La Jornada, México, 16 de marzo de 2003
El 8 de
marzo de 1917 el teniente general Stanley Maude emitió una
"Proclama para el pueblo de Wilayat de Bagdad". El ejército
anglo-indio los Tigres de Maude había invadido y
ocupado Irak con una ofensiva que se originó en Basora para
"liberar" al pueblo de sus dictadores. "Nuestros ejércitos no
han venido a sus ciudades y tierras como conquistadores o
enemigos, sino como liberadores", anunció el británico.
"Pobladores de Bagdad, recuerden que durante 26
generaciones ustedes han sufrido bajo extraños tiranos, que
desde siempre han intentado por todos los medios enfrentar
entre sí a los reinos árabes con el fin de obtener provecho de
sus diferencias.
"Esta
política es aborrecible para Gran Bretaña y sus aliados, pues
no puede haber paz ni prosperidad cuando existen malas
intenciones y mal gobierno."
Maude,
desde luego, era el general Tommy Franks de sus tiempos y su
proclama -tan llena de ironía ahora que el presidente Bush
expresa sentimientos igualmente mendaces- tenía la intención
de convencer a los iraquíes de aceptar una ocupación
extranjera mientras Gran Bretaña se apoderaba del petróleo de
la nación.
El
lugarteniente político de Maude, sir Percy Cox, convocó a los
líderes árabes iraquíes, quienes no fueron identificados, a
participar en un gobierno de colaboración con las autoridades
británicas. Habló de liberación, libertad, glorias pasadas,
grandeza futura y además -es aquí donde la ironía llega a
montones- expresó su esperanza de que el pueblo de Irak
lograra unificarse.
El comandante
británico envió un telegrama a Londres, en el cual informó que
"las condiciones en el terreno permiten colocar en posiciones
de responsabilidad sólo a oficiales británicos competentes que
puedan tratar con la gente del país. Antes de instalar una
fachada árabe (sic), parece esencial implementar primeramente
una verdadera base de ley y orden".
Como
señaló David Fromkin en su magistral libro Una paz para
acabar con toda la paz -lectura imprescindible ante la
futura ocupación militar estadunidense-, la animosidad entre
la minoría sunita y la mayoría chiíta y las rivalidades entre
las tribus y clanes "dificultaron lograr un solo gobierno
unificado que fuera al mismo tiempo representativo, efectivo y
con amplio apoyo".
Los
británicos, indica ácidamente Fromkin, fracasaron en su
intento de "pensar en los detalles prácticos necesarios para
cumplir las promesas hechas de manera gratuita a un sector de
los habitantes del país". Inclusive hubo problemas con los
kurdos, porque los británicos no lograron decidir si debían
ser absorbidos por un nuevo Estado iraquí o si se les
permitiría formar un Kurdistán independiente.
Originalmente a los franceses se les había otorgado
Mosul, norte de Irak, pero renunciaron a esta concesión a
cambio de -nuevamente ironías- una parte mayor de la nueva
Compañía Turca de Petróleo, que fue confiscada por los
británicos y refundada como Compañía Iraquí de
Petróleo.
¿Cuántas
veces ha marchado Occidente hacia Medio Oriente en esta forma
tan descarada? El general sir Edward Allenby "liberó"
Palestina apenas unos meses después de que el general Maude
"liberó" Irak. Los franceses llegaron a "liberar" Líbano y
Siria un par de años más tarde, y asesinaron a las fuerzas
sirias leales al rey Feisal que se atrevieron a sugerir que
una ocupación francesa no era el futuro que ellos
querían.
¿A qué se
debe -me pregunto a veces- nuestra constante incapacidad de
aprender las lecciones de la historia; la insistencia de
repetir -casi palabra por palabra, como es el caso de la
proclama de Maude- las mismas promesas y mentiras gratuitas?
Una copia de la proclama original del general Maude fue
subastada en Swindon, Inglaterra, la semana pasada, pero yo
apostaría más de las mil 400 libras esterlinas -precio en que
se vendió el documento- que la próxima proclama estadunidense
al pueblo "liberado" de Irak dirá casi exactamente lo
mismo.
Echemos
un vistazo al artículo 22 del Pacto de la Liga de Naciones
-tema en el que el señor Bush asegura ser un experto-, que
permitió a británicos y franceses dividir los territorios que
habían "liberado" de los dictadores otomanos.
"A
aquellas colonias y territorios que a consecuencia de la
guerra han dejado de estar bajo la soberanía de estados que
los gobernaban anteriormente y que están habitados por pueblos
que aún no son capaces de ser independientes debe aplicárseles
el principio de que el bienestar y el desarrollo de estas
poblaciones forman un baluarte de civilización. Por tanto el
mejor método en este caso es un tutelaje hacia estos pueblos
que debe confiársele a naciones avanzadas, las cuales, en
vista de sus recursos, experiencia o posición geográfica,
están en mejores condiciones para adoptar esta
responsabilidad."
