manipulada, pero en
definitiva , estas construcciones discursivas se fueron imponiendo
dentro del Río de la Plata y lentamente, darán forma a
las instituciones y a las prácticas de intervención en
lo social. Pero en especial desde las perspectiva de las prácticas
que van a intervenir en lo social se producirá un interesante
y nuevo encuentro, el mismo se relacionará con lo jurídico.
Autores como Robert Castel, M. Foucault, o J Donzelot, coinciden en
el origen jurídico de las prácticas. Esa juridicidad
constituirá fundamentalmente, una serie de procedimientos
ritualizados que se mantienen en muchos aspectos hasta el presente.
Es posible afirmar que la ritualidad de los actos de la intervención
es uno de los más importantes soportes de las prácticas,
es decir, los ritos, el cumplimiento de los procedimientos, sostienen
en gran parte a las distintas formas de saber.
Ante
una ritualidad perdida en el traspaso del medioevo al renacimiento,
la búsqueda de la verdad, o la construcción de ésta
, también tomará nuevos caminos, éstos serán
coincidentes con los senderos y bifurcaciones anteriormente
delimitadas en ese encuentro entre lo militar, lo médico y lo
religioso.
Las nuevas formas jurídicas:
Hasta
fines del siglo XVII, la Pampa Bonaerense, en su enorme extensión
era considerada como una fuente inagotable de recursos. La existencia
de ganado cimarrón y de caballos salvajes, aseguraba la
subsistencia, en forma casi indefinida a los habitantes de la
campaña. Pero, durante el siglo XVIII, comienzan a aparecer
procesos judiciales que algunos autores catalogan como de «delito
social» y se relacionaban con la apropiación de
ganado y caballos por parte de criollos e indios. De esta manera, la
propiedad, no muy claramente definida en favor de estancieros o
hacendados, se establece como una barrera, legal, aunque limitada,
frente a la posibilidad de subsistir (Martínez Dognac, G.).
Ocurría
que diversos condicionantes económicos, políticos y
sociales tanto externos como internos, comenzaban a limitar
lentamente el acceso a esos recursos, especialmente en la carneada de
animales salvajes (vacas y caballos), así aparece la categoría
de robo de ganado, caracterizando una práctica que hasta no
mucho tiempo atrás era vista como normal o legal, esta nueva
figura del robo, esta nueva idea de delito, comenzaba a relacionarse
con la ociosidad y la vagancia y como producto de ésta
(Martínez Dognac, G.). Las acusaciones se presentan como de
difícil determinación; «malentretenido»,
«irreligioso», «perjudicial
para el vecindario», «alborotador», «quimerista»,
etc. En muchos casos, si el acusado tenía en su poder
objetos o animales que el criterio del hacendado determinaba que con
sus ingresos no había podido adquirirlos, se aplicaba la
formula de presunción de delito.
Eran considerados ociosos y vagos quienes en principio no respondían
a la convocatoria de los hacendados para las tareas propias del
campo, quienes no cumplían con las ceremonias religiosas o
aquellos que el vecindario considerara que lo eran. La suposición
era que si no trabajaban no podían, ni debían
mantenerse.
De
esta manera los habitantes de la campaña bonaerense que no
lograban certificar una relación de tipo laboral, entraban en
la categoría de sospechosos de haber cometido delitos contra
la propiedad.
De
ahí que en los procesos judiciales se hiciera hincapié
en la forma de mantenerse o en la posesión de bienes de los
acusados. En esta etapa, las instituciones del Estado no abarcaban
esas enormes extensiones, de ahí que los estancieros o la
Iglesia se transformaran muchas veces en ellas ejerciendo lo que
hoy podríamos denominar una primera instancia en los
procesos.
Por
otro lado, los detenidos que se reclutaban también
podían ser utilizados como mano de obra gratuita, «pagando»
de esta forma su «ociosidad» o sus «delitos».
De esta manera, nos encontramos con una nueva «forma» de
transgresión a la ley, esta es relacionada con un sector de la
población, el cual se va a ir conformando lentamente como
arquetipo de lo no deseado dentro de una sociedad.
