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Edición N° 19 - primavera 2000

Editorial

La globalización cumple 508 años en América.

El concepto de "Globalización" parecería ser muy moderno.
Está de moda su estudio y tratamiento, pero lamentablemente el proceso de concentración económica determinado por el desarrollo de la "Revolución Industrial" recibió su impulso definitivo a partir del saqueo de las riquezas naturales americanas, especialmente los metales preciosos como oro y plata.

Millones de muertos en el altar de la "modernización" y millones de personas esclavizadas por el capital desenfrenado se unieron en América a otros millones originarios del Africa, trasplantados para absorber su fuerza de trabajo.

El exterminio de seres humanos tuvo como objeto la posesión de la tierra, que tampoco tuvo perdón: se extrajeron metales, se desertificaron vastos territorios, se talaron bosques y selvas, se contaminaron sus aguas.

El proceso se agudiza sin retorno. La sed de riquezas no tiene fin. La concentración económica evolucionó desde la posesión hacia el vaciamiento. En toda América, en nuestra historia reciente, las privatizaciones de empresas estatales generaron un desvío de dinero. Las grandes corporaciones, con la ayuda imprescindible de los gobiernos títeres, produjeron la quiebra económica y la destrucción de la economía tradicional.

Los países "pobres" se debaten frente a la marginación creciente de sus pueblos. El caso argentino es muestra de ello: posee el más alto índice de desocupación, mientras que por otro lado, ocupa la última posición mundial en el índice de crecimiento. Dos aspectos íntimamente relacionados.

A pesar de la "globalización" y de la condena a la que son sometidos, nuestros pueblos continúan "poniendo en duda" todo aquello que colabora a mantener este injusto orden mundial. Sistemas alternativos como el trueque, las coperativas, economías de subsistencia, recuperación de los modelos de "mercados comunitarios", son algunas de las formas que se están practicando, a pesar de los poderosos.

La pregunta es ¿podrán estos sistemas formalizarse -darse crédito- hasta alcanzar un nuevo orden?
Mientras tanto, también aquellas y aquellos que trabajan las ciencias sociales deberían preguntarse si sus prácticas colaboran o no la mantenimiento del viejo orden.

El director



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