¿Cuál es
el atractivo de una "liberación" de Medio Oriente? ¿Cuál es
ese "baluarte sagrado" -"baluarte" fantasma que el secretario
de Estado Colin Powell ahora promueve por el petróleo iraquí-
que hace que Occidente siempre desee visitar Medio Oriente?
¿Porqué queremos con tanta frecuencia gobernar estos pueblos,
a estas "tribus, con banderas", como las llamó sir Steven
Runciman, el gran historiador de las Cruzadas de los siglos XI
y XII?
Ciertamente el llamado del papa Urbano para la primera
Cruzada, en el año 1095, que fue consignado por al menos tres
cronistas, encontraría gran resonancia aun entre los
fundamentalistas cristianos, quienes al igual que los
simpatizantes de Israel están ahora tan ansiosos de que
Estados Unidos invada Irak.
Urbano
aseveró que los turcos estaban maltratando a los habitantes de
tierras cristianas -un eco de los abusos a los derechos
humanos que supuestamente perturban al señor Bush- y describió
el sufrimiento de los peregrinos, con lo que apremió a los
cristianos de Occidente, anteriormente enfrascados en
antagonismos fratricidas, a pelear en una guerra "justa". El
conflicto que proponía, desde luego, tenía la intención de
"liberar" a los cristianos y no a los musulmanes, a quienes
los cruzados masacraron, al igual que a los judíos, tan pronto
llegaron a Medio Oriente.
Esta
noción de "liberación" en Medio Oriente casi siempre viene
acompañada de otro tema: la necesidad de derrocar a tiranos.
Los cruzados eran tan meticulosos en sus invasiones como lo es
actualmente el Comando Central estadunidense de Tampa,
Florida. Marino Sanudo, nacido en Venecia alrededor del año
1260, describe cómo los ejércitos occidentales eligieron
desplegar sus fuerzas y trasladaron vía marítima a 15 mil
efectivos de infantería y 300 de caballería (estos últimos, la
versión de los cruzados de una unidad blindada). En Beirut
tengo copias de los mapas de las invasiones occidentales del
siglo XIII.
Napoleón
también produjo algunas en 1798, cuando invadió Egipto para
acabar con 20 años del mandato supuestamente irresponsable y
tiránico de Murad Bey e Ibrahim Bey. Claude Etienne Savari, el
equivalente francés de todos los expertos de Washington que
hoy lloran por el sufrimiento del pueblo iraquí bajo el mando
del presidente Saddam, escribió en 1775 que en El Cairo, bajo
Murad Bey, "la muerte puede ser consecuencia de la más leve
indiscreción". Debido al mandato de los Bey, la ciudad "gime
bajo su yugo". Esta es la imagen que tenemos de Bagdad y
Basora bajo el mando del presidente Saddam.
De hecho,
la promesa de Saddam de destruir a las fuerzas invasoras
estadunidenses es un eco notable de la proclama de uno de los
príncipes Mameluke de Egipto en el siglo VIII, quien habló de
una naciente invasión francesa y con palabras extrañamente
familiares: "Que vengan los francos. Los aplastaremos bajo las
pezuñas de nuestros caballos".
Napoleón,
desde luego, fue el que hizo todo el aplastamiento. Su primera
proclama (él también venía a "liberar" a los pueblos de Egipto
de sus opresores) incluyó el llamado a personalidades egipcias
para que lo ayudaran a gobernar el país. "Oh jeques, qadis,
imanes y funcionarios de los pueblos, díganle a su nación que
los franceses son amigos de los musulmanes auténticos.
Benditos sean aquellos egipcios que estén de acuerdo con
nosotros".
Napoleón
impuso un "consejo administrativo" en Egipto, muy semejante al
que la administración Bush pretende instaurar bajo la
ocupación estadunidense. Por supuesto, jeques, qadis e imanes
se levantaron contra la ocupación francesa de El Cairo en
1798.
Si
Napoleón ingresó a su mandato sobre Egipto como revolucionario
francés, cuando el general Allenby entró a Jerusalén en
diciembre de 1917 le entregó a David Lloyd George la ciudad
que él quería como regalo de Navidad. El primer ministro
británico destacó más tarde, con enjundia digna de un
caballero cruzado, que ello significaba que el cristianismo
había logrado "recuperar la posesión de sus templos sagrados".
