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Edición N° 47 - primavera 2007

INVESTIGACIÓN CUALITATIVA DESDE LA HISTORIA DE VIDA DE DOS EX DETENIDOS

Los que se desviaron del camino: trabajo, cárcel y pobreza

Por:
Betina Uzcudún
* (Datos sobre la autora)


“A fin de cuentas, ¿qué es un hombre honesto? Un fabricante que explota a cientos de obreros, paga impuestos cuando no puede eludirlos con una coima, cumple con las reglamentaciones legales, engorda, cohabita con libreta de registro civil, educa a sus hijos en la misma escuela, come con voluptuosidad animal, ocupa su butaca en el teatro, se deleita con la música empalagosa, eructa y se duerme pacíficamente, es un hombre honesto.
El empleado que acepta su situación de súbdito, escala puestos, es el perfecto alcahuete del amo, vende a sus compañeros por mucho menos de treinta dineros, obedece al horario, goza su licencia, fabrica hijos y se pavonea con la mujer preñada, es un hombre honesto y, además, un hombre que mira por su porvenir. El funcionario que usufructúa una posición holgada conquistada horizontalmente por su cónyuge, el canalla político que alienta encomiásticas aspiraciones de inmortalidad, son señores honestos.
Estoy harto de la honestidad. Harto de las personas honestas. Asqueado de la mediocridad con dos patas (...) ¿Para qué quiero cien años de vida normal? La rabia se transforma en lástima y compadezco a esas pobres criaturas normales que quedan bien con todo el mundo. Con la ley y con Dios.
No tengo un cobre. No tengo honestidad. La he regalado al mundo”.

Enrique González Tuñon “Camas desde un peso” -1-


El presente trabajo de investigación se propone explorar los mecanismos de control social que se legitiman tras el encierro carcelario y que contribuyen a reproducir y amplificar una situación marginal primaria.

En lo específico, analizar la relación entre marginación e inclusión cultural e indagar sobre las modalidades de inserción al mercado de trabajo y su relación con el concepto de trabajo como norma moral.

El afán de la búsqueda fue rescatar historias de vida que dotan de historicidad a un hecho que en apariencia se nos muestra como inevitable, sujeto a quienes se desviaron del camino.

INTRODUCCIÓN

Al momento de definir el área a investigar la atención se centró en aquél lugar social que contiene la capacidad de conflicto; en quienes transgredieron el código penal y a causa de ello les cupo una pena privativa de su libertad.

Su existencia se traduce paradójicamente en la medida de la propia debilidad del sistema, evidencia su faz más perversa: la del control social.

La propuesta es explorar a través de la historia de vida de dos ex detenidos cómo operaran los mecanismos de disciplinamiento social, que sólo durante el encierro se tornan visibles y posterior a él se estigmatizan legitimando su razón de ser.

El análisis se centra en relación a los conceptos de marginación-inclusión, trabajo como norma moral y encierro.

El informe comprende tres capítulos, el primero relativo al marco conceptual que constituye al sujeto histórico-social, un segundo capítulo que aborda los objetivos, supuestos básicos, universo de estudio y anclaje metodológico, por último el análisis propiamente dicho y las conclusiones.

I
CONTEXTO GLOBAL

Las Provincias Unidas del Sur expulsaban libertad exigiendo se oiga “el ruido de rotas cadenas”. Actualmente vemos como aquellas cadenas que nos deparaban un destino de gloria hasta morir, fundado en la soberanía e igualdad, se vuelven a fundir en una pretendida globalización. “Vivimos en un mundo conquistado, desarraigado y transformado por el titánico proceso económico y tecnocientífico del desarrollo del capitalismo.” (Ianni 2001:117)

Sociedad mundial que basa sus principios en la concepción que el mercado de bienes y servicios es el modelo de organización social más eficaz. Esta visión puramente economicista sostiene que existe un correlato lineal entre crecimiento económico y desarrollo social. Según esta teoría las sociedades que implementan políticas de ajuste y consiguen cumplir metas de crecimiento económico (estabilidad, equilibrio financiero, incremento de niveles de productividad y competitividad), por acción del “derrame” obtendrán beneficios análogos en los índices de desarrollo humano.

Esta corriente de pensamiento domina la agenda pública desde los años `90 presentada como “la única fórmula viable en el mundo moderno, y que sus principios deben aplicarse urbis et orbis independientemente de las características propias de cada país”. (Cuello 1999:131-145).

Sin embargo, uno de los hallazgos de la ciencias económicas que merecieron el Premio Nobel (Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001) ha sido la comprobación que tras las recetas neoliberales del denominado Consenso de Washington) pueden alcanzarse metas de crecimiento y estabilidad, pero al mismo tiempo seguir empeorando la vida cotidiana de la mayoría de la población. Lejos de solucionar los problemas del subdesarrollo, los agrava al polarizar en forma creciente a los sectores sociales.

La asignación de la renta nacional en los últimos 20 años se realizó en desmedro de los ingresos de los sectores populares, particularmente del salario, y a favor de la ganancia, particularmente del sector más concentrado e inserto en la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital. (Gambina 1999: 65)

LA BRECHA DE LA INEQUIDAD
Asistimos a un proceso de fragmentación del cuerpo social, a la fractura de las redes colectivas, a una creciente polarización de la sociedad que concentra cada vez más la riqueza y por ende deteriora aún más a los sectores empobrecidos. A la disolución de las formas más elementales de convivencia social que alimentan el círculo vicioso de la impunidad y la exclusión social. Son tiempos violentos “por la sorda y molecular violencia contenida en el darwinismo social del mercado, con su cortejo de previsibles minorías ganadoras e igualmente previsibles y multitudinarios perdedores”. (Borón, Cuello, Gambina 1999:9)

Esta nueva fase de acumulación originaria produce una inédita concentración de poder, riqueza e influencia social en manos de un grupo cada vez más reducido de la población, mientras que vastas mayorías nacionales son relegadas a la marginación y a la desesperanza, a la exclusión y la pobreza. Las cifras que grafican este verdadero holocausto de la globalización neoliberal son las siguientes:

Los que viven en el 10 por ciento de los hogares más pobres de la Argentina reciben 65 pesos por mes. Y los que viven en el 10 por ciento de los hogares más ricos disponen de 2.226 pesos mensuales. De este modo, cada integrante de las familias más ricas percibe 34,2 veces más que el de la vivienda más pobre. Esos datos del Instituto Nacional De Estadística y Censo (INDEC) corresponden al tercer trimestre de 2005 y marcan, concretamente, que volvió a aumentar la distancia entre los más ricos y los más pobres 32,1 veces.

Nuevamente se advierte que pese a la suba del Producto Bruto Interno, los frutos de esa mayor riqueza se reparten en forma decididamente desigual. Si bien la economía se recuperó, no hubo ningún cambio sustancial o reforma estructural. El sistema impositivo sigue siendo regresivo, los precios subieron y siguen subiendo, afectando más a los más pobres: los principales productos de uso familiar, aceites, carnes y lácteos, aumentaron su valor entre un 120 y un 160 por ciento desde la devaluación de inicios de 2002. En la vereda de enfrente la actividad rentística sigue estimulada, el superávit fiscal se destina a pagar la deuda transfiriendo recursos al exterior, grupos económicos muy fuertes continúan recibiendo incentivos fiscales. (Muchnik 2006)

En esta sociedad donde el valor está puesto en la acumulación de la riqueza, todo aquél que no lo produce se convierte en generador de malestar y debe ser expulsado para que el orden no se altere.

DEL ESTADO BENEFACTOR AL ESTADO REPRESOR
La órbita de intervención del Estado comienza a reducirse significativamente a partir de la década del `90. Se establecen recortes extremos en el gasto público lo cual provoca un creciente deterioro de los servicios sociales.

El Estado ya no es garante del pleno empleo, razón directriz del Estado de Bienestar. A la vez que deja de subsidiar al empleo comienzan las medidas de flexibilización laboral, se establecen asimismo, políticas privatistas dándose un traspaso de empresas públicas a manos privadas lo que conlleva un quite de capital al Estado y una concentración de la riqueza en el capital privado. En este marco se agudiza la presión fiscal sobre la clase medía y se menoscaba aún más la situación extrema de los pobres.

Este modelo de crecimiento económico se sustrae de la lógica del Estado benefactor que busca equilibrar eficiencia económica con beneficios sociales, convalidando el modelo de sociedad reloj de arena; sociedad dual que excluye a amplios sectores de la población no sólo del consumo, sino del trabajo, la salud y la educación.

El Estado neoliberal, desliga dicha responsabilidades en los particulares, cada uno es responsable de la situación en la que vive, actitud que se resume en el lema “sálvese quien pueda”. Así concebida, la pobreza se la explica a causa estrictamente individual y no a políticas públicas inequitativas. En esta lógica lo que debería cambiares entonces es este “comportamiento errático” y no a las políticas de Estado.

Estar en oposición al neoliberalismo es estar en contra de una concepción exclusivamente individualista y no social. Es estar a favor de la equidad distributiva, que sólo puede resolverse aplicando criterios políticos. Es estar a favor del tejido social, que da el carácter distintivo a cada país porque hace a su propia cultura. (Cuello 1999:142)

GLORIFICACIÓN DEL ESTADO PENAL
En este contexto, el Orden se advierte vulnerable y ante una explosión social en ciernes se agudiza su esfera más peligrosa: el Estado Penal.

