SUMARIO Nº 3
Hacia un trabajo, empleo y salario dignos. Por Luis Enrique Marius
Manifiesto del grupo "Espartaco"
"1984". Textos de George Orwell
"Evita. Modelo de Trabajadora Social", por Sebastián Giménez
"Por qué el movimiento contra la guerra tenía razón (y seguirá luchando)", por Adele Olivieri
Poesía. Nicanor Parra
Poesía. María Bar
Dibujos, de Belén Martelli
Fotografías (galería)
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Hacia un trabajo, empleo y salario dignos

Por Luis Enrique Marius

Ponencia presentada en la Conferencia Tripartita Centroamérica, México y El Caribe: "Trabajo, Empleo y Salario Digno". 16-17 septiembre 2002 - Panamá

Sres. Representantes de los Ministerios del Trabajo.
Sres. Representantes del Sector Empresarial.
Cros. Dirigentes de las Organizaciones de Trabajadores.
Sr. Director de la Oficina Subregional de la OIT.

En momentos cuando los espacios de diálogo y concertación se reducen, cuando se sustituye la búsqueda de la verdad por la imposición de intereses particulares, cuando se menosprecian a los trabajadores y sus organizaciones; cuando ante los grandes problemas que desafían a las frágiles democracias, a los pocos espacios de libertad y a las precarias condiciones de justicia social, se intentan imponer decisiones arbitrarias; cuando la práctica política no contempla el consenso, cuando se pierde la capacidad de escuchar las diferencias; nos sentimos obligados a agradecerles que hayan aceptado nuestra invitación y nos permitan compartir con todos Uds. nuestras visiones sobre la realidad que aspiramos cambiar, y nuestras reflexiones en el camino de construir un futuro mejor para nuestros hijos.

Nuestro estado de ánimo es de preocupación y disponibilidad, de angustia y de esperanza. Y por ello, nos proponemos, desde una realidad desafiante, compartir reflexiones e interrogantes, que forman parte de nuestra común responsabilidad.

Queremos ubicar nuestro aporte en tres dimensiones: una primera como base conceptual para un consenso, una segunda orientada a compartir un diagnóstico de nuestra realidad, y una tercera dedicada a reflexiones en el marco de la temática o desafíos que nos presenta esta Conferencia.

(1).- En un intento por crear una base de consenso sobre algunos elementos primarios, a partir de los cuales podamos iniciar un camino común, nos referiremos a algunos, sin ánimo de exclusión, conceptos básicos.

(1.1).- Todos compartimos la necesidad del diálogo, pero daría la impresión que no siempre profundizamos en lo que ello significa.

El diálogo es un instrumento, un camino, no un fin en sí mismo, y mucho menos una táctica política para dilatar situaciones, o para imponer criterios muchas veces ya resueltos por caminos subterráneos.

El diálogo implica voluntad política, disposición a la búsqueda de una verdad común, a concertar, es decir, a asumir un compromiso común.

Un diálogo fructífero se construye con los actores reales vinculados directamente a los problemas a resolver, y debe iniciarse compartiendo la realidad, es decir, asumiendo un diagnóstico común.

Es un camino de compromiso, seguros de enriquecernos con las diferencias que puedan existir, al ejercitar sobre todo, nuestra capacidad de descubrir la verdad que existe en las diversas opiniones.

(1.2).- Creo que no podemos dudar, de las aspiraciones que todos tenemos, del derecho que nos asiste, de vivir en paz, en democracia y en libertad, de construir y avanzar hacia el desarrollo integral de todas las personas, de nuestras familias, de nuestros pueblos y naciones.

Para nosotros, la persona humana es el centro ineludible de todo el quehacer societal, y el trabajo humano, el centro vital de toda acción económica, social y cultural.