Estos
primeros datos que podemos ubicar a mediados del siglo XVIII, nos
hablan acerca de las instituciones que se van construyendo y
transformando durante la época colonial dentro de una etapa,
si se quiere pre -moderna, donde aparece el juzgamiento relacionado
con la idea de virtualidad de los actos,
elemento que va a ser parte sustancial de las formas jurídicas
modernas y va a dar una nueva forma a las instituciones y a las
prácticas que se ejercen sobre ellas.
Los vecinos del lugar en aquellos procesos debían dar
testimonio sobre la «forma de vida» del
acusado y este tema formaba parte sustancial de los mismos.
Así,
la vida cotidiana, las costumbres van siendo lentamente incorporadas
dentro de un nuevo orden jurídico que se va construyendo.
Pero,
¿podríamos preguntarnos qué signifìcan
estos cambios en la campaña bonaerense? ¿Qué los
motiva? ¿Podemos reconocer sólo una causalidad
económica en ellos? O también éstos se refieren
a lo que ocurría en aquella época, es decir: su
relación con la Ilustración, con las nuevas ideas que
surgían con inusitada fuerza en el pensamiento occidental, los
principios «utilitarios», la resigificación del
concepto de lucro, de comercio, el nuevo valor de los objetos, las
nuevas teorías económicas que se oponían a lo
«antiguo», que comenzaba asociarse con el fanatismo y la
ociosidad.
En
este período, que podemos ubicar históricamente entre
1750 y principios del siglo XIX, surgen las primeras instituciones
de Filantropía; como ya vimos, en 1754 es aprobada por el Rey
la Hermandad de la Caridad, ésta fundó un Colegio de
Huérfanas y más adelante el primer Hospital de Mujeres
y la Casa de Niños Expósitos. Todas destinadas a
intervenir sobre los pobres.
De
esta forma, la Intervención en lo Social, desde las primeras
instituciones que se construyen, se va a plantear también
dirigir, hacia nuevos horizontes, la cotidianeidad de aquellos que
eran incorporados dentro de ellas, transformándose de esta
manera en un instrumento de la modernidad naciente.
Las
metáforas del orden y la austeridad, comenzarán a
aplicarse sobre estos nuevos «delincuentes» y
«desviados» para que se incorporen las formas modernas,
buscando que sean «civilizados», en definitiva para que
se adapten a un nuevo mundo que rápidamente se estaba
construyendo, en el cual aún los papeles de cada uno no
estaban claramente asignados.
Los
Nuevos Discursos
¿Pero
qué había ocurrido en este proceso? Tal vez estemos
frente a la construcción de un «nuevo derecho» si
se quiere más moderno, más vinculado con las ideas de
la Ilustración. Ahora bien, esta nueva construcción se
da en el medio de un conflicto político y económico.
Las formas políticas previas a esta etapa, podrían
ser caracterizadas como las de un gobierno de «vecinos».
Tomando
la modalidad medieval española del Municipio Castellano, los
pobladores asentados son quienes gobiernan la ciudad. En el Río
de la Plata, los pobladores reciben el nombre de «vecinos».
Este es un título transmisible por herencia, el «hijo de
vecino». De aquí, surgían los miembros del
Cabildo. Por otro lado, el Cabildo podía otorgar carta de
vecindad a quien acreditara residencia, aptitud militar, buen
concepto social y fuera jefe de hogar (Rosa, J. M.). Pero, a partir
del siglo XVII, los cargos en el Cabildo pueden comprarse en subasta
pública que se realizaba en Potosí. Estos nuevos
miembros del Cabildo, adquirían sus lugares a perpetuidad.
Por
otra parte, desde 1702 Buenos Aires comienza a transformarse en un
puerto importante, en especial para el comercio y la trata de
esclavos. Los ingleses instalan , en la zona del Retiro un mercado de
esclavos. La actividad comercial de la ciudad se incrementa, en
especial a través del contrabando, que en poco tiempo logra
depreciar los productos del interior o del Alto Perú. Así,
los productos de la campaña bonaerense pierden su valor,
comenzando a realizarse una mayor explotación, que impacta en
la subsistencia.
A
su vez el gobierno del Virreinato, en cuanto al Cabildo,
paulatinamente pasa a manos de los comerciantes, quienes continúan
comprando sus lugares dentro de éste.
La
riqueza, ya no pertenece a los descendientes de: los fundadores,
éstos, mayormente dedicados a faenas de tipo rural, son
corridos hacia la periferia. Estos nuevos propietarios, traducen
inmediatamente su poder económico en poder político y
las ideas que exponen, se aproximan a las de la Ilustración.
