En las sociedades caracterizadas por un reparto injusto de la riqueza existe un
enorme potencial de inestabilidad y conflictos armados.
La crisis económica, la desigualdad y la pobreza se encuentran a menudo entre
las causas de los conflictos, especialmente cuando se trata de conflictos
armados internos, guerras civiles o conflictos motivados por el control de unos
recursos naturales cada vez más escasos. En sociedades caracterizadas por un
reparto injusto de la riqueza no ha sido extraño que se establecieran regímenes
autoritarios y represivos, que han mantenido los privilegios económicos de la
minoría y la exclusión de la mayoría mediante la militarización de la vida
cotidiana, la discriminación étnica, la represión política y las violaciones de
los derechos humanos. En este tipo de sociedades existe un enorme potencial de
inestabilidad y violencia, que en ocasiones ha llegado a desembocar en
conflictos guerrilleros o guerras civiles.
Este fue el caso de América Central. A finales de los años setenta esta región
vivió un proceso de modernización económica que benefició sólo a unos pocos. La
marginación secular de los campesinos y los indígenas, y la ausencia de
democracia propia de un sistema oligárquico que sólo pudo mantenerse en el poder
recurriendo sistemáticamente a la violencia de Estado. En Centroamérica no habrá
paz en tanto no haya justicia social y sea vencida la pobreza.
Durante los años ochenta, más de cien países en desarrollo, sumidos en la crisis
de la deuda, se han visto obligados a adoptar programas de ajuste estructural.
Estos programas han recortado el gasto social y los ingresos de los sectores
populares, incrementando la pobreza, la conflictividad social y la depredación
del medio ambiente. Hoy muchos países del Sur son democracias con pobreza, con
un gran potencial de violencia e inestabilidad y un futuro incierto.
De seguir las tendencias actuales, hacia el fin de siglo habrá 2.000 millones de
pobres en el mundo tratando de sobrevivir entre un mundo rural cada vez más
deteriorado por la crisis ambiental y unas megaciudades que ofrecen cada vez
menos puestos de trabajo.
La superación o reducción de la desigualdad, tanto entre el Norte y el Sur como
entre los diferentes grupos sociales, es un elemento esencial para la
supervivencia del planeta y la prevención de conflictos armados.