TLC
Contra los Tratados de Libre Comercio

Por Rafael Silva
"La idea del libre comercio con los Estados Unidos es espéndida. El problema con el TTIP es que en absoluto tiene que ver con el libre comercio, sino, más bien, con entregar exorbitantes derechos de propiedad sobre regulaciones medioambientales y propiedad intelectual a grandes empresas multinacionales"
(Yanis Vaurofakis)

Vamos a iniciar aquí una nueva serie de artículos dedicada, como su nombre indica, a intentar explicar con detalle y claridad todos los aspectos del ¿futuro? Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP), identificando todos los posibles peligros, y además, como no nos gusta quedarnos únicamente en la crítica, vamos a desarrollar nuestra propuesta sobre tratado comercial entre los pueblos, que debería sustituir a todos los tratados de libre comercio existentes en la actualidad, por haber constituido, sin lugar a dudas, prácticas y acuerdos tremendamente peligrosos y aberrantes.
En realidad, los Tratados de Libre Comercio a nivel mundial representan ciertamente una práctica muy antigua, pero siempre han ido dirigidos a beneficiar los intereses de las empresas involucradas, más que los intereses de la ciudadanía de los diversos países intervinientes en dichos acuerdos.
Como nos cuentan Alberto Garzón y Desiderio Cansino en su documento "50 preguntas y respuestas...", un Tratado de Libre Comercio (TLC, en adelante) es un acuerdo que se firma entre dos o más países, y que tiene (en principio) como objetivo ampliar el mercado de bienes y servicios entre los países firmantes.

Para ello se buscó históricamente la reducción al máximo, incluso la eliminación de las posibles barreras arancelarias y no arancelarias que existan en un determinado momento entre los diferentes espacios económicos afectados por el acuerdo. Se busca por tanto minimizar los impuestos a la importación y la regulación relativa a la comercialización internacional de bienes y servicios. Actualmente, y desde que comenzaron estas prácticas con las diferentes asociaciones multinacionales de tipo económico, que proliferaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, existen miles de acuerdos de este tipo repartidos por todo el mundo.
Hagamos un poco de historia reciente en cuanto a los orígenes del TTIP, tomándolo como referencia de Tratado de Libre Comercio actual. A finales de 2011, durante un encuentro entre líderes europeos y estadounidenses, se creó el Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Empleo y Crecimiento (HLWG, por sus siglas en inglés). Este grupo tenía como objetivo estudiar las políticas necesarias para incrementar el comercio y la inversión entre la UE y USA, haciendo recomendaciones a los diferentes Gobiernos. A mediados de 2013 la UE y USA anunciaron el definitivo comienzo de conversaciones oficiales para llegar efectivamente a un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés).

¿Por qué no estamos ante un tema de dominio público, es decir, por qué no se han conocido estas intenciones hasta hace poco tiempo?
No parece dar mucha confianza el hecho de que, al contrario que muchos otros asuntos de los que los informativos dan cumplida noticia diariamente, estas negociaciones se hayan llevado prácticamente en secreto, a pesar de que ambas partes nunca lo han reconocido oficialmente.
Pero el oscurantismo no sólo se refiere a la opinión pública norteamericana y europea, sino que también llega a los organismos oficiales de ambos bandos, ya que por ejemplo, el Parlamento Europeo tampoco conoce la totalidad de la información que se negocia. El tema, cuando menos, resulta desconcertante. No se conocen detalles concretos de las negociaciones, y sólo algunos documentos filtrados con cuentagotas por algunas instancias europeas han permitido ir arrojando un poco de luz sobre las verdaderas intenciones del TTIP. El negociador principal de la parte europea reconoció abiertamente en una carta que todos los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante al menos 30 años, lo cual puede dar idea de la envergadura del asunto, y del interés mostrado por las partes en que los puntos exactos del acuerdo queden opacos a la opinión pública. Como podemos comprobar, no estamos ante un experimento de transparencia ante la ciudadanía... ¿por qué será?

Pues no hay que ser un lince para darse cuenta de que son los intereses económicos de las grandes empresas transnacionales (representadas a través de sus lobbies), los que están dictando el ritmo, los temas y los acuerdos de las negociaciones. Una primera lectura ingenua de esta afirmación podría llevarnos a pensar que una mayor apertura comercial entre las empresas implicadas a un lado y otro del Atlántico debiera representar una mejora en la economía de ambas partes, y que esta mejora podría llegar indirectamente a la ciudadanía.
Sin embargo, en cuanto iniciamos un análisis profundo de las propuestas y de las intenciones del Tratado, nos convencemos de lo contrario. Y lo contrario significa, sin temor a resultar exagerados ni agoreros, que este TLC representa el mayor ataque a la soberanía nacional emprendido nunca contra los Estados implicados, y el mayor proceso desregulador y liberalizador en todos los aspectos económicos a los que el TLC se refiere.
Lo cierto es que, si alguna vez llega a ver la luz, y se llega a desarrollar su articulado, estaremos ante el ataque más profundo a la democracia que se haya visto jamás en nuestros continentes. Porque a la debilidad de nuestras democracias burguesas, a sus ya más que profundas limitaciones, se añadirán una serie de desregulaciones en prácticamente todos los ámbitos comerciales, que darán a las empresas representadas un poderío superlativo, que las colocará sin duda ante un estadío más potente que los propios Estados, con una maquinaria legal a favor del mundo empresarial privado que hará temblar los cimientos más básicos de la democracia.

Artículo publicado el 3 marzo de 2015. En: http://rafaelsilva.over-blog.es/article-contra-los-tratados-de-libre-comercio-i-125272345.html