MIERCOLES ¤ 28 ¤ FEBRERO ¤ 2001

¤ Encuentra la caravana en Puebla y Veracruz las concentraciones más grandes

Esos que se llaman gobierno ya no van a poder olvidarnos: comandante Tacho

¤ La población de Orizaba recibió al EZLN; en Tehuacán, unión con indios urbanos

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Puebla, Pue., 27 de febrero. "Esos que se llaman gobierno ya no van a poder olvidarnos", dijo hoy por la noche el comandante Tacho ante una multitud candente, ansiosa por oir a los zapatistas, o verlos aunque sea de lejos, en la alameda de esta ciudad de fama angélica.

Concluía el recorrido de los zapatistas por los estados de Puebla y Veracruz, donde los comandantes encontraron las concentraciones más grandes, hasta ahora, en su viaje hacia el centro del país. En palabras del subcomandante Marcos, dichas también en esta plaza, se cerraba "el primer círculo en torno a las calles donde vive el poder".

En Orizaba había salido a recibirlos esta tarde la población entera, dicho sea sin exagerar. Desde la entrada, la valla humana fue casi constante, y por tramos tumultuosa, al paso del autobús zapatista. Mujeres y niños, ancianos y enfermos en sillas de ruedas, los mecánicos de los talleres y los empleados, familias en los zaguanes y balcones. Todos saludando con arrolladora cordialidad. Unos, al EZLN y los acuerdos de San Andrés; ezln-puebla-marcos otros, con pañuelos blancos, a la oportunidad de la paz.

La plaza frente al llamado Palacio de Hierro y el atrio de la catedral de San Miguel acogieron una apretadísima multitud durante el mitin del CNI y la comandancia zapatista. Incluso en el parque Apolinar Castillo se congregaron miles de personas, aunque desde allí no se vieran el estrado de hierro ni los oradores ni los comandantes ni las banderas. Los orizabeños no se abstuvieron en lo mínimo y se dejaron venir al centro.

Ya en la mañana, el primer acto de este largo día, un poderoso encuentro en Tehuacán con miles de nahuas, popolocas, mazatecos, mixtecos y totonacos había develado a los pueblos invisibles de Puebla y Veracruz, dos estados "modernos" y olvidadizos, donde las ciudades tienden a olvidar la cantidad de indígenas que habitan su suelo.

La marcha indígena que inició en el sureste hizo bajar de las sierras Negra, Mixteca y Norte a las dignidades y las palabras de los pueblos, para unirse a los indios urbanos de la "Maquilandia" favorita de muchos consorcios europeos, orientales y estadunidenses. Un paraíso de mano de obra barata.

Los indios vivos

Al atravesar el subproletario barrio de Coapan, dos niños, hermanitos, treparon al estribo de la camioneta. Entre el juego y la aventura, se desprendieron de la multitud que recibía a la caravana del EZLN en su entrada a Tehuacán. Se dijeron muy contentos.

-¿Qué les da tanto gusto? ¿Les caen bien los zapatistas?

-A mí, más o menos -dijo el mayorcito. Y el otro:

-Sí, a mí me caen bien.

-¿Y por qué?

-Porque bailan bonito.

El mitin en Tehuacán fue emotivo. Un orador nahua dijo: "Nosotros le dimos nombre a una nación que nos ha mandado al sótano, nos hizo esclavos en nuestra propia tierra". Y dirigiéndose a los zapatistas, expresó: "Los pueblos nahuas somos los mismos que ustedes".

Los mayas, hijos del maíz, llegaron a la "cuna del máis", como dijo el mismo orador. El lugar del mundo donde apareció, que se sepa, la primera mazorca del mundo, hace miles de años. Y el señor Martín entregó a los zapatistas mayas el bastón de mando del pueblo popoloca, hablándoles en su lengua gutural, parecida en sonoridad al chino.