Un profundo cambio social estaba ocurriendo a mediados del siglo
XVII, las nuevas formas jurídicas, institucionales y los
planteos políticos que en poco tiempo van a aparecer, se
relacionan fuertemente con esos acontecimientos. Una nueva sociedad
se estaba organizando, donde unos y otros ocuparán nuevos
lugares, que implicarán nuevos sentidos.
Esos
nuevos posicionamientos se van a dirimir en diferentes ámbitos
de conflicto y lucha. De ahí que estas nuevas construcciones,
en el ámbito del derecho a las instituciones, tengan que ver
con el resultado de estas pujas de tipo político, económico
y social. De esta manera, el derecho que empieza a construirse es
asimétrico, se va a relacionar con los intereses de los
vencedores en esa contienda.
A su vez comienza a fundarse a través
del iluminismo la modernidad en lo que más tarde será
la Argentina. Esa lucha que mencionábamos será por
nuevos territorios, nuevos espacios económicos relacionados
con la explotación agropecuaria, el comercio, el
contrabando, pero también se vinculará con la
conformación de nuevas modalidades de gobierno, Estas
incluirán nuevos sentidos, que abarcarán a la acción
social, la salud y la educación. A su vez, esa disputa, ese
conflicto, estará ligado con la construcción de una
nueva sociedad, relacionada con las ideas ilustradas. Pero en
especial esto que aparece va a dar una nueva conformación del
juego de poderes dentro de la sociedad del Virreinato. Buenos Aires,
con el transcurso del tiempo se había convertido en una
especie de «zona franca», gracias a la entrada ilegal de
mercaderías provenientes de Europa, y que se comercializaban
hacia el norte.
Este nuevo rol le dará nuevas riquezas, pero
también importantes cambios en los grupos que van a manejar el
Virreinato y van a realizar más tarde la Revolución de
Mayo. Una nueva concepción de orden comenzará a
atravesar a todo el Virreinato y se profundizará luego de la
Revolución. Justamente a mediados del siglo XVIII en la
Universidad de Córdoba, y en los cursos de Derecho que se
dictaban en Bs. As., comienza a darse mayor atención a temas
de la filosofía moderna, especialmente al pensamiento
cartesiano, aunque desde una postura crítica. Estas, nuevas
corrientes de pensamiento, se vincularán con las nuevas
relaciones de poder y conflicto que se estaban desarrollando. Es
decir, que estas nuevas ideas funcionarán como «armas»
en la contienda discursiva que opone el orden anterior a las puertas
de una modernidad que se estaba gestando, explicarán y darán
sentido al desenlace de la batalla, justificarán la aplicación
de las penas en los «delitos» referidos a la campaña
bonaerense.
En
síntesis, esta construcción discursiva si bien se
anuncia como tal, se arma por fuera de una verdad universal o un
sujeto ideal y neutro, aunque se enuncie así en las ideas
de libertad, gobierno y ciudadanía.
Pero
es en estas relaciones de poder que se van construyendo, es donde
aparecerá una primera génesis de sujetos de
conocimiento, donde tiempo más tarde actuarán las
prácticas de tipo educativo y moralizante. Se estaban creando
nuevos sujetos de conocimiento, es la lucha lo que los moldea, los
conforma, les da sentido, los divide, los ubica dentro de uno u otro
bando.
Es la propia puja la que limitará los espacios que más
adelante se denominarán de la civilización o la
barbarie. Pero es sobre esos nuevos sujetos, esos nuevos cuerpos,
donde actuará la «intervención en lo social»,
ésta será entendida como un instrumento de
transformación necesaria para ese otro, que se
ubica del lado de enfrente de la contienda. Se buscará que ese
otro sea desarmado, transformado o se reconstituya como un aliado.
Así el iluminismo y el fin del siglo XVII, traerán
nuevas instituciones, asilos, escuelas, casas de recogimiento,
normativas y pautas que deberán asimilarse en la vida
cotidiana.
Es
en este período donde podríamos ubicar el
surgimiento de una «intervención en lo social» que
en el transcurso del nuevo siglo tratará de conformarse y
solidificarse en prácticas y modalidades más pautadas.
