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Edición N° 43 - primavera 2006

Acercamiento a la realidad de personas externadas de un servicio de Psicopatología. Un intento grupal para la construcción de lazos

Por:
Verónica Natacha Prada y Maria del Carmen Masciovecchio
* (Datos sobre las autoras)


INTRODUCCIÓN


“...afuera (del hospital) te tildan de loco...”

J.C.


Este trabajo pretende dar cuenta de la experiencia realizada con un grupo de personas externadas de salas de Psicopatología de un Hospital General de Agudos de la Ciudad de Buenos Aires, mientras participábamos de nuestra formación como Trabajadoras Sociales en el área de Salud del Sistema de Residencias del GCBA.

El proyecto comienza por inquietud de parte de la residencia de psicopatología quienes convocan a nuestra residencia a la participación en el mismo. El proyecto había surgido por la preocupación por las frecuentes reinternaciones, y tuvo como propósito generar un espacio de apoyo en la externacion para fortalecer los lazos familiares y sociales.


A través de esta experiencia pudimos reflexionar críticamente sobre la posibilidad de un abordaje que tenga en cuenta las problemática de las personas dadas de alta en este tipo de servicios y su vuelta al “afuera”.

En este sentido nos parece necesario repensar, y reflexionar acerca de la realidad de los expacientes de un servicio de estas características enmarcado en la realidad social, comunitaria más general y en las posibilidades institucionales de brindar o acompañar el proceso de fortalecimiento y creación de lazos.

Partimos de las siguientes preguntos orientadoras: ¿Es posible contribuir desde los equipos de salud mental de los hospitales publicos de la ciudad a la generación de lazos por parte de los enfermos psiquiatricos crónicos externados? ¿Cual podría ser el modelo de abordaje, el dispositivo adecuado para este fin?


Es por ello que en el presente trabajo nos proponemos analizar la experiencia de intervención interdisciplinaria realizada con un grupo de personas externadas de un Servicio de Sicopatología, y analizar la correlación que existió entre la finalidad del proyecto y el dispositivo creado a tales fines, a partir de la descripción de las vivencias de los participantes del grupo a través de lo compartido durante el desarrollo del mismo.



NUESTRO MARCO COMPRENSIVO PARA SITUARNOS EN LA PROBLEMÁTICA

Entendemos al proceso salud-enfermedad como enraizado en las condiciones objetivas de vida de quienes los padecen. “...el proceso salud enfermedad deja de concebirse como algo exclusivamente biológico e individual y se plantea como un proceso condicionado socialmente que se concreta en seres humanos, en grupos que se relacionan con la naturaleza y entre si de cierta manera...se parte de que las causas fundamentales de la salud y la enfermedad se encuentran en la forma en que se organiza la sociedad para producir y reproducirse, es decir en el modo de producción dominante, como en este caso el capitalismo...1”. Es en este marco donde concebimos lo relativo a la salud mental, considerando que la sociedad es quien genera las condiciones para el surgimiento de la enfermedad mental. Siguiendo a Galende, “toda sociedad produce una subjetividad situada en su tiempo histórico y a la vez genera las condiciones suficientes y necesarias para establecer distintas formas de padecimiento mental”2. En las políticas en este sector de los últimos tiempos se ha asumido más cabalmente que la salud mental forma parte de las condiciones generales de bienestar, ocupándose específicamente del bienestar psíquico y del sufrimiento mental, viéndola así como estrechamente unida a las condiciones sociales de vida. “La pareja, la familia, la vida comunitaria, la participación en la vida política, etc. no es que condicionen o que sean contexto del bienestar psicológico sino que son el ámbito mismo de producción de valores de felicidad o sufrimiento”3

Igualmente, este campo no escapa al estado general de las políticas de estado respecto de la salud, donde prima una tendencia a convertirla en un bien de mercado, y cada vez es menos considerada como un derecho de la población. Esta concepción se filtra en los diagnósticos en el área. A modo de ejemplo, Galende nos habla de la imposición de la utilización de los criterios de clasificación (fundamentalmente del DSM IV), que “responden a las necesidades de auditoria y control de las administraciones y violentan los criterios diagnósticos y nosograficos de los terapeutas. Esta propuesta no surge de los profesionales ni de las teorías ni de los métodos que utilizan, sino de las exigencias de los seguros de enfermedad y de los requerimientos de las obras sociales”4

Si concebimos a la salud mental, y por tanto a su contraparte, la “locura”, como construcción social, también consideramos construcciones a las teorías, técnicas e instrumentos para explicarla y darle respuesta. “Toda cultura elabora ella misma modelos para ser comprendida. La representación que la cultura da al daño mental circunscribe el lugar en que ha de constituirse el conocimiento y define la disciplina que ha de encargarse del mismo”5. También los dispositivos creados para dar respuesta al problema de la “locura” no están ajenos a como pensemos su origen y consecuencias, y a qué esperamos de los mismos.

