Sres. Representantes de los
Ministerios del Trabajo.
Sres. Representantes del Sector
Empresarial.
Cros. Dirigentes de las Organizaciones de
Trabajadores.
Sr. Director de la Oficina Subregional de la
OIT.
En momentos cuando los espacios
de diálogo y concertación se reducen, cuando se sustituye la búsqueda de
la verdad por la imposición de intereses particulares, cuando se
menosprecian a los trabajadores y sus organizaciones; cuando ante los
grandes problemas que desafían a las frágiles democracias, a los pocos
espacios de libertad y a las precarias condiciones de justicia social, se
intentan imponer decisiones arbitrarias; cuando la práctica política no
contempla el consenso, cuando se pierde la capacidad de escuchar las
diferencias; nos sentimos obligados a agradecerles que hayan aceptado
nuestra invitación y nos permitan compartir con todos Uds. nuestras
visiones sobre la realidad que aspiramos cambiar, y nuestras reflexiones
en el camino de construir un futuro mejor para nuestros hijos.
Nuestro estado de ánimo es de
preocupación y disponibilidad, de angustia y de esperanza. Y por ello, nos
proponemos, desde una realidad desafiante, compartir reflexiones e
interrogantes, que forman parte de nuestra común
responsabilidad.
Queremos ubicar nuestro aporte en
tres dimensiones: una primera como base conceptual para un consenso, una
segunda orientada a compartir un diagnóstico de nuestra realidad, y una
tercera dedicada a reflexiones en el marco de la temática o desafíos que
nos presenta esta Conferencia.
(1).- En un intento por crear una
base de consenso sobre algunos elementos primarios, a partir de los cuales
podamos iniciar un camino común, nos referiremos a algunos, sin ánimo de
exclusión, conceptos básicos.
(1.1).- Todos compartimos la
necesidad del diálogo, pero daría la impresión que no siempre
profundizamos en lo que ello significa.
El diálogo es un instrumento, un
camino, no un fin en sí mismo, y mucho menos una táctica política para
dilatar situaciones, o para imponer criterios muchas veces ya resueltos
por caminos subterráneos.
El diálogo implica voluntad
política, disposición a la búsqueda de una verdad común, a concertar, es
decir, a asumir un compromiso común.
Un diálogo fructífero se
construye con los actores reales vinculados directamente a los problemas a
resolver, y debe iniciarse compartiendo la realidad, es decir, asumiendo
un diagnóstico común.
Es un camino de compromiso,
seguros de enriquecernos con las diferencias que puedan existir, al
ejercitar sobre todo, nuestra capacidad de descubrir la verdad que existe
en las diversas opiniones.
(1.2).- Creo que no podemos
dudar, de las aspiraciones que todos tenemos, del derecho que nos asiste,
de vivir en paz, en democracia y en libertad, de construir y avanzar hacia
el desarrollo integral de todas las personas, de nuestras familias, de
nuestros pueblos y naciones.
Para nosotros, la persona humana
es el centro ineludible de todo el quehacer societal, y el trabajo humano,
el centro vital de toda acción económica, social y cultural.
Hablamos de desarrollo integral,
porque agotar esta dimensión de integralidad del desarrollo a la mera
categoría de crecimiento económico, implica repetir los errores pasados y
presentes, que nos han llevado a tantas injusticias, marginaciones y
exclusiones, conducentes a poner en peligro la democracia, la libertad y
la paz.
(1.3).- A pesar de los esfuerzos,
conscientes o inconscientes, de intentar retrotraernos a un pasado de
barbarie donde imperaba únicamente la ley del más fuerte, y la fuerza se
medía exclusivamente por la violencia o la posibilidad de acceder a medios
de destrucción, debo creer que a todos los presentes nos anima el
reconstruir o profundizar, un efectivo estado de derecho, que no es el
derecho de los estados.
