La huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM

¤Huelguistas y antiparistas protagonizaron un conato de bronca en Derecho
La Jornada, México, 15 de febrero de 2000

Jaloneos, denuestos y marcha, en el regreso a clases en la UNAM

¤ En Economía, el CGH reinstaló su asamblea de huelga ¤ Insultos y consignas frente a rectoría

Roberto Garduño e Yssel Hernández ¤ En pleno reacomodo, el Consejo General de Huelga (CGH) retornó a la Universidad Nacional.

Fresco el recuerdo de la movilización policial que los desalojó del campus universitario y a cuestas los 262 autos de formal prisión contra sus compañeros, alrededor de 5 mil estudiantes del CGH, padres de familia, profesores, trabajadores, organizaciones sociales y sindicatos ingresaron una semana después a Ciudad Universitaria y en pleno reinicio de clases.

Volvieron para reclamar la liberación de los estudiantes presos, para exigir el cumplimiento de los siete puntos del pliego petitorio -adicionan el séptimo relacionado con el desistimiento de los procesos penales contra los alumnos-, y para advertir: "la huelga sigue".

Un año después de que el ex rector Francisco Barnés de Castro anunció la intención de modificar el Reglamento General de Pagos, los que entonces fueron, y siguen siendo estudiantes opositores a ese proyecto, dejaron su llamado exilio y regresaron a sus escuelas para instalar sus asambleas en huelga.

Desde las 10 horas decenas de huelguistas, provenientes de la ENEP Acatlán, de los CCH Naucalpan, Sur y Azcapotzalco, la FES Zaragoza, Preparatorias 5, 6, 7 y 9, las facultades de Ciencias, Economía, Filosofía, Derecho, Medicina, Veterinaria, Química, Arquitectura, Ciencias Políticas, Ingeniería, Contaduría, Odontología, Psicología y la Escuelas Nacionales de Trabajo Social y Música se aglutinaron en la plazoleta del Monumento a Obregón.

Acompañados de cientos de padres de familia que portaban pegadas al pecho las fotografías de sus hijos con la leyenda: "No es un delincuente, es un preso político", y trabajadores de la CNTE y señoras y hombres del Frente Popular Francisco Villa, los estudiantes comenzaron a andar.

Al frente marcharon las mamás y los papás que tienen a sus hijos presos en el Reclusorio Norte. Enojados, señalaron a gritos a los "responsables" de los últimos acontecimientos en la UNAM: Ernesto Zedillo, Diódoro Carrasco, José Luis Soberanes y Juan Ramón de la Fuente. Pero, otra vez, los medios de comunicación fueron blanco de los vituperios: ¡Prensa vendida, si tienes dignidad, el pueblo hoy te exige que digas la verdad! Incluso arremetieron contra una reportera de televisión.

Sobre el carril de Insurgentes, de norte a sur, la columna de manifestantes se encaminó hacia CU, pidiendo la libertad de los 262 encarcelados. Los más activos eran mujeres y hombres que entregaban volantes a los transeúntes, mientras el contingente avanzaba.

Al llegar al campus, se encontraron que aquello estaba ya sin barricadas y sin montículos de cascajo. La vanguardia se enfiló al circuito universitario, y al encontrarse frente a la Facultad de Filosofía, donde los huelguistas habían pintado un enorme mural -borrado durante el pasado fin de semana-, una consigna se multiplicó: "Esta es la respuesta que nos dan, ¡culeros, culeros, culeros!". Ahí también un grupo de estudiantes de esa escuela entró al plantel para participar en la asamblea que se desarrolló en la Aula Magna.

La caminata siguió, y al encontrarse frente a la Facultad de Derecho inició un zafarrancho verbal que después estuvo a punto de degenerar en trifulca.

Las provocaciones en Derecho...

Era mediodía y sobre la barda que delimita esa escuela con el circuito se instalaron decenas de alumnos que acudieron a tomar clases. Estaban dispuestos a no permitir que los huelguistas retomaran su plantel. Inició un intercambio verbal: los antihuelguistas, encabezados por Gerardo Estrada, alumno de séptimo semestre y quien los arengaba por medio de un altavoz, gritaba: "No más paros, no más paros".