Este proceso de producción social de la locura y las diferentes formas de representarla responden siempre a una posición hegemónica que tiene fuerza en un momento histórico determinado. Con esto queremos relativizarla, separándola de lo natural y lo biológico y entendiéndola como producida socialmente. En este momento nos parece necesario introducir el concepto de norma: Una norma normaliza y la enfermedad mental requiere una definición previa de lo que es normal, esta definición que esta naturalizada oculta su origen social para poder definir quienes quedan fuera de la normalidad y componen en ese momento el grupo de “enfermos mentales”. La norma implica “poner una exigencia a una existencia, se propone como una unificación de la diversidad y de reabsorción de una diferencia”6. Siguiendo a Becker, podemos decir que las reglas sociales definen ciertos tipos de comportamientos apropiados y define conductas como correctas y otras como incorrectas. Basaglia comenta que la psiquiatría posee un poder que no le permite comprender al enfermo mental y a su enfermedad, pero le sirve para defenderse de ellos, utilizando la clasificaciones y esquematizaciones psicopatologicas. “En su diagnóstico el psiquiatra se reviste de un poder y de una terminología técnica para sancionar lo que la sociedad ya ha producido excluyendo a quien no ha entrado en el juego del sistema (...) sin embargo esta sanción esta desprovista de todo valor terapéutico, puesto que se contenta con operar una distinción entre lo que es normal y lo que no lo es, donde la norma no es un concepto elástico y discutible, sino algo fijo y estrechamente ligado a los valores del médico y de la sociedad de la cual es representativa...”7


Queda conformado de este modo un panorama donde conviven una nueva comprensión social de la salud mental que promueve nuevas maneras de abordaje desde una perspectiva que establece continuidad entre la enfermedad y los avatares de la existencia; y los viejos conceptos de la psiquiatría tradicional que aparecen en ciertos casos con fuerza renovada y tiñen de su impronta positivista las explicaciones e intervenciones en el campo.


MARCO GENERAL DE LA EXPERIENCIA

El marco de este proyecto es un Hospital dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en la zona sur de esta ciudad.

La población que concurre al Servicio de Sicopatología (atención ambulatoria e internacion) no proviene solamente del área programática del hospital, sino de diversos lugares de la Capital y del Gran Buenos Aires.


La idea era iniciar un grupo de discusión con pacientes recientemente dados de alta, ya que la preocupación de los profesionales eran las frecuentes reinternaciones en el servicio.

El equipo quedó constituido por dos psicólogas, tres psiquiatras y dos trabajadoras sociales, quienes tenían una reunión de equipo y una supervisión externa quincenales.

El grupo fue pensado como un grupo abierto donde los participantes concurrieran en la medida que lo consideraran necesario, y donde se plantearían temas que surgieran de ellos mismos.

¿Por que se pensó en un “grupo de discusión”? La idea de hacer un grupo de discusión partía de pensarlo como facilitador para repensar situaciones personales a la luz de lo grupal, compartir experiencias tanto positivas como negativas y así intercambiar distintas estrategias y pensar diferentes alternativas de vida. La heterogeneidad de los participantes del grupo, por sus distintas vivencias y los diferentes modos de resolución de sus problemáticas, enriquecerían el análisis de estrategias alternativas.


Si bien la idea original era contar con personas recientemente externadas, a la hora de comenzar el grupo se convocó a quienes habían sido externados hace tiempo para cubrir el período requerido hasta que se dieran nuevas altas. Pero finalmente, más allá de algunas invitaciones aisladas, la convocatoria no se instalo dentro del servicio para quienes fueron siendo externados durante ese lapso. Esto conformo un grupo más o menos estable.

En relación al encuadre, el grupo tenía una frecuencia quincenal, con una duración variable de una hora y quince minutos, con dos coordinadores y un observador que tomaría registro, todos ellos rotativos. La coordinación fue conjunta entre Trabajadores Sociales, Psiquiatras o Psicólogo. El período de la experiencia se planificó con una duración de 6 meses con posibilidad de continuidad.

El grupo se reunía en el Aula de la Asociación Profesional, llamado “el quincho”. El lugar fue elegido por tener características físicas diferenciales del resto del Hospital, en un intento por corrernos del espacio “de enfermedad”.



Aproximación al dispositivo grupal


Vamos a introducir el análisis del dispositivo grupal a través del objetivo general del proyecto y del trabajo del equipo, centrándonos tanto en lo explicitado en lo formal y lo implícito presente en la discusión del equipo de profesionales que en todo momento guió el trabajo concreto encarado en el grupo.

Creemos que la convocatoria de la residencia de psicopatología hacia profesionales del servicio social refleja una concepción de la salud mental que reconoce el papel de las condiciones de vida en el proceso salud-enfermedad y la producción social de la “locura”.

Con esta propuesta hubo una intención de dar una respuesta al problema más allá de lo médico y del tratamiento terapéutico. Esto nos parece importante desde nuestra profesión para ocupar un espacio de aporte y reflexión en este campo.


Los Objetivos del equipo


El objetivo inicial del proyecto era “Generar un espacio de apoyo para la reinserción comunitaria de los pacientes externados de la sala de internación de agudos del Hospital”, sin embargo el mismo fue reformulado debido a dos aspectos fuertemente relacionados: el de la “reinserción comunitaria” y las condiciones concretas de viabilidad.

Con respecto al termino “reinserción” entendemos que esta concepción se orienta a la responsabilidad e iniciativa individual ya que implica reinsertar algo que estaba afuera, ahistorico (sin tener en cuenta las experiencias previas de las personas), con una intencionalidad implícita de adaptarse, adecuarse al medio en donde se realiza esa experiencia de inserción, desvinculándolo de las condiciones mismas que hacen que esas personas “estén fuera”.

La cuestión de la viabilidad fue pensada en su momento en relación a las condiciones sociales más generales, y al marco institucional particular en que este proyecto se insertaba.

Nos surgieron entonces algunos interrogantes ¿es posible dentro de un hospital general generar un espacio que impulse la “reinserción comunitaria”? y en el caso de que esto fuera así ¿habría una respuesta comunitaria para este problema?