La causa del incremento de la violencia está en el retiro del Estado de sus funciones tendientes a paliar las distorsiones del mercado, en la mercantilización de las relaciones asistenciales Es el miedo (a ser pobre y de los pobres) el que genera violencia, a su vez el miedo es generado por la inseguridad la que está originada en el retiro del Estado de sus funciones básicas y por lo tanto en el sentimiento de "desamparo". (Pegoraro 2001: 147)

Debilitamiento del Estado social, fortalecimiento y glorificación del Estado Penal. El Estado como instrumento de disciplina y vigilancia adopta, como política de prevención del delito y de la violencia social, el rigor penal: construcción de más cárceles y aumento de la población penitenciaria. “una política dramática, que busca la limpieza, la homogeidad, y que mata a las minorías.” (Touraine 2001:38)

Los mismos que ayer militaban a favor del Estado mínimo en lo que se refería a la perrogativa del capital y la utilización de mano de obra, exigen hoy con igual fervor más Estado para enmascarar y contener las consecuencias sociales deletéreas, de la desregulación del trabajo asalariado y del deterioro de la protección social. Reemplazo del Estado de bienestar paternalista, por un Estado punitivo, único capaz de imponer el trabajo asalariado desocializado como norma societal y base del nuevo orden de clases polarizado. (Wacquant 2000:25)

El nuevo sentido común penal apunta a criminalizar la miseria y por esa vía a “enmascarar otra criminalidad que a veces es su causa, y siempre su amplificación. Es la delincuencia de arriba, ejemplo escandaloso, fuente de miseria y principio de rebelión de los pobres.” (Foucault 1999:294)

La política de Estado no responde a la desigualdad mediante un fortalecimiento de su compromiso en la equidad social, sino con un endurecimiento de su política penal. A la violencia de la marginación económica añade la violencia de la exclusión carcelaria.

LA RETÓRICA DE LA INSEGURIDAD
Los cambios en la forma Estado y en su relación con la sociedad provocaron la inversión del paradigma de la seguridad base del orden social. “El viejo sistema de control social se hundió, mientras las desigualdades, la exclusión, la crisis, se ven cada día mejor”. (Touraine 2001:35)

Ahora ese orden se basa en la inseguridad y el miedo. La inseguridad lejos de ser un estorbo es funcional a la nueva forma de Estado. Paradójicamente el sistema es seguro en tanto la inseguridad reina.

Si el control social puede ser entendido como la estrategia tendiente a naturalizar y normalizar un determinado orden social construido por las fuerzas sociales dominantes, la estrategia es adjudicar la violencia a conductas de los inadaptados que provocan inseguridad en la vida de los honestos. La retórica de la rectitud y de la responsabilidad individual desvía la atención de las dimensiones estructurales del problema de la violencia.

El mundo de la modernidad no puede aguantar a la “gente problemática” y a las “clases peligrosas”, contra las que busca construir las más elaboradas defensas. La tarea es convertir diversidad en desviación. (Young 2001:29)

La disidencia es desplazada, ésta muestra impúdicamente las falacias del sistema, convirtiéndose de este modo en un atentado al orden vigente. Todo aquel comportamiento que no se ajusta a la norma adquiere el distintivo de conducta desviada, inadaptada y que debe ser aislada en busca de corrección.

El discurso de los medios sobre la inseguridad
La sensación de inseguridad transmitida por los medios de comunicación, el reclamo masivo de mayor control y el miedo que caracterizan los tiempos actuales contribuyen al robustecimiento del Estado Penal.

Las cifras sobre la inseguridad ocupan la primera plana de los diarios y son reiteradas cada día por los noticieros de televisión atentos a cada nuevo suceso que involucre rehenes, boqueteros, robo a mano armada, ancianos brutalmente golpeados tras un asalto, policías muertos en feroz tiroteo y ladrones maniatados piernas en diagonal de cara al asfalto. A tal punto el discurso de los medios devora este tipo de casos que hasta se levanta la programación habitual, para que vía directa y sin cortes publicitarios uno sentado frente al televisor pueda esparcir su estresada vida con un poco de morbosa realidad.

“La necesidad de los políticos y comunicadores sociales de culpar a chivos expiatorios en vez de señalar los problemas que existen en lo profundo de la sociedad, lleva a una proyección de conflictos hacia otros e impulsa a la demonización (...) Culpando por las enfermedades sociales a ciertos sectores, usualmente vulnerables, de la estructura social” (Young 2001:30, 39)

Si al aumento incuestionable de la inseguridad le acompañamos un discurso alarmista e intencionado de los medios, las respuestas no se hacen esperar. Aparecen recetas made in USA de la “tolerancia cero” y de la “mano dura” que justifican medidas represivas con alcance principalmente en los sectores pobres de la población. Entre ellas la reforma procesal en la provincia de Buenos Aires (año 2000) durante la gobernación de Carlos Ruckauf a las que se suman las llamadas “leyes Blumberg”, en el ámbito federal (año 2004). Estas reformas extendieron los tiempos de condena, y suspendieron el régimen de libertad condicional, lo que redundó en una explosión demográfica de las cárceles.

El aumento de una tasa de encarcelamiento no responde necesariamente a un aumento en la tasa del delito. De 1990 a 1996, estas dos tasas iban en forma paralela, pero desde la reforma Ruckauf, la tasa de encarcelamiento se disparó sola. En los últimos años, la tasa de delincuencia baja, pero la de encarcelamiento no. Actualmente, unos 32 mil internos (60% de la población carcelaria) se encuentran en carácter de procesados no condenados. (Borda 2006)

El discurso "Blumberg" de agravamiento de penas y rebaja en la edad de imputabilidad obtuvo una multitudinaria adhesión de la sociedad durante el invierno de 2005. -2-

Discurso que divide a la sociedad en "buenos" y "malos". Se reclama para la gente "buena" y próspera de la sociedad más seguridad por parte del Estado; y para la gente "mala" la cárcel. Es el discurso de la guerra, de la defensa social. (Foglia 2005)

A la que se añade de tanto en tanto campañas mediáticas de los eternos defensores de “La Ley y el Orden” sobre la necesidad de leyes más duras, mayor presencia policial, penas altas e imputabilidad temprana condimentadas con frases que advierten sobre la pérdida de valores morales y sobre la desilusión de la vida familiar como causales del delito. El Dr. Diego L. Guardía, Defensor Público Oficial ante los Jueces y Cámara de Apelaciones en lo Criminal de Instrucción N° 16, de Capital Federal, así refriere a las causales del delito:

“Los individuos que se encuentran desempleados están inmersos en un ocio forzado, al que no accedieron por decisión propia. Su vida está vacía y su tiempo está vacío. No hay obligaciones laborales prefijadas, ni responsabilidad laboral, ni actividad productiva y consecuentemente no hay satisfacción.

Este marco va señalando la situación en la que se encuentra el sujeto y en aquellos individuos que poseen sus valores éticos y morales menos arraigados pueden llegar a darse la tentación de incursionar en el camino del delito. Aquí se evidencia la importancia de la instrucción y de las enseñanzas familiares, aunque en gran número de ocasiones el grupo social o el núcleo familiar se encuentra en idéntica situación, con lo cual, más que un apoyo para el individuo constituye un grupo de riesgo para la sociedad toda”. (Guardía 2002)

.Vox populi “entran por una puerta y salen por la otra”, “son irrecuperables”, “a ésos hay que matarlos a todos”, entre otras tantas frases que convalidan la noción de la responsabilidad individual como causa del delito. Rechazando que existan alguna relación entre el delito y la estructura social.

La inseguridad en contraluz

El nivel de la palabra y de los discursos en los oligopolios mediáticos conduce a comprimir el espacio del debate limitando la noción de inseguridad a inseguridad física, excluyendo de la discusión la inseguridad económica y social a la que está sometida la mayor parte de nuestro país.

Es por ello que resulta interesante analizar este contraluz de voces entre el Dr Juan Alemann, ex ministro de Hacienda durante la dictadura militar y Elías Neuman, criminólogo y titular de la cátedra de Criminología y Victiminología de la Universidad de Buenos Aires.

“Nada puede ser visto como anecdótico; todo tiene un sentido político muy claro. Debemos buscarlo en la transformación de los que conocimos como Estado de Bienestar en un Estado Penal. Hay hoy una evidente manipulación del sistema penal. Todos sabemos perfectamente que manipulando la ley penal y creando leyes más severas, no se pueden modificar siquiera en un ápice las realidades sociales.

El Estado penal propone cantidad de cárceles como verdaderas industrias, con diversos aspectos: por un lado la industria de tragar cada vez más personas de abajo. Por otro la construcción de cárceles, al margen del negocio inmobiliario que esto pueda representar implica el negocio de la futura privatización, una de las tantas “sugerencias” que vienen del país del norte”. (Neuman 2000:20)

Juan Alemann representante de estos intereses así lo expresa consignando que hay que rever los conceptos vigentes en esta materia. En primer término clasificar a los presos y no mezclarlos. En los de alta peligrosidad, que no tienen retorno y a los que hay que alojar en celdas y no en pabellones, se trata fundamentalmente de proteger a la sociedad.

