En el marco del estado de emergencia sanitaria que atravesamos por la propagación del
COVID-19 resulta necesario explicar que esta situación extraordinaria conlleva
desequilibrio a la vida cotidiana de las personas.
En este contexto, la intervención profesional del Trabajo Social resulta imprescindible para
reducir las consecuencias sociales de la emergencia sanitaria actual, aportando a la
contención, asesoramiento, acompañamiento y apoyo de los sujetos; ya que esta profesión
interviene a partir de generar vínculos sociales fundados en el respeto a la dignidad
humana y la efectivización de derechos.
El/la Trabajador/a Social es el/la profesional que más contacto tiene con las
construcciones de la vida cotidiana de las familias. Se constituye como la primer
“trinchera”, el rostro visible del Estado en el territorio. Son quienes “ponen el cuerpo y el
conocimiento” ante las diferentes demandas de las personas, que presentan un abanico
importante de necesidades sociales, hoy agravado por los efectos colaterales de la
pandemia. Pero ahí no queda la cosa; generalmente dichos trabajadores/as sociales se
encuentran SOLOS. Si, solos.
Ahí los vas a ver, pensando y repensando qué puerta tocar, qué contacto llamar. Su
mayor confidente es su cuaderno de campo, escribiendo al detalle todo lo acontecido en
su realidad barrial. Su celular suena en todo momento. No tiene descanso, más en estos
tiempos. Los recursos con los que cuenta son escasos y la cantidad y diversidad de
demandas de los vecinos crece a pasos agigantados.
Ser Trabajador/a Social es aprender día a día; muchas veces aprendiendo desde el dolor
cuando nos cuentan sus historias de vida. Y ahí están, poniéndole el pecho a las
consecuencias sociales de esta pandemia que empiezan a asomar. Una vez más, porque
siempre, pero más en estos momentos, es imprescindible el Trabajo Social en el territorio.
Porque estamos convencidos/as de que esta pandemia es una enfermedad social y que
tiene tantas facetas como construcciones familiares, comunitarias y territoriales existen.
Y ante tanta tristeza y angustia, cuando se caminan las calles y se ponen “las patas en el
barro”, aparecen los saludos de los vecinos. Con alguna sonrisa de una niña que saluda
por la ventana. Con un grito ensordecedor como estamos acostumbrados en los pueblos.
Con un GRACIAS, así en mayúscula. Y te paras. Y le explicas que no estás haciendo
ningún favor, que es su derecho; que efectivizar derechos es parte de nuestro quehacer
profesional, como lo son también la defensa, reivindicación y promoción del ejercicio
efectivo de los derechos humanos y sociales -la salud es ante todo un DERECHO
HUMANO- y que puedan acceder a ella en igualdad es nuestro deber.
Pero claro, para algunos quizás es la primera vez que “se acuerdan de ellos”. Por eso, el rostro
emocionado propio de existir, tan solo existir, por un momento, aunque sea una vez.
No hay ningún héroe en esta historia. Eso lo dejamos para las películas de ciencia ficción.
En estos momentos y, como le sucede a la mayoría de los profesionales, no tenemos
ningún tipo de “recetas” que nos guíen; sólo nos hace seguir nuestros principios por la
justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la
diversidad. Porque de esto se trata fundamentalmente esta enfermedad, de promover y
fortalecer la responsabilidad social, de entender que no todos tienen las mismas
posibilidades, de que hay quienes necesitan acompañamiento y quienes, asistencia. Y que
el que puede cumplir con ese rol es el Estado, un Estado presente en la amplitud que tiene
este concepto.
En este sentido, el Presidente Alberto Fernández -acompañado de científicos, de expertos, de
otros dirigentes políticos, etc.- decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio a fin de evitar una acelerada propagación de la pandemia del coronavirus (COVID-19), durante el que todas las personas deberán permanecer en sus hogares y abstenerse de concurrir a sus lugares de trabajo.
De esta manera, la pandemia ha generado un impacto importante en la vida cotidiana de
las familias, de todas, sin distinción.