Hablamos de desarrollo integral, porque agotar esta dimensión de integralidad del desarrollo a la mera categoría de crecimiento económico, implica repetir los errores pasados y presentes, que nos han llevado a tantas injusticias, marginaciones y exclusiones, conducentes a poner en peligro la democracia, la libertad y la paz.

(1.3).- A pesar de los esfuerzos, conscientes o inconscientes, de intentar retrotraernos a un pasado de barbarie donde imperaba únicamente la ley del más fuerte, y la fuerza se medía exclusivamente por la violencia o la posibilidad de acceder a medios de destrucción, debo creer que a todos los presentes nos anima el reconstruir o profundizar, un efectivo estado de derecho, que no es el derecho de los estados.

Mejor dicho, creo que todos deseamos vivir en sociedades respetuosas de las personas, donde impere la plena vigencia de los derechos y libertades establecidos, donde nadie dude de aplicar y respetar las Constituciones Nacionales, los Convenios y Recomendaciones de la OIT y los Pactos Internacionales que nuestros Gobiernos han suscrito en el ámbito internacional.

Esto nada tiene que ver con los discursos a que muchos nos tienen acostumbrados a nivel de las Naciones Unidas y de tantas Cumbres cuyos resultados mas que esperanzas aumentan nuestras dudas. Hablamos de derechos y libertades que no son ningún regalo, sino el patrimonio de los trabajadores y nuestros pueblos, y en el marco de instrumentos de justicia que estén vacunados contra la impunidad y toda forma de manipulación.

(2).- Si podemos compartir estos elementos de base, debemos intentar asumir una realidad que, aunque debemos reconocer puede visualizarse desde ángulos diferentes, presenta características objetivamente inexcusables.

(2.1).- Nosotros lo sufrimos, pero son el SELA (Sistema Económico Latino Americano), como la CEPAL (Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe), que en sus recientes estudios se refieren, después de la década perdida de los años 80, a partir de 1997, al inicio de una segunda década perdida, caracterizada, en términos generales por la pérdida del crecimiento económico, una reducción sensible de la inversión (interna y externa), por un aumento del desempleo, por una política fiscal orientada a la reducción de los gastos y servicios de los Estados junto a un aumento impositivo centrado en el consumo.

Como consecuencia de ello, y causa simultánea de agravamiento de este proceso, se genera una creciente contracción del consumo, aumento de la marginalidad y la exclusión social, y un peligroso ensanchamiento de la brecha que entre pobreza y riqueza, ha caracterizado a la región latinoamericana.

Sin lugar a dudas, no somos la región del mundo más pobre, pero sí la más injusta en cuanto a la distribución de la riqueza.

(2.2).- Nosotros lo expresamos en el Congreso de la CLAT de1998, pero la pasada semana en una disertación en la Cátedra Raúl Prebisch de la CEPAL en Santiago de Chile, Joseph Stiglitz, premio Nóbel de economía, exasesor del Presidente Clinton y exvicepresidente del Banco Mundial, se refirió al fracaso de este modelo de desarrollo, de sus límites y contradicciones y en especial, del fracaso de las políticas impuestas a nuestras naciones por los organismos financieros internacionales.

Más allá de los eufemismos y las auto justificaciones retóricas, para nosotros se trata de un problema de honestidad. Si partimos de una definición integral del desarrollo que debemos promover, y el resultado de las políticas nos llevan a mayores desigualdades y a un decrecimiento económico, debemos reconocerlo, cambiar las políticas e ir a un modelo alternativo de desarrollo.

Esa es la base de reflexión y propuestas que en Marzo del año 2000, una delegación de la CLAT presentó al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional y al Banco Interamericano de Desarrollo. Hasta la fecha estamos esperando la respuesta que nos prometieron.

(2.3).- Cuando comenzamos a denunciar la existencia de un nuevo paradigma ideológico neoliberal, no se hicieron esperar las críticas, adjudicándonos exageraciones o intentos de justificar falta de adecuación a la modernidad, y otras etiquetas prefabricadas.