Mejor dicho, creo que todos
deseamos vivir en sociedades respetuosas de las personas, donde impere la
plena vigencia de los derechos y libertades establecidos, donde nadie dude
de aplicar y respetar las Constituciones Nacionales, los Convenios y
Recomendaciones de la OIT y los Pactos Internacionales que nuestros
Gobiernos han suscrito en el ámbito internacional.
Esto nada tiene que ver con los
discursos a que muchos nos tienen acostumbrados a nivel de las Naciones
Unidas y de tantas Cumbres cuyos resultados mas que esperanzas aumentan
nuestras dudas. Hablamos de derechos y libertades que no son ningún
regalo, sino el patrimonio de los trabajadores y nuestros pueblos, y en el
marco de instrumentos de justicia que estén vacunados contra la impunidad
y toda forma de manipulación.
(2).- Si podemos compartir estos
elementos de base, debemos intentar asumir una realidad que, aunque
debemos reconocer puede visualizarse desde ángulos diferentes, presenta
características objetivamente inexcusables.
(2.1).- Nosotros lo sufrimos,
pero son el SELA (Sistema Económico Latino Americano), como la CEPAL
(Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe),
que en sus recientes estudios se refieren, después de la década perdida de
los años 80, a partir de 1997, al inicio de una segunda década perdida,
caracterizada, en términos generales por la pérdida del crecimiento
económico, una reducción sensible de la inversión (interna y externa), por
un aumento del desempleo, por una política fiscal orientada a la reducción
de los gastos y servicios de los Estados junto a un aumento impositivo
centrado en el consumo.
Como consecuencia de ello, y
causa simultánea de agravamiento de este proceso, se genera una creciente
contracción del consumo, aumento de la marginalidad y la exclusión social,
y un peligroso ensanchamiento de la brecha que entre pobreza y riqueza, ha
caracterizado a la región latinoamericana.
Sin lugar a dudas, no somos la
región del mundo más pobre, pero sí la más injusta en cuanto a la
distribución de la riqueza.
(2.2).- Nosotros lo expresamos en
el Congreso de la CLAT de1998, pero la pasada semana en una disertación en
la Cátedra Raúl Prebisch de la CEPAL en Santiago de Chile, Joseph
Stiglitz, premio Nóbel de economía, exasesor del Presidente Clinton y
exvicepresidente del Banco Mundial, se refirió al fracaso de este modelo
de desarrollo, de sus límites y contradicciones y en especial, del fracaso
de las políticas impuestas a nuestras naciones por los organismos
financieros internacionales.
Más allá de los eufemismos y las
auto justificaciones retóricas, para nosotros se trata de un problema de
honestidad. Si partimos de una definición integral del desarrollo que
debemos promover, y el resultado de las políticas nos llevan a mayores
desigualdades y a un decrecimiento económico, debemos reconocerlo, cambiar
las políticas e ir a un modelo alternativo de desarrollo.
Esa es la base de reflexión y
propuestas que en Marzo del año 2000, una delegación de la CLAT presentó
al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional y al Banco
Interamericano de Desarrollo. Hasta la fecha estamos esperando la
respuesta que nos prometieron.
(2.3).- Cuando comenzamos a
denunciar la existencia de un nuevo paradigma ideológico neoliberal, no se
hicieron esperar las críticas, adjudicándonos exageraciones o intentos de
justificar falta de adecuación a la modernidad, y otras etiquetas
prefabricadas.
Hoy ya no cabe duda que
soportamos la imposición de un modelo de carácter ideológico, montado
sobre la falacia de la muerte de las ideologías, transformado en
pensamiento único y excluyente, que supera la bipolaridad producto de la
posguerra, generando nuevos parámetros de poder.
