Descargar el texto en formato PDF
(abre en una nueva ventana) »
La Intervención en Lo Social en Tiempos de Pandemia


Trabajo Social, emociones políticas y ética del cuidado en tiempos de Covid 19. El discurso como cuidado en la salud mental

Por Franci Camila Amezquita Torres
Trabajadora Social de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca y Magister en Desarrollo Educativo y Social de la Universidad Pedagógica Nacional-Convenio CINDE, Colombia. Correo: camilatorres.0311@gmail.com

Con el presente escrito se pretende hacer un acercamiento alrededor de las emociones gestadas en la sociedad a partir de la difusión que los medios de comunicación realizan sobre las medidas de contingencia que fueron determinadas por los mandatarios para la prevención de contagio por COVID-19.
Por consiguiente, se realiza una reflexión sobre los cambios en la vida cotidiana de las personas, las maneras de afrontar las crisis económicas desencadenadas por la coyuntura conforme sus condiciones sociales, las afectaciones que a nivel de salud mental puede acarrear y la acción del Trabajador Social ante esta situación de emergencia mundial que ha reflejado con mayor acentuación la discriminación y la desigualdad social con las que constantemente lucha la profesión.

Así pues, se considera relevante abordar este pandemia dentro de un escenario compartido, en el que los sujetos viven y conviven desde sus convergencias y divergencias, siendo este último aspecto el que permite la diversidad en un espacio público y, por ende, su desarrollo, problemas, conflictos y necesidades que invitan a la participación democrática para el establecimiento de fines comunes. Por lo tanto, se considera pertinente traer a colación lo expuesto por Hanna Arendt quien afirma que:

“La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres (…) Se trata de estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente según determinadas comunidades esenciales en un caos absoluto, o a partir de un caos absoluto de las diferencias. En la medida en que se construye cuerpos políticos sobre la familia, y se los entiende a imagen de ésta, se considera que los parentescos pueden, por un lado unir a los más diversos y, por otro, permite que figuras similares a individuos se distingan las unas de las otras” (Arendt, 1994, p.44).
Bajo esta premisa se puede afirmar que lo diverso emerge de la pluralidad y lleva al individuo a buscar respuestas a sus necesidades a partir de la construcción de vínculos familiares o sociales para alcanzar el bienestar. De lo anterior se destaca que el sujeto se encuentra inmerso en una sociedad en la que convive con los otros -“los diferentes”- y que, para regular la convivencia, las acciones de los individuos son encauzadas por medio de la legalidad impuesta desde un contrato social.
En dicho contrato, las decisiones unánimes de unos pocos que cuentan con poder, pueden ser nefastas para muchos a causa de las diferencias de clase que se encuentran dentro de la totalidad, generando que se produzcan procesos de organización que proceden de la inconformidad y que exponen el conflicto existente.

Por consiguiente, tanto decisiones como procesos de organización se materializan mediante acciones, las cuales son políticas en la medida en que existe un lenguaje que contiene un pensamiento congelado que se produce a partir de los acontecimientos y que está en reflexión con el acto. Es gracias a estos dos elementos que se crean espacios habitables en los que es posible la vida en un sentido no biológico (Arendt, 1997), es decir el bienestar integral (salud, educación, vivienda, trabajo entre otros) de una persona desde el cuidado, la garantía y el ejercicio pleno de sus derechos como ciudadano.

Bajo lo anterior, es importante entender que el abordaje del Covid 19 no puede dejar de ser analizado desde su influencia sobre las dinámicas sociales y culturales generadas, pues ha llevado a un rompimiento de la cotidianidad debido a las medidas de contingencia tomadas para mitigar su propagación. La pandemia se hace presente sin hacer distinción de ubicación geográfica ni de clase social, aunque es evidente que el mayor riesgo recae en las comunidades más desfavorecidas, que buscan sobrevivir ante las desigualdades sociales acentuadas dentro de un modelo neoliberal en el que la privatización justifica la priorización del mercado sobre la vida de quien no cuenta con lucro.

