Edición N° 16 - verano 2000
(para el hemisferio sur)
Del derecho a una vivienda digna a la usurpación ilegal

Estigmatizaciones de la Democracia Liberal

Por:
Lorena Troiano y Sergio Gómez
Cátedra La intervención en lo social, docentes Lic. Alfredo Carballeda y Lic. Nicolás Rivas


INTRODUCCION
Nuestro interés en el presente trabajo se centra en conocer cómo las transformaciones que se están dando en nuestra sociedad a partir de la década del 90 en el contexto sociocultural, político y económico en relación a la redefinición de la noción de Ciudadanía y de los espacios Público y Privado en el marco de una Democracia Liberal influyen en los procesos de construcción de identidad y, en particular, de estigmatización de los "ocupantes" de viviendas.

Consideramos que este conocimiento servirá a la intervención profesional direccionándola teóricamente. Por un lado, para que dicha intervención tenga como objetivo mejorar la participación de los habitantes del edificio para el logro de una mayor representación y unificación de sus intereses, y por otro lado para no reproducir a través de la intervención las condiciones de desigualdad establecidas desde el medio social.

Este interés surge a partir de la intervención pre-profesional realizada por alumnos de Taller Nivel II en el edificio Sociedad Cooperativa Lecheros Unidos ubicado en el barrio de La Paternal, de Capital Federal, en 1997.

EL EDIFICIO, BREVE DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA
El edificio S.C.L.U., (Sociedad Cooperativa Lecheros Unidos) fue originariamente, como su nombre lo indica, una cooperativa de leche. Posteriormente la fábrica se presentó en quiebra, y en 1967 sus instalaciones se remataron. En el año 1976 el edificio comenzó a ser ocupado por las primeras familias.

En 1996 se realizó una reunión entre el propietario del edificio, algunos de los vecinos del edificio y Asistentes Sociales de la Delegación Zonal 11. En esa reunión, el dueño manifestó su intención de vender el edificio lo más rápido posible, teniendo en cuenta que había recibido una oferta por parte de una empresa para abrir un supermercado en el edificio.

A partir de esta situación se realizó durante el mismo año un censo con el objetivo de relevar datos anagráficos, de educación, trabajo, salud y la posición de la población del edificio con respecto a la compra del mismo. Al mismo tiempo, intervinieron diferentes instituciones con el fin de asesorar y acompañar el proceso de organización de los vecinos, siendo éstas la Agrupación "La Chispa", el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (M.O.I.) y el Zonal 11.

El edificio contaba en 1997 con 127 familias y un total de 437 personas, de las cuales 204 eran adultos y 233 menores. En cuanto al lugar de origen, el 53% provenía de provincias del interior, 36% de Capital Federal, 9% de países limítrofes y el 2% del Gran Buenos Aires.

En abril del mismo año, se conformó una Cooperativa de vecinos para afrontar la tarea de comprar comunitariamente el edificio y evitar el posible desalojo. Simultáneamente se elaboró un proyecto de intervención de trabajo comunitario desde el Zonal 11 para abordar la problemática. Desde el mismo se llevó a cabo la práctica pre-profesional de los estudiantes de Trabajo Social.

Debido a la insistencia del dueño en la venta del edificio, el equipo técnico y los miembros de la Cooperativa fueron realizando sucesivas reuniones para llegar a un acuerdo. Se elaboró un sondeo de opinión para conocer la postura concreta de los vecinos ante la venta del edificio y elaborar una propuesta de compra. Los resultados que se obtuvieron del total de 95 familias encuestadas fueron: 53 querían comprar, 31 querían comprar pero no podían ahorrar y 11 no estaban interesadas en comprar.

Luego del sondeo se convocó a los vecinos a diferentes asambleas. En las mismas se observó la dificultad que tenían los vecinos para organizarse y llegar a un consenso que represente los intereses de los habitantes del edificio. Muchas asambleas debieron suspenderse por la escasa participación de los vecinos, y en otras, se recurrió al corte de luz para obligarlos a concurrir a las mismas.

Los vecinos del barrio preferían la instalación de un supermercado en lugar de que exista un edificio "tomado" en el mismo. Por otra parte, percibían al edificio como un lugar peligroso debido a la presencia de los "ocupantes" ilegales.

En la actualidad se desconoce la situación del edificio y sus habitantes, sin embargo, desde 1998 las instituciones que intervenían por diferentes motivos dejaron de trabajar con esta población. El Zonal 11 dejó de funcionar por motivos políticos, "La Chispa" resolvió no continuar en el lugar debido a la falta de participación de los vecinos y la no resolución de la situación, por último, el M.O.I., una vez conformada la Cooperativa no continuó en el proceso de trabajo.

CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA IDENTIDAD ESTIGMATIZADA
El origen griego del término estigma según Goffman refería a "signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba". Estos signos eran aplicados, literalmente, sobre los cuerpos de los supuestos anormales (cortes, quemaduras). Con el cristianismo, continúa Goffman, se agregaron dos sentidos adicionales (signos de perturbación física vinculados a la divinidad y signos de la gracia divina).

El estigma es una marca de violencia, en algunos casos directamente física, en otros simbólica. Esa marca remite a una relación de autoridad que clasifica tipos de sujetos, estos sujetos quedan de alguna manera, situados como a-normales, separados de un "campo de normalidad" en relación al cual se constituyen.

El sujeto así queda reducido al estigma mediante el cual fue definido; se lo construye exclusivamente en esta dimensión, no teniéndose en cuenta sus restantes atributos.

El rótulo de "ocupantes ilegales" no es neutro, sino que está cargado de significado en el imaginario social, existiendo una tendencia a la homogeneización de quienes se encuentran en iguales condiciones habitacionales. Se les designa determinados atributos tales como "...individuos salvajes, fuera del sistema, que "rompen candados" y transforman la vivienda usurpada en "aguantaderos" de sus actividades delictivas".

Se constituye así una imagen global estigmatizada de los habitantes de los edificios tomados. Hay una serie de atributos constantes que caracterizan al estigma de la identidad de los habitantes de estos edificios. Al estar estigmatizados, y no estar dentro del "campo de la normalidad", las prácticas cotidianas de estos sujetos se cargan de sentido, adquiriendo signos identificatorios de su identidad. Es a partir de las generalizaciones que se construyen determinadas conductas, se formulan opiniones sobre hechos no constatados, se establece un horizonte previsible, se clasifica a los sujetos particulares y se acotan las expectativas respecto de ellos.

A partir de lo expuesto nos preguntamos, ¿cómo construyen su identidad los habitantes de los edificios tomados?
Entendemos la identidad, por un lado como representación social, en tanto que la representación es un instrumento del pensamiento que nos permite ordenar una realidad que es caótica y heterogénea; a través de las representaciones lo que se da es un ordenamiento de la realidad, es la manera en que el sujeto interpreta, da sentido y significación a esta realidad.
Por otro lado, la identidad es una construcción simbólica, en tanto implica la construcción permanente entre "nosotros" y los "otros". Maura Penna señala que existe una doble vía de construcción de la identidad:

  • La auto-atribución de la identidad: se refiere a la identidad que parte del "interior" del grupo, el autorreconocimiento o el reconocimiento pretendido.

  • La alter-atribución de la identidad: se refiere a las clasificaciones originadas en la "exterioridad" del grupo, el modo en como es reconocido por el "otro".
Muchas veces, el proceso de construcción de la identidad, se transforma en un espacio de lucha, debido a que la auto-atribución y la alter-atribución no se dan en armonía. Es decir que no coincide la manera en que un grupo se asume, y lo que los "otros" le atribuyen.

Haciendo referencia al edificio tomado, es necesario tener en cuenta que estos sujetos son conscientes de la posición que ocupan en la sociedad y de la realidad que les toca vivir, siendo conocedores de la clasificación que les es impuesta desde el sistema clasificatorio hegemónico. Toda clasificación implica una jerarquización social, así como también la clasificación de los espacios sociales.

Esta realidad "clasificada", muchas veces es cuestionada o aceptada por los individuos estigmatizados, sin embargo, "los ocupantes no se denominan a sí mismos de tal manera. O, en todo caso, se apropian del término pero lo usan de una manera distinta de aquellas provenientes de los ecos ajenos. Desde sus percepciones no son ocupantes, sino que están ocupando, viven esta situación como transitoria, con la convicción de que esta situación va a revertirse."

Los ocupantes disputan por obtener un lugar social más favorable, un reconocimiento en el sistema de clasificación dominante; muchas veces construyen diferencias internas entre los demás ocupantes, ubicándolos en un "polo negativo".

"Los vecinos del barrio no nos quieren porque dicen que tiramos la basura en el baldío que está atrás del edificio, pero son los del primer piso que la tiran... (Marta, habitante del S.C.L.U.)."

Por otra parte, el hecho de comprar el edificio, no significaba solamente para algunos de los habitantes del S.C.L.U. obtener una vivienda propia, sino también dejar de ser "ilegales", Rubén habitante del S.C.L.U. expresó:
"...ojalá el año que viene nos encuentre como propietarios y no como ocupantes ilegales".

