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Edición N° 43 - primavera 2006

Actualización y reconceptualización en el Trabajo Social argentino en los años 60-70 1

Por:
Alberto J. Diéguez
* (Datos sobre el autor)


El presente trabajo es una parte del libro, “La otra mirada sobre el proceso de Reconceptualización del Trabajo Social en Argentina”

1. Introducción

Con la aparición del trabajo “Actualización y Reconceptualización en el Trabajo Social Argentino ¿Fuimos todos Reconceptualizadores? Octubre 2005 2, iniciamos la revisión del concepto “Reconceptualización” y el debate acerca de las diferencias profundas existentes entre lo que ha sido el proceso de Actualización y el de Reconceptualización del Trabajo Social.

Confundidos ambos términos durante décadas, estos términos fueron utilizados como sinónimos, independientemente de las ambigüedades de su uso y de las maliciosas tergiversaciones que el mismo sufrió y a las que me refieré más adelante.

La Reconceptualización que en un comienzo estuvo asociada a este proceso de Actualización y a las ideas desarrollistas, no puede entenderse sin hacer mención al contexto de la época en que surge. Me parece importante señalar que de ninguna manera puede hablarse de Reconceptualización, asociando a éste las tareas de organización gremial profesional, las acciones desarrolladas para normar el ejercicio profesional o la modificación de planes de estudio, que han sido realizadas por profesionales que adherían o no al mencionado proceso. Basta por ejemplo señalar que la modificación de planes de estudio en la orientación que señalaba la Reconceptualización se operó solamente en unas pocas escuelas, como es el caso de Posadas, San Luís o Mendoza.

Debido a que hoy la informática y los ordenadores son de uso común realizaré una analogía desde este campo. Podemos actualizar un programa y eso lo hacemos permanentemente, pero esa actualización no implica una modificación de finalidades y de la instrumentalización de ese programa.

Linux es uno de los paradigmas del desarrollo de software libre (y de código abierto), donde el código fuente está disponible públicamente y cualquier persona, con los conocimientos informáticos adecuados, puede libremente estudiarlo, usarlo, modificarlo y redistribuirlo.”(Wikipedia)

Otro ejemplo es el programa E-Mule, que posibilita el intercambio directo de archivos entre nodos, y que posibilita que un usuario modifique libremente el mismo. En estos dos ejemplos estamos ante un cambio de concepto de los usos de estas tecnologías; de la circulación y acceso a la información, en un modelo de trueque informático, en el que se beneficia quién mas comparte y más lo utiliza.

Algo similar ha pasado en el Trabajo Social con la Actualización y la Reconceptualización

2.El proceso de la Actualización del Trabajo Social, en la década de los 50-60.

El proceso de Actualización profesional se fue gestando en la posguerra, en diferentes congresos internacionales y se puede afirmar que constituyó un movimiento anterior y luego paralelo al proceso de Reconceptualización.

En el año 1950 las Naciones Unidas, habían realizado la “Primer Encuesta Internacional sobre formación en Servicio Social, mientras que la segunda se realizó en 1955. Entre los años 1956, 1957 (Montevideo) y 1958 (Atenas) el mismo organismo promovió y organizó las reuniones de expertos, que trataron temas relacionados con la formación profesional y en 1958 se implementó la Tercer Encuesta Internacional, con un magnifico resultado en materia de recomendaciones.

El proceso de Actualización, siguiendo las recomendaciones de los organismos internacionales, en especial el Consejo de Asuntos Sociales de las Naciones Unidas y la UNESCO, realizó importantes esfuerzos para incorporar las Ciencias Sociales a los planes de formación profesional y al mismo tiempo inició el debate sobre los métodos del Trabajo Social, en una orientación funcional y acrítica.

Los actualizadores cuando realizaron crítica social, su crítica estructural, cuando la hubo, estuvo asociada al pensamiento de la Iglesia, a partir de Encíclicas como Mater et Magistra (1961), Populorum Progresio (1967) o el Documento de la Conferencia Episcopal de Medellín (1968) y del pensamiento desarrollista, por ejemplo en la sociología de Gino Germani y el psicoanálisis freudiano y neo-freudiano.

La Actualización supuso una renovación del Trabajo Social, modificando procedimientos de trabajo; incorporando nuevas técnicas para el estudio de la realidad social o nuevos contenidos de enseñanza, acordes a los nuevos campos de intervención, proceso éste que periódicamente realizan todas las ciencias y disciplinas profesionales y que hoy día se hace en forma cada vez más acelerada.

La Reconceptualización también hizo su aporte en ese sentido, pero además introdujo tres elementos fundamentales para entender la misma: la criticidad, su posición anti-imperialista y la posibilidad de realizar un Trabajo Social disfuncional. Hasta ese momento, como puede observarse en toda la literatura anterior, esos tres elementos estaban ausentes y son precisamente los que caracterizan a la Reconceptualización.

Mientras la Actualización buscaba nuevas fórmulas para el tratamiento de la cuestión social, dentro de los intereses de la pequeña burguesía liberal y comercial y los intereses del capital, la Reconceptualización lo hacía en el contexto de la lucha por la liberación nacional, que emancipara al país del dominio imperialista.

3. El espíritu de los 60-70.

La posguerra había dado lugar al surgimiento de movimientos pacifistas, a la revolución de las flores; a la condena de las guerras injustas de Vietnam (1959- 1975), Biafra, Nigeria (1967- 1970); a desacralizar instituciones de la sociedad, a modificar hábitos y costumbres; a presenciar el surgimiento de grupos que como los Beatles o los Rolly Stone, transforman y revolucionan la música.

Y si los Beatles en su momento revolucionaron las formas musicales, sin lugar a dudas hoy podemos decir que la Reconceptualización fue para el Trabajo Social latinoamericano, lo que los Beatles han sido para la música, con la simple diferencia de que los cuatro jóvenes a los 22 años recibieron la condecoración más importante que otorga el reino “Members of the British Empire” y el despecho de muchos militares y veteranos de guerra que por ello devolvieron sus medallas, mientras que los reconceptualizadores fueron estigmatizados por los propios colegas que transitaban el camino del pensamiento oligárquico y antipopular.

Son en definitiva los tiempos de Martín Luther King, del Che Guevara, de Leonardo Boff, Helder Cámara y de Nelson Mandela.

