Alfredo Juan Manuel Carballeda
Del desorden de los cuerpos al orden de la sociedad
Capítulo VIII
Del Orden Social a la nueva fragmentación de la Sociedad

“En este caso, los últimos hombres de esta fase de la civilización podrán aplicarse esta frase: especialistas sin espíritu, gozadores sin corazón. Esas nulidades se imaginan haber alcanzado una etapa de la humanidad jamás alcanzada anteriormente”
Max Weber

Trabajo Social, Historia, Orígenes

Interrogarse acerca de la historia del Trabajo Social y de las disciplinas que intervienen en lo social, implica dirigir las preguntas a diferentes objetivos.

En principio, las mismas se orientan hacia el contexto, la vigencia o preponderancia de paradigmas explicativos propios o que provienen de diferentes campos de conocimiento, es decir, las distintas formas de comprender y explicar los problemas sociales. Por otro lado, las preguntas se dirigen hacia las características de la intervención. Esta se encuentra signada por los diferentes perfiles de demanda hacia la Intervención en lo Social, las reglamentaciones, normas y disposiciones que le fueron dando legitimidad, la opción por determinadas formas de intervención y la existencia de formas típicas y definidas de la misma.

También, se trata de intentar responder ¿cómo a través de éste se corpus de conocimiento y de prácticas se constituyeron sujetos de conocimiento ?

En definitiva y desde diferentes perspectivas , la reflexión histórica implica una serie de cuestiones ...” En este sentido, la superación de los problemas de la investigación no se limita al desvelamiento de los nexos entre los hechos, sino implica, la reconstrucción de lo real teniendo por base categorías comprensivas y explicativas. Esas categorías de análisis son formulaciones intelectuales, que tienen su fundamento en la realidad; son el producto de la articulación entre realidad y pensamiento. En ese proceso, el pensamiento toma lo real y lo reconstruye reproduciéndolo como totalidad del pensamiento- como representación. Es una construcción intelectual que expresa las formas de existencia y el movimiento de lo real. Son, todavía “producto de las condiciones históricas”: una misma categoría en sociedades diversas adquiere diferenciabilidades, tornándose o mas compleja, o secundarizándose”... (Veras Baptista, M: P: 9)

El Trabajo Social se fue construyendo históricamente en base a una serie de cuestiones que podrían sintetizarse conceptualmente como “discursos de lo Otro”. Estos se constituyeron dentro de la modernidad como fundamentos y aplicación del disciplinamiento de determinados sectores de la sociedad.

El disciplinamiento es fundamentalmente la organización racional de la cotidianeidad social, este poder se fue construyendo como hegemónico, gracias a plantear diferentes necesidades...” El disciplinamiento siempre se basa en la necesidad. Para disciplinar hubo que resaltar distintas necesidades: la necesidad de lo “nuevo”, del “progreso”, de la dominación y transformación de la naturaleza, de que el hombre sometiera a través del conocimiento y la acción a los objetos. Haciéndose así un “sujeto”. Fue necesario identificar, la “naturaleza” con los pueblos aborígenes, primitivos, bárbaros, o simplemente diferentes”.... (Huergo, J P:60)

El proceso de disciplinamiento tiene varias etapas, la primera o fundacional, que coincide con la aparición de la modernidad, imponiendo una serie de valores aún presentes en las prácticas que intervienen en lo social en forma naturalizada. Una segunda etapa se relaciona mas directamente con la Ilustración, que trajo una serie de ideas y presupuestos que se expresan también en el presente, en la fuerte tendencia hacia la pedagogía del “otro” aun vigente en muchas intervenciones.
Otra etapa, nos plantea la organización mas eficiente del control punitivo, a través de la aparición de los Estados Modernos, que en el caso de la Argentina coincide con el Positivismo y una si se quiere última etapa que se relaciona con el desarrollismo, en términos de redisciplinamiento, como un intento de volver a controlar y ordenar a aquellos que quedaron al margen del progreso.

Todas estas cuestiones se encuentran presentes en las prácticas del Trabajo Social, a veces en forma explícita, otras, como retazos de aquellos viejos-nuevos discursos

Por otra parte en la historia mas reciente del Trabajo Social, comienza a inscribirse una fuerte mirada crítica de los sentidos y orígenes del mismo y en la actualidad se suman una serie de interrogantes que intentan direccionar la mirada y el discurso acerca de lo Otro de manera diferente “Hoy en día, la incertidumbre provocada por la abrupta crisis de la modernidad y de las corrientes paradigmáticas, refuerza la necesidad histórica de investigar la realidad, particularmente la dimensión abarcativa de la acción social y su estrecha relación con la naturaleza. La acción social se produce y reproduce mediante prácticas sociales cotidianas, por lo que las mismas son sin duda elementos empíricos de fundamental importancia para cualquier trabajo que intente aproximarse a interpretar el hacer humano y el desarrollo de estrategias de transformación”... (Malacalza, S.P: 42).