Hoy ya no cabe duda que soportamos la imposición de un modelo de carácter ideológico, montado sobre la falacia de la muerte de las ideologías, transformado en pensamiento único y excluyente, que supera la bipolaridad producto de la posguerra, generando nuevos parámetros de poder.

Lo económico-financiero condiciona lo político, los agrupamientos continentales desplazan a los estados-nación, las corporaciones transnacionales asumen el control de las economías centrales y periféricas, de la inversión en nuevas tecnologías, la industria y el comercio armamentista condiciona la paz mundial, la cooperación internacional queda sometida a las supuestas leyes del comercio y del mercado, los organismos económico-financieros asumen un rol determinante que condiciona el rol y compromiso político de las Naciones Unidas.

(2.4).- Paralelamente, debemos reconocer que en Latinoamérica nos enfrentamos, desde hace bastante tiempo, a una crisis generalizada en lo político, en lo económico, en lo social y cultural. Una crisis de dimensión integral que se expresa, en forma particular y preocupante en lo político, por la persistente pérdida de identidad en el pensamiento, de creatividad en la elaboración de proyectos alternativos, y en muchos casos, quizá demasiados, por el imperio de la corrupción y la pérdida de la indispensable ética en la administración del Estado.

(2.5).- No podemos eludir un desenfrenado e irracional camino hacia un suicidio colectivo, generado por el irresponsable deterioro del medio ambiente, notoriamente visualizado en la pérdida de la capa de ozono, en las crecientes lluvias ácidas, y en los progresivos cambios climáticos, producidos por el incesante uso de materiales contaminantes y nocivos a la salud.

No existe argumento alguno para justificar la actitud de las naciones más responsables, autodenominadas desarrolladas, principales generadoras de esta situación, y opuestas a los acuerdos de Río, de Kyoto, y recientemente responsables de condicionar la cumbre de Johannesburgo.

Una sola nación, los Estados Unidos, que se auto erige en ejemplo y gendarme mundial, es la responsable de producir el 36% del anhídrido carbónico que está destruyendo la capa de ozono, con el consecuente recalentamiento de la tierra.

(2.6).- Creo que también podemos compartir que el factor más condicionante de cualquier modelo de desarrollo, es la deuda externa.

Un problema que nunca fue un tema económico, sino esencialmente político, porque constituye un factor que profundiza y eterniza la dependencia de nuestras naciones, sujetándolas a los dictámenes de los centros de poder económico y financiero mundial.

Es la triste historia de nacer debiendo para morir pagando, ya que cada latinoamericano que nace hoy, sólo por el hecho de hacerlo en tierra latinoamericana, nace debiendo casi mil quinientos dólares.

Si sabemos leer la historia, Alemania nunca pagó la deuda de la primera guerra mundial, Inglaterra nunca le pago a Argentina y a Uruguay la deuda que contrajo a fines del siglo XIX, y el Presidente Carranza de México en pleno proceso revolucionario decidió no pagar su deuda externa y finalmente sólo pagó un 40% con varios años de gracia y en una forma que facilitaba la reinversión del ahorro interno con fines productivos.

(3).- Si todos podemos compartir este diagnóstico, nosotros podemos adelantar algunas reflexiones, como aportes en la búsqueda de condiciones que faciliten un camino alternativo de desarrollo integral.

(3.1).- Quiero comenzar con una clarificación que considero fundamental, que está en la temática central de esta Conferencia, y es componente esencial de nuestro pensamiento, tanto cuando abordamos el tema del empleo, como cuando, desde nuestros principios y valores asumimos la centralidad de la persona y del trabajo humano.

Esa clarificación se refiere a los conceptos de "empleo" y de "trabajo".

Es natural que cuando desde el pensamiento neoliberal se hace referencia al trabajo, se utilice el concepto de empleo, porque se parte de una concepción materialista, individualista y mercantilista, del rol de la persona entendido como individuo, y del trabajador no como persona sino como "recurso humano", por supuesto mas barato de los recursos materiales.

