El mate enfrenta al liberalismo
Capítulo 3

Detrás de la escena




- Te mando una imagen interesante. Y un texto que la complementa. Es de Gonzalo Abella. En la imagen se ve a un negro cebándole mate a Artigas. ¿Artigas se hacía cebar mate por los negros??????



Artigas y la esclavitud

Por Gonzalo Abella
En http://www.chasque.net/vecinet/abella00.htm

¿Qué sabía yo de los treinta años de Artigas en el Paraguay?
En 1820, cuando comienza su asilo político, había sido alojado provisoriamente en un convento; luego fue enviado al lejano San Isidro Labrador de Curuguaty donde estuvo veinticinco años; a la muerte del Dr. Francia lo encadenaron; con el ascenso del primero de los López fue liberado e invitado a volver a Asunción, y él aceptó acercarse a la capital pero no vivir en ella ("soy hombre de monte y selva") tomando sus últimos mates bajo el frondoso yvyrapytá en compañía de su hermano negro Joaquín Lencina (Ansina), líder de los movimientos libertarios afroamericanos, quien lo acompañaba en el momento de su muerte el 23 de Setiembre de 1850.
Gonzalo Abella


Sólo se puede comprender cabalmente a Artigas a partir de sus acciones y de su actitud ante los hechos; nunca a partir de sus escritos. Los escritos fueron dictados por las necesidades coyunturales de su negociación permanente con el mundo criollo de racionalidad puramente "occidental", al cual él no pertenecía. "Mi gente no sabe leer" es su principal definición de pertenencia (comentario ante el escrito de Cavia que lo calumnia).

En la etapa que fue reconocido como Protector de los Pueblos Libres afirmó: "Los indios tienen el principal derecho". Esta frase, una de las más citadas, no fue comprendida aún en su pleno significado. Maggi empezó a advertirlo en su libro "Artigas y su hijo...". Es una clave importante.

El Reglamento de Tierras de 1815 se define como "Provisorio". Este término es crucial: para Artigas aún no era el momento de dictar las leyes generales de la Confederación, porque aún no estaba garantizada la plena participación de todas las culturas en plano de igualdad; y no era aún el momento de establecer las leyes definitivas para la Banda Oriental dado que en muchas ciudades y especialmente en Montevideo, los grupos de poder no permitían la libre decisión de las mayorías.

"Provisoriamente" se establece la expropiación de los "malos europeos y peores americanos" y se proclama a título expreso el derecho de los negros "libres" a la propiedad de la tierra "de tal manera que los más infelices sean los más privilegiados" (textual, en el Reglamento Provisorio). ¿Por qué expresamente sólo para los negros libres?

Porque básicamente existían cuatro situaciones entre los afroorientales:

  1. los que habían optado por la comunidad libertaria, elección afín a la cultura de sus mayores. Eran hombres y mujeres afro que se habían refugiado en el monte y en el "lejano Norte" charrúa. Los jóvenes en su mayoría integraron los "batallones de libertos" artiguistas donde nadie reclamaba papeles para comprobar que no eran "fugados". Se hacían reconocer como libres con sus propias lanzas, y eran fuerza esencial de la Revolución. Para estos grupos estaba previsto (como demuestra Maggi en el caso de los charrúas) grandes estancias comunitarias y no parcelas sueltas. Cuando el "pardo" Encarnación Benítez reclama para sí una extensión inmensa en 1815, la prestigiosa historiadora Lucía Sala cree ver allí un abuso de este legendario montonero negro; en los hechos, era la misma política seguida por Artigas años antes, cuando reclamaba "para sí" la inmensa estancia de Arerunguá (en realidad, Artigas la reclamaba para la nación charrúa).

  2. los que habían fugado de Montevideo antes de la entrada de Otorgués, que eran libres por definición ("eligieron el lado de la libertad") y enlistaban en las montoneras gauchas integrándose a los rancheríos paisanos, expresión multicultural por excelencia;

  3. los que habían comprado su libertad y eran "negros libres" pero huérfanos de toda propiedad (precisamente para ellos es el Reglamento). Son una parte de "los más infelices" porque están desprovistos de todo y serán por ello, según el Reglamento, parte de "los más privilegiados"; el texto los cita expresamente, excluyendo implícitamente a las comunidades afro en armas, que culturalmente no reclaman "suertes de estancia" individuales.

