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Edición N° 44 - verano 2007

ARGENTINA Y BRASIL EN LOS '60
Apuntes sobre los nuevos autoritarismos

Por:
José Luis Parra
* (Datos sobre el autor)

“En 1964 se produjo un golpe militar en Brasil. Dos años más tarde, también los militares argentinos tomaban el poder. Se inauguraba con esos golpes un período de gobiernos militares en tanto que institución, durantes el cual las fuerzas armadas buscaron promover un cambio industrial acelerado basado en una nueva e ingente inversión extranjera. Eliminaron, o controlaron drásticamente, todo tipo de elecciones; introdujeron importantes restricciones sindicales y adoptaron programas de austeridad económica que imponían controles salariales sobre el ´sector popular´ urbano. Tales programas de austeridad fueron generalmente interpretados como parte importante del esfuerzo por crear un clima de inversión que se presumía atractivo para los inversores extranjeros. Dado que, con frecuencia, el sector popular se había opuesto vigorosamente a dichos programas de austeridad, sobre todo por canales tales como las organizaciones sindicales y las elecciones, el control de esas formas de expresión política pareció una parte esencial del esfuerzo de sostener las nuevas políticas económicas y de lograr el nuevo crecimiento económico”

David Collier -1-



Introducción

El texto de David Collier nos da el pie para profundizar acerca de lo que se denominan “nuevos autoritarismos” en América Latina. Para ello, tomaré especialmente los casos de Brasil y Argentina.

Antes de entrar de lleno en este análisis, debo señalar dos elementos que me permitirán guíar este trabajo referido a esta etapa tan importante de nuestra historia reciente.

1. Opino que estamos frente a una interpretación incompleta o quizás una mala traducción del inglés en el texto de Collier, cuando se utiliza el término “austeridad”.

2. Advierto que los casos brasileño y argentino -en relación a los Golpes de Estado de la década del '60 y el fortalecimiento de los Partidos Militares- si bien se encuadran en un mismo plan continental en el que participó activamente Estados Unidos de Norteamérica como potencia hemisférica, difieren sustancialmente en el rol que les cupo luego en el proceso posterior de sus desarrollos económicos.

  1. David Collier publicó en 1979 “The New Authoritarianism in Latin America” (Princeton University Press). La versión en español data de 1985 (El nuevo autoritarismo en América Latina. Editorial Fondo de Cultura Económica).

    En la versión traducida se señala que las fuerzas armadas “adoptaron programas de austeridad económica” y que “el sector popular se había opuesto vigorosamente a dichos programas de austeridad”, de allí que “el control de esas formas de expresión política pareció una parte esencial del esfuerzo de sostener las nuevas políticas económicas y de lograr el nuevo crecimiento económico”... -2-

    El término “austeridad” se ha confundido seguramente por “severidad” (en el inglés “stern”, en este caso el sinónimo correcto para “austerity”). No se trata de sobriedad o estoicismo, sino de severidad o rigidez.

    De esta manera la frase de Collier adquiere un sentido más completo. Las Fuerzas Armadas de Brasil y Argentina tomaron -en forma ilegal- el poder de los Estados para imponer un “severo” programa económico de apertura de los mercados a los capitales extranjeros con un profundo cambio en los modos de producción y una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza.

    Así se explica que el autor señale la oposición “vigorosa” del sector popular a dichos programas.

    Marcar esta cuestión no es menor. Se trata de contextualizar el conflicto entre dos proyectos políticos que fue dirimido a sangre y fuego durante la década del '70. El modelo de sustitución de importaciones -y creciente industrialización desarrollado desde fines de la segunda guerra mundial- terminó superado violentamente por el nuevo orden hemisférico liderado por las empresas multinacionales. En este nuevo orden, la política económica de los países sudamericanos quedó bajo la tutela del capital multinacional y los ejércitos nacionales se erigieron en los custodios de estos nuevos regímenes, reprimiendo y desarticulando las organizaciones sindicales y los movimientos populares.

