Terrorismo
DROGAS Y TERRORISMO

Un enemigo ideal

Por: Joep Oomen
EUROPEAN NGO COUNCIL ON DRUGS & DEVELOPMENT Bélgica / www.encod.net/
Ahora que las acciones militares contra Afganistán han comenzado, el régimen talibán levantará la prohibición del cultivo de opio, material prima para la producción de heroína. Esta prohibición se estableció en junio de 2000 y fue aplaudido por aquéllos que, en nombre del mundo occidental, defienden la llamada Guerra contra las Drogas. Director ejecutivo Pino Arlacchi del Programa de las NNUU para el Control Internacional de las Drogas (PNUCID) fue, hasta muy recientemente un importante aliado de los Talibán. El gobierno estadounidense también habría enviado 43 millones de dólares a Kabul para financiar el mantenimiento de la prohibición de opio.

Después del 11 de septiembre, estos sentimientos de simpatía por los Taliban han cambiado radicalmente. Y ahora que Osama Bin Laden también resulta involucrado en el narcotráfico, aparece un enemigo ideal para el Occidente: una alianza entre tráfico de drogas y terrorismo. Varios portavoces oficiales occidentales ahora acusan a los Taliban de ser responsables de la exportación de heroína, que les podría dar un ingreso de entre 80 y 200 millones de Euro por año. Según el primero ministro británico Tony Blair, el dinero con que los Taliban están comprando armas ha sido pagado por las vidas de adictos británicos. Y uno de los primeros blancos que la Operación Libertad Perdurable en Afganistán debe destruir es el opio almacenado. Esa reserva probablemente es todavía la única cosa de valor económico presente en el país.

El mensaje es simple y eficaz. El narcotráfico financia el terror. ¿Sin embargo, es tan simple como aparece? Es una ilusión creer que el terrorismo no existiría sin el comercio de drogas, o incluso sin fuentes de ingreso ilegales. Según el FBI, el costo de la preparación y ejecución de los ataques del 11 de septiembre era más o menos 200 mil Euro. No es necesario traficar con drogas ilícitas para obtener tal cantidad. Hay muchas actividades legales que podrían proporcionarla en muy poco tiempo. Si la intención realmente es luchar contra todas las actividades que pueden haber facilitado los ataques, también se podría empezar con la registración para los cursos de piloto. O la floja seguridad de los controles en los aeropuertos.

De hecho, la referencia al eslabón entre el narcotráfico y el terrorismo es un verdadero engaño. Aun cuando se pruebe la responsabilidad de Bin Laden en los ataques del 11 de septiembre, y cuando resulta que su red beneficia de alguna manera del comercio de drogas, este hecho lleva a algunas preguntas cuya respuesta no se encuentra en Afganistán, sino en los Estados Unidos mismos. En primer lugar, parece sospechoso que el interés de las autoridades en el origen de las fuentes de ingreso de Bin Laden hayan aumentado recién en las últimas semanas. Varias cuentas bancarias del más importante acusado de los ataques han sido confiscadas en los EE.UU., por una suma de millones de dólares.

Pero la pregunta principal sigue siendo:
¿supieron las autoridades de la existencia de estas cuentas antes del 11 de septiembre? Es posible que no. Eso significaría que las autoridades estadounidenses han hecho notablemente poco para dar un golpe financiero a un infame terrorista. También es posible que sí lo supieron. Pero entonces la pregunta es por qué no se hizo nada para confiscarlos entonces. ¿Ese dinero sirvió a intereses americanos? ¿El gobierno norteamericano tenía miedo de provocar a Bin Laden? ¿Es que su dinero no era suficientemente 'negro' todavía?

Sigue siendo la pregunta lo que puede haber causado la relación entre las milicias extremistas y el narcotráfico en Afganistán. Esa pregunta también debe contestarse por los EEUU, aún cuando traye recuerdos dolorosos. En 1980, un año después de la invasión de Afganistán por la Unión Soviética, el 5% de la heroína en el mundo se produjo con opio afgano. Hoy, ello es el 70 %. Según el PNUCID, este aumento es debido a una sola causa: el papel de opio en la financiación la resistencia de grupos de musulmanes radicales contra la Unión Soviética. Los mismos grupos fueron apoyados durante años por el servicio secreto estadounidense, la CIA, y uno de sus colaboradores más importantes se llamó Osama Bin Laden..