La Revolución Cubana impregnó el ambiente político latinoamericano. Todavía no se advertía el destino autoritario y violatorio de los derechos humanos del régimen. Paralelamente en nuestro país el desarrollismo de la mano del psicoanálisis y de la irrupción de las ciencias sociales se aliaban a la burguesía nacional impregnando todo el ambiente de la época.

En nuestro país la proscripción del peronismo no hacía olvidar las conquistas sociales, ni los derechos plasmados en la Constitución del 49; el mundo popular y del trabajo ejercían la resistencia peronista. Es una década que en el plano político, los golpes militares ejercen su protagonismo contra los gobiernos constitucionales de Arturo Frondizi, José María Guido, Arturo Umberto Illia. De ahí hasta 1983, salvo el corto período que va del 73 al 76, el país sería gobernado por gobiernos de facto.

Son los años de las luchas estudiantiles reivindicando la enseñanza laica o libre, los años en que hace irrupción la televisión competitiva y son los años del nacimiento de la creación de Quino, Mafalda, del Art-Pop y del Instituto Di Tella, de cientificismo en la Universidad de Buenos Aires, de la invasión de la música y las costumbres foráneas.

Son los años del exilio de Perón, de la noche de los bastones largos en la universidad, de asistentes sociales convertidos en ministros, sub-secretarios y directores de la Promoción y Asistencia a la Comunidad de la mano de cursillistas y del nacionalismo católico, del triunfo peronista del 73, del gobierno de los 100 días de Héctor J. Ca´mpora, de las cátedras nacionales que se dividían entre Jauretchistas y Cookistas.

No es de extrañar que quienes comenzaran a realizar esta labor pionera, a la que sumaba la crítica social y una buena dosis de provocación, que recibieran el rechazo, la condena y la estigmatización de los sectores más comprometidos con el orden vigente, con las ideas antipopulares y sarmientinas y los intereses del campo antinacional más extremos.

Esto no es nuevo y pasó con mayor o menor dramatismo en todas las actividades humanas. Valen como ejemplo las del pintor español Ocaña y su triste final o con las ideas del científico Giordano Bruno, o con la música de Piotr Ilich Chaikovski que era considerada en algunos círculos imperiales rusos despectivamente como música de balneario.

Se hace necesario decir que no todos los profesionales que trabajaron y aportaron a la Actualización profesional, transitaron el camino de reconceptualizar la profesión, por las razones que hemos señalado más arriba. La Actualización en mayor o menor medida estuvo ligada a una visión extranjerizante, asociada a los esquemas norteamericanos y europeos alejados del pensamiento nacional y latinoamericano y en estrecha conexión con los intereses de las burguesías locales.

Hubo un grupo de profesionales que intento ir más allá de la actualización profesional y que cuestionó el carácter funcional de la profesión, incluyendo un elemento de criticidad y de disfuncionalidad en la misma y que incluyo un análisis del carácter dependiente y colonial de nuestras sociedades. Y he aquí los tres elementos distintivos entre Actualización y Reconceptualización. Mientras la primera se actualizaba pero seguía manteniendo los paradigmas adaptativos, acríticos, y asistenciales sin cuestionar ni los aspectos estructurales, ni el para qué de la intervención profesional, la otra desarrollaba en lo teórico y metodológico una propuesta disfuncional y critica.

Y esto se pudo realizar porque en esa época la sociedad era como una caldera con agua en ebullición. Las ideas fuerza del cambio y la transformación estaban presentes en lemas como los del mayo francés “la imaginación al poder, prohibido prohibir” y en el caso latinoamericano las ideas de democratización de la sociedad y de liberación nacional y la Reconceptualización se nutrió precisamente del espíritu de esa época 3.

4. Qué es un concepto científico.

Los conceptos surgen para definir algo y operan dentro de un marco teórico. La característica del concepto científico es definir algo con precisión, evitando que el mismo sea ambiguo, vago, incierto, dudoso. En muchas ocasiones esos conceptos son redefinidos con el objetivo de darle al mismo una determinada perspectiva, a partir de lo cual resignifica una cosa diferente, en otras oportunidades éste opera como un extraconcepto científico y éste es el carácter que el término asumió en su uso generalizado en la profesión al estar descontextualizado de la teoría. 4

Los conceptos científicos y técnicos, sean éstos formales u operacionales, tienen el propósito de precisar en forma lo más exacta posible un determinado proceso, describiendo relaciones, especificando acciones.

Una teoría se encuentra sujeta a cambios, se modifica con nuevos descubrimientos y es válida para un tiempo y un lugar determinado. Los conceptos científicos están modelados en su contenido por condicionamientos sociales, culturales e históricos.

El pensamiento científico es un sistema de ideas, de proposiciones que han sido validadas y corroboradas por medio del método científico, lo contrario es o dogmatismo o filosofía o conocimiento vulgar.

La característica de los conceptos científicos y técnicos, es su condición de verdad, comprobada esta en forma total o parcial en el caso del Trabajo Social en forma probabilística. La verificación de la verdad o falsedad de un enunciado proposicional, es el requisito para asignar a este su valor de verdad o falsedad.

Una de las primeras cuestiones fue el concepto que asociaba a la Asistencia Social y al Servicio Social, a realizar tareas de “ajuste”, “acomodación”, adaptación”, por ejemplo, en esa época las Naciones Unidas definían al Servicio Social como “la actividad profesional que busca la adaptación mutua de individuo y medio social.”
Por otra parte estas definiciones venían siendo cuestionadas en las reuniones del Consejo de Asuntos Sociales de Naciones Unidas. Conceptos como “normalidad”, “método y metodología”, los alcances que debería tener la investigación social en el Servicio Social o la participación en los procesos de Planificación y formulación de Política Sociales, constituyeron un amplio espectro de cuestiones, sobre los que se concentró la conceptualización y el debate de esa época

En 1956 las Naciones Unidas y sus organismos especializados lograron un acuerdo para establecer una definición provisional que facilitara la labor de los gobiernos.

“La expresión “desarrollo de la comunidad” se ha incorporado al uso internacional para designar aquellos procesos en cuya virtud los esfuerzos de una población se suman a los de su gobierno para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de las comunidades, integrar a éstas en la vida del país y permitirles contribuir plenamente al progreso nacional.

En este complejo de procesos intervienen, por lo menos dos elementos esenciales: la participación de la población misma en los esfuerzos por mejorar su nivel de vida, dependiendo todo lo posible de su propia iniciativa; y el suministro de servicios técnicos y de otro carácter en formas que estimulen la iniciativa, el esfuerzo propio y la ayuda mutua, y aumenten su eficacia. El desarrollo de la comunidad encuentra su expresión en programas encaminados a lograr una variedad de mejoras concretas.”
Pero de este concepto de desarrollo de la comunidad existen desde los años 30 hasta el presente, una variedad de conceptos, algunos hasta totalmente opuestos con otros los cuales fueron analizados por Cesar Rodríguez editorial Ecro (1975.)

