La huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM

¤Irrumpen en una conferencia de los abogados sobre los presos de la UNAM
La Jornada, México, 1 de marzo de 2000

Padres de familia y paristas llaman "fascistas" a Burgoa y Carrancá

¤ Los juristas escaparon de la gritería por una coladera que desemboca en el Jardín de los Eméritos

Karina Avilés ¤ Los juristas Ignacio Burgoa Orihuela y Raúl Carrancá y Rivas se disponían a disertar sobre el tema "presos políticos o delincuentes", pero al comenzar su conferencia padres de familia y estudiantes del Consejo General de Huelga interrumpieron a los conferenciantes con un solo grito: "¡Fascistas!"

Los abogados no pudieron continuar. Los chiflidos y las exclamaciones que los inculpaban por la encarcelación de cerca de mil estudiantes les impidieron hablar.

La presión iba en aumento: Burgoa Ori-huela y Carrancá y Rivas huyeron de la gritería por una coladera que desembocaba en el Jardín de los Eméritos. Minutos antes, el segundo se despidió de sus críticos con la siguientes palabras: "Tienen estiércol en el cerebro en vez de ideas".

Desde las 10:30, una hora antes del comienzo de la conferencia, la fila de estudiantes afuera del auditorio Jus Semper Loquitur comenzaba a engrosarse. Padres de familia también se hicieron presentes y justo en la entrada del recinto pegaron una cartulina en defensa de sus hijos, que de inmediato fue despegada.

Para las 11:30 horas el auditorio ya estaba a reventar, y entonces junto con los dos juristas se hizo presente el reclamo principal: "¡Presos políticos libertad, presos políticos libertad!" De una en una, los inconformes subían y bajaban sus mantas y cartulinas con denuncias, y una madre resumía en una de éstas: "Clase de fascismo".

Más atrás unos jóvenes calificaban a los juristas de "defensores de la ultraderecha", mientras un símbolo nazi que saltaba en medio del auditorio se emparentaba con el "Nuevo PRI". Sin embargo, el auditorio estaba dividido justamente por la mitad.

Frente al escenario, Ignacio Burgoa hizo una pequeña presentación: "Qué bueno que están con nosotros los llamados jóvenes antiparistas, qué bueno que se ven esas mantas porque nada menos se trata de la expresión del sentir propio de todos y cada uno de ustedes. Este no es un acto político sino estrictamente académico... simplemente queremos precisar conceptos que han sido mal entendidos, el de preso político y el de invasión a la autonomía universitaria".

Burgoa Orihuela pidió leer lo dispuesto en la fracción séptima del artículo tercero constitucional, y de las mochilas de la parte antihuelguista comenzaron a salir las constituciones; justo en el momento en que el jurista estaba en que la autonomía universitaria no se viola cuando se cometen delitos en contra de la institución y las autoridades tienen la obligación de denunciarlos, la inconformidad tomó más fuerza.

A favor y en contra

Sin mayor tardanza, buscó a sus oponentes: "Veo unas mantas simpáticas que dicen libertad a los presos políticos. Y yo me pregunto: ¿Cuáles presos políticos?" Una especie de rugido del que salía la excla- mación "presos políticos libertad, presos políticos libertad" minimizó a la parte antihuelguista del auditorio que aplaudía.

Entre la gritería, se veían cruzar las consignas: "¡fascistas!", "¡Burgoa y Carrancá, escoria de la UNAM!", en tanto que los antiparistas gritaban "¡cállense, cállense!"

Un conocido joven que se inscribió en el ITAM a raíz de la huelga intentó calmar los ánimos desde el estrado: "universitarios, les suplicamos el respeto debido", pero le gritaron "cállate palero", y enseguida guardó silencio.

Entonces, vino el segundo intento de Burgoa Orihuela por continuar: "Miren, vamos a dialogar, yo soy partidario del diálogo; no crean que es la primera vez que oigo esas exclamaciones de inconformidad", mientras sus oponentes, con rostros incrédulos, insistían: "¡Cállate, cállate, cállate!"

Pero prosiguió: "Por presos políticos entendemos todo sujeto que esté privado de su libertad por la expresión de sus ideas". A coro, los estudiantes huelguistas respondieron: "¡Así es!"

Enseguida Burgoa Orihuela hizo una especie de test: "En el caso de los jóvenes cuya libertad ustedes amigos suyos exigen, ¿están presos por ser presos políticos?, ¿se les ha perseguido por la emisión de sus ideas?, ¿se les ha impedido hacer declaraciones?, ¿se les ha impedido realizar marchas?, ¿se les ha impedido discutir?, ¿se les ha impedido escribir artículos?"

En todas las respuestas al jurista antiparista el auditorio se dividía entre un sí rotundo y un no con cierto desenfado.

Más adelante, declaró: "Entonces no son presos políticos", y ahí el ambiente se desbordó. Los jóvenes huelguistas reclamaban, gritaban, preguntaban: "¿Por qué no demandaron al Divino, a los banqueros?", "son unos aliados del poder!, "¡fuera, fuera, fuera, fuera!"

Aun así, Raúl Carrancá y Rivas tomó el micrófono: "Miren ustedes, pueden preguntar lo que quieran". "¿Eres del PRI?", no tardó la pregunta desde el ala izquierda.

"Miren ustedes --insistió-- formulen una pregunta y yo la contesto, ahora si no puede haber una asamblea porque muchos de los aquí presentes tienen estiércol en el cerebro en vez de ideas". Fue lo último que alcanzó a decir.

Acto seguido, alumnos afines los condujeron por una puerta trasera del auditorio que conducía a un cuarto estrecho. Ahí, Carrancá y Rivas sugirió que la esencia de la universidad puede ser llevada a otra parte y dejarles a ellos, los huelguistas, su espacio de "animalidad" y "bestialidad".

Después, ambos se fueron literalmente por un ducto de desagüe, para lo cual tuvo que ser desprendida la tapa de la coladera. Con esfuerzos, los juristas ascendieron para salir directo al Jardín de los Eméritos.

Ya afuera, Burgoa Orihuela señaló que "en México ya no hay presos políticos a partir de Gustavo Díaz Ordaz, cuando se derogó el famoso delito de disolución social", e insistió en que los estudiantes están "presos por haber cometido delitos". Después aceptaría: "Bueno, a mi modo de ver el de terrorismo no lo cometieron".

La consejera técnica Lourdes Ojeda, así como el alumno Luis Javier Guerrero, repudiaron la actitud de los huelguistas al argumentar que los abogados, "grandes juristas del país", fueron vejados en su inte- gridad física y moral.

Mientras tanto, el auditorio se quedó como un contenedor de gritos, en donde unos y otros se enfrentaban. La estudiante huelguista Livia Vázquez denunció que el alumno "Hans Averdung me amenazó con la siguientes palabras: '¿Quieres que te rompa la madre o que te mate?'"

Así están las cosas en la universidad..

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