Basándonos específicamente en los habitantes del S.C.L.U., la pretendida homogeneidad que desde el sentido común se pretende imponer, en cuanto a la identidad de estos sujetos, no se corresponde con la realidad. Las prácticas y conductas desarrolladas por los habitantes de este edificio, sumadas a sus historias particulares y a las diferentes situaciones laborales existentes, implican identidades múltiples y fragmentadas.

"En este edificio hay de todo, gente que quiere comprar porque quiere tener su vivienda, gente que está acá, pero tiene su casa en la provincia, pero vive acá porque le queda cerca del laburo, o porque tiene cerca el hospital, pero cuando tengamos que poner plata para comprar el edificio, seguro que se va... también hay gente que esto lo tiene como un aguantadero, pero yo estoy acá porque perdí mi casa..(Daniel habitante del S.C.L.U.)."

Se presenta a la población de edificios tomados como sectores, que por sus condiciones de pobreza se encuentran en la "ilegalidad", al transgredir los principios de la propiedad privada, utilizando esta estrategia de sobrevivencia, que socialmente se denomina "usurpación", como alternativa para la satisfacción de una necesidad básica, la vivienda. "Al lugar de habitación se asocian, entonces, un conjunto de comportamientos y atributos que "tipifican" a sus pobladores, y que de hecho estructuran también las interacciones entre los grupos familiares y con la sociedad en general."

Si bien la apropiación diferencial de bienes y servicios, como la vivienda, responde al lugar que se ocupa en la división social del trabajo, la connotación de "ilegalidad" y "usurpación" de la toma de vivienda está asociada a una carga de significaciones sociales que culpabiliza a los "ocupantes", las cuales son producto de una forma de organización social determinada.
Si los movimientos de toma de tierra y ocupación de vivienda en determinados momentos históricos fueron apoyados por la sociedad, qué transformaciones tuvieron lugar para que se produzca este cambio en las significaciones sociales que condicionan la percepción y los discursos sobre los ocupantes de vivienda, constituyéndolos en usurpadores y no en sujetos que luchan por el derecho a acceder a una vivienda digna.

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA LIBERAL
La dicotomía espacio público-espacio privado puede remontarse hasta el pensamiento griego de Aristóteles, sobre la politike koinonia, es decir la sociedad civil, entendiéndola como una "comunidad pública ético – política de ciudadanos libres bajo un sistema de gobierno definido legalmente."
La división entre lo privado y lo público era la división entre la familia y la política, no existiendo división alguna entre lo económico, lo político y lo social. Los ciudadanos eran los "hombres libres", excluyendo en esta noción a las mujeres, los esclavos, los extranjeros y los trabajadores manuales.

En el siglo XVIII, con el surgimiento del capitalismo se redefinen las nociones de público y privado. Lo público estará limitado al concepto de Estado y ciudadanía, lo privado hará referencia a la esfera de lo económico produciéndose así una separación de lo político y lo económico.

En el pensamiento liberal "la esfera privada está gobernada por las leyes del mercado, y en ella todos los individuos son iguales, en el sentido de que disfrutan de iguales oportunidades. Es el mundo del interés personal y de la competencia. La esfera pública es gobernada por la ley y controlada por el Estado."

Con la crisis del capitalismo de la década del 30, se cambia la concepción de un mercado autorregulado libre de las intervenciones del Estado. "Siguiendo los principios keynesianos, la economía dejó de ser concebida como una esfera separada. Respondía a intervenciones sobre los precios, los salarios, las inversiones, la ayuda a ciertos sectores, etc. El Estado la piloteaba, velaba por la correspondencia entre los objetivos económicos, políticos y sociales".
La intervención estatal, no se redujo solo al ámbito económico, sino que como garante del pacto social entre los intereses divergentes de empleadores y asalariados, impulsó una distribución del ingreso más equitativa, a través de la ampliación del salario directo e indirecto.

Con el Estado de Bienestar se produjo una ampliación de los derechos y beneficios de la población, en donde el Estado era el responsable de garantizar determinados derechos sociales. En el caso argentino éstos estaban ligados a los "derechos del trabajo asalariado", a diferencia de lo ocurrido en la sociedades europeas, donde las instituciones de protección y seguridad social se correspondieron con una expansión de la ciudadanía social. A

partir de la crisis del Estado de Bienestar y la consecuente imposición hegemónica de la ideología neoliberal se reduce el papel del Estado y las actividades sociales quedan libradas nuevamente a la suerte del juego del mercado. Siguiendo las medidas propuestas por el Consenso de Washington se aplicaron medidas de ajuste estructural que implicaron desregulación, fortalecimiento del sector privado y apertura ante la intervención extranjera y la competencia internacional, lo que junto con el proceso de "Globalización" trajo aparejada la transnacionalización de los capitales y la concentración de la economía a nivel mundial.