Estas cuestiones nos llevan a reflexionar desde una perspectiva que articule el pasado con el presente y que interrogue a la Intervención del Trabajo Social.

En principio, la intervención se relaciona con una autoridad, autoridad que surge del ejercicio de un derecho, que es consecuencia de un estatuto, donde el saber se transforma en poder que otorga legitimidad.

La intervención del Trabajo Social, como así también de otras disciplinas fue constituída artificialmente, es decir como espacio preconcebido de manera artificial, pero, desde los imaginarios sociales y desde la visión que se tiene del corpus de conocimientos y posibilidades de acción del Trabajo Social, uno de los resultados de su devenir histórico es que ese espacio artificial, se percibe como “natural”.

El acto fundador de la intervención es la demanda, y esta se encuentra fuertemente naturalizada. Estas cuestiones implican una necesaria discusión acerca de la cuestión del poder, generando nuevas preguntas como;¿quién tiene el poder para originar la intervención y proseguir su desarrollo?; o ¿quién paga la intervención?

Así , la intervención, también, es una forma de contrato, donde ambas partes deben rendir cuentas.

De esta forma existe una construcción histórica de lo que María Lucia Martinelli denomina “mediaciones”, presentando algunas características importantes;...”En cuanto a categorías instrumentales que dan operacionalidad a la acción y que penetran todos los movimientos de la práctica social, las mediaciones presentan algunas características muy importantes, entre las cuales se destacan que: son formas históricas y sociales, construidas a partir de la correlación de fuerzas que operan en la realidad. Son , por lo tanto, socialmente determinadas y producidas al interior del contexto sociopolítico y organizacional , lo que evidencia que no hay mediaciones prontas y /o ideales”... (Martinelli,M P:2)

De ahí la visión de la historia de la Intervención en lo Social desde los acontecimientos socio históricos, pero los mismos tienen una serie de atravesamientos y condicionamientos que no son estáticos y no se refieren solo a determinadas épocas. Los discursos acerca de lo “otro”, en términos de intervención, permanecen, de todas maneras, casi inalterables hasta el presente.

Es posible pensar en algunos puentes entre diferentes épocas en tanto relaciones y construcciones discursivas.

Una posible vía de entrada pasa por la comparación del fin de siglo XIX y este fin de siglo, especialmente, en relación a los interrogantes mas importantes de la época.

El fin del siglo XIX y este fin de siglo muestran, en algunos aspectos características similares. Ambos períodos son caracterizados como de crisis, es decir, son entendidos como épocas de ruptura de órdenes y equilibrios, con la consecuente situación de incertidumbre e imprevisibilidad, acompañada de pérdida de referencias y orientaciones.

Desde la perspectiva del sujeto, también, las diferentes épocas se singularizan con una percepción de que su existencia e identidad se encuentran amenazadas, a partir de la posible desintegración de las instituciones clásicas en las que el individuo se socializa.

En definitiva la crisis puede ser entendida como la pérdida de las imágenes totalizadoras, con un fuerte impacto en las formas de integración social.

Desde la filosofía, nuestra época parece estar signada por una serie de nuevos interrogantes...”La filosofía de nuestra época, entonces, parece estar absorbida por tres problemáticas dominantes; la crítica de la verdad objetiva, universal y necesaria a favor de múltiples interpretaciones; la crítica del totalitarismo, y de las políticas revolucionarias que habrán desembocado en tales desastres, a favor de las democracias consensuales; la crítica de un concepto universal de Bien que aplaste la pluralidad de opiniones y formas de vida a favor de ciertos criterios éticos de convivencia pacífica” (Scavino D. P: 18).

A su vez ambos fines de siglo se asemejan en cuanto a que las dos situaciones de crisis muestran importantes cambios en la esfera de lo económico y lo político, pero en especial en cuanto a la percepción de pérdida de la totalidad, es decir alrrededor de la problemática de la integración.

La idea de crisis de fin de siglo XIX fue planteada, entre otros aspectos, desde la perspectiva de la "pérdida de imágenes totalizadoras", y la búsqueda desde diferentes campos y sectores de resolver esa falta....” Las últimas décadas del siglo XIX, marcarán un profundo punto de ruptura en la imagen predominante sobre lo social, hasta entonces tensionada entre la visión optimista del progreso- herencia de la Ilustración-y la crítica romántica y de raíz conservadora que idealizaba un pasado de armonía comunitaria basada en las tradiciones”... (Portantiero, J. P:5)

A su vez, la Crisis de fin del siglo XIX, fue generadora de interrogantes para dos grandes discursos teóricos que intentaban resolverla; la Sociología Clásica y el Socialismo.

En este fin de siglo nos encontramos con interrogantes similares, prácticamente los mismos que dieron origen al surgimiento de las Ciencias Sociales. Estos interrogantes se relacionan básicamente con la fragmentación de la sociedad.

