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Edición N° 39 - octubre 2005

Acerca del concepto de "trabajo social" y de la acción socio-política, en la Argentina

Por:
Alberto J. Diéguez
* (Datos sobre el autor)


Este trabajo incluye un aporte sobre el tema del profesor Juan Barreix Moares.
Nota: El presente trabajo es una parte del libro que se encuentra en elaboración: "La otra mirada sobre el proceso de Reconceptualización del Trabajo Social en Argentina

Acerca del concepto de “trabajo social” y de la acción socio-política, en la Argentina.
Existe una opinión generalizada en nuestro medio, de que el cuestionamiento a la caridad, a la beneficencia, a la filantropía y a las diversas formas de ayuda social tradicionales, proviene de la época de la Reconceptualización del Trabajo Social, en la década de los 60.

Intento en este trabajo demostrar que dicho cuestionamiento, se realiza en nuestro país, con anterioridad a ese período fructífero de nuestra profesión. Es necesario “desamprender” algunas concepciones vigentes y es por ello que intento sobre una base documental, mostrar otro punto de vista.

Ligado a este cuestionamiento, surge la necesidad de hablar de algo diferente a esas formas de ayuda y así surge el término “trabajo social”, ligado a principios de acción diferentes a los tradicionales. Ese trabajo social, implica también un cuestionamiento al trabajo apolítico, y a la idea arraigada en la Asistencia Social y en el Servicio Social de esa época, de nuetralidad ideológica.

El Trabajo Social alberga tesis inconsistentes, mitos y supuestos que en algunos casos resultan indemostrables. Hace unos años atrás en oportunidad de celebrarse el Día del Asistente Social, en nuestro país, tuve que explicar en una clase a los alumnos/as, el orígen de esa fecha, lo que dio luego a un pequeño trabajo sobre el tema. 1

En ese entonces en esa misma universidad, algún docente, sostenía que en ese día se recordaba el asesinato de un trabajador social, por la dictadura militar. El hecho nunca había existido, tal como lo presentaba esta colega. No menos inconsistente fue la versión de que ese día coincidía con la creación de la Sociedad de Beneficencia, en la presidencia de Rivadavia.

En la vida democrática, es necesario brindar la mayor información posible y dar a conocer los hechos y visiones de una época, para que luego se pueda optar por un análisis u otro; refutar o no, esos puntos de vista o realizar nuevas investigaciones, que posibiliten hechar luz sobre un tema o acontecimiento. Se hace necesario pués, leer este artículo sin prejuicios, ni preconceptos y con un criterio amplio y crítico, contextuando estas cuestiones en la época en que sucedieron.

1. ¿Eva Perón, filántropa, benefactora o trabajadora social?

El Justicialimso fue un movimiento nacional, que en sus tres gobiernos (1946-1952, 1952-1955 y 1973-1976), tuvo especial empeño en construir una democracia social, basada en la soberanía nacional; la autonomía como expresión de libertad y en una sociedad, con justicia social.

La Asistencia Social desarrollada por el Estado, se combina con la asistencia que desarrollan los organismos privados. Las organizaciones sindicales complementan el accionar estatal, por medio de servicios médicos, turismo social, cooperativas de vivienda, mutualidades.La asistencia social, dirigida a aquellos que no se encontraban cubiertos por los sindicatos o las organizaciones del Estado (ya en esa época burocratizadas) 2 era atendida por la Fundación Eva Duarte de Perón. 3

La organización de “celulas mínimas”, integradas por asistentes sociales, que desarrollan su labor en conventillos y en el rancho, se encontraba dirigida a suplir necesidades urgentes. La incorporación de los mas humildes en la solución de sus problemas, basado en el principio de que “Solamente los humildes salvarán a los humildes”, escandalizaba a la aristocracia, pero lo cierto es que el papel desempeñado por trabajadores y por la gente común, fue innegable y evidencia un incipiente grado de participación social.

El cartero de correos en las barriadas populares porteñas, por ejemplo, tenía una doble función. Entregaba las cartas de los familiares y amigos del interior, a la población inmigrante – “los cabecitas negras” -, conocía al vecino y sus necesidades, así como las barriales y en consecuencia se convertía en una especie de interlocutor válido – hoy se hablaría de un mediador -, entre la población y la Fundación. Ellos entendían y comprendían, su propia cultura y su propia situación.

