SUMARIO Nº 3
Hacia un trabajo, empleo y salario dignos. Por Luis Enrique Marius
Manifiesto del grupo "Espartaco"
"1984". Textos de George Orwell
"Evita. Modelo de Trabajadora Social", por Sebastián Giménez
"Por qué el movimiento contra la guerra tenía razón (y seguirá luchando)", por Adele Olivieri
Poesía. Nicanor Parra
Poesía. María Bar
Dibujos, de Belén Martelli
Fotografías (galería)
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Por qué el movimiento contra la guerra tenía razón
(y seguirá luchando)


Por Adele Oliveri *
Publicado por: Znet, 2003

Las pantallas de televisión de todo el mundo están inundadas con las imágenes de un soldado americano subiendo a la estatua de Sadam Husein en el centro de Bagdad, cubriendo su rostro con una bandera norteamericana. Unos minutos después, un tanque de EEUU derriba la estatua, entre una pequeña multitud de iraquíes bailando, vitoreando y sonriendo a las cámaras. Lo siguiente que oímos es que la guerra en Irak ha terminado, el régimen ha caído, el pueblo iraquí ha sido liberado y que somos testigos de un momento único en la historia. Entre todo este triunfalismo barato, muchos comentaristas se apresuran a señalar que la rápida caída del régimen de Sadam y la alegría de los iraquíes liberados demuestran que el movimiento contra la guerra estaba completamente equivocado.

¿De verdad lo estábamos? La primera respuesta a tal aseveración es que nunca hubo ninguna duda que los EEUU y sus aliados arrollarían con las desvencijadas fuerzas armadas iraquíes en un santiamén, dada la abrumadora diferencia de poder militar entre Washington y Bagdad. Como apuntó brillantemente el humorista británico Mark Steel "la discusión nunca fue que los americanos no pudiesen llevarlo a cabo. Si alguien propone estrangular a un gatito e ignora tus súplicas para que no lo haga, no es muy buena defensa si luego dicen 'de qué te preocupabas, apenas opuso resistencia'". (The Independent, 17 de abril de 2003).

Pero esta no es la verdadera cuestión. Más aún, cada simple razón para oponerse a la guerra en Irak ha resultado ser terriblemente correcta, a pesar de la cuidada y hábil propaganda que trataba de retratar una guerra "limpia" conducida sólo con el propósito de llevar la democracia a Irak y de librar al mundo de un dictador malvado y peligroso. Consideremos a su vez lo más importante.

(1) La guerra nunca fue por el "peligro presente" que Sadam Husein y su régimen representaban. El pretexto oficial para un ataque unilateral contra Irak (y para esquivar al Consejo de Seguridad de la ONU) fue que Sadam Husein encarnaba una amenaza inmediata a la seguridad de los Estados Unidos y del mundo "civilizado". Era un problema tan urgente que los EEUU rechazaron dar otros treinta días a los inspectores antes de lanzar su ultimátum.

Como podemos ver las fuerzas aliadas están aún por encontrar alguna evidencia creíble de las peligrosas armas de destrucción masiva (ADM) que presuntamente estaba amasando Sadam en las mazmorras de incontables palacios presidenciales. Cierto, varias veces nos hicieron creer que las fuerzas armadas americanas habían encontrado la "pistola humeante" que estaban buscando, como cuando un grupo de marines descubrieron una docena de barriles de material sospechoso, que más tarde resultaron ser pesticidas corrientes, como los que se emplean en la agricultura en todo el mundo. Pero incluso si las ADM se encontraran, eso sólo reforzaría el argumento contra la guerra.

Como explicó recientemente Rahul Mahajan en una entrevista a Znet, la revista radical online, "Incluso contra una guerra ilegal de agresión cuyo fin era la aniquilación del régimen, los iraquíes no usaron ADM; ¿cómo puede nadie sostener que existía una amenaza de que usase las ADM sin ser invadido?". La verdad es que la administración estadounidense sabe que Sadam Husein nunca fue la peligrosa amenaza que se quiso reflejar. En un reciente artículo en The Australian, Michael Ledeen, asociado al American Enterprise Institute lo revela todo. Comentando sobre "estados delincuentes" y los peligros que representan en la guerra contra el terrorismo, dice: "la Irak de Sadam Husein nunca fue el país más peligroso de todos ellos. Ese dudoso honor recae en Irán, el creador de un terrorismo islámico moderno en la forma de Hezbollah, posiblemente la organización terrorista más letal del mundo". Allá vamos.

(2) La guerra causaría un sufrimiento inmenso a un pueblo ya al borde de las ruinas por 12 años de sanciones económicas. A pesar de toda la propaganda de que los "daños colaterales" se mantendrían bajo mínimos, las incursiones aéreas sobre Bagdad y los ataques indiscriminados contra civiles causaron una masiva mortandad en Irak que ninguna fuente fiable ha sido capaz de estimar todavía.