  2. Los golpes militares de Brasil (1964) y Argentina (1966) se produjeron en el marco de la denominada Doctrina de Seguridad Nacional y constituyeron el triunfo de la política hegemónica del sistema capitalista impuesto por Estados Unidos en Latinoamérica. Como advierte Collier, los militares en el poder trabajaron afanosamente por “crear un clima de inversión que se presumía atractivo para los inversores extranjeros”. Y la represión fue necesaria para “sostener las nuevas políticas económicas y de lograr el nuevo crecimiento económico -3-.

    Sin embargo, las condiciones no eran las mismas en ambos países. Argentina contaba con un creciente desarrollo industrial, sustentado en un sistema de producción con capitales nacionales, integrado en muchos casos por medianas empresas de propiedad familiar, o empresas de carácter cooperativo e incluso estatal (caso SIAM o ingenios azucareros en la provincia de Tucumán). Este desarrollo productivo estaba acompañado por un conjunto de trabajadores de alto nivel de capacitación. Esta capacitación estaba sostenida por un sistema de educación estatal socialmente abarcativo.

    Brasil, por el contrario, contaba con mayor número de habitantes, pero su población tenía escaso nivel de educación formal, mayores índices de desocupación, menor preparación de mano de obra calificada, niveles inferiores de organización sindical, entre otros datos.

    Tal como señala Collier -4-, estos indicadores sostienen entonces tres aspectos de la evolución del “partido militar” y el modelo brasileño: nivel más leve de represión política y policial; preferencia de las grandes multinacionales por realizar “inversiones” en el sector industrial sin el peligro de una clase obrera combativa y permiso para el desarrollo de una burguesía nacional aliada a los intereses oligopólicos.

    Se verificó así la aceptación de las políticas económicas dictadas por los organismos internacionales de crédito (especialmente el FMI y el BM) y este proceso se amplió luego con el traslado de empresas desde Argentina a Brasil durante la década del '70 y aun más luego de la crisis argentina de 2000/2001, dejando posicionada a Brasil como la gran potencia económica latinoamericana.

Crisis de los populismos

El desarrollo capitalista genera dependencia y plantea complicaciones en las relaciones internas de los países, ya que exige una planificación a largo plazo haciendo intervenir ideas y fuerzas políticas nacionales.

Estas contradicciones se enfrentaron en el escenario complejo que resultó al fin de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que define sobre todo este contexto es la transformación de la potencia dominante en el hemisferio en la primera potencia mundial, que es consecuencia de la enorme concentración en ella del poder económico y militar. La guerra fría, al organizar las relaciones internacionales­ en un sistema bipolar en el cual la potencia antagonista de los Estados Unidos, debilitada en sus recursos económicos y humanos por la guerra, no puede constituirse en auténtica rival de aquéllos, viene a consolidar ese dato básico del nuevo orden planetario que es la hegemonía norteamericana, a la que se allanan no sólo los antiguos poderes rivales doblegados por la derrota, sino aun los partícipes de una victoria que los ha arruinado hasta el punto de no poder pensar siquiera en prescindir del auxilio estadounidense”. -5-

Los denominados populismos latinoamericanos, especialmente los modelos argentino y brasileño, fueron derrocados por sendos golpes militares, pero lejos estaban las fuerzas armadas -y los grupos políticos y económicos a quienes sirvieron- de poseer un proyecto acabado.

Marcelo Cavarozzi valora a Cardoso y Faletto por su análisis del pasaje a una nueva etapa en el desarrollo latinoamericano. “Este pasaje se caracterizó por un doble punto de inflexión, económico y político, en el estilo de desarrollo que se había basado en la industrialización sustitutiva y en la expansión de la participación social y política de los sectores populares.”

De acuerdo a este análisis, “la crisis de los populismos de Brasil y Argentina quebró asimismo los mecanismos de sucesión constitucional en ambos países.

Sin embargo, a pesar de las presiones de los sectores militares más extremos, la ruptura institucional no se tradujo en la instalación de regímenes militares estables y con propósitos de una prolongada permanencia en el poder. Una de las razones, si bien no la única, que "demoró" en una década la emergencia de regímenes burocrático-autoritarios en Argentina y Brasil fue la circunstancia de que el sustrato ideológico del intervencionismo militar de la década de 1950 contuvo un ingrediente democratista que, de algún modo, forzó un rápido retorno a diferentes variantes de una suerte de semi-democracia parlamentaria.” -6-

Antecedentes de los nuevos autoritarismos: la Doctrina de la Seguridad Nacional

Durante la década del '60 surgieron en Latinoamérica sistemas autoritarios que poseen elementos comunes a pesar de la diversidad de realidades de los países del continente.