Una «intervención en lo social» que va más
allá de diferenciarse si depende de la Iglesia o de un
modelo laico, como el que planteará la Reforma de Rivadavia.
Este
juego delimita ahora otra gran metáfora, ésta se
refiere a un ordenamiento social de tipo ideal, impactando en toda la
sociedad del Virreinato. En ella, la modernidad es presentada como un
fin, de ahí que los sectores que son visualizados como más
alejados de ésta, serán los primeros incorporados a las
nuevas prácticas institucionales.
Desde el Correccional de
Mujeres, el Hospital, la aplicación del nuevo derecho en la
campaña bonaerense o en la Casa de los Expósitos, ya
comenzará a moldear cuerpos y conductas en función del
ideal civilizatorio de Occidente. Tal vez estos «nuevos
delitos» hayan ido más allá de los discutibles
damnificados, quizás fueron entendidos como un daño
al «todo social», como sinónimo de obstáculos
para alcanzar el futuro prometido por la Ilustración.
Se
combatía probablemente con más vehemencia la no
asimilación de la modernidad que al delito en sí mismo.
Por eso el castigo es aleccionador y tiene además un sentido
económico: trabajar en el campo, luchar contra los indios,
poblar la frontera, etc.
En
definitiva, esas nuevas prácticas, construyen nuevos sujetos ,
a partir de la constitución de una nueva modalidad de saber,
el saber <acerca del hombre, del individuo normal o anormal .
Saber que nació de las prácticas sociales de control y
vigilancia. Pero, este saber no fue impuesto, sino que hizo nacer un
sujeto de conocimiento ( Foucault, M. P:14)
Pero
otra transformación estaba ocurriendo, las ideas ilustradas
implican no sólo un nuevo modelo político o económico,
significan si se quiere una nueva conformación mítica
que dará nuevos sentidos. La ilustración plantea nuevas
costumbres, nuevos significados de la idea de trabajo, tiempo,
familia, propiedad, gobierno, etc., es en ese aspecto que se vincula
con la modernidad, en caracterizarse a sí misma como algo
nuevo, que supera lo antiguo, y que por el solo hecho de serlo, es
mejor.
El
mito fundacional de la Argentina, si se quiere, relacionado con las
riquezas inagotables, las extensiones enormes, comenzará a
convivir con el Iluminismo y la Modernidad. A veces en forma
entrelazada, otras como expresión de oposiciones
inconciliables.
Los cambios en la ciudad
Sobre
el final del siglo XVII comienzan a difundirse en Bs. As. «Novedades»
filosóficas y económicas. Durante ese mismo período,
en la España de los Borbones se produce el auge de la
Ilustración. El aburguesamiento de la sociedad colonial se
incrementa, se trata de tomar costumbres que vienen de Europa y
cuanto más nuevas mejor. La arquitectura sufrirá
también estos cambios, construyéndose amplias casonas
de ladrillo cocido, que sustituyen las construcciones de barro de los
primeros vecinos.
Durante
el Virreinato de Vértiz comienzan a aplicarse reformas
borbónicas en el Río de La Plata. Dentro de la economía
aparecen las ideas de neo mercantilistas y fisiócratas. Se
inicia una lucha por el libre comercio.«La representación
de los Labradores» 1793, «La representación de los
Hacendados» en 1794, son una muestra de conflicto relacionada
con este proceso. Ambos movimientos se oponían a las medidas
que regían el comercio de granos (éstas regularizaban
los precios para proteger del hambre a la población); las
políticas de abasto de las autoridades porteñas; las
restricciones al cultivo, y las prohibiciones al comercio para evitar
la escasez. En ese contexto; Félix de Azara generó
proyectos de división de latifundios y entrega de tierras a
los pobres para defender la frontera. Se crean escuelas especiales
(de oficios). En 1780, se inaugura el Protomedicato, éste
ordenará de acuerdo a los nuevos criterios iluministas el
ejercicio de la Medicina. Sobre el final dcl siglo XVIII, Buenos
Aires cambia su fisonomía, los nuevos criterios modernos le
darán forma y esto implica cambios que van desde las
instituciones hasta la estética urbana. Se ponen candiles
para iluminar las esquinas, se levantan veredas, se construye el
primer paseo público, se manda a construir la Casa de las
Comedias. Se trata de influir en las costumbres, con horarios para la
circulación de negros y mulatas, se ordena tapiar los
baldíos... «sirven a la noche para el abrigo de
maldades», se prohiben los fandangos de mulatas y marineros,
los bailes ultrafamiliares de carnaval. Además, junto con
estas medidas, se crea el Correccional de Mujeres, la Casa de Niños
Expósitos. Se ordenaron rondas de vecinos que cuidaban la
moralidad.