Mientras los periodistas "incrustados" informaban con alegría de la operación "conmoción y espanto" de un Bagdad iluminado por los ataques "quirúrgicos", distinguidos periodistas independientes, como Robert Fisk, nos proporcionaban las crudas imágenes de las intervenciones de emergencia llevadas a cabo en hospitales desbordados con los cadáveres de aquellos a los que las bombas "inteligentes" no fueron lo suficiente inteligentes como para evitarlos.

El Socialist Worker denuncia: "El Pentágono estima que las tropas norteamericanas mataron más iraquíes en un solo día, 5 de abril, que los que murieron en los ataques del 11 de septiembre en el World Trade Center en 2001. Según la Organización Mundial de la Salud, a los hospitales de Bagdad llegaban unas 100 víctimas civiles por hora el día siguiente al ataque del 5 de abril."

Robert Collier del San Francisco Chronicle escribió unos días después: "Las bolsas para los cuerpos se han agotado en el Hospital Al-Kindi de Bagdad y los trabajadores de la morgue tienen que cortar en pedazos rollos enormes de plástico negro para envolver a las últimas víctimas de la guerra... Los médicos llevaban a cabo algunas curaciones de emergencia con sólo 800 miligramos de ibuprofeno. En los Estados Unidos, ese es el nivel de dosis máximo que se receta para el dolor muscular." Roland Huguenin, uno de los seis trabajadores de la Cruz Roja Internacional en la capital iraquí, dijo que los médicos estaban horrorizados por las víctimas que habían encontrado en un hospital de Hilla, a unos 160 kilómetros al sur de Bagdad. "Ha habido un número increíble de víctimas" informó Huguenin. "Vimos cómo un camión entregaba docenas de cuerpos destrozados de mujeres y niños. Fue una visión espantosa. Teníamos niños de dos o tres años de edad que habían perdido piernas, brazos."

Además de las víctimas directas de la guerra, se espera que haya muchas más en la posguerra, puesto que la escasez de alimentos, de agua potable y de otros recursos básicos parece que empiezan a provocar una crisis humanitaria de proporciones sin precedentes.

Denis Halliday, ex-subsecretario general de la ONU que administró el programa de petróleo por alimentos de Irak antes de dimitir en protesta por las sanciones económicas de 1998, dijo recientemente a Scott Harris de Between the Lines: "UNICEF nos dijo hace poco que en el sur de Irak el 25 por ciento de los niños menores de 5 años están malnutridos. Cuando estás malnutrido a esa edad y bebes agua no potable, una simple diarrea es suficiente para perder la vida... Así que creo que esa es la verdadera crisis inmediata que están soportando varios millones de personas en Um Qasar, Nasiriya, Basora, Najaf o Kerbala al sur de Bagdad."

Por no mencionar, claro, los peligros de la población civil que surgen de las bombas de racimo, del uranio empobrecido y de los disturbios sociales y los saqueos que ya se están dando. Sólo esto, entre las demás razones, es suficiente para demostrar que oponerse a la guerra fue no sólo correcto sino, de hecho, la única cosa moral y sensata que podíamos hacer.

(3) La afirmación de que el pueblo iraquí sería "liberado" ha resultado ser una mentira descarada. Mientras que la desaparición de Sadam Husein sería, de hecho, una razón para la celebración (como la caída de cualquier dictadura), se ha hecho cada vez más evidente que la autodeterminación del pueblo iraquí no estará en la agenda por mucho tiempo. Ahmed Chalabi, el líder del Congreso Nacional de Irak (CNI), en una entrevista a la red americana ABC abogaba por la presencia de fuerzas de EEUU en Irak: "La presencia militar de los Estados Unidos en Irak es una necesidad hasta que por lo menos se celebren las primeras elecciones democráticas, y creo que este proceso durará unos dos años".

Entretanto, el ejército de EEUU está recurriendo a las fuerzas que operan bajo las órdenes de Sadam Husein para "restablecer el orden" en el país, donde los saqueos y los disturbios parecen estar descontrolados. Según el poeta iraquí Sinan Antoon: "tras rodear la estatua y anunciar el fin de la era Sadam al mundo, los libertadores todavía seguían y vieron al país hundirse en el caos. El vacío de poder desató la violencia y la represión de tres décadas de tiranía, y expuso la total erosión del tejido social iraquí... Incluso si hubieron algunos iraquíes que habían dado a los EEUU el beneficio de la duda, han cambiado su forma de pensar ahora y podemos ver su furia en todas partes."

¿Cómo iba a ser de otra manera? Los EEUU ya habían planeado bien el futuro del Irak en la posguerra antes de que empezara la guerra. Los candidatos a los puestos dirigentes incluyen al General Jay Garner, ahora director en Irak de la Oficina para la Reconstrucción y la Asistencia Humanitaria, presidente de la compañía que vende misiles Patriot y ferviente seguidor del partido de derechas Likud de Ariel Sharon en Israel; James Woolsey, antiguo director de la CIA, en el consejo pro-Israel del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional; Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí y estafador convicto; y Nizar al-Khazraji, antiguo general de Sadam, que huyó de Irak tras la invasión a Kuwait y vivió bajo la protección de la CIA, y que está siendo investigado por gasear a kurdos.