Sin embargo, nuevamente aparece la cuestión de clase. El tan denominado “QUEDATE EN CASA” no es fácil para nadie, pero
para ciertos sectores de la sociedad es una medida difícil de cumplir. Es mentira que el
aislamiento afecta a todos los ciudadanos por igual.
La forma de enfrentar dicha medida está atravesada profundamente por la desigualdad
socio-económica. Mientras para algunos la preocupación puede ser “no poder ir a jugar al
futbol con amigos”, “no poder disfrutar de los domingos de asado”, “no poder ir de
compras”, “no poder salir de vacaciones en estos feriados largos”; otros, angustiados,
llenos de incertidumbre y pensando todo el tiempo en qué día podrán acceder a los
beneficios del sistema de protección social, es decir a las medidas del gobierno nacional y
provincial destinadas a los sectores más vulnerables de la población. Y rezando, vaya uno
a saber a qué Dios, de que no “pase nada raro”, que la heladera no se rompa, que la pared
llena de humedad no se venga abajo, que no llueva porque el techo está en mal estado,
que se pueda “salir a trabajar” porque no se aguanta más esta situación.
Son estas familias las que no poseen los medios suficientes para la reproducción de su
vida, con problemas habitacionales, con trabajos precarizados, con problemas de salud, de
escolaridad. Víctimas de violencia de genero conviviendo con su agresor las 24 horas;
niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad; adultos mayores desatendidos.
A su “habitual” exclusión, la pandemia le sumó otra exclusión más. El aislamiento agudiza
la brecha preexistente.
Nos encontramos ante una enfermedad que aún no mostró su peor cara, que nos dejará
innumerables secuelas en lo social, lo económico, educativo, sanitario, político y por qué
no también, en lo cultural. Y es ahí, en los momentos más difíciles, donde aparecen las y
los trabajadores sociales, interviniendo en la complejidad de las situaciones de
la vida cotidiana de los sujetos donde los derechos fueron vulnerados.
La lista de demandas es interminable: se atienden familias que necesitan alimentos o
medicamentos, hasta aquellas que sólo necesitan conversar para poder sobrellevar la
soledad que les genera ansiedad, angustia y pánico.
Los profesionales acompañan, asesoran y gestionan las demandas que presentan los
vecinos ante necesidades materiales y simbólicas. Sí, simbólicas también, porque después
de veinte días de cuarentena, sin salir de casa, sin ver a familiares y amigos, cualquier
detalle o gesto se valora. Por eso, a veces el trabajo consiste en simplemente “estar
presente”.
En este contexto, el/la profesional de TS lleva adelante una intervención social en situación
de crisis, que nos interpela, porque esta situación excepcional también a nosotros nos
pone en “jaque”, teniendo que apelar a la creatividad y el ingenio, reinventando
modalidades y estrategias. Como dice la cantautora española Rosana, “no te rindas,
no te sientes a esperar”.
Ni nos rendimos, ni nos sentamos. En Bernasconi -provincia de La Pampa- se creó una página de
Facebook “Activos en casa”, un sitio de entretenimiento destinado a adultos mayores para
que permanezcan activos, preservando su salud. Un dato no menor es que el equipo está
conformado íntegramente por profesionales locales y de forma “ad honorem”.
Al mismo tiempo se pueden observar en todo el país numerosas acciones solidarias,
individuales y colectivas, porque como dice Fito [Páez] “no todo está perdido, yo vengo a ofrecer
mi corazón”. Empatía y solidaridad, imprescindibles siempre, pero más en estos tiempos.
Aquí en La Pampa, varios clubes de futbol realizaron campañas solidarias para ayudar a
los sectores más desprotegidos, recolectando productos de primera necesidad y artículos de limpieza e higiene personal indispensables para evitar la propagación del virus. Ese es
el camino. Nadie se salva solo. No hay héroes individuales, hay héroes colectivos.
Esta pandemia dejará asentada la importancia del factor social en la salud de la población.
Y ahí estarán presentes, como siempre, al pie del cañón, las y los Trabajadores Sociales.
Porque aquí se respira lucha.
Abril de 2020