Tal vez, la crisis de la modernidad impacte fuertemente en las prácticas y dominios de saber que intervienen en lo social. Pero, esta crisis no se nos presenta como reciente, está inscripta en la naturaleza misma de la profesión en tanto sus formas de institucionalización en este siglo, que devienen de las construcciones previas de la misma y que hacen a su prehistoria .

Como así también en un origen signado por la ambivalencia que tiene su emergencia en los inicios de la Intervención en lo Social.

El Trabajo Social , ya instituido como práctica profesional surge de la necesidad de reparar fracturas sociales, desde un espacio presentado como neutro, casi a histórico , reparaciones que no alteraban en lo esencial la lógica de fondo que las generaba, en una especie de entrecruzamiento entre las nacientes ciencias sociales y la filantropía...”Es como si el Trabajo Social se hubiese movido desde su institucionalización, en el último tercio del siglo XIX (en el marco del Estado Interventor), en el interior de una ambivalencia que se ha perpetuado hasta la actualidad: era preciso promover el cambio pero sin alterar el orden; era necesario intervenir pero sin que los especialistas en la práctica llegasen a poseer las claves últimas de su intervención” (Alvarez Uría, F/ Varela, J PP:170/171)

En el transcurso de este siglo, con el desarrollo del Estado de Bienestar como resolución a la problemática de la integración y en especial a partir del corpus teórico Parsoniano, revivieron las formas del disciplinamiento , a partir de un fuerte sustento en las Políticas Sociales...“El desarrollo profesional del Trabajo Social, se dio simultáneamente con la imbricación de esas dos líneas evolutivas y con sus modificaciones particulares. O sea, se operó en un campo cultural ideológico que registraba un movimiento entre las dos tradiciones y otro , situado en la relación entre cada una de ellas y las nuevas configuraciones cultural ideológicas que surgían de sus respectivas periferias”... (Netto, J. P:117)

En síntesis, desde los orígenes y con mayor desarrollo en este siglo, las modalidades de intervención del Trabajo Social han oscilando entre el disciplinamiento y la integración.

Algunas de las cuestiones mencionadas tienen bastante actualidad; así todavía prevalece dentro de muchas instituciones el lugar normativo del Trabajo Social "El informe de ambiente deberá ser efectuado por Asistente Social y consignará entre otras circunstancias: escolaridad, la vivienda, la ocupación, situación moral y económica del menor grupo familiar" (Ley de Menores de La Provincia de Buenos Aires). Así, la aplicación de este mandato institucional reconoce sus orígenes en gran parte en los primeros procesos judiciales llevados adelante en la Provincia de Buenos Aires durante el Siglo XVIII.

De ahí que se haga necesario conformar un marco conceptual diferente que se exprese en nuevas categorías de análisis de la realidad, que se traduzca en un nuevo esquema metodológico, en nuevos instrumentos de acción. De esta manera, las teorizaciones que podamos realizar, como así también su aplicación concreta en la práctica podrían dar en el futuro al Trabajo Social un espacio distinto y fundamentalmente acorde con nuestra realidad.

Tal vez al Trabajo Social, le ocurre lo mismo que a la psiquiatría hace 50 o 60 años, cuando nada podía producir por estar encerrada dentro del estrecho margen de los muros manicomiales. Al desprenderse de éstos y salirse, si se quiere momentáneamente del carácter punitivo, logró producir importantes aportes que aún hoy son utilizados.

Lo normativo, el orden asimilado y el control social funcionan como condicionantes, como restricciones, como muros contenedores, para la elaboración de nuevos encuadres y nuevas maneras de afrontar el trabajo cotidiano.

Muros, en definitiva, que impiden mirar mas allá, pero que fundamentalmente dificultan una lectura del origen.

De ahí, que la mirada hacia la génesis del Trabajo Social, en tanto la constitución de su prehistoria, se constituye en un instrumento que nos permite visualizar lo viejo inscripto en lo nuevo.

Por estas razones, el Trabajo Social debe salirse de lo normativo, buscando caminos de articulación social, revisando históricamente la constitución de las diferentes estigmatizaciones que caracterizan a quienes son sujetos, tanto a nivel grupal, individual o comunitario de la práctica cotidiana.

Fin de Siglo XIX , el Estado y el Trabajo Social

La manera de resolución, que planteaba una centralidad del Estado, como necesario ordenador de sentidos, comienza a emerger a fin del siglo XIX.

En este aspecto, la situación actual, no muestra esa forma de respuesta. Mas bien, y sobre todo si pensamos en acontecimientos ocurridos en la última década, el Estado presenta una serie de nuevos interrogantes, que como una forma de resolución de la crisis actual, aunque se desprende su necesaria reaparición.

Esta plantea nuevos preguntas que van desde la recomposición de las identidades colectivas y especialmente, en cuanto a la globalización de los mercados y su posible efecto en el deterioro de los Estados Nación. Así la globalización es homogénea por arriba y produce fragmentación hacia abajo.