Estos sistemas consolidaron la militarización de la sociedad y la política, y se dieron en el marco de la reacción impulsada por Estados Unidos de Norteamérica ante la Guerra Fría y la Revolución Cubana, implementando lo que se denominó la “Doctrina de la Seguridad Nacional”.

Un antecedente de esta doctrina es la firma del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) en 1947. Un año después, se redactó en Bogotá la primera resolución continental (OEA) contra el comunismo. En 1954 se confirmó esa declaración política, sosteniendo de hecho la intervención contra el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala.

En 1962, el presidente John F. Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, plan que intentó ofrecer resistencia al avance del “comunismo” por medio de inversiones y desarrollo económico en los los países latinoamericanos. Es clarificador el pensamiento de Robert Mc Namara, secretario de Defensa de Kennedy, quien afirmó en ese momento que su país debía “ayudar a proveer seguridad a aquellas naciones en desarrollo que genuinamente necesitan y piden nuestra ayuda... en una sociedad que se está modernizando, seguridad significa desarrollo y sin desarrollo, no puede haber seguridad....” -7-

Es interesante el planteo que hace Claude Heller al respecto: Numerosos son los especialistas de la política latinoamericana de Washington que sostienen la idea de que el presidente Kennedy trató a lo largo de su breve gestión gubernamental "promover la democracia" en la región siguiendo una nueva política hacia los regímenes anticonstitucionales. La idea central de Kennedy era que las dictaduras militares, caracterizadas por una política económica y social conservadora así como por la represión de toda disidencia política, no constituían una garantía contra la expansión y la acción comunista. Por el contrario, no hacían sino favorecer un clima propicio a la penetración comunista y prueba de ello eran los acontecimientos que se habían desarrollado en Cuba”. -8-

El asesinato de John Kennedy en 1963 marcó el triunfo del ala dura de la política estadounidense. Lyndon Johnson, su sucesor, se lanzó a gran escala a la guerra en Vietnam mientras se desarrollaban los planes de intervención en los países latinoamericanos, a través de los militares preparados para la “lucha anticomunista” en la Escuela de las Américas en Panamá.

De este modo, se formalizaría la imposición de regímenes militares adictos, agitando el fantasma del comunismo mientras se consolidaba en realidad en toda América el modelo de destrucción de los aparatos productivos nacionales para colocar las estructuras económicas al servicio de las empresas multinacionales.

Los ejércitos de América de Sur debían expandir su rol interno, su misión era la de salvaguardar la nación, lo que las llevaría a asumir el control del Estado para asegurar la unidad de la Nación y el cumplimiento de su destino de "gran país". -9-

La intervención de Estados Unidos incluyó la asistencia militar y programas de inserción en las sociedades latinoamericanas, tanto a nivel político como comunicacional. Según Claude Heller, “el énfasis de la ayuda militar debía ser puesto sobre la seguridad interna de cada país y todo gobierno debería estar capacitado para garantizar su propia seguridad adaptando su potencial militar a las modalidades de la "guerra interna".... El segundo aspecto... consistió en la elaboración de programas de acción cívica en estrecha colaboración con los militares latinoamericanos.... Desde el punto de vista norteamericano, los militares no constituían únicamente una fuerza que garantizaba el mantenimiento del orden frente a la subversión sino que también podían ser estimulados a participar en la transformación económica y social .... Estados Unidos pretendía que a través de los programas de acción cívica los militares latinoamericanos apoyarían las reformas económicas y sociales y no les opondrían un veto político sistemático. De esta manera, las fuerzas armadas desempeñarían un papel fundamental en el "proceso de modernización" facilitado por su acceso a la información sobre todos los problemas internos así como por un estrecho contacto con la sociedad civil. -10-

El camino hacia los regímenes burocrático-autoritarios

Si bien durante la década del '60 el poder militar se impuso en los países latinoamericanos, no será hasta los '70 que se consolide lo que Guillermo O'Donell denomina regímenes burocrático-autoritarios, caracterizándolos como “un sistema de exclusión, tanto política como económica de los sectores populares previamente movilizados, a los que se desalojará o eliminará de la escena política. Los problemas serán definidos como técnicos y no políticos, por ello, las soluciones debían ser administrativas, de allí la necesidad de incluir entre los ministros y asesores de estos gobiernos a "los técnicos", que habrían de mediar en una eficiente administración del Estado.