En consecuencia, una manera muy diferente de realizar la acción social, la encontramos en este período, al frente de la cual estuvo Eva Duarte de Perón, - Evita, para los humildes y los descamisados -. Las audiencias públicas; la organización estructurada para atender las demandas de los “grasitas”, que se realizaba por medio de un equipo de asistentes sociales, que analizaban la situación personal y la urgencia de los pedidos, y se expedían en un plazo, que no sobrepasaba los diez días, son demostrativos de esa nueva forma de hacer las cosas, que operaba bajo el lema: “Ayuda social, sí; limosna, no”.

“ Sebreli 4 dice: “un sucedáneo en mayor escala y con métodos más eficientes y modernos de la función social realizada por el viejo caudillo de barrio de la tradicional política criolla: resolver los problemas privados, inmediatos y concretos, que no pueden resolver los grandes organismos estatales, demasiado lejanos y abstractos. En este tipo de relación personal, cara a cara, no solo interesa la ayuda en sí, sino la forma de darla.
No se trata de la forma fría y burocrática de una sociedad de beneficencia: Eva Perón es el “amigo para casos de apuro” a quien se le puede confiar cualquier cosa: va a ayudar sin hacer demasiadas preguntas y sin hacer llenar fichas o firmar papeles. Por otra parte, esa ayuda es ejercida, sobre todo, en aquellos que carecen de una organización y de un medio efectivo como para reclamar sus derechos; no se dirige por lo tanto a la clase trabajadora sindicada, sino más bien al lumpen o a marginales sin defensa: ancianos, enfermos, niños, viudas y huérfanos, mendigos, víctimas de todo tipo y personajes de la Corte de Milagros desfilaban por el salón Luis XV de Trabajo y Previsión.”

Esta ayuda social estaba alejada de la filantropía, de la beneficencia, de la limosna y a falta de un término más preciso, se utilizaba el de ayuda social.

En el libro La Razón de mi Vida (1951), Eva Duarte de Perón, en el capítulo “Limosna, Caridad o Beneficencia”, dice refiriéndose a su obra de ayuda social:

No. No es filantropía, ni es caridad, ni es limosna, ni es caridad social, ni es beneficencia. Ni siquiera es ayuda social, aunque por darle un nombre aproximado yo le he puesto ése. 5

Para mí es estrictamente justicia. Lo que más me indignaba al principio de la ayuda social, era que me calificasen de limosna o de beneficencia.”

Me parece interesante destacar que, en oportunidad en que se le formularan criticas por su ingerencia en la vida política, Eva Perón manifestó:

“Soy su esposa y solo estoy interesada en el trabajo social.” 6

El término “trabajo social”, no está utilizado en forma azarosa, ni antojadiza. Diversos documentos de Eva Perón son muy críticos con las diversas formas de realizar la ayuda social y con los conceptos utilizados hasta esa época.

En consecuencia el termino “trabajo social”, tiene una connotación diferente y supone un estado de superación de las formas tradicionales de ayuda social.

Independientemente de que todo trabajo social, - sea este o no, partidista -y se realice desde las instituciones del Estado, o desde fundaciones u ONGs va a ser siempre político, debido a que el accionar del trabajador social se realiza en función de valores; de una concepción determinada de lo que es el ser humano y la sociedad; de finalidades primordiales como el bienestar económico y social y las relaciones sociales satisfactorias, que se intentan instalar en la sociedad.

En el marco de una sociedad democrática, los partidos políticos ejercen la función de representar intereses de sectores de población y los trabajadores sociales que adhieran a uno u otro partido, asumen diferentes concepciones de lo que es el Trabajo Social y de cómo se realiza éste.

Así que lo político, sea o no partidista, se encuentra siempre presente en el accionar del trabajador social.