Para nosotros el "empleo" es un espacio que los seres humanos ocupamos en la estructura económica de una sociedad, por el cual se recibe un contravalor monetario que, de acuerdo a los valores vigentes en cada sociedad, se supone que debería corresponder a una equivalencia en función del rol que ese empleo tiene, y en función de las necesidades individuales y sociales de quién lo ocupa.

En cambio, el "trabajo" constituye una función inherente a la persona humana, un derecho y un deber ineludibles, porque es un factor esencial de dignificación de la persona y dignificante para el resultado de su aportación, en producción o en servicio, al bien común.

(3.2).- Algunos analistas consideran que la creciente reducción y la peligrosa generalización de la precarización y flexibilización de las condiciones del empleo, constituyen lamentables consecuencias, inesperadas del modelo, o como resultado de la deficiente aplicación de las políticas denominadas de ajustes estructural.

Nosotros nos inclinamos a considerar que tanto la reducción como la precarización del empleo, son elementos constitutivos del modelo, previstos en el diseño del mismo.

No es casual que para Fukuyama el "mejor sindicato es el que no existe", porque la organización de los trabajadores, más allá de sus condiciones y limitaciones, no puede renunciar "a priori", a defender con todas sus fuerzas, el sostenimiento de los niveles y condiciones de empleo.

(3.3).- Si esto es así, y nosotros estamos convencidos de ello, no cabría, en el marco de la vigencia del modelo y las políticas actuales, un cambio sustantivo, más allá de mejoras tan parciales como superficiales a la problemática del empleo.

Deberíamos revertir las actuales tendencias referidas por el SELA y la CEPAL, es decir, generar un crecimiento estructural y sostenido sobre la base de una economía productiva y no especulativa, garantizar la reinversión de la renta en programas de desarrollo, promover una inversión en función de nuestros intereses y no los de las corporaciones transnacionales, aumentar los servicios del estado gravando las ganancias, especialmente las especulativas, reducir los gastos en defensa, seguridad y compra de armamentos para dedicarlos al desarrollo, declarar la moratoria de la deuda externa o negociar cambiarla por inversiones en desarrollo, etc, etc.

Pero estas políticas contrariarían los dictámenes de los organismos financieros internacionales.

(3.4).- Con relación a la problemática del salario, o visto en forma más integral, como una mas justa distribución de la riqueza, es indispensable un cambio radical de paradigmas.

Hay que constatar que los países que muestran los más altos índices de desarrollo humano, como lo son los países escandinavos, Holanda, Alemania y otros, son los que invierten (no como gasto, sino como inversión) los mejores índices de servicios en salud, vivienda, previsión social, y los más altos índices de salarios.

Cabe aquí una distinción entre la concepción del capitalismo renano y el capitalismo anglosajón.

De cualquier manera, es obligante superar el paradigma del lucro desmedido y desregulado y la voracidad acumulativa.

(3.5).- Si tenemos en cuenta estas dos últimas reflexiones, no parece posible, o en todo caso, nosotros no consideramos factible un cambio sustantivo en la problemática del empleo, de un trabajo digno y decente, y de un mejoramiento sustantivo en la redistribución de la riqueza, si no es en el marco de un modelo alternativo de desarrollo, que en forma equilibrada y responsable sea coherente con las enormes potencialidades que tiene nuestra región, y responda a las necesidades y aspiraciones colectivas de nuestros pueblos, en lugar de ajustarse a los dictámenes e intereses de los centros hegemónicos de poder transnacional.

(3.6).- Si además consideramos los parámetros existentes en el campo internacional, y el bajo nivel de incidencia de nuestras naciones individualizadas en el mismo, estamos obligados a acelerar, en forma seria y responsable los diferentes procesos de integración, orientándolos en una dimensión integral que supere la casi exclusiva determinante económica, y en una perspectiva más regional que fraccionada.