  4. los que continuaban esclavos. Entre éstos deben distinguirse los que continuaban siéndolo por la presión de sus antiguos amos de aquellos otros que mantenían su antigua situación por razones de vejez u opción personal. Entre los primeros, había esclavos que eran "propiedad" de connotados enemigos del sistema (si estos esclavos fugaban eran recibidos con alegría por los afroamericanos de la Liga, y su propia fuga los hacía libres) pero otros eran "propiedad" de "estancieros patriotas"(!!) Reitero: en este último caso estoy hablando de personas forzadas a ser esclavas, no de aquellos que mantienen su puesto al servicio de familias criollas, en una época de cambios turbulentos e inseguridades, en una situación formalmente de esclavos pero por una opción personal.

Los esclavos forzados por estancieros "patriotas" fueron un punto de fricción permanente entre Artigas y los cabildos. En todos los casos, estos estancieros "patriotas" esclavistas vocacionales, traicionaron la Liga Federal entre 1814 y 1817.

Un estudio serio sobre Artigas no puede separarse de la investigación del papel que jugó Joaquín Lencina (Ansina), el destacado combatiente y sabio afrooriental que lo acompañó desde 1795 a 1850.

Como esclavo, Ansina se vinculó en Brasil al pensamiento emancipador afroamericano, llegando a ser un prestigioso ideólogo de esa corriente continental. Si Artigas no fuera un radical antiesclavista, y un hábil conspirador, su conducta en relación a Ansina no podría justificarse.
Recuérdese:

  1. lo compra advertido que es un esclavo peligroso, con antecedentes de fugas y líder de levantamientos (muy mal negocio);

  2. le da la libertad de inmediato, el mismo día (peor aún);

  3. lo recomienda para el Batallón de Pardos Libertos del Cabildo de Montevideo (como quien dice, lo dona al gobierno colonial);

  4. Ansina está al mando de su batallón cuando los esclavos de Montevideo se levantan en 1803 y se fugan por el Portón de San Pedro, hacia las tolderías charrúas, sin que el batallón de pardos tenga tiempo de reprimirlos (¿Ansina era muy lento?);

  5. Ansina acompaña a Artigas en todas sus campañas y en todos los años de exilio (¿no es algo excéntrico para un hombre como Artigas, que duerme en el suelo, legisla desde una cabeza de vaca, y que se desprende de la espada de Mayo para recuperar la lanza indígena, tener un africano liberto para que le cebe el mate?).

Ansina y Artigas fueron grandes conspiradores: conocieron, antes de que se escribiera, aquella frase de José Martí: "hay cosas que para que triunfen han de andar ocultas". Nada menos misterioso hoy que las crípticas palabras del único poema de Ansina en que habla de sí mismo: "Ansina me llaman/y Ansina yo soy/ sólo Artigas sabe/ hacia dónde voy."

Dicen los que todo relativizan, generalmente para cubrir su propia flojera (porque nada es ingenuo en la interpretación de la Historia) que Artigas nunca decretó a título expreso la "abolición de la esclavitud". ¡Rigurosamente cierto! No podía hacerlo, como ningún indio, ningún afrooriental y ningún gaucho podía hacerlo tampoco. La abolición de la esclavitud fue siempre (¡en la historia de toda América!) la hipócrita resolución de los poderosos que modernizaban sus formas de opresión. Desde la óptica de los de abajo, su brújula de siempre, Artigas habló en forma más radical ("hablaré de una vez y hablaré para siempre", solía decir); y puso como condición para el pacto con Buenos Aires en 1813 que la Confederación promoviese "la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable". Más claro...


 Más sobre lo mismo

En la televisión un profesor de Historia aparece criticando a Artigas por dar tierras sólo a "los negros libres". El argumento no es nuevo.

¿Cómo podía haber hecho Artigas para entregar tierras a los negros "esclavos" si éstos no eran considerados sujetos de derecho, sino propiedad de otros seres humanos? Automáticamente esta decisión hubiera significado entregar tierras a los propietarios de esclavos.
Entonces ¿Artigas debió proclamar la abolición, como aconsejaba Inglaterra? Deconfiemos, siempre, de las sugerencias de las potencias coloniales.