El fruto de la discusión del equipo en esa instancia fue la reformulación del objetivo general a uno que pensamos más concreto y viable: “Generar un espacio de apoyo en el proceso de externacion de pacientes dados de alta de la sala de internacion para fortalecer sus lazos sociales y familiares”.


Los participantes


Al pensar en la concreción del objetivo reformulado, observamos que aunque la idea era un grupo de apoyo para pacientes recientemente dados de alta, el grupo quedó formado por personas que habían sido externadas hacía varios años, nos preguntamos qué pertinencia tuvo, y si es necesario pensar en otro grupo diferente, ya que las realidades de estas personas diferían de lo esperado. Ya habían reanudado su vida, y habían pasado por la experiencia de externacion, resolviendo o no los problemas que esto implicaba. Estaban pasando por otras situaciones, un momento diferente en su vida, marcado fuertemente por ser pacientes ambulatorios crónicos, por llevar una carga de enfermo mental, pero no por ser personas recientemente externadas.

En este sentido, el pensar en como llegar al objetivo, y pensando que una forma planteada fue la discusión de ciertos temas relacionados con la vida cotidiana ¿podríamos llegar al fortalecimiento de los lazos por esa vía?


EXPERIENCIAS Y REALIDADES DE PACIENTES AMBULATORIOS CRÓNICOS DE UN SERVICIO DE PSICOPATOLOGÍA

Vamos a analizar en este apartado las experiencias y realidades de las vidas de las personas que participaron en el grupo. Consideramos de suma importancia conocer estas realidades a la hora de crear un dispositivo que aborde el problema planteado. Cuando pusimos en marcha nuestro proyecto, nos encontramos con situaciones no esperadas, que nos hicieron replantearnos la modalidad de abordaje. Es desde este lugar desde donde queremos reflexionar ahora con mayor profundidad, acerca del trabajo de equipo y del dispositivo adecuado para dar una respuesta al problema.

A partir de los encuentros con la vida de estas personas volcada en los relatos de las charlas grupales, se abrieron muchos interrogantes y cuestiones para repensar.



La enfermedad, la medicación, la internación


DIALOGO:

Participante D.:- “...yo tengo que hacerme una pensión por invalidez, y la doctora me puso diagnostico de esquizoafectivo, y yo no entiendo...”

Participante J:- “Qué significa?”

Psiquiatría S.: - “Para que te serviría saber?”

Participante D. :-“Para saber como manejarme...leer para saber como combatirlo...porque yo me siento que soy varias personas...”

Participante J. : - “alguna de ellas te gusta más?...tenés el dato (de las características de la enfermedad) ...podes empezar por ahí...”

Un tema central que surgió desde el primer momento fue el de la ENFERMEDAD como identidad. Nos llamo la atención que los participantes se presentaban ante nosotros y ante el resto de sus compañeros haciendo referencia a la/s enfermedades (mentales o no) que padecían. Esta condición de enfermo era traída en algunos casos como constitutiva del “ser”, como uno de los ejes de constitución de la propia identidad, y en muchas de las situaciones como carta de presentación.

Soy bipolar, hipotiroidea..”

D.

...gracias a Dios mi enfermedad, que es esquizofrenia la puedo dominar bastante bien...”

...yo tengo esquizofrenia desorganizada...”

Ja.

...yo hablo de las cosas que me pasan a mi, tengo diabetes...”

J.

...medicamentos, hipotiroidismo, bipolaridad, artritis, el día que me entere me puse a llorar terriblemente, porque todas las enfermedades a mi...”

D.

...no puedo tener mi propio yo, mi propia identidad”

...yo reconozco mi enfermedad, soy bipolar a veces quiero hacer cosas y a veces no...”

Ju.

Consideramos a la identidad como construida “...varios estudios apuntan a la maleabilidad de las identidades en el tiempo y en el espacio, siendo alteradas por el individuo o por el grupo conforme a las circunstancias, el interlocutor u otros factores”8 Podemos relacionar esto con la forma de presentarse, teniendo en cuenta que quienes tenían enfrente eran en su mayoría profesionales de las salas de internación de Psicopatología, y sus compañeros de internación. Sumado a esto, el lugar físico y simbólico donde se realizaba esta presentación era un grupo para pacientes externados dentro del mismo hospital donde habían estado internados.


DIALOGO:

Participante D.:- “...yo tengo que hacerme una pensión por invalidez, y la doctora me puso diagnostico de esquizoafectivo, y yo no entiendo...”

Participante J:- “Que significa?”

Psiquiatría S.: - “Para que te serviría saber?”

Participante D. :-“Para saber como manejarme...leer para saber como combatirlo...porque yo me siento que soy varias personas...”

Participante J. : - “alguna de ellas te gusta más?...tenés el dato (de las características de la enfermedad) ...podés empezar por ahí...”


La identidad según Penna es un esquema de clasificación y ordenamiento. En este sentido agrupa o distingue según un criterio, que puede cambiar, de ahí lo maleable. A partir de acá podemos pensar en el criterio de la “locura” como algo que distingue. “luchar por la identidad en tanto reconocimiento social de la diferencia significa luchar para mantener visible la especificidad del grupo, o mejor dicho, aquello que el grupo toma para sí, para marcar proyectos e intereses distintos. El existir socialmente es también ser percibido como distinto”9. Nos interesa aquí marcar que la construcción de la identidad, al ser flexible, maleable según el interlocutor que tenemos enfrente, permite resignificar los aspectos negativos atribuidos por el otro y ubicarse así en una posición más favorable:


...yo cuando era chico aceptaba todo, hasta hace poco, ahora soy un transgresor...”