“El Estado ha demostrado su total incapacidad para estas tareas. La única solución es encomendar esto a entidades o empresas privadas. Las cárceles deben ser concebidas como establecimientos educativos sui generis. En los EEUU y Gran Bretaña hay mucha experiencia con cárceles privadas. En nuestro país hay muchísima experiencia con colegios privados, de modo que hay personas y entidades capacitadas en esta tarea.

Si las cárceles se adjudicaran en concesión, de modo que todo el manejo (salvo la seguridad externa) quedara a cargo de privados, se podría esperar un buen resultado. El Estado ahorraría en inversión y en gasto corriente, ya que cada preso costaría mucho menos que en establecimientos públicos. Existe un sistema para hacer que los concesionarios privados se ocupen de los convictos cuando salen. Consiste en pagarles un monto extra en función inversa al nivel de reincidencia, y cobrarles una multa si ésta es muy alta. Con esto tendremos menos criminalidad y, en el futuro, una menor población carcelaria”. (Alemann 2003:4)

Neuman opina lo contrario: la comercialización de las prisiones implicará la necesidad que haya más presos, que son las unidades de consumo. Implicará también un aumento del sistema represivo que será asimilado a la idea de seguridad individual y de seguridad ciudadana y dar por clausurado todo lo que sea una política de recuperación. A las cárceles sólo llegan los delincuentes fracasados. (Neuman 2000:21)

Resulta interesante detenerse en este contraluz discursivo, profusamente ideológico, para poder visualizar como los medios de comunicación van construyendo una trama simbólica de significados que vuelven permeables políticas de mano dura que son acompañadas por la sociedad.

SELECTIVIDAD PENAL

“La ley es tela de araña
en mi ignorancia lo explico,
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la rompe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos”

José Hernández “Martín Fierro”

El nuevo orden no acepta conflictos, ni siquiera los reconoce como tales. Excluye a todo aquello que perturba: lo cuadricula, lo clasifica y trata de reencauzarlo.

Expulsa la diferencia, la patologiza, construye estereotipos de conducta a partir de una concepción mecanicista y organicista del mundo. Concluyendo que todo aquél comportamiento que no se ajusta a la norma adquiere el distintivo de conducta desviada, inadaptada y que debe ser aislada en busca de su corrección.

Sin embargo existe otro propósito que se encuentra latente, embelesado por las luces de la globalización, que es el de excluir, mantener al margen, aislado, controlado y vigilado a todo aquello que implique un cuestionamiento al status quo.

“Este funcionamiento debe aparecer ante la sociedad como neutral, de alcance igualitario y de carácter autónomo para que adquiera su verdadera faceta de sujeción disciplinaria” (Foucault 1999:238). La entraña de la organización penitenciaria, por lo tanto no reside en la reinserción, debe buscársela en un modelo de sociedad capitalista que necesita ajustar los resortes del control social.

Es imposible soslayar la relación existente entre la pauperización y la necesidad de implementar formas de control social que neutralicen los conflictos. Se evidencia en el hecho de que quienes pueblan las cárceles mayoritariamente provienen de esa franja cuyas condiciones de vida los sitúan entre los que soportan las más variadas y violentas formas de control.

La clientela penitenciaria raramente acoge a los arriba que “como clases o grupos sociales son suficientemente numerosos para hallarse más ampliamente representados en la referida clientela” (Lopez Rey, Arroyo 1990).

Es selectivo porque castiga casi exclusivamente los delitos cometidos por las clases bajas.

Sería hipócrita e ingenuo creer que la ley se ha hecho para todo el mundo en nombre de todo el mundo; que es más prudente reconocer que se ha hecho para algunos y que recae sobre otros; que en principio obliga a todos los ciudadanos, pero que se dirige principalmente a las clases más numerosas. (Foucault 1999:281)

En otros términos, Oscar H. Sosa Aguirre, alias “La Garza”, quince años preso, tres fugas desde su detención en el Penal de Devoto también habla de selectividad penal:

Si lo van a hacer –sobre la mano dura- que lo hagan con todos, no sólo con los que estamos adentro. Van a tener que alambrar el país, porque acá no se salva nadie. Si somos todos iguales ante la ley, que también apliquen la mano dura con todos, con los políticos. (Artesa 2003:31)

A las cárceles llegan sólo los delincuentes fracasados, asegura Elías Neuman. El fracaso tiene relación con el origen social. Se habla de “portación de cara”. El gran delincuente económico perfora casi siempre la red de la justicia.

La selectividad penal tienen el sentido de la tutela, a través del control social institucional de minorías que han crecido y que pueden implosionar: la de personas excluidas que no pueden, por sus propios medios, insertarse en el contrato social o que fueron arrojadas por la borda de ese contrato.

El ESPACIO CARCELARIO
El espacio de la cárcel es una continuidad de las zonas excluidas de la ciudad. Los clientes del sistema penal que pueblan nuestras cárceles son casi en su totalidad pertenecientes a los sectores pobres. El sistema opera selectivamente sobre ellos, y luego de un tiempo, resultan ser siempre los mismos. Por ello existe una doble vía continua entre estos barrios y la cárcel.

La prisión no es más que la manifestación paroxística de la lógica de exclusión. Sirve para asegura el apartamiento de una categoría indeseable percibida como generadora de una doble amenaza, inseparablemente física y moral, sobre la ciudad. (Costa 2001:6)

Su misión consiste en vigilar y sojuzgar, y en caso de necesidad castigar y neutralizar a las poblaciones insumisas al orden económico.

Funcionalidad económica del castigo
Históricamente, el castigo punitivo fue directamente proporcional a la funcionalidad económica de los individuos captados por el sistema penal. En las antiguas Grecia y Roma, sociedades cuyas bases productivas y sistemas económicos se fundaban en la esclavitud, la imposibilidad de disponer del cuerpo era la principal forma de penar. El paso al feudalismo, y el cambio a un modelo productivo en que sólo se producía lo necesario para alimentar al señor feudal y a sus siervos trajo aparejada la prescindencia de mano de obra sobrante. Así, la condena se amoldó al nuevo esquema económico, torturando y eliminando a aquellos que no eran necesarios para el proyecto productivo.

Con la revolución industrial, surgió la necesidad de crear mano de obra obrera, funcional al nuevo modelo apareció la pena de prisión aparejada a la idea de entablar un tratamiento que moldeara a los trabajadores indispensables al trazado económico.

Actualmente, en la era de un capitalismo globalizado, la cárcel construye, más que la figura de un obrero disciplinado, la de un marginado. Los detenidos no tienen ninguna posibilidad de ingresar al contrato social.

La cárcel no ha logrado el fin que había sido llamada a cumplir. No parece capaz de resocializar en ningún lugar del mundo. Lejos de reinsertar a los detenidos en la vida social, los aísla de una vez y para siempre (Daroqui 2000:107)

Contribuye en gran manera a la producción e incremento de individuos y clases más desiguales en nuestra sociedad ya desigual.

II
OBJETIVOS

Explorar los mecanismos de control social que se legitiman tras el encierro carcelario y que contribuyen a reproducir y amplificar una situación marginal primaria.

Entendemos por procesos de marginación primaria la ausencia o precariedad de beneficios sociales (salud, educación, vivienda, etc.) en tanto sujetos de derecho que determina una situación de vulnerabilidad existencial.

“La marginación la ejerce un grupo de mayor poder sobre otro con diverso grado de impotencia” (Berbeglia 1997:282)

En lo específico:

  • Analizar la relación existente entre marginación primaria e inclusión cultural.

  • Indagar sobre las modalidades de inserción al mercado de trabajo anterior y posterior a la privación de la libertad y su relación con el concepto de trabajo como norma moral.

SUPUESTOS BÁSICOS
Selectividad de la política penal sobre los pobres.

  • El trabajo dignifica y la cárcel indigna.

  • El que delinque busca el facilismo de una vida sin trabajar.

  • El encierro reproduce marginación.

PRINCIPIO RECTOR
“Soy, pues, partidario de toda teoría que niega la inocencia del hombre y de toda práctica que lo trata como culpable”.

ALBERT CAMUS “La Caída” -3-

Intentando, por sobre todo, romper con el esquema de culpabilidad individual en el que cado uno es responsable exclusivo de su destino, propio de la sociedad meritocrática en la que vivimos. Sociedad que privatiza el éxito o el fracaso social. Los desempleados son culpables por el desempleo, los maestros son culpables por el fracaso de la educación pública y así, cado uno, es responsable de su fracaso o su éxito.

Apoteosis del individuo. No hay historia ni herencia. No distingue entre lo que fue legado como causa de pertenencia social y aquello que resulta del esfuerzo personal. Desde esta perspectiva privatista se cree que cada persona ha recorrido por si misma el camino conducente a la calificación social, obviando el legado transmitido por su condición de origen. Con esto las desigualdades, acaban resultando naturales.