El Estado Burocrático Autoritario, es asimismo, exclusión de la ciudadanía y de la democracia política, prohibición de lo "popular", supresión de los canales de acceso al gobierno, como también de los partidos políticos. Es un sistema que beneficia económicamente, solamente a los grandes capitales y a un sector de la burguesía y por lo tanto, aumenta las desigualdades sociales”. -11-

Fernando Henrique Cardoso define la diferencia entre estas experiencias represivas, cuando analiza los golpes militares en la década del 60, señalando que “aunque hay regímenes militares en el poder en casi toda América Latina, es esencial hacer distinciones entre ellos. En la clasificación de situaciones tan diversas, debemos evitar la confusión entre el caudillismo del viejo militarismo latinoamericano (como en el caso de Paraguay) o el caudillismo de base familiar (como en el caso de Nicaragua), y el control más institucional de poder por el cuerpo de oficiales como totalidad que existe en algunos otros países.-12-

El control del Estado fue fundamental para consolidar el nuevo modelo continental. Así, “el Estado se convirtió en el centro de apoyo para la materialización de las aspiraciones económicas de las clases dominantes”. -13-

La experiencia brasileña

Getulio Vargas -quizás la figura cúspide del populismo latinoamericano- encabezó la Revolución de 1930, un movimiento cívico-militar que derrocó el viejo sistema de poder oligárquico, imponiendo numerosas transformaciones que modernizaron la estructura económica de su país.

Su sistema fue corporativista, ya que se apoyó en los sindicatos y en las organizaciones patronales. El control de la economía estaba en manos del Estado que tomaba las decisiones sobre la política económica. Luego de 15 años en el poder, fue derribado por un golpe de Estado. Volvió a gobernar al ganar las elecciones de 1951, hasta que un nuevo levantamiento armado lo derrocó en 1954.

Hasta 1964, la política del Brasil siguió dominada por sus seguidores. La estructura corporativa se fue debilitando con los años pero la política intervencionista se mantuvo y aun se amplió durante este período. En este escenario crecieron las demandas sindicales y se organizó una fuerza de izquierda con gran capacidad de acción política que produjo la inestabilidad del sistema político tradicional. En 1961 asumió la presidencia Joao Goulart. Sus casi tres años de gestión se desarrollaron bajo el signo de la crisis del modelo nacional populista, con una gran deuda y sin apoyo del sector privado. La economía se retrajo y las fuerzas sociales demandaron reformas estructurales: “Contando con la colaboración de Celso Furtado, economista formado en la Cepal, se elaboró un programa de modernización y desarrollo, donde principalmente estaba presente la reforma agraria, algo que nadie antes había osado realizar, justamente por tratarse de un punto altamente conflictivo, en un país donde los grandes propietarios terratenientes siempre han hecho escuchar su voz”. -14-

El fin del gobierno de Joao Goulart se precipitó cuando anunció en 1964 una reforma agraria, la nacionalización de las refinerías de petróleo y la decisión de luchar contra la evasión de capitales. Comenzaron de inmediato las críticas y las campañas de prensa desde los sectores de la oligárquía y hasta del mismo embajador de Estados Unidos en Brasil. Fue notable la labor demoledora de los principales medios de comunicación, logrando la desestabilización del gobierno. Este proceso fue acompañado por gran parte de la clase media. Como señala Halperín Donghi, en las ciudades las clases medias se identificaban cada vez más activamente con la oposición, y a comienzos de 1964 iban a ofrecer séquito multitudinario a las marchas de madres cristianas que, encabezadas por veteranos mariscales, declaraban su oposición irreconciliable al comunismo que, según denunciaban, era propósito del presidente instaurar en Brasil”. -15-

El temor a una salida hacia el socialismo fue la excusa que utilizó el grupo de militares que produjeron un nuevo golpe de Estado en 1964. El general Humberto Castelo Branco se convirtió en presidente de facto. En 1965, una ley redujo las libertades civiles, aumentó el poder del gobierno y confió al Congreso la tarea de designar al presidente y al vice-presidente.