Ahora bien, el reconocimiento de la diversidad y garantía de la libertad se han visto transgredidas por medidas como el “pico y género”, acción establecida para regular la movilidad de las personas en la ciudad, que empero ha conllevado a casos de transfobia, debido al desconocimiento de las diferencias entre sexo, género y sexualidad, pues la sociedad, al no reconocer la pluralidad y diversidad de la misma, puede potencialmente agredir e irrespetar a las personas que se declaran disgénero.

De igual manera, actualmente se reconoce un incremento de casos de violencia intrafamiliar, maltrato hacía la mujer e infantil, siendo necesario revisar cómo la angustia, el estrés y el miedo al Covid 19 los ha gestado y/o incrementado, sin desconocer que ya existían desencadenantes que han causado agravios dentro de los sistemas familiares y que se han mantenido en silencio. Ante estas situaciones suscitadas a partir de la coyuntura central del texto se puede afirmar que las decisiones tomadas para enfrentar la pandemia deben ser contempladas desde un análisis que trascienda lo clínico-físico, por cuanto el incremento de contagios y las medidas de prevención han conllevado a cambios en la cotidianidad de las personas.

Atendiendo a lo anterior, es fundamental precisar que las cifras de enfermedad y muerte a causa del Covid 19 afectan a la salud mental de muchos y muchas, desde su difusión por parte de los mandatarios, publicadas por diferentes medios de comunicación, siendo la globalización lo que ha permitido que se obtenga fácil y en corto tiempo el número de casos a nivel mundial.
Resulta oportuno mencionar que en muchas ocasiones esas cifras no son fehacientes, pero indiscutiblemente provocan una emoción como reacción del sujeto ante la información suministrada, como también lo hace la información que es fidedigna.
Es a partir de estas situaciones que se evidencia que el discurso influye en las emociones de los individuos; efecto que líderes como Martin Luther King y Gandhi identificaron y lo apropiaron para la consolidación de sus procesos sociales desde el cultivo de las emociones, aunque esta posición fuera criticada por las posturas liberales (Nussbaum, 2014).

Es importante mencionar también que, en clave de la Retórica Aristotélica traducida como una técnica del arte de hablar (Bernabé Pajares s.f), a partir de su lenguaje y argumentación los mandatarios persuaden la razón y la emoción de los ciudadanos para la resolución de conflictos, hacen un llamado a la tranquilidad para enfrentar el miedo y la angustia que produce, pero paradójicamente, al no responder a las necesidades básicas, se presentan consecuencias sociales como: desempleo, vacaciones no remuneradas e incertidumbre ante los eventos que se deben atravesar a causa de esta pandemia.

Lo anterior es un claro ejemplo de cómo la elite política se queda en el discurso reflexivo para omitir sus obligaciones. Sin embargo, por más verborrea que se exprese en sus discursos, la tensión reviste -cuando no evidencia- un desamparo económico, en el que la desigualdad social refleja que las condiciones y garantías de bienestar no están siendo contempladas para la población más pobre.

Otra situación manifestada a nivel social es la ausencia de garantías laborales e insumos para que el cuerpo médico lleve a cabo su trabajo, además de la estigmatización y rechazo del que son víctimas socialmente debido al desconocimiento sobre las formas de contagio de Covid 19, lo que provoca emociones de miedo y angustia que son latentes en los sujetos con los que cohabita.

Estas situaciones de desigualdad y fragmentación social han conllevado al incremento de la delincuencia por la búsqueda de abastecimiento en la canasta alimentaria, la movilización de personas en distintos territorios como manifestación ante la falta de respuestas a sus necesidades por parte de un Estado que avala la represión de la fuerza pública en vez de materializar el discurso de cuidado que emite desde el escenario público y televisivo.

Bajo este panorama se llega a las preguntas, ¿cómo abordar la situación que se está presentando, en la que se pronuncia un discurso que invita a la tranquilidad para que socialmente se aprueben las medidas de contingencia, pero que luego se convierte en medidas de represión por la fuerza pública?, ¿qué puede hacer el Trabajo Social ante tal situación?