En la ciudad de Puebla, durante el acto más urbano hasta ahora, los numerosos indígenas presentes fueron inundados por la población de la capital mundial de los "vochos" y los camotes. Los jóvenes rugieron y aplaudieron, gritaron y escucharon a David, Tacho, Zebedeo y Marcos.

Sobre la fuente de cantera, en medio del parque, tres chavos, completamente empapados bajo el chorro más alto, brillan como parte viviente de la piedra. Se mueven con una inquietud que no alcanza a ser relajo, y gritan, igual que miles de personas, en su mayoría jóvenes pero de todas las clases: "Marcos, Marcos".

Cándida Jiménez, a nombre del CNI, habló primero en mixe, y luego en castellano: "En esta marcha los pasos se han ido tejiendo y amacizando. Esta caravana es también nuestra", e invocó: "Que nuestros espíritus se llenen de dignidad, y se cierre para siempre el camino del racismo".

Porque incluso el acto angelino, que a ratos parecía medio roquero, muy marquista y un tanto ingenuo, fue sencillamente una demostración de la fuerza espiritual y cultural de los pueblos indios. Una lección para las nuevas generaciones que están creciendo, como ninguna generación anterior, con una conciencia solidaria e inspiradora de la realidad indígena que, si se mira bien, está en todo lo que conocen como México.

La novedad de las mujeres

Varios observadores han hecho notar estos días un detalle extraordinario: sin fallar un sólo acto de la marcha, en todos hablan las mujeres indias. ¿En cuántos acontecimientos políticos del México moderno sucede algo parecido? Si uno de los argumentos favoritos de la "contra" a la legislación indígena, además de su famosa "balcanización", es el machismo, la explotación femenina, los usos ezln-tehuacan1 salvajes de la indiada. Y cuál. Ni en la izquierda más exquisita, ya no digamos las derechas, ocupan tal espacio (y a fuerza de tremendas luchas) las voces, presencias y decisiones de mujeres.

Las comandantas Esther, Fidelia, Yolanda y Susana son apenas unas cuantas entre las luchadoras oaxaqueñas, poblanas y veracruzanas que se dirigen ya, junto con los zapatistas, al tercer congreso del CNI.

Si no es una revolución, es al menos una transformación social de modernidad extraordinaria. De la sierras recónditas que hoy ocupan el primer plano (Mazateca, Mixteca, de Zongolica, de Huayacocotla, Negra, Norte, así como las de Chiapas y Oaxaca, que son tantas que no cabe nombrarlas en este espacio) bajan al territorio de la voz escuchada mujeres de dignidad igualmente rebelde.

Lo indígena en el centro

A la gente en Orizaba le pareció que "Marcos habló poco", porque los no indígenas vinieron sobre todo a escuchar al jefe guerrillero. Los chavos poblanos tuvieron más suerte, pues aunque Marcos sólo se refirió a las demandas y la dignidad de los pueblos indios, lo hizo en extenso, así que pudieron rugir a gusto.

Lo indígena en el centro. De Huehuetla los totonacas y de Zongolica los nahuas, son tierras donde la miseria no ha logrado vencer a la grandeza, donde la represión no ha doblado la voluntad de defender lenguas, costumbres, indumentarias y cosmovisiones distintas, y más abiertas al cambio y el progreso (en sus propios términos) de lo que reconocen todavía hoy los dueños del poder nacional, la economía y la letra de las leyes.

Contra el aplastamiento que representa la modernización brutal de estas tierras es que caminan los indios del sur, "aunque nos traten como ignorantes por ser macehuales", dijo una oradora nahua en Puebla, que se pronunció por "el derecho a permanecer en nuestras comunidades". Es decir, sin la obligación de migrar hacia el norte, al destajo, la maquila, el destajo y la ilegalidad.

El grito de "no están solos" de la sociedad civil ya no sólo se dirige a los rebeldes chiapanecos. El encuentro con los pueblos indios es el libro abierto más prometedor de quienes llevan "en la sangre la memoria", como dijo Cándida Jiménez. Con dignidad, "palabra que habla mañana", según diría esta noche el subcomandante Marcos.