El legado de conocimiento, de progreso, de ciencias, de técnica, de capital que recibimos cae desproporcionadamente en suerte a los individuos que disponen de los medios para hacerse con este legado. Uno de esos medios es el empleo. El acceso al empleo está racionado y socialmente determinado. Así se legitiman la mayoría de las desigualdades existentes. (Méda 1998:180-181)

Según esta ortodoxia quienes cayeron presos han fracasado. A fin de desarticular esta trama ideológicamente construida, la fuente principal del presente análisis serán las palabras en primera persona a partir de las cuales podamos ir penetrando en las formas de marginalidad.

INCLUSIÓN CULTURAL – MARGINACIÓN PRIMARIA
¿Existe una relación estrecha y unívoca entre delito y marginación? Y siguen nuevas preguntas que se tornan insobornables y merecen reflexión:

¿El hambre obliga a delinquir? y ¿La falta de trabajo? y ¿el no tener un techo donde caerse muerto? y ¿el no haber terminado la escuela primaria? y ¿Qué unos tengan tanto y otros tan poco?

Pueden ser cada una y todas a la vez. El delito está multideterminado y los factores de determinación no deben ser considerados como causas excluyentes sino como elementos que afectan la gravedad e intensidad en que se manifiesta el fenómeno.

Por lo tanto, y con el fin de traspasar la simpleza de un análisis que se somete únicamente a la categoría de la marginación es necesario sumar complejidad añadiendo otra categoría tan promiscua como la anterior: inclusión cultural.

La sociedad mercantil ha colonizado todas las fronteras, desplegando con creces sus enceres en el consumo. La diversidad de productos y la masividad de la oferta hacen sospechar sobre la igualdad de accesibilidad. Error.

La homogeneización de las aspiraciones culturales no implica que se igualen recursos. No se elimina la distancia entre las clases ni entre las sociedades en el punto fundamental –la propiedad y el control de los medios productivos- pero se crea la ilusión de que todos pueden disfrutar, efectiva o virtualmente, de la superioridad de la cultura dominante. (CANCLINI 1982:38)

Y lo que es aún más entrampado es la adquisición de los bienes culturales como signo de status, de pertenencia social y por ende constructo de identidad.

Por lo tanto, la situación delictual no resulta únicamente de carencia material, sino de abrazar una cultura de éxito individual. En esta cultura el Trabajo aparece como el medio para satisfacer los deseos que nacen en el Mercado. Es a través del esfuerzo personal cómo uno lograría ascenso social medido en virtud del potencial de compra. El valor que adquiere el Trabajo se relaciona con el bien y con el deber.

No es la privación material per se, ni la falta de oportunidad la que da lugar al delito, sino la privación en el contexto de cultura del ´sueño americano´ donde la meritocracia es exhortada como abierta a todos. (Young 2001:31)

EL TRABAJO COMO NORMA MORAL
El análisis se detendrá en relación específica con el trabajo. Porque el trabajo en nuestra sociedad es la norma y principio ordenador de la vida. El trabajo ocupa un lugar central, como necesidad esencial para la reproducción de las condiciones de existencia, pero también como valor moral.

El trabajo es mucho más que un medio para ganarse la vida. El trabajo es un hecho social total. Estructura de parte a parte las relaciones con el mundo y las relaciones sociales. Es la relación social fundamental, su función nuclear es la de regular la vida y de propender a la integración social puesto que constituye una de las formas principales del vínculo social. La noción de vínculo social se basa en la de contrato social o utilidad social: mientras aporto mi contribución a la sociedad, desarrollo mi sentimiento de pertenencia. El trabajo es el medio privilegiado de desarrollo individual y núcleo de vínculo social.

La economía convierte al trabajo en la principal muestra de adhesión social y en el deber de todo individuo. La tipología de la pobreza se construye en torno al trabajo. Por un lado, están los verdaderos pobres o al menos aquellos con derecho a la asistencia pública; los niños, los ancianos y los inválidos; por otro lado, están los falsos pobres, los que mendigan por pereza y que podrían vivir de otro modo. A los primeros hay que asistir, a los segundos se debe castigar o forzar a trabajar. La capacidad de trabajar viene a ser el criterio que distingue entre “buenos” y “malos”. (Méda 1998:74).

Sin embargo, es inadecuado vincular en forma unidireccional y unívoca la carencia de trabajo con la situación delictual. Desde este modelo, el delito sobreviene en razón de una carencia de bienes materiales a raíz de una situación de desempleo. Por ende la política correctiva entiende que desaparecerá el delito a través del empleo y la obtención de ingresos monetarios.

Debemos necesariamente incluir en el análisis el concepto de sociedad meritrocràtica, evitando reduccionismos que sostienen la solución del problema del delito solamente con oportunidad de empleo.

UNIVERSO DE ESTUDIO
Dos vidas con historia será nuestro universo. La de dos hombres en reserva de sus nombres. Los que llamaremos de aquí en más: Roberto y Fideo.

No haremos referencias personales (apellido, trabajo actual, lugar de residencia, etc); sólo decir que los une una idéntica situación altamente significativa en sus vidas, el encierro carcelario.

Nos ocupa adentrarnos en las vivencias, en los hechos que señalan horizontes y explican condicionamientos. Vidas franqueadas por un tiempo en la cárcel.

El camino iniciado nos orienta a desarticular la visión que aborda la problemática como dato estadístico que año a año engorda con cifras; que semejante a la voracidad de un gigante devora la primera plana de los principales matutinos del país.

El afán de la búsqueda fue rescatar la palabra que dota de historicidad a un hecho que en apariencia se nos muestra como inevitable, sujeto a quienes se desviaron del camino. Proponemos un enfoque que fertiliza su análisis a partir de las voces de los propios protagonistas, que nos evite caer en el camino fácil de los estereotipos, los prejuicios, el morbo y el sensacionalismo.

NATURALEZA METODOLÓGICA

La investigación se encuadra en la metodología cualitativa, y la elección se ajusta a la naturaleza del objeto de estudio y a los objetivos propuestos para su abordaje. “La realidad social no es el resultado del juego de leyes celestes sino una construcción de los propios hombres” (Zemelman 2000).

La metodología cualitativa comprende la realidad y a los sujetos inmersos en ella bajo una perspectiva holística. Busca comprender los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor.

Las primeras aproximaciones al objeto de estudio, personas que cumplieron una condena penal, exigió concienzudamente apartar las propias creencias, perspectivas y predisposiciones que se agudizan en torno a una realidad (el delito y su eczema la cárcel) que aparece ante nuestros ojos como un submundo oculto, a veces siniestro, distante y aparentemente ajeno a los hombres que se dicen de bien.

Para desasir esta trama de prejuicios y estereotipos se realizaron entrevistas en profundidad, que siguen el modelo de una conversación normal, y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas. No se busca la verdad o la moralidad, sino una comprensión detallada desde la perspectiva y del mundo de referencia de los sujetos.

Durante mayo y agosto de 2005, utilizando el método de la bola de nieve logré acercarnos a personas que potencialmente podían ser entrevistadas. Así llegué a contactarnos con dos ex detenidos. El escenario dónde se realizaban las entrevistas tenían que ver con su cotidianeidad, la cita se resolvía en un lugar cercano a su trabajo.

Antes de iniciar la entrevista se generaba una situación de confianza. Le informaba sobre el contexto de la investigación, le aclaraba el procedimiento de la entrevista y el uso del grabador, y le aseguraba anonimato de los datos personales. El interés estaba en su experiencia de vida tal como la fueran expresando, con sus propias palabras, su jerga y el modo particular de construcción de las frases. Hube de construir un glosario de vocablos incluido al final del documento.

Para conocer el aspecto personal, la vida interior, las perspectivas, creencias, conceptos, éxitos y fracasos, la lucha moral, los esfuerzos y los sucesos; la historia de vida sería la herramienta metodológica más próxima para comprender esta cosmovisión.

A través de la historia de vida se busca conocer lo social a través de lo individual, se sustenta en la experiencia del individuo relatada en primera persona. No importa si dice absolutamente todo, ni si respeta el orden cronológico, sino los hechos que son iluminados por la selección del recuerdo y la lógica de conexión que se evidencia en el relato.

El primer recorte que realizado fue en relación al trabajo y los modos de inserción laboral; ello permitió inicialmente lograr el rapport que dio fluidez a la entrevista. Hablar del encierro, sus causas y consecuencias, resultaban difíciles de encarar por lo que se buscaba que sólo el entrevistado diera cuenta de ello en un clima de confianza. No importaba si las cosas ocurrieron tal cual lo contaba, ni si era absolutamente ‘verdad’, sino el cómo lo conceptualiza desde el presente y que significado adquiere en su experiencia de vida.

La validez de la investigación está dada en la medida en que aborda el objeto de conocimiento en el contexto de su vida y experiencia, relacionándolo con contextos más amplios, socio-históricos que le influyen como fenómeno. Por lo tanto, para comprenderlo fue necesario asirse de un bagaje previo de concepciones que funcionan como un marco general en el que pueden ser analizados las historias de vida de los ex detenidos. Cada nuevo conocimiento permitía sobrepasar los límites de las propias preconcepciones y elabora un nuevo horizonte de interpretación.