Y los que marchaban respondían: "Este es un problema político y social, no un problema de porras".

-¡Delincuentes, delincuentes! ¡Fraude, robo y cohecho, fraude, robo y cohecho, arriba, arriba, la Facultad de Derecho! -reviraron los antiparistas.

-Esos son porros vendidos. ¡Aprendan a estudiar, pendejos! ¡Lame huevos, lame huevos, lame huevos! ¡Fuera porros de la UNAM! -replicaron los integrantes del CGH.

-¡Borrego y parista, se hace perredista! -gritaban jóvenes, mujeres y hombres con trajes, quienes por la mañana toman clases y por la tarde laboran en oficinas públicas, despachos y juzgados.

-¡Estudiantes en aulas, que lástima me dan, por unas pinches clases, hasta las nalgas dan! -insistían los marchistas.

Mientras caminaban por el circuito universitario, un corpulento joven que ayer asistió a clases arrebató una bandera rojinegra a uno de los huelguistas. En el límite de unos y otros se dio un forcejeo, y otro de los llamados antiparistas sacó de uno de sus bolsos una botella de gasolina que roció en la manta y le prendió fuego.

En esas estaban cuando una muchacha del CGH se acercó a los antiparistas y los baño con espuma, y cuando intentó regresar con sus compañeros, Enrique Cervantes Contreras, alias El Tabasqueño, la capturó y la tiró. Esto propició que los huelguistas se enojaran y corretearan a los antiparistas. Estos alcanzaron a cerrar la puerta principal de la facultad.

Fue entonces cuando comenzaron los improperios y separados por la reja, los marchistas se retiraron para incorporarse al contingente. Algunos de ellos pretendieron entrar al auditorio para instalar su asamblea, pero los de dentro se los impidieron.

Después los estudiantes de Economía entraron a su facultad, y como se encontraba cerrado el auditorio Ho Chi Min, forzaron las dos puertas de acceso y se encontraron que por primera vez desde 1972, la efigie del revolucionario vietnamita fue pintada con cal. El rostro desapareció y la firma de su autor, Mario Falcón, también. Aquello provocó malestar entre los alumnos de la escuela, quienes además descubrieron que el aforo se ha convertido en una bodega, donde se guardan fierros y pupitres viejos, y que la placa elaborada por los huelguistas ya no estaba. Carlos Herrera, alumno de ese plantel, recordó enojado el contenido de aquella maza de bronce: "Auditorio Ho Chi Min. Universidad pública y gratuita, juventud semillas de una nación distinta, incluyente y democrática, movimiento estudiantil de 1999".

Las autoridades cerraron rectoría

Los huelguistas salieron, pero aseguraron que regresarían más tarde para instalar su asamblea. Dieron la vuelta por el circuito y llegaron a la plancha principal de rectoría, donde realizaron un mitin.

Para evitar un enfrentamiento, las autoridades de la torre cerraron los accesos del edificio y afuera los estudiantes demandaban la liberación de sus compañeros. Los ánimos se exacerbaron a tal grado que el notario público 159 fue objeto de una dura interpelación de padres de familia y estudiantes: "Pinche corrupto. Abogado de Salinas... pinche traidor, chinga a tu madre".

De la rectoría, los contingentes de los huelguistas se dividieron y marcharon a sus escuelas para instalar sus asambleas. Así, pretendieron recomponer el movimiento de huelga, pero sobre todo pedir la liberación de los presos.


¤ Hay alegría por volver, pero también un sentimiento de derrota: Celorio


Desconcierto e inconformidad de alumnos y profesores

Karina Avilés ¤ En medio del Aula Magna de la Facultad de Filosofía, con muchos de los estudiantes y profesores que asisten al primer día de clases, la maestra Margarita Moreno habla del pasado reciente y cuestiona: "¿Y ahora qué?, ¿ahora le vamos a preguntar a los alumnos en dónde nos quedamos hace diez meses?... Este tiempo desgarrador no puede dejarnos iguales, aunque somos las mismas personas con los mismos valores... No podemos darle la espalda a los estudiantes presos".