Continuando con el pensamiento de Eva Perón, acerca de las diversas formas de ayuda, sigue diciendo:

Porque la limosna fue siempre para mí, un placer de los ricos; el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres, sin dejarlo nunca satisfecho. Y para eso, para que la limosna fuese aún más miserable y más cruel, inventaron la beneficencia y así añadieron al placer perverso de la limosna el placer de divertirse alegremente con el pretexto del hambre de los pobres. La limosna y la beneficencia son para mí, ostentación de riqueza y de poder, para humillar a los humildes.

Y muchas veces todavía, en el colmo de la hipocrecia, los ricos y los poderosos decían que eso era caridad, porque daban– eso creían ellos – por amor a Dios.

¡Yo creo que Dios muchas veces se ha avergonzado de lo que los pobres reciben en su nombre!

Mi obra no quiere ser de “esa” caridad. Yo nunca he dicho, ni diré jamás, que doy nada en nombre de Dios.

Lo único que se puede dar en nombre de Dios, es lo que deja alegres y contentos a los humildes; no lo que se da por compromiso, ni por placer, sino lo que se da por amor.”

Y en “Otros escritos”, dice acerca de la ayuda social:

Yo sé que mi trabajo de ayuda social – no es una solución definitiva de ningún problema. La solución será solamente la justicia social. Cuando cada uno tenga lo que en justicia le corresponde, entonces la ayuda social no será necesaria. Yo sé que mí obra es como una gota de agua en medio del mar. Mejor dicho: es una gota de amor cayendo en un inmenso océano de barro, que es este mundo lleno de odios y de luchas”.

Por otra parte, expresa:

Lo que yo doy, es de los mismos que se lo llevan. Yo no hago otra cosa que devolver a los pobres, lo que todos los demás les debemos, porque se lo habíamos quitado injustamente.”

El golpe de 1955, las sucesivas proscripciones del peronismo; el poder político que asumieron la aristocracia y las asistentes sociales ligadas a la tradición asistencialista, que re-instalan este “enfoque” y más tarde el “cientificismo” imperante en el mundo académico, ocultaron este término, así como, esta otra manera de entender y ejercer la ayuda social.

El término trabajo social, de acuerdo con consultas realizadas, al profesor Juan Barreix 7 fue introducido en nuestro país en la década del 60. Veamos a continuación, la explicación dada por el colega:

ESA CUESTION DE LAS DENOMINACIONES PROFESIONALES

-I-

“El tema de la denominación de nuestro quehacer profesional y su cambio de “Servicio” Social a “Trabajo” Social, se presta a equívocos, lo mismo que el del título de sus profesionales (de “asistentes” sociales –y, en algunos casos de “visitadoras” sociales- a “trabajadores” sociales. Confusiones y ambigüedades porque además y en lo que a Argentina especialmente toca, no se dieron en correspondencia ni simultaneidad los unos con los otros. Así, no ocurrió (en nuestro caso por ejemplo) que a la denominación trabajador social para los profesionales se diera, en lógica reciprocidad, el de Trabajo Social para la profesión o viceversa, una cosa acompañando a la otra.
Además (los cambios) se dieron en orden invertido y, como consecuencia, con lapsos de contradicción: apareció una Escuela (la pionera en la materia) que se denominaba “Instituto de Servicio Social” y que, sin embargo, otorgaba el título de “trabajador” social, el que –por su parte- dependía del Ministerio de “Asistencia” Social y Salud Pública de la Nación, (el que funcionó en la calle Bolívar 1112 de Capital Federal) y que fue asesorado en su creación por la experta de la ONU en el tema, la asistente social chilena Valentina Maidagán de Ugarte. Nótense hasta aquí (y desde aquí) las confusiones y mezclas de denominaciones, base de las ambigüedades y equívocos señaladas antes: un nuevo titulo profesional (el de trabajador social) para los egresados de una disciplina profesional que seguía denominándose como antes (Servicio Social y/o en algunos casos –peor aún- “Asistencia” Social en otros centros formativos).

Una explicación simplista (y, como después veremos, equivocada) fue que lo del “nuevo título profesional” se derivaba de una mera (y mala) traducción del inglés, (de “social worker” norteamericano). Es simplista porque:

  1. Si fuera cierto lo de “simple traducción” ¿por qué no se empleó simultánea y concordantemente, la de Trabajo Social (Social Work) como nombre de la profesión en ese idioma y tales lugares?

