Terrorismo
Justicia, no guerra

Por: Kevin Danaher
Cofundador de Global Exchange, organización internacional de derechos humanos.
Difundida por: The Washington Post - 29/09/01. Traducción al español por el Equipo Nizkor
Si definimos nuestra postura nacional como "guerra", ello nos lleva más hacia la dirección del estado de excepción. Somos ya una de las sociedades más armadas de la historia. ¿Necesitamos ir más allá en esa dirección - matando extranjeros inocentes y restringiendo nuestras libertades- para que nos demos cuenta de que no es la dirección adecuada para nuestro país?

En lugar de basarnos en las políticas fallidas del pasado y empujar al mundo hacia una espiral de violencia, necesitamos ayudar a la gente a encaminarse hacia un mundo de justicia y paz.

Por mucho que queramos endemoniar a la gente que organizó la violencia masiva del 11 de Septiembre, debemos admitir que la sofisticación del ataque está expresando que esa gente es capaz de pensamiento racional. Si atacamos indiscriminadamente y matamos a gente inocente, las fotos de esos musulmanes muertos serán el mejor medio de reclutamiento que los terroristas pudieran pedir. ¿Queremos fortalecer su capacidad de llamamiento hacia los mil millones de musulmanes que hay en el mundo?

Los dos principales pilares del poder de EEUU en el mundo -dinero y armas- han generado muchos enemigos. Y ahora que hemos sido heridos, desatar más violencia es echar más leña al fuego. Imaginen que los hechos del 11 de Septiembre ocurrieran regularmente y que los partidarios de la guerra fueran llamando más y más a la guerra conforme escalara el horror. Si la violencia pudiera acabar con la violencia, ya viviríamos en un planeta en paz.

En lugar de confiar en valores monetarios y armamentísticos, que nos han llevado a este problema, deberíamos ponernos en manos de la mejor fuente Americana de legitimidad en todo el mundo: nuestra creencia en el derecho inherente a todo ser humano a expresarse libremente, reunirse en libertad para pedir cambios al gobierrno, tener las creencias que se quieran y participar activamente en el funcionamiento del gobierno. Estos derechos humanos - y el ser la población más diversa del mundo- son los pilares sobre los que podemos recontruir la credibilidad norteamericana en el mundo.

Y aun rechazando el llamamiento a más violencia, ¿cómo afrontamos el proceso de eliminación del terrorismo en nuestro planeta? Ante todo, debemos recordar que no somos la única víctima del terrorismo. Cuando los terroristas masacraron turistas en Egipto, ese país no pudo declarar guerra contra el mundo. Algeria ha sufrido la violencia terrorista durante décadas, y no ha atacado por ello otras naciones.

Muchos países han padecido diversos actos terroristas, algunos llevados a cabo con armas estadounidenses (las compañías americanas son las mayores traficantes de armas del mundo), y la población de esos países quisiera que el terrorismo se acabara de una vez por todas.

Así pues, redefinamos los ataques del 11 de Septiembre como un crimen contra la humanidad. ¿Queremos ser vistos por el mundo como un violento animal, preocupado principalmente por consumir una parte desproporcional de las reservas mundiales, o queremos ser vistos como un promotor global de justicia equilibrada?

Los responsables de los recientes ataques pueden ser detenidos y llevados ante la justicia sin tener que matar civiles inocentes, si contamos con la ayuda de los gobiernos del mundo. Si America se compromete con el mundo para establecer un sistema judicial efectivo internacional contra el crimen, el apoyo de los otros países será tan fuerte que sería imposible para ningún otro país acoger a los que cometen actos de violencia masiva.

Sí, sería embarazoso para algunos miembros de nuestro gobierno tener un largo juicio en el que se expusiera información sobre quiénes son esta gente y dónde aprendieron sus mortíferas habilidades. Pero que Dios nos ampare si no somos capaces de criticar a nuestras autoridades públicas y rectificar políticas erróneas del pasado.

Como ciudadanos, no podemos sentarnos y dar por hecho que los líderes actuales y sus políticas rectificarán el problema. Estamos ahora en aguas movedizas, y el barco del Estado está siendo dirigido por algunos del mismo grupo de gente que nos metió en el problema originalmente. Este es el momento para que los ciudadanos de América se levanten y exijan internacionalismo en lugar de aislacionismo, justicia en lugar de venganza y amor en lugar de odio.

Tal y como el fundador del Partido Republicano, Abraham Lincoln, dijo en su día: "La única forma segura de destruir a un enemigo es hacerle nuestro amigo".