El proceso de conceptualizar determinados términos estaba presente en los años 50, y son anteriores al proceso de Reconceptualización del Trabajo social aunque como en el que tomamos de ejemplo, existieran acentuadas diferencias por parte de los expertos occidentales y los del bloque soviético, que hicieran adoptar como en este caso, una definición provisional.

Esto también es demostrativo, que los reconceptualizadores de la década del 60 no eran tan “revolucionarios” como los presentaban los sectores liberales y conservadores del espectro profesional. Como ya lo hemos demostrado muchas de estas cuestiones venían debatiéndose en los foros internacionales desde mucho tiempo antes. Otro ejemplo de ésto que decimos ya fue tratado en el trabajo “Acerca del concepto de “trabajo social” y de la acción socio-política, en la Argentina”(2005) 5

El término Reconceptualización, como otros muchos términos y conceptos que se manejan en el Trabajo Social y en la Ciencias Sociales, pasa por razones ideológicas y políticas a ser distorsionado, vaciado, alterado y en otras ocasiones a su utilización antojadiza, fuera de toda precisión científica o convencional. Este fenómeno que podemos ver hoy día en los medios de comunicación, por el cual determinados términos son sustituidos por eufemismos o por palabras que le sacan a un hecho su carácter dramático ha sido una constante en el Trabajo Social, ésta fue una táctica utilizada deliberadamente por las “usinas” imperiales, para confundir y poder orientar determinados procesos sociales y técnico-profesionales.

Así las cosas, podemos ver que bajo el rubro Reconceptualización pueden aparecer, para sorpresa de uno, las más diversas cosas, convirtiéndose el término en una especie de “cajón de sastre” del Trabajo Social, así como también podemos decir que el término según el momento político ha sido enaltecido, invisibilizado o intencionalmente distorsionado.

En nuestra profesión resulta interesante el siguiente ejemplo. Cuando aparece el debate acerca de la investigación-acción a partir de los aportes de O. Fals Borda y la Rosca Colombiana de Investigación Acción y posteriormente en el Simposio de Cartagena, con un nítido enfoque acerca de las características de dicha metodología, desde otros ámbitos comienzan a “embarrarse el campo de juego”, hablándose de una investigación-acción o una investigación-acción-participativa muy alejada de las concepciones y los fundamentos originales en las cuales la participación y la gestión popular se encuentran ausentes.

Los ejemplos son múltiples. Con el concepto Reconceptualización pasa algo similar y en él pueden encontrarse desde procesos de organización profesional, que se han dado paralelamente en espacio y tiempo al proceso generado por el Movimiento de la Reconceptualización, hasta la modificación de planes de estudios, que no contienen la más mínima referencia a los planteos de la Reconceptualización.

Sin duda que tanto para los sectores conservadores, como para algunos núcleos profesionales más progresistas que adherían a la Actualización, estas cuestiones planteaban serios resquemores, cuando no privaban por ejemplos “oportunismos” o posiciones pseudoestratégicas e intereses comerciales, para no desalinearse totalmente de los sectores más retardatarios.

5. ¿Cómo se origina el concepto “Reconceptualización” del Trabajo Social?

Pasaremos a explicar cómo surge el término Reconceptualización y desde cuando comienza a hablarse de ese concepto.

La conceptualización de la necesidad de “hacer eso” que después se llamaría reconceptualización, se le debe al colega Herman Kruse. El no la llamaba así, sino que hablaba que el Servicio Social había que “conceptualizarlo” desde una perspectiva nuestra (latinoamericana en general y uruguaya en particular) dejando de lado el paquete conceptual en que este quehacer venia "empaquetado" desde Europa y/o Estados Unidos. Y esto está documentado en los tres primeros capítulos del libro de Kruse, "Un Servicio Social comprometido con el Desarrollo", Editorial ECRO 1968, a saber:

En el capítulo I: "Crisis Nacional y Servicio Social", conferencia inaugural del 2do. Seminario Regional de Servicio Social, Montevideo, Uruguay, abril de 1966, Págs. 11 a 19.

En el capítulo II: "La intervención del Servicio Social en la realidad", conferencia pronunciada en el 2do. Seminario Brasileño de Asistentes Sociales, Sao Pablo, Brasil, junio de 1967, Págs. 21 a 40;

Y en el capítulo III: "El Servicio Social ante la movilidad social y los cambios en América Latina", Uruguay, 1969, publicado en Revista Hoy en Trabajo Social, editorial Ecro nº 16/17, abril a mayo de 1969.

Pero la palabra (reconceptualización) propiamente dicha fue utilizada en la inauguración del "2do. Seminario Regional de Servicio Social" 16 al l9 de abril de 1966 las que fueron escritas en forma conjunta por René Dupont, José David y Herman Kruse. Ver Crónica de un Encuentro Latinoamericano, por Alberto Dufour, en revista "Hoy en el Servicio Social" nro, 7, Abril-Mayo de 1966, Págs. 39 a 58.

En la oportunidad (según el cronista) se dijo: “hay que destacar la imperiosa necesidad que tiene el profesional de hoy, de reconceptualizar la esencia y objetivos de la metodología para adecuarlas operativamente a las particulares características de nuestra realidad nacional".

La palabra "reconceptualizar" quedó "enganchada" en los participantes y -aunque en las ponencias oficiales que los expositores ya traían escritas- no figura, fue usada constantemente en ese Encuentro.

Poco después, en una reunión en (y con) el Grupo ECRO Herman Kruse y Alberto Dufour intercambiaron ideas respecto a la conveniencia de adoptar la palabra "reconceptualización" para el replanteo profundo del quehacer profesional que venían pregonando, entre otros y aparte de Kruse en primer lugar, también Seno Cornely, Virginia Paraíso y el Grupo ECRO.

Y su uso se fue extendiendo hasta adoptar carta de ciudanía específica en el Encuentro de Araxá (Araxá 1968).