  1. Si la misma Consultora Técnica de la ONU mencionada, asesoró también la reestructuración de otras Escuelas, tales como la de la Universidad de la República en Uruguay y de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Porto Alegre, Brasil, ¿por qué en esos lugares se siguió otorgando (a diferencia de aquí) la denominación de “asistente social” como título de los profesionales? Es evidente, entonces, que las razones son otras, diferentes a las de aquella “explicación” mencionada.

-II-

“Ser trabajador social”: una diferenciación necesaria.

Quienes fuimos protagonistas (en aquella época) de la adopción de la denominación de “trabajador social” sabemos –hasta el hartazgo- que la misma obedeció a la necesidad e interés de hacer explicito, desde el mismo nombre, que lo que se trataba de formar académicamente en aquel momento era un profesional cuanti-cualitativamente diferente del hasta entonces conocido como “asistente social” que egresaba de la más de una veintena de Escuelas entonces existentes y que, a través del entonces Colegio de Asistentes Sociales de Capital Federal, repudiaron abierta y públicamente, la presencia y tarea de la Asesora chilena y se negaron rotundamente a introducir cambios, modificaciones y/o actualizaciones en las “curriculas”.
También se agregó, como justificador del cambio, que la nueva denominación profesional serviría para atraer varones a una carrera hasta entonces casi totalmente feminista. A estos argumentos (que no son todos) se los podía encontrar abundantemente en artículos y declaraciones periodísticas de los impulsores iniciales del mismo, el Dr. Ricardo Tarsitano, la Dra. Lida Esther Bianchi y del mismo Ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación, Dr. Héctor Noblía. De manera que lo de “mera traducción” no corre.

Eso por un lado. Pero por el otro y en franco (y verbalmente violento) enfrentamiento a tal cambio, se abroqueló el grueso de las asistentes sociales ya recibidas (salvo minúsculos sectores a los que haremos breve referencia en otra parte) cuyos “bunkers” fueron el Colegio de Asistentes Sociales de Buenos Aires por un lado y la Dirección (o Coordinación) Nacional de Asistencia Social , destacándose en estos “frentes anti-cambio” conocidas figuras de aquel entonces como Marta Ezcurra, Catalina Trillo, Beatriz Arcuri, Dora Gonzalez, Concepción Minervini, Canclini, etc., todas de reconocida trayectoria ultra-católica y/o conservadora y, en algunos casos cercanas a la Unión Cívica Radical del Pueblo, rama del Radicalismo tradicional francamente opositora a la del entonces Presidente Frondizi (UCRI). 8

Los ataques del mencionado sector conservador a ultranza (“gorilas” en la jerga popular) fue tan virulento (hay abundantes notas periodísticas de la época que lo narran en detalle) que la antes mencionada Dra. Bianchi acuñó dos frases para referirse a las “militantes” del mismo: la de “vírgenes histéricas” y la de “vírgenes iracundas” que con el tiempo se harían humorísticamente muy conocidas. 9

Pero más allá de lo anecdótico están los “argumentos” para tan enconada oposición, que fueron fundamentalmente dos:

  1. Las connotaciones “comunistas” de la denominación de “trabajador” social, que se les aparecía como cercana al concepto marxista de “proletariado”. Acusación ésta que se robusteció –además- con el agregado en la nueva currícula de formación del llamado Método de Desarrollo de la Comunidad, palabra ésta última “derivada de comunismo” según ellas, y;
  1. Las derivaciones (o reminiscencias) que, para otro subgrupo de tales oponentes provenían del “lenguaje peronista”, especialmente el de la Fundación Eva Perón, cuya Jefa frecuentemente utilizaba, tales como Trabajo (y trabajador) social, “ayuda social” en oposición a “asistencia”, “beneficencia” y/o “caridad”, etc. tema que ampliamos en otra parte de este trabajo. Para resumir este tipo de pensamiento bien vale recordar la frase que solía pronunciar una asistente social no tan cambio-resistente (supervisora nuestra) que se incorporó, luego de un curso de capacitación dictado por Maidagán de Ugarte. Decía “no se…todo está muy bien, pero eso de trabajador social me suena tan a grasita” Y otra le contestaba: “si…tenés razón y eso desprestigia nuestro rol profesional”.