A fines del siglo XIX se produce la primera crisis del sistema capitalista con fuerte influencia a nivel mundial. Esta traerá importantes cambios que incidirán en gran cantidad de aspectos que van : desde la vida cotidiana, hasta la propia conformación de los Estados, pasando por las diferentes explicaciones que en ese caso, las Ciencias Sociales intentarán dar.

Es en esta etapa, cuando también pueden ubicarse antecedentes de la Sociología, y su relación con la crisis del siglo XIX, desde la perspectiva de intentar comprender los nuevos conflictos que se dan en la sociedad y también, tratando de impulsar reformas que sirvan para que se mantenga el orden constituido."Para esa Sociología clásica, el bien, no es ni la armonía con el orden del mundo o con las leyes divinas y ni siquiera con la producción de un orden que ponga freno a las pasiones y a la violencia, sino la contribución de un actor- o mejor de un órgano- al funcionamiento del cuerpo social"... (Touraine, A.:P:345)

A su vez, la emergencia del Socialismo a partir de los acontecimientos de la década de los setenta con el importante apoyo que obtuvo en la clase obrera europea, derivará en poco tiempo, en la formación de los grandes Partidos Socialistas y las Centrales Sindicales. De esa manera, cobrará relevancia otra tradición que intentará marcar la forma de resolución de la crisis , desde el discurso Socialista.

De esta forma nos encontraríamos con dos perspectivas que plantean la resolución de la crisis; una que parte de la sociología clásica y otra que parte desde el socialismo. Ambas aportarán diferentes concepciones acerca del Estado, planteándolo como forma de recomposición de la "totalidad perdida", desde un lugar de ordenador de sentidos. Ambas tradiciones de pensamiento, encontrarán algunos puntos de diálogo y encuentro, compartiendo preocupaciones similares, en especial en cuanto a la lucha contra el individualismo y el utilitarismo...”sociología y marxismo occidental compartieron un campo común de preocupaciones en el combate contra el utilitarismo y el individualismo y en la identificación de un malestar social acerca del cual el credo positivista no podía dar respuesta. Y en esa perspectiva y tanto Lukács (el de Historia y Conciencia de Clase) cuanto Gramsci, en el derrotero total de su pensamiento, fueron quienes desde el marxismo lograron reformularse algunas preguntas originales de la nueva sociología, en una clave diferente a la de la naturalización de lo social”... (Portantiero,J.P:3/4)

Un posible plano de análisis en relación con la crisis del sistema capitalista a nivel mundial a fines del siglo XIX , se relaciona con el deterioro de la figura de la libre empresa. En especial, lo que se criticaba era la noción de mercado como de un mecanismo de autorregulación desde los denominados "automatismos del mercado".

Esto muestra el inicio de una etapa de intervencionismo estatal que comenzará justamente en esta época.

El mundo ordenado por el liberalismo parece encontrar su etapa final con el consecuente inicio de las intervenciones del estado. A su vez , este "fin del mundo liberal" traerá nuevos reordenamientos de lo teórico, de donde surgirán nuevos pensamientos .

Las intervenciones del Estado, en sus primeras etapas , no se darán desde la perspectiva aún no desarrollada de lo que más tarde va a ser el Estado de Bienestar, sino en relación con la búsqueda de protección de los intereses de las burguesías locales, en el marco de los Estado Nación.

Estos, que se habían construido en un momento de apogeo industrial, dan, también, las bases para un posible nacionalismo agresivo.

Todos estos acontecimientos repercuten rápidamente dentro de la esfera del Estado, el que debe reacomodarse ante los nuevas realidades.

Otro elemento relevante que también va a mostrar cambios, por ahora futuros en esa etapa, en la esfera de los estados, se relaciona con la idea de democracia. Ya en los inicios de este siglo, otro punto de la crisis se expresaba en las dificultades de articulación entre democracia y liberalismo, esta también va a comenzar a ser resuelta dentro de la esfera del Estado, y desde allí también puede leerse el origen del Estado de Bienestar, desde la perspectiva de un compromiso de intervención en función de mantener no disuelta esa síntesis.

En definitiva, las primeras intervenciones del Estado dentro de la economía, van a conformar los esbozos iniciales de lo que más adelante se denominó "Estado de Bienestar".

El fin del Siglo XIX, puede ser asociado también con la finalización de una etapa de certeza y el inicio de un período de incertidumbre, que comienza a desaparecer con el fin la Primera Guerra Mundial. En otras palabras se lo podría relacionar con una primera gran crisis de la modernidad.

Esa etapa de incertidumbre se asemeja con el momento actual, en particular si la relacionamos con la idea de un mundo que se "fragmenta", relacionada con a la crisis de las formas de integración social, o en cuanto a actores, identidad y la falta de respuestas totalizadoras.

La cultura del fin de siglo XIX, tratará también de dar respuestas a una crisis de valores, que se vinculará con la idea de malestar. Implicaba también una crítica al Positivismo, desconfianza con respecto a la idea de progreso, con una consecuente revalorización de la subjetividad.