J.

...yo digo una cosa...yo soy popular, porque me enamoré de Susana (una terapeuta)...”

C.

Al mismo tiempo, y arriesgando una hipótesis, quizás podemos hablar de que la construcción permanente de esta identidad permite resaltar en muchos de los casos los aspectos negativos de ser o estar enfermo porque los interlocutores de ese momento son justamente quienes socialmente se ocupan de este problema, y quienes RECONOCEN la existencia (aun desde el estigma) de las personas a partir de este criterio clasificador que es la locura. Compartimos las palabras de Galende respecto de que la mirada del otro nos reconoce como seres que ocupamos un lugar en el mundo, y es justamente desde aquí desde donde se encara la presentación grupal en nuestro dispositivo. Referentes disponibles en ese momento, ante un vació de otros interlocutores que permitan rescatar otros criterios clasificatorios formadores de identidad (como puede ser el status de trabajador, padre, etc.). En otros casos, como el de L. existen otras experiencias que sirven para definirse de otros modos


...yo empecé mi carrera a los 31, luego de tener mis hijos, soy abuela, soy abogada y puedo enseñar muchas cosas...”

L.

La construcción de identidades también remite a una diferenciación, a una identificación y comparación con los demás significantes. Esta búsqueda de diferenciación se produjo también al interior del grupo, entre pares, generándose rechazos y alianzas, resaltándose las diferencias que surgían en los discursos de los compañeros.


...(hablando de un compañero presente)...se nota que no es inteligente...”

C.

...yo sin que C. pueda seguir hablando lo conozco, uno entiende estas cosas, las diferentes patologías...”

D.


A los fines de este análisis podemos concluir que un dispositivo de estas características, realizado desde la misma institución que diagnostica y por los mismos profesionales que intervienen en el proceso de internación, en cierto modo define identidades. A la hora de pensar en un modo de abordaje que despegue de la enfermedad como eje de construcción de alternativas y proyectos, donde la idea es partir del aspecto sano, y pensar en el fortalecimiento de los lazos sociales, un dispositivo como el que realizamos plantea una contradicción. Si en cambio fuera desarrollado desde otro lugar, podría dar espacio a otras construcciones que se corrieran del lugar de la enfermedad, ya que “....la maleabilidad de las identidades permite suponer que las mismas personas podrían así (re) presentarse de modo diverso en otros momentos y situaciones, o delante del nuevo interlocutor, ya que el individuo puede dar significaciones diferenciadas a los referenciales de identidad disponibles: la propia auto atribución de identidad es alterada conforme al contexto de interacción”10. Si estamos siempre en los mismos espacios, relacionándonos con los mismos actores, las posibilidades de construcción de la identidad se limitan.

Queremos señalar que no se trata solamente de quien tenemos enfrente, sino de las practicas reales de la vida cotidiana que nos permiten relacionarnos con los otros desde los espacios donde se van definiendo las identidades. En este sentido, la representación simbólica, la construcción subjetiva de la identidad es practica, concreción de proyectos y actividades concretas. Es haciendo con los otros donde nos constituimos como personas, donde significamos nuestras vidas.



Otro de los temas que surgió permanentemente en el grupo fue el de la MEDICACIÓN y sus implicancias en la vida cotidiana de los participantes.

Continuamente se traían al grupo cuestiones referidas a todo lo que les imposibilitaba el estar medicado (recordemos que estamos hablando de pacientes “crónicos”). Así la medicación aparece como obstáculo para realizar distintas tareas cotidianas, ya sea trabajar o desarrollar diferentes actividades y también para relacionarse con otras personas, como por ejemplo para establecer una relación de pareja.


...yo no me puedo casar ni tener hijos por la medicación...”

C.

...no tengo trabajo, no tengo dinero, quiero tener chica pero no puedo por los medicamentos...”


...no quiero tomar medicamentos y depender de una medicación...”

C.


Esto estaba acompañado de la necesidad que planteaban respecto de contar con ellos para “estar mejor”. Los medicamentos aparecen ocasionalmente como una condición necesaria para llevar adelante su vida.


...cuando estaba internado estaba independiente tomaba la pastilla, cuando dejé pasó todo eso, me interné en el Borda...”

C.


Se presenta una contradicción, el medicamento visto como obstáculo práctico para llevar adelante una vida cotidiana plena, más la dependencia de los mismos.


Esta contradicción nos hace reflexionar sobre el tema y nos plantea dudas, y cuestiones no acabadas. ¿Es en estos pacientes crónicos la medicación un paliativo que alivia algunos síntomas y genera otros? Intentando buscar una respuesta, según Basaglia “Los fármacos actúan simultáneamente sobre la ansiedad del enfermo y sobre la ansiedad de quien le cuida(...) El efecto sedante de los medicamentos fija al enfermo en su rol pasivo de enfermo”11

De acuerdo con Galende, creemos que en algunos casos se percibe una tendencia a un retorno a los ideales biologistas, por vía de los tratamientos psicofármacológicos y la esperanza en la genética y ciencias neurobiológicas para explicar la naturaleza de las enfermedades mentales. Esto escaparía al campo de la psiquiatría y formaría parte “de un imaginario social nuevo, que se acopla con facilidad a la ilusión de una respuesta sobre el sufrimiento mental que ponga sus causas afuera de la responsabilidad y los avatares de la historia de cada uno”12

En base a las realidades de los participantes del grupo quedó evidenciado como el tema de la medicación es fundamental para el desarrollo de su vida cotidiana, y específicamente en lo ateniente a su relación con los “otros”, y la realización de actividades.

