Si definimos nuestra postura nacional como "guerra", ello nos lleva más hacia la
dirección del estado de excepción. Somos ya una de las sociedades más armadas de
la historia. ¿Necesitamos ir más allá en esa dirección - matando extranjeros
inocentes y restringiendo nuestras libertades- para que nos demos cuenta de que
no es la dirección adecuada para nuestro país?
En lugar de basarnos en las políticas fallidas del pasado y empujar al mundo
hacia una espiral de violencia, necesitamos ayudar a la gente a encaminarse
hacia un mundo de justicia y paz.
Por mucho que queramos endemoniar a la gente que organizó la violencia masiva
del 11 de Septiembre, debemos admitir que la sofisticación del ataque está
expresando que esa gente es capaz de pensamiento racional. Si atacamos
indiscriminadamente y matamos a gente inocente, las fotos de esos musulmanes
muertos serán el mejor medio de reclutamiento que los terroristas pudieran
pedir. ¿Queremos fortalecer su capacidad de llamamiento hacia los mil millones
de musulmanes que hay en el mundo?
Los dos principales pilares del poder de EEUU en el mundo -dinero y armas- han
generado muchos enemigos. Y ahora que hemos sido heridos, desatar más violencia
es echar más leña al fuego. Imaginen que los hechos del 11 de Septiembre
ocurrieran regularmente y que los partidarios de la guerra fueran llamando más y
más a la guerra conforme escalara el horror. Si la violencia pudiera acabar con
la violencia, ya viviríamos en un planeta en paz.
En lugar de confiar en valores monetarios y armamentísticos, que nos han llevado
a este problema, deberíamos ponernos en manos de la mejor fuente Americana de
legitimidad en todo el mundo: nuestra creencia en el derecho inherente a todo
ser humano a expresarse libremente, reunirse en libertad para pedir cambios al
gobierrno, tener las creencias que se quieran y participar activamente en el
funcionamiento del gobierno. Estos derechos humanos - y el ser la población más
diversa del mundo- son los pilares sobre los que podemos recontruir la
credibilidad norteamericana en el mundo.
Y aun rechazando el llamamiento a más violencia, ¿cómo afrontamos el proceso de
eliminación del terrorismo en nuestro planeta? Ante todo, debemos recordar que
no somos la única víctima del terrorismo. Cuando los terroristas masacraron
turistas en Egipto, ese país no pudo declarar guerra contra el mundo. Algeria ha
sufrido la violencia terrorista durante décadas, y no ha atacado por ello otras
naciones.
Muchos países han padecido diversos actos terroristas, algunos llevados a cabo
con armas estadounidenses (las compañías americanas son las mayores traficantes
de armas del mundo), y la población de esos países quisiera que el terrorismo se
acabara de una vez por todas.
Así pues, redefinamos los ataques del 11 de Septiembre como un crimen contra la
humanidad. ¿Queremos ser vistos por el mundo como un violento animal, preocupado
principalmente por consumir una parte desproporcional de las reservas mundiales,
o queremos ser vistos como un promotor global de justicia equilibrada?
Los responsables de los recientes ataques pueden ser detenidos y llevados ante
la justicia sin tener que matar civiles inocentes, si contamos con la ayuda de
los gobiernos del mundo. Si America se compromete con el mundo para establecer
un sistema judicial efectivo internacional contra el crimen, el apoyo de los
otros países será tan fuerte que sería imposible para ningún otro país acoger a
los que cometen actos de violencia masiva.
Sí, sería embarazoso para algunos miembros de nuestro gobierno tener un largo
juicio en el que se expusiera información sobre quiénes son esta gente y dónde
aprendieron sus mortíferas habilidades. Pero que Dios nos ampare si no somos
capaces de criticar a nuestras autoridades públicas y rectificar políticas
erróneas del pasado.
Como ciudadanos, no podemos sentarnos y dar por hecho que los líderes actuales y
sus políticas rectificarán el problema. Estamos ahora en aguas movedizas, y el
barco del Estado está siendo dirigido por algunos del mismo grupo de gente que
nos metió en el problema originalmente. Este es el momento para que los
ciudadanos de América se levanten y exijan internacionalismo en lugar de
aislacionismo, justicia en lugar de venganza y amor en lugar de odio.
Tal y como el fundador del Partido Republicano, Abraham Lincoln, dijo en su día:
"La única forma segura de destruir a un enemigo es hacerle nuestro amigo".