Nosotros estamos profundamente convencidos en la necesidad de construir, y en términos perentorios, la Comunidad Latinoamericana de Naciones, que asumiendo en forma determinante la dimensión económica, responda en forma coherente a las necesidades de una integración política, social y cultural.

Una Comunidad Latinoamericana de Naciones que no excluya pactos o alianzas económicas con otras naciones o bloques de naciones en el contexto internacional, pero que se procesen con la fuerza que nos da el aprovechamiento racional de nuestras enormes potencialidades.

(3.7).- En este contexto, estamos obligados a reflexionar, seria y profundamente sobre la propuesta del ALCA (Asociación de Libre Comercio de las Américas).

En primer lugar hay que distinguir que no se trata de una propuesta de integración regional, sino de la creación de un gran supermercado sin alma ni identidad, con profundas asimetrías, desigualdades enormes en el poder de decisión, y orientada a beneficiar a quienes detentan mayor poder y control económico.

Nos preocupa muy seriamente que a pesar de serios e importantes estudios realizados por el SELA, importantes exponentes de las clases políticas en la mayoría de nuestros países, conscientes o inconscientes, comprometidos con intereses ajenos o haciendo gala de una supuesta ingenuidad suicida, no sólo acepten, sino que se han convertido de impulsores de esta nueva estrategia de dominación.

Al igual que el modelo chileno de previsión social, o las nefastas políticas de privatización (que en los hechos han sido políticas de desnacionalización de patrimonios que tanto costaron a nuestros pueblos), se intenta imponer en forma inconsulta, lo que consideramos es una estrategia determinante e irreversible de dependencia y dominación.

No es el momento de profundizar, pero sería altamente aconsejable que, sin apasionamientos irracionales, ni prejuicios irrenunciables, podamos abrir, en el marco del tripartismo que anima a esta Conferencia, el análisis de este problema que tiene dimensiones que consideramos condicionan el futuro de nuestras naciones.

Quisiera dejar sobre esta mesa de diálogo algunas apreciaciones finales a propósito de nuestra experiencia desde el Movimiento de los Trabajadores.

Concebimos un Movimiento de Trabajadores que sobre la base de la organización de los trabajadores asalariados, es decir, del Movimiento Sindical, se proyecta respondiendo y aglutinando a los trabajadores en una dimensión integral, comprendiendo a los trabajadores en la economía informal, a las cooperativas, sectores campesinos, a los jubilados y pensionados, a jóvenes y mujeres trabajadoras, y a los trabajadores que viven en poblaciones marginales.

Hemos dado una importancia determinante a la formación integral de los cuadros dirigentes, desarrollando importantes programas de formación en el ámbito nacional, a nivel subregional, y hemos constituido, hace ya más de 30 años, la primera Universidad de los Trabajadores de América Latina.

Ello nos da la base para rechazar una negativa división entre quienes supuestamente piensan y deciden y otros que debemos aceptar y trabajar. Hemos realizado importantes esfuerzos y los continuamos en la elaboración de propuestas integrales alternativas a todos los niveles.

Nunca renunciaremos a la "protesta", es decir, a la defensa de nuestros derechos y libertades, y a la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo.

Pero a la "P" de "Protesta", le agregamos la "P" de "Propuesta", es decir, la elaboración de nuestro diagnóstico y de un modelo alternativo de desarrollo que responda a las necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos.

Es nuestro deseo que estos aportes, producto de nuestra experiencia como trabajadores y parte sustantiva de nuestras sociedades y naciones, no sólo puedan ser asumidos como elementos de análisis y discusión en esta Conferencia, sino que transmitidos a los Gobiernos y sectores económicos de la región, puedan servir de base para ampliar y profundizar el diálogo sincero y constructivo, en el camino de generar un futuro mejor para nuestros hijos.

Muchas Gracias.