La resolución a la incertidumbre y el reencuentro con la totalidad se va a construir en gran parte apoyada en los Estados Nación.

El siglo XX puede caracterizarse hasta la época actual como el siglo de los estados nación, hoy en crisis.

A su vez, la cultura del fin del siglo XIX, como producto de la crisis posibilita que surjan autores , como ; C. Marx, S. Freud, F. Nietzche, M.Weber, E. Durkheim etc., que desde distintas perspectivas planteaban un posicionamiento diferente a los ideales de la corriente de pensamiento Positivista Clásico, una crítica desde diferentes aspectos a la noción de progreso y en alguno de ellos una importante revalorización de lo subjetivo.

Se critica, la relación anteriormente pensada como inevitable entre las ciencias humanas y las naturales, esta ya no podía dar cuenta ni aportes para resolver la problemática de la integración, es decir recomponer un mundo fuertemente fracturado.

Se desconfía en cuanto a la comparación cultura-ciencias naturales. En este aspecto, podría plantearse que la ruptura naturaleza-sociedad, no se separa de la ruptura entre sociedad y mercado.

A su vez, el reconocimiento de una crisis del mercado, implica también la necesidad de intervención de una voluntad política, de esa forma ,se "desnaturaliza", la economía.

La idea de Progreso indefinido asociada con el bienestar, comienza a ser cuestionada, en diferentes campos.

Weber, es uno de los autores que percibe esta cuestión y desde la fractura de la anterior totalización construye su pensamiento. En este caso como en otros autores puede leerse su obra, como un intento de recuperación de una totalidad perdida y fragmentada.

Para el discurso socialista, la crisis es visualizada como un síntoma o indicador del colapso del capitalismo y un anuncio de su fin.

La crisis, traerá dentro de este campo la idea de un capitalismo transformado que, en el caso de Lenin, se planteará al imperialismo como etapa superior de éste. Pero, por otra parte,...” el reemplazo de la totalidad por la fragmentación, de las certezas por la incertidumbre, del optimismo racionalista por el malestar psicológico y por la inquietud social....contribuirán a un replanteo de la noción de comunidad como respuesta al mundo escindido del contrato”... (Portantiero,J P:4)

Todas estas características, relacionadas con el fin del siglo XIX, muestran el fin de una etapa de certezas, y el comienzo de una etapa de incertidumbres que va a terminar luego de la Primera Guerra Mundial.

Luego de la primera post-guerra, se afirma esa necesidad de re ordenamiento del espacio de lo teórico y que se había insinuado a principios de siglo. El impacto de la Revolución Bolchevique de 1917, puede entenderse desde esta perspectiva como una vuelta a las discusiones de principios de siglo. El fin de la Primera Guerra Mundial, trae la reafirmación de la necesidad de esas recomposiciones anteriormente anunciadas.

Desde la esfera del Estado, pueden encontrarse caminos diferentes; Comunismo, Estado de Bienestar tienen un común denominador que es que ninguno de ellos plantea una vuelta hacia atrás en la historia, sino una forma de proyección hacia adelante.

En otras palabras, no se plantea volver a un antiguo orden como manera de resolver la crisis, sino de elaborar nuevas modalidades donde el Estado tiene un papel diferente y relevante. En este aspecto, la situación puede entenderse como novedosa, en el sentido que en situaciones similares en el siglo XIX, gran parte de la resolución de los inconvenientes eran planteados desde la perspectiva de "volver hacia atrás", planteando necesarias restauraciones de órdenes que habían sido derrotados o cancelados por los acontecimientos políticos y sociales.

En definitiva, durante la primera Post-Guerra Mundial, comienza a reafirmarse la centralidad del Estado-Nación como ordenador de sentidos, es desde allí donde se construyen las respuestas a la crisis y su posible resolución. De esta forma las recomposiciones se centralizaron en el Estado. Las diferentes formas que este adquirió en la URSS,en los Movimientos Nacionales Populistas, o en el Estado de Bienestar, muestran el orden de esa recomposición. En especial, si se quiere, desde la idea donde el Estado de Bienestar se presenta como una forma de igualar desde lo jurídico los desniveles existentes dentro de la propia sociedad.

En definitiva, la aparición de las nuevas modalidades del Estado, ligadas al intervencionismo, el sustento de la síntesis que da forma a la democracia y la resolución de inconvenientes relacionados con los problemas del fin del siglo XIX, puede relacionarse con la crisis de la Economía de Mercado , la idea de autoregulación de éste y la necesidad de reafirmar una idea de proyección hacia el futuro, donde se confirmen ,si se quiere, muchos de los presupuestos de la modernidad.

Es en este contexto signado por la visión de resolución estado céntrica de la problemática de la fragmentación , donde el Trabajo Social surgirá con gran fuerza y desarrollo.

Pero,este surgimiento no es de la “nada”, está cargado fuertemente de todos los condicionamientos previos que fueron analizados en el transcurso de este trabajo.