Este nuevo modelo de Estado intenta legitimar un estilo de pensamiento propio del "darwinismo social" de sobrevivencia de los más aptos a las leyes del mercado, produciéndose no sólo un empobrecimiento económico y psicosocial, de quienes no logran "adaptarse " a este nuevo medio que se les presenta, sino también una exclusión social de gran parte de la población. La responsabilidad por el "bienestar" es privatizada, el costo social debe ser cubierto individualmente.

La sociedad actual se encuentra inmersa en un contexto caracterizado por la desigualdad en el consumo y apropiación de bienes materiales y simbólicos, por una mayor fragmentación y polarización social crecientes. Los procesos de ajuste, la precarización del empleo y la proliferación de sus formas marginales, rompen ejes centrales de organización social y de establecimiento de acciones solidarias.

Se produce entonces una redefinición del espacio público y privado, donde la reproducción de los sujetos queda enmarcada en el ámbito privado desligada de la protección social, a excepción de aquellos sectores más vulnerables beneficiarios de políticas de inserción focalizadas, a los que sólo se les reconoce un mínimo de sobrevivencia, pero que no incluye la noción de derechos sociales. En un marco de desigualdad y creciente polarización social la ideología neoliberal propone la libertad de los sujetos en la participación del mercado, quedando fuera el Estado de cuestiones relativas a las relaciones sociales de producción, siendo su función la de garante de la propiedad privada y la seguridad pública.

Paralelamente, se produce una redefinición de la noción de ciudadanía. "La influencia de los modelos neoliberales, ha desfigurado la imagen del Estado Benefactor, quedando poco claras las garantías para la ciudadanía". La noción de ciudadanía como construcción social implica el reconocimiento y desconocimiento al mismo tiempo de ciertos sectores como sujetos de derechos, si "ser ciudadano supone ser portador de derechos, reconocerse titular de derechos, tener la posibilidad de su reconocimiento, participar en forma directa a través de representantes en la defensa de sus intereses, conociendo a quien lo representa, tener la posibilidad de ejercer el contralor de los actos de gobierno", nos preguntamos ¿qué sucede con aquellos sectores excluídos socialmente? ¿son sujetos de derecho?.

Para responder a esta pregunta, es necesario establecer que las transformaciones analizadas se dan en el marco de una democracia liberal, que no es lo mismo que decir que se dan en el marco de una Democracia. Democracia y Liberalismo, en el siglo XIX eran nociones completamente antagónicas. Siguiendo al análisis histórico realizado por Alan Wolfe, se comprende que la Democracia se fundaba en dos pilares, participación e igualdad de los ciudadanos "...a fin de crear una comunidad basada en la interacción mutua y respetuosa de todos que se dirige hacia objetivos decididos de común acuerdo."
En cambio, el Liberalismo se constituyó en "...la ideología de mercado que surgió en los siglos XVII, XVIII y XIX para justificar el modo capitalista de producción." En términos de Hobbes "sólo la acumulación ilimitada de poder podía producir la acumulación ilimitada de capital". La democracia liberal, entonces lleva en sí misma la contradicción entre la necesidad de legitimación y de acumulación. (Wolfe, pág. 22-24).

El punto de encuentro entre Democracia y Liberalismo se dio en el campo de las libertades civiles, lo cual es muy significativo en cuanto a la emergencia de lucha por derechos a ser diferentes, derechos culturales, de minorías en los últimos tiempos.

Sin embargo, estos procesos de heterogeneidad, cultural si se quiere, se dan en un marco de desigualdad y exclusión crecientes producto del sistema de producción imperante a nivel mundial (lo cual remite a la lucha de clases y en este sentido hace referencia a la totalidad no fragmentada), entonces cómo conciliar esa contradicción. A raíz de los procesos de democratización se produjo una institucionalización de los conflictos sociales, los cuales tienen límites establecidos debido a la separación del ámbito político del social y del económico. En este marco el Estado se enfrenta a la problemática de la gobernabilidad y de acuerdo al contexto caracterizado asume con mayor frecuencia características autoritarias como única manera de permitir la continuación de los procesos de acumulación.