Importa destacar además, respecto a los dos párrafos anteriores, el alto contenido mackartista, “a la criolla” y a dos puntas.

-III-

Lo de “Servicio” Social y “Trabajo” Social: una cuestión aparte.

Al momento de producirse lo anterior (referido específicamente a la denominación de los profesionales) el antiguo nombre de la profesión “Asistencia” Social ya estaba cayendo en desuso en varios lugares y venía siendo reemplazado por el de “Servicio” Social, y esta última denominación resultaba medianamente aceptable para uno y otro sector en pugna. Para “la guardia vieja” (denominación acuñada por Herman C. Kruse) porque se derivaba de “servire” concepto muy apreciado dentro de la beneficencia, la caridad, la filantropía y la asistencia social.
Y para los incipientes sectores renovadores, porque no entraba en contradicción (más bien se correspondía y ajustaba) a las tesis tecnocrático-desarrollistas del denominado Estado de Bienestar (Welfar State) en aquellos momentos (pre-reconceptualización) en pleno auge bajo el paraguas de la Alianza para el Progreso a nivel continental y del Gobierno frondicista en Argentina (tendencia ésta compartida con casi todos los países del Cono Sur). En resumen, la denominación “Servicio” Social tendría oxígeno por varios años más.

Ni más ni menos que los años que pasarían hasta el momento en que el Movimiento de Reconceptualización saliera a luz y tomara “carta de ciudadanía”, y las tendencias y tesis desarrollistas del “welfar state” comenzaran a entrar en su ocaso y a ser desenmascaradas en sus falacias.

Si bien los primeros cuestionamientos adolecieron de cierta puerilidad (se centraban en la simple disparidad o incongruencia entre el nombre de la profesión (Servicio Social) y el flamante título académico de trabajador social, muy pronto se avanzó en el verdadero análisis conceptual de la cuestión, cuyos resultados demostraron que, para las nuevas perspectivas profesionales por las que la Reconceptualización bregaba, la de Trabajo Social era la denominación más adecuada.
Al respecto hay varios trabajos, especialmente los provenientes de Editorial ECRO y de la revista que, desde entonces cambió su nombre de “Hoy en el Servicio Social” al de Hoy en el Trabajo Social.

Claramente puede verse allí que el cambio obedece a cuestiones conceptuales importantes y, tampoco en este caso, de meras traducciones del inglés. Y, por sobre todo, que el cambio se entronca con la esencia misma de los fundamentos del Proceso de Reconceptualización.

-IV-

Un atajo inesperado.

Como antes quedó señalado el paso de la denominación de “Asistencia” Social al de “Servicio” Social se produjo casi automáticamente y sin mayores obstáculos, pero mientras el primero permitía derivar lógicamente el nombre de sus agentes (Asistencia Social-asistente social) el segundo no, a no ser que se llamara “servidor” social lo que, hasta donde sabemos, no debe haber sido del agrado de nadie, pues nadie lo propuso.

En este sentido, lo que se registró en algún momento fue un intento-propuesta surgido de algún núcleo de la vieja Escuela de S.S. del Museo Social Argentino (fines de la década de los 60s.) de cambiar la denominación de (y a) ambas cosas simultáneamente: “Sociatría” para la profesión y “sociatra” para sus profesionales, pero no prosperó.

Sin embargo tuvieron más suerte aquellos que especularon con el cambio de nivel de la carrera del nivel terciario al universitario, ya que este último posibilitaba alcanzar el rango de “Licenciatura” de (o en) Servicio Social lo que por su parte permitía dar a sus egresados el título de “licenciado en Servicio Social” o sea, sortear la incongruencia expresiva por un atajo: conservadoramente seguir con “Servicio…” y no tener que aceptar el política e ideológicamente molesto de “Trabajo…”