El estudio es de tipo exploratorio, la recogida y análisis de datos se afrontó con ciertos esquemas de organización del campo. Estos esquemas orientaron y enmarcaron teóricamente el trabajo de investigación. Ello permitió delimitar el campo de análisis, buscando profundidad y no generalidad.

La investigación tiene por fin la transferibilidad del conocimiento y no la generalización científica.

III
ANÁLISIS

En adelante las biográficas narradas por Roberto y Fideo serán citas en extenso en la búsqueda de captar la expresión de la marginalidad, su agravamiento con el encierro y la convivencia entre marginación estructural e inserción cultural, focalizando en el trabajo como valor moral.

Biografías que no sólo se refieren a simples individuos vertidos en el molde del delito, sino a una trama de existencias situadas históricamente en un mundo globalizado que rechaza y expele todo aquello que cuestiona sus entrañas.

ROBERTO UBICA SU CLASE

“Yo soy de clase medía para abajo”, así define Roberto su condición de hábitat en la estructura social argentina. Agrega, “no estoy como tengo que estar, pero trato de pasarla, de sobrevivir”.

Desde el límite inferior de la brecha que segmenta a la sociedad de acuerdo a la porción que le toca en la distribución del ingreso habla de los más favorecidos, de aquellos que se encuentran a salvo en el extremo de la grieta; señala:

“Dios, habla justamente de los ricos. Los que ahora están viviendo en riquezas, en placeres, que viajan para Estados Unidos; que viajan para allá y para acá, que gastan la plata. Ellos son los que van a sufrir. Nosotros no. En ese tiempo, vamos a ser nosotros los que vamos a disfrutar y ellos al revés, van a sufrir.

La Biblia –continúa Roberto- dice que nadie sabe ni el día ni la hora que vendrá el señor. Dice que va a venir como relámpago. ¿Vieron? ¿Cómo una máquina de flash de fotos que hace así y ya está? Así va a ser, va a ser un flash. Pero que viene, está profetizado y el mundo irá de mal en peor (...) se multiplicará la maldad que es lo que estamos viendo, los corazones se enfriarán, los padres entregaran a los hijos y los hijos entregaran a los padres. Vamos a ser todos enjuiciados”.

Riquezas, viajes y placeres negados en el mundo terrenal a los pobres que por ello sufren. Venganza del más allá, sufrimiento de los ricos en las brasas del infierno. Esta apología del paraíso y sus bienaventuranzas permite aproximarnos a esta noción imbrincada de marginación-inclusión. Los placeres son de los ricos y por ello se sufre. Sufrimiento que no sólo se expresa en constantes de hambre, déficit habitacional, falta de trabajo, etc., también en viajes a Estados Unidos.

Sin detenernos en los mecanismos de disciplinamiento que operan en los aparatos ideológicos del Estado para que la resignación cristiana sea funcional al orden establecido, las palabras de Roberto nos hablan expresamente del lugar asignado en la escala social. Pertenece a los de abajo, a los que sobreviven.

La pregunta en sintonía debería ser: ¿esta condición de pobreza actual deviene en trayectoria vital? Aún más, ¿traspasa su propio origen? Roberto la contesta hablando de su infancia.

“Estando preso terminé la escuela primaria. Cuando entré preso tenía cuarto grado, mi mamá me había sacado de cuarto grado por que era medio burro, tenía 13 años y estaba en cuarto. Entonces como la situación estaba medio difícil mi mamá me sacó del colegio y me dijo: -“hijo, vas a tener que trabajar”. Yo tenía 13 años. Me hizo pasar como que yo tenía catorce años, porque tomaban de 14 para arriba”.

FIDEO SE DICE PARIA
“Paria” es la palabra que utiliza a menudo Fideo en el transcurrir de la entrevista para describir su condición. “Yo viví toda mi vida preso, paria, sin que nadie te venga y te diga, ¡dale!”.

No existe disociación temporal entre un antes y después del encierro carcelario. Toda una vida preso, excepto cuando fue el Señor de la Noche.

Hubo un tiempo en que Fideo no se sintió un paria. Ante la pregunta si antes de estar preso también se sentía un marginado respondió con firmeza que no y cuenta:

“Yo era el Señor de la Noche. Robos reiterados, homicidio, y robo en banda. Era piratas del asfalto. Yo era el jefe de una banda.

Manejaba la bandita, cuando decía ¡joda!, salíamos de joda. De putas los sábados. Salíamos de joda ¿entendés? No te voy a contar las cosas que hacíamos, porque era feo, pero nos divertíamos. Arriba de la mesa sacábamos plata y la poníamos ahí. Yo, me conozco los mejores cabaret de la Capital.

¿Sabés la plata que tenía? ¡Mamá! Andá a fijarte la casa que tiene la madre de mis pibes. ¡Si!, yo la tiraba. Tenía la plata que quería. Tenía el coche que yo quería.

Antes era todo joda, hacía lo que quería; y yo con el chamullo que tengo ¡mamá! horas y horas me la pasaba hablando en jodas, a dos manos ¿viste?”.

Dinero, mujeres, auto y “joda” son los placeres terrenales que engulle Fideo. Valores que determinan su inclusión o pertenencia cultural. Cualidades que densifican el éxito y que por esta misma razón aportan en la definición de sí mismo. Es decir, Fideo sólo alcanzó el estandarte de Señor cuando transgredió la ley.

Se es Señor, y ésta es la nueva identidad que carga de sentido y significación una existencia marginal.

El relato de Fideo continúa, y es provechosa su extensión para dimensionar la carga identitaria que soporta la situación delictual.

“¡Mirá! de 42 reconocimientos, solamente tres me apuntaron. De 47 hechos, y hechos ¡papá! Te puedo nombrar Coto, cuando Coto era una carnicería, y con personal de seguridad. Caudales, Noel, Molinos ¿sabes que? ¡Mamá!

Lo de Noel es una anécdota tremenda ¿viste? Me equivoqué, ¿cualquiera se puede equivocar en la vida? Y yo me equivoqué feamente esa vez. Estaba sentado para el lado de Avellaneda, hacía un calor terrible, era un día del niño.

¡No! ¿viste?. ¡La puta madre digo!. Voy a un camión, un semi, lo agarro. ¡Bajate!, lo cazo al mulo y al chofer del coche. Y al otro lo tengo de la cabeza. Lo tiro al piso y le tiro para que se quede en el molde y me llevo el camión. Cuando llego para acá, arriba era todo chocolate. ¡Chocolate para taza!, todo lleno, con el acoplado. Le digo al vago, tengo esto y esto. Y bueno, me dice, traeme el camioncito nomás. ¡Hay la puta madre! digo yo. Le digo al vago, al toque lo descargamos y nos queda el semi.

¿Qué hacer? Y, justo el día del niño y ¡la puta madre!, vamos para acá dije. Y abrí la puerta así, miré, y había un asentamiento. ¡Sabes! que es la primera vez en mi vida, que los vagos se reían de estar conmigo ¿viste cuando se hace una montaña de arena, que se hace a cinco o seis metros? Bueno, ¡imaginate! tres montañas iguales de chocolate. ¿Sabes como se llevaban los pibes? Posta ¡eh! En serio, ¡sabes las cosas que hice!”.

El mundo para Fideo, es a la vez, meta y límite. Un universo al que aspira pertenecer y del que permanece ajeno históricamente. Siendo el Señor de la Noche marca su meta y su límite.

“En ese momento –en referencia al delito- no quería nada yo, quería ser yo ¿me entendes?”, dice Fideo

Trágicamente, la identidad construida lo sumerge aún más en la marginación. Al paria del excluido se le añade el de delincuente.

La historia concluye con la cárcel, que agrava y extiende

EL ENCIERRO REPRODUCE Y AMPLIFICA
Siete años y cuatro meses Fideo estuvo ´adentro´ sin que lo vaya a visitar nadie.

“Estuve solo en esa cantidad de años. Me vinieron a visitar tres veces, mi familia no fue nunca.

Nadie vino a decirme ya vas a ver que vas a salir ¡dale! Nunca una palabra de aliento. Esperar los sábados que digan vino visita, y estar desde las ocho de la mañana esperando que alguien te venga a ver, que te llame alguien. Son las dos de la tarde y estas llorando”.

Estuvo paria durante más de siete años. ¿Sólo siete años que coinciden con su tiempo de encierro o su condición de paria fue un legado y una certeza luego de los años en prisión?

UN LEGADO

La siguiente anécdota (así la denomina Fideo) nos relata y explica la condición de paria social y las formas de resistencia o sobrevida al legado de este modelo exclusionario.

“Estaba en Córdoba y tenia un hambre, y me interné. Eso es lo lindo, que me interne como drogadicto. Para mofar.

Estuve 45 días internado. Dije que era drogadicto, que era un drogado. Después me llevaron a los cerros. ¿No saben lo hermoso que es?

¿Sabes que me decían los vagos? ¿con que te drogas? Y yo conozco todas las drogas, los nombres definidos, los pibes cuando choreaban se drogaban. Yo tomo como 25 gr. de cocaína por día les decía, ¿por qué te drogas? me preguntaban. No te lo voy a decir, no te lo voy a decir, boludo les contestaba.