6. Las notas distintivas de la reconceptualización: criticidad y disfuncionalidad, anti-imperialismo.

La expoliación de las riquezas por parte de las metrópolis; la polarización de la riqueza, la dependencia tecnológica; las estructuras injustas de un orden socio-económico, eran soslayadas del análisis profesional y pasaban a ser dominio de la política y otras ciencias. El Trabajo Social se centraba en el individuo soslayando los aspectos estructurales y buscando deficiencias y anormalidades adaptativas de la personalidad individual. La Reconceptualización tuvo el mérito de vincular esa situación con el problema concreto de los individuos y las comunidades y buscar salidas metodológicas, que fueran congruentes con ese señalamiento. 6

La disfuncionalidad, de la que creemos que es una de las principales notas distintivas de la Reconceptualización, se orientó no solamente a la crítica de las relaciones dependientes y coloniales, sino que dentro del Trabajo Social, optó por la intervención grupal y comunitaria; por el método psicosocial de Paulo Freire, la investigación-acción, la educación popular, por la Praxeología; por la Planificación Social, frente a los esquemas más tradicionales de la Actualización que postulaban el casework en sus vertientes norteamericanas y europeas y las propuestas institucionales burocratizadas. Cuando posteriormente se produjo la adhesión al trabajo comunitario, prevalecieron los enfoques de la “organización y el desarrollo de la comunidad” en su versión más asistencial, simplista y liberal de la misma.

La disfuncionalidad está expresada en la búsqueda de métodos alternativos. Un ejemplo de ellos es el aporte de O. Fals Borda en la investigación-acción; los trabajos de P. Freyre con su método psicosocial; el trabajo de Flores, El método de la acción y la acción del método; la organización de la comunidad y la acción directa de Saúl Alinsky; el desarrollo de métodos participativos y reflexivos en detrimento de los métodos directivos; en la Psicoterapia del Oprimido y la Sicología Social Nacional de Moffat, en el Método sin Metodología de Manuel Zabala y la impugnación a las normas y principios de la asistencia social y el servicio social, que sostenían la evitación del conflicto social, oponiéndose las diversas teorías que señalan los aportes positivos del mismo 7.

Existe en el discurso de la época un proyecto histórico de liberación, que incluye a las estructuras económicas, políticas, sociales, culturales, que se expresa en una critica a los países centrales, a la dominación imperial. En el caso argentino y tras las dictaduras militares y los derrocamientos de gobiernos democráticos estuvo presente la necesidad de democratizar la vida social y política del país.

Resulta interesante ver en este momento los rápidos cambios que se generaban en el discurso de los sectores de la Actualización, frente a las posiciones y cuestionamiento del de los reconceptualizadores. Dos ejemplos nos permitirán ver el alcance de los mismos. En marzo de 1968 se edita el primer número de la Revista Selecciones de Social Work, que publicaba la Editorial Hvmanitas, la que al poco tiempo modificó su nombre por el de Revista Selecciones de Servicio Social y su política de incluir mayoritariamente artículos de autores norteamericanos es sustituida por la de profesionales latinoamericanos. Nótese que en forma tardía todavía se utilizaban términos en inglés (socialwork) y existía una gran influencia del pensamiento norteamericano.


Paralelamente la UCISS (Unión Católica Internacional de Servicio Social) que en su expresión argentina era extremadamente reactiva hacia el comunismo y el peronismo, comienza a deslizar e incluir en sus documentos reflexiones de crítica estructural, sostenida por documentos eclesiales.

Estos dos ejemplos son lo suficientemente ilustrativos para darnos cuenta de la enconada lucha que se desarrolló en ese tiempo entre los esquemas actualizadores y los reconceptualizadores y poder decir que no deben confundirse uno con el otro, debido a que a la hora de proponer acciones, los actualizadores no propusieron ni acciones alternativas, así como tampoco ninguna intervención disfuncional, con lo cual todo quedaba como estaba. Por el contrario las nuevas propuestas que iban desde el trabajo con grupos operativos, la acción comunitaria, el trabajo en nuevos campos como el sindical o la Planificación Social, eran totalmente rechazados.

Pero a nivel de operacionalizar la práctica profesional, la disociación con la crítica estructural fue una constante. Los métodos y las técnicas se constituían en medios funcionales, es decir adaptativos y de ajuste de los individuos.

La Actualización promovía el debate acerca del rol profesional, asignándole a este la función de agente de cambio o las eternas discusiones acerca de llamarnos trabajadores sociales, asistentes sociales, sociatras y cuanta denominación estuviese al alcance.

Todo fracaso operativo era atribuido a la resistencia al cambio, a la herencia dejada por el paternalismo estatal del peronismo o a las características de la “sociedad tradicional argentina”. A estas discusiones que se prolongaron durante años se deben agregar la de si la persona con la que trabajaba el profesional debía llamarse cliente, beneficiario o usuario o las largas discusiones acerca de las características personales que debían tener los profesionales que los convertirían según viniesen del sector liberal o del católico en superhombres o apóstoles.

La lista para esta época es tan grande que podría integrar un voluminoso manual de zonceras criollas del Trabajo Social que además incluyera muchas de las recetas que el colonialismo europeo habría aplicado en África y Asia.

La Reconceptualización cambió el paradigma e intentó con resultados diversos cambiarlo por otro que tuviese más basamento científico y a la vez fuera transformador.

7. ¿Reforma o revolución?

Cómo ya lo he señalado cuando se trató el tema del espíritu de los 60-70, la sociedad latinoamericana, influida por la Revolución Cubana, por la derrota militar de los Estados Unidos en Vietnam; por el fracaso de las recetas desarrollistas y además por las sucesivas interrupciones de los gobiernos constitucionales, por los golpes militares que se producían con el apoyo del imperialismo y la oligarquía vernácula- a la que se unía la proscripción del peronismo, se planteaba los diferentes caminos para salir de esa situación de crisis, dentro del espectro de posibilidades que brindaba la reforma o la revolución.

El 69 había sido testigo del Cordobazo, que culmina al año siguiente con el gobierno militar de Onganía; la resistencia peronista no daba tregua y hacía irrupción en los más diversos ámbitos de la cultura y la sociedad y del mundo popular mientras en el ámbito de la cultura burguesa veníase instalando desde la caída del gobierno peronista en el 55 el control de la cultura por parte del pensamiento comunista. Un ejemplo de ésto lo encontramos en la Universidad de Buenos Aires durante el breve rectorado de José Luis Romero y más tarde de Risieri Frondizi.