Es el primer día en el que muchos universitarios regresan a sus aulas, a sus jardines, a sus salones de clases, a las explanadas, a los corredores de sus facultades y escuelas. Por más que la normalidad llega, parece que nada está normal. Hay muchos que no regresan están en la cárcel.

En la Facultad de Filosofía, el director Gonzalo Celorio hace un encuentro en el que emite un discurso. Algunos huelguistas acuden, uno de ellos, César, dice que tiene ganas de "vomitar". Se respira un ambiente tenso, todos los asistentes están a la expectativa de las palabras del director.

"Queridos profesores, estudiantes y trabajadores, al cabo de 10 meses que para algunos nos han parecido 10 años...", así da inicio a su mensaje. Celorio acepta que ahora que "aparentemente" todo ha vuelto a la normalidad, los universitarios están desconcertados y desconocen cómo reincorporarse a sus actividades.

En seguida, habla de los sentimientos encontrados: Por un lado, "la inconmensurable alegría" de volver a la UNAM y por el otro, "un cierto sentimiento de derrota" porque no se regresó a la institución por el camino que todos hubieran deseado: El diálogo.

Después, invita a su comunidad a poner de su parte para restañar las heridas, alcanzar la concordia "y construir el futuro con los mejores esfuerzos y depositar en él todas nuestras esperanzas".

Al final de su mensaje, anuncia que convocó al Consejo Técnico para que analice la regularización del semestre 99-II, así como el calendario escolar de los semestres 2000-1 y 2000-II. Informa que integrará un comité "para la normalización de las actividades" de la escuela. De acuerdo con la UNAM, en distintas facultades se realizan los trámites de inscripción, la regularización académica y el inicio de los semestres, ya sea el 2000-I o el 2000-II, según la situación de cada escuela.

El "rencuentro de la comunidad" de Filosofía, se anuncia por el micrófono, ha concluido. Una alumna huelguista llora, sus sollozos se oyen como un eco en un salón, a donde se introducen las voces de los mariachis de la facultad vecina, la de Derecho.

Entonces, se hace un silencio grave que termina con la voz del maestro Juan Gabriel Moreno: "Estos llamados a la reconciliación dejan dudas, ante la ruptura del diálogo, ante un plebiscito en el que las autoridades se burlaron de nosotros... la comunidad está ofendida, ¡cómo regresar pensando en una normalización virtual!".

Y cuestiona: "¿Y los presos?, ¿cómo los vamos a dejar ahí?, ¿cómo vamos a permitir esto?. ¡hay que recuperar los principios fundamentales de la universidad!".

La intervención es comentada por varios estudiantes y profesores. El alumno Fernando Belaunzarán reclama: "Es mentira que no había otro camino en el conflicto de la universidad, lo que es cierto es que se optó por el único camino que debía estar vedado: la fuerza pública. La intervención de la policía no sólo significó la derrota de la universidad, sino el mensaje ominoso del poder, que lejos de solucionar el conflicto lo agravó".

Entre tanto, en la Facultad de Derecho las clases continúan su curso. En la sala Ignacio Noriega, el jurista Ignacio Burgoa Orihuela dice a un grupo de alumnos que "sin el derecho, y sin su aplicación las instalaciones estarían en poder del grupo depredador que se ha negado a entablar el diálogo... Los caminos de la negociación se agotaron plenamente... Gracias al derecho y a su aplicación estamos aquí".

En aquella facultad, los festejos del regreso se hicieron rápidamente, en apariencia de que nada pasó. La consejera técnica, Lourdes Ojeda, se encarga de repartir rosas rojas a los alumnos de primer ingreso. Después, los mariachis son enviados a hacer un recorrido por otras facultades.

Más tarde, la realidad resurge. Los huelguistas entran por uno de los accesos de la lateral de Insurgentes. "¡El conflicto no ha terminado", es la consigna que se escucha por varios lugares en la máxima casa de estudios.

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