Artigas, como todos los grandes próceres de América, aspiraba a mucho más que una mera ley específica: aspiraba a una contitución federal que dejara a cada pueblo libre de actuar según sus conveniencias.
Pero además la "abolición", tal como se proponía, traía una trampa. Las leyes de tráfico y tenencia de esclavos exigían al propietario la manutención de los negros ancianos ya no aptos para el trabajo; cuando la esclavitud dejó de ser rentable, la abolición fue el cínico recurso para deshacerse de estos ancianos y lanzarlos a la "libre" mendicidad. En cambio, cuando Artigas, ya derrotado, habla a su hijo sobre los dos ancianos negros que habían sido esclavos de su padre, insiste: "debes ocuparte de que no les falte para sus vicios".

La "abolición" y la "libertad de vientres" significaban el derecho de los blancos a decidir cuándo y como modificar la esclavitud. A veces era acompañada de un decreto que establecía el servicio militar obligatorio por tiempo indefinido para todos los ex-esclavos jóvenes (así procedió el gobierno uruguayo en tiempos de la Guerra Grande). La abolición y la libertad de vientres eran el camino de los oligarcas liberales: ni Zumbí ni Artigas decretaron la abolición sino que procuraron destruir las bases ignominiosas de la esclavitud.

El Reglamento PROVISORIO de Artigas, el que da la tierra también a los "negros libres" se enmarca en la filosofía proclamada expresamente dos años antes: "promover la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable" y tiene como objetivo secundario no dar NINGUN margen de interpretación ambigua a un Cabildo QUE SABE hostil y traicionero; porque Artigas tenía claro que su gente era principalmente aquella que todavía no sabía leer, que se regía por códigos orales.

Artigas no fue abolicionista; desarrolló una política mucho más audaz, seguramente asesorado por Ansina y las sociedades afroamericanas.

Sentó jurisprudencia en el caso de Ana Gascue, la esclava que fue a verlo desde Montevideo, para pedir por su propia libertad. En tanto no se hagan las leyes de la libertad, sentenció y son sus palabras, siempre debe facilitarse el triunfo concreto de la libertad sobre la oprobiosa esclavatura. Se asesoró con Ansina durante cincuenta y cinco años, y las propias palabras de Ansina, generalmente prudente, no nos dejan duda de la ideología que unía a ambos : "Asco tengo del negrero" afirma Ansina; y "sólo Artigas sabe hacia dónde voy" nos recuerda, insinuando su relacionamiento con las hermandades libertarias afroamericanas.

Y el Pardo Encarnación Benítez, protector de los morenos en armas de Soriano y Colonia, también entendió perfectamente lo que parecen no comprender algunos teóricos actuales de la Historia. El Reglamento Provisorio era solo una parte de una política agraria más amplia, que reservaba grandes extensiones de tierra para aquellos pueblos originarios y afroamericanos que quisieran vivir en comunidad y en Naturaleza.

Es increíble que tengamos que volver a reflexionar sobre estas cosas, pero se ve que gente muy poderosa que no da la cara pero tiene influencia en los medios está desarrollando nuevas versiones de la llamada "Leyenda Negra" antiartiguista.
Pero para entender cabalmente estos aspectos basta con citar como testigo a quien lo acompañara durante cincuenta y cinco años (1795-1850): el afrooriental Joaquín Lencina, conocido como Ansina.

Fugado adolescente, capturado en alta mar y revendido como esclavo en Brasil, integrante de las sociedades secretas libertarias afrobrasileñas, asesor de Artigas para asuntos afroamericanos por cincuenta y cinco años, Ansina fue además poeta y documentador de la epopeya.

La mayor parte de la producción literaria de Ansina fue recopilada por Hammerley Dupuy, a quien todos los orientales y los Americanos del Sur le debemos un gran reconocimiento. Esta obra poética, desgraciadamente traducida por el propio Ansina a un castellano convencional, desnuda de su musicalidad originaria, está reproducida en un libro que prologamos con Isabel y otros investigadores en 1996, libro que lleva por título un verso del propio Ansina: "Ansina me llaman". (17)

Sin duda Ansina hablaba una lengua coloquial con elementos del bozal, del guaraní y del charrúa: pero al escribir sus propias composiciones las traduce a lo que él entiende debe ser la lengua escrita, o sea, el castellano. Pierden así musicalidad sus poemas, pero no dejan por ello de ser impactantes.

Escribe Ansina sobre sí mismo:

"Ansina me llaman
y Ansina yo soy
sólo Artigas sabe
hacia dónde voy"

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