En 1966 fue designado presidente el antiguo ministro de Guerra, el mariscal Artur da Costa e Silva. En 1968 creció la agitación social y política lo que llevó al presidente a darse poderes ilimitados y aumentar la represión, efectuar purgas políticas, realizar más recortes en la economía e imponer mayor censura. La dictadura militar se extendió hasta 1985. Dejó detras de sí un gigantesco endeudamiento en lo económico; un notable crecimiento industrial en el que se evidenciaba el control social y político de su clases populares y un alineamiento con Estados Unidos en su política exterior.

La experiencia argentina

En el caso argentino, el Coronel Juan Domingo Perón llegó al poder en 1945 avalado por un movimiento cívico-militar. Al igual que Getulio Vargas, fue derrocado por un sector de las Fuerzas Armadas que fue acompañado “por un amplio frente político que incluyó a todos los partidos no peronistas, los representantes corporativos e ideológicos de las clases medias y las burguesías urbana y rural, las fuerzas armadas y la Iglesia”. -16-

Cavarozzi señala que “tanto en 1955-1958 como en 1962-1963, los interregnos entre gobiernos constitucionales fueron ocupados por administraciones militares. Las mismas, sin embargo, no se propusieron reemplazar la democracia parlamentaria por un régimen político alternativo ni posponerla para un futuro distante, al que se arribaría sólo después que ciertos cambios económicos o sociales meran logrados. Más bien, el principal y autoproclamado objetivo de estos gobiernos temporarios fue, la imposición de mecanismos proscriptivos del peronismo, mientras, al mismo tiempo, intentaban erradicarlo.” -17-

La decisión de proscribir al peronismo imposibilitó la construcción de un sistema político estable. Los sucesivos gobiernos constitucionales posteriores a la Revolución Libertadora debieron enfrentar esa ilegitimidad de origen”. -18-

En 1961, las presiones militares debilitaron el gobierno de Frondizi. Para el Partido Militar estaba claro que la vía democrática sólo podía llevar a una creciente movilización social en una Argentina en la que surgía a cada momento el fantasma del peronismo. Era virtualmente imposible frenar la participación peronista en cada elección, como sucedió en la elección de autoridades en la provincia de Buenos Aires en 1962, en la que se impuso el candidato peronista Andrés Framini, elección que fue anulada por el Gobierno nacional y que aceleró un nuevo golpe militar que produjo la caída de Frondizi.

El golpe de gracia al débil sistema pseudo democrático lo dio la política de medidas proteccionistas de Arturo Illia (1963-1966), hacia el sector petrolero y los laboratorios nacionales (Ley Oñativia).

Juan Carlos Onganía -en nombre del Partido Militar- se alzó nuevamente contra la Constitución, derrocando a Illia. Y otra vez se agitó el fantasma del comunismo. Onganía afirmó entonces que “no habrá proyecto económico realizable si no se asienta sobre el necesario orden político... Estas son las condiciones que la subversión marxista quiere ver desvanecidas, porque toca a los fundamentos de la sociedad y porque conoce la debilidad irreparable de los programas económicos que no están afirmados en un sistema de política estable.” -19-

Según sus dichos, Onganía pretendía guardar las urnas por largos años. Puede decirse que su proyecto fracasó y produjo el mal tan temido: el retorno de Perón. Sin embargo, dejó una marca muy fuerte en la vida del país. En este sentido, se destaca la designación de Krieger Vasena en el Ministerio de Economía, desde donde se tomaron medidas que promovieron el ingreso de capitales multinacionales desplazando a empresas familiares o de capital nacional y se puso en marcha el proceso que marcó el aumento en la concentración de riqueza en manos del capital, creciendo la inequidad en el reparto del producto nacional.