Desayunábamos a la mañana temprano a las 8 y las 10 un refrigerio. A la 1 almorzábamos y a la noche cenábamos ¿sabes como estaba? Engordé 10 kilos.

Estaba la heladera. Toda con yogur que te regalaban, cazaba los sachet de yogur y me los tomaba solo y me miraban estos locos ¿no? Y un día me estaba resfriando, tenía chuchos de frío de verdad y tenía un punto de fiebre. Y me iba y me tapaba con la frazada. Té con limón les pedía, me traían el té con limón a la cama

¡Me echaron!. Pero ¡como comía!, no saben”.

UNA CERTEZA
Fideo era del tiempo del boleto y del austral, cuando salió “estaba el peso, no sabia ni viajar. Tenía miedo de viajar porque no sabía ni cómo se viajaba. Porque ahora eran maquinas”. Una tía lo recibió en su casa.

Pero por obligación –aclara- me cerraban las puertas en muchos lados. El platito de comida me lo daba, pero un platito y no hay más. Y yo decía ¿como? la pucha, estoy mejor adentro comiendo un locro, que decían que era locro y era maíz blanco con un poquito de cebolla cortada, y listo. Prefería estar adentro y comer eso y no las migajas. Tenía donde dormir cuando estaba preso, y cuando salí dormía en el piso. Es mucho muy feo.

Mucha fantasía tenés estando dentro. Volver a rehabilitarte. Esta sociedad de mierda no te ayuda para nada. Porque es verdad, te margina, ¿sabes que feo que es?

Fue un momento de mi vida que yo decía, prefiero estar adentro y no pasando hambre como victima acá afuera. De verdad ¿entendés? No me marginan tanto acá afuera que adentro

Se sentaban en la casa de mi tía todos a comer y no había un espacio para mi. O salía a la puerta y ya me estaban mirando que estaba haciendo ¿viste? ¿entendés? Y yo no tomaba ni una cerveza cuando salía, ni nada. Un día mi tía me dice ¿Vos tomas cerveza? Y me sacó los vasos de encima, mi tía. Y después escucho. Una noche escucho que están hablando y decía. Vaya a ver si sale a robar de nuevo y la policía viene pa’ acá loco y se me meten adentro y te revisan todo atrás. Un mal momento volvemos a pasar. Me levanté y me tomé el palo. Estuve durmiendo más de veinte días en la estación.

LA CÁRCEL
Disciplinamiento, castigo y aislamiento constituyen los pilares del andamiaje penitenciario. El interno preso es un sujeto a sujeción, sujeción a reglamentos, a órdenes y a disciplinas. La acción disciplinaria se traduce en una serie de prácticas que tienen como objetivo corregir al corregible o incapacitar-neutralizar al incorregible. Las prohibiciones superan en cuantía a las pequeñas concesiones. Las reglas de carácter inflexible soportan cualquier resistencia, sólo hay que acatarlas para que el castigo no devenga en la quita del usufructo de beneficios, tales como las visitas familiares, la visita de penal a penal con un familiar detenido en otra dependencia, la posibilidad de acceder a la escuela o la fagina, entre otros, como en caso particular de Roberto asistir a los últimos días de su madre. Son castigos que adoptan el nombre de sanciones y que están institucionalmente legitimados en la medida en que se los prescribe como condición de corrección.

A propósito Roberto señala:

“En vez de hacerte el bien te hacen más resentido. Es igual que a los menores. Usted a los menores que son rebeldes y desobedientes, le dice te voy a meter en un colegio. Lo encierra en un colegio ¿sale peor o sale mejor? Sale peor, sale más resentido. O sea que eso nos muestra que el rigor no sirve, no sirve el rigor, sirve el amor”.

Según las leyes, a las cárceles se les otorga un fin manifiesto de custodiar y rehabilitar a la persona que ha cometido un delito. Pero para este supuesto fin se ejerce tanta violencia que es imposible separar el encierro que se ha impuesto como castigo del degradamiento y la desestructuración de ese ser que se enuncia querer rehabilitar. Esta violencia no es independiente del encierro carcelario, circula en sus formas más variadas, desde la agresión física hasta los más simbólicos mecanismos de despersonalización y deshumanización. En su movimiento continuo, en las distintas órbitas que dibuja a su paso, la violencia clausura el espacio que la contiene: el espacio carcelario. (PAVARINI 1993:23)

Y en este espacio, recortado por las relaciones de poder, la violencia se propaga con la rapidez del fuego.

Sufrís frío y golpes, dice Fideo. La policía penitenciaria, es lo peor que hay. ¿Me entendés? En el servicio penitenciario te mofan de lo lindo.

Roberto enfrentó el encierro con su medicina más preciada, la violencia. La tecnología penitenciaria alienta las peleas entre presos, puesto que le permite introducir y justificar su propia violencia.

En un año volvió a caer en prisión. Roberto proviene del segmento de la población “conflictiva” para el sistema y a la que se responde con la violencia del encierro. Y si el encierro a su vez reproduce y alienta la violencia como mecanismo de salvaguarda, resulta no menos lógico que al año repatrió la situación de encierro.

La prisión es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su desnudez, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. "Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está mal robar, matar…" Esto es lo fascinante de las prisiones; por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como feroz tiranía en los más ínfimos detalles, cínicamente, y al mismo tiempo es puro, está enteramente "justificado", puesto que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su bruta tiranía aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden. (FOCAULT 2000:147)

EL TRABAJO: PUNTO DE INFLEXIÓN
A fin de desaznar los contornos de la marginalidad que desde siempre acompañó la existencia de Roberto y Fideo se hará un recorrido por el modo de inserción laboral.

El trabajo es el punto de inflexión que nos permite reflexionar sobre esta trama histórico-social que designa posiciones y doblega destinos.

La sociedad salarial no es en absoluto una sociedad de igualdad. Existe una gran disparidad de ingresos y también de patrimonios en el acceso a diferentes bienes sociales como la educación, la cultura, etc. No es tampoco una sociedad calma, sin conflictos, sino una sociedad donde la conflictividad social se redistribuye en función de diferencias que existen en el seno del salario. La sociedad salarial funciona sobre las bases de la diferencia y de la distinción (CASTEL 2001:17)

La salida, ya sea con permiso o en libertad condicional o definitiva, marca un nuevo empobrecimiento, revelando con brutalidad la miseria que la reclusión había puesto temporariamente entre paréntesis. La prisión contribuye activamente a consolidar situaciones de pobreza.

Pero aún hay cosas peores: los efectos pauperizantes de la penitenciaría no se limitan exclusivamente a los detenidos y su perímetro de influencia se extiende mucho más allá de sus muros, porque la prisión exporta su pobreza al desestabilizar constantemente a las familias y los barrios sometidos a su tropismo. De modo que el tratamiento carcelario de la miseria (reproduce sin cesar las condiciones de su propia extensión: cuanto más se encierra a los pobres, más certezas tienen éstos –si no hay por otra parte algún cambio de circunstancias- de seguir siéndolo duraderamente y, en consecuencia más se ofrece como blanco cómodo de las políticas de criminalización de la miseria. La gestión penal de la inseguridad social se alimenta así de su propio fracaso programado (Wacquant 2000: 144-145)

Roberto fue carnada fácil que alimentó las redes del sistema. En total fueron 19 años de cárcel con dos interrupciones en libertad.

ROBERTO BUSCA TRABAJO
A los 19 años ingresó por primera vez, estuvo cuatro años preso.

“Y bueno salí y dije: y bueno que se yo, ya a mi mamá no la tengo. Ahora voy a seguir en la misma, no trabajo, sigo en la misma y listo. Y seguí la misma, seguí la misma junta, frecuentando los mismos lugares, la misma gente. (...) Tal es así que en el año `72 de vuelta vuelvo a ser preso.

Para conseguir trabajo cuando uno sale de preso es imposible. Se complica porque te piden documento, te piden una serie de cosas, requisitos, la cedula de policía federal y a través de esa cédula te averiguan los antecedentes, en el departamento de policía”.

Así, cuenta Roberto su retorno después de los sucesivos encierros al mercado de trabajo bajo la potestad del Patronato de Liberados.

Es una cosa que figura -sobre el Patronato de Liberados-, figura en un papel. Yo le digo al cura ``mire yo quiero trabajar, no quiero más estar preso, quiero trabajar ´´. Dice ``bueno le vamos a conseguir un trabajo, le vamos a conseguir quédese tranquilo, tenga paciencia, venga tal día ´´ y me hacia ir ¿no? Hasta que un día voy y me dice `` mire le conseguí en un astillero ´´ Por allá, por el Tigre me mandó. Tenía como dos horas de viaje para ir al Tigre. Gastaba mas en el viaje y en la comida que lo ganaba, era un astillero y hacían los botes de plástico reforzado. Y me hacían trabajar ahí de peón, y un día me canse y no fui más. Después fui y le dije al cura ``mire, no voy mas por que es muy lejos, a mi se me gasta mucho en el viaje, no me conviene ´´

Y después de ahí me volvió a conseguir en un restaurante. En el restaurante no me gustaba como trabaja la gente, el tipo que estaba ahí, el dueño trabajaba todo mal, como si uno fuera una cualquier cosa.