Según Alfred McCoy, experto en el papel de la heroína en la política extranjera norteamericana, la CIA pagó por lo menos 3 mil millones dólares a los líderes del jihad contra la Unión Soviética. Durante décadas, el gobierno norteamericano ignoró el hecho que algunos de ellos también estaban involucrados en el comercio de opio. Lo mismo ocurrió, hasta muy recientemente, con los Taliban. Y también es el caso hoy con la Alianza Norteña, el movimiento de oposición contra los Taliban que ahora intentará conquistar Kabul con el apoyo del Occidente. Oficiales de Naciones Unidas en la región estiman que la oposición afgana actualmente controla la mitad de la producción de opio del país.

Parece que la CIA ha hecho de la colaboración con narcotraficantes en sus delicadas operaciones su marca registrada. Los Taliban y Bin Laden simplemente son los últimos en una larga lista que incluye al gobierno de Vietnam del Sur, los rebeldes que lucharon contra el gobierno sandinista de Nicaragua, y muchos regímenes en América del Sur y Asia. Al parecer, el narcotráfico ha demostrado ser una excelente herramienta para financiar las alianzas estratégicas del gobierno americano, sobre todo en casos donde el Congreso americano había vetado estas operaciones.

La última y más importante pregunta que surge del eslabón entre el narcotráfico y el terrorismo es lo que se puede hacer para combatirlo. En primer lugar es importante dejar claro que el narcotráfico es un problema distinto al terrorismo: mezclando los dos, uno muestra que entiende muy poco de ambos. El comercio de drogas es una actividad económica. Conecta algunas de las regiones más pobres y más ricas del mundo. Su meta es aprovecharse de cada posibilidad de incrementar el margen entre el precio de la materia prima y el producto final. Se violan muchas leyes, excepto la más importante: de oferta y demanda. La demanda global de drogas no aumentó espectacularmente en los últimos años, pero tampoco bajó. Esa demanda no sólo está relacionada con problemas sociales o con las ganas de experimentar de los jóvenes. Es que muchas personas simplemente creen que funcionan bien usando drogas, igual como otros usan alcohol o tabaco. Por otro lado, cientos de miles de campesinos afganos cultivan opio para permitir que sobrevivan sus familias. Con tal de que no tengan ninguna alternativa real, ellos continuarán. Los bombardeos, aún cuando son acompañados por sacos de comida, no facilitan encontrar estas alternativas, al contrario.
El terrorismo es un problema más complicado. ¿Qué fue exactamente lo que motivó a 19 personas jóvenes sacrificar su propia vida y las de miles de otros para algún ideal alto? Es probable que jamás sabremos con seguridad la respuesta a esa pregunta. Pero es bastante cierto que esta motivación no desaparecerá cuando los ejércitos occidentales atacan uno de los países más pobres del mundo.

Es cierto que el narcotráfico a menudo está acompañado por acciones asociales. Pero hay una razón simple para eso. Con tal de que se prohiba, atrae a individuos que están listos y capaces para romper la ley, usar violencia, y hacer cualquier cosa para defender sus ganancias. Así la única manera de romper el eslabón entre narcotráfico y actividades criminales o subversivas es crear un marco legal en que el camino entre productor y consumidor puede ser regulado, controlado y sujeto a impuestos. Pero parece que ello no está en el interés de los líderes gubernamentales occidentales.

Sus declaraciones están camuflando más bien un llamado peligroso a mayor vigilancia, más guerra contra fenómenos que se presentan como una amenaza de afuera, mientras se alimentan de adentro. Ello sugiere que ambas guerras, la de las drogas y del terrorismo, están guiadas en una dirección completamente equívocada. Ello es bastante preocupante, para decirlo suavemente.