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La Intervención en Lo Social en Tiempos de Pandemia


El aula de clase como escenario político y de cuidado. Reflexión sobre el proceso formativo en tiempos de Pandemia

Por Franci Camila Amezquita Torres
Trabajadora Social de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca y Magister en Desarrollo Educativo y Social de la Universidad Pedagógica Nacional- Convenio CINDE, Colombia

Con el siguiente escrito se pretende realizar un acercamiento reflexivo alrededor del Proceso que el Trabajador Social -desde su papel como profesor- desarrolla dentro del aula de clase para la formación de Trabajadores Sociales en un contexto de pandemia. Pese al desarrollo tecnológico que permite facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje, es indiscutible que se presentan dificultades para el alcance de competencias y poder lograr así la configuración en escenario que permita materializar la otredad y una verdadera comunicación asincrónica. Ahora bien, es importante resaltar que la educación también está dentro de lo social, dado a que no le concierte únicamente al profesor facilitar un cúmulo de conocimientos sino que en términos Comenianos, también implica la formación dentro de la esfera humana, la cual es vital para el desarrollo de una intervención ética y responsable dentro de la formación de Trabajadores Sociales.

Teniendo en cuenta lo anterior, se parte de afirmar que los efectos de la posmodernidad toman un poder que alcanza al aula de clase, a la que se le demanda que trascienda de los escenarios físicos a los virtuales. Así, docente y estudiantes dan uso a herramientas tecnológicas que fortalecen el proceso educativo desde la innovación. Además, se aprovechan distintas plataformas, chats y correos electrónicos que permiten comunicarse de manera sincrónica y asincrónica de una forma rápida y eficaz.

En esta misma línea, las dinámicas contemporáneas, la globalización, el desarrollo tecnológico y el consumo han conllevado a que el ejercicio docente presente distintas transformaciones y desafíos en los procesos de educación. Sus competencias profesionales deben dirigirse al desarrollo de prácticas pedagógicas idóneas que respondan a los procesos de enseñanza en espacios presenciales como virtuales donde se desarrollen los contenidos de determinada asignatura, sin dejar de lado las características sociales y culturales de sus estudiantes como sujetos que no sólo ocupan un lugar o un número en una lista sino que configuran el escenario en el que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Lo anterior permite evidenciar los avances y facilidades que el desarrollo tecnológico ha traído para el proceso de actividades concernientes a la enseñanza y el aprendizaje, las cuales no sólo están siendo usadas en plataformas virtuales. Los procesos de enseñanza en modalidad presencial también hacen uso de diferentes herramientas tecnológicas que facilitan el proceso de educación. Pero para llevarlo de manera innovadora, empero, es necesario reflexionar alrededor de lo que también puede desarrollarse en las interacciones cara a cara en los procesos de socialización entre los agentes sociales que se encuentran en el aula de clase como un escenario de interrelación que se ha transformado en la actual coyuntura que atraviesa el mundo conllevando a una “nueva normalidad”.

De igual manera, las dinámicas sociales contemporáneas y los efectos migratorios llevan a que actualmente se interactúe con personas de distintos ámbitos geográficos, sujetos que cuentan con una historia a partir de su experiencia vivida, con dinámicas familiares distintas, necesidades particulares y demás elementos que materializan la pluralidad dentro del aula.

Por lo anterior, es pertinente abordar la interacción que emana en el aula de clase alrededor de las discusiones, debates y actividades en equipo que se llevan a cabo, para que de manera democrática se resuelvan conflictos y problemas que se suscitan en los abordajes de los temas en cada sesión. Así pues, el aula no es sólo un espacio locativo de una institución, pues allí se configura una dinámica más allá de pupitres y los roles definidos entre docente y estudiantes; es un espacio que permite la organización social. Cada sujeto se encuentra inmerso en la pluralidad, presenta una historia, una verdad y un proceso de construcción mental y social distinto a los demás. Empero, comparten un espacio que es determinado como público, es decir, común a todos (Campo y Mancilla, 2015), lo que lleva a concebir -dentro de este se encuentro- materializada la política en la cual “trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos”, basado en la pluralidad de los hombres (Arendt, 1997, 44).

Ahora bien, docentes y estudiantes se encuentran en contacto con agentes de socialización (individuos, grupos e instituciones), los cuales los llevan a ser parte de un colectivo que construye una realidad (Berger y Luckmann, 2003), en este caso, la comunidad educativa donde logra desarrollarse la socialización política concebida como “La construcción de sujetos que habiten la ciudad como ciudadanos, como actores políticos, con nuevas formas de convivencia y de gestión de organizaciones comunitarias (Díaz Gómez, 2004, p. 176).
En este mismo sentido se concibe la existencia de un conjunto de experiencias que le permiten al sujeto reconocerse dentro del sistema e instituciones políticas (Bobbio, N., Matteucci y G. Pasquino. 2001, p. 1514) como en instituciones educativas.

Los elementos mencionados invitan a que la educación de los futuros profesionales esté orientada desde el reconocimiento del educando como un sujeto que no está sujetado a un comportamiento o pensamiento predecible, aunque sí tiene una construcción social desde el contacto con los agentes socializadores que le permite construir y transformar su subjetividad; de allí que se exprese la importancia de impartir una educación que propicie al pensamiento crítico y reflexivo en el que se rescaten los conocimientos con los que el estudiante cuenta en forma previa al desarrollo de un tema en el aula, la que llega a verse como un espacio inmaterial-virtual.