La furia iraquí hacia los invasores era demasiado evidente el 18 de abril, cuando miles de personas se reunieron fuera de la mezquita en Bagdad tras las oraciones del viernes, reclamando a los EEUU que dejasen Irak de inmediato. El grupo, autodenominado Movimiento para la Unidad Nacional de Irak, sostuvo que representaba tanto a los chiítas como a los suníes, los dos grupos islámicos mayoritarios del país. Comparen esto con las pocas docenas de iraquíes, captados por las cámaras, sonriendo en la Plaza Al-Firdaw el día que la estatua de Sadam fue derribada, y estarán de acuerdo con la valoración de Robert Fisk: "la guerra de "liberación" americana ha terminado. La guerra de liberación iraquí está a punto de empezar."

(4) La guerra fue, de hecho, para asegurar los intereses económicos norteamericanos en el país y para controlar las preciadas reservas de petróleo iraquíes. Además de la cuestión del derecho de los iraquíes a la autodeterminación, el preocupante aspecto de la presencia de EEUU en Irak es que para cuando los iraquíes sean libres para elegir un gobierno, todas las decisiones económicas importantes que conciernan al país ya habrán sido tomadas. "Al país se le está tratando como una tabula rasa donde los ideólogos de Washington más neoliberales pueden diseñar sus sueños económicos: privatizado por completo, propiedad de extranjeros y abierto a los negocios." (Naomi Klein, ZNet, 13 April 2003).

El petróleo es, desde luego, el más importante de la lista: el Departamento de Defensa de los EEUU está creando un consejo de asesores para poner en marcha la industria petrolera de Irak, que parece ser, será encabezada por Philip Carroll, antiguo Oficial Ejecutivo en Jefe (OEJ) de Shell. Pero no sólo hablamos de petróleo: La ayuda norteamericana está distribuyendo contratos por valor de 100 billones de dólares. Entre los beneficiados, la compañía Halliburton, que obtuvo un contrato por 7 billones de dólares para apagar los incendios en los pozos de petróleo y que aún paga a Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos, y a su antiguo OEJ 1 millón de dólares anuales como 'consultor'. Halliburton era el único postor del contrato, de otro modo "habría habido una duplicación innecesaria", dijo el Pentágono. (Valiente competitividad de mercado, añadiríamos).

Se han concedido otros contratos a DynCorp, el contratista militar norteamericano, contratado para reclutar fuerzas de seguridad privadas para Irak; a la compañía de EEUU Research Triangle, para "fortalecer la administración local"; a Creative Associates International, para proporcionar servicios educativos; y a Stevedoring Service of America, para dirigir el puerto de Um Qasar. Y por si fuera poco, "el congresista republicano de California Darrel Issa ha propuesto un proyecto de ley que exigiría al Departamento de Defensa que construyese un sistema de teléfonos celulares CDMA en Irak para favorecer a los 'poseedores de patentes americanos'.

Como Farhad Manjoo apuntó en Salon, "el sistema CDMA es el usado en EEUU, no en Europa, y lo desarrolló Qualcomm, uno de los donantes más generosos de Issa." (Naomi Klein, ibidem). Uno se cuestiona por qué nadie se ha molestado en preguntar a los iraquíes si están de acuerdo en vender su país al peor postor, como uno esperaría que ocurriese en un país 'democrático'; después de todo, ¿no era ésta una guerra por la democracia?

Esos hechos representan ex post las razones por las que el movimiento antibelicista se opuso a la guerra en Irak; más aún, son las razones por las que el movimiento ha mantenido la lucha incluso tras el fin de los bombardeos. El 12 de abril de 2003 varios cientos de miles de personas tomaron las calles en España, Italia, Inglaterra, Canadá, los EEUU y otros países, para reclamar el fin de la ocupación de Irak y que los iraquíes tengan el control absoluto de sus vidas. Pero hay más retos por delante, puesto que los belicistas en Washington vuelven a calcular su estrategia, planeando el próximo objetivo de sus, al parecer, imparables ambiciones.

Si hay algo que la guerra de Irak nos ha enseñado, es que hará falta algo más que unas cuantas marchas bien organizadas para contener la campaña expansionista del imperialismo político y económico; una "guerra total" requiere una "oposición total", apelo a todas nuestras energías para idear nuevas formas de lucha más impactantes, que despojen a la bestia que está alimentándose de los recursos vitales.



* Adele Oliveri es una economista italiana y activista político, residente en Barcelona, España. Este artículo está preparado para aparecer en "La Resistencia A La Guerra Global", Luke Stobart (ed.), un libro sobre el próximo movimiento contra la guerra en España.