Descargar el texto en formato PDF
(abre en una nueva ventana) »
La Intervención en Lo Social en Tiempos de Pandemia


Tapices con alcohol en gel

Manifiesto del Equipo de docentes, directivos/as y directores/as de CIIEs (Centro de Capacitación, Información e Investigación Educativa), provincia de Buenos Aires, Argentina. 

Texto colectivo:
  • María Susana Felli- Docente, investigadora, directora de programa, ex ISFDyT N° 9 y 49- FPyCS, UNLP. La Plata.
  • Marcela Beatriz Lográn- Trabajadora social e investigadora, COF Berazategui.
  • Matías Sargiotti - ISFDyT N° 68. Docente, A. Gonzáles Chaves.
  • Lidia Quintana – Docente e investigadora, UTN Avellaneda.
  • Fernanda Sánchez Rondini- Vicedirectora, EP N° 36. M. B. Gonnet.
  • David Suarez – Vicedirector, EP N° 6. Verónica.
  • Eva Beatriz Suárez- Directora CIIE. Punta Indio.

“Contamos historias porque finalmente las vidas humanas necesitan y merecen ser contadas. Toda la historia del sufrimiento clama venganza y pide narración”.
Paul Ricoeur

Somos. Nos manifestamos. Desde nuestros lugares donde ejercemos el oficio. 
Como equipo, devenimos en emergente. De la incertidumbre, el encierro, el esfuerzo, la solidaridad, el dolor, la empatía. El no poder abrazarte y lo hago con los codos, con un guiño, virtual esta vez, muy virtualizado/a. 
Y ahí transcurro, me junto, me agrupo, me amucho y descubro que tenemos tanto por decir, tanto por decir(nos). Y entonces, me pongo a narrar, pongo en palabras mis experiencias de estos tiempos. Descubro que son tantas que voy a necesitar más papeles, más rondas de mate virtual. Más escuchas también. 

Porque somos muchos, somos todxs, somos juntxs, es que queremos manifestar hoy. Es un megáfono colectivo en este emergente de la pandemia por COVID-19, que nos llevó al encierro de más de 100 días ya de cuarentena.
Pertenecemos a una de las varias redes que se desprenden del Colectivo Argentino de Educadores que hacen Investigación desde la Escuela, consolidado en 2006, que nuclea distintas sedes latinoamericanas desde distintas líneas para la formación-investigación como praxis educadora. En este sentido, hablamos desde una Red Nacional de Educadores, la REDIPARC, Red de Investigación participativa Aplicada a la Renovación Curricular, fuertemente conectada a otros colectivos latinoamericanos. 
Una de las principales características de estos colectivos es enraizar la construcción de saberes en la realidad territorial por las que va atravesando, es decir no sólo el sistema formal y las escuelas sino también en bibliotecas, centros barriales, guardaparques, comedores, etc.

Desde que se inició este aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) el día 16 de marzo, muchas cosas nos han pasado, miles de docentes y estudiantes de los distintos niveles tuvimos que reinventarnos. La educación a distancia forzada para todos puso de manifiesto las desigualdades. El Estado para asegurar la continuidad pedagógica dispuso el uso de las tecnologías para  impartir las clases on-line, algo inédito impensado, imposible de dar a aquellos menores de 18 años como lo establece La ley de Educación Nacional.

Pero también nos quitó algo mucho más importante, el vernos cara a cara, el sentir el calor de los abrazos, enjugar lágrimas y acompañar angustias, de un día para otro nos quedamos sin la escuela, sin sus rincones para conversar sin el saludo del maestro o profesor, sin los actos escolares y las canciones y en muchas, para los creyentes sin los rezos matinales.
Obvio que se entiende esta necesidad de estar apartados. El COVID-19 nos está obligando a esta separación de cuerpos necesaria para evitar que este virus avance, pero tenemos derecho de manifestarnos en contra, de gritar y reclamar esa necesidad de libertad que hoy sentimos coartada y con la que aun sabiendo, no estamos de acuerdo, ¡no estoy de acuerdo!
Y ahí nos empezamos a desencontrar y reencontrar, en acuerdos y desacuerdos, entre cuidarnos o cuidar al otrx y manifestar la bronca, la indignación de una nueva normalidad que nos cuesta comprender y adoptar. Por los nuestros, por los niños y niñas, chicos y chicas que hoy sólo vemos a través de una computadora o celular.