Otro aspecto relevante que se deriva es el de la formación ética para la toma de decisiones que deban asumir los estudiantes en su día a día, para lo cual su educación connota una formación profesional pero también ciudadana, en la que cada estudiante -como sujeto social- identifique la importancia del reconocimiento del otro con el que se comparte un espacio público y la responsabilidad adquirida en preservar la integridad, la dignidad y el respeto por la diferencia por medio de la escucha, donde se contemple que algunas de sus decisiones pueden recaer en los demás. Así, se evidencia en el aula de clase un proceso de socialización en el que la autonomía, la libertad, la norma y el poder (Escobar, Acosta, Talero y Peña, 2015) emergen y construyen la identidad de cada sujeto al reconocerse a sí mismo por medio de los otros.

En este orden de ideas resulta necesario que en el aula se aprovechen los espacios de diálogo, debate y construcción de conocimiento para invitar a los estudiantes al reconocimiento de cada compañero desde su diversidad y dignidad, asimismo, la construcción del sentido ético en cada una de las pruebas que se apliquen dentro del salón y el cuestionamiento sobre la formación integral que le es brindada. La nueva normalidad demanda comprender que la anterior interacción “cara a cara” dentro del aula hoy está mediada por Ambientes Virtuales de Aprendizaje AVA. No obstante, con mayor potencia que antes, se hace el llamado a reconocer-se al estudiante y al docente como sujetos con capacidad de construir con los otros desde la diferencia y también configurar espacios de cuidado ante una situación como la actual.

Sin embargo, como ha sido mencionado, el aula de clase cuenta con ciertas características debido al desarrollo de grandes tecnologías. No sólo está ocupada por sujetos sino que alrededor de ellos se encuentran diferentes tipos de dispositivos tecnológicos que pueden ser fuente de obstrucción para la vinculación de los individuos en el escenario del aula, tanto física como virtual. De hecho, esta segunda puede presentar mayores obstrucciones debido a que no hay una percepción de vigilancia ante el comportamiento dentro del espacio de clases.

Lo anterior conlleva a traer a colación los planteamientos expuestos por Zymunt Bauman (2013) frente a la educación en un mundo líquido, en el que el desarrollo acelerado de la tecnología ha llevado a sustituir las habilidades del cerebro por elementos como las memorias USB o discos duros; sumado a ello la desvinculación de algunos actores en el aula de clase al hacer uso de tecnologías para establecer comunicación por chats con personas externas al espacio físico de construcción de conocimiento.

De igual manera, el uso del internet lleva a la facilidad de encontrar información de manera inmediata pero que en ocasiones no es procesada mediante ejercicios de lectura detallada. De allí que se genere la pertinencia de dar uso a herramientas didácticas que permitan que el estudiante logre tener a los temas que se abordan e incentivar al desarrollo de habilidades investigativas y lectoras, de lo contrario su formación se daría a una adquisición de información somera sin análisis ni desarrollo de argumentación.

El consumo desaforado ha llevado a la deshumanización de los individuos, de allí que se evidencien dificultades en reconocer al “otro” en los procesos de socialización en la medida en que la concentración de las personas está orientada a adquirir elementos para su consumo conforme las tendencias del mercado lo demanden y a los cuales, se les otorga primacía frente a otros aspectos de la vida dado a que muchos permiten entretenimiento o establecer comunicación virtual.

Es por todo lo anterior que se hace necesario desarrollar procesos en el aula que conlleven a la construcción de diálogos intersubjetivos, en los que el docente reconozca a sus estudiantes como sujetos con percepciones y concepciones formadas a partir de sus experiencias de vida, y en donde invite a los estudiantes a ser participantes autónomos de su proceso educativo desarrollado en un espacio que como fue mencionado, trasciende de paredes, ventanas y puertas. Existen puntos de vista distintos, historias en cuerpos que presentan particularidades, por lo que la escucha es importante dentro de cada sesión de clase.

Así pues, la educación hace un llamado a la otredad, a reconocer que en los procesos de formación se encuentran unos sujetos que al compartir con “los otros” se construyen y por ende se transforman como sujeto político al compartir el escenarios de los muchos y los diversos en los que suscita la empatía para comprender la diferencia. Por ende, se resalta la importancia de construir un escenario político que le permita reflexionar al estudiante el sujeto que ingresa al aula y el sujeto transformado que sale de la misma en su formación como ciudadano y futuro profesional y donde los usos de herramientas tecnológicas no releguen el papel de los sujetos dentro del espacio de formación académica y humana.

La nueva normalidad hace el llamado a luchar pedagógicamente a la construcción de escenarios humanos desde el campo virtual, que permita llegar al cuidado del otro y a la persecución de herramientas virtuales que permitan mayor interacción social y aprendizaje, no sólo para el alcance de competencias, sino para lograr lo propuesto por Comenio: Una formación humana tan necesaria en esta coyuntura que ha permitido reafirmar la importancia del cuidado de si y del otro como seres interdependientes.

Bibliografía

  • Arent, H. (1993). ¿Qué es la política? Paidós. Barcelona España.
  • Bauman, Z. (2013). Sobre la Educación en un Mundo Líquido, Conversaciones con Ricardo Mazzeo. Paidós. Buenos Aires.
  • Berger, T. & Luckmann N. (2003). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Bobbio, N., Matteucci y G. Pasquino. (2001). Diccionario de Política, 2. México: Siglo XXI Editores
  • Campo, C y Mansilla, J. (2015). La socialización Política en la sociedad de conocimiento. Revista Internacional de Tecnología, Ciencia y Sociedad. (4)1. P. 57-67.
  • Díaz Gómez, Á. (2004). Socialización política en la perspectiva educación/comunicación. Reflexión Política 1, 170-177.
  • Escobar, J, Acosta, F, Talero, L y Peña, J. (2015). Subjetividades y diversidad en la escuela, en estudiantes de Educación Media. Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá Colombia.

Octubre de 2020