Lo económico-financiero
condiciona lo político, los agrupamientos continentales desplazan a los
estados-nación, las corporaciones transnacionales asumen el control de las
economías centrales y periféricas, de la inversión en nuevas tecnologías,
la industria y el comercio armamentista condiciona la paz mundial, la
cooperación internacional queda sometida a las supuestas leyes del
comercio y del mercado, los organismos económico-financieros asumen un rol
determinante que condiciona el rol y compromiso político de las Naciones
Unidas.
(2.4).- Paralelamente, debemos
reconocer que en Latinoamérica nos enfrentamos, desde hace bastante
tiempo, a una crisis generalizada en lo político, en lo económico, en lo
social y cultural. Una crisis de dimensión integral que se expresa, en
forma particular y preocupante en lo político, por la persistente pérdida
de identidad en el pensamiento, de creatividad en la elaboración de
proyectos alternativos, y en muchos casos, quizá demasiados, por el
imperio de la corrupción y la pérdida de la indispensable ética en la
administración del Estado.
(2.5).- No podemos eludir un
desenfrenado e irracional camino hacia un suicidio colectivo, generado por
el irresponsable deterioro del medio ambiente, notoriamente visualizado en
la pérdida de la capa de ozono, en las crecientes lluvias ácidas, y en los
progresivos cambios climáticos, producidos por el incesante uso de
materiales contaminantes y nocivos a la salud.
No existe argumento alguno para
justificar la actitud de las naciones más responsables, autodenominadas
desarrolladas, principales generadoras de esta situación, y opuestas a los
acuerdos de Río, de Kyoto, y recientemente responsables de condicionar la
cumbre de Johannesburgo.
Una sola nación, los Estados
Unidos, que se auto erige en ejemplo y gendarme mundial, es la responsable
de producir el 36% del anhídrido carbónico que está destruyendo la capa de
ozono, con el consecuente recalentamiento de la tierra.
(2.6).- Creo que también podemos
compartir que el factor más condicionante de cualquier modelo de
desarrollo, es la deuda externa.
Un problema que nunca fue un tema
económico, sino esencialmente político, porque constituye un factor que
profundiza y eterniza la dependencia de nuestras naciones, sujetándolas a
los dictámenes de los centros de poder económico y financiero
mundial.
Es la triste historia de nacer
debiendo para morir pagando, ya que cada latinoamericano que nace hoy,
sólo por el hecho de hacerlo en tierra latinoamericana, nace debiendo casi
mil quinientos dólares.
Si sabemos leer la historia,
Alemania nunca pagó la deuda de la primera guerra mundial, Inglaterra
nunca le pago a Argentina y a Uruguay la deuda que contrajo a fines del
siglo XIX, y el Presidente Carranza de México en pleno proceso
revolucionario decidió no pagar su deuda externa y finalmente sólo pagó un
40% con varios años de gracia y en una forma que facilitaba la reinversión
del ahorro interno con fines productivos.
(3).- Si todos podemos compartir
este diagnóstico, nosotros podemos adelantar algunas reflexiones, como
aportes en la búsqueda de condiciones que faciliten un camino alternativo
de desarrollo integral.
(3.1).- Quiero comenzar con una
clarificación que considero fundamental, que está en la temática central
de esta Conferencia, y es componente esencial de nuestro pensamiento,
tanto cuando abordamos el tema del empleo, como cuando, desde nuestros
principios y valores asumimos la centralidad de la persona y del trabajo
humano.
Esa clarificación se refiere a
los conceptos de "empleo" y de "trabajo".
Es natural que cuando desde el
pensamiento neoliberal se hace referencia al trabajo, se utilice el
concepto de empleo, porque se parte de una concepción materialista,
individualista y mercantilista, del rol de la persona entendido como
individuo, y del trabajador no como persona sino como "recurso humano",
por supuesto mas barato de los recursos materiales.
Para nosotros el "empleo" es un
espacio que los seres humanos ocupamos en la estructura económica de una
sociedad, por el cual se recibe un contravalor monetario que, de acuerdo a
los valores vigentes en cada sociedad, se supone que debería corresponder
a una equivalencia en función del rol que ese empleo tiene, y en función
de las necesidades individuales y sociales de quién lo ocupa.