Para mitigar un poco la frustración es que decido dejar de gritar por un momento y empezar a relatar historias de vidas de otros que como yo, hoy, padecen esta situación.
Porque narrar nos permite abrir caminos, contarnos experiencias y reconectarnos en el abrazo de los relatos que aspiran a ser compartidos replicándose en silencios, en gestos, en palabras.
¿Qué es leer y narrar en esta pandemia?

Muchos dicen que la pandemia llegó y se instaló para sacar lo mejor de nosotros , para cambiarnos, y cuando dicen esto me pregunto:
¿El que era mala persona ahora va a ser buena?
¿El que era buena persona ahora va hacer mala?
¿El que trabajaba con mucha pasión ahora lo va a hacer para solo cumplir?
¿El que solo cumplía con lo mínimo del trabajo ahora va a trabajar con mucha pasión?

Pues acá seguramente todos pensemos distintos, pero no por eso dejaremos de poder pensar, por eso yo pienso que el mundo sigue igual. Sí, seguro que tomaremos algunas experiencias, dolores tristezas y alegrías. Pero como siempre ante la vida nos encontraremos con tres abstracciones:

El amor, todo se basa en él, porque cuando nos despertamos pensamos en él, vemos por él y lo sentimos, amor no es sólo el querer a una persona si no también el sufrimiento el enojo la pasión por lo que hacemos.

El tiempo, porque ahora en esto si pienso que el gran tiempo dentro de nuestras casas fue tan bueno como tan malo , bueno  como cuando estamos disfrutando de una buena lectura o de poder sentarse con nuestros hijos y poder compartirla hablar jugar. Con esto no digo que no lo hagamos antes digo que hoy es mayor o lo saboreamos no como un helado que tiene que ser rápido, porque con el calor se derrite sino, como cuando comemos ese asado del domingo que hacía Papá. Y tan malo porque nos dimos cuenta que nos queda poco tiempo o diría nulo para poder ver a nuestros amigos más que por una pantalla.

Y la muerte. Acá todo sigue igual, seguimos temiendo o respetando. Sí, ya sé. Me van a decir que si fuera así cuantos más se cuidarán, por qué no lo hacen ante este bichito. Pero una vez más aparecen las otras dos abstracciones. Pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo pero no es así. Ella es la que decide hasta donde corre nuestro reloj e igual parece que buscamos la muerte, pero muchas veces son por amor a diferentes cosas. Por eso, en este momento, aprendamos a ver las bellezas de la vida. Ver, sentir, leer, escribir y contar todo. No dejemos de narrar que es así como compartimos y contamos nuestra historia y ahí el tiempo no es algo lineal solo algo relativo. “Relativo”, sí. Ahora realmente entiendo que es leer, qué es narrar y saben algo es muy hermoso es el momento en el que mi familia compartimos y nos sumergimos en nuestro mundo, el de la lectura, la narración, donde somos los dueños de estas tres abstracciones.

En este transitar de tiempos pandémicos, gran parte de espacio tiempo del mundo del trabajo -del teletrabajo- se encuentra entretejido por medio de la virtualidad. Y, por ello, mientras realizó estas narrativas manifiestas, escucho a Carina Kaplan quien nos habla en una clase pública sobre,  “emociones y trama escolar en tiempos de pandemia”,  en un momento de su charla, nos dice: “Hay que potencializar el espacio-tiempo simbólico que es el hacer escuela en casa, de una manera creativa y desde la pedagogía de la afectividad, sobre todo desde una pedagogía de la afectividad”.