De ahí el carácter de <disciplinamiento-inserción>, planteado como una contradicción, que se gesta en los orígenes de la profesión. Esta contradicción se expresa hoy como malestar dentro de este campo, desde la perspectiva de un enunciado neutral de la práctica, que básicamente omite las contradicciones del origen y su fuerte carácter coercitivo.

El estado y el Fin del Siglo XX

Las maneras de resolución de la crisis de fines del Siglo XIX y principios del XX, eran planteadas, desde la esfera del Estado desde posiciones universalistas, con una modalidad de recomposición "estado-céntrica", donde el principio de unidad se centró en el Estado-Nación.

Luego de la II Guerra Mundial, se genera cierto nivel de confianza y de perspectivas de futuro, que pueden ser vistas desde la reconstrucción de Europa y Japón, el desarrollo de propuestas modernizadoras, la existencia de movimientos de descolonización; la puesta en marcha de Estados nacional Populistas en América Latina con fuertes desarrollos del Estado de Bienestar.

A partir de la década de los setenta, comienzan a observarse dificultades de diversa índole. Estas pueden caracterizarse como síntomas de la crisis de fin de siglo. La idea de pérdida de la totalidad, la caída del denominado "socialismo real",la crisis de los grandes discursos y la propia crisis de los Estados de Bienestar.

En otras palabras ,parte de la crisis de los Estados de Bienestar, puede entenderse como efecto de la denominada crisis de la Modernidad, donde, sin dejar de lado los atravesamientos económicos y políticos, es posible pensar la crisis del Estado de Bienestar, relacionada con una crisis de "sentidos", es decir no solo de recursos, sino de los marcos constitutivos y justificativos de éste.

Esto, implica la necesaria revisión de las diferentes dimensiones de la Modernidad, tanto desde el plano de lo Político, como desde lo Económico, lo Social o lo Cultural.

En especial desde las nociones de Progreso, Sujeto y Libertad, en tanto a su relación con los diferentes discursos de las ciencias sociales.

La idea de progreso, relacionada con la valoración positiva del cambio o de lo nuevo, sintetizada en que lo porvenir es" mejor", por el sólo hecho de no ser y estar mas adelante en una recta ascendente e infinita. O la concepción de Modernidad relacionada con la conciencia de una época, que se relaciona con el pasado, a partir de considerarse a si misma como el resultado de una transición de lo antiguo a lo nuevo. La Modernidad sería desde Habermas, un proyecto incompleto .

La modernidad plantea una idea lineal de progreso, ascendente sostenido e ilimitado, sintetizado en la identificación hegeliana de razón y realidad.

La razón moderna se construye en cuanto a razón matemática, de manera cuantificadora e instrumental, mediante la formulación de leyes, o sea el establecimiento de relaciones causales necesarias y constantes entre la naturaleza y los fenómenos. La noción de ley, expresada en términos matemáticos, es fundamental para la ciencia moderna.

El planteo que..."La vida de una Sociedad, se basa en la interiorización de normas , la correspondencia entre las instituciones que elaboran y hacen respetar las normas y las instituciones encargadas de socializar a los miembros de la colectividad, especialmente a los recién llegados, niños o inmigrantes"... (Touraine,A.:P.345), marca que estas ideas no solo dieron forma a la constitución de la Sociología desde la perspectiva de A. Touraine, sino que forman parte significativa de las "misiones" del Estado, y las Instituciones, circunstancias que se hacen mas relevantes dentro de la esfera del Estado de Bienestar.

Esas ideas se vinculan fuertemente con la Modernidad, las Ciencias Sociales y el Concepto de Estado de Bienestar.

Es tal vez, allí donde podrían ubicarse algunos puntos de la crisis de "sentidos" de éste. Desde los trabajos de Habermas; la denominada crisis de la Modernidad, se relaciona con la integración sistémica, la crisis de valores, crisis de identidad y crisis de legitimidad. Todas estas cuestiones afectan de una u otra manera la esfera del Estado de Bienestar.

Desde una perspectiva económica, la crisis de los Estados de Bienestar, puede leerse desde acontecimientos que comienzan a desencadenarse en la década de los setenta. Estos van desde una disminución de la financiación "facilitada" del desarrollo, la Crisis del Petróleo, la elevación del precio de éste y el crecimiento en términos financieros de los países árabes .

Pero, también, la crisis del petróleo puede leerse desde otra modalidad de impacto, es decir en relación de cómo ésta, pone en discusión el ideal moderno del progreso indefinido a partir de que luego de este episodio, va a comenzar a entenderse que los recursos naturales pueden tener "límite", no solo en cuanto a cantidad sino que también por primera vez pueden tener "límite" desde el punto de vista de lo político.

En otras palabras, la crisis del petróleo de 1973 , incorpora cuestiones si se quiere nuevas y que van a ser de gran impacto en no mucho tiempo después.

A su vez, en este caso, la crisis del petróleo, al incorporar "petrodólares" al sistema económico mundial, facilita una nueva conformación del sistema financiero internacional.