En cambio, el "trabajo"
constituye una función inherente a la persona humana, un derecho y un
deber ineludibles, porque es un factor esencial de dignificación de la
persona y dignificante para el resultado de su aportación, en producción o
en servicio, al bien común.
(3.2).- Algunos analistas
consideran que la creciente reducción y la peligrosa generalización de la
precarización y flexibilización de las condiciones del empleo, constituyen
lamentables consecuencias, inesperadas del modelo, o como resultado de la
deficiente aplicación de las políticas denominadas de ajustes
estructural.
Nosotros nos inclinamos a
considerar que tanto la reducción como la precarización del empleo, son
elementos constitutivos del modelo, previstos en el diseño del
mismo.
No es casual que para Fukuyama el
"mejor sindicato es el que no existe", porque la organización de los
trabajadores, más allá de sus condiciones y limitaciones, no puede
renunciar "a priori", a defender con todas sus fuerzas, el sostenimiento
de los niveles y condiciones de empleo.
(3.3).- Si esto es así, y
nosotros estamos convencidos de ello, no cabría, en el marco de la
vigencia del modelo y las políticas actuales, un cambio sustantivo, más
allá de mejoras tan parciales como superficiales a la problemática del
empleo.
Deberíamos revertir las actuales
tendencias referidas por el SELA y la CEPAL, es decir, generar un
crecimiento estructural y sostenido sobre la base de una economía
productiva y no especulativa, garantizar la reinversión de la renta en
programas de desarrollo, promover una inversión en función de nuestros
intereses y no los de las corporaciones transnacionales, aumentar los
servicios del estado gravando las ganancias, especialmente las
especulativas, reducir los gastos en defensa, seguridad y compra de
armamentos para dedicarlos al desarrollo, declarar la moratoria de la
deuda externa o negociar cambiarla por inversiones en desarrollo, etc,
etc.
Pero estas políticas
contrariarían los dictámenes de los organismos financieros
internacionales.
(3.4).- Con relación a la
problemática del salario, o visto en forma más integral, como una mas
justa distribución de la riqueza, es indispensable un cambio radical de
paradigmas.
Hay que constatar que los países
que muestran los más altos índices de desarrollo humano, como lo son los
países escandinavos, Holanda, Alemania y otros, son los que invierten (no
como gasto, sino como inversión) los mejores índices de servicios en
salud, vivienda, previsión social, y los más altos índices de
salarios.
Cabe aquí una distinción entre la
concepción del capitalismo renano y el capitalismo anglosajón.
De cualquier manera, es obligante
superar el paradigma del lucro desmedido y desregulado y la voracidad
acumulativa.
(3.5).- Si tenemos en cuenta
estas dos últimas reflexiones, no parece posible, o en todo caso, nosotros
no consideramos factible un cambio sustantivo en la problemática del
empleo, de un trabajo digno y decente, y de un mejoramiento sustantivo en
la redistribución de la riqueza, si no es en el marco de un modelo
alternativo de desarrollo, que en forma equilibrada y responsable sea
coherente con las enormes potencialidades que tiene nuestra región, y
responda a las necesidades y aspiraciones colectivas de nuestros pueblos,
en lugar de ajustarse a los dictámenes e intereses de los centros
hegemónicos de poder transnacional.
(3.6).- Si además consideramos
los parámetros existentes en el campo internacional, y el bajo nivel de
incidencia de nuestras naciones individualizadas en el mismo, estamos
obligados a acelerar, en forma seria y responsable los diferentes procesos
de integración, orientándolos en una dimensión integral que supere la casi
exclusiva determinante económica, y en una perspectiva más regional que
fraccionada.