Es en este marco, en donde la noción de ciudadanía queda restringida meramente a sus aspectos electorales, al derecho a la diferencia a partir de la libertad individual, y a la posibilidad de ser parte de la sociedad en tanto consumidores. Desde esta óptica los "ciudadanos excluídos", deben recibir políticas de asistencia que les permitan participar en igualdad de oportunidades en el mercado, teniendo en cuenta un mínimo de sobrevivencia porque a partir del mismo cada individuo en la búsqueda de su propio beneficio seguirá a sus intereses libremente.

Por otra parte, si bien, como señala Lipovetsky, en este marco imperante surgen procesos de personalización e individualización que llevan a la conformación de agrupaciones "...con intereses miniaturizados, hiperespecializados: viudos, alcohólicos, tartamudos, de madres lesbianas..." los ocupantes se enfrentan a un problema clave que les impide agruparse en este sentido, y es que violan uno de los principios básicos del capitalismo y el liberalismo: La propiedad privada. De ahí los procesos de estigmatización a los que se enfrentan fundamentalmente, sus derechos se enfrentan a los derechos de la propiedad y en el actual marco hegemónico tienen esa batalla perdida.

LA INTERVENCIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL
Consideramos que la situación de apatía participativa y los obstáculos para generar consenso en la representación de intereses colectivos se encuentra íntimamente vinculada a los fenómenos de estigmatización y a las divisiones que genera la necesidad de diferenciarse del otro en la construcción de identidad de los sujetos y actores involucrados.

El Trabajador Social puede encontrar una vía para contrarrestar estos efectos fragmentadores en la deconstrucción de los discursos clasificatorios que marcan lo "normal" y lo "a-normal", explicitando la arbitrariedad de los atributos que constituyen el contenido de tales clasificaciones. Al mismo tiempo, posibilitar el quiebre de la línea fronteriza entre los "otros" vecinos del barrio y "nosotros" ocupantes ilegales, a partir de favorecer el reconocimiento de los individuos como sujetos de derechos.

Sin embargo, la dificultad en el reconocimiento de los individuos y actores colectivos como sujetos de derecho es producto de la redefinición de la noción de ciudadanía, lo cual incide justamente en los mecanismos de clasificación hegemónicos.
Ser ciudadano y no ser ciudadano también marca la diferencia entre ser vecino de barrio o ser "ocupante", en tanto se reconozca socialmente o no el derecho a poseer una vivienda digna.

Por otra parte, la redefinición de los espacios público-privado, señala como tendencia la privatización de los problemas sociales, lo que sumado a la desintegración social producto de la crisis del trabajo y del quiebre del Estado Social, genera como consecuencia que los sectores afectados por una problemática determinada, en este caso la falta de vivienda y la consecuente toma de un edificio, busquen una salida individual y no colectiva.

La posibilidad de afrontar colectivamente situaciones problemáticas se dificulta entonces debido a que los vínculos de solidaridad y los mecanismos de interacción social son débiles. Esta situación vuelve sobre la participación y organización constituyendo un obstáculo complejo a enfrentar en la intervención profesional.

Al mismo tiempo, el achicamiento del Estado, la ausencia de un eje de integración social, la redefinición de la noción de ciudadanía y las transformaciones de lo público-privado también condicionan la práctica profesional. Las políticas y programas sociales, desvinculadas de las políticas económicas, que se implementan siguen los procesos de focalización y privatización de los problemas sociales, y es en éstas donde se inserta el Trabajador Social, es decir que la profesión también se enfrenta a transformaciones, en tanto, es parte de la realidad social cambiante.
Consideramos entonces que el Trabajo Social se enfrenta a un doble desafío simultáneo: Por un lado, favorecer procesos que apunten a la no fragmentación, generando lazos entre aquellos que se enfrentan a diferentes situaciones de exclusión social. Por otro lado, repensar la profesión y intervención social en este nuevo marco, teniendo en cuenta también el origen histórico y las contradicciones inherentes a la misma.

Para superar estos desafíos es necesario tener una mirada crítica sobre las políticas y programas en los que se inserta contextualizando y vinculando tanto la problemática como la práctica al marco social, económico, político y cultural. Para lo cual es fundamental recabar en las ciencias sociales y sistematizar las prácticas incluyendo en las mismas a la profesión.

Al mismo tiempo, conformando ateneos, no aislándose los profesionales en sus prácticas. Repensando así el Trabajo Social como parte de este contexto en la búsqueda de alternativas contrahegemónicas a este modelo que produce una creciente desigualdad y polarización social en un marco de democracia... liberal.

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