Margen 14
Informe especial:
Análisis del proceso para la declaración de la invalidez de los trabajadores afiliados al nuevo sistema previsional chileno

MARCO TEORICO.

1.- La dignidad de la persona es un valor espiritual y moral inherente a ella y que se manifiesta singularmente en su autodeterminación consciente y responsable, que lleva consigo la pretensión del respeto por parte de los demás.

Esta es la base de la tesis del libre albedrío que se opone al determinismo, definido éste como limitación de una realidad o pensamiento a un campo más reducido que el original. Es un principio tan básico en todo sistema conocido que se duda en calificarlo de un mero principio moral, no obstante que en ocasiones se presenta como el principio moral de la dignidad de la persona humana.

Es esta dignidad la que se considera lesionada cuando un interlocutor descalifica nuestra intenciones, decisiones y juicios, por suponerlos resultados ineludibles de una especial experiencia o situación social.

Cuando frente a ésto se invoca la dignidad como persona, no se necesita negar la hipótesis determinista sino poner énfasis en que tal interlocutor, al formular sus opiniones frente a actitudes subjetivas, debe concientemente universalizar de que a él se le trate también como persona, tomando en cuenta su opinión en virtud de sus méritos intrínsecos y no reaccionando frente a ello como ante un mero reflejo condicionado 16.

2.- La existencia de mecanismos objetivos de seguridad no basta. Es necesario que las personas perciban esos mecanismos y confíen en ellos de modo de poder incorporarlos en sus estrategias de acción.

Los mecanismos objetivos de seguridad se hacen operantes porque las personas creen que pueden contar con ellos. Por el contrario, sin confianza en esos mecanismos ellos no sólo se vuelven ilegítimos, sino inoperantes 17.

3.- La moralidad nace fundamentalmente del uso de las cosas en conformidad a los fines 18. Esto es que, cuando sabemos para qué es algo y sin embargo lo usamos fuera de su finalidad, estamos en la línea de las conductas irregulares que pueden corresponder a formas de inmoralidad.

4.- El Papa Pío XII en su Mensaje de Pentecostés del 1° de Junio de 1941 fijó el pensamiento de la Iglesia al señalar que "al deber de trabajar impuesto al hombre por la Naturaleza, corresponde asimismo un derecho natural en virtud del cual puede pedir, a cambio de su trabajo, lo necesario para la vida propia y de sus hijos".

En este orden de ideas puede agregarse que, menoscabada la capacidad de trabajo, dicho hombre puede pedir a la sociedad toda -como acreedor de esa sociedad a causa de su trabajo- la protección social en términos de lo necesario para la vida propia y de sus hijos. Y aún en nuestro modelo económico social, ese hombre puede -como acreedor de su capital- exigir el reembolso en prestaciones de lo que ha pagado en Seguros para proveer a una contingencia de enfermedad o deterioro de sus fuerzas físicas e intelectuales.

5.- De nuestra propia Constitución se infiere la existencia de un derecho natural al trabajo, y es aquí -cuando no se puede acceder a ese derecho natural- en donde nace la Seguridad Social en sus múltiples expresiones. Inclusive, en el D.L. 3.500.

La Seguridad Social, en definición de Beveridge, es el conjunto de principios y normas que procuran abolir en los hombres y las familias, cualquiera sea su situación laboral, el estado de necesidad, asegurando al ser humano un ingreso suficiente o una atención apropiada en forma de servicios o especies para subvenir a las necesidades básicas.

Buena parte de las preocupaciones de la gente por el futuro se resume en la pregunta acerca de las condiciones de vida una vez que termina la vida laboral. De los riesgos de vejez, invalidez y fallecimiento, el que más cobra fuerza en la mente de los trabajadores es el temor a sobrar cuando su productividad -por enfermedades o disminución de sus fuerzas- le hagan objeto de una discriminación en su tendencia natural al trabajo.

La seguridad previsional abarca primordialmente los mecanismos que permiten sustituir la pérdida de ingresos laborales. Sin embargo, la previsión no se reduce al aspecto económico. En su dimensión simbólica, ella expresa una tradición consagrada; el respeto a los ancianos, la defensa de las viudas y los huérfanos, la responsabilidad de los hijos respecto de los padres. Esta función deviene tanto más importante cuanto más se debilita el soporte familiar. La continuidad del Estado simboliza entonces la solidaridad intergeneracional.

Las personas requieren de certezas y seguridades para desarrollarse. La certeza de que a la noche seguirá la mañana es una condición tácita de la actividad diaria; la certeza de no ser privado arbitrariamente de la libertad y/o la certeza de que la palabra dada será cumplida, es elemental en la actividad social. Entonces, el hombre debe crear certezas como condición de su existencia, pero ésta no es una tarea que pueda ser resuelta por cada individuo aislado, pues la naturaleza de ellas es colectiva.

Coordinación y creación de certidumbres colectivas son las condiciones primarias de la reproducción humana. La supervivencia y el sentido humano de la existencia que se logra a través de las certezas y las seguridades, son dos necesidades indisolubles. Luego, en una crisis de certidumbres y seguridades sociales no sólo está en juego la reproducción material de las personas sino también el sentido y la posibilidad misma de la existencia común.

La sociedad puede tolerar que una persona pierda dinero por una mala inversión, pero la sociedad no suele aceptar que todos sus miembros pierdan derechos elementales a causa de una determinada y evitable circunstancia 19.

6.- Separar al hombre de la sociedad es matarlo, o al menos, desconocerlo. El hombre es por naturaleza, social. No puede ser comprendido, respetado y servido sino como ser humano, o sea, como hombre perteneciente a la Humanidad; a una categoría de seres personales que viven en sociedad, pero mueren como seres humanos si la sociedad en lugar de perfeccionar su libertad, la asfixia y destruye.

Eso es el humanismo.

Si se carece de un concepto filosófico del hombre, si se desconoce que exista una naturaleza humana común a toda la que llamamos humanidad, en rigor ésta deja de existir.

El racismo de Hitler fue precisamente una afirmación de la supremacía racial aria que, en el fondo, negaba la unidad de la raza o especie humana. El segregacionismo es de la misma especie.

Por eso el examen atento del hombre es indispensable para ver si podemos fundamentar, en una naturaleza humana, un humanismo que nos otorgue elementos para una conducta social.

Si no hay hombre, difícilmente hallaremos el humanismo 20.

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