Y entonces, imaginariamente la sumo a nuestro manifiesto. Converso con ella y concuerdo con que somos docentes en tiempos extraordinarios de manera propositiva, cuando a pesar de todo  seguimos entramando afectos, generando vínculos y cuidando.  Es abriendo la puerta de la escuela para recibir a las familias en época de pandemia que implica un esfuerzo físico, en tanto armado y acarreado de cajas y bolsas pesadas, un impacto emocional escuchando a cada familia, percibiendo muchas  veces tristeza  y/o preocupación en las miradas, un desgaste previo de planificación,  un compromiso que trasciende lo estrictamente pedagógico. Porque en este tiempo todos nos encontramos atravesados por  diversas sensaciones. A veces sentir que al exponernos, exponemos a nuestra familia, a nuestros seres queridos, pero seguimos convencidos de que estas pequeñas acciones son las que realmente hacen la diferencia en el día a día de nuestros niños. 

Y le cuento que  lo hacemos cada vez que cada uno de nosotros en lugar de preguntar ¿por qué no se conectó o no entregó la tarea? le decimos “qué bueno que pudiste venir al Zoom, te extrañábamos”. O cuando luego de una tarea a medio hacer, recuperamos el valor y el desafío y les proponemos “está bueno, me gusta cómo arrancaste, dale una vuelta por este lado (...) ¿qué  te parecen estos temas?". También cuando pensamos en esos estudiantes que no pueden sostener la continuidad pedagógica y no sabemos por qué, o quizá sí sabemos,  y al ser  los ausentes de “la clase  digital” estamos pensando dispositivos  para traerlos de nuevo con nosotros, entre tantos otros ejemplos diarios.

Pienso que también somos docentes en tiempos extraordinarios exitosos a pesar de todo, cuando tenemos registro de las experiencias intersubjetivas, y  pensamos una trama vincular, tanto en la dinámica de hacer escuela en casa de nuestros Infancias y adolescencias, como cuando construimos aprendizajes significativos desde un andamiaje afectivo-pedagógico con nuestros estudiantes y sus grupos de crianza. O cuando pensamos cómo abordar este sufrimiento social que nos envuelve en la cuarentena al grupo de trabajadores de la educación, que también necesitamos ser cuidados, además de cuidar. 

Entonces proyectamos y preparamos espacios para la simpatía, la empatía y la solidaridad, ante situaciones de precariedad laboral, violencia familiar, problemas de ansiedades, soledades y miedos. Y lo hacemos con el cansancio a cuestas y quizå con debilidad en las fuerzas y cobijamos. Cuando les preguntamos ¿vos cómo andas? O cuando los invitamos a cenar o compartimos una idea por medio de las profundidades de las pantallas. O cuando respetamos ese mal humor repentino que nos descoloca de la situación.

Además, me animo un poco más y le cuento que somos docentes valerosos en tiempos extraordinarios. Porque a pesar de que van  más de cien días del ASPO en el AMBA, seguimos adelante. Y seguimos avanzando cuando compartimos nuestros miedos y ansiedades, nuestras incertidumbres y frustraciones, junto a la necesidad de soñar con una pedagogía de la esperanza.
Pedagogía de la esperanza que será nuestro soporte vital para cuando volvamos a la escuela. Una escuela que seguramente tendrá ausencias de grandes y chicos, preguntas de porqués, nuevas formas de relacionar los cuerpos a la que tendremos que acostumbrarnos, nuevas formas de jugar, nuevas formas de diseñar el aula, y con muchos contenidos fundamentales que aprender y aprehender, en esa que será la nueva normalidad. 

Pienso que hay mucha experiencia social que la institución ya está  aprovechando  donde las diferencias culturales, sociales  han sido objeto de interrogación e indagación en la pista de la conectividad, a través de llamadas y video llamadas en los hogares y en la visibilidad de las condiciones habitacionales y subjetivas. Más que barreras, puentes. Nuevas redes entre  los niños, niñas y la  clase que esperan volver a tener. Sus palabras dicen “extraño la escuela, correr por el patio, a mis compañeros a mi maestra”.