Respecto de la INTERNACION , surgieron en las charlas afirmaciones que nos sorprendieron. Estas tenían que ver con la sensación de protección y compañía que tenían en el momento de la internación, y cómo esto se manifestaba a veces en la sensación de que estaban mejor internados que “afuera”. Analizando con detalle las crónicas, esto aparecía cuando se hablaba de las internaciones en el hospital de agudos 13.


..el apoyo, yo estoy perdido acá, estoy desorientado al no estar internado..”

J.C.

...me gusta estar bien con mi papá, o a veces no sé si es mejor estar internado. Es un calvario (refiriéndose a la familia)”

C.


En el caso de quienes además habían estado internados en hospitales psiquiátricos especializados, las experiencias eran referidas como negativas y no se añoraba ni valoraba ese espacio.


...tuve dos intentos de suicidio, en el último me internaron en el Borda, eso nunca lo digo... es algo que no me hubiese gustado conocer nunca...”

D.


Si pensamos esto a la luz del objetivo de fortalecer los lazos sociales, queremos preguntarnos qué significación tuvieron estas situaciones de internación; qué era lo que les aportaba la sensación de seguridad y contención dentro del hospital general.

¿Es la situación del “afuera” tan restrictiva para sentir que es mejor estar internado?


Escuchar estas frases en los encuentros grupales modificó nuestra visión respecto de la relación internación/externación. Creemos que lo perverso de esta situación pasa por ser en algunos casos la sala de internación EL lugar de reconocimiento y contención, (reconocimiento desde el estigma, pero reconocimiento al fin), al no tener en el “mundo exterior” un lugar donde la existencia cobre un sentido diferente. Paradójicamente, es el lugar de reconocimiento y resguardo, donde a partir de diagnósticos y clasificaciones se define en algunos casos el único lugar de existencia social, el lugar de la enfermedad.


Uno se siente enfermo en la institución y se siente muy protegido”

D.


Afuera te tildan de loco”

J.



Las condiciones materiales de existencia



...con él (refiriéndose al padre) permanece el miedo...es el único que trabaja, si se muere que va a ser de mi...cuando gana plata esta mejor conmigo...”

C.

Cuando hablamos de condiciones de vida hacemos referencia a los modos de producción y reproducción de la existencia de las personas, el modo en que los hombres viven y trabajan, tienen su vida social y espiritual, y realizan actividades políticas e intelectuales. Dentro de estas condiciones de vida, ahora nos centraremos en lo que atañe a las condiciones materiales de subsistencia, y a lo dicho en relación a esto por quienes concurrieron al grupo.


En el caso de los participantes del grupo se presentaban dificultades económicas relacionadas con los problemas para acceder a algún trabajo remunerado, que tenía como consecuencia la dependencia en otras personas, generalmente familiares, para satisfacer sus necesidades de subsistencia.


...Yo dependo de mi mamá y mi hermana, de que me den de comer...hace bastante que no consigo un trabajo fijo y estable”

D.

...Estoy sin vivienda, estoy viviendo en un equilibrio muy delicado”

A.

...Hasta el año pasado estaba bien, porque iba al trueque, pero se jodió el trueque... Por épocas trabajo mucho y otras nada, eso me pone mal. Tengo una pareja y tengo la necesidad de ayudarlo económicamente”

L.


Esta situación económica les dificultaba poder sostener su vida cotidiana, en algunos casos implicaba no tener un techo, dinero para el transporte, en otros casos cuando querían desarrollar algún emprendimiento por cuenta propia no contaban con los recursos necesarios para llevarlo adelante. Otras veces manifestaban temor de no poseer recursos para comprar la medicación para su tratamiento, en el caso de que el Hospital no se los pudiera proveer.


...falta de trabajo...también la comida...tener plata, darme un gusto...”

C.

...si quiero emprender algo no tengo dinero para los materiales...”

A.

Es interesante comentar la historia de uno de los participantes que trabajaba en el Banco Patricios, y luego cuando quebró termino viviendo en la calle, otro caso de una mujer abogada, quien trabajaba dando clases particulares y actualmente tuvo que abandonar el grupo por no tener el dinero necesario para llegar al hospital.

Consideramos que estas situaciones si bien presentan características particulares por tratarse de enfermos psiquiátricos, responden al contexto social, económico general que atraviesa la mayor parte de la población, en cuanto a la realidad de poder garantizarse por medios propios la subsistencia diaria

La condición de enfermo mental cierra puertas, y esto se relaciona con la percepción que la sociedad tiene del enfermo psiquiátrico. Según Galende, se filtra la concepción de “incapacidad psíquica” del enfermo mental para desenvolverse en la sociedad. “ Esta idea de la incapacidad o de lo que le faltaría a un sujeto para ser normal, promovida desde el inicio por la comprensión psiquiátrica(...) genera prejuicios sociales, pesimismos terapéuticos e impotencias prácticas”14

Esta noción de incapacidad e inutilidad se relaciona con el argumento de que un enfermo mental no puede desarrollar ciertos trabajos, justamente porque es un ser “carente de razón”, que “perdió el juicio”, que no esta preparado para afrontar las tareas de manera apta, y es funcional a su vez con las exigencias del mercado laboral actual, donde priman los criterios de eficacia, eficiencia, competitividad, flexibilidad, adecuación a las pautas de producción, etc. que dejan poco margen de participación en el mercado laboral a gran parte de la población y excluyen a estas personas de los espacios laborales.