LA LIBERTAD DE FIDEO
Así describe su primer día en libertad. Al salir me encontré con un compañero que estaba preso conmigo. Me abrazo y yo me dije ¿que le pasa a este tonto?` Me dice: vamos a ser compañeros. ¡Tomatelá!, le digo. Salí hoy. ¿Hoy? me preguntó. ¡Si! salí ahora. El ya quería que salga a chorear ¿estás loco pibe? le dije. Querés ir a laburar, me dice.

¿Y laburaste bien?, pregunta Fideo a un ex compañero de encierro. Resulta interesante analizar el cómo emparientan el ir a “laburar” con la actividad delictual. Aquí vuelve a evidenciarse la entidad moral del trabajo.

Aunque la expresión en sí misma envuelve una contradicción ontológica, reafirma el valor intrínseco que tiene el Trabajo en nuestra sociedad. Lo que importa es que se trabaja, el cómo y el para quién dejan de tener valía. Es la condición de trabajador lo que otorga entidad.

En el recuerdo de Roberto sobre los dichos de su padre se evidencia la estrechez con la creencia en que el Trabajo dignifica. “Mi padre nunca me hacía reproches, lo único que me decía era hijo cuando salgas, ponete a trabajar yo quiero estar tranquilo, no quiero preocuparme mas. Salí y ponete a trabajar”.

En conclusión el valor que le asignan al Trabajo los define como incluidos, a la vez la marginalidad del delito agrava una situación primaria. Esta dualidad marginación-inclusión está presente.

Si laburaste bien –continúa el relato de Fideo- aguantame un mango para que yo pueda caminar unos días, después hablamos. “Si, como que no” me dijo y sacó plata, y eran como 80 pesos. ¡Yo! ¡ja! ¡papá! Pensaba que era Gardel, que era un vagón de plata. Bueno ahí me fui para la villa, estuve ahí, me encerré completamente.

Fui a buscar laburo, en el mercado central. Y no me daba bolilla nadie. Después me fui a una fábrica. En la fábrica labure siete días. Me pedían certificado de conducta. Al tercer día yo me hacía el boludo, como soy medio despistado, le decía. Y el tipo averiguó antecedentes, y me echó. Y me dijo que esto es por que tenía antecedentes. Pero yo nunca robé mas, ¿y si me roban? Me decía. ¡Por algo será! Y así como en muchos lados.

Y sufrí mucho, mucho, marginaciones, apuntaditas con el dedo, pasaba por al lado de uno y agachaba la cabeza. Me puse a vender por el colectivo, hasta cirujié.

Yo soy un trucho, pero ellos me ganan (sobre el Patronato de liberados). Tenia que ir a firmar todos los meses, si vos no firmas durante dos o tres meses, te piden captura. Es así, para saber si vos trabajas o no trabajas. Fui un mes firmé y le dije que no tenia trabajo si me podía conseguir. Y nada hicieron.

INESTABILIDAD LABORAL: ENCIERRO DE CLASE
El relato que sigue muestra como la cárcel amplifica sus fronteras reproduciendo sus formas y contenidos en el afuera. Un afuera que no es más que una prolongación del encierro de clase.

Un hombre sin ninguna posibilidad económica, pauperizado, desempleado, sin posibilidad de llevar comida, ni medicamentos a su hogar, cuando éstos son necesarios, no es un ciudadano, no es un hombre libre. Cuando llega a la cárcel por un delito- verdadera rebelión al contrato establecido- del que se lo acusa o el que cometió, se lo vuelve a sumergir, a victimizar. Se clausura su tiempo, se suspende su devenir (Neuman 1994:56).

Roberto encuentra trabajo
Cuando sale del encierro las condiciones previas se agravan, sumándole el estigma del encierro.

“Cuando me tuve que mudar, ustedes no saben como estaba yo, (re)contra (re)apretado porque encima que no tenía trabajo, me la rebuscaba haciendo changas, haciendo electricidad, yo decía ¿cómo hacemos? ¿qué hacemos? Y un día, se me da por ir a preguntar en una casa de servicios de ambulancias privadas y me tomaron.

Empecé a trabajar de camillero, andaba contento, me dieron la ropa. Le decía a mi señora “mira que bien ahora voy a quedar efectivo acá en este trabajo”. Estaba contento. Trabajé, no sé si 2 meses o 3 meses, que era lo que ellos me habían hecho firmar un contrato. A los tres meses me mandan a revisión médica, y yo como un tonto cuando voy a revisión medica porque sufría frió en la cintura me fui con un calzoncillo de ésos que tienen el elástico, la espalada ancha. (...) Entonces el medico cuando me ve me dice ¿tiene problemas de cintura? No, le dije, no tengo nada lo uso nada más por prevención porque sufro de frió en la cintura nada más. Y me puso en el papel lumbalgia. Lumbalgia crónica me puso. Al otro día cuando voy a trabajar, directamente a la oficina de personal

¿Qué paso? Pregunté. No sé, acá el médico lo revisó, y le puso que usted tiene lumbalgia crónica, me dijeron. Yo no tengo nada, mándame a revisar de nuevo, no tengo nada. No, acá el medico le puso lumbalgia crónica, no lo podemos tener porque no queremos problemas. Me quedé sin trabajo. Con bronca, con impotencia.

Porque digo, está todo mal, sin trabajo y encima con mi mujer embarazada.

Después me salió un trabajo de vigilancia en una agencia privada. Después que fallece mi papá empecé a trabajar por 230 pesos por mes. Trabajaba doce horas todos los días, por 230 pesos por mes

Empecé a trabajar; trabajaba, trabajaba y trabajaba hasta que junte plata. Privándonos de todo con mi señora. Me acuerdo que a veces venía del trabajo a las seis, siete de la mañana y encontraba toda el agua, toda la inundación. La casilla con un alto de agua así adentro, terrible el agua que se juntaba ahí, se inundaba todo”.

Y sin ser analista político pero habiendo sido parte de la bicicleta financiera analiza:

“Esto que viven ustedes ahora, no es de ahora, viene arrastrado de antes. En ese tiempo los empresarios especulaban con la plata, en el banco. Porque el, ¿cuánto le daba? El 15, el 20 por ciento de interés. Entonces ellos agarraban todos los pagos de todos los servicios y los metían en el banco a 7 días y se quedaban con los intereses en la mano.

Cuando queríamos cobrar, llegaba el cinco y no tenían plata `` No, no hay, nos decían y nos daban un vale ´´. Nos daban un vale de 20 pesos o 30 pesos que teníamos que ir a cobrar al banco. Salíamos de ahí y teníamos que ir al banco, y el banco capaz que no lo quería pagar , teníamos que ir de vuelta , y así nos tenían como... Y un día me cansé, un día me cansé. Me fui medio loco ahí me junté con 2 o 3 más y le digo ``vamos a patear todo´´. Pateamos todos los escritorios, las puertas todo, o nos pagan o le rompemos todo. Me quedé sin trabajo.

Ni para levantar un pucho del suelo te toman. Yo le digo 55 años, ¡No mándese a mudar! Toman trabajo hasta los 40 años. Chóferes hasta los 40 años, empresas de seguridad hasta los 40 años. No quieren veteranos ¿te das cuenta? O sea, que uno a partir de los 40 años no sirve más para el trabajo. Yo pienso que todos tenemos un pasado oscuro en nuestra vida ¿no? Todos tenemos”.

Después de siete años Dios bendiga a Roberto
Cuando nació la nena mía, tiene 11 años ahora (nació en el 90), no saben lo que era ¡un hambre en mi casa! Ni pan duro teníamos. Tenía un vecino, un muchacho amigo, que me conocía de adentro de la cárcel, que tenia caballos. Lo encontré ahí de casualidad, andaba juntado la basura con los carritos.

Un día lo miro y digo “yo te conozco a vos’’, “si yo también te conozco a vos’’ y nos pusimos a hablar, estuvimos juntos en la cárcel.

Resulta que a él le daban pan duro en las panaderías para los caballos. Cuando yo estaba mal me decía “venia acá que tenés pan para hacer, pan bueno, lindo”. Era una bolsa así de pan y llevaba pan y yo por ahí juntaba unas moneditas y compraba fiambre mortadela, salame, lo que, venía, lo mas barato y comíamos eso ¡Un hambre teníamos, cuando nació la nena!

Estuve como siete años sin trabajo. Trabajaba mi señora sola, sigue trabajando, pobre. Y bueno, un día mi señora se hace amiga de otra señora que viajaban juntas en el colectivo, y se ponen a hablar `` si, yo también y tengo a mi marido que esta sin trabajo como hace siete años ´´ ¿cuántos años tiene su marido? Pregunta. El tiene 55. Yo tengo a mi marido que trabaja allá en seguridad en municipales, le voy a hablar porque por ahí. Entrégueme los datos de él que yo voy a hablar con mi marido

Para mi fue una bendición de Dios, entonces le mandé los datos y el hombre sin conocerme ni nada, me consiguió trabajo. Sin conocerme el hombre, ¡mire lo que hace Dios!

Aquí aparece definitivamente una nueva metamorfosis de control social que ejerce su violencia a través de la resignación cristiana.