En ese clima, resulta más que lógico, que en los ámbitos sindicales, políticos, universitarios, eclesiales, se pensara en las posibles salidas, por vía de la reforma o de la revolución y se leyeran los libros del Che Guevara de Mao o a Regis Debray que hasta eran leídos ávidamente por empresarios, sacerdotes, políticos, militares y a decir verdad los menos que los leyeron fueron los propios trabajadores sociales, mas ocupados en rencillas internas intrascendentes y sumidos en la mediocridad de una formación estéril.

Durante estos años se van conformando diversos grupos guerrilleros que optan por la vía armada. Entre ellos Montoneros organización conformada por el peronismo revolucionario, sectores nacionalistas y elementos vinculados a los sacerdotes del tercer mundo; y otros grupos marxistas, trotskistas, castristas y maoístas.

Pero la opción armada no es la única. Otros optan por hacer cine o teatro de denuncia; música rebelde; otros por organizar y movilizar a la población.

En ese momento histórico, era absolutamente normal que en diversos círculos de la sociedad argentina en especial en círculos intelectuales se debatiesen temas como la toma del poder, las formas que este asumiría o el tipo de sociedad a la cual se aspiraba. Sobre este último aspecto el debate de esa época giraba entre el capitalismo autocentrado, el socialismo nacional, las diversas formas que había asumido las sociedades socialistas en Rusia, Cuba o China.

Durante esta época de los 60 y especialmente con la dictadura militar y más tarde con los gobiernos democráticos surgieron por parte de colegas que habían participado de la Reconceptualización acusaciones en el sentido de que los reconceptualizadores habían elegido o participaban de la lucha armada.

Si hasta el momento era comprensible la lucha ideológica por parte de los sectores liberales y conservadores de la Actualización, sea en congresos, o en el ejercicio de las funciones publicas, estos nunca habían llegado a realizar por escrito y públicamente acusaciones de ese tenor y calibre, demostrando una mayor ética y honestidad hacia los colegas de la Reconceptualización.

Resulta sorprendente y sólo puede entenderse en función de ambiciones personales y profesionales, que algunos ex reconceptualizadores acudieran con el propósito de denostar a los reconceptualizadores a la utilización de medios de comunicación como lo fue el diario El Territorio de Posadas (Misiones) o a la utilización de libros editados por universidades nacionales, en los que en forma ligera y no fundamentada deslizaban sus afirmaciones calumniosas. Con esta práctica por otra parte habitual en la profesión, se evitaba entrar en el debate serio y democrático de las ideas.

Nada más inexacto y oportunista. Nadie medianamente serio puede llegar a sostener y menos demostrar, que los reconceptualizadores optaron en bloque y unánimemente por la lucha armada y que desde las Escuelas de Servicio Social se reclutaba guerrilleros o algo por el estilo.

Los reconceptualizadores provenían de diferentes orígenes. Los hubo marxistas, cristianos, comunistas, maoístas, católicos, peronistas y existían posiciones bien diferentes entre ellos, aunque había elementos de criticidad hacia el sistema que eran comunes a todos. Pero demos un ejemplo todavía más definitorio. Los “comunistas” con el golpe militar de 1976, adoptaron una posición de alianza con la dictadura militar, que se concretó en asumir numerosos cargos en la administración pública y en consulados y embajadas del extranjero. Pero estos “comunistas” del Partido Comunista Argentino, no terminaron ahí, llegaron a postular la conformación de un gobierno cívico-militar.

Al argumento de que desde la escuelas se reclutaban guerrilleros, nada más inexacto. Primero que las escuelas que adherían en nuestro país a la Reconceptualización eran mínimas y en segundo lugar que esas escuelas optaron más por el camino de la educación social y política y la movilización popular, de la mano del pensamiento de Paulo Freire.

Sí existieron alumnos o alumnas que optaron por la lucha armada, que sí tenemos que aceptar que los hubo, lo fueron por su vinculación a seminarios e instituciones de la iglesia católica o en algún caso de su inserción en algún partido político, pero no como un producto de la formación que brindaban esas escuelas y mucho menos de sus programas de estudio. No obstante lo anterior se debe reconocerse que a parte de ser un número mínimo, ese número sería comparable a la posibilidad de la existencia de otros alumnos que practicaran equitación, jugaran al golf o se dedicaran a cantar ópera.

Terminamos con este punto diciendo que la disfuncionalidad en los planteos de la Reconceptualización, se produjeron, como así lo demuestran los diversos textos de la época, al plano educativo y el de la organización movilización popular, esto último fue más una aspiración de deseos, que no se concretó en la práctica y cuando se lo hizo, fue desde las estructuras de los partidos políticos en donde militaban los alumnos / as.

8. Actualización vs. Reconceptualización.

A esta altura se hace necesario aclarar que en la Reconceptualización del Trabajo Social Argentino hubo dos enfoques distintivos. Por un lado uno, al que ahora nosotros llamamos Trabajo Social Critico y Propositivo, que se baso en el método científico 8 y en el materialismo dialéctico 9 y en la búsqueda de metodologías de intervención basada en los aportes críticos y disfuncionales de las Ciencias Sociales 10.

Por otra parte otro enfoque el ideologista, que soslayo el aporte teórico de las ciencias sociales e incursiono en el activismo y en un debate político y filosófico en nada riguroso. Posteriormente, este enfoque ideologista se introdujo fuertemente en los sectores de la Actualización, minando los basamentos tecnológicos adquiridos durante la época del desarrollismo. El mismo puede identificarse hoy día en un mayoritario número de trabajos que publican editoriales y revistas de nuestro medio en las cuales puede observarse hasta el día de hoy una continuidad de temas nada relevantes para la profesión y para la consolidación de un Trabajo Social Crítico.

A continuación enunciaré los principales colegas que han participado significativamente tanto de la Reconceptualización, como del proceso de Actualización, adoptando como criterio la producción bibliográfica en el Río de la Plata lugar donde se inicia la Reconceptualización en el período 1965 a 1976 año en que se produce el golpe militar. Mencionando también a algunos autores brasileños que se incorporaron a este movimiento. Ello se hace necesario, dado que ahora han surgido un nutrido número de colegas que se adjudican el haber participado de este proceso, sin poder demostrar una contribución al desarrollo de ese pensamiento reconceptualizado. Se aducen de esta manera, las más extrañas asociaciones, que van desde la participación en alguno de los congresos de esa época o al haber participado con algún reconceptualizador o actualizador de alguna charla. Se echa mano, a las circunstancias mas curiosas, las que no dejan de ser a la vez divertidas, por lo imaginativas y casi adolescente de esas ocurrencias.