Muchas Escuelas (ahora en algunos casos convertidas en Facultades (o a veces en Departamentos) se deslizaron por esta brecha, y así se denominan hasta la actualidad, y ese es el título básico que otorgan (además y aparte de las maestrías y doctorados que siguen igual criterio), al margen de toda función epistemológica de detección de (y ruptura con) los errores (errores teórico-conceptuales en este caso). A pesar de que es imposible entender la Promoción, en su triple e inseparable dimensión humana, social y cultural englobandola bajo los alcances conceptuales de la palabra “Servicio” (Social).” 10

Para esa época y actualmente (2005) en algunas universidades nacionales de nuestro país, la denominación de “trabajador social” o “asistente social” producía y produce, como lo explica Barreix, reacciones virulentas por las connotaciones del término: pero en aquella época, para mí, no todo estaba circunscripto, a este núcleo del Colegio de Asistentes Sociales de Buenos Aires.

En otros circulos, mucho más pendulares e hipócritas, de doble moral – de los que me ocuparé detenidamente en otra parte del libro -, se realizaban reuniones en casas privadas de docentes, con dirigentes estudiantiles, para lograr consenso e impedir el cambio de denominación y el avance de las ideas de la Reconceptualización.

Soy de la opinión, de que se movían, no sólo intereses ideológicos, sino también intereses económicos importantes, que giraban en torno a subsidios; mercados editoriales; otorgamiento y manejo de asignaturas en los cursos de Asistencia o Servicio Social e incluso al incipiente mercado que devino, de la instalación de universidades privadas en el país.

Sí me parece importante agregar que desde la C.G.T. 11 y por intermedio del abogado Dr. Gonzalo Cárdenas, en ese momento docente en el Instituto de la C.G.T. y profesor de Cooperativismo y Derecho Laboral, del Instituto de Servicio Social (Instituto de Bolivar), se adhirió y contribuyó con entusiasmo a la nueva denominación de “trabajador social” y se becó por intermedio del Centro Argentino de Economía Humana, a alumnos/as de ese instituto, para estudiar en el IRFED (Institut International de Recherche et de Formatión en vue du Développement Armonisé) de Paris.

Este hecho no debe pasar inadvertido, dado que más tarde, para neutralizar la formación de “auxiliares sociales sindicales” de la C.G.T. y los cursos que se venían realizando en las regionales de esa organización sindical y en otros sindicatos (Luz y Fuerza, etc.), algunas de estas mismas colegas, son las que constituyen o integran, la Fundación Servicio Social en la Empresa, en la que se encontraban la mayoría de las multinacionales alemanas en Argentina, y cuyo presidente fue el contralmirante Ing. Hélio López. 12

Más tarde y bajo la Intervención del Consejo de Asistencia Social, ejercida por la asistente social Catalina Trillo, ex secretaria del curso de Asistentes Sociales de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires, se produce la intervención de este instituto de enseñanza y a su cierre definitivo, por medio de la interventora Beatriz Arcuri.

Estos son solamente algunos ejemplos, de la virulencia y las acciones reactivas. que alcanzó la cuestión en ese momento. Pero las mismas no se limitaron al Instituto de Servicio Social, ni al grupo ECRO. El mencionado Centro Argentino de Economía Humana en Buenos Aires, recibió al comienzo de los 60, varios ataques con bombas, que lo obligaron a sucesivos cambios de sede.

Vemos así, que por un lado se criticaba el accionar político de los asistentes sociales, que adherían o realizaban una labor política; pero estos grupos aristocráticos y de la derecha, actuaban políticamente; y en muchos casos adherían y militaban explicitamente en determinados partidos políticos y manifestaban una inocultable y reactiva posición, a todo lo que se manifestara como popular y antimperialista e incluso a los propios grupos católicos progresistas.

2. La politización de las asistentes sociales.

Una critica que se le ha hecho al proceso de reconceptualización, ha sido su adhesión a la idea de un “compromiso político”. Privaba por ese entonces, la idea de la “neutralidad política” en la ciencia. La idea de este “compromiso” y de la “responsabilidad política”, de los profesionales de las ciencias sociales, comienza a ser contemporáneamente analizada y discutida, por autores como Edgar Morín, Jean Claude Filloux, Georges Lapassade, Serge Moscovici, entre otros, a comienzos de la década de los 60.