También durante los setenta, aparecen nuevas dificultades para las sociedades centrales, éstas se dan hacia el interior de ellas. Una lectura posible indicaría que luego de la II Guerra Mundial, se presentaron tasas de crecimiento nunca vistas, con intervención del estado, en situaciones de pleno empleo y una importante expansión.

Desde esa perspectiva estas cuestiones implicaron una disminución de la tasa de ganancia del Capitalismo. En la década de los setenta comienzan a aparecer restricciones que mostrarían una fase nueva. Al crecer los salarios mas que la productividad media de la economía a través de las luchas sociales, con la disminución de la tasa de ganancia , esto habría aparejado una caída en las inversiones y una serie de dificultades que van a impactar en el funcionamiento de las Políticas de Bienestar y el propio Estado. Desde las nuevas modalidades económicas, se plantea que la resolución a la crisis pasa por políticas de disminución del salario, el empleo con el consecuente desmantelamiento del poder sindical.

Ante la caída del “socialismo real”, el capitalismo se quita la máscara, ya no tiene un <opuesto>, a partir del cual construir dirscursos benefactores, a los que se ve obligado, así paulatinamente se llega a una situación donde el “salvajismo del mercado”, es aplicado forma descarnada y sin prejuicios.

Por otra parte, la revolución Científica y Técnica, conlleva a la producción de bienes simbólicos en especial relacionados con las comunicaciones, y la informática que trajo como consecuencia un proceso cada vez mas fluido de movilidad de capitales.

La denominada "Globalización", presentada como característica de la década de los noventa, trae fuertes impactos en los Estados Nación, que van hasta la esfera de la soberanía.

El sentido productivo del capitalismo cambia por el financiero, esto hace a un refuerzo de la globalización, así, las fronteras se hacen cada vez mas permeables y comienzan a generarse impactos importantes en la esfera de los Estados Nación, que pueden entenderse como de retroceso. La fragmentación también se da al interior de los Estados. Así, pareciera que los Estados Nación que dejan de ser los centros hegemónicos de la política, para de alguna manera transformarse en escenarios donde nuevos poderes, relacionados con la globalización operan.

El conjunto de Instituciones públicas que dan forma al Estado Benefactor, destinadas a elevar la calidad de vida de la fuerza de trabajo de la población, a reducir la diferencias sociales, comienza a tener fuertes dificultades de financiación, con la consecuente reducción de prestaciones y servicios. Por otra parte el impacto de la crisis económica en la población en general, la disminución del salario, la creciente desocupación, implican mas y nuevas demandas que son cada vez menos resueltas.

Anunciado el fin del modelo Keynesiano de la economía -como forma de intervención en el campo de la inversión y la producción-sumado a la crisis del Estado de Bienestar, en cuanto a sus actividades redistributivas, los Estados entran un terreno, si se quiere novedoso en cuanto a que lo que se discute, es sus características esenciales y mas relevantes puestas en funcionamiento durante el transcurso del siglo. Asimismo, la idea de Nación está fuertemente relacionada con la modernidad. En el caso del Tercer Mundo, la reivindicación de lo nacional, se transforma en reivindicación de democracia.

Así la nación se presenta como el espacio político donde podría construirse la democracia .Pero, a su vez, la nación, se encuentra amenazada como espacio natural de las solidaridades y del control político, situación que estaría mostrando nuevos escenarios de fragmentación.

De esta manera puede leerse parte de la relación entre los Estados Nación y la crisis de la Modernidad.

Así, surgen una serie de interrogantes que van hacia la esfera de los Estados, pero que repercuten en forma significativa dentro de las Ciencias Sociales dentro del marco de la denominada crisis de la modernidad.

Ante la parcelación del Estado, se genera una "necesidad" de lo comunitario, que se puede explicar también desde el repliegue de este. Consecuentemente surge una valoración de lo privado y el mercado, este último se integra a la vida cotidiana en una fuerte lucha por la sobrevivencia.

En síntesis, la crisis de fin de siglo XIX, trajo aparejada una manera de recomposición ligada al Estado Nación.

Las características de la época y la propia crisis trajeron como consecuencia cierto reordenamiento del pensamiento de las Ciencias Sociales que se estructuró en gran parte dialogando con éste .

La actualidad, muestra síntomas de otras crisis con características similares pero también diferentes, mientras que la perspectiva del Estado Nación , se encuentra en la actualidad inmersa dentro de esa incertidumbre. Tanto desde la tradición Sociológica como la Socialista, existen dificultades para explicar la situación actual, pero es posible tomar aportes de éstas.En definitiva la necesidad de un fuerte e intenso diálogo entre los diferentes campos de conocimiento.

A su vez, si bien es cierto que existen diferentes respuestas y posibles construcciones teóricas dentro de las Ciencias Sociales, que dan cuenta de estos fenómenos, no han logrado, aún, conformarse como fuertes corrientes explicativas al igual que lo que ocurría a principios de este siglo.