En el primero de los grupos, es decir en la Reconceptualización, encontramos los trabajos de H. Kruse, de R. Dupont, L. M. Früm; J.Barreix, E. Cassineri, A. Dufour, V. de Paula Faleiros, E. Ander-Egg y otros colegas que no realizaron aportes tan prolíferos. Ejercieron a partir del Trabajo Social una función de critica social y de propuestas innovadoras en el Trabajo Social. El común denominador de este grupo es su posición de nueva izquierda, antiimperialista en un abanico que va desde las posiciones populistas hasta el marxismo. Sus figuras más emblemáticas han sido por su calidad y variedad las de Herman Kruse, encontrándose más tarde los aportes de René Dupont, Luis María Früm y Juan Barreix.

Mención especial dentro de este grupo debemos hacer de Ezequiel Ander Egg, que procedía del campo de las Ciencias Políticas que desarrolló hasta los días de hoy, una vasta tarea de divulgación de los más variados temas y enfoques, pero que en realidad sus aportes propios al proceso de reconceptualización fueron escasos.

De la Reconceptualización ha participado un espectro ideológico-político compuesto por marxistas, demócratas cristianos, comunistas, radicales, peronistas, cristianos evangélicos, etc. pero esta enunciación no nos ayuda mucho a la hora de ver que contribuciones a la Reconceptualización y al Trabajo Social se han tenido desde cada uno de esos sectores.

El peronismo reconoce un espectro que va de la izquierda a la derecha, que albergó desde un Willians Cooke hasta un López Rega; la democracia cristiana ligada en muchos casos al pensamiento más conservador de la iglesia y a posiciones antipopulares, tiene profundas diferencias con el pensamiento de los grupos que adherían a la teología de la liberación. El Grupo ECRO ha estado conformado por una “nueva izquierda”, en la que se podía distinguir a comunistas, cristianos, marxistas y elementos de la izquierda nacional.

Tal vez sea más útil pensar, si lo que deseamos es hacer una tipología, en agrupar a estos por el enfoque que sostenían a nivel del Trabajo Social, en asistencialistas; tecnocrático-cientificista; ideologista y crítico. En cada uno de ellos caben las diferentes categorías políticas. Que en los 60-70 se fuera demócrata-cristiano o comunista o peronista, no era significativo para el Trabajo Social, pues había quienes conocían el pensamiento de Paulo Freire y entre los que los conocían existían aquellos que sabían ponerlo en práctica y otros no; y otros que sabiendo ponerlo en práctica, no hacían absolutamente nada. Y así podríamos continuar con otras cuestiones como el método de Investigación Acción o la organización de la comunidad y la acción directa de Saúl Alinsky. Lo mismo podemos decirlo del marxismo. Estaban, - aunque éstos eran los menos – los que habían estudiado la obra o algunos textos de Marx y otros que simplemente citaban su nombre y caían en un activismo estéril y en un ideologismo poco o nada fundamentado.

Lo que me parece importante es analizar que contribución desde la teoría, la metodología y la operativización del Trabajo Social, hacían cada uno de estos colegas.

Cuando caracterizamos y diferenciamos la Actualización de la Reconceptualización, estos aspectos cobran relevancia. Más de una vez hemos visto a “reconceptualizadores” hacer una práctica puramente asistencialista o ideologista.

Muchos de quienes podríamos ubicar hoy en los esquemas de la Actualización, tenían un desconocimiento asombroso de la realidad social y habían caído en un filosofar sin el menor atisbo de implementación técnica.

De la Actualización participaron dos grupos perfectamente definidos. Por un lado un grupo liberal, de ideología antipopular, en el que encontramos a Sela B. Sierra 11, a Natalio Kisnerman, R. Hill, S. Cornely, E. Di Carlo y Aníbal Villaverde, estos dos últimos provenientes del campo de la filosofía y de psicopedagogía respectivamente y un séquito del pensamiento colonizado. Por el otro un sector conservador, integrado por los elementos del Colegio de Asistentes Sociales de Buenos Aires, la UCISS, entre los que se encontraban figuras como Marta Escurra, Dora González, Concepción Minervini, Ana Rosa Canclini, Delia Peña, María del Carmen Baña Sánchez, Margarita Calvento, Beatriz Ventura de Bruzatori entre otras y algunos otros pocos miembros del Museo Social Argentino, que por sus vinculaciones con el pensamiento socialista y del higienismo social, la masonería y algunos grupos libertarios anarquistas mantenían un distanciamiento con los sectores católicos.

Algunos hechos son demostrativos de que no estamos realizando una categorización antojadiza cuando planteamos la Actualización vs la Reconceptualización.

La primera etapa de la Revista Selecciones del Social Work que como ya dijimos privilegio el enfoque y los autores norteamericanos, estuvo estrechamente vinculada por los convenios que tenía nuestro país con la embajada de los Estados Unidos por intermedio de Aníbal Villaverde. Estos cambios de nombres y de enfoques respondían a las luchas ideológicas de la época y en este caso específico a las críticas que provenían de los sectores de la Reconceptualización, por el carácter extranjerizante que tenía la mencionada publicación 12.

Dejado de lado los autores norteamericanos, los actualizadores tuvieron en todo momento un pensamiento eurocentrista, prueba de ello era sus permanentes viajes a Europa en busca de nuevos autores y nuevas recetas.

Ni los reconceptualizadores ni los actualizadores incorporaron en sus planteos al pensamiento nacional y siguieron incorporando autores, categorías que interpretaban y explicaban nuestra realidad desde otras sociedades bien diferentes a las nuestras. Sartre, Marx, Gramsci, Althusser, Mao se convirtieron en el pensamiento más relevante para el Trabajo Social. Si por un lado se rechazaba lo norteamericano y lo europeo, por el otro lado se volvía a caer aunque con otras visiones en un pensamiento extranacional.

Justo también es decir que un muy pequeño grupo de quienes integraron los núcleos de la Reconceptualización y que provenían en su formación del Instituto de Servicio Sociales del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública 13 en donde dictaban clases docentes del socialcristianismo, peronismo y de la izquierda nacional realizaron alguna referencia al pensamiento histórico revisionista.