El gobierno de Onganía -entre otras medidas- volvió a desregular la producción petrolera; dejó sin efecto la Ley Oñativia; intervino las universidades; cerró 11 ingenios (de un total de 24) de la provincia de Tucumán. En síntesis, comenzó el largo camino que significó el quiebre de la economía argentina, el cierre de importantes empresas automotrices (trasladadas a Brasil), la desinversión y consiguiente crisis educativa y su desarticulación con la vida socio económica del país, etc.

Las concentraciones obreras, muy organizadas y movilizadas, confluyeron en acciones directas de oposición y lucha, a las que se sumaron agrupaciones políticas y estudiantiles. Fue el fin de la Revolución Argentina. La falta de soluciones económicas obligó a una salida política: se planteó la idea del Gran Acuerdo Nacional y la habilitación del peronismo en las elecciones de 1973.

El Partido Militar se preparaba para cumplir su parte del plan continental impulsado por Estados Unidos a través de la profundización de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que terminará de quebrar el aparato productivo y consolidar un extraordinario endeudamiento al capital multinacional, “proceso” sostenido en un plan sistemático de represión, asesinatos y desaparición forzada de personas.


Conclusión

En América Latina, la década del '60 estuvo determinada por el contexto de la Guerra Fría. Para EE.UU., el enemigo número uno fue el comunismo, plasmado concretamente en la revolución cubana liderada por Fidel Castro.

Por otro lado, el triunfo en la segunda gran guerra permitió a Estados Unidos lanzarse a reconstruir el sistema capitalista a escala mundial: “...la nueva realidad de los países latinoamericanos, estará marcada por la ruptura de las condiciones económicas y políticas del período anterior, ahora totalmente desfavorables a la continuidad de aquel proceso de políticas redistributivas, crecimiento del mercado interno y desarrollo e intensificación de la industrialización por sustitución de importaciones, iniciado en la década de 1930 bajo la influencia de la Gran Crisis, primero y luego como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo América Latina deberá definir su alineamiento frente a la nueva estrategia político-militar de la Guerra Fría, lo que significará una subordinación, en última instancia, al proyecto de reconstrucción del capitalismo bajo la hegemonía de los Estados Unidos”. -20-

Remarco dos interpretaciones sobre la acción y consecuencias de los nuevos autoritarismos:

Política: los Estados Unidos de Norteamérica y los militares en el poder en los países latinoamericanos desarrollaron relaciones de integración para enfrentar el modelo comunista y las ideologías de izquierda, llevando a la práctica la denominada “Doctrina de la Seguridad Nacional”.

Económica: Estados Unidos apoyó los golpes de estado en Latinoamérica y logró consolidar su poder económico, afianzando la relación de dependencia de los países latinoamericanos al capitalismo, confirmando su penetración continental con el concurso de las empresas multinacionales.

Muchos autores analizaron en profundidad el papel que cumplieron las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos, no sólo en el orden del combate a la izquierda y el comunismo “apátrida”, sino en el autodesignio cuasi divino de constituir la custodia de los valores supremos del hombre.

Otra interpretación que surge de las anteriores y enriquecería este estudio es la del orden sociológico, que analizaría las condiciones políticas y sociales del proceso de afianzamiento del sistema capitalista en el continente americano.

Por último, no deberíamos pasar por alto la cuestión religiosa, en la que se destaca el rol cumplido por la Iglesia Católica durante este proceso, especialmente en países como Argentina y Brasil. La profunda división en el seno de la Iglesia y sus seguidores constituye una referencia insoslayable a la hora de realizar una caracterización de los nuevos autoritarismos. Destaco la ubicación ideológica de las cúpulas eclesiásticas, su alineamiento y aval a los regímenes militares en la lucha contra el comunismo; así como el compromiso hacia las necesidades del pueblo expresados por el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y la Teología de la Liberación, ubicados en el polo opuesto del espectro político.