...trabajaba en una empresa, los dueños no me dejaban ni ir al baño, me despidieron...”

M.E.


A esto se suma lo que los participantes manifiestan sobre que el estar medicado en algunos casos es un impedimento para el trabajo.


...no puedo trabajar...a mí me pasa que yo trabajo y me anulo, antes no me pasaba, era eficiente y ahora no, no sé cuál es el motivo, como que no razono ¿tengo retraso mental? No, me hicieron un test de coeficiente mental, entre con beca a la escuela de enfermería...”

D.

... me sentía mal en el trabajo y por eso me echaron...”

...las pastillas me dan agotamiento, los tengo que tomar...me costaba tener memoria, tener rendimiento, me cambio...”

J. y D.


Este tema se discutió en los encuentros grupales y los participantes lo relacionaron en todo momento con el plano más estructural vinculándolo con las experiencias personales.


...es doloroso saber que uno tiene problemas, es dolorosa la situación del país, uno quiere hacer cosas y no se lo permiten...”

J.


...digo que no están dadas las condiciones, quien dice que esto cambie...”

A.

...(hablando de las entrevistas laborales) las preguntas que nos hacen para ver como somos, con quien vivimos...y después te dicen, “no estas dentro de nuestras expectativas””.

J.


Nos parece pertinente retomar la concepción enunciada del proceso salud – enfermedad y su relación con las condiciones sociales de producción y reproducción de la vida. En este caso queremos hacer referencia a que son estas mismas condiciones que están en la base del proceso de generación social de la enfermedad las que luego van a excluir, nuevamente, del sistema a quienes fueron catalogados como “enfermos mentales”

Se llega por esta lógica a la situación que aparece como única alternativa en algunos casos, tener que tramitar una pensión por incapacidad para lograr algún recurso para subsistir.


....mi mama y mi hermana hablaron con el Dr. P. Para que me dieran una pensión por invalidez...”

D.

Los lazos (familia, grupos, discriminación y soledad)



...la culpa la tengo yo, que mi miran porque soy diferente?

C.


Cuando comenzamos el proyecto, una de las ideas centrales era fortalecer los lazos existentes, es por esto que desde la coordinación se intentaba orientar los encuentros grupales hacia los vínculos que habían tenido o que tenían con personas, instituciones, grupos comunitarios.

En este intento nos encontramos por un lado con la realidad familiar, tema que surgía frecuentemente en el grupo.

A través de las crónicas observamos que la mayoría de las personas manifestaban grandes dificultades en la relación con su familia. En general se hablaba de no poder encontrar un “lugar” dentro de su grupo conviviente.


...no logro ubicarme en el contexto familiar...”

A.


Surgía desde el discurso de los participantes el relato de experiencias en las que ese espacio muchas veces quedaba recluido al de mandaderos o sirvientes, lugar de las tareas domesticas.


...quiero estar tranquilo, que no me traten como a un sirviente (...) no les pasa que son como inquilinos...?

C.

...es sentirse como C., M.E., de mandadero o estúpido...”

D.

...trabajar, estudiar, el que no, hace los mandados...”

C.


Los participantes se sentían aislados, descuidados y agredidos. El hecho de ser personas adultas que no trabajaban de forma remunerada, y si lo hacían solo conseguían changas, además de su condición de “enfermo mental crónico”, los ubicaba dentro de la familia en un lugar de dependencia y desigualdad, en donde se descalificaban en muchos casos sus deseos.



Respecto de la relación de los participantes con personas que no fueran parte de su núcleo familiar, algunos de ellos concurrían a grupos religiosos realizando tareas voluntarias, otros realizaban talleres de teatro, artesanías, o participaban de los grupos de terapia ocupacional del hospital.

Sin embargo en casi todos los casos no se visualizaba a estos espacios como lugares donde se habían entablado vínculos significativos.

...me siento muy excluida...cuando una esta sin trabajo se siente excluida...voy a la iglesia, vengo al hospital, pero de salidas no, me gustaría ir al cine, estoy la mayor parte del tiempo sola...

D.

...para mí es una experiencia nueva...(el grupo)...ser un poco más cuerdo, llevar adelante mi proyecto de salud, mi trabajo, pero yo salgo de acá anímicamente bien pero paso la puerta y empiezo la misma historia mía de siempre...”

J.C.


A partir de lo mencionado queremos retomar lo postulado anteriormente respecto del objetivo original del proyecto, basado en la “reinserción social”. Como discutimos en ese momento, quedó en evidencia que el realizar una actividad no significa necesariamente crear lazos, o que esto dé por sí solo algún sentido a la vida de las personas, más allá de “ocupar el tiempo”. Creemos que la generación de lazos, de vínculos pasa por una construcción colectiva que sea significativa, basada en una necesidad real y que es un proceso que implica practicas que construyen representaciones, identidades. Cuando se construye haciendo con otros, y hay un reconocimiento de la existencia, se puede pensar en un proyecto que corra las identidades del lugar de la enfermedad.


Nos parece importante introducir aquí el tema de la fuerte angustia que atravesaban las personas que participaron del grupo.