Dios –dice Roberto- es el que suple todas las necesidades de nuestro ser, el vacío de nuestro corazón, el es el que sacia el alma, entonces como dios nos sacia y nos llena con su amor, nos llena con su gracia, nos llena con su misericordia entonces no tenemos necesidad de buscar en cigarros, buscar en la droga, en el alcohol o ir a robar, no necesitamos nada ¿te das cuenta?

Roberto da consejos

Roberto sabe de andar buscando trabajo, desde que tenía 13 años anda en eso. Su inserción laboral fue docta en informalidades y larga en años de desempleo, pero a pesar de ello lo importante es Trabajar, y así le aconseja a su hijo. Virtud moral del Trabajo.

“Lo aconsejo en todo momento y le repito hasta el cansancio, le repito siempre. Nene, no andes con mala junta que un día te van agarrar con una mala junta y sin comerla ni beberla te vas a comer una cana, te lo digo yo porque yo lo viví, hijo, deja a la mala junta, no sirve. (...) ¡Dejá eso!, no sirve hijo. Buscate el bien, buscate el bien, buscate una changuita. Un verdulero, un frutero, un almacenero, un carnicero ¡andá!. Quiere que le laves, que le baldies, la carnicería que le laves, quiere que le hagas un mandado. No andes con esa gente porque esa gente esta perdida”.

Fideo hizo de todo en su vida
“Hice de todo en mi vida” -señala Fideo cuando se le pregunta sobre el trabajo-. Tenía el pelo por acá, duro de mugre, todo chivudo, la pilcha toda mugrienta. Estaba dejado como un ciruja. Y me dice mira yo tengo un laburo para vos, ¿si querés venir?. ¿adonde? a Caraza. Nunca pensé conocer Caraza. Un asentamiento. Tengo un ranchito ahí. Me dijo adonde vivía. Me dijo vamos a buscar un caballo, que te presto.. Y yo decía que nunca me iba a subir a un caballo, que nunca lo iba a manejar. Y aprendí, solo aprendí. Le ponía la montura así nomás y salía. ¿Sabes cuantas veces me caí?. ¡Lo que pase hambre! ¡la pasé!.

Del asentamiento levanté. Vendía huevos con un carro y un caballo para el lado donde yo tiraba. Una mujer de ahí del barrio me ofreció yo cuento los huevos, yo te doy y de la ganancia vamos y vamos. 30 huevos dos pesos .Bueno, ¿cuántos cajones tiene? Y mándeme le digo, 5 o 6 cajones, eh ¿tantos vas a llevar? por lo menos lleva tres, eran seis los que llevé y yo me tenía fe. La chabona me dio seis. Me fui a las ocho de la mañana y volví a las dos de la tarde. Vacio el carro. Hoy me vuelvo a llevar las seis. Hasta que me compré una yegua. ¡Me compré una yegua! ¡Me compré un equipo!

Iba a vender a Boulogne, Zapata hasta Mataderos. Si, despacito y en un año me compré todo. Si al tipo le compre y después empecé a comprar huevos para mi.

Después conseguí acá (en la municipalidad) me dijo no te vayas, vos te vas a laburar conmigo y me dio contrato al toque, el tipo. Ya éramos tres después quedamos dos después quede solo después cayo la otra la de la privada (seguridad). Luego se suspendieron los contratos y estuve 11 meses sin nada.

CONCLUSIÓN
Existe una afinidad electiva entre globalización, economía de mercado y política penal que convoca a una guerra contra la delincuencia, otorga mayores facultades a la policía, aumenta la pena por los delitos leves, culpando a la droga de los males sociales, activando la sospecha social sobre los pobres, apelando a la mano dura siempre sobre la población empobrecida, endureciendo los regímenes de prisión.

En suma, se elude enfocar la cuestión acerca de las consecuencias sociales que ha acentuado el actual modelo de sociedad meritocrática como la desocupación, la degradación, la marginación y su apéndice de inclusión cultural.

¿Nacemos delincuentes? Se pregunta Roberto y sigue ¿que es lo que nos va formando?

El medio ambiente -se apresura a responder- nos va haciendo, la misma sociedad nos empuja. Es un problema social, la misma sociedad nos empuja. Ellos creen, los políticos, que haciendo cárceles van a solucionar el problema de la delincuencia. ¡No la van a solucionar! Al contrario.

Suponer que quienes delinquieron eligen el camino fácil es obviar la discusión sobre las condiciones de existencia o identificar éstas como siempre existentes (siempre hubo pobres, siempre hubo delincuentes y así ad infinitud).

Quienes pueblan las cárceles aparecen como un número en las estadísticas de criminalidad, sobre ellos se intenta hacer desaparecer todo rastros de origen, eximiendo de responsabilidad colectiva sobre la desigualdad a la que son sometidos. Son los síntomas de un orden social desintegrado por la desigualdad cada vez más ampliada entre los más ricos y los más pobres. De un sistema económico-político que centrifuga millones de personas hacia los márgenes de los beneficios sociales.

Las historias de vida de Roberto y Fideo dialogan atravesadas por la institucionalización penal y son un espacio de interacción pródigo de privaciones, de falta de oportunidades, de desencanto que se acrecienta y enquista posterior al cumplimiento de la condena.

La relación en particular con el Trabajo, como valor moral, nos sirve para entender la correlación nuclear y siempre estrecha en sus vidas con la inseguridad existencial y al unísono la inclusión cultural.

Las posibilidades de encontrar espacio en un mercado de trabajo comprimido y expulsivo son sumamente reducidas. Cuando consiguen inserción laboral se trata de actividades que no requieren calificación, mal remuneradas y sin contratos legales abroqueladas en la marginalidad. La trayectoria laboral y sus desaguaderos de informalidad y privación de seguridad social, destronan el prejuicio dominante que quienes delinquen eligen el camino fácil del no trabajo. Su inserción laboral está signada por el difícil camino de la marginalidad.

Resulta paradigmático la asimilación entre el `hecho de salir a robar´ cómo un trabajo, a lo cual se le suman los consejos que en el presente les dan a sus hijos sobre los beneficios del trabajo versus el mundo del delito. En ello se percibe el rasgo moral que tiene el Trabajo en sus vidas y como deseo para los suyos. Roberto dice “ahora con trabajo estoy tranquilo. Gracias a Dios”

La relación que establecen con el Trabajo es lo que define su condición de inclusión en esta cultura. Aunque informal, por veces inexistente y otras peligroso: el Trabajo los dignifica.

En la vida marginal de Fideo y Roberto el delito los sumergió aún más y oprimió con fuerza a las acequias del control social. Aunque hubo un instante que el mundo del delito les reveló los placeres terrenales y les otorgó la identidad de Señor, herencia negada por su condición de pobre.

Hoy ambos se dicen salvados, a Roberto lo eligió Dios y a Fideo una mujer.

Por último las palabras de Fideo que explica cómo se sobrevive en el mundo de los poderosos: “me gusta más la libertad que volver a agarrar un revolver y salir a chorear. Por más cagado de hambre que esté ¿volver a chorear? ¿para qué? ¿para darle el gusto a los giles?”.

NOTAS
-1- Tuñon, Enrique “Camas desde un peso” En Orgambide, Pedro Compilador (1999) “Los desocupados. Una tipología de la pobreza en la literatura Argentina” Buenos Aires. Universidad Nacional de Quilmas

-2- “El jueves 1 de abril hubo una gigantesca marcha —las estimaciones fueron de 150 a 350 mil personas— frente al Congreso, en la que Juan Carlos Blumberg, se erigió como impremeditado referente social: reclamó penas más duras, se quejó de que los delincuentes "tienen más derechos humanos de los que tuvo mi hijo" y apuró a los legisladores a que votaran una serie de leyes que impulsaba la derecha en el Congreso.

El presidente Kirchner temió que el movimiento generado a partir de la primera marcha derivara en un cacerolazo o en una nueva articulación de la derecha y no perdió el tiempo. Recibió con generosidad a Blumberg, dijo que sí a cada uno de sus reclamos, le designó una custodía de la Policía Federal —que aún conserva— y también le abrió las puertas de la SIDE. Además, impulsó el desembarco de Arslanián en la Provincia de Buenos Aires, el único político que se animó a frenarle los reclamos a Blumberg, acusándolo de "fascista".
Lucas Guagnini (2004).”Repudio masivo a la inseguridad Argentina En “Sociedad” Díario Clarín Abril 1 de 2004

-3- CAMUS, Albert (1985) “LA CAÍDA” Buenos Aires Editorial Losada

GLOSARIO DE VOCABLOS Y EXPRESIONES

Boludo: adjetivo calificativo. Dicese de una persona incapaz, inútil.

Cirujeo: rescatar de deshechos objetos, materiales de los que se obtiene un ingreso económico.

Dar bolilla: prestar atención o demostrar interés

Joda: fiesta, diversión

Giles: adjetivo calificativo. Dicese de una persona ingenua.

Laburo: trabajo, empleo

Morfar: comer

Mula: adjetivo calificativo. Dícese de la persona en servidumbre.

Tipo: género masculino hombre.

Trucho: falso

Vago: género masculino hombre.

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* Datos sobre la autora:
* Betina Uzcudún
Trabajadora Social

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