También aseguró que "las bravatas turcas" no eran sino "el
principio del colapso de la impostura militar que duante años
nos intimidó debido a la incompetencia que privó en nuestra
guerra". He aquí los matices del arrepentimiento estadunidense
por no haber tomado Bagdad en la guerra del Golfo de 1991.
Lloyd George estaba "terminando la tarea" de subyugar el poder
otomano de la misma forma en que George Bush junior
pretende "terminar la tarea" que comenzó su padre.
Y
siempre, sin excepción, hubo tiranos y dictadores a quienes
derrocar en Medio Oriente. En la Segunda Guerra Mundial
"liberamos" a Irak, esta vez de una administración pro nazi.
Los británicos "liberaron" a Líbano del gobierno de Vichy con
la promesa de independencia por parte de Francia, promesa de
la que Charles de Gaulle trató de renegar, al grado de que los
británicos estuvieron a punto de ir a la guerra en Siria
contra los liberadores franceses.
Líbano ha
sufrido demasiadas "liberaciones". Israel -que para los árabes
no es sino una implantación estadunidense y "occidental" en
Medio Oriente- se ha declarado en dos ocasiones ansioso de
"liberar" a Líbano del "terrorismo" de la Organización para la
Liberación Palestina. En 1978 y 1982 se retiraron humillados
de la zona.
¿Qué fue lo que el
presidente Ronald Reagan dijo al mundo? "Líbano es fundamental
para nuestra credibilidad a escala global. No podemos elegir o
escoger dónde apoyaremos la libertad. Si Líbano termina bajo
una tiranía de fuerzas hostiles a Occidente, no sólo se verá
amenazada nuestra posición estratégica al este del
Mediterráneo, sino también la estabilidad de toda la región de
Medio Oriente, incluidos los vastos recursos de la península
arábiga". Nuevamente nosotros, Occidente, íbamos a proteger a
Medio Oriente de una tiranía.
Anthony
Eden adoptó la misma postura ante Egipto, ansioso de derrocar
al "dictador" Gamal Abdel Nasser de la misma forma en que
Napoleón había estado desesperado por rescatar a los egipcios
de la tiranía de los Beys, igual que el general Maude quería
rescatar a Irak de la tiranía de los turcos, igual que George
Bush junior ahora quiere rescatar a los iraquíes de la
tiranía de Saddam Hussein.
Siempre
las invasiones occidentales estuvieron acompañadas de
declaraciones de estadunidenses, franceses o de Occidente en
general, de que no tenían nada contra los árabes, sólo contra
la figura de la bestia a la que eligieron como el objetivo de
nuestra acción militar.
¿Qué pasó
con todas estas finas palabras? Las Cruzadas fueron una
catástrofe para las relaciones entre cristianos y musulmanes.
Napoleón se fue humillado de Egipto. Los británicos lanzaron
gases sobre los recalcitrantes kurdos de Irak, antes de
descubrir que era ingobernable. Primero los árabes y luego los
judíos expulsaron a los británicos de Palestina y Jerusalén.
Los franceses combatieron insurrecciones durante años en
Siria. En Líbano, los estadunidenses salieron corriendo en
1984 junto con los franceses.
¿Qué
pasará en Irak en los próximos meses? ¿Cuál será en esta
ocasión el precio de nuestra locura, de nuestra incapacidad de
aprender las lecciones de la historia? Sólo hasta que Estados
Unidos haya concretado su ocupación podremos saberlo.
Se sabrá
cuando los iraquíes exijan poner fin a la ocupación, cuando la
resistencia popular hacia la presencia estadunidense por parte
de chiítas, kurdos e inclusive sunitas empiece a destruir el
"éxito" militar que Bush sin duda proclamará cuando las
primeras tropas estadunidenses ingresen a Bagdad. Será
entonces cuando comenzará la verdadera "noticia" para nosotros
los periodistas.
Será
entonces cuando se vengan abajo todas las palabras vacías de
la historia colonial, la necesidad de derrocar a tiranos y
dictadores para mitigar el sufrimiento de los pueblos de Medio
Oriente, y la afirmación de que nosotros y sólo nosotros somos
los mejores amigos de los árabes y, por tanto, nosotros y sólo
nosotros debemos ayudarlos.
Aquí voy
a especular: en los meses y años que sigan a la invasión de
Irak, Estados Unidos, en su arrogante idea de que puede crear
"democracia" de las cenizas de una dictadura de Medio Oriente,
al mismo tiempo que se apodera de su petróleo, sufrirá lo
mismo que los británicos en Palestina. De esta tragedia,
Winston Churchill escribió unas palabras que podrían aplicarse
a Estados Unidos en Irak: "Al principio nuestros pasos eran
amplios y poco profundos, una alfombra los amortiguaba; pero
al final, las rocas se desmoronaban bajo nuestros
pies".