Mas allá de estas actividades y participación en determinados grupos, todo el tiempo emergía el tema de la soledad, la angustia y el “no tener nada que hacer”


...yo vengo (al grupo) porque los fines de semana estoy muy sola...”

M.E.


...yo estoy cansado de estar en mi casa, duermo la siesta, no tengo nada que hacer...”

J.


...tengo que aprender a estar solo, y no puedo, necesito que me den cariño...”

C.

En algunas de las situaciones grupales donde se intentaba desde la coordinación tocar el tema de los lazos primaba la carga de sufrimiento que impedía al grupo poder trabajar y en muchos casos paralizaba también al equipo. Ellos percibían a la soledad, al “no tener nada que hacer” como situaciones que generaban mas angustia y que les provocaba temor.


...tengo miedo de estar solo...”

C.


Es importante tener todo el día y todos los días ocupados”

D.


...No me levanto los fines de semana... Si no tenemos trabajo un curso un hobbie, al que no hace nada la cabeza le trabaja de noche”

M.E.



Este miedo, la presencia de un peligro tenía que ver con que la realidad de ese momento los remitía a circunstancias similares a las vividas previamente en situaciones críticas como las internaciones o los intentos de suicidio.


...Me siento mal. En el año 88, 89, 90, cuando me sentía así me quise suicidar...”

D.

...muy deprimido, desahuciado...mejor no hablo mas porque sino me pego un tiro...”

C.


...me da esa sensación al llegar a mi casa de tomarme todo (referencia a las pastillas)...hoy me gustaría evadirme de todo, no vivir el día de hoy...”

D.


Nosotras no esperábamos enfrentarnos con esta realidad, lo que significo no encontrar la forma de encauzar el grupo hacia los objetivos propuestos, y nos hizo replantearnos los alcances y limitaciones de la finalidad del proyecto. Pensamos que es sumamente necesario desarrollar un trabajo previo, de pre-alta articulado con los terapeutas individuales, sumado a un dispositivo con características totalmente diferentes, no necesariamente un grupo temático que nuclee a personas con realidades similares.



Otro aspecto que debe ser tenido en cuenta al desarrollar una estrategia de abordaje del problema es la cuestión de la discriminación. En los encuentros grupales surgió de manera frecuente la marginación que padecían los participantes en los distintos espacios de relación con los otros.


...le dije un piropo a una chica y ella llamó a un policía...”

C.

...en el trabajo cuando estas deprimido te discriminan...”

J.

...no quieren que trabaje para él porque soy depresiva...cuando se enteraron de que había estado internada me echaron...yo me quede hecho un bollo, avergonzada...”

D.

...la depresión puede venir por falta de afecto, culpa, la sociedad que te discrimina...”

C


Esta respuesta social ante la “locura” tiene relación con la enfermedad mental que se presenta como un estigma. “...mientras el extraño está presente ante nosotros puede demostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve diferente de los demás y lo convierte en alguien menos apetecible (...) él produce en los demás, a modo de efecto, un descrédito amplio...”15. De alguna manera, pensamos que la enfermedad mental es asociada con la noción de “peligro”, esto se manifiesta por ejemplo en la ley de internación, donde se postula que en la historia clinica de cada internado deberá constar entre otros, “el índice de peligrosidad que se lo atribuya”, y en otro artículo que reglamenta los egresos establece que “los jueces dispondrán de oficio de todas las medidas apropiadas a fin de que las internaciones se limiten al tiempo indispensable requerido por las necesidades terapéuticas y la seguridad del internado y la de terceros”16. Creemos que esta concepción encubre otros temores, otros peligros relacionados quizás con lo que enuncia un loco en la sociedad. ¿él evidencia la parte más oscura que genera la sociedad en su desarrollo “normal”? ¿puede ser que este rechazo al loco confirme nuestra normalidad?


Creemos que estas preguntas nos remiten a enmarcar este sufrimiento personal vivido por los participantes de un pequeño grupo de personas externadas con los procesos sociales “...No se trata de fenómenos que debamos comprender como lo “particular” de la clínica singular de cada paciente, y lo “general” de la cultura y la sociedad, sino de un campo de fenómenos cuyas tensiones y conflictos tienen siempre como lugar de expresión a los individuos, sus subjetividades singulares, sus modos de vida real...”17. Por ello creemos que las dificultades para la construcción de lazos sociales no se deben entender como problemas individuales, sino que responden a un contexto social general. No es por tanto propia de los grupos considerados como “marginales”, sino que es vivido por todos los que participamos de una sociedad, donde se erigen valores tales como el hedonismo, el individualismo, la competencia....

El papel del estado neoliberal en este proceso es clave. El corrimiento del mismo de ciertas funciones nos remite a las pérdidas graves en los sistemas sociocomunitarios por los efectos de las migraciones, el desempleo, la desactivación de las corporaciones, etc. La construcción de lazos en este contexto es compleja, sin embargo, sin embargo el escenario no esta solo conformado por lo descripto, sino que coexisten experiencias crecientes de construcción que apuestan a valores diferentes.



Desde nuestro rol profesional, retomando los análisis realizados a lo largo del trabajo creemos que hay algunas líneas de abordaje que se pueden esbozar.