Sabemos que el presente de ese encuentro intersubjetivo y fundamental son  momentos. Pero en términos de Boaventura de Sousa Santos, es un momento entre el pasado y el futuro, en el cual vivimos siempre. Este transcurrir del presente  tiene mucha experiencia con el nombre de “manifiesto” que hemos decidido tornar visible. Esta es nuestra posición política pedagógica más relevante, porque sabemos que no considerarla sería  desperdiciarla así como el  diálogo  que nos han confiado los niños cuando de repente irrumpimos en su vida cotidiana  con la presencia de la escuela.
Nuevos puertos que hoy vislumbramos a pesar de la incertidumbre por la que estamos pasando. Nos muestra dos caminos a seguir después que se agote esta pandemia: volver a lo de siempre, a esta educación formal que hoy vemos que no está a la altura de la sociedad del conocimiento o el camino que conduce a nuevas ideas, al aprendizaje invisible basado en principios. Esto es ir al aprendizaje accidental, el aprendizaje expandido, el aprendizaje ubicuo. Y lo que es más importante, procurar el bienestar de los estudiantes, en la reducción de las profundas desigualdades de aprendizaje que hoy quedaron a la luz y contribuyeron a ahondar la brecha. 

La escuela se cerró y fueron pocos los que sortearon rápidamente las puertas cerradas de los establecimientos y encontraron vías de aprendizaje alternativos apoyados por sus familias, los de familia desfavorecidas se quedaron afuera, y otra cosa salió a la luz. Los docentes nos dimos cuenta que no existen niños nativos digitales ya que existe un analfabetismo digital impresionante porque  saber usar las redes sociales no implica tener conocimiento tecnológico. El otro punto es el cansancio agotador, impensado. De tantas horas frente a las pantallas, abarrotados de trabajo y sesiones de Zoom, Google Meet, Jitsi Meet. En fin, realmente desgastante.

Me pregunto, ¿estamos enseñando y aprendiendo en la virtualidad?, ¿o quizás a la distancia?, ¿es aprendizaje remoto? No. De ninguna manera. Estamos aprendiendo en la pandemia porque la ansiedad, la incertidumbre, el miedo y el aislamiento son nuevas formas de aprendizaje.

Hoy nuestro desafío es construir respuestas a situaciones constitutivamente complejas y dichas construcciones estuvieron signadas por ser colectivas y pensadas en y desde la comunidad de prácticas. Hoy el desafío es ensayar abordajes, ser creativas/os, considerando lo extraordinaria de la situación que estamos atravesando y poniendo en juego nuestra identidad, siempre favorecedora y promotora de lazos de solidaridad, de empatía, de cuidado.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio nos enfrenta al desafío de mantener lazos y encontrarnos en otros espacios. La comunicación que venimos desarrollando mostró una vez más, un alto nivel de organización, en la que no sólo se ha trabajado fuertemente en generar las condiciones para la continuidad pedagógica de tantos de nuestrxs estudiantes, sino también se ha colaborado con la llegada de los alimentos a las familias, para que los sectores menos favorecidos puedan transitar esta situación tan compleja, del mejor modo posible.

Podemos decir orgullosamente, que nada de esto sorprende: la construcción de respuestas a las contingencias, a lo inédito, lo disruptivo y lo inesperado da cuenta de las intervenciones enmarcadas en la perspectiva de derechos. Todo este tiempo tan particular, se constituye en experiencia, como señala Larrosa, y sumará a nuestro itinerario de viajes con recorridos laborales diferentes que recrean formas de gestionar lazos que sujetan, nos sujetan, hacen anclajes, para luego arribar a nuevos puertos.

Bibliografía y Material de Consulta

  • Boaventura de Sousa  Santos (2003) Crítica  a la razón indolente. Red de Bibliotecas virtuales. Buenos Aires, CLACSO. 
  • Kaplan, Carina (2020) Ateneo Virtual" Las emociones,  y trama escolar en tiempos de la pandemia". Buenos Aires, UEPC. junio 2020.
  • Larrosa, Jorge (2007) La experiencia de la lectura.Estudio sobre literatura y Formación. Barcelona, Laertes. 

Julio de 2020