Para finalizar, y a modo de síntesis, señalo que el modelo de sustitución de importaciones -y creciente industrialización desarrollado en países como Argentina y Brasil desde fines de la segunda guerra mundial- se frustró por el nuevo orden hemisférico liderado por Estados Unidos. En este nuevo orden, los países latinoamericanos quedaron bajo el control del capital multinacional y sus ejércitos nacionales se erigieron en los custodios de estos nuevos regímenes, desarrollando un rígido y autoritario esquema político y social que reprimió y desarticuló las organizaciones sindicales y los movimientos populares.

Un caso paradigmático es el de Argentina, que contaba con un desarrollo industrial (aunque incipiente) en el que sobresalía una mano de obra de alta calificación surgida de un excelente sistema educativo (Escuelas Técnicas, Universidades, etc); una fuerte organización sindical y una alta conciencia de los logros alcanzados a partir de la implementación de políticas sociales, especialmente por el gobierno peronista. Aquí fue necesario que las Fuerzas Armadas implementaran un plan de mayor envergadura represiva, que se ejecutó durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional.

Por otro lado, desde los años 60 a la actualidad, podemos observar el crecimiento industrial de Brasil (que incluyó el traslado de industrias desde Argentina en los '70, proceso que se apoyó en el escaso nivel de conciencia gremial y organización de la clase obrera y la población agraria), su alianza estratégica con el capital internacional (FMI y BM), su alineamiento con Estados Unidos y consecuente consolidación como referente político y económico en Sudamérica.

NOTAS Y APUNTES BIBLIOGRÁFICOS
-1- Collier David. Introducción, en David Collier (comp.), “El Nuevo autoritarismo en América Latina”, México, FCE, 1985, p. 9

-2-Ibidem.

-3- Ibidem.

-4- Collier, David. ed. “The New Authoritarianism in Latin America”, (Princeton University Press), Princeton, 1979. Summary: p.3 a 16.

-5- Extraído de Halperin Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Alianza Editorial, 1996, pag.444-467. Capitulo 6: La búsqueda de un nuevo equilibrio (1930-1960)

-6- El 'Desarrollismo' y las relaciones entre Democracia y Capitalismo dependiente en “Dependencia y Desarrollo en América Latina”. Extraido del libro de Marcelo Cavarozzi. El capitalismo político tardío y sus crisis en América Latina, Rosario, Homo Sapiens Ediciones, 1996.

-7- Mc Namara, Robert. Citado por García, Alicia en “La doctrina de la Seguridad Nacional” Tomo 1. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991.p:12

-8- Heller, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: Un intento de evaluación”. En Revista Nueva Sociedad, http://www.nuso.org/upload/articulos/273_1.pdf, diciembre de 1973.

-9- Apuntes de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”. Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.

-10- Heller, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: Un intento de evaluación”. En Revista Nueva Sociedad, http://www.nuso.org/upload/articulos/273_1.pdf, diciembre de 1973.

-11- O`Donnel, Guillermo, El Estado Burocrático Autoritario. 1960-1973, Buenos Aires, Ed. Belgrano, p. 60. (tomado de los apuntes de cátedra)

-12- Cardoso, Fernando Henrique. “Sobre la caracterización de los regímenes autoritarios en América Latina”. Capítulo 2, en David Collier (comp.), “El Nuevo autoritarismo en América Latina”, México, FCE, 1985.

-13- Ceballos, Jorge Gilbert. “Capitalismo dependiente latinoamericano y emigración”. Artículo publicado por The Evergreen State College. En: http://academic.evergreen.edu/g/gilbertj/depend.mig.pdf

-14- Apuntes de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”. Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.

-15- Halperín Donghi, Tulio. Historia contemporánea de América Latina. Texto obligatorio.

-16- EL FRACASO DE LA “SEMI DEMOCRACIA" Y SUS LEGADOS. En Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia (1955-1983).

-17- Ibidem.

-18- Apuntes de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”. Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.

-19- Onganía, Juan Carlos. Discurso pronunciado en Punta del Este en la Reunión de Presidentes Americanos, 12 de abril de 1967. Citado por García, Alicia en “La doctrina de la Seguridad Nacional” Tomo 1. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991.p:106

-20- Apuntes de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”. Universidad Nacional de Rosario. Año 2006..



* Datos sobre el autor:
* José Luis Parra
Profesor de Historia y Geografía

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