La ignorancia total en el Trabajo Social de los estudios realizados por Juan Bialet Masse con su Informe sobre el Estado de las Clases Obreras en el interior de la República, el pensamiento de Raúl Scalabrini Ortiz o de Arturo Jauretche y de los integrantes del grupo FORJA así como el de los historiadores revisionistas José María Rosas, Manuel Gálvez, Julio Irazusta, o pensadores como Ernesto Palacio y Fermín Chávez, que anteponían su visión nacional a la historia oficial de Bartolomé Mitre, estaban ausentes en la formación de los cuadros profesionales. Tampoco existía la menor referencia a la política social y asistencial del peronismo ni a las conquistas sociales y legislativas habidas en ese periodo de gobierno.

La desvinculación con la realidad social en la cual se pretendía intervenir era tal que en una conversación que mantuve con una prestigiosa colega ésta se lamentaba de no haber estado jamás en una villa miseria. Si bien ésta no es una condición necesaria ni suficiente para el ejercicio de la actividad profesional muestra a las claras lo que estamos afirmando. Más aún esta misma colega sostuvo durante años que nuestra función profesional era la de ser “psicoanalistas de los pobres”. Mi respuesta jocosa siempre fue la de señalarle los inconvenientes de trasladar un mobiliario como el diván del sicoanalista a los estrechos y pobres habitáculos que tenían los pobladores de las villas.

Tales dislates por otra parte habituales en más de un actualizador ejemplifican la falta de comprensión a cerca de las problemáticas de los sectores populares en nuestro país.

Un psicologismo y un sociologismo explicativo de nuestra realidad social había dejado de lado por los años 60 la situación de explotación de las clases obreras argentinas, las diferencias culturales, regionales, las variables sociales y culturales intervinientes en los procesos inmigratorios internos y externos,

Mientras en las aulas universitarias se estudiaba la cultura de la pobreza (Oscar Lewis 1961) y como esta se desarrollaba en México o en Puerto Rico se desconocía la cultura de los suburbios obreros de los bajos fondos porteños, la mala vida de los boliches aledaños al rectorado de la Universidad de Buenos Aires.

Mientras este mismo rectorado ensayaba en la isla Maciel un centro de prácticas para las distintas carreras de las diversas facultades, en la cual los pobladores se convertían “en conejitos de indias”, para probar el diverso arsenal “científico” compuesto por tests, escalas de actitudes, encuestas sociales, etc. y en lo que los alumnos / as de la carrera de asistentes sociales a falta de conocimientos e instrumental técnico solamente realizaban visitas de observación.

Desde Pichón Rivieré pasando por Moffat en sicología social, Egger Lan en filosofía y política, o la larga experiencia autogestionaria y participativa que se desarrollo en el movimiento obrero argentino. Eran desconocidas por los / as alumnos / as de las carreras de asistentes sociales y por los propios docentes de las mismas.

Si por un lado nosotros decimos que lo más representativo de la Reconceptualización del Trabajo Social ha sido el Grupo ECRO, tampoco deberíamos dejar de señalar que otros sectores, sean del peronismo o del social cristianismo, no estuviesen encauzados en el proceso de Reconceptualización profesional. Muy lejos estamos de afirmar esto.

Si el grupo ECRO optó por conformar un grupo de docencia e investigación y más tarde conformar una editorial y librería, otros sectores optaron por trabajar en organizaciones de base, sindicatos, parroquias, juntas vecinales realizando múltiples experiencias en el campo de la atención primaria de la salud, de la economía popular, de la alfabetización, la educación y la cultura, integrándose en un trabajo en equipo con personas de otras profesiones y actividades.

Éstos últimos en muchos casos no dejaron huellas de esas experiencias, en libros y publicaciones dado que lo que se privilegio fue la praxis social y el activismo social, en otros casos esas experiencias fueron documentadas en revistas políticas de la época, como El Descamisado o Militancia Peronista o en las revistas y libros que editaba en nuestro país el socialcristianismo, como las Ediciones Paulinas o el Centro de Comunicación Popular y los seminarios y publicaciones del ISEDET, muchas de ellas mimeografiadas y de reducido número de ejemplares, tal como los trabajos que publicaba Ricardo Chartier, desde su centro de Lanús.

Por otra parte y como ya lo demostráramos cuando se trataron en la parte inicial de este libro, los fundamentos, los aportes del pensamiento nacional, como los de los historiadores revisionistas, el pensamiento crítico de Oscar Varsaky sobre el papel de la ciencia y el científico; La Hora de los Pueblos de J.D. Perón, los aportes al debate de la liberación realizados en el seno de la Universidad de Buenos Aires y que se oponían al hegemónico planteo cientificista y positivista, por C. Eggers Land. En el campo del Trabajo Social, no debe omitirse de mencionar que la difusión en nuestro medio del método de organización de la comunidad de Saúl Alinsky, fue realizado por el pastor metodista Ricardo Chartier y que Herman Kruse, también pastor evangélico contribuyó de manera relevante al proceso de Reconceptualización,

Estos son sólo algunos de los ejemplos de la inexactitud de la tesis que asigna al marxismo en nuestro país, un rol director del proceso de Reconceptualización. Que los asistentes sociales de esa época del campo nacional y popular, abrevaran, se nutrieran y utilizaran categorías del marxismo, era una realidad que tampoco se puede ocultar.

La teología de la liberación a la cual adhirieron especialmente muchos alumnos / as de extracción católica que luego optaran por seguir la carrera de Trabajo Social, se nutrió de la teoría marxista. Sin duda esto estaba alejado del pensamiento de los docentes de las escuelas de Servicio Social, enmarcados en su mayoría en los planteos liberales, antinacionales, metodológicamente influidos por el pensamiento norteamericano y europeo.

En consecuencia, afirmar que de la Reconceptualización participaron elementos que venían de diferentes partidos políticos no aclara que aportes técnicos, metodológicos, teóricos e ideológicos realizaron al mismo.

De ninguna manera quiere decir que no hubiese fuera del Servicio Social de la época, centros de comprensión y elaboración teórica y práctica en donde podían nutrirse aquellos que lo quisieran. Y entre ellos podemos mencionar como ejemplo el ISEDET, la Escuela de Psiquiatría Social, etc. Para los reconceptualizadores o en las posiciones de la Actualización el Instituto Guidance que agrupaba a un nutrido grupo de profesores de la Facultad de Derecho y a autores de la editorial Humanitas.

Pero por otra parte no están desacertados quienes vinculan a la Reconceptualización con el marxismo. Los sectores socialcristianos, estudiaban y adherían muchos de ellos al pensamiento marxista, apoyados en los escritos de Lebret, como por ejemplo la Carta a los cristianos de buena voluntad o en los escritos de los teólogos de la liberación. Dentro del peronismo existía una corriente de pensamiento que adhería a las tesis del marxismo, mientras que otros discutían el “socialismo nacional”. Pero esas posiciones no se han traducido en los escritos de Trabajo Social de la época. El único ejemplo que se puede encontrar es el del Grupo ECRO, que dejo un valioso legado del pensamiento de la Reconceptualización.