Nosotros estamos profundamente
convencidos en la necesidad de construir, y en términos perentorios, la
Comunidad Latinoamericana de Naciones, que asumiendo en forma determinante
la dimensión económica, responda en forma coherente a las necesidades de
una integración política, social y cultural.
Una Comunidad Latinoamericana de
Naciones que no excluya pactos o alianzas económicas con otras naciones o
bloques de naciones en el contexto internacional, pero que se procesen con
la fuerza que nos da el aprovechamiento racional de nuestras enormes
potencialidades.
(3.7).- En este contexto, estamos
obligados a reflexionar, seria y profundamente sobre la propuesta del ALCA
(Asociación de Libre Comercio de las Américas).
En primer lugar hay que
distinguir que no se trata de una propuesta de integración regional, sino
de la creación de un gran supermercado sin alma ni identidad, con
profundas asimetrías, desigualdades enormes en el poder de decisión, y
orientada a beneficiar a quienes detentan mayor poder y control
económico.
Nos preocupa muy seriamente que a
pesar de serios e importantes estudios realizados por el SELA, importantes
exponentes de las clases políticas en la mayoría de nuestros países,
conscientes o inconscientes, comprometidos con intereses ajenos o haciendo
gala de una supuesta ingenuidad suicida, no sólo acepten, sino que se han
convertido de impulsores de esta nueva estrategia de
dominación.
Al igual que el modelo chileno de
previsión social, o las nefastas políticas de privatización (que en los
hechos han sido políticas de desnacionalización de patrimonios que tanto
costaron a nuestros pueblos), se intenta imponer en forma inconsulta, lo
que consideramos es una estrategia determinante e irreversible de
dependencia y dominación.
No es el momento de profundizar,
pero sería altamente aconsejable que, sin apasionamientos irracionales, ni
prejuicios irrenunciables, podamos abrir, en el marco del tripartismo que
anima a esta Conferencia, el análisis de este problema que tiene
dimensiones que consideramos condicionan el futuro de nuestras
naciones.
Quisiera dejar sobre esta mesa de
diálogo algunas apreciaciones finales a propósito de nuestra experiencia
desde el Movimiento de los Trabajadores.
Concebimos un Movimiento de
Trabajadores que sobre la base de la organización de los trabajadores
asalariados, es decir, del Movimiento Sindical, se proyecta respondiendo y
aglutinando a los trabajadores en una dimensión integral, comprendiendo a
los trabajadores en la economía informal, a las cooperativas, sectores
campesinos, a los jubilados y pensionados, a jóvenes y mujeres
trabajadoras, y a los trabajadores que viven en poblaciones
marginales.
Hemos dado una importancia
determinante a la formación integral de los cuadros dirigentes,
desarrollando importantes programas de formación en el ámbito nacional, a
nivel subregional, y hemos constituido, hace ya más de 30 años, la primera
Universidad de los Trabajadores de América Latina.
Ello nos da la base para rechazar
una negativa división entre quienes supuestamente piensan y deciden y
otros que debemos aceptar y trabajar. Hemos realizado importantes
esfuerzos y los continuamos en la elaboración de propuestas integrales
alternativas a todos los niveles.
Nunca renunciaremos a la
"protesta", es decir, a la defensa de nuestros derechos y libertades, y a
la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo.
Pero a la "P" de "Protesta", le
agregamos la "P" de "Propuesta", es decir, la elaboración de nuestro
diagnóstico y de un modelo alternativo de desarrollo que responda a las
necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos.
Es nuestro deseo que estos
aportes, producto de nuestra experiencia como trabajadores y parte
sustantiva de nuestras sociedades y naciones, no sólo puedan ser asumidos
como elementos de análisis y discusión en esta Conferencia, sino que
transmitidos a los Gobiernos y sectores económicos de la región, puedan
servir de base para ampliar y profundizar el diálogo sincero y
constructivo, en el camino de generar un futuro mejor para nuestros
hijos.
Muchas Gracias.