Pero mucho antes de que se pudiera pensar en la reconceptualización, algunos asistentes sociales pensaban y actuaban en términos políticos. No es de extrañar de que esto ocurriera así. Desde 1943 y desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cuyo frente se encontraba Perón, se habían iniciado profundos cambios legislativos y estructurales, implementando medidas sociales, como el Estatuto del Peón Rural (1944); la creación de los Tribunales de Trabajo (1944); la creación de la Dirección de Mutualidades (1945) o la creación de la Caja de Previsión de Comercio (1944) entre otros.

El 8 de febrero de 1946, se realiza el lanzamiento de la fórmula Perón-Quijano por el Partido Laborista, en el Luna Park de Buenos Aires, que organizara el Centro Universitario Argentino, con el mencionado partido, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y sectores Independientes.

En ese acto y en primer término, habló la señora Edelmira Giúdice, en representación de las asistentes sociales. 13

Yo no tengo al respecto otra información 14 y remito a los/as lectores/as interesados, a realizar un análisis más profundo, consultando los periódicos y revistas de la época y la documentación existente en la Biblioteca del Congreso. Seguramente encontrarán mayor información y se podrá investigar, un aspecto de nuestra profesión, casi desconocido.

Podemos en forma sintética señalar, que el justicialismo aspiró en materia social a fomentar la solidaridad, el cooperativismo y el mutualismo, rechazando de plano la caridad, la beneficencia y la limosna.

La ayuda social fue considerada como un derecho de los ciudadanos, que deviene de la realización de la justicia social. Durante este período, se consolidó una legislación social progresista, avalada por la Constitución Nacional (1949).

El justicialismo, entendía la Asistencia Social, como: “el principio que asegure que el hombre debe tener un salario para comer, habitar y vestirse. Cualquier otro gasto que se produzca, y que deba abonar el obrero, será suprimido, a fin de que el Estado se haga cargo de él, ya sea enfermedad o pasajera inepcia para el trabajo. Y cuando fuere de carácter permanente por invalidez o vejez, el hombre debe ser tomado a cargo del Estado.” 15

A la Asistencia Social, se le debía sumar, la Ayuda Social, para resolver las situaciones y problemas, no contemplados en la legislación.

El concepto de Ayuda Social, estába claramente definido, por Eva Perón, cuando dice:

Nosotros queremos hacer una diferencia entre lo que juzgamos limosna y ayuda. La limosna humilla y la ayuda social dignifica y estimula. La limosna no debe organizarse y la ayuda social sí. La limosna debe desaparecer como fundamento de la asistencia social. La ayuda es un deber y el deber es el fundamento de la asistencia. La limosna se otorga discrecionalmente; la ayuda, racionalmente. La limosna prolonga la situación; la ayuda resuelve integralmente. La limosna deja al hombre donde está. La ayuda lo recupera para la sociedad, como un hombre digno y no como un resentido social. La limosna es generosidad del pudiente; la ayuda social cubre la desigualdad social. La limosna separa al pudiente del pobre; la ayuda social enaltece al necesitado y lo eleva al nivel del pudiente.”

En sintesis. Durante este período la Asistencia Social, tiene como objetivo la dignificación de los trabajadores y de la población en general, por medio de una acción combinada de los organismos estatales, con la acción considerada como derechos, que desarrollaban los sindicatos, la Fundación Eva Perón y las diversas organizaciones de carácter privado.

En ese período se inicia en nuestro país, el cuestionamiento a las formas tradicionales de asistencia (beneficencia, filantropía, caridad) y se intenta dar un nuevo nombre a esa acción que se desarrollaba, que tenía principios y modalidades diferentes a lo anterior.

El término “ayuda social” y “trabajo social”, así como las ideas que se le asocian aparecen en el escenario nacional tempranamente, con relación al resto de América Latina, pero por la situación estructural, permanecen en estado latente.

Es sólo a partir de la Reconceptualización que el término queda acuñado, definiendo una profesión, pero por sobre todo definiendo una nueva manera de hacer las cosas.

Madrid (España), Agosto de 2005

NOTAS

1 Diéguez A.J. y otros (1997) Sobre el día del asistente social argentino, en Identidad Profesional y Trabajo Social. Creencias y rituales en Ciencias Sociales. Espacio Editorial. Buenos Aires.