Pero aquellos que estudiaban en el Museo Social Argentino, en las escuelas que el Instituto de Cultura Religiosa Superior tenía en la Capital Federal y en el conurbano, así como en las dos carreras con que contaba la UBA, en la Facultad de Medicina y en la Facultad de Derecho, que mantenían una formación tradicional, realizaban un movimiento centrípeto, buscando ámbitos más dinámicos y nutriéndose de diversos centros de formación, sean estos religiosos, políticos o comerciales. Esto explicaría, entre otras causas, la ausencia de materiales grupales escritos por esa época.

Basta por ejemplo señalar que la modificación de planes de estudio en la orientación que señalaba la Reconceptualización se operó solamente en unas pocas escuelas, como es el caso de Posadas, San Luís o Mendoza y tangencialmente la Escuela de Paraná, Entre Ríos y Río Cuarto (Córdoba.) La escuela de Gral. Roca, por las consideraciones hechas en este trabajo, se ubicaría en lo más avanzado del espectro de la Actualización.

9.- Conclusiones

Voy a utilizar un ejemplo que emplee en mis clases cuando los / as alumnos / as confundían el Trabajo Social con la Sicología social o la Educación Social. Un perro, una vaca, o un caballo, los tres son mamíferos y tienen características comunes, entre ellas, cuatro patas, una cola, una

cabeza, con dos ojos, dos orejas, un hocico y una boca, sin embargo a nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que un perro es una vaca o un caballo. Tampoco podemos confundirnos por contar con características comunes que la Actualización profesional sea lo mismo que la Reconceptualización.

Si los reconceptualizadores con sus aportes modificaron sustancialmente los fundamentos, fines y metodologías profesionales, los actualizadores aportaron con relación a los métodos caritativos, benéficos y asistenciales una visión mucho más integrada al desarrollo de las Ciencias Sociales funcionalistas, acorde con las recomendaciones que se venían realizando desde los organismos internacionales.

No obstante ello, podemos afirmar que el sistema educacional no pudo articular una enseñanza más calificada, por motivos intrínsecos al quehacer profesional, como por el rol que el mismo sistema educativo y otras profesiones asignaban al Trabajo Social.

La distancia entre el discurso y la praxis profesional constituyeron en ambos casos un obstáculo que hasta el día de hoy no ha sido superado.

La Reconceptualización de los 60-70 tuvo el mérito de provocar la ruptura con un Trabajo Social que transplantaba modelos de intervención norteamericanos y europeos y comenzar a vincular más la realidad social de nuestro país con un pensamiento propio y latinoamericano.

Pero se debe admitir que los resultados hasta el día de hoy han sido solamente parciales como producto de la persecución, el asesinato y la diáspora de colegas reconceptualizadores durante la dictadura militar y también porque el Trabajo Social no pudo desvincularse del pensamiento colonial. Desde los 70 y hasta el día de hoy los colegas de la Actualización no cesaron de generar por razones ideológicas, económicas, o de gozo personal y de status, ligado a la idea de “civilización y barbarie”, por lo que todo lo de afuera resultaba mejor que lo de adentro. Así se acudía a España a buscar formulas de control social y burocráticas implementadas por la socialdemocracia o se iba a Italia a “descubrir” las redes sociales, de la que los sectores y la cultura popular habían hecho una buena utilización desde comienzo de siglo XX para poder subsistir.

Si hoy se superan estas zonceras y si se recuperan los elementos fundamentales de la Reconceptualización, se podrá construir un Trabajo Social que sea a la vez Crítico y Propositivo, inserto en una sociedad democrática y participativa.

Alberto J. Diéguez
Madrid (España)
Septiembre 2006

NOTAS

1 Por estar íntimamente imbricado el proceso de Reconceptualización argentino y uruguayo y en particular por haberse iniciado y desarrollado en el Río de la Plata se hace referencia a autores de ambos países. También se incluye la mención de algún autor brasilero que ha tenido especial relevancia por sus aportes realizados en esa época.

2 Este trabajo puede ser consultado en la pagina web “De la Reconceptualización al Trabajo Social Crítico”. Universidad de Costa Rica.

3 Se recomienda la lectura del libro La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn.

4 Recomienda la lectura del trabajo de Luis María FRÜM “Hacia una metodología de la integración”. Revista Hoy en el Trabajo Social. Nº 18. Ed. Ecro. Buenos Aires. Junio – Julio, 1970.

5 Este artículo fue publicado por la Revista Margen. Buenos Aires. Primavera 2005. Nº 39. También puede consultarse en la página web “Perspectivas Latinoamericanas” de la Universidad de Costa Rica

6 FRÜM L. M. ob.cit.

7 Una buena parte de estos trabajos pueden ser consultados en la página web “De la Reconceptualización al Trabajo Social Crítico” Universidad de Costa Rica.

8 Ver KRUSE Herman “Introducción a la teoría científica del servicio social” Buenos Aires. Ed. Ecro. Serie ISI Nº 1, 1972.

9 Ver FLORES, A. “El método de la acción y la acción del método”. Buenos Aires. Ed. Ecro, .1976 puede consultarse en la página web “De la Reconceptualización al Trabajo Social Crítico” Universidad de Costa Rica.

10 Recomendamos por ejemplo la lectura de los trabajos de Orlando Fals Borda y de Paulo Freire.

11 La colega Sela B. SIERRA de destacada actuación profesional, especialmente en lo que hace a la agremiación del colectivo profesional y al desarrollo de la Editorial Hvmanitas, paradójicamente escribió muy pocas obras. Su principal trabajo ha sido “Introducción a la Asistencia Social” Buenos Aires. Ed. Hvmanitas,1964.

12 Quien desee ampliar el tema de las publicaciones de esa época en Argentina, consultar en este mismo libro el capítulo correspondiente a “Las editoriales”.

13 Para un análisis más profundo sobre las escuelas de Servicio Social consultar en este mismo libro “el sistema educativo y la Reconceptualización:1- El embrión de la Reconceptualización; 2- Las escuelas reconceptualizadas.”



* Datos sobre el autor:
* Alberto J. Diéguez
Licenciado en Servicio Social y Doctor en Psicología Social

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