La emergencia de nuevos sucesos, en gran parte relacionados con los fenómenos de globalización, el incremento en las desigualdades sociales, las fuertes corrientes migratorias, el fenómeno del desempleo, muestran nuevos interrogantes tanto hacia las Ciencias Sociales como hacia el Estado Nación, en la dirección de una vuelta a éste en términos de Estado de Bienestar, pero con los nuevos condicionamientos que imponen un mundo "globalizado" y todavía sin indicadores que muestren la salida o resolución de la denominada crisis de la modernidad

Pasado y Presente de La Intervención en lo Social

En el caso del Río de la Plata, la génesis de la Intervención en lo Social se relacionó con una serie de factores que están fuertemente ligados a la irrupción de la modernidad y a la necesidad de ordenar y disciplinar una sociedad que lentamente escribía su contrato societario. Es en ese momento, cuando la intervención comienza a construirse, no todavía ligada a la problemática de la fragmentación, sino con los ideales de la Ilustración , fuertemente relacionados al disciplinamiento . Así, el origen , se relaciona con la metáfora del orden Ilustrado.

Los propios acontecimientos políticos que van a comenzar a construir la noción de ciudadanía en el Río de la Plata, se dan dentro de una serie de pujas políticas que implican la elaboración desde , si se quiere lo formal de nuevas formas de división de la sociedad. Pero, también una visión de la “otredad”, como peligrosa y espacio a disciplinar desde dispositivos mas sofisticados asociados al Utilitarismo de Bentham y a las ideas del Iluminismo tardío.

Todas estas intervenciones desde el origen se fundan en un ideal de “bien común”, en una necesidad de ordenar la sociedad, de delimitar espacios concretos y definidos hacia los que quedaban al margen de la misma. Pero se enunciaban discursivamente desde otra perspectiva, vinculada con la idea de una Filantropía que superaba la noción de Caridad de la Iglesia. Desde esa noción de filantropía , se trataba de preparar a los “otros” para que se desempeñen dentro de la sociedad. Las causas de la pobreza o del abandono, se depositaban en los propios sujetos sobre los cuales se intervenía, así discursivamente se los constituía como tales. Esos discursos no solo generaron “verdad”, sino que limitaron fuertemente la posible mirada a los factores que generaban las desigualdades. Es allí donde podemos encontrar la génesis de las contradicciones enunciadas mas arriba, esta puja entre coerción e integración.

De todas maneras, las formaciones discursivas no ocultaban, su visión, explicaban con detalles la inexistencia de factores que generan desigualdad.

Se ponía el acento en la cuestión de la educación, pero , esta era utilizada como un instrumento de coerción, que servía escencialmente para ratificar el carácter normativo de las intervenciones.

Así, la escuela de Domingo F. Sarmiento es heredera de la Sociedad de Beneficencia, y aunque convivan ambas instituciones en largos años de existencia, una servirá como ratificación de la otra.

Pero la escuela se presentaba, si se quiere como una instancia superior , mas fuertemente normativa, más eficiente en términos de los objetivos de búsqueda de orden.

Ante la crisis de fin de siglo XIX y la percepción de las resoluciones estado- céntricas, las modalidades de intervención que se mostrarán como mas eficientes, se relacionan con una resignificación de la escuela en términos de ajustar su contenido disciplinar.

Pero , este ajuste en la intervención se relaciona con la emergencia de las prácticas médico higienistas de principios de siglo, e implica una mayor especificidad en el disciplinamiento. Este se da dentro de un nuevo contexto donde la preocupación pasa por las caraterísticas de la población , en tanto heterogeneidad < a partir de las migraciones> y problemática de tipo racial asentada en la explicación positivista.

En síntesis, la génesis del Trabajo Social en el Río de la Plata se vincula esencialmente con la construcción de un nuevo orden, con características de “moderno” e “ilustrado”, sus desarrollos, se relacionan con los acontecimientos políticos, económicos y sociales que marcan la prehistoria de esta disciplina .

Pero, la propia Intervención en lo Social genera un innumerables nuevas inscripciones que como discursos de verdad, estos, darán formas constitutivas nuevas a la intervención en lo social.

De esta manera, fundamentalmente, la Intervención en lo Social , fue generando sus propios sujetos de conocimiento, los fue moldeando, articulando con otros y clasificándolos.

Tal vez esta sea la marca mas fuerte de la presencia del pasado en el presente. Desde la posibilidad de visualizar que a través de la historia de la Intervención en lo Social se van constituyendo sujetos, que estos no son definitivos, sino que se construyen en el interior de la historia y que en cada momento son fundados y recreados.

Mas allá de los dispositivos institucionales, las intervenciones del Estado, las Políticas Sociales, es desde la práctica, desde la intervención donde se producen las creaciones y las nuevas fundaciones de los “otros”.

Quizás, esta mirada hacia la génesis de la intervención, pueda aportar a la constitución de nuevos caminos dentro de la intervención, teniendo presente el origen disciplinar de la misma.

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