Se
dispuso vigilancia para impedir la carneada clandestina de animales.
Se multiplicaban los bandos de limpieza y aseo de la ciudad.
(Rosa, J.M.).
Todos
estos cambios implicaban a su vez una transformación profunda
en la escructura de la sociedad, los «nuevos», que se
habían enriquecido a costa del comercio v el contrabando
ocupan el lugar del viejo patriciado, de los descendientes de los de
los fundadores, éstos se correrán hacia la periferia,
hacia la Pampa. Ya en la conformación del Cabildo
de fines del siglo XVIII, esta nueva clase social ocupará la
mayoría de los cargos.
De
allí surge la idea de ciudadano como sinónimo casi
exclusivo de esta clase; son comerciantes, funcionarios, profesores
de Derecho, clérigos, estancieros y concesionarios de los
estancos reales. Es así como las ideas de libertad, igualdad,
ciudadanía, aparecen restringidas a un sector minoritario de
la población.
Este
va a ser el propulsor de las reformas y el que va a plantear el
cambio en las instituciones y las costumbres. Desde estas ideas se
construirá la reforma de Rivadavia, desde esa clase surgirán
los conceptos modernos de la Acción Social.
La
construcción de las Instituciones modernas:
La
modernidad implica, sobre todo en Occidente, una nueva dimensión
política, donde el Estado y la Ley tendrán nuevas
conformaciones. Un nuevo orden se estaba construyendo . Este abarcaba
también a la economía, vinculándose con el
capitalismo mercantil, la idea de propiedad privada, etc. A su vez,
surge la concepción de individuo y de ciudadano que le suman a
una nueva connotación de la palabra soberanía. Estas
nuevas ideas impactan en el Virreynato del Río de La Plata y
en la construcción temprana de la Nación Argentina. La
ilustración había planteado que para acceder a este
nuevo orden, que prometía el fin de las penurias económicas,
el hombre, la dependencia de los vínculos personales, las
jerarquías y los poderes absolutos, era necesario liberarse
del orden anterior. La estrategia para acceder a la libertad pasaba
por el aprendizaje. La promesa de la ilustración se ubicaba en
esos carriles. «Para el ignorante, la libertad es imposible»;
decían los filósofos de las luces. De ahí que
para llegar a la modernidad, los bárbaros, los salvajes debían
aprender este nuevo orden, debían librarse de las cargas del
pasado, de su historia y de su cultura.
El
origen de la acción social en nuestro país está
impregnado de esas ideas. Así surgen las nuevas formas de las
ciudades, los nuevos estilos arquitectónicos, las nuevas
instituciones, en definitiva un necesario ordenamiento de la
cotidianeidad, que va a poner especialmente su mirada en los otros,
en esos que aún no lograban acceder, o no podían, o se
sospechaba que eran incapaces de entender la modernidad. De esta
forma, la intervención en lo social, aparece cerca de estas
ideas, como «método» para que los que quedaron
atrás aprendan la modernidad. La acción social, a su
vez se constituye dentro de un orden discursivo esencialmente
higiénico y moralizante. M. Foucault plantea que ese nuevo
orden disciplinar que se está construyendo en Francia durante
el siglo XVIII, se relaciona con el «descubrimiento» del
cuerpo, el cuerpo comienza a ser manipulable, se le puede dar forma,
se lo puede educar, moldear cuerpos para la guerra, es una de las
finalidades que aparecen como primer puente entre cuerpo y
disciplina (Foucault, M.). El cuerpo, para los ojos de la ciencia,
dejó de ser estático, tanto para las ciencias
naturales como para la medicina. La Fisiología mostrará
esa «nueva verdad» y el cuerpo en definitiva tiene que
ser útil a esta sociedad que se estaba construyendo.