El dispositivo del que formamos parte creemos que se constituyó como una propuesta, un intento de pensar en posibilidades de trabajar con pacientes crónicos para evitar reinternaciones, pero tal vez en este intento no pudimos pensar un trabajo que no se centre en la enfermedad como referente para la identificación. Con esto podemos hacer mención a lo dicho por uno de los participantes, acerca de que no quería seguir participando del grupo porque “no quería relacionarse con locos”, y otra de las cuales manifestó que no deseaba que la vieran entrar al hospital. Concuerda con esto la sensación presente en varios de ellos de que cuando terminaba el grupo volvían al “afuera” y su vida seguía como siempre. En este sentido en un primer momento creímos que separándonos del espacio físico del Servicio de Psicopatología bastaría para corrernos del lugar de la internación, pero finalmente seguimos dentro de la misma institución, sin tener conexión con los ámbitos donde se desarrolla su vida cotidiana, y que son el espacio donde se generan los vínculos18.



En primer lugar si apuntamos a la construcción de identidad desde un lugar diferente al de la enfermedad, habría que pensar en un proyecto que tenga como eje referentes que den distinto sentido y que estén anclados en necesidades concretas de las personas, teniendo en cuenta las mencionadas cuando hablamos de las condiciones materiales de existencia. Para el logro de esta construcción es básico el hacer, la practica con significado. Pensamos que un abordaje que se acerque de alguna manera a esto podría encararse desde lo territorial, no necesariamente desde un dispositivo grupal en el que estén presentes personas que compartan la misma problemática, sino con anclaje en los grupos comunitarios reales, con proyectos concretos que pueden tener por ejemplo como base la generación de estrategias de subsistencia (microemprendimientos, economía social, etc.) y que funcionen como lugar de encuentro a partir de necesidades concretas. Compartir el trabajo, el espacio de producción, un objetivo común, puede comenzar a barrer con los estigmas, la idea de incapacidad y de “peligro”. Se trata de reforzar en la estrecha relación adentro/afuera todo aquello que devuelva a las personas a los ámbitos cotidianos y que fortalezca a estos como los de mayor contención y protección.



BIBLIOGRAFÍA



  • Basaglia, Franco: “La Institución negada”. Ed. Barral.

  • Becker, Howard : “Los extraños. Sociología de la desviación”. Ed. Tiempo contemporáneo.

  • Foucault, Michel: “Historia de la locura en la epoca clásica”. Ed. Fondo de Cultura Económica.

  • Foucault, Michel: “Un dialogo sobre el poder”. Ed. Altaya, Barcelona, 1994.

  • Galende, Emiliano: “De un horizonte incierto. Psicoanálisis y salud Mental en la sociedad actual”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1997.

  • Galende, Emiliano: “Para una critica de la razón Psiquiatrica”. Buenos Aires, Ed. Paidos, 1994.

  • Goffman Erving: “Estigma. La identidad deteriorada”. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1963.

  • Goffman, Erving: “Internados”. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1973.

  • Ley de Internación y egreso de Establecimientos de Salud Mental, Nº 22.914

  • Penna, Maura: Material de la catedra de Antropología II, Carrera de Trabajo Social, facultad de Ciencias sociales, UBA. Transcripto del texto “O que faz ser nordestino”

  • Rojas Soriano, Raúl: “Capitalismo y enfermedad”. Ed. Plaza y Valdez. México D.F., 1995.

  • Varios autores: “Políticas en salud mental”. Lugar Editorial, Compiladores Saidon/Troianovsky, Buenos Aires, 1994.



1 Rojas Soriano, Raúl: “Capitalismo y enfermedad”. Ed. Plaza y Valdez, México D.F. , 1995, Pág. 9.

2 Galende, Emiliano: “Para una critica de la razón Psiquiatrica”. Buenos Aires, Ed. Paidos, 1994. Pág. 82. la cursiva es nuestra.

3 Ídem., Pág. 81

4 Galende, Emiliano: “De un horizonte incierto” Psicoanálisis y salud mental en la sociedad actual. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1997. Pag. 23.

5 Idem. Pag 85

6 Idem. Pag. 83 La cursive es nuestra

7 Basaglia, Franco: “La institución negada”. Ed. Barral. Pag. 160.

8 Penna, Maura: Material de la cátedra de antropología II, carrera de Trabajo Social, Facultad de Ciencias sociales, UBA transcripto del texto “O que faz ser nordestino”.

9 Idem.

10 Idem.

11 Basaglia Franco “La institución negada” Ed. Barral. Pág. 164

12 Galende Emiliano. “De un horizonte incierto” Psicoanálisis y Salud Mental en la sociedad actual. Ed Piados. Buenos Aires 1997. Pag 94

13 Aclaramos que los participantes del grupo habían pasado varias experiencias de internación, algunas en hospitales especializados y otras en hospitales generales.

14 Galende Emiliano: “De un horizonte incierto. Psicoanálisis y Salud Mental en la sociedad actual. Ed. Paidos. Bs As. 1997. Pág.50

15 Goffman, Erving: “Estigma. La identidad deteriorada”. ED. Amorrortu, Buenos Aires, 1963, Pág. 13

16 Ley de Internación y egreso de Establecimientos de salud Mental, Nº 22.914. Art. 7 y 11. La cursiva es nuestra.

17 Galende, Emiliano: “De un horizonte incierto. Psicoanálisis y salud mental en la sociedad actual”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1997. Pág. 18

18 sin dejar de pensar que en el hospital, durante las internaciones o el concurrir a actividades ambulatorias tambien se generan vinculos, pero que en este caso estan mas modelados por la participación en la red relacionada con la enfermedad.



* Datos sobre las autoras:
* Verónica Natacha Prada y Maria del Carmen Masciovecchio
Trabajadoras Sociales

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