Una guerra complicada
Por: Isaac Bigio, en ALAI, 21 de marzo de 2003
La actual ofensiva anglo-americana difiere de la empleada en la
anterior guerra del golfo (1991) o en la de Afganistán (2002). En dichas
oportunidades la primera parte de la guerra se basó en un intenso
bombardeo sin mucho combate inicial directo por tierra.
La
estrategia en las guerras pasadas consistía en evitar muchas bajas en las
tropas invasoras mientras que se buscaba desmoralizar y desmoronar el
aparato estatal y productivo de los atacados.
En los primeros dos
días de la guerra los aliados se están cuidando de lanzar bombardeos
selectivos sobre instalaciones ligadas al régimen o sus FFAA. Al mismo
tiempo las tropas han avanzado inmediatamente.
En el 2003 existe
una necesidad política de avanzar rápido. Tal es el temor a una reacción
popular anti-guerra en occidente y el medio oriente que los aliados
necesitan mostrar una pronta y poco sangrienta victoria.
Un aspecto
central es la guerra psicológica y propagandística. Los invasores buscan
producir deserciones masivas y que las poblaciones les vea como
destructores o conquistadores. El Pentágono apunta a ganar un
significativo sector de la población y la tropa iraquíes así como mantener
lo más intactas posibles las instalaciones económicas y los pozos
petroleros pues su fin es imponer una nueva administración que se valga
luego de los recursos materiales iraquíes.
Pareciera que el
objetivo de la Casa Blanca es remplazar a Hussein por un protectorado que
transforme a Irak en un modelo político y económico para el medio oriente.
El régimen del Partido Socialista Baath simboliza el viejo modelo
autocrático y proteccionista con fuerte intervención estatal, sistemas
subsidiados de educación y salud, hostilidad a Israel y autonomía frente a
occidente. La BBC ha revelado un contrato para la reconstrucción
post-bélica de Irak, el mismo que ha sido presentado como algo más osado
que el plan Marshal pues intenta remodelar por completo el sistema de los
derrotados.
La ambición de Bush y Blair es convertir a Irak en un
modelo. El medio oriente se mantienen como una de las zonas más inestables
y conflictivas del globo. Allí hay muchas autocracias, algunas con
políticas y economías nacionalistas propias del viejo tercermundismo, y
otras con reinos o regímenes fundamentalistas. Al querer tumbar al paladín
del panarabismo y de la resistencia contra EEUU e Israel, se buscaría un
nuevo gobierno de coalición abierto a capitales y el mercado
extranjeros.
Algo que los líderes aliados han empezado a reconocer
es que la guerra ha de ser más prolongada y complicada que la inicialmente
prevista. Iniciales pronósticos en sentido que la ofensiva duraría pocos
días han debido dar paso al reconocimiento que el conflicto podría durar
semanas o meses.
La resistencia iraquí ha sorprendido a los medios
pro-guerra. Por el momento no se han producido grandes deserciones y
Kuwait ha sido atacado por mísiles. El régimen iraquí amenaza con ir a una
resistencia casa por casa. Sus medios hablan de imitar el ejemplo
palestino donde desde hace años los árabes se enfrentan con piedra a los
sionistas. En el mundo árabe e islámico vienen creciendo los radicales que
sostienen que Bagdad es una de sus capitales y que es hora que se
generaliza una lucha por la defensa de su nación contra EEUU.
Por
el momento Hussein no se atreve a desencadenar una resistencia radical. No
está distribuyendo ampliamente armas en la población por temor a que se le
pueda derrocar. Tampoco está utilizando sus armas de destrucción
masiva.
En Europa y EEUU vienen desarrollándose marchas. En Italia,
Grecia y otras naciones europeas hay paro contra la guerra. Estas
protestas masivas piden parar la guerra. Algunos sectores de éstas dicen
que los verdaderos terroristas y dueños de armas de destrucción masivas
son Bush y Sharon, e incluso hay quienes plantean que es mejor para el
mundo que Washington pierda pues una victoria de Bagdad sería una derrota
para la prepotencia y las grandes fortunas.
Francia, Alemania,
Rusia y China están jugando con su propio pañuelo. Por una parte dicen que
quieren el desarme de Hussein pero por otra no dan apoyo a la guerra.
Ambos buscan negociar sus posiciones de acuerdo a las
circunstancias.
Pese a todos los ataques que París ha recibido por
parte de los halcones, su rol ha ayudado de alguna manera a los EEUU. Para
congraciarse con los franceses, Hussein concedió eliminar varias de sus
armas y abrir su país a los inspectores de la ONU y a vuelos espía de los
aliados. Al haber inicialmente aparecido cuestionando a la guerra Francia
y las oposiciones demócrata en los EEUU y liberal en Reino Unido, ahora
éstos quieren mantener una autoridad política para moderar las marchas de
protestas, mientras que los anti- capitalistas buscarán incentivar y
transformar éstas para promover demandas sociales o las caídas de algunos
gobiernos occidentales.
Si Chirac ayudó a desarmar a Hussein, ahora
juega a buscar usar su influencia para evitar que Saddam use armas
químico-biológicas. Le amenaza con para a apoyar abiertamente a los
invasores en caso que él lance gases. Para tratar de evitar un aislamiento
o una ruptura con el bloque franco-ruso-germano, Bagdad podría guardar los
gases que tiene, si realmente aún los mantiene, para el final o para poder
negociar.
El mayor peligro para la estrategia anglo-americana
consiste en que se produzca una resistencia generalizada en Irak y que
ésta se expanda a la región, mientras que en sus respectivos países se
puedan desencadenar marchas o huelgas masivas de protesta.
* Isaac
Bigio. Analista Internacional
|