Ante las problemáticas expuestas, el Trabajo Social está inmerso en una cuestión social que está reconfigurada por los efectos de una pandemia, donde las acciones gubernamentales son emitidas desde un discurso público con el que se busca generar tranquilidad en las personas; empero, en su cotidianidad, perciben la ausencia de cuidado y de reconocimiento de sus necesidades. Sumado a esto, la angustia y el miedo aumentan conforme la incertidumbre se presenta como resultado en cuanto se extiende el tiempo de aislamiento obligatorio, suben las cifras de muerte y aumenta el hambre.

Lo anterior demanda que el quehacer del Trabajador Social se materialice y oriente desde una postura crítica y reflexiva que atienda a las necesidades de los territorios desde su reconocimiento histórico y sus sujetos, donde los procesos sociales liderados por las organizaciones de base sean relevantes para el trabajo mancomunado en pro del bienestar de aquellos que son invisibilizados.
Se hace evidente la necesidad de trabajar desde el reconocimiento de la condición del ser de quienes habitan los territorios y que desde su condición como humanos requieren de cuidado (Boff, 2002), compasión y amor contemplado dentro de una ética de cuidado (Gilligan, 1982) en donde la otredad se convierta en la piedra angular para la atención de problemas de personas grupos y comunidades para el alcance de la justicia.

Es importante resaltar que el quehacer del trabajador social, en un sentido de acción social en el que la ética de la responsabilidad se encuentre presente (Weber, 1919), conlleva a entender que la relación con los otros gesta interpretaciones desde subjetividades tanto individuales como colectivas, que son afianzadas desde el discurso materializado por el profesional, lo que demanda la constante reflexión alrededor de su discurso en su praxis pues desde allí se llega a la gestación de emociones compartidas y por ende políticas que influyen en la toma de decisiones y en la movilización de las Personas.

Lo mencionado conlleva a hacer un llamado a la formación integral de Trabajadores y Trabajadoras Sociales en donde la formación axiológica cobre la misma relevancia que la adquisición de conocimientos para su formación académica, en donde se evidencia la importancia de la construcción de un proyecto ético y político que tenga en cuenta a los otros y los diversos como sujetos de derechos.

Por lo tanto, se concluye que el discurso desde el cuidado orientado desde la compasión y la otredad permite la atención y transformación de emociones como el miedo, la angustia y la ira dentro de los contextos en los que la omisión Estatal es constante.
De esta manera es posible mitigar sintomatologías que podrían desencadenar trastornos de ansiedad, depresión y paranoia.

En este momento, la pandemia expone la relevancia de trabajar para la prevención de enfermedades mentales que se están desencadenando por el aislamiento, la soledad, el desempleo, la enfermedad y demás problemas que gestan emociones como el miedo y la angustia.
Por lo mismo, es necesario un discurso que invite a la empatía en aquellos que cuentan con el privilegio.

Al trabajo social le atañe el compromiso de cultivar emociones desde su discurso y emitirlo como ejercicio confortativo ante una dinámica que está siendo hostil para el bienestar mental de una sociedad; no obstante, el gobierno también debe revisar estos efectos que también influyen sobre los Trabajadores Sociales, como ciudadanos propensos a verse afectados a nivel emocional.

Referencias

  • Arendt, H. (1997). ¿Qué es la Política? Paidos.
  • Boff, L. (2002). El cuidado esencial, Ética de lo humano, compasión por la tierra. Recuperado de: ttp://www.uv.mx/veracruz/cosustentaver/files/2015/09/12.el-cuidado-esencial-leonardo-boff.pdf
  • Gilligan, Carol (1982). La moral y la Teoría. Psicología del desarrollo femenino. Versión castellana de Juan José Utrilla. Título original: In a different voice. Psychological Theory and Women’s Development. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Pajares, B. (s.f). Retórica. Alianza Editorial.
  • Weber, M. (1919). El político y el científico (1919), México, Colofón, 1998.

Abril de 2020