2 En el libro La Razón de mi Vida (1951), se tiene el siguiente relato: “Recuerdo que alguna vez pensamos si era o no conveniente que fuese yo quien realizase la tarea o mejor tal vez algún organismo del Estado. Y fue el mismo Perón quien me dijo: “Los pueblos muy castigados por la injusticia, tienen más confianza en las personas, que en las instituciones”. “En esto, más que en todo lo demás, le tengo miedo a la burocracia”. “En el gobierno es necesario tener mucha paciencia y saber esperar, para que todo marche. Pero en las obras de ayuda social, no se puede hacer esperar a nadie”. Capítulo: Los comienzos. Ob. Cit.

3 Sobre la Fundación Eva D. de Perón recomiendo leer el artículo del colega Alfredo Carballeda, “La Acción Social de la Fundación Eva Perón”, en Revista Margen, de Trabajo Social y Ciencias Sociales, Edición Nº 7/8 – Abril 1995. Este trabajo puede leerse también, en la página Web de Perspectivas Latinoamericanas, de la Universidad de Costa Rica.

4 Juan José Sebreli. Eva Perón, ¿Aventurera o militante?. Ediciones Siglo XX, 1966. Pág. 95-96. Cita extraído de Eva Perón. Otelo Borroni y Roberto Vacca. La Historia Popular Nº 9. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1970. Pág. 84.

5 El texto en negrita y subrayado es mío.

6 º Borroni – R. Vacca, Ob. Cit. Pág. 99. El subrayado es mío.

7 Intercambio epistolar. Agosto de 2005.

8 Aquí Barreix hace referencia a la UCRI. La Unión Cívica Radical, se encontraba dividida en dos sectores: la UCR del Pueblo, liderada por Ricardo Balbin y la UCRI – Unión Cívica Radical Intransigente, liderada por Arturo Frondizi, que gobernó el país entre el 1º de mayo de 1958 y fue depuesto el 29 de marzo de 1962. Arturo Frondizi alcanzó el poder, mediante un pacto electoral con el justicialismo, del 23 de febrero de 1958 – Pacto Perón-Frondizi – realizado sobre la base de la defensa de una política nacionalista y de combate al imperialismo y a la política prooligárquica. Recomiendo leer el libro: Petróleo y Política, que es esclarecedor al respecto.

9 Barreix presenta esta situación humorística, que trascendió incluso al ámbito nacional, por medio de una serie de tiras cómicas, que aparecían diariamente en la contratapa del periódico Clarín de Buenos Aires.

10 Intercambio epistolar com Juan Barreix Moraes. Agosto de 2005.

11 Ver en la página de Perspectivas Latinoamericanas, mi artículo “Experiencia de capacitación y formación de Auxiliares Sociales Sindicales, realizada en el ICFSS de la C.G.T. (Argentina). El Servicio Social Sindical.

13 Gonzalo Cárdenas, era miembro del Centro Argentino de Economía Humana, - del que yo fuí también integrante - ,institución ésta ligada al pensamiento de Lebret y a las ideas evolucionistas del Theilard de Chardin, que aportó gran parte de sus miembros, a un proceso de capacitación y formación sindical. Luego de una entrevista realizada en Puerta de Hierro (Madrid) con Perón, el grupo adhiere al movimiento popular.

12 Sobre esta Fundación realizaré en otra parte del libro, un análisis de la misma.

13 Este hecho há sido tomado del libro de O. Borroni – R. Vacca, ob. Cit. pág.48-73. en donde se transcribe parte de una artículo del diario La Prensa, de Buenos Aires, del día 9 de febrero de 1946, pag. 4. La Prensa, fue el diario de los Paz, defensor de los intereses de la oligarquía. En ese artículo hace un análisis crítico de ese acto y pone en cuestionamiento la representatividad de la Sra. Edelmira Giúdice.

14 No es posible rastrear esta información desde España, que necesitaría una exhaustiva investigación documental.

15 Juan D. Perón.



* Datos sobre el autor:
* Alberto J. Diéguez
Licenciado en Servicio Social y Doctor en Pasicología Social

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