Domingo
F. Sarmiento en el «Facundo», va a hacer mención a
este hecho, mostrando cómo un ejército «bárbaro»
se diferencia de uno civilizado, a través de la forma en que
ambos marchan, o encaran directamente la guerra, apoyándose
sólo en el valor unos, fundamentalmente en el conocimiento
científico los otros. El ejército ordenado, metódico,
científico, se opondrá a la montonera, que no sólo
representa una forma de entender la guerra sino también es una
expresión del orden político de la «barbarie».
M. Foucault plantea dos niveles de sentido en cuanto a los cuerpos,
uno es el anatómico-metafísico (aprendido a través
de Descartes) y el otro es el que va a incorporar desde un plano
técnico político un conjunto de reglamentos militares,
escolares, hospitalarios, en definitiva institucionales.
Es
decir, el cuerpo entra en un dispositivo de poder que lo explora, lo
estudia, lo desarticula, lo reconoce, lo recompone (Foucault, M.).
Las
instituciones modernas se van a ir construyendo dentro de estos
juegos, de estos dispositivos, de estos mecanismos, en búsqueda
de un disciplinamiento que en nuestro país será tal vez
demarcado en lo que podríamos denominar el Ethos Popular. A su
vez en las antiguas instituciones castellanas podemos encontrar
antecedentes de estas nuevas conformaciones. En el Cabildo, único
organismo de gobierno de la ciudad, existía la figura del
defensor de menores y del defensor de pobres. El defensor de menores
discernía las tutelas, hacía las cuentas particionarias
en las sucesiones con menores, los defendía en juicio, atendía
el asilo y estaba encargado de velar por las escuelas comunales
(diferentes de las religiosas). El defensor de pobres los
representaba en juicio y atendía el cuidado de los hospitales
(Rosa, J.M.). En el ámbito de la justicia; dos alcaldes
ordinarios se turnan cada mes en el conocimiento de los pleitos
civiles. El alcalde de primer voto atiende los asuntos criminales. El
alcalde de segundo voto los de menores, con asistencia del caballero
síndico procurador. Este ejerce como fiscal la acción
pública y de los regidores defensores de menores y de pobres.
¿Primera tutela del Estado sobre los pobres y los menores? La
figura del procurador, vinculada con la formas jurídicas
modernas, no sólo acusa en los juicios criminales sino que es
un personero del común ...El procurador doblará
a la víctima pues estará detrás de aquel que
debería haber planteado la queja, diciendo...Si es verdad que
este hombre lesionó a este otro, yo, representante del
soberano, puedo afirmar que el soberano, su poder, el orden que el
dispensa, la ley que el estableció, fueron igualmente
lesionados por este individuo. Así yo también me coloco
contra el...(Foucault, M.P:76)
Estas
formas institucionales serán perfeccionadas paulatinamente
en relación a los ideales enunciados más arriba. Se
irán «optimizando», en relación al
disciplinamiento, tomarán modelos europeos, que serán
muchas veces trasplantados directamente, como al caso del Torno en
los hogares de huérfanos, los reglamentos de las escuelas o la
Sociedad de Beneficencia.
La
historia de lo que hoy denominamos Intervención en lo Social
está marcada por estos acontecimientos. La Intervención
en lo Social, será planteada como un instrumento para que
los «bárbaros» aprendan la modernidad. Esta
intentará dar nuevas configuraciones y sentidos a la vida
cotidiana, que comenzará a construirse en base a los ideales
de la ilustración. Esta utilizará diferentes métodos
a través de instituciones, prácticas y dispositivos.
Así
la Intervención se transforma en disciplinamiento cuando se
relaciona con el necesario nuevo ordenamiento de los cuerpos. La
Intervención en lo Social, en su origen, no se interroga
acerca de la identidad del otro, si lo hace es para clasificarla
dentro de un cuadro filogenético.
Trata
fundamentalmente de constituir nuevos ideales, nuevos sentidos que a
su vez se alejan de la idea de dignidad, entendida como ciudadanía,
quedando ésta en un segundo plano, o como promesa que va a
llegar de la mano de la libertad.
Existe
así una clara separación en el origen entre la
intervención en lo social, la identidad y lo que en este siglo
se denominarán derechos sociales.
Si
los nuevos dioses provienen de la ilustración y la modernidad,
la acción social traduce los nuevos sentidos. Estas
construcciones novedosas, reemplazan a las configuraciones
anteriores, las ubican en el lugar del encauzamiento, de un
«necesario aprendizaje».
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